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viernes, 30 de diciembre de 2011

NUEVA ERA. CAPITULO 129: INCIDENTE



¡¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS!!
¡¡QUE VUESTROS SUEÑOS SE CUMPLAN EN ESTE 2012!!

TODOS LOS CAPITULOS ESTAN REGISTRADOS EN SAVECREATIVE PARA EVITAR PLAGIOS


NO DUDEIS EN DEJAR VUESTROS COMENTARIOS, PREGUNTAS, ETC, YO CONTESTARE A TODO GUSTOSAMENTE ^^



NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").

Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏


CAPITULOS:

PARTE DOS: NUEVA ERA

RENESMEE:

77. ACAMPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-77-acampada.html
78. EL LAGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-78-el-lago.html
79. EN MEDIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-79-en-medio.html
80. LICÁNTROPO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-80-licantropo.html
81: DECISIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-81-decision.html
82. CUMPLEAÑOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-82-cumpleanos.html
83. IRRUPCIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-83-irrupcion.html
84. REENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-84-reencuentro.html
85. GRIPE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-85-gripe.html
86. FALLO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-86-fallo.html
87. GIRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-87-giro.html
88. BUENA Y MALA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-88-buena-y-mala.html
89. FELICITACIONES Y PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-89-felicitaciones-y.html
90. APOYO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-90-apoyo.html
91. CARTA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-91-carta.html
92. INTERESES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-92-intereses.html
93. BENEFICIO COLATERAL: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-93-beneficio.html
94. ECOGRAFÍA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-94-ecografia.html
95. FANTASMAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-95-fantasmas.html
96. MANIOBRA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-96-maniobra.html
97. "NO PUEDO": http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-97-no-puedo.html
98. SANGRE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-98-sangre.html
99. HERIDOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-99-heridos.html
100. PRUEBA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-100-prueba.html
101. ENTRENAMIENTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-101-entrenamiento.html
102. 6 DE FEBRERO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-102-6-de-febrero.html
103. PACIENCIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-103-paciencia.html
104. UN SER SUPERIOR: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-104-un-ser-superior.html
105. ENVIDIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-105-envidia.html
106. CAMBIO DE PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-106-cambio-de-planes.html
107. PASAR PÁGINA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-107-pasar-pagina.html
108. LA ESTRATEGIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-108-la-estrategia.html
109. A CASA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-109-casa.html
110. DE NADIE (PARÉNTESIS JANE):  http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-110-de-nadie.html

JACOB:

111. ¿QUÉ PUEDES HACER CUANDO TUS TRIPAS SON UN MANOJO DE NERVIOS?: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-111-que-puedes-hacer.html
112. MENUDO PANORAMA QUE TENGO DELANTE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-112-menudo-panorama.html
113. ¡¿Y A MÍ QUÉ DEMONIOS ME IMPORTA EL PODER?!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-113-y-mi-que.html
114. NO, AHORA MISMO NO PODÍA PERDER EL TIEMPO CON ESO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-114-no-ahora-mismo.html
115. VENGA, VENGA, YA QUEDA MENOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-115-venga-venga-ya.html
116. POR FIN, ¡POR FIN! UN MOMENTO, ¿PERO QUÉ ES ESTO?: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-116-por-fin-por-fin.html
117. ATROZ (PARÉNTESIS. PARTE 1. RENESMEE): http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-117-atroz-parentesis.html
118. VALOR (PARÉNTESIS. PARTE 1. RENESMEE): http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-118-valor-parentesis.html
119. SIGUE EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS, SIGUE EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-119-sigue-el-camino.html
120. ESTO DEMUESTRA QUE NO SOY UN DIOS, COMO OTROS SE PIENSAN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-120-esto-demuestra.html
121. NESSIE, NO ME DEJES... NO ME DEJES...: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-121-nessie-no-me.html
122. ¡MALDITO CHIFLADO! ¡ELLA ES MÍA!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/todos-los-capitulos-registrados-en.html
123. ¡TING! ¡PRIMER ASALTO! ¡QUE EMPIECE EL COMBATE!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-123-ting-primer.html
124. ¡¿TENDRÁN CARA?! ¡¿PERO DE QUÉ VAN?!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-124-tendrian-morro.html
125. LLAMANDO A QUIL, LLAMANDO A QUIL. AQUÍ EL PLANETA TIERRA. CORTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-125-llamando-quil.html
126. NENA, CIELO, PRECIOSA, CARIÑO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-126-nena-cielo.html

RENESMEE:

127. INVASIÓN DE VISITAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-127-invasion-de.html
128. CUARENTENA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-128-cuarentena.html


