CAPITULOS BLOQUE 7:
48. VENGA, VENGA, QUE EMPIECE EL ESPECTÁCULO DE UNA MALDITA VEZ
49. CUIDADO, QUE VIENE EL GRAN LOBO
50. UNA PROMESA ES UNA PROMESA Y TIENES QUE CUMPLIRLA
LIBRO TRES: RENESMEE
PREFACIO
51. PROMESAS
52. GUÍA
53. ETERNIDAD
49. CUIDADO, QUE VIENE EL GRAN LOBO
50. UNA PROMESA ES UNA PROMESA Y TIENES QUE CUMPLIRLA
LIBRO TRES: RENESMEE
PREFACIO
51. PROMESAS
52. GUÍA
53. ETERNIDAD
VENGA, VENGA, QUE EMPIECE EL ESPECTÁCULO DE UNA
MALDITA VEZ
Se armó un revuelo bastante gordo cuando aparecí en mi forma humana
ante los ojos de todos los presentes. Y no solamente por los testigos y la
guardia de los Vulturis, que estallaron en exclamaciones de asombro y desconcierto,
mi manada estaba con los nervios de punta y los Cullen, más nuestros aliados,
no se podían creer lo que acababa de hacer.
Todas las féminas de mi alrededor, y también Leah ―cosa estúpida por su parte, porque ya nos tenía muy
vistos a todos nosotros―, giraron los
rostros hacia otro lado, un tanto avergonzadas.
En cambio, la rubia canija no se cortó un pelo. Alzó una ceja,
sorprendida, y me echó un buen vistazo de arriba abajo. La comisura de su boca
se elevó levemente como aprobación, seguramente no había visto a un hombre
desnudo en su vida.
Sam, Seth y Leah ―esta con su
afilado hocico todavía ladeado― corrieron
enseguida para rodearme y cubrirme con sus cuerpos y pude agacharme
tranquilamente para desatar mi cinta de cuero, resultaba un poco humillante
tener que hacerlo delante de toda esa chusma. Me puse los raídos pantalones y
me libré por fin de tener que alargar la bochornosa exhibición más tiempo.
Cuando terminé, mis compañeros volvieron a sus posiciones y me coloqué
junto a Edward, que me echó una bronca con la mirada, cosa que me importó un
bledo.
Aro alzó la mano para que se callasen todos sus secuaces y se quedó
mirándome otra vez alucinado. Cayo cambió la expresión inicial de asombro para
fruncir de nuevo su blanco y poblado ceño y el otro viejo seguía con cara de
aburrimiento total, si no fuera porque tenía los ojos abiertos, juraría que
estaba durmiendo.
―Celebro conocerte al fin,
Jacob Black ―me dijo Aro finalmente, con
una amabilidad excesiva―. Me refiero en
persona, por supuesto ―volvió a
bromear, y posó con una sonrisa mal simulada.
No me sorprendió que supiera mi nombre. Tenía esos vídeos
grabados por el Zanahorio, en alguno habría salido, seguro. O tal vez se lo
hubiese dicho esa garrapata de Nahuel.
No le dije nada, me limité a levantar la barbilla para mirarle con
desprecio.
―Para ser mitad hombre, mitad
animal, eres un joven muy apuesto. No me extraña que nuestra hermosa Renesmee
se confundiera y cayera en la tentación ―genial, ahora
me peloteaba, si es que a eso se le puede llamar así. La enana rubia volvió a
levantar las cejas y el labio mientras me daba otro repaso descarado. Pude
escuchar el involuntario rechinar de dientes de Bella, aunque creo que le salió
más en honor a Nessie, que por ella misma―. Desde luego,
he de perdonarle ese fallo.
Pasé de su estúpido comentario, no tenía tiempo para discutir.
―Ve al grano y dime lo que
quieres ―le apremié hoscamente.
Se hizo otro runrún de voces al fondo de sus filas y Edward volvió a
matarme con la mirada.
―Es tu alegato, debes hablar
tú ―me instó con la mano.
―Yo no tengo nada que alegar,
porque no hemos hecho nada malo ―le respondí sin
cambiar de actitud. Edward ya empezaba a resoplar por las napias, nervioso―. En realidad, no tengo por qué darle explicaciones
a nadie.
―¡Entonces, ¿no te
arrepientes?! ―se indignó el vejestorio
canoso.
―Te repito que no hemos hecho
nada malo, así que por supuesto que no ―contesté sin
dudas, molesto.
Los murmullos subieron de volumen, condenándome automáticamente al
infierno.
―¡Ya está todo dicho! ¡Este salvaje
debe ser castigado! ―exigió Cayo,
haciendo aspavientos con los brazos.
―¡¿Qué me has llamado?! ―protesté, cabreado, echando el cuerpo hacia delante.
Estaba que botaba a la mínima. Encima que la habían secuestrado, que
me la habían arrebatado de mi lado sin ningún derecho, nos trataban como a dos
depravados. Y, además, ya estaba más que harto de todo este circo absurdo.
Edward me interceptó, a la vez que mis hermanos gruñían sin cesar.
―¡Tranquilízate, Jacob! ―me pidió―. Por favor ―me cuchicheó entre dientes―, hazlo por Renesmee.
En cuanto vi el temor de que le hicieran daño, en sus ojos, mi cuerpo
se paralizó y no me quedó más remedio que hacerle caso. Tuve que respirar bien
hondo para relajarme un poco.
―Paz, hermano ―solicitó Aro una vez más, dirigiéndose a la momia de
greñas blancas, que ya estaba resoplando de nuevo―. Todavía queda mucho por platicar. Tenemos tiempo de sobra para
impartir justicia. Además, siempre se puede llegar a un acuerdo para no
condenarle. ¿No es cierto, Jacob? ―sugirió, girándose
hacia mí.
―¿A qué te refieres? ―pregunté, aunque ya lo sabía de sobra.
―Estaría dispuesto a hacer
una excepción, si tuvieras a bien hacer un trato conmigo.
―Nosotros no hacemos tratos
con vampiros. Nos los cargamos ―declaré,
mirándole otra vez con desplante.
Edward ya se estaba llevando la mano a la cabeza.
―¡Esto es inadmisible! ―condenó Cayo―. ¡Asesinan a
vampiros y lo dice tranquilamente!
Los testigos rompieron otra vez el silencio de la noche con sus
protestas y sus demandas para que me echasen a la hoguera directamente.
―¡Oye, sois vosotros los que
venís a nuestro territorio! ―repliqué
enérgicamente mientras la mano de Edward ya le caía sobre la cara―. ¡Sois vosotros los que os metéis en nuestros
bosques para…!
―Lo que Jacob quiere decir ―me cortó Edward, para mi enorme disgusto―, es que ellos no van buscando vampiros para
matarles. Esos vampiros invaden sus bosques continuamente y los lobos solamente
se limitan a defender su territorio. Son una especie pacífica, ellos más que
nadie desearían la paz.
Paz no es la palabra que yo hubiera escogido, más bien su extinción, a
excepción de los chupasangres como los Cullen o los de Denali, claro, que no
tomaban sangre humana.
―No te creería si no fuera
porque tengo la prueba delante, mi estimado Edward ―manifestó Aro―. No estaríais
todos en el mismo bando si eso no fuera así ―admitió. Luego,
osciló su traslúcido semblante hacia mí una vez más―. Por eso creo que podríamos llegar a un acuerdo, ya
que no tienes alegaciones que te salven ―insistió, y sus
ojos volvieron a Edward―. Si no fuera
porque sois vosotros, impartiría justicia ahora mismo. Sin embargo, me da mucha
pena toda esta situación y me veo obligado a ser indulgente en este caso.
―En realidad, nosotros sí que
tenemos nuestras alegaciones ―apeló Carlisle,
haciendo que el vampiro chiflado se volviera para mirarle a él con una cara que
delataba a las claras el trastoco de sus planes.
―¿Vosotros? ―y su vista bajó a la carpeta del doctor―. ¿Qué tenéis que alegar?
Carlisle carraspeó y empezó con su interpretación personal.
―Si me dieras tu
consentimiento, y sé que lo harás, dada tu generosidad y benevolencia ―eso sí que era pelotear―, me gustaría enseñarte los resultados de unas
investigaciones genéticas que he realizado junto a nuestro querido amigo Louis.
―¿Louis? ¿Qué tiene que ver
él con esto? ―quiso saber, torciendo el
gesto sin comprender. Vaya, al parecer también lo conocía―. ¿Y qué son esas investigaciones genéticas de las
que hablas?
Doc abrió la carpetilla y sacó unos cuantos folios. Aro cruzó una fugaz
mirada con Cayo, que observaba atento y desconcertado.
―Cuando nuestra pequeña
Renesmee nació, me permití tomarle unas muestras de sangre para analizarlas ―comenzó a explicar―. No pude evitarlo, ya sabes cuánto me apasiona el mundo de la
genética.
―Sí, lo sé ―asintió Aro sin cambiar la expresión de su asqueroso
semblante de papel cebolla.
―Bien. Hace unos meses
tuvimos un problema con un licántropo.
―¿Con un licántropo? ―repitió el viejo chiflado.
Los ojos de Cayo se abrieron como platos.
―Sí, estaba… obsesionado con
Renesmee. No hacía más que perseguirla.
―¿Cómo que obsesionado? ―interrogó Cayo.
―Eso no es relevante ahora ―objetó el doctor―. Solamente lo
mencioné para explicar el resto de mi alocución.
―Explícate, amigo mío ―le rogó Aro―. Todo puede ser
importante.
Carlisle tomó aire y lo soltó con el semblante lleno de
disconformidad.
Yo resoplé, preso de mi desquicio. Esto se iba a alargar más de la
cuenta y necesitaba ver a Nessie ya, comprobar que estaba bien, estrecharla
entre mis brazos, olerla, besarla...
―Como ya sabéis, los Hijos de la Luna basan la continuidad de su especie en
infectar a otros ―empezó a aclarar―, pero ese licántropo
fue creado con una manipulación genética que, además, le permite reproducirse
para perpetuar su existencia ―los párpados
semitransparentes de los dos Vulturis se levantaron casi hasta las cejas. El
doctor volvió a mirar a Edward con la misma prudencia que en aquella ocasión en
la que nos había explicado todo esto a nosotros y este asintió con resignación―. Es decir, él la veía como una posible hembra con
la que aparearse.
―¡Es repugnante! ―bramó el vejestorio canoso con cara de asco mientras
se levantaba otra polvareda de murmullos entre sus filas.
―Desde luego, hermano ―apoyó Aro. Entonces, clavó sus gelatinosos ojos en
mí con una fingida inocencia que me sacó de mis casillas―. Renesmee tiene muy mala suerte. Parece que tiene
algo especial que atrae a las bestias.
Me envaré y le gruñí, furioso, tapando un poco los gruñidos de Bella y
Edward y las protestas a mis espaldas. Jasper tuvo que hacer uso de toda su
influencia para que pudiéramos controlarnos.
―¿Y dices que fue creado con
una manipulación genética? ―preguntó el
Vulturis canoso en un tono de reprobación total.
―Así es ―asintió Carlisle.
―Tendremos que hacerle una
visita a quien ha creado a semejante engendro ―determinó Aro, girando la cara hacia Cayo, que aprobó con un
movimiento de cabeza―. ¿Quién habrá
sido?
―Ya le conocéis ―informó Edward―, y ya le
habéis visitado.
―¿Sí? ¿Quién es? ―quiso saber el decrépito chiflado, arrugando las
cejas con extrañeza.
―Joham ―reveló Carlisle.
―Ya sabes, el papaíto de tu
querido soplón Nahuel ―intervine, con
una voz que me salió más áspera de lo pretendido―. Ese científico tarado lo creó para regalárselo a la garrapata de su
hijo.
No me molesté en mirar a Edward, por la vibración de su tórax, supe
que no le habían gustado nada mis formas.
―¿Joham se lo regaló a
Nahuel? ―exclamó Aro, visiblemente
sorprendido.
―Hicimos bien en acabar con
ese Joham ―determinó el viejo
chupasangres de pelo blanco―. Me imagino
que Nahuel lo rechazaría ―bufó, enfadado,
a modo de pregunta.
―Desgraciadamente, se lo
quedó. Él mismo lo crió y lo adiestró, y lo utilizó después para intentar matar
a Jacob y hacerse más fácilmente con nuestra hija ―manifestó Edward, apretando la mano de Bella para
que esta se relajara a la vez que yo lo hacía con mis dientes al recordar―, pero no contó con que el licántropo se obsesionara
con ella.
Se hizo un silencio teñido de confusión.
―Eso no es lo que nos contó
Nahuel ―cuestionó el Vulturis
después de un par de segundos.
―Os ha engañado, Aro ―aseguró Edward con firmeza―. Lo único que buscaba era venganza ante la negativa
y el rechazo de Renesmee.
―Es imposible, yo mismo vi su
mente ―dudó.
―También yo se la había visto
cuando vino a visitarnos a nuestra casa, y me parecía completamente de fiar,
pero, al parecer, utiliza una especie de escudo.
―¿Un escudo? ―Aro no podía creérselo.
En ese momento, sus ojos se encontraron con los de Eleazar y su mirada
dejó entrever que no le quedaba más remedio que aceptar la revelación de
Edward.
―Sí, es como un espejo,
solamente refleja lo que él quiere que los demás crean y deja ver lo que él quiere que vean. La propia Alice
solo ve las partes de su futuro que él le deja ver. Es un ilusionista, lo ha heredado
de su padre ―declaró Edward con dureza―. Os ha utilizado.
―¡Es intolerable, Aro! ―gritó Cayo, muy mosqueado―. ¡Es un traidor!
―¡Sin duda! ―protestó el vejestorio chiflado, ofendido―. ¡Bien, que lo traigan ante mí! ―ordenó, haciéndole una señal con la mano a su
guardia.
Dos de los encapuchados salieron de su formación para dirigirse como
proyectiles a una de las zonas arboladas que estaría a un par de kilómetros de
sus espaldas, distancia suficiente y deliberadamente estudiada para que Edward
no pudiera escanear nada.
―¡¿Nahuel está aquí?! ―gruñí, envarándome.
La sed de venganza empezó a llenar mi cuerpo de convulsiones,
preparadas para estallar en cuanto lo viera.
―Contrólate ―me cuchicheó Edward con una voz extremadamente baja,
interponiéndome su brazo otra vez―. Lo habían
traído para declarar en nuestra contra, pero esto ha trastocado todos sus
planes. Es un punto a nuestro favor.
Aun así, la tentación era muy fuerte…
Las cejas se me bajaron hasta los ojos cuando los espectros regresaron
tan rápidos como flechas, sin la compañía de Nahuel.
―Ha huido ―desveló Edward antes de que a uno de los
chupasangres le diera tiempo a cuchichearle lo mismo a Aro al oído.
Los testigos de los Vulturis se agitaron con asombro y protesta, y yo
tuve que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para tragarme mis ansias de
venganza, la engullí tan fuerte, que me hizo hasta daño.
Cayo y Aro se quedaron con cara de idiotas durante un par de segundos,
aunque el último enseguida recompuso la compostura.
―Parece que vamos a tener que
esperar un poco para impartir justicia con ese traidor, mi querido hermano ―le dijo, poniendo una mueca a modo de sonrisa.
―¡Cuanto antes, mejor! ―voceó la momia de pelo blanco.
―No hemos de preocuparnos ―le calmó Aro―. Seguro que Demetri
hará bien su trabajo y le encontraremos, ¿verdad? ―dijo, dirigiéndose al mencionado.
―Por supuesto, maestro ―le respondió él, asintiendo bajo su capucha.
―Bueno, ¿por dónde íbamos? ―siguió para desviar la atención de su evidente y
ridículo descuido, mientras juntaba las manos.
―Estábamos hablando de ese
Hijo de la Luna depravado. Ese engendro no hubiera existido nunca si no hubiera
sido creado a partir de los experimentos y juegos genéticos ―criticó Cayo con manifiesta intencionalidad.
―Ah, sí. ¿Veis por qué hay
que evitar la mezcla de especies diferentes, mi adorable pareja? ―continuó Aro, hablando para Edward y Bella―. ¿Comprendéis ahora por qué tenemos que prohibir
estas aberraciones, por qué hemos tenido que salvar a vuestra hija?
No pude evitar gruñir por lo bajo.
―Si no te importa, todavía no
he empezado con mi alegación ―le interrumpió
Carlisle, trayendo un poco de cordura en ese ambiente tan tenso.
―Oh, por supuesto ―aceptó Aro, tapando su disgusto con una sonrisa
falsa, al contrario que Cayo, que no lo disimulaba nada.
―Como intentaba explicar
antes, el problema con ese licántropo me llevó a tener que investigar más sobre
ellos, así que llamé a Louis para
comentárselo y él me desveló que podía tratarse de alguna manipulación
genética, ya que había visto numerosos casos en algunos libros de su amplia y
antigua biblioteca. Se ofreció a ayudarme y yo partí junto con mi esposa a
Paris para visitarle.
»Ahora bien, hace casi siete
años, cuando Renesmee estaba en el vientre de Bella, descubrimos muchas
coincidencias y semejanzas con la especie de Jacob ―los ojos de los dos
Vulturis casi se vuelven a salir de sus órbitas, de la sorpresa―. Así que, como
ya comenté, analicé la sangre de mi nieta en cuanto nació, ya que todo eso me
parecía realmente fascinante. No obstante, mis conocimientos de genética no
abarcan todo lo que a mí me gustaría y me habían quedado muchos puntos sin
resolver, así que aproveché para llevarme sus muestras más unas que tomé de
Jacob para consultarlo con Louis.
»Primero hicimos un estudio
de los genes de Renesmee, pero obtuvimos pocas respuestas y muy confusas, así
que nos pusimos a investigar lo del Hijo de la Luna, puesto que nos parecía más
urgente, y utilicé las muestras de Jacob para comparar, ya que no tenía del
licántropo. Entonces, mientras lo investigábamos, hicimos un descubrimiento
asombroso: los genes de Renesmee eran más parecidos a los de Jacob que a los de
cualquier semivampiro ―el careto de los Vulturis delataba el mismo asombro que
los murmullos que generaron sus testigos. Aun así, Doc no se amilanó y siguió
con su exposición―. Para cerciorarnos, estuvimos investigándolo a fondo,
consultando con otros amigos científicos especializados en el mundo de la
genética. Bueno, tengo aquí todos los datos, por si te interesa estudiarlo ―le ofreció para atajar, levantando un grueso de
hojas.
―Más tarde ―rechazó Aro, todavía con el careto perplejo.
―Como quieras ―Carlisle volvió a meter los folios en la carpeta y
siguió con su alocución―. Los genes de
Renesmee son casi idénticos a los de un
metamorfo. De hecho, su cuerpo puede llegar a transformarse, como le pasa a
Jacob, solo que ella lo hace en un vampiro casi completo y él en un lobo.
Puedes comprobarlo en la mente de Enguerrand, él grabó algunos episodios de su
transformación ―se me escapó una ligera sonrisa de satisfacción, de lo bien que
lo estaba haciendo Doc. Las caras de Aro y Cayo eran todo un poema―. Es decir,
Renesmee y Jacob no son especies diferentes, más bien todo lo contrario.
Renesmee es un metamorfo, como él, en realidad, un semivampiro metamorfo.
Los testigos, e incluso la
guardia de los Vulturis, estallaron en rumores y cuchicheos, atónitos.
―¡¿Qué estás diciendo?! ―chilló
Cayo con desagrado―. ¡Eso es imposible, ella nació de un vampiro y una humana!
―Te aseguro que es así, Cayo
―continuó Carlisle con tranquilidad―. No me quiero extender demasiado, pero
sabemos que los genes de Renesmee sufrieron una metamorfosis de una forma
completamente natural ―matizó― cuando se formó el cigoto. Aquí tengo todas las
pruebas que lo demuestran y un informe mucho más detallado ―dijo, sacando otra
vez un cuadernillo de la carpetilla―. Todo está firmado y certificado por todos
los prestigiosos científicos especializados en genética que participaron en la
investigación.
Las exclamaciones y los
cuchicheos subieron de tono, a la vez que los vejestorios se observaban el uno
al otro totalmente perdidos.
Carlisle miró a Bella para
acercarse al límite de su escudo y se detuvo cuando ella se lo indicó con un
movimiento de cabeza. Entonces, estiró el brazo y le ofreció el cuadernillo a
Aro.
Este se aproximó al doctor,
custodiado en todo momento por su guardaespaldas Renata, y cogió la
documentación con pocas ganas. Se hizo otro mutismo mientras lo leía a toda
velocidad en el que se podían oír hasta el agitar de las hojas de las arboledas
próximas.
Sus ojos se movían
vertiginosamente de izquierda a derecha con impresión a la vez que su mano
pasaba las hojas casi sin descanso. Se quedó tan de piedra, que si un trailer
le hubiera pasado por encima, este se hubiese hecho trizas.
Entonces, cerró el
cuadernillo de un golpetazo seco y levantó la vista para mirar a la momia
canosa con un rostro…, cómo lo diría,
conmocionado, sí, esa es la palabra, conmocionado.
―Parece que nuestro querido
amigo Carlisle tiene razón, hermano ―tuvo que reconocer, apretando los dientes
de la rabia.
Un ¡Ooooooooooooooh!
rompió el silencio del claro, en el que Cayo también hubiera participado si no
fuera porque se había quedado patidifuso.
―Sin embargo ―interrumpió
Aro de pronto, devolviéndole el cuadernillo a Carlisle―, tampoco son iguales ―señaló,
sonriendo con suficiencia―. Ella se transforma en un vampiro, mientras que él
lo hace en un lobo.
―Como has visto en el
informe, no habría ser más apropiado para ella genéticamente que un metamorfo ―atacó
Doc, cogiendo el cuaderno―. Ni siquiera lo sería otro semivampiro. Si hablamos
de compatibilidad genética, Jacob sería el más compatible para perpetuar la
especie de Renesmee.
El claro volvió a llenarse
de murmullos.
―¡¿Y para qué queremos
perpetuar esa especie?! ―intervino Cayo con enfado―. ¡Es una mutación,
deberíamos cortar eso de raíz!
Mis dientes, los de Edward y
los de Bella chirriaron al mismo tiempo.