INCIDENTE


Ambos nos quedamos en el vestíbulo, parados. Jake me miró, mordiéndose el labio algo descontento y fastidiado por la notificación que acababa de recibir por teléfono.
―No te preocupes, iré a buscarle yo en mi forito ―le calmé, acariciando su brazo.
―Es que me da mucha rabia ―resopló, poniendo los brazos en jarra al tiempo que miraba hacia un lado. Luego, volvió la vista a mí para seguir hablando―. Mira que llevo tras los dichosos neumáticos dos semanas y no había forma, nada, el distribuidor que para el jueves, y ahora que tengo cosas que hacer, se dan prisa y me dicen que los tienen para hoy ―chistó.
―Pues Anthony no puede quedarse más tiempo en casa de mi familia ―declaré, ahora mordiéndome el labio yo―. Están a punto de salir hacia Seattle para ir al teatro, ya tienen las entradas desde hace un mes. Aunque, si quieres, les digo a mis padres que no vayan y se queden un poco más con Anthony hasta que salgas del taller y podamos ir a buscarle los dos, o les puedo decir que lo traigan ellos. No creo que les importe, es más, seguro que se quedan con él encantados.
De eso estaba completamente segura.
―No, deja, si ya tienen las entradas desde hace un mes… ―suspiró.
―Bueno, cielo, no pasa nada. Entonces yo recogeré a Anthony en mi coche, y cuando llegues a casa ya nos tendrás aquí y podrás verle. O mejor, ¿qué te parece si nos pasamos por el taller a buscarte? Así volveremos a casa los tres juntos ―le propuse.
Por primera vez desde que colgó el teléfono, sonrió.
―Eso me gusta más ―afirmó, acercándose a mí para rodear mi cintura. La noche se nos había alargado más de la cuenta, hasta bien pasada la mañana, y hacía solo un par de horas que acabábamos de estar juntos, pero mis mariposas se revolvieron por mi estómago con vehemencia, era inevitable―. Porque también quiero verte a ti y estar contigo, ¿sabes?
―Sí, lo sé ―le sonreí, llevando mis brazos a su cuello.
Los dos ampliamos nuestras sonrisas y acercamos nuestros labios para que saciaran su sed un poco más.
Me hubiera quedado así para siempre, saboreando sus suaves, afrodisíacos y ardientes labios que hacían que mis mariposas se volviesen locas, ese dulce y abrasador aliento que caldeaba todo mi cuerpo, y esa mágica energía que siempre nos envolvía, pero, desgraciadamente, se nos había hecho bastante tarde, así que no nos quedó más remedio que terminar el beso y despegarnos. Hablé cuando volví a recuperar la cordura.
―Tengo que ir a buscar a Anthony ―conseguí murmurar en su atrayente boca.
―Sí, claro ―asintió, separando nuestros rostros al tiempo que tomaba una buena bocanada de aire para recomponerse.
Sonreí con satisfacción. A veces no me creía que un hombre como él suspirase por mí, me daba la sensación de que todo era un hermoso sueño, pero así era. Era real.
―Te veremos en el taller ―le dije, dándole un último beso, este en la mejilla, y despegándome de él del todo.
Cogí las llaves, que reposaban en el recibidor, y abrí la puerta.
―Si salgo antes te llamo al móvil, así que estate atenta ―me pidió.
―Sí, no te preocupes ―sonreí de nuevo―. Te quiero.
―Te quiero ―murmuró, mostrándome esa sonrisa torcida que me volvía loca.
Le eché un último buen vistazo para que mis retinas se quedasen contentas y me di la vuelta para salir por la puerta, antes de que sucumbiera a la tentación y volviera a abalanzarme sobre él.
Cerré a mis espaldas y me encaminé hacia mi Ford Festiva del 90 blanco, el cual se encontraba aparcado junto al garaje. En cuanto me subí y me puse el cinturón, arranqué y salí de nuestro jardín.
Pegué dos bocinazos a modo de saludo cuando pasé por delante de la casa de Billy y él se asomó rápidamente a la ventana de la cocina para decirme adiós con la mano, sonriéndome. Salí a la carretera que lleva a Forks y le metí un poco más de caña al coche.
Mientras mi forito avanzaba a gran velocidad, me puse a canturrear esa canción que estaban poniendo en la radio. No sabía ni el título, pero era muy pegadiza, la verdad.
Recorrí la carretera de La Push, pasé a la de Forks, atravesé el pueblo, seguí por la autopista y llegué a la salida que daba al camino sin asfaltar que llevaba a la casa de mi familia. No tardé mucho más en dar con la gran vivienda. Estacioné el coche delante del porche y me bajé volando del vehículo. Estaba ansiosa por ver a mi pequeño Anthony.
Subí las escaleras y abrí la puerta con las llaves que aún poseía. Nada más atravesar el umbral, ya vi a mis tíos y mis abuelos en el sofá.
―Hola ―saludé en general con una sonrisa, cerrando la puerta detrás de mí.
―Hola, cielo ―me contestó mamá con otra, hablando por todos.
Mi madre estaba sentada en el sofá, junto a mi padre, que sostenía a Anthony en sus brazos. El niño estaba en uno de esos pequeños ratos en los que permanecía despierto, y toda mi familia estaba congregada a su alrededor para no perderse ni un detalle del mismo. Todos le miraban engatusados, en cambio él parecía estarlo solamente con mi padre, que era justo el que tenía delante.
―Déjame cogerlo un rato ―imploró Alice.
―Tú ya lo tuviste anoche ―se opuso mi padre.
Mi tía le dedicó un mohín.
Me acerqué a ellos con paso presto.
―¿Qué tal se ha portado? ―quise saber, mirando a mi hijo.
Estaba doblemente envuelto en una manta, para que no cogiera frío en ninguno de los brazos que le rodeaban y que se peleaban por tenerle. Era una solemne tontería, pero hasta me fijé en si había crecido algún centímetro que me hubiese perdido. No lo había hecho en absoluto, por supuesto.
―Estupendamente ―sonrió mamá sin dejar de observar a Anthony con ese embobamiento―. Se ha tomado el biberón en las horas señaladas y no ha llorado nada en toda la noche.
―Sí, es un tragón ―me reí, recordando las palabras de Jake.
Mi madre por fin bajó de su nube y me miró.
―Por cierto, ¿dónde está Jacob?
Papá estaba tan atontado con el bebé, que ni siquiera se había fijado en mi mente, así que no les había anunciado nada antes de que yo llegase.
―El distribuidor de neumáticos le ha llamado para avisarle de que se los van a llevar hoy y ha tenido que irse al taller, por eso he venido yo a buscar a Anthony ―le desvelé, extendiendo mis brazos hacia él con una sonrisa.
Ya me moría por cogerlo y comérmelo a besos.
Mi padre se levantó y me pasó a mi hijo con suma delicadeza. En cuanto su cabecita se posó en mi brazo y sus ojitos verdes me vieron, Anthony sonrió con la misma sonrisa de su padre y pataleó al aire con alegría, levantando la manta que cubría su pequeño cuerpo. Tenía dos meses, sin embargo, parecía mentira, pero ya me reconocía, y siempre reaccionaba de la misma forma al verme. No podía evitar emocionarme y sentirme extremadamente feliz cada vez que veía esa carita entusiasmada.
―Hola, cielo, mamá ya está aquí ―le susurré, sonriéndole.
Alcé mi brazo un poco para que su rostro llegase mejor, inspiré el maravilloso aroma dulce y fresco de su piel, el cual estaba mezclado con una colonia infantil que alguien le había echado, y le di una serie de besos tiernos en uno de sus mofletes. Me apetecía achucharle y comérmelo, pero era tan pequeñito todavía, que tenía miedo de hacerle daño. Cuando bajé mi brazo los almendrados y grandes ojos de Anthony me miraban y brillaban con más felicidad, con esa inocencia infantil de un bebé, y mantenía una sonrisa más amplia que la de antes. Me recordaba tanto a su padre…
―Le he puesto este conjunto tan mono ―me indicó Alice de pronto, destapando a Anthony para que lo viera.