―Ha sido una metamorfosis
natural ―alegó Carlisle con su tono comedido de siempre. A veces, admiraba su
tranquilidad y su autocontrol, de veras―. No ha sido manipulada por nadie con
malicia ni con ningún fin, como en el caso de ese licántropo. Renesmee y su
especie no pone en peligro nuestro mundo, ella también pertenece a lo sobrenatural
y tiene que protegerse, al igual que nosotros y los lobos ―los decrépitos
semblantes de los dos Vulturis ya volvían a delatar su chasco. Doc siguió
hablando, aunque esta vez casi lo hacía dirigiéndose a la chusma que se
escondía tras la retaguardia―. Además, ha sido una selección natural, como pudo
haber sido la de nuestra propia especie. ¿Quién fue el primer vampiro? ¿O cómo
llegó a serlo? Nadie lo sabe. No obstante, aquí estamos. ¿Quiénes somos
nosotros para ir contra la propia naturaleza y extinguir algo que ella ha
creado?
Los Vulturis torcieron el
gesto, intentando buscar unas excusas que no encontraban.
―¿No tienes nada que decir a
esto, Edward? ―quiso saber Aro, agarrándose a un clavo ardiendo―. Es de tu hija
de quien se está hablando. ¿No te preocupa que tu preciosa flor se una a un
lobo? ―siguió censurando.
Resoplé por las narices, ya
harto de todo este teatro.
―Ellos se aman, Aro ―le
respondió con serenidad―. ¿Quién soy yo para objetar nada, cuando yo mismo me
enamoré de una humana? ―Bella y él se miraron con complicidad durante un fugaz
instante.
―¿Es cierto eso? ¿Os amáis? ―me
preguntó, alzando las cejas y sonriendo con un entusiasmo forzado.
Vi por el rabillo del ojo
cómo Cayo ponía los ojos en blanco y volvía a resoplar, exasperado.
Aunque no tenía por qué
darle explicaciones, le contesté con determinación.
―Sí, estamos muy enamorados ―le
dije con una voz alta y clara―. Y no le hacemos daño a nadie. Lo único que
quiero es que la sueltes y nos dejéis vivir en paz.
―Pareces sincero…
―Lo es, están enamorados ―secundó
Edward―. Además, Jacob y Renesmee están vinculados de una manera muy especial.
―¿Vinculados? ―Aro frunció
el ceño, extrañado.
Ahora venía la segunda parte
de nuestro guion.
―Es difícil de explicar con
palabras ―se llevó la mano a la barbilla, reflexivo―. Su vínculo es algo…
espiritual y mágico ―dijo finalmente―. Renesmee nació para estar con Jacob, y
Jacob nació para estar con Renesmee, literalmente. Una prueba de ello ya lo
acabamos de explicar, ella es un metamorfo, como él. Sabes que la magia corre
por las venas de los metamorfos, su propio origen fue debido a esto. ¿Cómo iba
a producirse esa metamorfosis del cigoto, si no es porque ya estaban destinados
espiritualmente desde el principio de los tiempos? Y nadie los puede separar,
su vínculo es extremadamente fuerte e irrompible ―apuntilló con
intención.
―No sé, Edward. Me cuesta
creerlo ―cuestionó.
―Pues es así ―le aseguré,
ofendido de que lo dudara.
―¿Y cómo sé que no es un
subterfugio para engañarnos? Para esto no hay pruebas ni documentos que puedan
corroborarlo ―refutó con una sonrisa de arrogancia que anunciaba su triunfo en
esta partida.
―Estoy yo ―afirmé con
firmeza. Edward ya estaba poniendo cara de desaprobación antes de que a mi
lengua le diera tiempo a articular lo que pasaba por mis sesos. Le ignoré―. Yo
puedo ser la prueba. Solo tienes que hurgar en mi mente.
Los gruñidos de Sam podían
oírse por todo el claro, aunque él no fue el único que protestó. La manada al
completo se alborotó y Bella me miró con el temor rebosándole por los ojos.
El viejo chupasangres se
quedó un rato en silencio, observándome, sopesando mi oferta, y después se giró
hacia su chusma para fijarse en los caretos que estaban esperando ansiosos su
consentimiento. Se les veía realmente interesados, aunque más por curiosidad
que por otra cosa.
―Está bien ―accedió
finalmente―. Acércate, chico.
Cayo volvió a bajar el
entrecejo y resolló irritado.
Sabía que si me arrimaba a
él, ya no estaría protegido por el escudo de Bella, pero tampoco era tan estúpido
como para exponerme de ese modo tan gratuito, así que les hice un gesto a mis
lobos más grandes para que se vinieran conmigo.
Paul y Quil acataron
encantados; daba la casualidad de que, aparte de ser los más grandes y fuertes
después de mí y de Sam, eran los más peleones. Paul casi venía riéndose, solo
le faltaba sacar esa babosa lengua suya y jadear.
Excluí a Sam, para evidente
disgusto de él. ¿Pero qué iba a hacer? Vale, no quería que ninguno de mis
hermanos sufriera daño alguno si algo salía mal, pero mucho menos Sam, viendo
lo que tenía en casa. Tenía que regresar para estar junto a Emily y yo no
quería que se arriesgase.
Se notaba que a la guardia y
a los testigos de esos fósiles no les hizo ni pizca de gracia mi decisión. Pasé
de ellos olímpicamente.
―¿Es que desconfías de mí? ―se
rio Aro.
―Tú tienes tu guardaespaldas
y yo tengo los míos ―respondí.
―Me parece justo ―aceptó.
Aun así, los dos
chupasangres grandullones se adelantaron un paso y se colocaron uno a cada lado
de Aro, por detrás.
Mis piernas empezaron a
avanzar con zancadas seguras en su dirección y comencé a aproximarme,
flanqueado por mis dos lobos, hasta que quedamos fuera del amparo del escudo
que nos protegía y nos pusimos frente a frente.
CUIDADO, QUE VIENE EL GRAN LOBO
Su asqueroso semblante me
pareció todavía más acartonado y momificado, al tenerlo tan próximo. Paul, Quil
y yo nos miramos y supe que ellos estaban pensando lo mismo, se podía ver cómo
ambos arrugaban el hocico como repulsa.
La guardia y los dos matones
se inclinaron hacia delante, nerviosos, aunque la enana rubia también aprovechó
para observarme más de cerca; otra vez pude escuchar el chirrido de los dientes
de Bella.
―Amo ―murmuró la tal Renata
con temor cuando nos vio a mí y a mis enormes lobos delante.
Las puntas de sus dedos
temblaban levemente al tocar la espalda del viejo, aunque no los despegaba,
seguramente le temía más a él.
―No pasa nada, calma ―los
tranquilizó. Entonces, extendió su arrugada y transparente mano, donde sus
abultadas venas sobresalían como ramificaciones secas, y la volteó para dejar
la palma hacia arriba―. Dame tu mano, muchacho.
Se me escapó una pequeña
mueca de asco cuando la deposité en esa superficie dura y helada. Parecía ese
mármol frío y sobado de las pilas de agua bendita que hay en las iglesias.
¡Puaj!
―Oh, tu mano está tan
caliente, que quema ―señaló, al tiempo que la cubría con su otra palma.
¡Puaj otra vez! Todo fuera
por Nessie y por recuperarla sana y salva.
El Vulturis cerró los ojos
con fuerza y se encorvó para comenzar a fisgar en mi mente y mis recuerdos.
Quil y Paul fijaban su vista
en él con los labios despegados, atentos a cualquier movimiento amenazante por
mínimo que fuera. Y así mismo, la guardia y los dos gigantes.
Caí en la cuenta de que
ahora podría ver cada uno de mis pensamientos y recuerdos, desde el juego más
inocente con mi Nessie niña, hasta otro tipo de juegos mucho menos inocentes
con mi Nessie ya adulta. Y peor, Edward también los vería al escanear mi mente
a la vez que el viejo. Pero eso no era todo. Al husmear en mi cerebro, el
Vulturis iba a ver todo lo relacionado con mi manada, técnicas, estrategias,
hasta el chisme más insignificante de cualquier persona de mi tribu. Así que se
me ocurrió que si pensaba en lo que quería que él viese, tal vez esas cosas se
vieran un poco tapadas, como había hecho con mi manada cuando empecé con las
desconexiones. Bueno, vale, no era lo mismo; ahora no estaba en mi forma
lobuna, él era un chupasangres y la técnica de ocultar mis pensamientos con mi
manada consistía en otra cosa ―porque ahora no me hacía falta pensar en nada
para taparlos, simplemente me desconectaba―, pero si pensaba mucho en otros
recuerdos…
Bah, por intentarlo no se
perdía nada.
Cerré los ojos y me concentré en
pensar en Nessie, que era de lo que se trataba esto. Aunque la situación no era
muy relajante que digamos, no me costó nada, la verdad. Estaba tan ansioso de
que me la devolvieran, tenía tantas ganas de verla, que las imágenes se
plantaron casi solas en mi cerebro.
Primero empecé por lo físico, que era lo más fácil. Evoqué su precioso
rostro de porcelana, con esos grandes y dulces ojos color café con leche, esa
sonrisa blanca y perfecta, esas mejillas sonrojadas y esos labios carnosos y
rosáceos, suaves. Después, recordé su larga melena broncínea, con sus ondas
graciosas, sueltas y sedosas. Y su cuerpo… No, eso no hacía falta que lo viera.
Me dejé llevar un poco más, por si acaso, para seguir con cosas más
profundas y…
…entonces, no sé cómo sucedió. Solamente sé que cuando acababa de empezar
a recordar todo lo que sentía por Nessie, el vejestorio pegó un bote hacia
atrás, soltando mi mano de sopetón como si esta le hubiese dado una descarga
eléctrica, y yo abrí los ojos, extrañado y un tanto a la defensiva, del susto.
¿Qué le había pasado? ¿Acaso mi mano estaba tan caliente que le había
quemado de verdad?
Los testigos exclamaron sorprendidos ante la reacción de Aro y la
guardia se envaró, al tiempo que los dos matones se adelantaban para encararse
conmigo y mis lobos. Paul y Quil no se quedaron atrás. Mostraron sus colmillos,
pegaron bien las orejas a la cabeza y les dieron el aviso con sus gruñidos. Los
Cullen y el resto de mi manada flexionaron las rodillas y sus patas desde su
posición, preparados para saltar en cualquier momento.
Sorpresa, Aro no parecía molesto. Un poco trastocado sí, pero no
mostraba enfado ni ofensa. Más bien parecía deslumbrado, con esos ojos de loco
abiertos de par en par y una sonrisa de ido desfigurando su careto de cartón
todavía más.
Miré a Edward, a ver si este me delataba algo de lo que estaba
pasando, sin embargo, su rostro no se diferenciaba mucho del viejo
chupasangres. No tenía esa cara de tarado, pero también me miraba completamente
alucinado.
Fruncí el ceño. ¿Qué demonios pasaba?
―Calma ―dijo Aro, girándose hacia las masas.
―¿Qué ha pasado? ―quiso saber Cayo, quitándome la palabra de la boca.
―Es demasiado intenso para mí
―declaró, volteándose otra
vez en mi dirección mientras se llevaba la mano al pecho con ese semblante de
chiflado.
―Su vínculo es extremadamente
fuerte. Algo espiritual. Lo he sentido.
Todo se paralizó cuando la momia adormilada habló de repente, y lo
hizo con los ojos tan abiertos y en un tono de sorpresa tal, que hasta a Cayo y
a Aro les extrañó. No debía de ser muy hablador, por lo visto. Su voz era tan
grave y vieja, casi rasgada, que a mis hermanos y a mí nos dio grima.
―¿Cómo dices? ―inquirió el vejestorio canoso con los globos
oculares a punto de salírsele de sus órbitas.
El senil aburrido no dijo nada más, solo se limitó a extender su
rugosa mano hacia Aro y este se acercó para espachurrársela y leerle la mente.
Como ya no me necesitaban, aproveché ese momento para retirarme con
mis hermanos, aunque no sin antes dedicarles una miradita a los dos matones.
―Cubridme, voy a entrar en fase
―les indiqué.
No era por nada, pero mi manada se sentía más cómoda teniéndome en esa
forma y, la verdad, yo también. Además, así me podía comunicar con ellos.
Sam se unió a Paul y Quil para rodearme de nuevo, me quedé en bolas ―esta vez sin que me viera nadie―, até mis pantalones a mi cinta y me transformé,
provocando otro estallido de exclamaciones mientras aquella muchedumbre
levantaba la cabeza para ver mejor.
Guay. Ahora era la atracción mayor de la feria.
Las voces de mi manada invadieron mi cerebro, todos alucinados,
preguntándome qué es lo que había hecho para que el viejo se asustase.
Yo no he hecho nada, solamente he pensado en Nessie, eso es todo, les aclaré.
¡Pues no sé en qué has pensado, pero lo has dejado flipado!, exclamó Seth.
Seguramente, en aquella semana de celo de Nessie, se burló
Isaac.
Mis lobos corearon sus risas en una serie de aullidos que alarmaron un
poco a la guardia de los Vulturis. Estúpidos chupasangres, no tenían ni idea
del lenguaje lupino.
¡Claro que no he pensado en eso, capullos!, resoplé.
Más te vale, siguió
Shubael, mofándose. Porque si nos
enteramos de que a esa sanguijuela le dejaste ver algo y a nosotros nada, te
ibas a enterar.
¡Mira que sois burros!, les riñó Leah, haciendo gala de camaradería
femenina, mientras los demás continuaban riéndose.
Estos idiotas… Encima, Edward podía escucharlo todo, serían
retrasados.
Dejadlo ya, ¿queréis?, les regañé, y así lo hicieron, poco a poco,
pero lo hicieron. Carraspeé para mis adentros y empecé a caminar. ¿Qué les
pasa a estos ahora?, le pregunté a Edward cuando me coloqué a su lado,
refiriéndome a los vejestorios. ¿Qué hacen?
―Marco ve las relaciones ―me explicó escuetamente.
Sí, su cara lo decía todo. Lo que había escuchado no le había gustado
ni un pelo. No le hacía mucha gracia recordar esa particularidad de Nessie, ni
aquella semana tan mágica y especial para nosotros, pero tan trágica
para él, en la que yo había hecho que su pequeña se transformara en toda una
mujer sin que hubiera papeles matrimoniales de por medio.
―Así es ―confirmó Aro, separándose del adormilado con una
expresión de diversión. Pues sí que estaba chiflado de verdad―. Y ha visto lo mismo que yo.
―¿Y qué es lo que has visto? ―interrogó Cayo con una mezcolanza de expresiones en
la cara que pasaban del fastidio al desconcierto total.
―Lo que él me ha dejado ver ―afirmó, llevando la vista hacia mí.
―¿Cómo? ―Cayo no entendía nada, al igual que todos nosotros.
―Querido hermano, hay cosas
que no alcanzan a nuestro entendimiento, y una de ellas es esto. Parece ser que
este joven tiene algo… espiritual y místico que me ha rechazado y solamente he
visto lo que me ha dejado ver ―reiteró.
―Jacob tiene un don ―medió Edward―. Un don
espiritual.
¿Otra vez con ese rollo de mi don espiritual? Fruncí mi ceño de lobo y
suspiré, cansado. Para colmo, ya me había transformado y no podía protestar en
voz alta.
Los ojos de Cayo casi se le caen de las cuencas y los murmullos de los
testigos, más la agitación de la guardia, se hicieron con el claro.
―Es el Gran Lobo ―intervino Enguerrand, hablando con voz solemne, para
asombro de todos los presentes, incluidos nosotros, los lobos.
Hala, otro, venga. ¿Algún chupasangres más?
―¿El Gran Lobo? ―repitió Cayo con sorpresa―. ¿Y eso qué quiere decir?
―Es el primer lobo de los
lobos ―empezó a explicar―, y el líder de todos los líderes. Si pusiéramos un
símil, el Gran Lobo sería un rey.
Mi manada y yo nos miramos los unos a los otros sin entender nada.
¿Cómo demonios sabía todo eso?
―¿Quieres decir que él es el
Rey de los Lobos? ―interrogó la momia
de pelo blanco sin poder disimular su pasmada voz, mirándome.
―Sí, maestro.
El Rey de los Lobos, chisté.
Intenté protestar con un gruñido, pero las exclamaciones de los
testigos me lo pisaron.
―El Rey de los Lobos ―resaltó el vejestorio chiflado―. Claro, ahora entiendo ese poder. ¿Y cómo sabes
tanto sobre el tema, mi querido Enguerrand? ―preguntó sin apartar
su fascinada mirada de mí―. Cuéntanoslo.
El aludido asintió bajo su capucha.
¿Por qué teníamos que perder el tiempo con esto que no venía a cuento?
Ya empezaba a desesperarme con tantas tonterías. Me importaba un bledo toda
esta historia. Ya habíamos demostrado que Nessie y yo éramos metamorfos, ¿por
qué no la traían de una maldita vez?
―Hace unos siglos me
encontraba por estas tierras en una misión que me habías encargado, maestro ―comenzó a explicar el pelirrojo con una entonación
de sumisión―. Estaba en una batalla
inevitable que no nos quedó más remedio que ejecutar para impartir justicia y
yo era el encargado de verificar que se impartía correctamente.
―Ah, sí, ya recuerdo ―afirmó Aro―. Era un
ejército de vampiros incivilizados que se negaban a cumplir las reglas
necesarias para la buena convivencia ―aclaró para su
público, no fuera a ser que quedase en mal lugar.
Sí, ya, claro, puse en duda.
―Así es, maestro ―verificó el Zanahorio―. La batalla se tornó muy dura, como bien sabes. Nuestro ejército tuvo
dificultades y se vio envuelto en una emboscada que nos puso en verdadero
aprieto. Nuestros enemigos también gozaban de múltiples dones que eran muy
difíciles de combatir y ya no podíamos contrarrestarlos.
»Sin embargo, llegaron tres
lobos enormes y nos vimos obligados a paralizar la lucha, al parecer, estábamos
en sus bosques. No lo hubiéramos hecho, si no fuera porque uno de ellos era
mucho más grande que los otros dos, y lo cierto es que había una majestuosidad
en él que nos dejó un tanto aturdidos ―el pelirrojo
dirigió su mirada hacia mí―. El gigantesco
lobo clavó sus ojos en los míos y mi mente no pudo seguir grabando. Lo mismo
pasó con el resto de vampiros que gozaba de dones, sus ataques no parecían
hacer efecto alguno en él, ni en los otros dos lobos. Después de eso, ninguno
quiso luchar con ellos, no dejábamos de estar en su territorio y ellos
solamente se limitaban a defenderlo, así que nos retiramos a otra zona para
seguir la batalla, la cual terminamos ganando. Se impartió justicia.
»No volvimos para reclamar
nada, pues, indirectamente, nos habían ayudado, pero yo sentí curiosidad y me
quedé una temporada más por esa zona para investigar. Fue cuando descubrí que
él era el Gran Lobo y todo lo que eso significaba. No me parecieron peligrosos
para nosotros, solo eran tres lobos y nunca salían de su territorio, por eso
nunca le di relevancia. Además, unas décadas más tarde me enteré de que ese lobo
había fallecido, por lo que me olvidé del asunto.
»Hasta que le vi a él ―declaró, señalándome con la cabeza―. Se parece mucho a ese lobo; su pelaje es
exactamente igual y su mirada es la misma. Al principio pensé que solamente era
un parecido físico, después de todo, habían pasado varios siglos y no sería
difícil que se diera una coincidencia genética que terminase en un lobo tan
parecido, y además, no influía poder ninguno en mí. Pero cuando le vi en
nuestro último encuentro, ya no me quedó ninguna duda. Tiene esa fuerza en la
mirada, esa misma majestuosidad, tiene esa aura que me embaucó cuando vi a su
antepasado.
Suspiré.
Cuidado, creo que se ha enamorado de ti, Jake, se burló
Jared.
Sí, ya, muy gracioso, le contesté, resoplando por las napias
mientras el resto se reía en su fuero interno, aunque no tardaron nada en
centrarse de nuevo en ese absurdo tema.
―¿Y dices que vuestros
ataques no hacían efecto en ese lobo? ―quiso saber
Aro, observándome con demasiado interés.
Genial. A ver si ahora, con toda esa monserga, se iba a encaprichar
aún más conmigo.
―Así es, maestro ―confirmó el pelirrojo.
―Tu historia es
impresionante, ciertamente ―manifestó el
viejo decrépito chiflado sin quitarme ojo―. Tu relato ha
despertado verdadera curiosidad en mí, ¿puedo ver las imágenes de ese Gran
Lobo?
―Por supuesto, maestro ―consintió el pelirrojo, ya acercándose a él con la
mano extendida.
Aro se la aplastó entre las suyas y volvió a cerrar sus asquerosos
párpados para empezar el escaneo mental.
Resoplé por enésima vez. ¿Adónde nos llevaba esto? Lo único que yo
quería era que me trajeran a Nessie ya.
¡¿Y ahora qué narices le está enseñando?!, quise saber,
ya exasperado por todo este circo que nos estaba haciendo perder tanto tiempo.
―Está mostrándole las pocas
imágenes que pudo grabar de tu antepasado ―me cuchicheó,
tan bajito, que tuve que mover la oreja en su dirección para que me llegase su
murmullo apenas perceptible―. Es increíble.
La verdad es que es igual que tú, aunque todavía más grande. Es como verte a ti
en el pasado.
Genial, protesté.
Mi manada se mantenía en silencio, estaban atentísimos y parecían algo
impresionados por todo este rollo.
Genial, repetí para mí. ¡Bueno, qué! ¡¿Cuándo diablos
le vas a decir que nos devuelvan a Nessie?!, azucé, harto.
―Esto va bien, espera ―bisbiseó.
¿Que iba bien? Volví a resollar por las napias. Si fuera bien, ya
estaría junto a Nessie correteando o lo que fuera por La Push, porque, eso sí,
cuando me la devolvieran, nadie iba a ser capaz de despegarla de mi lado nunca
más.
Mire a Alice. Sus manos no estaban pegadas a sus sienes, sin embargo,
su semblante no mostraba ninguna emoción, estaba tan concentrada, que parecía
que estuviese en una sesión de yoga o algo por el estilo.
―Tiene una jaqueca horrible,
solamente está fingiendo ―me desveló
Edward igual de bajito que antes.
¡¿Cómo?!, mis patas se pusieron en tensión. ¡Eso
significa que Nessie no…!
―No sé a qué se debe eso,
pero te aseguro que la tienen aquí ―me interrumpió
para calmarnos a mí y a Bella, que también se había puesto alerta―. No puedo ver la mente de Aro, pero sí la de Cayo y
Marco ―siguió―. Al segundo le da exactamente lo mismo, sin
embargo, Cayo está deseando que esto se termine. Todo esto ha sido idea de Aro
para conseguirte a ti y a tu manada, y a Cayo no le atrae nada que esté
relacionado con el mundo lupino, ya sean los licántropos o vosotros. En cierto
modo, está deseando que ganemos para que Aro ya no insista más con el tema,
aunque, en realidad, lo que más le agradaría sería que terminasen con vosotros
aquí mismo. Él os ve como una amenaza lo suficientemente potente como para
producirle temor, por eso insiste tanto en lo de impartir justicia, y se
ha tomado esto como una buena ocasión para deshacerse de vosotros. No obstante,
ha visto que ya no tienen alegatos de cara a los testigos para hacerlo y ahora,
por mucho que le irrite, no puede esperar otra cosa que no sea nuestra
victoria.
Bueno, con que me hubieras dicho que ella estaba aquí, me hubiera
bastado. No sé por qué te has enrollado tanto.
Edward suspiró con resignación.
―Es asombroso ―exclamó el chiflado una vez más, retirando sus manos
de la del pelirrojo, mientras me estudiaba con la mirada―. Realmente es muy parecido a ti.
―¿Podemos volver al asunto
por el cual estamos aquí? ―refunfuñó la
momia canosa, que también debía de estar hasta el gorro de toda esta pérdida de
tiempo.
Eso, eso.
―Sí, cómo no, hermano ―aceptó Aro, aunque a regañadientes.
―Como has visto, su vínculo
es extremadamente fuerte ―participó
Edward por fin―. Así lo ha visto Marco y
así lo has visto tú. Y, además, ambos están muy enamorados, yo mismo doy fe.
El senil tarado se quedó un rato pensativo, mirando el suelo como si este
le fuera a desvelar algo.
―Sí, lo sé ―respondió finalmente, alzando sus pupilas hacia mí―. Tu preciosa Renesmee no deja de llamarte en sueños
―¡¿que me llamaba en sueños?!
Mis patas comenzaron a agitarse, nerviosas―. No obstante,
no sé si entregártela sería lo correcto.
¡¿Qué está diciendo ahora?!, ladré.
―Ya has visto todas las
pruebas ―señaló Bella, apretando los
dientes de la rabia―. Ellos se
aman, pertenecen a la misma especie y están fuertemente vinculados.
―No del todo, mi querida
Bella. Vuestra hija es un semivampiro metamorfo. Única en su especie ―recalcó―. ¿Está bien
que permitamos la proliferación de una especie nueva?
―Ya te he explicado antes que
la naturaleza y la magia han sido las que han hecho esta selección, Aro ―apeló Carlisle con su típico discurso discreto―. Nosotros no somos quién para detener el mundo
natural y espiritual, y hay que añadir que ella no es peligrosa en absoluto.
―Ella sola no, pero, ¿qué hay
cuando se multipliquen? ―rebatió el vejestorio―. Esta especie es capaz de reproducirse, al igual
que las humanas. Puede que dentro de unas décadas quieran adquirir poder y
pongan en peligro todo nuestro mundo ―alegó.
¡¿Qué coño está diciendo este chiflado?!, protesté con un gruñido.
Ya se me estaban hinchando las narices. Estaba claro que no quería
devolvérnosla y que iba a buscar cualquier excusa estúpida para salirse con la
suya. Empecé a notar cómo el aire entraba furioso y llenaba mis pulmones con
ímpetu.
―Sabes que eso sería
imposible ―objetó Edward con firmeza―. Ya has visto que su especie solamente afecta a las
mujeres, los varones serían hombres lobo, y por mucho que se multiplicasen,
ellas nunca llegarían a ser tan numerosas como nosotros, los vampiros
completos. Además, son muy fuertes cuando se transforman, pero su fuerza sigue
sin ser equiparable a la nuestra y su transformación no es continua como en el
caso de los lobos. Necesitan de sangre para no fallecer y cuando la toman,
vuelven a ser semivampiros. Tú mismo has leído el informe.
Los murmullos volvieron a revolotear por el claro.
―Sin embargo, siempre
estarían unidas a los metamorfos ―discrepó el
Vulturis―. Y ya lo has oído antes,
ellos se dedican a asesinar vampiros, es su naturaleza. ¿Por qué no se iban a
dedicar ellas a hacer lo mismo? Harían una alianza.
Lo que antes eran murmullos, ahora eran cuchicheos, unos a favor y
otros en contra.
Mi rabia iba en aumento, en consonancia con el volumen de los
chismorreos cada vez más altos. Mi tórax comenzó a vibrar levemente. Ya
empezaba a darme igual todo. Lo único que ocupaba mi mente era mi ángel. Y mi
ángel me llamaba en sueños para que fuera en su busca mientras yo estaba aquí
perdiendo el tiempo con toda esta farsa. La ansiedad se hizo cargo de todo mi
cuerpo de un latigazo para exigirme que actuara ya. Edward se dio cuenta y me
miró por el rabillo del ojo con precaución.
―Ya he explicado que los
lobos no van en busca de vampiros para asesinarlos, solo se limitan a defender
su territorio ―volvió a aclarar Edward, un
tanto preocupado por mi estado mental, que se acercaba cada vez más a la
locura. Bella también me miraba con desasosiego―. Y ahora lo único que piden es que nos devuelvas a nuestra hija para
vivir en paz.
¡No le des más explicaciones y vamos a buscarla!, rugí,
moviendo mis patas con agitación.
Mi manada también comenzó a inquietarse.
―Aun así, no creo que eso sea
lo más adecuado, Edward ―insistió el
viejo decrépito, echándonos un vistazo vigilante a mi manada y a mí.
―Sabes que Chelsea no tiene
nada que hacer ―declaró él ya
sin rodeos, mostrando su enorme cabreo sin tapujo alguno―. Nunca conseguirás dominar a Jacob y, por tanto, a
la manada tampoco.
Los testigos agitaron sus murmullos a la vez que mi manada gruñía para
confirmar las palabras de Edward. Aro y Cayo se miraron y este último resopló
por las narices con enfado.
―¡Devuélvenos a nuestra hija
ya! ―reclamó Bella con una
rabiosa desesperación que a punto estaba de hacerla llorar.
Se acabó. Fin de la película.
Clavé mis pupilas furiosas en Aro y le mostré mis sedientos colmillos
a la vez que el resoplido me salía con virulencia por las narices y mi cuerpo
se agazapaba, preparado para saltar en cualquier momento. Mis veintiún lobos
acompasaron mis gruñidos y también se inclinaron hacia delante, con las orejas
gachas y el rabo completamente hacia dentro, esperando a una sola orden mía.
Mis bronquios se llenaron del todo y el aire me raspó las cuerdas vocales
cuando el larguísimo rugido salió con cólera por mi garganta, rebotando varias
veces otra vez en las montañas que nos rodeaban.
La guardia de los Vulturis se envaró al tiempo que Cayo apretaba los
dientes, visiblemente incómodo, y Aro me observaba atentamente mientras los
temblores de su guardaespaldas aumentaban. Aun así, no se despegaba de él,
parecía uno de esos frágiles pececillos que están pegados a su tiburón todo el
tiempo.
Los dos matones flexionaron sus rodillas, mostrando sus colmillos con
aires amenazantes, y la rubia canija junto con su hermano enano entrecerraron
los ojos, listos para atacar en cuanto me descuidase lo más mínimo.
Bella, Emmett y Rosalie hicieron exactamente lo mismo que los
gigantones y mi amiga añadió un potente rugido.
Edward apretó la mano de Bella para calmarla y a mí me interpuso su
brazo para contenerme y seguir con ese estúpido e inútil debate que no llevaba
a ninguna parte.
Pero yo no me amilané.
La imagen de Nessie era lo único que ocupaba mi tarado cerebro, y si
no querían devolvérmela, iba a recuperarla como fuera, eso lo juraba por mi
vida. Solté otro rugido que hizo vibrar hasta la nieve de las cimas de las
montañas, con tanta cólera y tantas ansias de sangre, que ya rozaba el sadismo
puro y duro.
Mi Nessie, mi ángel. Ellos me la habían arrebatado.
Escuché un aullido agudo y estremecedor dentro de mí, un aullido que
reclamaba una liberación. Sentía cómo mi alma se revolvía en mi interior como
si estuviese atrapada, se agitaba desbocada, intentando salir de alguna cárcel.
Mi Nessie, mi ángel, eso era lo único que ocupaba la poca razón que me quedaba,
y ella no estaba allí, la habían apartado de mi lado. La ira volvió a darme un
latigazo desgarrador y profundo y, sin saber cómo, algo cambió dentro de mí.
Edward giró su rostro para mirarme con asombro, pero no le hice ni
caso, en lo único que podía pensar era en Nessie.
Mi sangre empezó a hervir, tanto, que podía notar las burbujas de la
ebullición por dentro de las venas. Mi estómago se llenó de una sensación
extraña, parecía que tuviera una bola de fuego en su interior dando vueltas sin
parar, chocando con las paredes de este, intentando encontrar una vía de escape
que no hallaba. La imagen de Nessie llamándome se proyectó en mi cabeza y,
entonces, la bola de fuego explotó, extendiendo su contenido abrasador por todo
mi cuerpo como un fogonazo.
Empecé a sentir una corriente ardiente que me recorrió de la cabeza a
las patas, un ciclón que removió cada uno de los átomos de mi cuerpo hasta que
llegó a mi cerebro, y vi una luz cegadora que relampagueó una sola vez. Sentí
cómo todas mis neuronas se llenaban de electricidad y el discernimiento
absoluto se plantó en mi sesera ante mis perplejas pupilas.
Cuando la luz dejó de brillar, comencé a verlo todo con una nueva
visión y yo mismo me quedé patidifuso. Se abrió ante mí una percepción nueva e
increíble en la que era capaz de ver y distinguir toda energía que fluía a mi
alrededor, incluida la mía, con absoluta nitidez; y sabía perfectamente qué era
cada cosa, como si llevase grabado en mi cabeza toda la vida y fuera lo más
normal del mundo. Nada parecía nuevo a mis ojos, mi cerebro lo descifraba
fácilmente y lo asumía con total naturalidad. Mis hermanos podían ver
perfectamente lo que veían mis ojos y percibí cómo el ambiente se transformaba
en uno perplejo y atónito.
Me di cuenta enseguida de a qué se debía todo esto y, para mi
desgracia, no podía seguir renegando de ello más tiempo, era una estupidez
seguir negándomelo a mí mismo. Era una bomba de relojería que tenía que
explotar de un momento a otro y esto había sido la chispa que la había
prendido. Sí, mierda, yo era el Gran Lobo. La clarividencia se había presentado
en mi sesera con contundencia para clavárseme bien en el cráneo, ya no tenía
escapatoria. Taha Aki me había encomendado a mí el relevo de su reinado, ahora
lo sabía con absoluta certeza, todo mi ser lo sentía, palpitaba dentro de mí
con ansia desmedida, pidiéndome que le dejara salir de la jaula que yo mismo le
había creado.
Y no lo pude contener. Una vez que el discernimiento se apoderó de mis
pobres sesos, ya no había remedio. La pulsión era demasiado fuerte e intensa
como para poder retenerla, me atraía, me llamaba desde lo más profundo de mi
ser, así que me dejé llevar del todo, esperando a ver qué más me iba a pasar.
Las cadenas que la mantenían amarrada se rompieron con furia y toda mi
alma empezó a volar con libertad. Mi espíritu de Gran Lobo salió de lo más
profundo de mis entrañas para apoderarse de todo mi ser como si de una mecha de
fuego se tratase y me hizo explosionar igual que un volcán en erupción.
Para mi asombro, no estuvo nada mal. Lo que sentí cuando todo mi
espíritu consiguió salir fue lo más parecido a un orgasmo, una liberación, una
bocanada de aire fresco. Era como si hubiese estado encogido en una caja
durante años y luego me hubieran dejado salir para estirarme a gusto.
Noté cómo mi cuerpo se incrementaba en tamaño, mi cabeza se alzó unos
sesenta centímetros por encima de lo que estaba, mis zarpas y mis patas
aumentaron el doble y mis músculos adquirieron más fortaleza y potencia.
También sentí cómo cada célula de mi organismo se impregnaba de magia, esta
corría por mis venas a sus anchas, libre por fin, llegaba a mi cerebro,
llenándolo de poder, de distintas, indescriptibles y nuevas sensaciones.
El claro se llenó de fuertes y sorprendidas exclamaciones.
―¡Es increíble! ―exclamó Eleazar a mis espaldas.
―Lo sabía, es él. Es el Gran
Lobo ―siguió Enguerrand, abriendo
sus rojos ojos, como platillos volantes.
Mis compañeros cayeron irremediablemente sobre sus cuartos traseros y
comenzaron a aullar al cielo, mostrándome su acatamiento y su profundo
sentimiento de respeto y honor.
¡Mierda, levantaos!, les ordené, y así lo hicieron, sin un solo
fleco de dudas ni quejas.
La vampiro rubia me miró con sus ojos escarlata abiertos como platos y
después miró de reojo a su hermano, que tenía la misma expresión en su cara de
niño pequeño. No eran los únicos. El Vulturis adormilado incluso jadeó de la
impresión, la cara de Cayo mostraba un asombro que rozaba el terror y Aro, como
chiflado que era, me miraba absolutamente flipado.
Bella y Edward se quedaron petrificados, observándome con una
expresión que casi diría que era fascinación. Lo que me faltaba. Aun así, él no
retiró su brazo, aunque no sabría decir si es que no se había dado cuenta de
que seguía allí. Los vampiros que tenía enfrente me miraban escondidos tras sus
capuchas con unos ojos que casi se les salían del sitio y mis hermanos
permanecían en un silencio sepulcral cargado de ese absurdo respeto mientras
veían y sentían cada uno de mis cambios, atónitos.
Mi nueva visión me permitió ver todas las energías que fluían en el
claro nocturno. Era igual que si me hubiera puesto una de esas gafas para ver
las imágenes en 3D. Todo aparecía ante mí como una nueva dimensión, cosa que me
resultó un tanto extraño, aunque me lo tomé con una naturalidad sorprendente.
El escudo de Bella se veía claramente. Era como una fina y elástica
capa de acero líquido que chispeaba en el núcleo y que se extendía hasta el
límite en el que se encontraba el eje entre nuestros adversarios y nosotros,
cubriéndonos por completo. La tela era tan flexible, que llegaba a proteger
hasta a los lobos más alejados distribuidos en hilera, era increíble.
Edward le sonrió a Bella, sin duda era la primera vez que veía su
impresionante escudo, y ella le miró de reojo sin comprender.
También notaba la energía que desprendía el cuerpo de Kate, no me
hacía falta ni darme la vuelta para detectarla. Eran pequeñas descargas
eléctricas de un color verde azulado que acariciaban su piel, preparadas para
atacar en cualquier momento.
Aquella vampiro que había buscado al principio y de la que no había
obtenido indicio alguno, ahora resultaba un faro en la oscuridad. Se podía ver
cómo la tal Chelsea emanaba una especie de neblina blanca que cubría a toda la
guardia Vulturis. Esta se les metía hasta por los ojos, penetraba por sus
narices e incluso por sus oídos, manipulando los lazos emocionales de todos
ellos para que se sintieran unidos.
También observé a Varick. Este manejaba unos finos hilos con las manos
que se concentraban en la cabeza de Aro, formando una especie de madeja
semitransparente, se parecía a la escafandra de un buzo. Aro, junto a esa
barrera, estaba envuelto a su vez por la burbuja traslúcida de color azulado
que creaba Renata con el contacto de su mano. Sin embargo, su escudo no tenía
nada que hacer contra el de Bella, ya que su diámetro solamente alcanzaba unos
pocos metros y parecía mucho más frágil que el de mi amiga.
Pero no solo veía eso. Podía distinguir a la perfección cada alma,
cada aura que me rodeaba. Eran como una gruesa segunda piel que nos cubría y
que relumbraba a nuestro alrededor, envolviéndonos con su luz. Unas eran de
color malva y otras de color dorado. Enseguida me di cuenta de cuáles eran las buenas
y cuáles las malas. Mientras yo mismo y todos aquellos que estaban conmigo
refulgíamos en un dorado luminoso, los espectros que tenía enfrente rezumaban
un apestoso y apagado color malva oscuro. Sus almas ya estaban condenadas al
infierno incluso antes de morir.
Edward no salía de su asombro con cada visión que escaneaba, pero a mí
me daba completamente igual todo esto, yo solamente pensaba en una cosa,
Nessie, mi Nessie, mi precioso ángel.
No olvidé mi rabiosa ira, ni a quién iba dirigida especialmente. Me
enderecé, hinchando mi gigantesco pecho, para clavarle la mirada con inquina a
Aro y proferí un rugido todavía más potente y poderoso que el anterior que a punto
estuvo de desgarrar mi ancha garganta. Esta vez, la potencia de mi rugido hizo
que parte de la nieve de las montañas se desprendiera y cayera por las laderas
de las mismas.
Mi majareta y furibundo cerebro empezó a ver cómo los cuerpos de los
encapuchados desprendían un vaho húmedo, frío y azulado y supe sin ninguna duda
que se trataba de temor. Percibí el miedo de todos los que allí estaban,
incluidos nuestros aliados y todos los que se encontraban detrás de mí, aunque
no les viera los rostros y fuese más bien respeto. Podía olerlo, lo intuía,
notaba su emanación flotando a mis espaldas.
El antes flipado vampiro cambió su asquerosa cara al instante. Vi el
miedo en sus ojos, su mugriento vaho era más intenso que el del resto, incluso
más que el de Cayo, y eso incrementó más mis ganas de atacarle y aniquilarle.
Era como ofrecerle agua fresca a un sediento. Seguramente, nunca se había
enfrentado a un monstruoso lobo chiflado. Mis fauces salivaban y mis
descomunales y feroces colmillos se mostraban con ansias de venganza, la
clamaban a gritos.
―¡No, Jacob! ―gritó Edward.
―¡Jake! ―chilló Bella casi a la vez.
No les dio tiempo a terminar la frase. Mis patas cogieron impulso y
saltaron fuera del amparo del escudo de Bella para quedarme frente a frente con
ese asqueroso vejestorio decrépito y mi manada me siguió incondicionalmente,
quedándose a un paso detrás de mí, gruñendo y mostrando sus armas, esperando a
la orden.
Aro retrocedió a la vez que la guardia tomaba sus puestos al frente.
No hubo gesto ninguno, fue algo sincronizado y automático que seguramente
llevaban haciendo durante siglos.
Noté el temor que desprendía Bella, pero este era diferente al respeto
que emanaba el resto. Por el rabillo del ojo pude ver que era de un rosa
pálido, y no indicaba miedo de mí, sino más bien miedo por mí. Sí, temía por mí
y por mi manada, y aunque su escudo era muy elástico, tampoco podía cubrirnos y
arriesgarse a que Jane o Alec pudieran traspasarlo para acribillarlos a todos
con sus dones.
Estaba realmente preocupada, pero yo no podía echarme atrás. Tenía que
recuperar a Nessie fuera como fuera. Ella era lo más importante para mí.
Los Cullen iban a adelantarse para acompañarnos, pero Eleazar agarró a
Edward del brazo para impedírselo mientras negaba con la cabeza con seguridad,
y todos los demás también se detuvieron.
La rubia canija entrecerró los ojos y me miró fijamente durante una
fracción de segundo, que fue lo que tardó en lanzar su ataque.
En ese instante, me di cuenta de que si me torturaba a mí, llegaría al
resto de mis hermanos si seguía conectado con ellos. Lo mejor era desconectarme
en el momento en que me llegara su ataque y que ellos asaltaran a la guardia,
sobre todo a Jane y a Alec. Tal vez pudiéramos matar a unos cuantos más.
No me hizo falta comunicarles esto, con pensarlo fue suficiente para
que lo vieran.
Pude ver cómo por sus pupilas escarlata salían dos rayos de
infrarrojos semejantes a esas luces que desprenden las armas de larga distancia
que salen en las películas cuando el malo quiere matar al bueno desde la
ventana de un edificio y se sabe que le apunta en la frente porque aparece un puntito
rojo.
Ahora las dos luces se juntaban para hacerse una en mi frente lobuna y
yo me preparé psicológicamente para soportar lo mejor posible su tortura.
¡Atentos!, avisé a mi manada, para que saltaran hacia ella en
cuanto yo me desconectara y empezara a retorcerme.
Entonces, mis perplejos ojos vieron algo alucinante, pero que descifré
con total facilidad, estaba grabado en mi cerebro a fuego. En cuanto el punto
rojo tocó mi pelambrera, el destello dorado que radiaba de mí se extendió
súbitamente desde mi cuerpo, hasta que me vi rodeado de un círculo de luz
brillante que abarcaba bastantes metros. Sí, estaba completamente seguro. Era
mi fuerza espiritual, y esta empezó a resplandecer con tanta intensidad, que
cegaba. La centelleante luz deshizo los rayos rojos como si fueran un ligero
humo soplado y no pasó nada. Ni siquiera noté un cosquilleo, y mi manada
tampoco, ya que seguía conectado y ellos se encontraban bajo mi protección. Mi
poder espiritual fue menguando, hasta que volvió a su sitio y mi segunda piel
brilló igual que las demás almas.
Las miradas pasaron de unos a otros entre la guardia con desconcierto
y la chusma murmuró en voz alta. Por supuesto, ellos no habían visto nada de
esto, solamente habían observado cómo ese ataque no había servido para nada.
La rubia enana entornó sus desquiciados ojos aún más y los rayos
salieron con más vigor.
Nada. La acción se repitió ante la maravillada mirada de mis hermanos,
que podían verlo todo a través de mis pupilas. Paul hasta se dedicó a calcular
el diámetro del círculo.
―¡Es impresionante! ―exclamó Edward, llevándose las manos a la cabeza con
un rostro tan alucinado, que parecía que hubiese visto una visión o algo.