Mi tía le había ataviado con un conjunto formado por una camiseta de rayas blancas y verdes estampada con el dibujo de un hipopótamo y unos pantaloncitos cortos a juego de recién nacido que se sujetaban por medio de unos anchos tirantes.
―Lo elegí yo ―afirmó Rosalie, sonriendo y alzando la barbilla con un orgullo que se desbordaba por todos sitios.
―Bueno, pero el conjunto lo compré yo ―rebatió Alice sin dejar de sonreír, aunque alzando el mentón también.
―Pero tú le ibas a poner otro conjunto, y yo elegí este ―insistió Rose con la misma pose de antes, si bien ahora más forzada.
Alice la miró, entornando los ojos.
―Haya paz, por favor ―rogó Esme.
―Gracias a las dos ―intervine yo, sonriéndoles para aliviar esa liviana tensión entre ellas―. Anthony está guapísimo, ¿verdad, cielo? ―y le hice una carantoña a mi bebé a la vez que le acariciaba los mofletes con el dedo.
Anthony correspondió con otra sonrisa y otro pataleo al aire.
Le sonreí. Era tan adorable. Tan adorable y risueño como su padre.
Me fijé en que sus mejillas estaban un poco coloradas, así que retiré la manta que le cubría y le dejé solo con la ropa que llevaba puesta, hoy también hacía mucho calor. Sus piececitos descalzos volvieron a patear la nada, contento por verse libre.
―Con razón le llamaba mi pequeño pateador ―sonrió mamá, acercándose a él para darle un beso en la mejilla, ya totalmente embaucada por los encantos del niño.
―Sí, sigue siéndolo fuera de la barriga ―me reí.
―Es un niño adorable, sin duda ―declaró Rosalie, pasando los dedos por el pelo del bebé―. Y muy, muy guapo.
―Bueno, ya está bien ―protestó Emmett en broma―. Vamos a tener que ponernos celosos de este renacuajo.
―Coincido contigo ―le apoyó Jasper.
―No digáis tonterías ―bufó Rosalie.
Emmett se carcajeó.
Me lo estaba pasando muy bien, pero ya se me estaba haciendo tarde. Jake no tardaría mucho en terminar su tarea en el taller con el distribuidor de neumáticos, y quería llegar a tiempo para recogerle.
―En fin, tengo que irme ―suspiré.
―Nosotros también ―cayó mi madre, mordiéndose la uña del dedo pulgar sin dejar de observar a Anthony.
―No te preocupes, mamá, ya le dejaré aquí otro día ―le calmé.
No me importaría nada repetir otra noche como esta, y viendo que ellos estaban tan encantados de tenerle aquí, seguro que la repetíamos en alguna otra ocasión.
―No quiero meteros prisa, y yo también disfruto mucho con la compañía de Anthony, pero debemos partir ya hacia Seattle si no queremos llegar tarde a la obra ―apremió Carlisle.
―Sí, iros ya ―les azucé, acercándome hacia el portabebé para coche que reposaba junto a la puerta―. Nosotros nos vamos ahora.
―Espera, déjame despedirme de él ―me pidió mamá, poniéndose a nuestro lado como un invisible rayo.
En menos de un latido de corazón, mis tías y Esme la acompañaban. Se pusieron a darle besos y a agasajarle con carantoñas y arrumacos, hasta que mi padre se metió por el medio y salvó al pobre Anthony.
―Yo también quiero despedirme de mi… de Anthony ―corrigió.
Acercó su rostro marmóreo y blanquecino al mestizo de su nieto y le dio un tierno beso en la frente. Anthony le dedicó una de sus alegres sonrisas y mi padre se quedó embobado.
Mi madre aprovechó la ocasión para darle otro beso al bebé. Se quedó observándole con una sonrisa bobalicona, le acarició la mejilla con el dedo y se colocó junto a mi padre, tomándole de la mano.
―Bueno, ya que estáis, yo también voy a despedirme de mi sobrino ―declaró Emmett, abriéndose paso entre todos con su enorme corpachón.
Le dio un beso en la frente con sus mejores intenciones, pero cuando se estaba despegando del niño, este se puso tan contento que sin querer le propinó una patada en el mentón con uno de esos pataleos que todavía no controlaba bien. A mi tío no le pasó nada, claro, pero Anthony empezó a llorar, ya que la barbilla de Emmett era dura como la piedra.
―Vaya por Dios ―lamentó papá, mirando a Anthony con algo de angustia.
―Emmett, tienes que tener más cuidado ―le regañó Rosalie―. Es un bebé humano.
―Lo siento ―se disculpó Em, preocupado.
―No pasa nada ―le sonreí mientras acunaba al niño y lo balanceaba para que se calmase. Cogí su pequeño pie y se lo examiné. No tenía nada, por supuesto, solamente se había hecho daño por el golpe―. Ya está, ya está ―le dije al bebé, arrullándole. Luego, me dirigí a Emmett―. No ha sido nada, tranquilo.
Cogí el chupete que estaba enganchado en la camiseta de Anthony y se lo metí en la boca para que se tranquilizase. A los dos segundos se puso a succionar y se calló. Le limpié las dos lágrimas que le habían caído con los dedos y seguí acunándole otro poco.
―Como para hacerle algo ―suspiró Em, más tranquilo―. Si Jacob se entera, me mata ―bromeó.
―Sí, ya te veía huyendo del país ―se mofó Jasper.
Emmett se volvió a carcajear.
―Bueno, tenemos que irnos ―repetí, ahora con más prisas.
―Claro ―asintió mi madre―. ¿Vais en tu coche?
―Sí ―asentí, agachándome hacia el portabebé.
―En fin, no hace falta que te lo diga, pero conduce con cuidado.
―Sí, no te preocupes ―recosté a Anthony, que ya estaba durmiéndose, y le sujeté bien con el arnés.
―Está todo en la bolsa ―me indicó papá, cogiendo la misma del suelo para ayudarme―. Ah, y ya hemos esterilizado los biberones.
Me alcé, sosteniendo el portabebé por la asidera.
―Gracias. A todos ―les sonreí.
―De nada, cariño. Cuando quieras, aquí estamos ―me correspondió Rosalie.
Por su tono de voz y por su continua mirada clavada en Anthony adiviné que ese cuando quieras esperaba que fuera muy pronto.
―Sí, lo sé ―reí―. Bueno ―me giré hacia la puerta y la abrí―, pasadlo bien en el teatro.
―Así lo haremos ―sonrió Jasper.
Salí hacia el exterior, seguida de mi padre, que cargaba con la bolsa de Anthony, y de mi madre, que no cargaba con nada, pero que seguro que quería darle un último beso al bebé. El resto se quedó en el umbral.
―Hasta mañana ―me despedí de camino al coche.
―Hasta mañana ―me respondieron los que quedaron atrás.
Mientras mi padre me ponía la bolsa en el asiento delantero, yo anclaba el portabebé en el trasero y lo enganchaba con el cinturón de seguridad. En cuanto salí por el hueco de la puerta, mamá se metió para besuquear a Anthony un poco más. Me reí, porque la escena ya me daba la risa. Mamá no se cansaba nunca.
Después, mi padre cerró la puerta y se acercó a mí para despedirme con un beso. Mi madre hizo lo mismo, pero cuando terminó con Anthony. Les di un beso a ellos también y me metí en el coche.
Iba a pegar otro par de bocinazos como salida triunfal, pero me contuve, puesto que Anthony ya estaba dormido, así que me limité a despedirme con la mano y también aproveché para apagar el estéreo.
Recorrí la senda que llevaba a la vivienda de mi familia y llegué a la autopista. Anduve varios kilómetros, tomé la salida que llevaba a Forks, atravesé el pueblo y terminé girando para acceder a la carretera de La Push.
Los árboles que se presentaban a lo largo del recorrido se iban disgregando con velocidad a ambos lados según pasaba mi forito blanco, aunque las blancas y abundantes nubes que inundaban el cielo azul parecían quedarse estancas en el mismo sitio, como si en realidad no avanzásemos nada. Dentro del vehículo lo único que se escuchaba era el rugido del motor y los latidos desacompasados del corazón de Anthony y el mío.