―Es el Gran Lobo, sin duda ―añadió Emmett con una sonrisa de oreja a oreja,
cruzándose de brazos, ahora totalmente relajado.
Bella se carcajeó con una malicia tal, que me dio hasta miedo. En
cambio, ella ya no rezumaba ningún tipo de vaho, tan solo ese respeto que
humeaban los demás Cullen, mis lobos y nuestros aliados.
―Podéis seguir atacando,
ninguno de vuestros dones le va a hacer efecto alguno ―anunció Eleazar con una sonrisa un tanto chulesca―. Y a su manada tampoco, ya que todos están
conexionados telepáticamente a él.
Bueno, tampoco hacía falta que lo comprobasen todos. Seguro que yo no era
invencible, alguno habría que pudiera hacerme algo.
Los semblantes de los espectros lo decían todo. Estaban tan aturdidos
y desorientados como Aro, Cayo e incluso Marco, que en estos momentos observaba
todo con suma atención. Incluso nosotros mismos estábamos un poco perdidos, la
verdad.
La rubia canija rechinó los dientes con ofensa personal y osciló la
mirada hacia su hermano, pasándole el relevo.
Mis lobos y yo volvimos a ponernos alerta y el enano entornó los ojos,
al igual que había hecho su hermana, para empezar a atacar. Solo que, en esta
ocasión, su mirada no se centró en mí. Lo hizo en otro de mis lobos para probar
por otro flanco, y el lobo que escogió no fue otro que el negro, el segundo más
grande, Sam.
¡Mierda, Sam!, rugí, agazapándome hacia delante.
Tranquilo, me calmó él, hablándome con total serenidad.
¿Tranquilo? Todos mis hermanos me importaban, pero había elegido
precisamente al menos indicado, y encima, yo no sabía cómo había hecho lo que
había hecho para evitar el ataque anterior, no sabía cómo tenía que hacer para
pararle los pies.
Antes de que me diera tiempo a reaccionar ni a ordenarle huir, dos
rayos salieron también por los ojos del vampiro Pitufo, pero estos no eran
rojos, eran de un color azul brillante y se clavaron en la frente de Sam, en un
único punto, intentando traspasarla.
Tampoco lo consiguieron. Mi espíritu desplegó él solo su poder y
volvió a extenderse para brillar con ímpetu y deshacerse de los rayos sin
esfuerzo alguno.
El Pitufo dio un paso hacia atrás, totalmente sorprendido, y miró a su
boquiabierta hermana la Pitufina con el mismo gesto. Pero entonces, igual que
si se hubiesen leído la mente, los dos se giraron hacia mí y unieron sus
fuerzas para apuntarme con sus rayos a la vez.
Nada. Mi particular escudo destructor se encargó sin problemas de
ellos y yo ni siquiera tuve que mover una pestaña. Si no fuera porque lo que
ocupaba mi cerebro era Nessie, me hubiera mofado de ellos y todo.
Mis lobos alzaron los hocicos y aullaron a la luna, como símbolo de
orgullo y victoria.
Algunos de los testigos que se escondían tras la retaguardia empezaron
a mirarse los unos a los otros con inquietud manifiesta ―sus vahos así me lo mostraban― y sus pies emprendieron la huida para abandonar
esos puestos que antes creían tan seguros. En cuanto uno inició la marcha,
comenzaron a unirse más chupasangres. Era lógico. Sin los dones de los Pitufos
y del resto, los Vulturis no tenían nada que hacer. Nuestro bando les superaba
en número y los que disponían de poderes en nuestras filas podían utilizarlos a
sus anchas contra ellos. Los Vulturis habían perdido esta particular batalla.
La Pitufina se ofendió y se adelantó un paso, envarándose y retirando
su labio hacia atrás, preparándose para otro ataque inútil. Tenía que reconocer
que valor y perseverancia no le faltaba.
―Basta ―intervino Aro, saliendo de su madriguera, alzando la
mano en son de paz.
La guardia se abrió para dejarle paso y el muy desgraciado se plantó
delante de mí, aunque eso sí, a un par de metros de distancia. Su vaho todavía
rezumaba por encima de su cabeza.
Volví a agazaparme y a rugir para reclamar lo que era mío y la nieve
de las cimas se desprendió de nuevo en pequeños aludes que recorrieron las
faldas de las montañas. No hizo falta que Edward le tradujera.
―Traed a Renesmee ―ordenó a dos de los encapuchados con ese momificado
semblante rebosando resignación y claudicación.
No hubo deliberaciones ni petición de consenso. El Vulturis aburrido
asintió con sus ojos muy despiertos y Cayo hizo lo mismo con su vaho saliéndole
por las orejas.
Edward y Bella ―esta trayendo
consigo su magnífico escudo para cubrirnos a todos de nuevo, por si acaso― se adelantaron y se pusieron a mi lado.
Tampoco hubo ninguna protesta. El claro se llenó de un mutismo
absoluto mientras los dos espectros se dirigían como rayos al mismo sitio en el
que se suponía que antes iba a estar Nahuel.
¡¿No la habrán dejado sin vigilancia junto a esa garrapata, verdad?!, protesté con
energía.
La imagen de aquella vez en el bosque en la que ese degenerado estaba
encima de mi chica intentando forzarla vino a mi mente por sí sola y mi tórax
comenzó a vibrar con ira. Con tan solo pensarlo, ya se me erizaba el lomo para
atacar a lo que fuera.
Pero ese asqueroso recuerdo se marchó de repente cuando Edward se
inclinó hacia delante y soltó un rugido que también retumbó en las montañas,
mientras ya se veía a los dos guardias regresando, cargando con una especie de
carruaje dorado sin ruedas que parecía muy antiguo. No me dio tiempo ni a
emocionarme. Su cara retorcida de angustia y furia al mismo tiempo no me gustó
ni un pelo.
¡¿Qué pasa?!
―¡¿Qué pasa?! ―preguntamos Bella y yo a la vez.
―¡Alguien se la ha llevado! ―bramó, haciendo que los Vulturis se giraran para
mirarle completamente perdidos.
UNA PROMESA ES UNA PROMESA Y TIENES
QUE CUMPLIRLA
¡¿Cómo?! ¡¿Qué era esto?! ¡¿Que Nessie no estaba?!
En ese mismo momento, los dos espectros terminaron su rapidísimo viaje
de vuelta, posaron el carruaje y se acercaron con precaución a los viejos
decrépitos para darles la misma noticia.
―¡¿Quién habrá osado a
llevársela?! ―voceó Aro, indignado,
abriendo la cortina del habitáculo para comprobar su interior.
Actué sin pensar. Me acerqué como una exhalación, provocando un susto
en el Vulturis y en toda su guardia ―aunque tampoco
se atrevieron a moverse―, y metí mi
enorme cabeza en el carruaje con ansiedad para verificarlo. Dentro había un
camastro, como había dicho Edward; vacío. Sin embargo, el habitáculo estaba
lleno de su maravilloso olor, y era reciente.
Su vaho aumentó de intensidad cuando saqué la cabeza y me incliné para
rugirle casi en la cara.
¡Idiotas! ¡Se la ha llevado Nahuel!, grité, aunque ellos
solamente me vieron rugir con cólera.
―¡Ha sido Nahuel! ―repitió Edward, rechinando los dientes con furia.
Bella se quedó tan paralizada por el shock, que no pudo ni moverse; si
no fuera un vampiro, se hubiera desmayado.
No sé por qué me dio por ahí, pero mi cabeza se alzó instintivamente
para mirar a lo alto y mis ojos casi se salen de su sitio cuando lo vi.
Allí, en la cima nevada de una de las montañas, brillaba una luz
brillante y fulgurante, tan alta como una hoguera gigantesca. Lo supe en cuanto
lo vi. Era el aura de Nessie, que parpadeaba, llamándome para que fuera en su
busca.
Había estado tan concentrado en querer cargarme a la momia chiflada,
que no me había fijado en ese enorme fogón. ¡¿Sería estúpido?!
No lo dudé ni un momento. Mis patas tomaron impulso para salir volando
en dirección a la luz, dejando atrás todo lo demás.
―¡Jacob! ―gritó Edward a mis espaldas.
¡La traeré, te lo prometo!, juré con determinación. Vi
por el rabillo del ojo cómo Edward asentía con confianza. ¡Vosotros quedaros
ahí para ayudar a los Cullen!, ordené a mi manada mientras seguía galopando
a todo lo que daban mis patas.
Acto seguido, me desconecté. No quería que nada me desconcentrase,
tenía que poner todos mis sentidos en mi búsqueda.
La potencia de mis músculos era superior y eso se notó en mi
velocidad, los árboles que pasaban por mi lado eran rayas rectas y el aire
zumbaba en mis oídos como si de un fiero huracán se tratase.
Comencé a subir por una pendiente parecida a la que habíamos
atravesado para llegar al claro, llena de árboles que hacían el camino muy
estrecho. Ahora era mucho más angosto que antes, puesto que mi tamaño se había
incrementado y me costaba más pasar entre ellos.
Llegué a una bifurcación, así que miré a través de las copas de los
árboles para ver el aura de Nessie y orientarme en la dirección correcta, ella
era mi brújula. Seguí por el trayecto que daba a la luz de mi ángel.
Solo esperaba que no fuera demasiado tarde, que ella estuviese bien,
que no tuviera ningún rasguño. Eso parecía, su alma refulgía con vigor.
Mi Nessie, mi ángel.
Mi corazón latía a mil por hora, frenético por encontrarse con ella,
pero también ansioso y rabioso por terminar de una vez por todas con ese
Nahuel. Esta iba a pagármela. Si se le ocurría tocarla un solo pelo, o hacerla
un solo arañazo... Las imágenes del bosque volvieron a mi chalada cabeza para
estamparse con saña. Aplasté unas muelas contra las otras para controlar mi
enorme sed de venganza hasta que me encontrara con él. No tenía que
desperdiciar ni un ápice de fuerzas, tenía que gastarlas todas con ese
malnacido.
El camino empezó a volverse más rocoso y más frío conforme me acercaba
a la cima y la luz se veía muy próxima, casi podía tocarla. Ya no había tantos
árboles, lo cual me aportó un poco más de libertad de movimientos y mi carrera
se benefició de ello.
Seguí subiendo a toda mecha por ese sendero, ya únicamente de piedra
cubierta por algo de nieve, y me topé con un río que descendía por la ladera en
un torrente continuo lleno de saltos y pequeñas cascadas provocadas por los
salientes rocosos de la montaña. Lo atravesé, escalando con mis cuatro patas, y
continué en mi ascenso hacia la luz.
La nieve se derretía bajo las almohadillas de mis patas en el momento
en que alcancé la cima, y salí a un pequeño redondo completamente llano en el
que la luminiscencia que perseguía se hizo presente. Y entonces, mi corazón
pegó un salto para latir con locura cuando por fin la vi, y ya no me fijé en
nada más.
Estaba sola. Su delicado cuerpo yacía sobre la helada nieve,
desprotegido, y sus largos y abiertos rizos estaban extendidos sobre el hielo,
destacando y haciendo contraste con la nívea superficie.
Me acerqué inmediatamente y arrimé el hocico a su precioso rostro para
comprobar su estado. Olí ese aroma que tanto había echado de menos y lamí sus
mejillas mientras gimoteaba ansioso.
Sufría algunos síntomas de hipotermia: temblaba, su carita estaba fría
y sus labios estaban morados, pero estaba viva, su dorada aura refulgía con
ímpetu. Miré sus ropas, todo en su sitio, y no tenía ni un arañazo. Solamente
estaba profundamente dormida.
O eso creía.
―Jacob… ―susurró a duras penas.
¡NESSIE!, lloriqueé como un blandengue.
Pero seguía dormida. Seguía llamándome en sueños. Mi Nessie, mi dulce
y preciosa Nessie.
Ya estoy aquí, mi amor, le dijo el estúpido de mí, como si fuera a
oírme o algo.
Seguí desconectado de mi manada. No era por nada, pero quería disfrutar
de un poco de intimidad en este momento, tenía muchas emociones acumuladas, y
también cuando se despertase, porque tenía pensado besarla como nunca antes. Me
conectaría lo justo para dar la noticia de que la había encontrado y que estaba
bien, con el fin de que sus padres se tranquilizaran, y después volvería a
desconectarme para seguir besándola.
Sin embargo, lo que urgía ahora era su hipotermia. Tenía que darle
calor para que se recuperase antes de iniciar el descenso y llevársela a sus
padres. Me moría de ganas de cambiar de fase para besarla y estrecharla entre
mis brazos, pero era mejor seguir en mi forma peluda para acurrucarme a su lado
y proporcionarle más calor.
No me dio tiempo ni a doblar una pata.
En cuanto noté el maloliente efluvio y esa emanación de color malva,
me giré ipso facto hacia atrás para protegerla.
Mis pupilas casi se caen de sus cuencas cuando vi al licántropo
sujetando la cabeza de Nahuel por su coleta en una de sus manos, con la sangre
todavía fresca chorreando de la sección de su cuello y una expresión de horror
en el rostro. Aún tenía los ojos abiertos.
No me había hecho falta vengarme, el licántropo se había tomado su
revancha personal.
Ese monstruo era más monstruoso todavía. Había luna llena y su
transformación era completa. Su tamaño era superior y su cuerpo, musculado y
totalmente cubierto de un pelo largo marrón oscuro, se asemejaba más a un lobo
de pie, solo que sus patas delanteras eran manos descomunales que estaban
dotadas de unas poderosas garras afiladas como cuchillas. Su cabeza también
estaba desfigurada por completo, ahora tenía una fisonomía lupina, con un
hocico lobuno, aunque más redondeado, y su babosa boca estaba provista de unos
grandes colmillos no menos afilados que sus garras.
Se quedó quieto, mirándome con sus ojos amarillos bien abiertos, con
la luz de la luna reflectaban todavía más. Él también vio el cambio en mí.
Después, osciló su hambrienta vista hacia Nessie.
Ya sabía lo que quería, y no se lo iba a permitir.
No tuve ni que pensarlo, mi fibra lupina actuó por sí sola. Mi cuerpo
y mi cola se enderezaron bien, al tiempo que mi lomo se erizaba y mi pecho se
hinchaba, y le advertí que ella era mi chica con una serie de gruñidos y una
exhibición de mis colmillos, que no tenían nada que envidiar a los suyos.
Entendió a la perfección mi lenguaje, pero, como me temía, no estaba
dispuesto a rendirse tan fácilmente. Tiró la cabeza de Nahuel a un lado y se
acercó a mí, eso sí, lentamente y a la defensiva, mostrándome su dentadura de
nuevo mientras gruñía.
Seguí cubriendo a Nessie, agazapándome para clavarle la mirada con
odio a ese asqueroso licántropo, y le gruñí con más contundencia, levantando mi
labio hasta arriba con rabia.
Caminó a mi alrededor en círculos y yo me moví para fintarle y no
dejar que llegase a Nessie. Antes muerto.
Hizo un amago de acercamiento cuando una de sus piernas se adelantó
para tratar de agarrarla por el brazo, y yo me interpuse de inmediato,
envarándome frente a él. Rasgó el viento con su garra al intentar llegar a mi
cuello, que se apartó con unos reflejos mucho más sobrenaturales que los que
tenía antes de mi cambio.
Mi tórax se llenó de aire y lo expulsé con furia, produciendo un
rugido prolongado y estremecedor que hizo eco en las montañas lindantes,
reclamando mi supremacía y dominio, y él retrocedió un par de pasos con un
ligero vaho rezumando de su cabeza.
Pero sabía que ni mucho menos iba a dejarlo ahí. Sus ojos se movían
hacia Nessie continuamente con una ansiedad obsesiva y no iba a parar hasta
conseguirla.
O hasta que yo le parase los pies de una maldita vez, e iba a hacerlo
fuera como fuera. Esa bestia no iba a tocarla ni uno solo de sus brillantes
cabellos. Volví a rugir con cólera cuando estos pensamientos se hicieron cargo
de mi sesera.
El licántropo se acercó con rapidez a mí y se puso en un cara a cara
conmigo, levantando su asqueroso labio mientras resollaba por las narices y
emitía amenazadores gruñidos.
Su mensaje era claro. Me estaba desafiando.
Nada pude hacer para refrenar a mis instintos, la llamada de la lucha
era demasiado fuerte, mis colmillos ya se alzaban solos y mi caja torácica ya
estaba respondiendo a su petición. Tenía que defender lo que era mío por
derecho: mi chica y mi supremacía. Sabía que esto iba a ser una batalla a
muerte, pero no me quedaba más remedio que pelear con él si quería proteger a
Nessie, ella era lo primero y más importante. Me centré en esto último.
Con una fuerza brutal, respondí a la pulsión que me llamaba desde lo
más hondo de mi ser y me abalancé sobre el licántropo con la dentadura por
delante.
Por supuesto, esa bestia no se quedó parada. Justo en el momento en
que mi cuerpo hizo contacto con el suyo, me rodeó con sus brazos para
bloquearme, sin embargo, la potencia de mi embuste fue tal, que los dos nos
caímos sobre la nieve y rodamos unos cuantos metros.
Ambos nos pusimos en pie de inmediato y yo me apresuré a escudar a
Nessie, fintando con él para que no encontrara ni un solo hueco por el que
pasar. No quería ni que la oliese.
Eso le enfureció enormemente y el que se arrojó hacia mí entonces fue
él.
Clavé las patas traseras en la nieve, aguanté su empuje y nos
enzarzamos en un forcejeo en el que los dos chasqueábamos las mandíbulas para
tratar de clavarle los dientes al otro y en que también terminamos
contorneándonos por el hielo.
Los restallidos de nuestros dientes y los rugidos resonaban en las
cordilleras que nos rodeaban, hasta que también se escuchó el gemido que salió
por mi garganta cuando una fila de cuchillas se clavó en mi costado.
Me retiré hacia atrás, al tiempo que ese sucio licántropo sacaba las
garras de su mano de mis carnes. El dolor era penetrante, pero no me achiqué.
Seguí protegiendo a mi chica, caminando en eses delante suyo para que ese
monstruo no se acercara a ella lo más mínimo. Además, ya empezaba a notar cómo
mi herida se estaba curando, parecía que lo hacía más rápido de lo normal.
El licántropo me miró sorprendido, no se creía que su ataque no me
hubiera afectado y que ya no tuviera herida alguna. Seguramente nunca había
oído hablar de la rápida curación de los metamorfos. Aun así, no me confié. Si
me clavaba sus colmillos, era hombre muerto.
Y eso intentó de repente. Arremetió su boca contra mí con tanta
violencia, que tuve que recular y dejar a Nessie entre mis patas, mirándola por
el rabillo del ojo para no pisarla.
Fue entonces cuando me percaté de que su hipotermia se había agravado.
Sus temblores eran más fuertes y su piel estaba adquiriendo una tonalidad que
no me gustaba nada.
El licántropo aprovechó esa pequeña distracción de décimas de segundo
para embestirme de nuevo y me lanzó varios metros en los que mi cuerpo derrapó
hacia atrás.
Agarró a Nessie por su delicado brazo y la arrastró como si de un saco
se tratase. Eso me encolerizó hasta tal punto, que me cegué. No. No iba a
tocarla nunca más.
Me levanté a una velocidad vertiginosa, rugiendo, y corrí hacia él
para saltarle encima. Soltó a Nessie, que quedó tendida sobre la nieve otra
vez, y caímos dando vueltas el uno sobre el otro.
Empezamos una lucha encarnizada en la que consiguió tajarme por varios
sitios, él jugaba con ventaja al disponer de más armas, pero yo no me rendí, ni
mucho menos. Me rajaba con sus cuchillas en un sitio, pero la otra herida anterior
ya estaba casi curada. Eso hacía que no perdiera mucha sangre y pudiera
mantenerme con fuerzas suficientes para hacerle frente. Gimió cuando le hinqué
bien los dientes en la clavícula, aunque lo que había intentado era llegar a su
cuello, puesto que tenía que arrancarle la cabeza para acabar con él. Lo que no
sabía es que él también llegaba a mi paletilla. Me clavó los colmillos con
tanta saña, que noté cómo se incrustaban, igual que si fuera a cámara lenta.
Gañí con potencia y dolor a la vez que un acto reflejo hizo que me
despegara de él y me levantara sobre mis cuatro patas. El licántropo también se
puso en pie y nos quedamos frente a frente, observándonos, todavía a la
defensiva. Su asquerosa boca se torció en una especie de sonrisa arrogante, me
había herido de muerte y ahora solamente tenía que esperar a que su repugnante
veneno hiciera efecto en mí.
Enseguida lo noté, sus efectos no se hicieron esperar. Sentí cómo su
ponzoña se extendía por todo mi organismo a través de mis venas, esta quemaba
al pasar igual que si fuera ácido, y una fiebre extraña se instaló en mi
cuerpo, haciéndolo arder. La vista comenzó a nublárseme intermitentemente y mi
respiración empezó a ser dificultosa y pesada. Mis patas estaban débiles y
querían tambalearse para tumbarme definitivamente.
Miré a mi Nessie, a mi ángel. Si yo caía aquí, ese monstruo…
No, no iba a hacerlo, no iba a rendirme, ni hablar. Esa bestia
repulsiva no iba a tocarla ni un solo milímetro de piel. Ahora ya tenía firmada
mi sentencia de muerte, ya no tenía nada que perder si me volvía a morder,
ahora podía ir a por todas, e iba a hacerlo. Yo moriría, pero él se iba a venir
al infierno conmigo. Daría mi último soplo de vida por ella, la protegería
hasta la muerte. Ella era lo único y más importante.
Mi Nessie, mi ángel.
Mi aura estalló con furia y mi fuerza espiritual se extendió hasta donde
se perdía la vista; un círculo de luz brillante y cegador que cubrió las
montañas y se expandió más allá. Todas las células de mi organismo se llenaron
de esa energía, que traspasó mi cuerpo como si de electricidad se tratase, y
las cargó de adrenalina. La suficiente para aguantar hasta que me lo cargase de
una vez por todas.
Me erguí de nuevo y aullé a la luna con poder y autoridad, anunciando
lo que iba a hacer a los cuatro vientos. Cuando bajé la cabeza para clavarle la
mirada con inquina, su vaho llegaba hasta el cielo, aunque no me hacía falta
ver eso para adivinar que estaba desconcertado y acobardado, su nauseabunda
cara lo decía todo. No se podía creer que su sucio veneno no me hubiera tumbado
todavía.