Ahora que la circulación de otros coches era prácticamente inexistente y que la carretera presentaba un trayecto recto, aproveché para echarle un fugaz vistazo a Anthony. Me bastó medio segundo. Aunque no le veía la carita al ir en contramarcha, pude comprobar que tenía la cabeza ladeada y seguía durmiendo plácidamente, con el chupete puesto.
De repente, pegué un brinco en el asiento cuando mi pulsera comenzó a vibrar de una forma inopinada e insistente.
―Oh, Dios mío… ―fue lo único que me dio tiempo a murmurar, con nerviosismo y urgencia.
Mi pie se clavó en el freno y el coche se detuvo bruscamente, provocando que las ruedas chirriasen un poco en el asfalto, del derrape de la frenada, y que el vehículo pegase un cabezazo hacia delante mientras el cinturón tiraba de mí para mantenerme en el asiento y me ahogaba. El enorme pino que seguía la fila de árboles que bordeaban la carretera se cayó justo delante de mis narices, pero gracias al aviso de mi aro de cuero, a mis reflejos y a los buenos frenos de mi forito, lo hizo a un par de metros y nos salvamos por los pelos. Eso sí, el coche se me caló.
Lo primero que hice fue quitarme el cinturón de seguridad y girarme hacia atrás para asistir a Anthony, que rompió a llorar. Logré colarme entre los asientos y me senté en el trasero, junto a él. El anclaje y el cinturón también habían agarrado al portabebé, así que no tenía nada, simplemente un buen susto que le había despertado. Quité las cintas que rodeaban su cuerpo y lo saqué de ahí para arroparle en mis brazos.
―Ya está, mi vida, ya pasó ―le susurré al tiempo que lo meneaba un poco y le daba un beso en la frente.
Salí del coche para mirar qué había pasado, sosteniendo al bebé en mis brazos, pero también por seguridad. Si otro vehículo, por lo que fuera, venía lanzado y distraído, podía darnos por detrás, así que era peligroso quedarse dentro. Además, la pulsera seguía vibrando, señal de que se acercaba algún tipo de peligro.
La enorme copa cónica del pino yacía en el suelo, obstaculizando toda la calzada. Observé lo que quedaba en pie del tronco, extrañada. ¿Por qué se habría quebrado? No tenía pinta de estar enfermo o dañado.
Pero Anthony demandaba toda mi atención. Me fui hacia el arcén para tranquilizarle un poco. Después, tendría que llamar para avisar de este incidente y que alguien se ocupase de retirar el árbol, y para avisar a Jake de que ya no me daría tiempo a ir a buscarle al taller. Qué fastidio.
Suspiré y me centré en mi hijo.
Acaricié sus mejillas mojadas y le enjugué las lágrimas. Luego, le puse en chupete, que ahora colgaba de la cadena de plástico enganchada a su camiseta.
Anthony se calmó un poco y dejó de llorar, sin embargo, mi pulsera no estaba tan tranquila, porque de pronto volvió a vibrar con alarma.
No me dio tiempo ni de preguntarme qué estaba pasando. En cuanto mi vista se alzó para mirar a la carretera, todo mi cuerpo se paralizó, hasta mi corazón se detuvo.
Alina, Keiler y Zhanna estaban frente a mí, a unos escasos cinco metros, ni siquiera les había oído salir de donde fuera. Todos clavaban sus miradas rojas de sangre en mí, sin quitarme ojo, pero la mirada de Alina era espeluznante. Sus encarnados ojos destilaban un odio que iba más allá de una enemistad, sin embargo, un calambre helado y gélido atravesó todo mi cuerpo cuando llevó sus desquiciadas y despiadadas pupilas hacia Anthony. Esas pupilas clamaban venganza, la reclamaban a voces, y supe con total certeza que no buscaba pelea, lo que buscaba era matarnos sin cuartel y torturarnos, en un ojo por ojo.
No, no, no... Mi pequeño Anthony…
―No… ―murmuré, horrorizada, apretando a Anthony contra mí a la vez que mi mano le cubría para protegerle―. ¡No! ―grité después, dándome la vuelta precipitadamente para echar a correr hacia el bosque que limitaba con la carretera.
El niño empezó a llorar de nuevo, debido al agitado desplazamiento, y mis piernas se movían muy deprisa, pero no lo suficiente. Tenía que transformarme para que mis movimientos fueran menos bruscos, si el bebé seguía llorando sería imposible zafarse; y para ser más rápida, a esta velocidad nunca podría huir de ellos. Busqué el fuego en mi interior y lo llevé por toda mi espalda, dejando que fluyera libre. Mi corazón latió una última vez a su ritmo normal y mi cuerpo entró en un estado casi vampírico completo.
Ahora mi corazón apenas latía, se mantenía en un estado de aletargamiento, paciente, mis piernas avanzaban a la velocidad del sonido y mis movimientos eran más sutiles y ligeros. Sin embargo, mi piel era helada y mis brazos pétreos y duros, era por eso que tenía que tener un extremo cuidado con mi hijo. Cualquier mal movimiento podría poner su vida en peligro. Procuré no tocar su cálida piel directamente, abarqué su delicado cuerpo con esmero y aceleré.
No sabía adónde me dirigía, pero tenía que buscar a la manada. Sin Jacob en su forma lobuna no podían oírme, así que no me quedaba otra. Anthony ya no lloraba, aunque se le notaba incómodo y algo asustado. Mi pequeño Anthony… Saqué el móvil de mi bolsillo y marqué el número de Jake a toda mecha.
Mis ojos buscaban frenéticamente algún movimiento entre los árboles, alguna señal de pelajes conocidos.
―Hola, cielo, ¿ya estáis llegando? ―contestó Jake en cuanto descolgó, se notaba que con una sonrisa.
―¡Jake!
Ya no pude decir más. Un golpe seco y veloz en mi mano me tiró el móvil al suelo. Me giré y vi horrorizada a Keiler a mi lado, que me sonreía con una mezcla de jugueteo y maldad. Era la caza de un gato con su ratón.
―Hola, preciosa ―sonrió de una forma maquiavélica.
―¡No! ―grité, yéndome al otro lado.
Pero alguien más se interpuso.
―¡¿Adónde te crees que vas?! ―me paró Zhanna, ella sin sonreír nada.
―¡Dejadnos en paz! ―chillé, pegando un acelerón para zafarme de esos dos hostigadores.
Mis pies se vieron obligados a frenar cuando Alina salió de la nada por los aires y cayó justo delante de mí, aterrizando al igual que lo haría una gueparda.
―¡Maldita! ¡No escaparás! ―voceó, fuera de sí, levantando su brazo a modo de zarpa para asestarme el golpe de gracia.
Mi espalda chocó con Zhanna y Keiler, y me quedé sin escapatoria posible.
―¡NOOO! ―grité, cubriendo a mi bebé con el brazo.
Estaba a punto de pegar un brinco hacia arriba a la desesperada, aun sabiendo que Zhanna y Keiler harían lo mismo para atraparme, cuando otra voz intervino.
―¡Basta! ―ordenó esa voz.
La mano en forma de garra de Alina se quedó trabada en el aire y sus dientes rechinaron de una forma audible. Por su expresión me percaté de que ese movimiento no había obedecido a su voluntad, sino que algo la había obligado a hacerlo. Y no tardé nada en adivinar qué había sido.
El día que me atacó en el Jeep de Emmett mi pulsera me había dejado verlo con claridad, ya que ese don era invisible, como todos los dones de los vampiros, así que si lo había visto, había sido gracias a ella. Ezequiel me había explicado que el aro de cuero había sido adormilado para que no pudiera actuar, pero como desde hace un tiempo la pulsera gozaba de más poder, sí que había conseguido mostrarme eso, como un último intento de ayuda.
Y en esta ocasión también volvió a mostrármelo. Mi pulsera vibró y ratificó mis sospechas al dejarme verlo con claridad. La imagen apareció borrosa al principio, sin embargo, al segundo se volvió nítida y clara. El látigo negro rodeaba la muñeca de Alina y le impedía mover el brazo.
Sí, era el látigo negro de la sombra.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