Me agazapé, tensé todos los músculos de mi cuerpo y escupí un rugido
tan estremecedor como amenazante. No le dio tiempo a huir. Me abalancé sobre
esa masa peluda sin pensármelo dos veces y me enganché a su cuello para
hincarle la dentadura. Ahora el que gemía con potencia y dolor era él.
Se revolvió y me cortó de nuevo con sus afiladas cuchillas. Me importaba
un bledo. Mi cólera era tal y mi muerte estaba tan cercana, que no solté su
gaznate. Siguió rodando por la nieve conmigo colgando para tratar de
desengancharme, pero resistí. Como si de una presa se tratase, hundí más los
colmillos y mi mandíbula presionó con todas sus fuerzas, hasta que escuché un crack.
Su cuerpo quedó flácido encima del mío, sin embargo, seguía vivo.
Solamente le había roto el cuello y lo había dejado parapléjico. Aunque no permanentemente.
Eso no bastaba, con el tiempo se regeneraría y seguiría con vida. Solo había
una manera de matar a un licántropo: arrancándole la cabeza. Me volteé sin
soltar a ese despojo, lo sujeté por el pecho con mis patas y tiré de su cabeza
hacia arriba sin ningún atisbo de dudas ni compasión.
Casualidades de la vida, su cabeza rodó hasta que quedó junto a la de
Nahuel. Las dos tenían el mismo semblante horrorizado.
Después de este esfuerzo, mis patas doblegaron y caí encima del cuerpo
del licántropo. El dolor y la quemazón de mis venas volvieron a sentirse con
intensidad y la fiebre de la rabia que me había sido contagiada comenzaba a
hacer arder todo mi ser.
Pero no podía quedarme allí. Todavía no. Mi ángel. Nessie me
necesitaba. Tenía que sacarla de allí o se moriría de frío, tenía que
llevársela a Bella y a Edward para que estuviese a salvo. Entonces podría
morirme en paz. Además, se lo había prometido a Edward y yo era un hombre de
palabra.
Su rostro era precioso, aun estando algo azulado por la hipotermia. El
mirárselo me dio fuerzas para levantarme y adoptar forma humana. Era mi último
chute de adrenalina.
Arranqué los pantalones de la cinta de cuero sin ni siquiera
desabrocharla y me los puse lo más rápido que mi dolorido organismo me permitió.
Me arrodillé con prisas a su lado, metí las manos bajo su cuerpo y la
levanté como pude para tomarla en brazos. Me costó ponerme en pie, pero lo
logré solo con mirarla.
Estaba congelada, sus temblores ya eran más parecidos a convulsiones y
sus labios estaban amoratados. Apoyé su cabeza con cuidado en el pliegue interior
de mi codo y la arrimé bien a mi pecho, estrechándola entre mis brazos para
darle más calor. Acerqué mi rostro al suyo y la besé, dejando nuestros labios
entrelazados para que se le calentasen un poco. Puede que ese fuera mi último
beso.
Los solté cuando me pareció que ya estaban más cálidos, en realidad,
todo su cuerpo pareció caldearse algo con el contacto del mío y ya no tiritaba
tanto.
―Jake… ―musitó con un frágil hilo de voz, abriendo ligeramente
sus dulces ojos.
Un nudo gigantesco se agarró a mi garganta, de las emociones
indescriptibles que sentí en ese momento.
―Ya estoy aquí, preciosa ―le susurré en la boca con tranquilidad para que no
se asustara.
Su todavía helada mano se aferró a mi nuca débilmente para acercarme
más a ella y sus dulces ojos me reclamaron como nunca.
―Jake…
Aunque todavía estaba adormilada, nuestros labios volvieron a
encontrarse para besarse con una pasión cargada de emoción y entusiasmo. Por
fin sentía otra vez esa energía mágica que nos envolvía siempre, cuánto la
había echado de menos. Sus ojos no fueron los únicos que desbordaron lágrimas,
los míos no pudieron evitar que estas saltaran y rodaran por mi cara hasta
terminar fundiéndose con sus mejillas.
Mi mente se llenó de todos los recuerdos preciosos y felices junto a
ella, esos casi siete años maravillosos pasaron como si de una película se
tratase. Sin embargo, mi felicidad era amarga. Este beso era un reencuentro y
una despedida. Nuestro último beso. Pronto me tendría que ir de este mundo y
tendría que dejarla sola. Y sabía qué tenía que hacer antes de irme. Nessie
tendría que ser fuerte. Esperé hasta que terminamos de besarnos.
El dolor ya empezaba a ser inaguantable y ella seguía con síntomas de
hipotermia, así que tenía que hacerlo rápido para que me diera tiempo a bajarla
de la montaña para llevársela a sus padres.
Pegué nuestras frentes y clavé mis pupilas en las suyas con
determinación.
―Quiero que me prometas una
cosa ―le dije.
―¿Qué? ―preguntó sin comprender; todavía estaba medio
dormida y hablaba con dificultad.
―Quiero que me prometas que
vivirás.
―¿Cómo? No… no te entiendo… ―frunció su adorable ceño con extrañeza.
Tenía que conseguir que me lo prometiera, si antes sospechaba que algo
no iba bien, no lo haría. Y sabía que si no me lo prometía, no cumpliría mi
deseo, éramos almas gemelas.
―Prométemelo, por favor ―insistí con un murmullo―. ¿Verdad que vas a vivir?
Esto era trampa, pero era la única manera.
―Claro, ya no tengo… tanto
frío ―afirmó en una voz muy baja,
aún bajo los efectos del sedante que le hubiesen dado.
―Prométemelo. Prométeme que
vivirás.
―Está bien ―murmuró a duras penas, con los ojos cerrados―. Te… te lo prometo.
No se imaginaba lo feliz que me hacía.
―Gracias ―susurré con otro nudo en la garganta, y la besé.
Ya no había tiempo que perder, la vista empezaba a nublárseme por
momentos y la fiebre estaba aumentando. Tenía que bajarla antes de que la rabia
se apoderase de mí del todo. La arrimé más a mí y apoyé su mejilla en mi pecho
para iniciar el descenso.
Corrí lo más rápido que fui capaz por el sendero que discurría por la
ladera de la montaña, procurando no tropezarme con los salientes de la
superficie rocosa.
Llegué a la zona arbolada. Ahora podía pasar mejor entre los árboles,
pero estos aparecían ante mí como dibujos nublados y no me quedó más remedio
que ir un poco más despacio para poder esquivarlos, mis reflejos iban con
efecto retardado.
Todos mis músculos parecían agarrotados y el dolor ya era
insoportable, me sentía arder por dentro, igual que si me estuviese quemando
con ácido. Mis pulmones se afanaban en respirar a toda velocidad y sentía un
nerviosismo desmedido. La rabia hacía presencia cada vez más en mi organismo y
eso era peligroso para Nessie. Si perdía la razón del todo, puede que terminara
haciéndola daño. Tenía que sacar fuerzas de donde fuera para ponerla a salvo.
Comencé a descender por la pendiente que daba al valle donde nos
habíamos reunido con los Vulturis.
Mi vista se topó de frente con los Cullen, con mi manada y con los de
Denali, que esperaban mi llegada unos metros más allá. No había ninguna duda.
Edward ya estaba al tanto de todo. Su semblante dejaba ver una mezcolanza de
sentimientos que iban desde la alegría por ver a su hija hasta una extraña
expresión de amargura y tristeza mezclada con integridad y respeto. Asintió
para darme las gracias con el mismo rostro.
Nessie pareció despejarse algo más y rodeo mi cuello con sus brazos
para incorporarse un poco y abrazarme. Aproveché para inhalar su maravilloso
efluvio, eso me daba las últimas fuerzas.
Aun medio anestesiada, no se le escapaba nada.
―¿Qué te pasa? Tu piel está
ardiendo ―advirtió, tocando mi mejilla
con el dorso de su mano―. Parece que
tengas fiebre, y estás sudando…
Sus dulces ojos se toparon con los míos cuando levantó la cabeza de mi
hombro, y su mirada lo dijo todo. Sí, me conocía demasiado bien.
―¡Renesmee! ¡Gracias a Dios!
Unas manos heladas la despegaron de mí. Ella las tendió en mi
dirección mientras Bella la tomaba en brazos para abrazarla entre sollozos.
―¡Jake! ¡¿Qué te pasa?! ―gritó, tratando de zafarse de su madre para
alcanzarme con los brazos.
Pero yo apenas podía moverme y hablar. Mis piernas me sostenían en pie
de pura inercia.
Bella se dio cuenta enseguida y su semblante rebosante de felicidad
cambió de repente. Dejó a su hija en el suelo, desconcertada, y Edward corrió
para ponerse a su lado.
Toda mi manada se acercó, gimoteando, y el resto de los Cullen y
nuestros aliados se apresuraron para aproximarse con preocupación.
Nessie se abalanzó a mis brazos y comenzó a tocarme el rostro con
ansiedad y angustia.
―¡Jake, ¿qué te pasa?!
―Ne… Nessie… ―murmuré con una voz que me salió más débil de lo que
quería―. Te quiero ―y alcé mi mano para acariciarla el rostro con la
poca fuerza que me quedaba―. Siempre… te…
querré.
―¡¿Qué quieres decir?!
―Me lo… prometiste… Tú
vivirás…
―¡No, por favor! ―lloró―. ¡Dime que ese
licántropo no te ha mordido!
Bella se llevó las manos a la boca, horrorizada, y se giró para llorar
en el hombro de Edward. Los gimoteos de mi manada se hicieron más fuertes.
La oscuridad empezaba a vencerme.
―¡Jake! ¡Jake! ―chilló mientras me daba palmadas en la cara para que
abriera los ojos.
―Velaré… por ti… Siempre
estaré… contigo…
―¡No! ¡No puedes hacerme
esto! ¡Me prometiste que nunca te irías
de mi lado! ―declaró entre lloros desesperados―. ¡Tú también
tienes…! ¡Prométeme que lucharás hasta el final por mí! ¡Prométeme que no te
rendirás y que vivirás! ¡Jake, por favor, no me dejes! ―sollozó, pegando su frente a la mía con ímpetu―. ¡Vive por mí!
―Nessie…
―¡Prométemelo!
―Te lo… prometo…
No me dio tiempo a más. La oscuridad se cernió sobre mí y mis piernas
cedieron, desplomándome en el suelo como un árbol caído.
―¡NOOOOO! ―chilló Nessie.
―¡JACOB! ―gritó Bella.
Las voces, los gimoteos y los gritos se oían lejanos, cada vez más.
―¡JAKE, NO ME DEJES! ¡TE
QUIERO! ―fue lo último que escuché.
Te quiero, mi Nessie, mi ángel.
No quiero dejarte. Perdóname. Mi dulce y precioso ángel.
No, no quiero irme.
Mi promesa.
Soy un hombre de palabra.
Oscuridad y silencio.
Nessie, Nessie…
Mi espíritu.
Mi alma se va…
= LIBRO TRES =
RENESMEE
PREFACIO
―Quiero que me prometas una
cosa ―me dijo con firmeza.
Su voz todavía sonaba con eco en mis oídos y aún estaba algo
desorientada. No sabía si seguía soñando con él o esto era real, aunque ese
beso había sido tan intenso.
―¿Qué? ―pregunté sin comprender.
―Quiero que me prometas que
vivirás.
―¿Cómo? No… no te entiendo…
Estaba entre sus brazos, ¿cómo iba a morirme?
―Prométemelo, por favor ―murmuró con insistencia―. ¿Verdad que vas a vivir?
Los ojos se me cerraban sin poder evitarlo, pero solamente era sueño,
ya casi no temblaba. Su calor me arropaba, por fin me envolvía su maravilloso
efluvio de nuevo y me sentía en el cielo.
―Claro, ya no tengo… tanto
frío ―le dije con un murmullo, que
era lo único que mi garganta podía proferir.
―Prométemelo. Prométeme que
vivirás ―volvió a repetir.
No entendía tanta insistencia. ¿Tan mal aspecto tenía? Sin embargo, yo
no me sentía mal. Lo único que tenía era sueño. Ahora estaba colmada de
felicidad, y pegada a su pecho entraba en calor con cada segundo que pasaba. Lo
hice para que se quedara más tranquilo.
―Está bien ―mis párpados terminaron cediendo del todo―. Te… te lo prometo.
―Gracias ―susurró.
Entonces, noté cómo me besaba otra vez con sus ardientes y suaves
labios y mis mariposas volaron de nuevo hacia el cielo estrellado.
PROMESAS
Oscuridad.
Mi cuerpo inerte flotaba en
un mar negro de profundidad infinita.
La nada.
Me dejaba llevar por una
marea invisible, iba a la deriva hacia ninguna parte, tan solo se veía un
horizonte oscuro, interminable, vacío…
Pero yo seguía notando mis
cables de acero bien atados a él, sin embargo, por más que tiraba de ellos para
encontrarle, él no aparecía…
Jacob.
Mi Jacob.
El final de los cables no
aparecía nunca, parecía que fueran inacabables.
Tirar, tirar.
La nada.
Ahora me encontraba bailando
sola un baile de dos, sin música, daba vueltas en un estado agónico, perdida,
sin ritmo ni cadencia.
Vueltas, vueltas, vueltas,
vueltas…
Jacob.
Mi Jacob.
Apenas se oían las voces tan
lejanas que me rodeaban, mis sentidos se negaban en rotundo a llevar a cabo su
trabajo. Todo mi ser se negaba a vivir. No, sin él, no.
Soledad.
Jacob.
Mi Jacob.
Mi despedazado corazón no
quería latir, ya no tenía motivos para hacerlo. Estaba completamente desolado,
vacío como el espacio en el que me encontraba. El dolor que sentía era
demasiado desgarrador como para poder soportarlo.
Mi alma seguía con vida,
aunque se movía en penitencia por la nada, llorando, chillando de rabia y de
dolor.
Luto.
Jacob.
Mi Jacob.
Frío.
Mucho frío.
Jacob.
Mi Jacob.
¡Jacob!
¡Jacob!
¡JACOB!
Una brisa prodigiosa y
cálida pasó a mi lado, rozándome. Era tan fuerte, que hizo que mi pelo se
elevara y, entonces, todos mis sentidos despertaron de su letargo como si les
hubiesen puesto una inyección de adrenalina.
Su olor. La brisa trajo
consigo su olor. Su maravilloso efluvio me recorrió de la cabeza a los pies
cuando lo inhalé, tomando todo mi cuerpo, haciéndome sentir un placer
indescriptible, haciéndose cargo de cada una de mis células. Todos los
recuerdos de mi vida junto a él comenzaron a desfilar por mi mente, pude
incluso sentirlos como si los estuviese reviviendo de nuevo. Nuestros juegos
cuando era pequeña, sus calientes dedos rozando y estremeciendo mi piel, sus
labios ardientes y sedosos deslizándose por los míos por primera vez, su
preciosa y deslumbrante sonrisa, sus bromas, su entusiasmo, su entrega en todo,
mis adorados e hipnotizadores ojos negros clavados en mis cautivadas pupilas,
su poderoso cuerpo perfecto saliendo del río, la primera vez que noté su piel
pegada a la mía, su donación de sangre, sus manos deslizándose por mi espalda,
por mi pecho, sus caricias, sus dedos jugando con mi pelo, su intensa pasión,
su fuego, su abrasador y delicioso aliento, aquel eterno y definitivo beso bajo
la lluvia por el cual descubrimos mi imprimación, nuestra intensa, maravillosa
y mágica primera vez, su increíble forma de hacerme el amor, nuestra escapada
de aquella noche lluviosa y salvaje, nuestra alucinante luna de miel, su
tersa y tórrida piel, su contagiosa alegría, su bondad, su lealtad, su
generosidad, su carácter impulsivo y apasionado, su raza, su coraje, su
ternura, su inteligencia, su verdad, su honestidad, su poderosa fuerza interior,
mi espectacular Gran Lobo protegiéndome, su inmenso e infinito amor por mí...
Mis maravillados ojos se cerraron en respuesta y las lágrimas empezaron a
descender por mis mejillas. Mi pulsera de cuero rojizo vibró y…
Nessie…
Mis párpados se abrieron de
sopetón al escuchar su ronca voz llamándome.
―¡Jacob! ―grité entre
lloros.
Pero lo único que
encontraron fue la vista granulada y nublada de un techo.
Unas manos heladas
comenzaron a acariciarme el rostro con ansiedad.
―Ya está, hija, ya pasó
todo. Estoy aquí ―susurraba mamá sin dejar de tocarme la cara―. Gracias a Dios ―sollozó―.
¡Carlisle!
―¿Dónde estoy? ―pregunté,
totalmente desorientada y confusa, mientras me incorporaba para mirar a mi
alrededor―. ¡Jacob!
Sin embargo, mi Jacob no
estaba.
―Tranquila, cariño ―me calmó
mamá, mirándome con sus pupilas oscurecidas por la sed, tristes―. Estás en tu
cuarto.
Noté un tirón en mi muñeca y
me fijé en el tubo que estaba enganchado a esta y que llevaba a un gotero de
suero. Mamá se encontraba en la cama, a mi lado. Tuve que volver a echarme
cuando me mareé.
―Llevas tres semanas
inconsciente ―me explicó, frotando mi frente con la mano.
―¿Tres semanas…? ―mi voz se
apagó y no pude terminar la frase.
―Te desmayaste cuando Jacob…
Su frágil oración también se
quedó en el aire al ver cómo mis ojos se cerraban con amargura y desbordaban
más lágrimas.
Carlisle entró en mi
habitación con celeridad y apartó una silla que había junto a la cama. Detrás
de él entraron Jasper y Esme.
―Renesmee, cielo ―exclamó esta
última, sentándose en la cama junto a mi madre para acariciarme el brazo.
―Gracias a Dios ―la acompañó
Jasper.
―¿Cómo se encuentra? ―quiso
saber mi abuelo, abriendo mis abatidos párpados para mirarme las pupilas con
una cegadora luz.
No sé qué le respondió mi
madre.
Tres semanas. Jacob llevaba muerto
tres semanas. Mi mente se negaba siquiera a sugerir tal palabra. Mis manos
aferraron la sábana bajera en puños cuando un agudo pinchazo me atravesó el
corazón y el dolor se volvió brutal e insoportable. Todavía tenía su olor en la
nariz y su voz había sonado tan alta y clara… Pero Jacob no iba a volver jamás.
Las lágrimas volvieron a rodar por mis mejillas con desolación. Hubiera sido
mejor seguir inconsciente de por vida hasta que mi machacado corazón decidiera
dejar de latir de una vez por todas.
―¡NOOOOO! ―grité con una voz
desgarradora que a punto estuvo de dejarme sin cuerdas vocales.
Mis uñas se aferraron con
tanto dolor, que terminaron rasgando la sábana inferior.
―¡Cálmate, hija, por favor! ―suplicó
mamá, desesperada.
―¡JACOB! ―lloré,
desconsolada, girándome para ponerme boca abajo y hundir la cara en la
almohada.
La mano de mi madre me
acariciaba la cabeza en un intento inútil de consolarme.
―Cielo… ―sollozó.
Jacob. Mi Jacob. Mi amor, mi
mejor amigo, mi ángel de la guarda, mi alma gemela, mi compañero, mi vida, mi
todo. El inmenso dolor era insoportable y desgarrador. Parte de la almohada se
quedó encerrada en mis manos apretadas cuando mi corazón se encogió del enorme
calambre. La peor y más horrible de mis pesadillas se había hecho realidad.
Viuda. Ahora era viuda. Apenas habíamos empezado a vivir lo nuestro y ahora era
viuda…
―Renesmee, cariño ―me llamó
mamá, continuando con su afán de acariciarme la cabeza―, Carlisle tiene que
tomarte la tensión.
―Quiero estar sola, por
favor ―les rogué.
―Solamente será un momento ―siguió,
hablándome con una voz dulce y arropadora―. Luego te dejaremos un ratito
tranquila, ¿de acuerdo?
Asentí, después de todo, me
daba completamente igual lo que me hicieran. Mi cuerpo no era mío y se había
muerto con su verdadero dueño. Me di la vuelta y me quedé boca arriba para que
Carlisle hiciera lo que quisiera con mi inerte organismo. Mamá se empeñó en
intentar secar las lágrimas que no dejaban de rebosar por mis ojos. Me di
cuenta de que mi repentina tranquilidad
se debía a la participación de Jasper, que me sonrió aliviado. También me
percaté de que todos tenían su iris oscuro, probablemente no habían saciado mucho
su sed desde que Jacob...
―¿Dónde están papá y los
demás? ¿Se han ido de caza? ―le pregunté sin brío a mi madre, para que no
vinieran a mi mente mis últimas y horribles imágenes, mientras Carlisle
trabajaba con mi brazo con el fin de tomarme la tensión.
―Tu padre está con Alice ―comenzó
a aclararme, hablándome con dulzura―. Ella sufre unas jaquecas horrorosas y
tiene que irse lejos de vez en cuando para poder soportarlo; y tu padre lo
estaba pasando fatal con tus pensamientos, no aguantaba más, así que le
convencí para que esta mañana se fuera con Alice y se despejase un poco.
Vendrán después, no te preocupes.
―¿Y Em y Rose?
Mis abuelos, mi tío y mi
madre se miraron con cautela.
―Bueno, Emmett va todos los
días hasta el límite fronterizo con La Push, es su manera de estar cerca de
Jacob… ―su voz se quebró y sus pupilas bajaron a sus manos.
Esta vez no pude reprimir a
mi mente y las lágrimas rodaron por mis mejillas con más insistencia. Emmett no
podía entrar en La Push y no podía ir al cementerio para visitar su tumba. Me
llevé la mano a mi roto y dolorido corazón solo con pensar en esa tétrica
palabra. Este se retorció como si alguien lo estuviese estrujando con rabia. Y
yo ni siquiera había ido a su entierro. Era su viuda y ni siquiera sabía dónde
estaba su lápida…
―Tranquila, respira hondo ―procuró
calmarme Carlisle cuando su tensiómetro empezó a volverse loco.
―Jacob… ―lloré, llevándome
el brazo libre a la cara.
―Le voy a administrar un
calmante, tiene la tensión muy alta ―diagnosticó mi abuelo, quitándome la goma.
Mamá asintió con
preocupación y Carlisle se levantó de la silla para dirigirse a su despacho.
―Te prepararé una tila,
cielo ―me dijo Esme―. Ya verás qué bien te sienta.
Y se unió a Carlisle para
marcharse como una exhalación.
―Quiero estar sola, por
favor ―repetí.
―Claro ―aceptó mamá con un
murmullo―. Llámame si me necesitas, ¿vale?
Me dio un beso en la frente
y salió con Jasper.
En cuanto mi tío se fue,
todas mis emociones fueron liberadas y pude dar rienda suelta a mi agonizante
angustia.
Otra vez mi almohada fue
objetivo de mi interminable ira y rabia y hundí mi rostro en ella para mitigar
el grito desgarrador de dolor que salió por mi garganta.
¿Por qué él y no yo? ¿Por
qué se había tenido que enfrentar a ese licántropo? ¿Por qué había tenido que
ir él solo? ¡Idiota! ¡Idiota! ¡¿Por qué me había dejado sola?! ¡¿Por qué se
había muerto?! ¡Me lo había prometido! ¡Me había prometido que lucharía por mí
y que viviría! ¡¿Y yo tenía que cumplir esa estúpida promesa ahora?! ¡No!
Alcé mi cara de la almohada,
me quité la vía de la muñeca con furia y me incorporé para levantarme de la
cama.
Yo no podía vivir sin Jacob,
esto era demasiado para mí. Más de ciento cincuenta años sin él era una
tortura, no podría superarlo jamás, lo sabía con absoluta certeza. Acabaría
volviéndome loca, en realidad, ya comenzaba a estarlo. Todavía notaba nuestro
enorme vínculo, ni siquiera la muerte podía separarnos. Tenía que reunirme con
él ya, allí, en el más allá o donde fuera. Lo buscaría hasta en el mismísimo
infierno, si hacía falta.
Repasé neuróticamente la
habitación en busca de algo, algo que pudiera ayudarme a dejar este mundo con
rapidez. Si tardaba demasiado, Carlisle podría reanimarme, o tal vez mi familia
vampiro llegaría en un parpadeo para evitarlo. Tenía que ser muy silenciosa y,
sobre todo, muy veloz. No me importaba el dolor, el que sentía en estos
momentos era insuperable, ningún dolor físico sería más insoportable y horrible
que este.
Y entonces, vi algo que me
podía ayudar. Mi abridor de cartas reposaba sobre mi escritorio, esperando a
que alguien le diera una buena utilidad. A mí me iba a hacer un gran favor.
Me acerqué hasta allí y lo
agarré con firmeza por la empuñadura. Lo más rápido era cortarme la yugular. Un
solo movimiento y en pocos segundos ya estaría a su lado. Aunque mi familia
oliera la sangre y subieran como rayos, ya no les daría tiempo a pararlo.
Subí el fino puñal y me lo
pegué al cuello.
Adiós, mamá, papá. Os quiero, siempre os querré. Pero
no puedo vivir sin él. Perdonadme, os lo suplico, pensé, cerrando mis lacrimosos ojos con fuerza.
Un solo movimiento.
Jacob, mi amor, ya voy.
Te amo.
Nessie…
Su voz volvió a sonar a la
vez que mi pulsera vibraba con mucho ímpetu. Al escucharle, separé el abridor
de mi cuello súbitamente y lo solté como si este quemase, aunque su descenso no
duró mucho. Mientras se deslizaba por mi mano de camino al suelo, mi palma se
cerró con fuerza, maravillada, deteniendo la caída del abridor, y la afilada
hoja me produjo un corte en la palma, pero ni siquiera lo noté. Una oleada
parecida a una cálida caricia recorrió mi organismo una vez más y su
maravilloso efluvio impregnó todo mi ser, e incluso el dormitorio. Sentí un conocido
e inmenso placer cuando esa brisa traspasó mi cuerpo, indescriptible, infinito,
intenso, mágico, que me hizo soltar el abridor de nuevo, y mi garganta jadeó
con entusiasmo. Era esa energía…
―Jake… ―le llamé con un
susurro, maravillada, mientras mis lágrimas mojaban mi rostro por enésima vez y
mi mano todavía colgaba en el aire.
La puerta se abrió de golpe.
―¡RENESMEE, NO! ―gritó mi
padre, aferrándome por los brazos.
Mamá entró junto a él y se
horrorizó cuando vio mi muñeca ensangrentada.
―¡HIJA, ¿QUÉ HAS HECHO?! ―chilló,
histérica, llevándose las manos a la cabeza.
―Jacob… ―exclamé, deslumbrada,
oliéndome.
Su fantástico olor se había
quedado prendado en mi piel, en mi pelo, hasta en mi camisón.
Se escuchó un portazo abajo
y acto seguido vi el borrón de Jasper dirigiéndose como una auténtica bala
hacia el bosque, el olor de mi sangre debía de ser demasiado tentador para él. Mis
abuelos, en cambio, no tardaron en llegar, a la vez que mi padre me examinaba
la muñeca con nerviosismo. Esme tragó saliva audiblemente, pero parecía estar
controlándolo bastante bien, eso de ser la sangre de su nieta influía bastante
en ella.
―No tiene nada, solo es un
corte en la palma ―anunció papá, exhalando con descanso.
Se arrancó con facilidad un
trozo de su camisa y vendó mi mano con ella.
―Traeré mi botiquín para
curárselo ―declaró Carlisle, ya saliendo por la puerta.
―Gracias a Dios ―suspiró
mamá, bajando los párpados, aliviada.
―¡¿En qué estabas pensando?!
―me regañó papá, abrazándome con fuerza, aunque era más la preocupación lo que
salía por su boca y sus pupilas ennegrecidas, que el enfado―. Menos mal que piensas
a voces y pude oírte desde tan lejos ―reveló, apretándome, todavía con el susto
en el cuerpo.
―Lo siento ―susurré,
hundiendo el rostro en su torso.
―No lo vuelvas a hacer
nunca, ¿me oyes…? ―entonces, se quedó rígido y me separó para mirarme―. Renesmee,
Jacob no…
Se quedó mudo cuando seguí
inhalando la fragancia de Jake con insistencia, sin hacerle caso.
―¿Qué te hueles? ―inquirió
mi madre, sin comprender mi comportamiento.
―Es su efluvio, ¿no lo
oléis? ―les dije, inspirando el olor de un mechón de mi pelo―. Está por toda la
habitación.
―Aquí solo huele a ti ―manifestó
ella con extrañeza.
Pero si su efluvio era muy
fuerte, ¿acaso me estaba volviendo loca?
―Él… ha estado aquí… ―mascullé
con voz frágil―. Ahora mismo… Todavía tengo… su olor… ―y extendí mis brazos con
el mechón para que lo olieran.
Carlisle llegó con prisas,
posó el pequeño maletín blanco en mi escritorio y lo abrió para empezar a
curarme.
―¿Qué estas diciendo,
cielo…? ―murmuró mi madre, visiblemente afectada, mirándome como si yo hubiera
perdido el juicio―. Es tu olor…
―Cariño… ―gimió Esme,
llevándose las manos a la boca.
Mi padre se quedó callado,
con un rostro lleno de confusión mientras estudiaba mi mente, y mamá se acercó
a mí con sus ojos llorosos.
―¿Por qué has hecho eso,
hija? ―lloriqueó, envolviendo mi cara con sus heladas manos―. ¿Qué ibas a
hacer?
Papá abrió la boca para
hablar.
―Lo siento, mamá ―sollocé,
interrumpiendo lo que él fuera a decir―, pero mi vida sin Jacob no…
―Ánimo, cielo ―me cortó con
un susurro―. No te rindas tan fácilmente. No hay que perder la esperanza.
Mi abuelo retiró el vendaje
hecho por mi padre y comenzó a curarme el corte. Esme volvió a tragar saliva.
―Yo ya no tengo esperanza… ―seguí,
llorando más fuerte―. Mi vida se terminó cuando lo hizo la suya…
Se hizo un extraño silencio
en el que mis padres y todo el mundo se miró ―hasta Carlisle dejó de pegar la
gasa en mi palma―, y papá asintió para que fuera mamá la que hablase.
―Cielo…, Jacob no ha muerto ―desveló
ella con una voz de sorpresa.
Mis pulmones dejaron de
respirar y mi corazón se paró por un momento para, de pronto, comenzar a latir
atolondradamente. Un chute de adrenalina me atravesó las venas, del impacto que
esas palabras le provocaron a mi alma, y las lágrimas se me quedaron cortadas
en la garganta. Mi rostro se alzó para mirarla con impresión y confusión.
―¿Qué?
―Lleva tres semanas en coma,
luchando contra la rabia que el licántropo le contagió al morderle ―me aclaró.
―¡¿Jacob está… vivo?! ―mi semblante se iluminó de
esperanza y mi corazón latió todavía más alocadamente―. ¡¿Dónde… dónde está?!
¡JACOB, MI JACOB, MI AMOR!
¡Tenía que ir a verle YA!
Mi abuelo y mis padres se
miraron con gravedad y cautela, y Esme se marchó vertiginosamente escaleras
abajo.
―En su casa ―respondió
Carlisle.
―Tengo que ir a verle ―declaré
con convicción, llevando ya mis pies hacia el vestidor.
Mamá se movió con rapidez y
en un parpadeo la tenía delante de mí, sujetándome por los hombros para
impedirme el paso.
―Es mejor que no vayas ―me
dijo con suavidad.
¡¿Qué estaba diciendo?! ¡¿Se
había vuelto loca?!
―¡Jake me necesita y pienso
ir! ―afirmé, enfadada, quitándole las manos.
―No… no se puede ir ―manifestó
ella con nerviosismo, sin dejar de echar miraditas a Carlisle y a papá.
―¿Cómo que no se puede ir? ―mis
ojos oscilaron extrañados de unos a otros.
Enseguida llegó Esme con una
taza de tila en las manos que posó en mi escritorio con discreción.
―El coma de Jacob no es el
típico coma ―empezó a aclararme Carlisle, hablándome con prudencia―. El veneno
es muy fuerte y, como ya expliqué en una ocasión, le ha contagiado la rabia.
Eso hace que, aunque esté inconsciente, le den brotes de violencia y sea
extremadamente agresivo. Hemos tenido que… ―sus ojos fluctuaron hacia los de
mis padres y después se fijaron en los míos con dudas. Apreté los dientes para
soportar el resto de la dolorosa historia con entereza y asentí―. Hemos tenido
que sujetarle a la cama con cintas de cuero para que pudiera tratarle, ya que,
involuntariamente, ataca a todo aquel que se le acerca.
―¿Está… está atado a la
cama…? ―mi frágil voz dejó ver el enorme nudo que se acababa de romper en mi
garganta al imaginármelo en ese horrible estado.
―Hemos tenido que atornillar
la cama al suelo, dada su desmedida fuerza. Es peligroso. Podría morder e
infectar a alguien más ―aseguró mi abuelo―. Por eso no debes ir. Si te
mordiera…
―¿Sufre…?
―Renesmee, por favor, no
creo que sea necesario que escuches todo esto ―me rogó mamá, en un intento de
protegerme del dolor.
Era inútil. Solo la
recuperación de Jacob podía aliviar esta tortura, y necesitaba conocer toda la
verdad para saber a qué me tenía que enfrentar, si no, sería incapaz de
ayudarle.
―Jacob va a ser mi marido, quiero
saber toda la verdad ―declaré con determinación―. Creo que tengo más derecho
que nadie a saberla. Y quiero saber si está… sufriendo.
Mi abuelo sacó el aire por
la nariz con preocupación y asintió para confirmar mis horribles sospechas.
Tragué saliva para poder soportar el gigantesco atasco de mi garganta.
―Le administro morfina, pero
la elevada temperatura de su cuerpo la quema rápidamente y no parece hacer
mucho efecto en él.
―¿Saldrá… de esta? ―susurré
casi muda mientras mis lágrimas volvían a recorrerme el rostro.
Carlisle y mamá se volvieron
a mirar con pesadumbre.
―No estoy seguro ―admitió
con sinceridad.
Las pronunció con
delicadeza, pero sus palabras me sonaron especialmente duras e hirientes. Aun
así, agradecí que fuera sincero conmigo. Tenía que saberlo.
―Pero tengo que reconocer
que su aguante y su resistencia me tienen realmente impresionado. Jacob es muy
fuerte, nunca había visto algo igual, si hubiera sido otro, no hubiese
aguantado todo este tiempo y ya hubiera fallecido ―me llevé la mano al corazón
cuando el pinchazo se clavó con saña―. No obstante, no pierdo las esperanzas ―mi
abuelo se aproximó a mí y me sujetó por los hombros, mirándome a los ojos con
seguridad―. Jacob se está aferrando a la vida con uñas y dientes, está luchando
con todas sus fuerzas para regresar a tu lado. Eleazar tiene razón, todos lo
hemos visto. Su poder espiritual es extraordinariamente fuerte, si no, no
seguiría en coma. Y sabe que tiene aquí lo que más ama del mundo esperándole.
Estoy seguro de que usará todo su poder para vencer a la rabia y volverás a
tenerle a tu lado. Tienes que tener fe. Créeme, he visto miles de casos en los
que el paciente estaba muerto y su corazón volvía a latir de repente
milagrosamente. Ten fe ―repitió.
―Está cumpliendo su promesa ―declaré
con voz rota, bajando mis ojos con culpabilidad por haber estado a punto de no
cumplir yo la mía; si no llega a ser porque él me lo había impedido…
Eso me hizo caer en algo que
estalló en más preguntas. ¿Por qué le había sentido conmigo, si seguía con
vida? Era su energía, su voz, su efluvio. Y era real, eso lo juraba por mi
vida, todavía tenía su olor en mi piel, lo estaba oliendo en ese mismo momento.
Sin embargo, ¿cómo es que solamente podía olerlo yo? No, no estaba loca, no era
un sueño, era real. Le había notado dentro de mí, acariciándome con su energía,
llamándome…
Mi pulsera vibró con
insistencia.
Llamándome…
Poder espiritual…
―¿Dónde está Eleazar? ―pregunté.
―Él y su aquelarre se
marcharon a Denali la semana pasada, no podían quedarse más tiempo ―contestó papá―. Pero llaman
todos los días para saber de ti y del estado de Jacob.
―Por cierto ―intervino Esme―. Voy a
llamarles para decirles que te has despertado. Están tan preocupados.
Y salió volando de la habitación.
―Eleazar ha dicho que Jacob
tiene un poder espiritual increíblemente fuerte, ¿no? ―recordé.
―Sí ―me confirmó mi padre―. Fue él quien vio que tenía ese don. Jacob no quería verlo y él mismo
lo bloqueaba, puesto que no se creía del todo que fuese el Gran Lobo ―me empezó a explicar. Sí, eso era tan típico de él―. Pero en cuanto no le quedó más remedio que
aceptarlo, su espíritu de Gran Lobo al completo se liberó y todo ese poder
salió a flote. Todos lo vimos. Hasta su tamaño se vio incrementado; si antes
era enorme, ahora es gigantesco.
»Su don es increíble. La
guardia de los Vulturis con dones no podría hacer nada contra él, desharía
todos los ataques con su poder espiritual. Incluso antes de que liberara todo
su espíritu, Aro solo pudo ver en su mente lo que él le dejó ver, y fue tan
intenso, que el Vulturis tuvo que retirar su mano. Notó su fuerza espiritual y
se asustó. Y después de liberarlo, ni siquiera Jane o Alec, que son los pilares
de su ejército, pudieron hacer nada. Bloqueó sus poderes sin mover un dedo.
Mi boca comenzaba a quedarse colgada. Sabía mejor que nadie que Jacob
era especial, que era el Gran Lobo y que tenía un poder espiritual oculto, mi
pulsera era una prueba de ello. Pero que destruyera los ataques de esos
vampiros despiadados como si nada…
―Es capaz de ver toda energía
que fluye a su alrededor, el escudo de tu madre, la electricidad de Kate, la
barrera de Renata… Todo. Incluso puede ver sentimientos fuertes como el miedo o
el respeto, y también las almas que le rodean. A ti te encontró gracias a eso.
Tu alma relumbraba en lo alto de la montaña, llamándole, y él fue en tu busca ―se hizo un silencio en el que tuve que sujetarme el
corazón. Allí había luchado contra el licántropo, allí lo había mordido… Mi
padre carraspeó para que evitara pensar en eso y siguió con su explicación―. Después de eso, los Vulturis vieron que no tenían
nada que hacer, así que se rindieron. Querían marcharse, Aro estaba realmente
preocupado por tu seguridad, más bien por temor a que Jacob y su manada
quisieran vengarse si algo malo te pasaba, pero no les dejamos. Luego,
escuchamos los rugidos y chasquidos de la pelea que retumbaban en las montañas,
aunque en ese momento no sabíamos que era con el licántropo con quien Jacob
estaba luchando, puesto que se había desconectado de la manada ―mi pecho volvió a sufrir un aguijonazo y mi padre me
pidió perdón con la mirada por tener que contar eso―. Los lobos empezaron a inquietarse y Aro se puso
nervioso, si bien no pudieron moverse de su sitio, ya que Jacob les había
ordenado que se quedaran con nosotros y tenían que acatarlo. Cuando vi que él
bajaba contigo de la montaña y que estabas bien, lo comuniqué y permitimos que los
Vulturis se fueran. Aro se quedó tranquilo. Se disculpó unas cien veces con
nosotros y se marcharon con el rabo entre las piernas.
Pestañeé, un poco conmocionada por tanta información. Mi mente se
encontró llena de sentimientos mezclados, encontrados. Aunque estaba desolada y
angustiada por la situación de Jacob, no podía negar que también me sentía
deslumbrada y maravillada por su enorme poder. Me sentía tan orgullosa de él.
Entonces, me percaté de algo de su explicación que me llamó la atención de una
manera especial.
Si mi alma le había llamado… Y él me había llamado… Sí, había
escuchado su voz… Y lo que noté fue su alma…, su espíritu…, no tenía ninguna
duda.
Mi aro de cuero rojizo vibró con fuerza para ratificar mi
descubrimiento.
―¡Claro, ¿seré estúpida?! ―exclamé, llevándome la mano al pelo con nerviosismo.
Papá frunció el ceño sin entender.
―¿Qué ocurre? ―quiso saber mamá.
―Me está llamando ―solté de sopetón, iniciando mi andadura hacia el
vestidor con decisión y ansiedad―. Tengo que ir
a verle ahora mismo.
―Espera ―me paró mi padre―. ¿Cómo que te
está llamando?
―No sé cómo lo ha hecho, pero
he oído su voz y he sentido su alma ―le dije igual
de nerviosa, esquivándole para pasar al cuartito de ropa―. Me está llamando. Puedes mirar en mi mente, no
tengo tiempo de explicarlo.
―Ya lo estoy haciendo,
cariño, y no veo nada de eso en tus recuerdos de hoy…
Me detuve y me giré para mirarle sorprendida.
―¿Qué estás diciendo? Ahora
mismo estoy pensando en ello. Todavía puedo sentir su efluvio y esa brisa
traspasándome… Es su alma…
Mi familia me observaba con esos semblantes de antes, que reflejaban a
las claras sus pensamientos de que yo me estaba volviendo loca. Excepto mamá. Esta
me estudiaba con sus pupilas, mordiéndose el labio, pensativa.
―Lo único que veo es lo que
piensas de nosotros ―insistió él,
visiblemente preocupado por mi estado mental.
No me lo podía creer. ¿Qué estaba pasando? Yo no estaba loca, había
sido real.
―Pero cuando yo iba a… Cuando
llegasteis… ¿no lo viste en mi cabeza?
―¿Ver el qué, hija? ―cuestionó él.
Empecé a ponerme nerviosa. Me sentía como si estuviera contándole una
abducción o algo así a un agnóstico.
―Tire el abridor de cartas
porque él me llamó, la pulsera vibró y su alma me acarició… ―no sabía cómo explicarlo con palabras, había sido
tan intenso y especial…―. Me… traspasó,
creo…
―Lo único que vi en tu mente
eran esos gritos horribles planeando tu muerte
―le costó soltar el vocablo―, y lo que pensaste justo antes de que entráramos en
tu dormitorio ―declaró con la agonía
dibujada en el rostro.
Mamá cerró los ojos y respiró hondo al recordar lo ocurrido.
―Puede ser un shock
postraumático ―intervino Carlisle,
intentando justificar mi delirio con argumentos médicos―. Te has despertado muy de repente y llevas tres
semanas solamente a suero, tu cuerpo y tu mente aún están débiles. Además, has
sufrido un golpe muy duro con lo de Jacob. Pensabas que estaba muerto y eso
pudo hacer que tu cerebro se imaginara cosas para…
―¡Él me llamó, lo juro! ―repliqué, indignada―. ¡¿Por qué no me creéis?!
Sentí la urgente necesidad de mostrárselo con el contacto de mi mano,
pero enseguida mi idea desistió. Aunque les enseñase mis sentimientos y ese
reciente e intenso recuerdo, todos pensarían que era producto de mi
imaginación, gracias a lo que acababa de decir ahora Carlisle. Sería un acto
inútil y una pérdida de tiempo.
―Yo la creo ―afirmó mamá, colocándose a mi lado. Antes de que a
mi padre le diera tiempo a abrir la boca, ella alzó su mano para callarle―. No sé por qué no puedes verlo en su mente, pero
todos vimos el poder espiritual de Jacob. ¿Por qué no puede ser esto verdad? ―empezó a alegar a mi favor―. Además, Aro tampoco pudo ver todos los
pensamientos y recuerdos de Jacob, solo los que él le dejó. Puede que ahora
también esté bloqueando esto de algún modo, o puede que tu don tampoco funcione
contra su poder espiritual.
Cogí a mi madre de la mano y la sonreí con complicidad. Ella
correspondió mi sonrisa y apretó mi amarre.
―¿Y por qué en el claro sí
que funcionó? ―apeló él―. Pude verlo todo con total claridad.
―Lo sabes perfectamente, su
don no atacó al tuyo ―respondió ella
con un poco de retintín―. Tú mismo me
lo contaste. Su poder espiritual solamente ataca selectivamente. Mi escudo
funcionaba a la perfección y el don de Kate también, así como el de Jasper,
Eleazar y Alice, aunque esta última no pudiera usarlo bien debido a su enorme
jaqueca. Parece mentira para ti que no creas a tu hija, ella siempre dice la
verdad ―le achacó.