NUEVA ERA. CAPITULO 128: CUARENTENA



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NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").

Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏


CAPITULOS:

PARTE DOS: NUEVA ERA

RENESMEE:

77. ACAMPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-77-acampada.html
78. EL LAGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-78-el-lago.html
79. EN MEDIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-79-en-medio.html
80. LICÁNTROPO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-80-licantropo.html
81: DECISIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-81-decision.html
82. CUMPLEAÑOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-82-cumpleanos.html
83. IRRUPCIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-83-irrupcion.html
84. REENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-84-reencuentro.html
85. GRIPE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-85-gripe.html
86. FALLO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-86-fallo.html
87. GIRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-87-giro.html
88. BUENA Y MALA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-88-buena-y-mala.html
89. FELICITACIONES Y PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-89-felicitaciones-y.html
90. APOYO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-90-apoyo.html
91. CARTA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-91-carta.html
92. INTERESES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-92-intereses.html
93. BENEFICIO COLATERAL: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-93-beneficio.html
94. ECOGRAFÍA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-94-ecografia.html
95. FANTASMAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-95-fantasmas.html
96. MANIOBRA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-96-maniobra.html
97. "NO PUEDO": http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-97-no-puedo.html
98. SANGRE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-98-sangre.html
99. HERIDOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-99-heridos.html
100. PRUEBA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-100-prueba.html
101. ENTRENAMIENTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-101-entrenamiento.html
102. 6 DE FEBRERO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-102-6-de-febrero.html
103. PACIENCIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-103-paciencia.html
104. UN SER SUPERIOR: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-104-un-ser-superior.html
105. ENVIDIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-105-envidia.html
106. CAMBIO DE PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-106-cambio-de-planes.html
107. PASAR PÁGINA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-107-pasar-pagina.html
108. LA ESTRATEGIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-108-la-estrategia.html
109. A CASA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-109-casa.html
110. DE NADIE (PARÉNTESIS JANE):  http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-110-de-nadie.html

JACOB:

111. ¿QUÉ PUEDES HACER CUANDO TUS TRIPAS SON UN MANOJO DE NERVIOS?: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-111-que-puedes-hacer.html
112. MENUDO PANORAMA QUE TENGO DELANTE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-112-menudo-panorama.html
113. ¡¿Y A MÍ QUÉ DEMONIOS ME IMPORTA EL PODER?!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-113-y-mi-que.html
114. NO, AHORA MISMO NO PODÍA PERDER EL TIEMPO CON ESO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-114-no-ahora-mismo.html
115. VENGA, VENGA, YA QUEDA MENOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-115-venga-venga-ya.html
116. POR FIN, ¡POR FIN! UN MOMENTO, ¿PERO QUÉ ES ESTO?: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-116-por-fin-por-fin.html
117. ATROZ (PARÉNTESIS. PARTE 1. RENESMEE): http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-117-atroz-parentesis.html
118. VALOR (PARÉNTESIS. PARTE 1. RENESMEE): http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-118-valor-parentesis.html
119. SIGUE EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS, SIGUE EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-119-sigue-el-camino.html
120. ESTO DEMUESTRA QUE NO SOY UN DIOS, COMO OTROS SE PIENSAN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-120-esto-demuestra.html
121. NESSIE, NO ME DEJES... NO ME DEJES...: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-121-nessie-no-me.html
122. ¡MALDITO CHIFLADO! ¡ELLA ES MÍA!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/todos-los-capitulos-registrados-en.html
123. ¡TING! ¡PRIMER ASALTO! ¡QUE EMPIECE EL COMBATE!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-123-ting-primer.html
124. ¡¿TENDRÁN CARA?! ¡¿PERO DE QUÉ VAN?!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-124-tendrian-morro.html
125. LLAMANDO A QUIL, LLAMANDO A QUIL. AQUÍ EL PLANETA TIERRA. CORTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-125-llamando-quil.html
126. NENA, CIELO, PRECIOSA, CARIÑO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-126-nena-cielo.html

RENESMEE:

127. INVASIÓN DE VISITAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-127-invasion-de.html


CUARENTENA


Ese doce de junio no fue el único día en el que tuvimos visitas. Al día siguiente también vinieron a vernos Ezequiel y Teresa, ellos no fueron tan impacientes como los chicos de la manada y prefirieron esperar a que yo me encontrase más descansada. Mercedes ya había venido con Embry y con el resto de metamorfos, así que no acompañó a su madre y a Ezequiel en esa visita. Sin embargo, las entradas y salidas en nuestra casa no terminaron ahí. En los días sucesivos también vino el aquelarre de Denali al completo, Renée, que tuvo que ponerle otra excusa a Phil, y Rebecca, que había partido desde Hawai con su marido y sus tres hijos.
Todo el que pasó por casa se dedicó a sacarle fotos al bebé, así que de repente pasamos de tener una simple ecografía a tener una multitud de fotografías suyas. Anthony bostezando, Anthony chupándose el dedo, Anthony tomando el biberón en mis brazos o en los de su padre, Anthony llorando, Anthony durmiendo, Anthony haciendo una mueca… Cualquier gesto del bebé era una buena excusa para fotografiarlo.
Sin embargo, según pasaron las semanas, nuestro hogar por fin se fue quedando en calma, ya que todos regresaron a sus casas. Mi familia ya había terminado los exámenes, por lo que decidieron pasar el verano en Forks para estar cerca de Anthony, pero también por si algún día necesitábamos su ayuda.
Mi convalecencia por el parto pasó volando, y sin darnos apenas cuenta, Anthony ya tenía dos meses de vida.
Hoy no hacía sol, pero hacía bastante calor, así que teníamos una ventana del salón abierta para que entrase algo de ese aire cálido con olor a verano. El griterío de la gente que pasaba su jornada de playa en First Beach se adentraba en la sala de estar, aunque tan solo era un murmullo de fondo que se mimetizaba con el relajante canto de los pájaros que vivían en el bosque contiguo a nuestra vivienda y los chillidos de las gaviotas cuando sobrevolaban el cielo en busca de alimento.
Jake estaba en uno de los butacones, dándole el biberón a Anthony, o A. J., como él prefería llamarle. La verdad es que no teníamos ninguna queja de él. Tragaba todo lo que le poníamos en el biberón, y por las noches solía dormir bastante bien, tan solo lloraba en las horas señaladas en las que le tocaba volver a tragar, era como un reloj. Jacob y yo nos turnábamos para darle el biberón y cambiarle el pañal, pero no solo por las noches, sino que por el día también.
Anthony ya había crecido un poco, pero seguía viéndose muy pequeñito en los enormes brazos de su padre, sin embargo, estos le arropaban con mimo y cuidado. A pesar del calor que hacía, a Anthony parecía gustarle mucho estar ahí, nunca se había quejado, en realidad, creo que le gustaban tanto los brazos de Jake como los míos. No le culpaba, a mí también me encantaban. Los ojitos verdes de Anthony ya se mantenían abiertos, y parecían escudriñar el rostro de su padre, como si quisiera estudiárselo bien, aunque su visión todavía era muy precaria. Mientras Jacob sonreía y le miraba completamente orgulloso, el bebé se tomó todo el biberón sin rechistar, hasta que ya no quedó nada.
Yo estaba en el butacón de al lado, observando esa tierna estampa, engatusada, con una sonrisa tonta.
―Muy bien, campeón, te lo has tomado todo ―le alabó Jake al bebé con una sonrisa aún más grande.
Me levanté, sin dejar de sonreír, le cogí el biberón a Jake y me senté de nuevo en mi sitio. Él alzó al niño y lo echó sobre su hombro para hacer que expulsara los gases.
―Siempre come muy bien, ¿verdad, Anthony? ―le elogié a mi hijo.
―Es un tragón ―rio Jacob, pegándole unas suaves palmaditas en la espalda.
―No sé a quién me recuerda ―bromeé, riéndome yo también.
Anthony expulsó el gas por la boca con un sonoro eructo.
―Y es un guarrete ―volvió a reír Jake, poniendo a Anthony delante de su vista, sujetándole la cabeza con una de sus manos al tiempo que la otra ya abarcaba casi todo su pequeño cuerpecito y lo sostenía en alto.
El niño correspondió su sonrisa sin pensárselo dos veces, observando a su padre con suma atención. Se me caía la baba cada vez que le veía sonreír.
Sí, eres un guarrete ―jugueteó Jacob, acercando su cara al abdomen de Anthony.
Como hacía mucho calor, le habíamos dejado puestos solamente los pañales y una camisetita interior, así que Jake le hizo unas cucamonas sobre la planta de uno de sus diminutos pies descalzos, produciéndole cosquillas. Anthony se llevó uno de sus puñitos a la boca, sonrió más y comenzó a patalear con las piernecitas en el aire, haciendo que Jacob apartase su rostro para mirarle. Su pequeño cuerpo se sustentaba en las seguras manos de Jacob mientras pateaba hacia arriba con ánimo. Me reí de esa escena que se repitió un par de veces más, hasta que Jake terminó levantándolo otro poco para darle toda una serie de besos en la mejilla. Después, lo acunó en sus brazos para que fuera cogiendo el sueño.
―Será mejor que lo suba a su cuarto ―dijo, poniéndose de pie.
Casi tengo que pellizcarme para salir de ese atontamiento.
―Te acompaño.
Dejé el biberón sobre el piano y me puse a caminar junto a ellos. Atravesamos el vestíbulo, subimos las escaleras y llegamos al dormitorio del bebé. Anthony se pasó todo el trayecto mirándonos a los dos, pero sus párpados enseguida fueron vencidos por el sueño, y cuando llegamos a su cuna, ya estaba prácticamente dormido.
―¿Quieres acostarlo tú? ―me preguntó Jacob.
―No, hazlo tú ―le sonreí.
―Vale ―sonrió él también.
Abrí el pequeño camastro y Jacob acostó a Anthony con delicadeza, luego, le arropamos entre los dos. Ambos teníamos una de esas sonrisas bobaliconas en el semblante. Tiré del cordel de su móvil musical de cuna y este comenzó a girar sus lunitas y soles al tiempo que ese arrullo musical infantil nos envolvía a los tres. Le puse el chupete y nos quedamos observando al niño un poco más, hasta que ya se durmió del todo.
Salimos de la habitación sigilosamente, cerramos la puerta con cuidado y bajamos al salón.
―Estoy hecho polvo ―suspiró, dejando que su trasero cayese en el sofá.
Además de atender al bebé, estos días Jake estaba trabajando para ultimar la puesta a punto de su garaje, así que no me extrañaba que estuviera cansado.
Me senté junto a él, de lado, recogiendo mis rodillas, y rodeé su cuello con mis brazos.
―Tal vez estos días debería ocuparme yo sola de Anthony ―sugerí, pasando mis dedos por su corto pelo azabache.
Decía tal vez, porque sabía que Jacob se negaría en rotundo.
―Ni hablar ―como me imaginaba, se negaba en rotundo―. Esto es cosa de los dos. Además, a mí me encanta ocuparme de él ―me sonrió, pasando el dorso de sus cálidos dedos por mi mejilla.
―Sí, lo sé ―le sonreí, pegando mi frente a la suya―. ¿Qué tal va el taller?
―Ya está casi listo ―murmuró, siguiendo con su sonrisa mientras rodeaba mi cintura con sus enormes y masculinas manos. Las mariposas de mi estómago ya levantaban el vuelo―. El jueves me traerán los neumáticos y el viernes el elevador. En cuanto tenga esto último, ya podré abrir el taller.
Solo con tenerle cerca, mi corazón ya palpitaba a toda mecha.
―Habrá que hacer algo para la inauguración ―manifesté, apretando mi abrazo para pegarme más a él―. Una pequeña fiesta en el taller o algo, ¿qué te parece?
―Me parece genial ―sonrió en mis labios.
No me dio tiempo ni de terminar de jadear. En un abrir y cerrar de ojos, nuestras bocas ya se estaban besando con pasión. Como venía pasando desde hacía más de dos meses, mis mariposas se aceleraron aún más, ansiosas, desmedidas. Cada vez que me besaba, mi cuerpo reaccionaba de la misma forma.
Nuestros labios seguían comiéndose con esa locura y la energía que nos rodeaba empezaba a ser más fuerte. Aferré mis dedos en su pelo y me senté sobre él. Sus manos también estaban ansiosas, y enseguida me acogieron, apretándome contra su cuerpo. Tres meses eran demasiado para nosotros.
Aunque siempre hay remedios para aliviarse, no habíamos hecho el amor desde que había entrado en mi noveno mes de embarazo, puesto que entonces mi barriga era muy grande, enorme, y yo estaba realmente incómoda en esa última etapa de mi estado, sufriendo diversas molestias, ni siquiera encontraba una buena postura para dormir. Y después del parto había tenido que pasar una corta convalecencia, más pesada que otra cosa.
Pero esos tres meses por fin habían pasado.
Despegué mis labios de los suyos, eso sí, lo justo para poder decirle algo.
―Creo que ya podemos dar por terminada la cuarentena ―susurré.
―¿Sí? ―murmuró él, sonriente―. Porque llevo la cuenta desde el doce de junio.
Sonreí.
―Mañana al atardecer podíamos dejar a Anthony con mis padres ―le propuse, hablándole con un murmullo que rozaba su boca―. Así tendríamos toda la noche para nosotros.
¿Y podrás resistirlo? ―susurró, mostrando esa sonrisa torcida que me volvía loca―. Me refiero a separarte de él.
Sí, sabía que iba a ser duro separarme de mi bebé, que le iba a echar mucho de menos, que incluso me iban a embargar esos sentimientos exagerados y me iba a sentir una mala madre por un instante cuando lo dejara en casa de mis padres, pero necesitaba esa noche entera con Jacob. Una noche entera en la que nos pudiéramos entregar el uno al otro por completo después de estos tres meses, sin interrupciones ni preocupaciones, sin nada que nos atase ni reprimiese. Más de tres meses de espera era demasiado tiempo para nosotros, y la necesitábamos. Una noche entera para nosotros solos, aunque solamente fuera una. Además, sabía que Anthony iba a estar en las mejores manos, no me quedaría tranquila si no supiera eso con total certeza, es más, ya había comprobado que el niño no corría ningún peligro en los brazos de mi familia.
―Solamente será una noche ―le contesté, correspondiendo su sonrisa―. No nos vamos a morir por dejárselo una noche a mi familia, ¿no? Y ellos no duermen, lo cuidarán estupendamente.
―Tu tía la Barbie va a estar encantada ―rio con una risilla sorda.
―Y mamá también ―le acompasé―. Se va a poner como loca cuando lo tenga.
―Bueno, pues entonces, está decidido, ¿no? ―susurró en mis labios de nuevo, haciendo que me estremeciera―. La noche de mañana será para nosotros solos.
―Sí ―solo fui capaz de que me saliera un murmullo.
Me moría por estar entre sus brazos ya…
Pero de momento teníamos que conformarnos solamente con unir nuestros labios para besarnos con una pasión que no se nos descontrolase demasiado. Billy iba a venir a visitarnos dentro de un rato para ver a Anthony.
No obstante, el día siguiente llegó en un santiamén. Preparé a Anthony, vistiéndole con unos vaqueritos cortos y una camiseta rayada, metí sus cosas en la bolsa y lo acomodamos en el portabebé que Rose y Emmett nos habían regalado junto con el moderno carricoche de color rojo y gris. En un principio iba a ponerle el pijama, ya que pronto se haría de noche, pero después pensé que a mi madre, a Esme y a mis tías les iba a encantar ponérselo ellas, así que le vestí con ese conjunto que Alice le había comprado en una de sus múltiples compras por Internet.
Mis padres no tardaron nada en llegar. Le había dicho a mi padre que no nos importaba llevar al niño a su casa, pero él insistió en venir a buscarle. Normalmente mamá era una persona muy comedida, pero con Anthony nunca se resistía, y cuando le vio recostado en el portabebés durmiendo al tiempo que succionaba su chupete, su cara se iluminó como una linterna, casi le salen chiribitas de los ojos. No se lo comió a besos porque estaba dormido y no quería despertarle. Después, en cuanto les expliqué a qué horas le tocaban sus tomas, se marcharon tan entusiasmados que incluso se olvidaron de despedirse de nosotros y todo.
Como había previsto, mi pecho fue invadido por sentimientos encontrados que chocaban un poco entre sí. Por un lado me moría por estar con Jake, pero por otro no pude evitar sentirme un poco mal por separarme de mi bebé. Era tan pequeñito… Me daba la sensación de que me necesitaba y yo le estaba abandonando. Era otra reacción exagerada, por supuesto, pero era un sentimiento raro, como si faltase a mi palabra, como si no cumpliera con un deber que sabía que tenía que cumplir. No sé.
Pero, de repente, unos brazos fuertes y cálidos me abrazaron por detrás, disipando algo esa sensación.
―¿Estás bien? ―me preguntó Jake, dándome un beso en la sien que me puso todo el vello de punta. La sensación se disipó del todo―. Si quieres, lo dejamos para otro día. Llamamos a tus padres para que den la vuelta y…
―No, estoy bien ―le interrumpí con una sonrisa, girándome para rodear su cuello con mis brazos―. Esta noche no me la pierdo por nada del mundo ―susurré en sus labios.
Ni hablar. No pensaba perdérmela ni aunque hubiese un terremoto que tirase la casa abajo. Además, como para llamar ahora a mis padres, con lo ilusionados que se habían marchado junto a Anthony. Sí, él iba a estar genial con mi familia, le iban a cuidar muy bien.
Jacob acercó su boca para besarme, sin embargo, yo reculé un poco hacia atrás y no le dejé.
―Te espero arriba ―sonreí con picardía al tiempo que clavaba una mirada llena de intenciones en esos ojazos negros que me hacían temblar.
Su intensa mirada se intensificó todavía más y su labio se curvó hacia arriba con esa sonrisa torcida tan seductora.
―Vale ―aceptó.
―Ven dentro de diez minutos ―le indiqué, despegándome de él sin dejar de mirarle con seducción.
Su sonrisa se amplió y asintió.
Caminé hacia atrás lentamente, clavándole la mirada continuamente, subí los primeros peldaños de esta guisa, y cuando la escalera ya me obligó a perderle de vista, me giré y terminé de ascender.
Recorrí el pasillo ya más aprisa, entré en nuestro dormitorio y me puse en manos a la obra.