Mi padre suspiró con irritación.
―Por el amor de Dios, Bella.
No estoy diciendo que mienta, puedo ver que ella sí lo cree. Además, yo vi lo
que pasó en el claro de primera mano. Pero esto es muy raro, y hasta que no
averigüe de qué se trata, no pienso dejarla ir. Es demasiado peligroso.
―Jacob no la hará daño ―defendió mi madre.
―Jacob no está consciente, y
ya has escuchado antes a Carlisle. Ataca a todo aquel que se le acerca,
involuntariamente, no lo puede evitar porque está inconsciente. Y aunque está
atado, tiene la rabia y es muy agresivo ―mi corazón
volvió a sentir un enorme pinchazo de dolor―. Ni siquiera
distingue a las personas, ya te contó Carlisle lo que pasó con Sam, por poco le
muerde ―otro pinchazo―. Podría soltarse por cualquier motivo y morderla a
ella.
―¡Pues yo voy a ir, me dejes
o no! ―aseguré, más que enfadada,
liberando a mi madre para entrar en el vestidor.
Papá se puso delante de la puerta en un abrir y cerrar de ojos.
―No, no vas a ir. No hasta
que yo averigüe de qué se trata todo esto.
―¡Si no me dejas ir, me
transformaré! ―amenacé―. ¡Y después haré una huelga de sangre!
Sus ojos oscilaron hacia los de mamá con exigencia.
―Yo la apoyo ―declaró esta con firmeza.
Gruñó. Entonces, sus pupilas cambiaron hacia mi abuelo. Carlisle
comenzó a rebuscar algo en el botiquín y mamá frunció el ceño. Yo resoplé y
giré la cara de nuevo para entrar en el cuarto de ropa, pero mi padre no se
movió.
―Su estado es horrible, yo
mismo lo he visto en la mente de Carlisle ―continuó para
tratar de convencerme―. No quiero que
lo veas así y tengas que enfrentarte a eso. Solo encontrarás sufrimiento.
Volví a tragar saliva para poder proseguir.
―Pero es que tengo que
enfrentarme a eso, tengo que ir, me está llamando ―insistí ansiosamente.
―Renesmee, por favor, no me
pongas las cosas más difíciles ―imploró con
dolor―. No me obligues a forzarte
a que te quedes.
―Y tú no me obligues a que
tenga que enfrentarme a ti ―le rogué con mi
perseverante nudo en la garganta―, porque voy a
ir de todas, todas.
―Soy tu padre y no voy a
permitirlo ―reiteró con inflexibilidad.
―¡Jake me necesita y pienso
ir! ―aseveré con rabia,
empujándole para apartarle.
―Bien, tú lo has querido ―bufó, enfadado, mientras me encarcelaba con sus
brazos.
―¡Edward, esto no me gusta! ―se quejó mamá.
―¡Suéltame! ―protesté, llorando, intentando zafarme con todas mis
fuerzas.
―Es la única manera. Si se
transforma y no toma sangre…
Busqué el fuego en mi interior y lo llevé a mi columna vertebral.
―¡Rápido! ―voceó.
No me dio tiempo a más. Sentí un pinchazo en el trasero y un líquido
frío comenzó a penetrar por mis vasos sanguíneos.
―¡¿Qué es eso?! ―exigí saber, mirando la jeringuilla que sostenía
Carlisle en la mano.
―Solamente es un sedante ―me aclaró papá con el rostro angustiado―. Perdóname, no me has dejado opción. Yo solo quiero
protegerte, lo hago por tu bien. Te prometo que irás a verle cuando todo se
aclare.
¡No! ¡Tenía que ir a ver a Jacob ya! ¡Me necesitaba! ¡Me estaba
llamando!
―No necessssittas
pfotegelmme… ―intenté quejarme con ganas,
pero el sedante ya comenzaba a hacerme efecto.
Me sentí igual que cuando aquel vampiro que se había hecho pasar por
Jacob me había clavado la jeringuilla para drogarme. Vulnerable, débil, frágil,
impotente.
Mis piernas cedieron y caí en los brazos de mi padre, que caminó con
mi cuerpo medio colgando y me metió en la cama sin que yo pudiera hacer nada
para remediarlo.
Todas las protestas de mi madre sonaban con eco en mi cerebro y los
párpados querían cerrárseme. Luché con todas mis fuerzas para mantenerlos
abiertos. Era difícil.
―Edward, a ella no le hará
daño ―escuché que decía mamá,
intentándolo por la vía del diálogo.
―¿Y cómo lo sabes? ―replicó él, molesto.
Era difícil, los párpados pesaban demasiado y cada vez había más eco…
―No lo sé, pero estoy segura
de que a ella no la hará daño ―repitió.
―Lo siento, pero eso no es
suficiente para mí.
Y mis ojos se cerraron del todo, sumiéndome en un profundo sueño.
GUÍA
No podía más.
Mis brazos ya no daban abasto.
Oscuridad.
Jacob. Mi Jacob.
Remaba y remaba sin cesar por ese mar de la nada, sobre una lancha de
goma frágil e inestable que se iba deshinchando poco a poco.
¡Jacob! ¡Jacob! ¡Ya voy, aguanta!
Pero no lo encontraba.
Mis ojos lo buscaban, desesperados, pero había demasiada oscuridad.
¡Jacob! ¡Jacob!
¡JACOB!
La brisa que traía su maravilloso efluvio llegó hasta mí, alzando mi
cabello hacia atrás. Su espíritu atravesó todo mi ser y ese inmenso placer se
apoderó de mi cuerpo una vez más, haciéndome jadear en voz alta.
Nessie…
―¡Jacob! ―sollocé, a la vez que mis párpados se abrían.
Las lágrimas rodaron a ambos lados de mi rostro, hasta que se
encontraron con mi cabello y la almohada.
Inhalé el olor de mis brazos y mi pelo. Su efluvio seguía grabado en
mi piel.
Mi pulsera no dejaba de vibrar. Lo hacía intermitentemente, a
intervalos más o menos cortos durante todo el día, desde que me levantaba hasta
que me acostaba. La notaba vibrar incluso en sueños, diciéndome que tenía que
correr junto a Jacob…
Mamá picó dos veces y abrió la puerta.
―Buenos días, cielo ―saludó, y se quedó en el umbral―. ¿Va todo bien?
―He tenido el mismo sueño,
eso es todo ―revelé, desvaída.
Un sueño muy real.
Mamá se quedó un rato en silencio, mirándome.
―Te prepararé el desayuno,
¿de acuerdo? ―dijo finalmente.
―No tengo hambre ―objeté, girándome para ponerme de lado.
―Te lo traeré igualmente, por
si acaso ―insistió, cerrando la puerta
al salir.
Exhalé.
Me levanté de la cama sin brío alguno y me dirigí al vestidor para
coger lo primero que encontré. Salí de mi dormitorio y me metí en el baño. Me
duché por inercia, me vestí desganada y me peiné de igual modo, sin secarme el
cabello. Lo que menos me apetecía era hacer todo esto, pero tenía que estar
preparada por si por fin me dejaban salir de mi cárcel y podía ir a La Push.
Sí, era una cárcel. No estaba encerrada bajo llave, sin embargo, escapar
de esa casa rodeada de vampiros en constante alerta era algo imposible.
Salí del baño y regresé a mi habitación, que era mi celda particular.
Me senté en el banco-arcón, cogiendo mi cojín, y miré por la ventana para ver
pasar esas insoportables horas hasta que llegaran Emmett y Rosalie. Em era el
único que me mantenía informada de las últimas noticias, aun con la total
oposición y reprobación de mi padre. Se pasaba el día en el límite fronterizo
de La Push, donde se encontraba con Seth. Este iba y venía para contarle la
situación de Jacob, que no había variado nada, por otra parte, y todos los comentarios
de la manada y el Consejo.
Por eso sabía que todos estaban esperando a que yo fuera, ya que Jacob
no hacía más que pronunciar mi nombre en su agónico coma. Tuve que llevarme la
mano al pecho al sentir el desgarrador puntazo solo con recordarlo. El dolor y
la interminable angustia que me provocaban era una de las razones de mi padre
para que estuviera en contra de las informaciones de Emmett, pero yo quería
saber la verdad, tenía que saberla, tenía todo el derecho, y mi tío estaba de
acuerdo conmigo.
La manada y el Consejo ya sabían de mi encarcelación y también recibían mis particulares informaciones.
Todas las veces que había sentido su espíritu, todas las veces que me había
llamado en sueños o cuando había estado a punto de quitarme la vida, todo, se
lo había contado a Emmett para que les diera el mensaje. Ellos eran los únicos
que podían ayudarme.
Tenía que hacerlo de ese modo, puesto que mi padre ni siquiera me dejaba
llamar por teléfono. Por supuesto, él estaba al tanto de todo, pero eso no
podía prohibírmelo, y mucho menos a mi tío.
Mientras miraba por la ventana sin fijar mi vista en nada en
particular, mamá volvió a picar y entró en mi dormitorio.
Se detuvo para observarme un momento. Portaba uno de esos vasos
enormes lleno de sangre que me hacía beber varias veces al día.
―Toma ―me lo ofreció cuando echó a andar y se acercó a mí.
―No tengo hambre, gracias ―repetí con inapetencia, aunque con gratitud.
―No has comido nada sólido
desde que te despertaste de tu shock. Entiendo que no te entre en estos
momentos tan duros, pero tienes que alimentarte ―argumentó, sentándose a mi lado―. Bébete esto
por lo menos, te aportará mucha vitalidad.
―No vas a parar hasta que me
lo beba, ¿verdad? ―me quejé.
―No ―me sonrió y alzó el vaso para ponérmelo en las
narices.
Suspiré y lo cogí sin ganas. Me lo bebí de unos cuantos tragos. No
tenía ni pizca de hambre, pero era mejor terminárselo lo antes posible, si no,
estaría toda la mañana con el vaso en la mano.
Lo acabé y se lo pasé. Ella lo posó en el suelo.
―Llevas toda la semana
encerrada en tu habitación, sentada aquí y mirando por la ventana, ¿por qué no
bajas un rato con nosotros? ―me propuso con
voz dulce mientras me acicalaba el pelo húmedo.
―Estoy mejor aquí.
―Em y Rose no llegarán hasta
por la noche.
―Lo sé.
Se hizo un silencio en el que mi madre dejó mi pelo para llevar su
vista al paisaje exterior.
―Sabes que no estoy de
acuerdo con tu padre, pero también entiendo que lo hace para protegerte ―excusó.
―Jake no me hará daño ―afirmé con convicción, clavando mi vista en un árbol
por el mero hecho de fijarme en algo.
―Sí, ya lo sé. He intentado
hablar con tu padre para hacerle ver, aunque no he conseguido nada. Sigue
creyendo que es demasiado peligroso.
―Por lo menos podía dejarme
ir a La Push ―protesté―. Podría estar fuera de la casa, con los demás.
Mi madre me miró con manifiesto escepticismo.
―¿Tú crees que ibas a poder
quedarte fuera?
Mis ojos se movieron en su dirección de reojo y volvieron al árbol
otra vez.
Suspiré.
―Bueno, vale, no podría ―admití―. Pero tampoco
tiene derecho a hacerme esto. Ya soy mayor de edad.
―Lo hace porque cree que es
lo mejor para ti ―reiteró.
―Pues se equivoca.
El ambiente se llenó de otro mutismo.
―Ha vuelto a llamar Charlie ―dijo, rompiendo el silencio para cambiar de tema,
cosa que agradecí.
Mi abuelo estaba muy preocupado, como no podía ser de otro modo.
Andaba intercalando sus viajes de La Push a esta casa entre turno y turno, al
salir de la comisaría y en sus ratos o días libres. Y cuando no podía ir a
alguno de los dos sitios, siempre llamaba para saber las novedades del estado
de Jacob o del mío propio.
―¿Le has dado un beso de mi
parte?
―Sí ―me contestó con un susurro apagado.
Mamá volvió a mirarme y exhaló, sacando el aire lentamente.
―Jacob también ha puesto la
casa a tu nombre ―me reveló de
repente con un murmullo roto.
Me quedé sin aire por un momento y, cuando regresó, lo hizo trayendo
consigo un enorme nudo que se quedó atravesado en mi faringe. Apreté mi cojín
contra el estómago para mitigar el dolor.
―¿Qué? ―susurré a duras penas.
―Los quileute metamorfos no
pueden hacer… ―se quedó muda un segundo y
tragó saliva para poder seguir hablando― testamento,
así que Jacob lo dejó todo bien atado por si alguna vez le pasaba algo…
Mi mano ya apretaba mi pecho otra vez.
―¿Bien… atado? ―murmuré mientras mis lágrimas se escapaban sin
remedio.
―La casa es de los dos, pero
si él no consiguiera… ―su murmullo se
cortó y yo apreté los dientes para soportar mejor la intensa angustia. Mamá se
giró hacia mí y me habló con dulzura―. Quiero
decirte algo, cielo. Nosotros nos marcharemos cuando esto termine, no podemos
quedarnos más tiempo. La gente ya empieza a sospechar de Carlisle y Charlie ya
sabe demasiadas cosas, cada vez está en más peligro. A nosotros no nos queda
más remedio que irnos, pero quiero que sepas que tú tienes más opciones ―sujetó mi martirizado rostro entre sus manos y me
miró a los ojos con seguridad―. Si Jacob no
lo superase…
―No… ―lloré, negando con la cabeza.
―Escúchame, cielo. Sé fuerte ―intentó calmarme, acariciándome la cabeza―. Tengo que decirte esto para que decidas por ti misma
―esperó a que la contestase y
yo terminé asintiendo―. Nada me
gustaría más que te vinieras con nosotros, pero también sé que siempre estarás
vinculada a La Push por Jacob. Sé que no será así, que Jacob no te dejará en
este mundo sola, pero si por alguna razón él… falleciera ―le costó soltar
el vocablo y yo apreté más mi cojín―, la casa sería
tuya y podrías quedarte, si quisieras. Solo es una opción que quiero que tengas
en cuenta. Tu padre y yo jamás te lo impediríamos, siempre te apoyaríamos.
―Jacob no va a morir ―declaré, rechinando los dientes con rabia.
Iba a contestarme, pero, de repente, se puso de pie, poniendo atención
a algún ruido exterior.
―¿Qué pasa? ―quise saber.
No me respondió. Sin darme tiempo ni a pestañear, me encontré sola en
mi habitación y la puerta se cerró.
Entonces, escuché el ruido de un motor viejo que se aproximaba, que
estacionaba después en la parte delantera de la casa y el portazo del vehículo
al cerrarse.
No hubo sonido del timbre, ya debían de estar esperando con la puerta
abierta.
Una algarabía de voces invadió el salón, donde pude distinguir la de
mis padres y Esme. Mi corazón pegó un salto cuando escuché la de Sue
llamándome.
―¡Sue! ―grité, tirando el cojín mientras me levantaba de
sopetón y salía por la puerta volando.
A medida que bajaba las escaleras a toda velocidad, la discusión se
hacía más legible.
―¡Tengo que hablar con ella! ―voceaba Sue, enfadada, con autoridad―. ¡Es muy importante!
Sue tenía un carácter muy fuerte, incluso para un vampiro, vegetariano, claro, si fuera de otra
clase, ya se la hubiera cargado. Aunque con ese temperamento, no la paraba ni
un camión.
―¡No puede ir, es demasiado
peligroso! ―objetaba papá.
―¡Sue! ―volví a gritar al llegar al salón.
―¡Nessie! ―exclamó ella.
Nos fundimos en un abrazo animoso y ella me separó por los hombros
para hablarme y mirarme con decisión.
―Escúchame, cariño. Ya
sabemos por qué le oyes y le sientes, el Viejo Quil, Billy y yo lo hemos
averiguado. Y Carlisle nos ha ayudado con el resto. He venido yo en persona
para explicártelo bien.
―¡Dime, dime! ―azucé, ansiosa.
El rostro de papá frunció el ceño, extrañado, pero en cuanto escuchó
el nombre de Carlisle, no se opuso más.
―Jacob te está buscando.
―¿Buscando? ―musité con voz rota.
―¿Recuerdas las leyendas de
los espíritus guerreros? Ellos abandonaban sus cuerpos para luchar, antes de
que comenzaran las transformaciones. Nuestra historia comenzó así, ¿te
acuerdas?
―Sí ―asentí, nerviosa.
―Ahora escucha con atención
lo que te voy a contar. Tienes que ser fuerte, no tenemos tiempo para que me
ande con lindezas ―me advirtió con
suavidad.
―De acuerdo ―y tragué saliva para prepararme.
―Cuando el licántropo mordió
a Jacob, el veneno comenzó a hacer efecto en su organismo. Todos los metamorfos
tienen esa cualidad regenerativa que permite que se sanen con mucha más rapidez
que cualquier otro ser del planeta, excepto en el caso de la ponzoña de los
vampiros y los licántropos, estas son muy tóxicas, de acción muy rápida y
resultan mortales. Pero Jacob es especial. Él es el Gran Lobo, y su poder de
regeneración y curación es mayor debido a su fuerza espiritual. Esta es capaz
de purificar cualquier cosa, por eso no le afecta ningún ataque sobrenatural,
por maligno que sea ―mi corazón
latía a mil por hora, de lo expectante que
estaba―. Ahora bien, para que su
organismo, junto con su poder espiritual, pudiera limpiar ese veneno tan
tóxico, necesitaba concentrar toda su energía solamente en esa acción, por lo
que su cerebro tenía que minar cualquier otra actividad que requiriese un
desgaste de fuerzas. Por eso cayó en coma, fue un mecanismo de su cerebro para
iniciar su curación. Pero todo esto Jacob no lo sabía, y cuando se desplomó y
cayó inconsciente debió de creer que se moría, y solo tenía una cosa en la
cabeza: estar contigo ―mi pobre
corazón sufrió un espasmo y mis lacrimales ya estaban a rebosar―. Entonces, empezó a abandonar su cuerpo para estar
junto a ti, que era su último deseo.
―¿Estás diciendo que el
espíritu de Jacob salió de su cuerpo estando vivo? ―cuestionó papá con sorpresa.
―Es un quileute, un espíritu
guerrero, lo lleva en la sangre ―le respondió
ella, un tanto ofendida―. Y no he terminado
con mi explicación ―le regañó. Mi
padre se llevó la mano a la nuca, un poco avergonzado, y Sue volvió la vista
hacia mí otra vez―. Si su
espíritu hubiera dejado su cuerpo del todo, este yacería sin vida, como pasaba
con nuestros antepasados. Sus esposas eran las encargadas de cuidarlos y
mantenerlos en buen estado para cuando regresaran los guerreros. Pero este no
es el caso.
»Jacob estaba abandonando su
cuerpo, dejando que su enorme alma saliera, pero, entonces, algo hizo que se
diera cuenta de que se podía curar y paró el proceso a medias ―comenzó a explicar para mi completo asombro y de los
allí presentes―. Cuando quiso regresar, no
pudo hacerlo del todo, sin embargo, su espíritu es tan grande y tan poderoso,
que consiguió que una parte se quedara en su cuerpo para combatir la rabia y
mantenerle con vida.
―¿Quieres decir que él ha
retenido parte de su espíritu en su cuerpo? ―pregunté con un
hilo de voz―. ¿Jacob… se ha dividido… en
dos? ¿Está… en dos sitios… a la vez?
―Sí, eso es. Pero Jacob no
estará completo hasta que las dos partes de unan, y no se despertará ―mi mano se asió, asustada, a la zona de mi pecho que
albergaba mi corazón―. Además, la
parte que se quedó no es lo bastante fuerte como para destruir el veneno del
todo, su cuerpo necesita de todo su espíritu para que acabe con la rabia. En
cuanto la otra parte de su espíritu entre en su cuerpo, su organismo será
purificado y quedará completamente limpio.
»No obstante, hay un problema
―siguió antes de que a mi
rostro le diera tiempo a iluminarse con algo de esperanza. Lo poco que se había
levantado de mi labio volvió a caer hacia abajo en picado―. Jacob es inexperto. Hace poco que descubrió todo
el poder de su espíritu de Gran Lobo, todavía no lo controla bien, y es la
primera vez que abandona su cuerpo, aunque no lo haya hecho del todo. No sabe
cómo tiene que hacer para que esa parte de su espíritu regrese a su cuerpo para
juntarse con el resto, nadie se lo ha enseñado. Desde que nuestros antepasados
dejaron de hacerlo para transformarse en lobos, esa técnica se ha ido
perdiendo.
»Ahora esa parte de su
espíritu está vagando, perdida, buscando la forma de regresar a su cuerpo, al
igual que le pasó a Taha Aki cuando Utlapa le robó el suyo. Solo que, en esta
ocasión, Jacob no lo encuentra, no sabe dónde está su cuerpo, repito que nadie
le ha enseñado a encontrarlo, y si esa parte de su alma no da con el modo de
regresar, la otra no podrá vencer a la rabia y terminará abandonando su cuerpo
para reunirse con el resto.
»Jacob está al límite de la
muerte, se encuentra entre este mundo y las puertas del otro ―respiré hondo y tragué saliva para aguantar con
entereza el resto de la alocución―. Su cuerpo no
está sano, como en el caso de nuestros antepasados, y si toda su alma lo
abandona, la rabia lo destruirá rápidamente ―volví a tragar
saliva―. Su espíritu al completo ya
no podría volver, porque no existiría cuerpo que lo albergase. Entonces habría
dos opciones. Una: Jacob podría hacer como Taha Aki y utilizar otro cuerpo,
pero tendría que ser el de un animal que lo compartiera, puesto que el alma de
un animal es mucho menor que el de un humano ―mi mano se amarró al estómago, a falta del cojín―. Un cuerpo de
hombre no puede albergar dos almas, es imposible; si quisiera ocupar un cuerpo
humano, tendría que robarlo. Segunda opción: si no aceptara la primera, vagaría
hasta que acabara volviéndose loco o hasta que terminara sintiendo la llamada
del más allá. Todos sabemos qué opción escogerá él, Jacob morirá.
Tuve que tomar aire cuando
me empecé a marear, y mamá se agarró a mi padre. Sue me aferró por los hombros
con firmeza.
―Tú eres la única que puede
ayudarle a encontrar su cuerpo, y él lo sabe, ya está actuando ―aseveró con
convicción.