Hacía tiempo que había comprado un picardías para esta ocasión, y se notaba que Alice me había acompañado. La prenda, de color negro, estaba confeccionada con unos encajes semitransparentes que hacían resaltar el pecho y que dejaban muy poco a la imaginación. Normalmente no solía usar una lencería tan agresiva, porque me daba una vergüenza horrible y, la verdad, a Jake no le hacía falta ningún estímulo de este tipo para abalanzarse sobre mí, pero hoy estaba dispuesta a todo. Saqué el picardías del armario, con su tanguita a juego, y lo tiré todo sobre la cama para cambiarme.
Me quité la ropa a toda prisa delante del espejo y me puse esas dos únicas prendas. No sabía si era por mi condición de semivampiro, pero ya había recuperado mi figura totalmente, así que ahora me sentía más femenina y atractiva. Me observé en el reflejo y sonreí con satisfacción. Alice tenía razón, ese picardías resaltaba aún más mis curvas, tenía que reconocerlo. ¡Gracias, Alice! Después, me solté el pelo y me lo atusé bien, dejando que cayese libre sobre mis hombros y mi espalda.
Me di la vuelta y abrí la cama, retirando la sábana totalmente hacia atrás. Encendí una de las lamparitas para tener una luz más ambiental y apagué la del techo. En cuanto terminé de hacer esto, me recosté sobre el colchón, de lado, con una postura sensual, recoloqué mi cabello y me puse a esperar a mi marido.
No se hizo esperar mucho.
Al minuto, la puerta del dormitorio se abrió y Jacob apareció por el umbral. Mi corazón pegó un salto, anheloso, y mis mariposas invadieron todo mi cuerpo cuando le vi.
Él también se había cambiado, y su único atuendo eran unos pantalones de pijama largos que caían sueltos sobre sus pies descalzos. Debería estar acostumbrada a verle, pero mi vista no se cansaba nunca de admirar su poderoso cuerpo, al revés, cuanto más le veía, más me gustaba y más perfecto me parecía. Sus brazos y su pecho eran fuertes, musculosos y masculinos, todo en él era muy varonil, hasta sus grandes manos.
Pasó adentro, cerró la puerta a sus espaldas y se paró en seco cuando me vio.
Las mías no fueron las únicas que le comieron con la mirada. Lo primero que hicieron sus pupilas fue repasarme con un deseo que inundaba toda la habitación y se clavaba en mí, abrasándome con su fuego. La energía ya empezó a fluir, y eso que nos separaban unos metros. Mi corazón se aceleró en respuesta, pero lo hizo aún más cuando comenzó a acercarse a la cama con paso seguro y decidido.
Se recostó a mi lado y se arrimó a mí, haciendo que los coloridos insectos de mi estómago casi se me saliesen por la boca. Su frente se pegó a la mía y entonces nuestras respiraciones ya se agitaron en nuestros labios. No hicieron falta palabras, sus ansias al mirarme ya lo decían todo. Mi picardías le había encantado.
Empezó a besarme lentamente, acariciando mis labios con los suyos, que eran tan suaves y ardientes, mientras nuestros alientos lo hacían con una pasión desmedida. Los aleteos de mis mariposas se extendieron por todo mi cuerpo, estremeciéndome completamente, y mis manos se apresuraron a engancharse a su cuello y a su portentosa y ancha espalda.
Se inclinó sobre mí y mi columna se echó sobre el colchón, dejando que él se acomodase entre mis piernas y me cubriera. Hacía meses que no podíamos adoptar esta postura, y mi cuerpo palpitó con más que gozo. Sus besos estaban cargados de deseo, pero seguían siendo calmados y meticulosos, así que despegué mis labios de los suyos. Nuestros bronquios exhalaban el aire con agitación; alzó un poco su rostro y se quedó mirándome, algo perdido. Llevé mi mano a su mejilla al tiempo que enganchaba mi hambrienta mirada con la suya, y le dejé entrar en mi mente.
Le mostré que quería que fuera de todo, menos delicado. Por supuesto me encantaba cuando me hacía el amor despacio, me moría con ello, para qué negarlo, pero llevaba meses siendo delicado y tierno conmigo en la cama. Ahora mi cuerpo pedía otra cosa, la ansiaba con urgencia, casi con desesperación. Le deseaba, le deseaba con toda mi alma, le amaba con toda mi alma. Quería que me poseyera con fuerza, que me tomase de esa forma salvaje y animal con la que solo él sabía hacerlo, que se dejase llevar del todo. Eso hacía que yo también me sintiera completamente libre, pura, hacía que mi alma se desnudase y que volara junto a la suya sin prejuicios, sin tapujos, sin tabúes. Solo éramos él y yo. Dos seres desnudos. Dos seres salvajes y libres que se amaban hasta la locura.
Su mirada se encendió aún más al ver mis intenciones y entonces ya obtuve lo que quería.
Nuestros labios se abalanzaron con locura a la vez, espirando toda la pasión que llevábamos dentro. Mis manos ya no sabían qué más hacer para tocarle, porque a pesar de que recorrían toda su piel, todo les sabía a poco. A las suyas parecía pasarles lo mismo.
No perdimos mucho tiempo con los preliminares, después de todo, teníamos toda la noche para ese tipo de caricias y miramientos, pero no para saciar este deseo retenido de tres meses. El picardías vistió mi piel durante muy poco. Nos despojamos de nuestras ropas con ansias y fuimos directamente al grano.
―Si te hago daño, dímelo ―fue lo único que él me susurró en la boca.
Asentí y aferré mis dedos en su pelo para que no se demorase más al tiempo que mis labios buscaban a los suyos para que no dejasen de rozarlos nunca.
Lo hizo despacio, con delicadeza y cautela, pero cuando sentí toda su virilidad deslizándose dentro de mí, cuando se unió a mí, todo encajó en su sitio, como antes, como siempre. Gemí y sonreí de placer, pero también con satisfacción, porque nada, absolutamente nada había cambiado entre nosotros. Todo era igual de maravilloso, mágico y excitante que siempre.
Jacob observó mi reacción con atención, estudiando cada gesto de mi rostro, y al ratificar que todo iba bien pasó a la acción. Comenzó a moverse dentro de mí justo como yo quería, dejando salir toda su pasión y deseo, sin dejar de mirarme, sin dejar que sus labios abandonasen a los míos, permitiendo que nuestros agitados y altos jadeos se mezclasen mientras la energía viraba como un huracán a nuestro alrededor. Dios mío, todo mi cuerpo palpitaba ya, y acabábamos de empezar…
Me encantaba cómo me miraba mientras empujaba una y otra vez, con ese fuego, mezcla de adoración, amor y pasión, mucha pasión. Que me deseara de esa forma me volvía completamente loca. Era la expresión de su rostro, su entrega total y absoluta, su mirada de fuego, penetrante y sensual, la fuerza de sus ardientes manos, de su prodigioso y fornido cuerpo, de su poderosa masculinidad, ver cómo perdía la cordura totalmente por mí. Eso hacía que yo también la perdiera por él, porque le deseaba y le amaba con toda mi alma.
Y así sucedió. Ese primer orgasmo solamente fue el preámbulo de lo que nos deparaba en las horas que teníamos por delante.
Y las aprovechamos bien.
La cama de dos por dos se nos quedó pequeña esa noche.