―¿Yo? ¿Cómo?
―Solo hay un motivo por el
que Jacob se ha aferrado a la vida: para estar a tu lado, y eso es lo que hace
que siga luchando. Sabe que su alma y la tuya han nacido para estar juntas.
Nada las puede separar, ni siquiera la muerte podría. Vuestro vínculo es tan
fuerte, que esa parte de su espíritu se ve atraída por el tuyo, es lo único que
encuentra por el camino, es la única luz que ve en esa oscuridad. Jacob sabe
que tu alma atrae a la suya como un imán, por eso lo notas, por eso le oyes. Te
está buscando constantemente, te llama en espíritu y también desde su cama para
que vayas. Tienes que ir junto a él, Nessie.
―Sí, tengo… tengo que estar
con él ―repetí nerviosamente, rodeando mi insistente aro de cuero con la mano―.
¿Y qué tengo que hacer? ―interrogué, empezando a caminar hacia la puerta.
―Tienes que guiarle ―manifestó,
acompañándome.
―¿Guiarle? ¿Cómo?
―¡No! ―protestó papá,
adelantándose a lo que iba a decir Sue.
―Jacob tiene que notar que
estás junto a él para que sepa que estás con su cuerpo ―continuó ella, hablando
rápidamente, haciendo caso omiso de la voz de mi progenitor―. Tu presencia le
servirá de guía. En cuanto la parte de su espíritu que está vagando vaya hacia
ti, verá su cuerpo y entrará en él.
Mi padre se interpuso en
nuestro camino a la velocidad de la luz.
―¡Es muy peligroso! ¡Si la
mordiera…!
―Edward ―imploró mamá,
poniéndose a su lado.
―Por favor, papá ―le
supliqué, llorando con desesperación―. Tengo que ir, tengo que estar a su lado.
Jake me salvó, por eso está así, ahora me toca a mí salvarle a él. Si no voy,
se morirá, le fallaré, y yo me moriré con él, no puedo vivir sin Jacob, lo
sabes. Por favor, papá. Por favor, no me hará daño, confía en mí.
Se quedó mirándome con un
rostro dolorido, aunque reflexivo.
―Me lo prometiste ―le
recordé―. Me prometiste que me dejarías ir cuando todo se aclarase ―entonces,
le miré con tristeza―. No puedes impedírmelo, papá. Aunque seas mi padre, ya
soy adulta y voy a ir de todos modos. Mi sitio está junto a él, siempre estaré
con él. Cuando vaya, sé que Jacob se despertará y yo seré feliz. Pero lo sería
aún más si me apoyases en estos momentos y estuvieses de mi lado.
―Si no la dejas tú, lo haré
yo ―decidió mamá con una convicción triste―. Sé que Jacob no la atacará, jamás
la haría daño. Y no voy a permitir que él muera, es mi mejor amigo ―aferramos
nuestras manos con fuerza, haciendo piña―. Él siempre ha estado a nuestro lado
en los momentos difíciles, no pienso abandonarle ahora.
Hubo otro pequeño silencio
en el que el segundero del reloj del salón me parecía que retumbaba en las
paredes.
―Iremos en mi coche, la furgoneta
de Sue es una tartana ―dijo finalmente, alzando los pies para iniciar la marcha
hacia la puerta.
―Pues nunca me ha dado
problemas ―replicó ella, un poco molesta.
―¡Gracias, papá! ―sollocé,
abrazándole con fuerza.
En cuanto le dejé, mamá
también se abalanzó a sus brazos con una enorme sonrisa y le dio un efusivo
beso.
―Llamaré a Carlisle para
avisarle de que vas ―manifestó Esme, sacando su móvil del bolsillo de su
pantalón.
Mis padres se despegaron por
fin y se cogieron de la mano para echar a andar.
―Nosotros tenemos que
respetar el tratado, Jacob es el único que puede romperlo o modificarlo y no le
ha dado tiempo a hacerlo ―habló de nuevo mientras salíamos de la casa―. Así que
cuando lleguemos al límite fronterizo con La Push tendrás que apearte y seguir
por el bosque. Aunque tengas que ir corriendo, llegarás antes que Sue.
―Sí ―acepté.
―En fin ―resopló esta a
nuestras espaldas―. Ya te veré allí, Nessie ―y se subió a su destartalada
furgoneta.
Nos dirigimos a toda
velocidad al garaje, donde nos montamos en el Volkswagen marrón metálico, y
salimos disparados hacia el sendero que conducía a la carretera.
Papá adelantó a Sue por ese
angosto camino con total facilidad, esquivándole con unos reflejos de vampiro,
y en pocos minutos, nos plantamos en la calzada asfaltada que llevaba a Forks.
El tubo de escape rugía con
furia por el pueblo, pero no me dio tiempo a ver si la gente se había quedado
mirando. Forks pasó vertiginosamente por mi ventanilla y el coche se desvió a
la carretera que daba a La Push.
Los árboles eran unos
borrones verdes y marrones que nos flanqueaban, hasta que el dibujo se fue
haciendo más nítido conforme mi padre disminuía la velocidad. Frenó en seco
cuando su coche llegó justo al límite del tratado. Emmett y Rosalie estaban
apoyados en un árbol, esperando las continuas llegadas de Seth, y nos miraron
sorprendidos. Se acercaron en un latido de corazón.
―¿Ya has hablado con Sue? ―me
preguntó mi tío en cuanto abrí la puerta para salir.
Por supuesto ya estaba al
corriente de todo.
―Sí.
―Bien ―sonrió con confianza
y un alivio claramente esperanzado.
―Bueno, tengo que darme
prisa ―declaré, mirando al bosque.
―Ánimo, cielo ―me alentó
mamá, rodeándome con sus brazos―. Sé que todo saldrá bien.
Papá se unió a nuestro
abrazo.
―Confío en ti ―me dijo.
―Gracias ―susurré con un
nudo en la garganta―. Os quiero.
―Y nosotros a ti ―contestó
ella―. Tu felicidad siempre será la nuestra.
Me separé un poco para
darles un beso en la mejilla.
―Gracias ―repetí,
sonriéndoles con los ojos colmados de lágrimas.
Mis padres también me
sonrieron con dulzura. Sus manos me acariciaron el rostro mientras me apartaba
de ellos, hasta que me dejaron libre y salí como una bala hacia la frondosidad,
sin mirar atrás.
Moví mis piernas lo más
rápido que pude. No sé si eran mis nervios, mis ansias de reencontrarme con
Jacob, o mis cuatro semanas y media de nulo o escaso ejercicio, pero me
parecían pesadas y anquilosadas. En ese momento agradecí a mi madre su empeño por
que me tragase la sangre durante toda esta semana, si no llega a ser por eso,
no tendría energías para correr.
¡Jacob! ¡Mi Jacob!
Mi pulsera ya no vibraba. Ya
iba junto a él.
Mi pelo azotaba con
inquietud mi espalda. Esa camiseta de tirantes dejaba la mitad de mi piel al
descubierto y parecía que mi cabello fuera un enorme látigo que me fustigaba
para que aumentara la velocidad, como un domador que estimula a su caballo.
Le hice caso y apreté los
dientes y el ritmo.
Por mi camino entre los
árboles me topé con unos cuantos lobos de la manada. No tenía tiempo de ver
quiénes eran, ni cuántos. Se pusieron a aullar al cielo conforme pasaba a su
lado, uno a uno, y comenzaron a galopar tras de mí del mismo modo. En unos
segundos, me encontré volando con un grupo de lobos enormes siguiéndome.
No tardé en divisar la casa
de Billy. El mero hecho de verla y saber que Jake estaba allí me dio fuerzas
para acelerar más, pero también aumentó mi nerviosismo.
La parte delantera de la
casa estaba rodeada de gente, parecía la sala de espera de un hospital. Mi
corazón latía a todo lo que daba, ansioso por llegar a su lado. Los demás
chicos de la manada que no estaban de patrulla esperaban mi llegada con ganas,
los aullidos debían de haberles avisado y me observaban expectantes. Todas sus
parejas también estaban allí. Los lobos que me seguían se dispersaron entre los
árboles para cambiar de fase y yo llegué por fin a la pequeña edificación de
madera roja, donde disminuí de velocidad y me aproximé a la gente, caminando
con diligencia.
Según me acercaba a la
puerta, todo el mundo me hizo un pasillo para que pudiera pasar y mi trayecto
se llenó de saludos y palmadas de ánimo. Me sobrecogió ese recibimiento que no
esperaba y el nudo de mi garganta saltó sin remedio. Brenda estaba con Seth y
Leah. Dio un paso al frente y nos abrazamos. No me había visto desde el día del
secuestro, y luego todo había pasado tan rápido. Me soltó, me secó las lágrimas
con una sonrisa y volvió hacia atrás para dejarme paso. Mi amiga no fue la
única que me abrazó; Seth, Leah, Embry y Quil también lo hicieron, y Claire se lanzó
a mis brazos para darme un cariñoso beso. Emily estaba con Sam y sus dos hijos.
Tenía un pañuelo que le cubría la cabeza, pero tenía buen aspecto. Me sonrieron
para infundirme confianza mientras ella sostenía a Ethan en los brazos y lo
balanceaba para que no llorase.
Billy ―flanqueado por Rachel
y Paul―, Carlisle y el Viejo Quil se encontraban junto a la puerta. Este último
se levantó con torpeza de su silla para recibirme, ayudado por su bastón.
Faltaba Charlie, que debía de estar en comisaría o patrullando. Cuando Billy me
vio, su cobrizo rostro se iluminó y me acerqué a él con premura.
―Billy ―sollocé, agachándome
para abrazarle.
―No te preocupes, ahora que
estás aquí, se recuperará ―dijo, separándome y rodeando mis manos con las
suyas.
Asentí y me secó las
lágrimas.
―Ahora ve, te está
esperando.
―Sí.
Dejé sus manos y me alcé.
Me fundí en un abrazo con
Rachel y Paul y me arrimé a la puerta para entrar.
―Nessie ―me llamó Carlisle.
Giré la cara para mirarle con la manilla ya girada―. Estaré aquí por si Jacob…
―No te preocupes ―le corté
con una sonrisa llena de confianza―. Jake no me hará daño ―y pasé el umbral,
accediendo al interior.
Por alguna razón, nada más
cerrar la puerta sentí un enorme miedo. Mi corazón latía tan fuerte, que
seguramente podían escucharlo todos los que se habían quedado fuera. No era por
mí, desde luego, Jacob no iba a hacerme nada malo. Pero no sabía qué me iba a
encontrar al traspasar la puerta de su cuarto. Mi padre me había dicho que su
estado era horrible y no sabía cómo iba a reaccionar al verle así.
Sin embargo, no tenía tiempo
que perder.
Jacob, mi Jacob. Él estaba
allí, esperándome. Él era lo más importante.
Me acerqué con
apresuramiento, entré en su dormitorio sin pensármelo dos veces y cerré la
puerta.
Mis peores pensamientos eran
ciertos. Tuve que darme la vuelta y apoyarme en el marco cuando le vi y mi
corazón pasó a latir sin control, bombeando un montón de emociones y
sensaciones mezcladas. Dolor desgarrador, inmensa alegría…
Me recordé a mí misma a qué
había ido. Respiré hondo para reponerme y me giré de nuevo hacia él.
Mi visión no podía ser más
dolorosa.
Estaba atado de pies y manos
al somier de la cama con unas gruesas y anchas cintas de cuero marrón claro que
tenían unas hebillas para graduar el amarre. Las patas de la cama estaban bien
aseguradas, les habían colocado unas bases metálicas atornilladas por mil
sitios que a su vez estaban clavadas al suelo con remaches. Su muñeca izquierda
estaba conectada a un tubo que llevaba a un gotero de suero. Solamente vestía
unos pantalones cortos mojados de color caqui y todo su cuerpo y su pelo
estaban bañados en sudor. Temblaba levemente como si tuviera frío y la
expresión de su ojeroso rostro estaba desfigurada por el rechinamiento continuo
de sus dientes y el apretamiento de sus párpados cerrados.
―Ne… Nessie… ―masculló de pronto con una voz muy baja y ronca.
Mi corazón volvió a palpitar impetuosamente.
―¡Jacob! ―rompí a llorar, corriendo hacia a él.
Me arrodillé junto a su cama y le toqué su rostro empapado, este ardía
de la intensa fiebre. Nada más notar un contacto, su cuerpo convulsionó. Me
sobresalté y un acto reflejo me hizo retirar la mano hacia atrás. Comenzó a
agitarse con una furia desmedida, gruñendo y tirando de las cintas hacia arriba
para soltarse. La rabia estaba haciendo su trabajo.
No pensaba rendirme, yo iba a hacer el mío. Volví a llevar la mano a
su cara, sin dudas.
―Jake, soy yo ―murmuré, tratando de acariciar su mejilla―. Soy Nessie.
No me reconocía. Tenía que hacer algo más para que me reconociera y me
notase con él.
Ahora entendía por qué habían fijado el lecho al suelo. Sus sacudidas
y tirones eran tan potentes, que, incluso clavada, la cama se levantaba un
poco. Podían verse las marcas donde habían estado insertados algunos clavos que
habían sido arrancados de cuajo.
Pero yo no tenía miedo. Jacob no iba a hacerme ningún daño. Así que,
en vez de apartarme, me tumbé en la cama, a su derecha, y conseguí echarme
sobre su agitado pecho para arrimarme más a él. Su cuerpo ardía mucho más que
normalmente, casi quemaba. Si fuera humana del todo y tuviera una temperatura
corporal normal, me hubiera abrasado. Dejé caer parte de mi melena a un lado y
acerqué mi rostro al suyo para que me oliera mejor. Sus espasmos y gruñidos
parecieron bajar algo de intensidad.
―Jake, soy yo ―hablé entre susurros entrecortados, acariciando su
cara―. Ya estoy aquí.
Entonces, se paró. Su cuerpo se quedó quieto, tenso, durante un
instante. Después lo relajó del todo, incluido su rostro, reposándolo en la
cama, y acercó su nariz a mi mejilla. Todo el vello se me puso de punta cuando esta
comenzó a recorrer toda mi cara despacio, arrastrando sus labios, y siguió para
oler mi cabello.
En ese momento estaba totalmente relajado y mi mano llegaba a la cinta
que sostenía su muñeca izquierda, así que la desabroché y se la liberé.
Sin medir sus fuerzas, y todavía inconsciente, la llevó hasta mi pelo
con un afán desmesurado y lo aferró con tanto ímpetu en la nuca, que me hizo
daño. Pero no me importó en absoluto.
―Nessie… ―murmuró, empezando a oler mi cuello.
―Sí, cielo, soy yo ―susurré―. Ya estoy
contigo…
Sus labios rozaban mi piel casualmente durante su suave rastreo. Todo
mi cuerpo se estremecía con cada tórrido roce, con cada abrasadora espiración.
Era una locura, lo sé, él estaba inconsciente y no sabía lo que hacía, pero no
podía evitarlo, eran sus labios, su dulce aliento, su afrodisíaco sudor que me
volvía completamente loca, era él. Y llevaba tanto tiempo sin sentirle por mi
piel…
Tragué saliva y respiré hondo para recomponerme y controlarme.
Llevé mi otra mano hacia su hebilla derecha y lo solté. Esta vez me
dejó sujetar su muñeca y acerqué su palma para que sintiera la textura de mi
cara.
Dejó de oler mi cuello y empezó a deslizar la punta de sus dedos por
mis facciones, examinando mi semblante como si de un ciego se tratase. Acarició
mis mejillas y se entretuvo un rato con mis labios. Las besé con dulzura para
ver si eso le traía algún recuerdo. Siguió la línea de mi mandíbula y sus dedos
se arrastraron por el cuello hasta que también terminaron en mi nuca.
―Mi Nessie… ―susurró, pegando mi rostro al suyo.
Empecé a hiperventilar como una tonta, ni que nunca hubiera rozado su
boca.
―Sí, Jake, ya estoy aquí ―le dije con un murmullo roto, en sus labios.
―Mi ángel… ―susurró de nuevo.
No me dio tiempo a contestarle. Una conocida y prodigiosa brisa cálida
acarició mi espalda de repente, agitando mi pelo, y comenzó a traspasar mi
cuerpo. Sentí cómo esa parte de su espíritu perdido pasaba a través de mis
tejidos, órganos y músculos, empapando cada una de mis células con su magia y
su energía, y un placer inmenso, infinito, se apoderó de todo mi ser cuando su
alma se unió a la mía por un instante. Era lo más parecido a lo que sentía
cuando hacíamos el amor. Mis ojos se cerraron, derramando lágrimas al sentirlo,
y sus labios fueron testigos directos de mi intenso jadeo.
―Jake… ―suspiré, aferrando mi mano a su pelo húmedo.
―Nessie… ―jadeó él también, en mi boca.
Entonces, su alma soltó a la mía súbitamente y terminó saliendo con
rapidez por mi pecho para traspasar el de Jacob.
Su cuerpo se arqueó hacia arriba durante un segundo ―en el que sus manos soltaron mi nuca para caerse a
los lados y tomó aire igual que si hubiera estado ahogándose y ahora pudiera
respirar― y volvió a descansar en la
cama completamente echado.
Se quedó inmóvil y esperé, pero a medida que pasaban los segundos, me
fui poniendo más nerviosa. Su pecho se movía arriba y abajo, respiraba con
normalidad, y su temperatura parecía estar bajando, ¿por qué no abría los ojos?
¿Acaso no había entrado todo su espíritu? ¿Habría hecho algo mal?
―¡Jake! ¡Jake! ―sollocé, asustada, mientras acariciaba su rostro con
inquietud.
Mi corazón saltó de su sitio, desbocado, cuando sus párpados se
movieron y, poco a poco, fueron abriéndose hasta que mis adorados ojos negros
se encontraron con los míos.
Esos grandes y brillantes ojos negros, penetrantes y dulces al mismo
tiempo, que me volvían completamente loca, se quedaron maravillados mirando a
los míos durante un instante, en el que mi corazón ya no daba abasto, y después
sus labios se curvaron hacia arriba con satisfacción.
―Hola, preciosa… ―murmuró con una sonrisa muy saludable.
―Jake…
Una retahíla de emociones y sensaciones indescriptibles y maravillosas
invadieron mi pecho y me lancé a sus labios. Nos besamos con una pasión
desmedida, casi exagerada, moviendo nuestros labios con un entusiasmo rayano en
la locura mientras nos aferrábamos el uno al otro por el pelo para que no
hubiera ni un átomo entre nosotros. La energía fluyó a nuestro alrededor con aires
renovados y más fuerte que nunca. Mis mariposas y nuestras lágrimas dieron
libertad a sus emociones y salieron al exterior, rebosantes de felicidad.
Jacob estaba vivo, su espíritu estaba completo y había purificado su
cuerpo. Ya estaba totalmente sano. Ahora nadie ni nada nos separaría jamás, ni
siquiera la muerte podría hacerlo. Nuestras almas siempre estarían juntas,
unidas por nuestro enorme vínculo, en este mundo o en el más allá. Toda la
eternidad.
ETERNIDAD
―Entonces, ¿os gustaron los
butacones? ―preguntó Alice con unos ojos
muy abiertos que esperaban una respuesta positiva.
―Claro, son muy anchos,
perfectos para…
Jake cerró su sonriente pico en cuanto le pellizqué en el brazo.
―Sí, muchas gracias, Alice ―seguí yo―. Es justo lo
que buscábamos para ese rincón de la chimenea.
―De nada. Espero que los
disfrutéis ―y me guiñó el ojo como si ya
supiese de qué iba el asunto.
Mi cara sufrió un baño de sangre y mi padre suspiró con resignación.
Se hizo un silencio bastante incómodo en el que la brisa de primeros
de septiembre aprovechó para hacerse de notar y agitó las hojas de los árboles
de los alrededores del límite fronterizo de La Push.
―Bueno, así que os vais la
semana que viene ―intervino
Carlisle, sonriente, para iniciar otra conversación―. Por fin utilizaréis los vales y os vais de luna de
miel.
―Sí ―afirmó Jake con alegría manifiesta, girando el
rostro para mirarme―, antes de que
Nessie empiece las clases. Y también queríamos aprovechar para celebrar su
cumpleaños de una manera especial.
Le sonreí abiertamente y apreté el amarre de su mano. Menudo
cumpleaños iba a pasar, y ya tenía el mejor regalo del mundo.
―¿Y adónde vais? ―quiso saber.
―A la isla de Santa Lucía ―reveló Jake―. Bueno, en
realidad, a un islote que está a unas cuantas millas más allá. Emmett sabe
dónde está ―y le dedicó una sonrisita
cómplice al mencionado.
―Es un sitio solitario y
paradisíaco en el nos perdemos Rose y yo de vez en cuando ―explicó Em con una sonrisa de oreja a oreja mientras
observaba a su novia de reojo, que le dio un codazo, riéndose con vergüenza―. La única casa que hay allí es nuestra, así que
pensamos que, como vosotros les pagabais el viaje como regalo de boda, nosotros
podíamos regalarles el alojamiento.
―Qué buena idea ―observó Carlisle con agrado―. Así que el Caribe, ¿eh?
―Sí, nos apetecía ir a un
sitio cálido y soleado, y como Emmett y Rosalie se empeñaron en hacernos ese
regalo y conocían ese sitio ―declaró mi
novio―. Además, tengo que
enseñarle a Nessie a nadar. Es un poco bochornoso que no sepa, cuando va a
vivir al lado de una playa ―bromeó.
―Muy gracioso ―le contesté con retintín, aunque era cierto.
―Ya verás qué pronto aprendes
allí, sobre todo cuando los tiburones vayan a por ti y tengas que salir
corriendo del agua ―siguió,
mofándose.
―¿Tibu… tiburones? ―espeté, asustada.
―¿No lo sabías? Las aguas
caribeñas están infestadas de tiburones ―afirmó con su
sonrisa burlona. Abrí los ojos como platos―. Pero no te
preocupes, yo los agarraré por la cola y los lanzaré mar adentro para que no te
rocen ―dijo, gesticulando con el
brazo suelto como si estuviera haciéndolo―. O también
puedo interponerme, total, si me muerden, me curaré en dos segundos… ―mi rostro palideció y Jake alzó la mano hacia su
barbilla, pensativo―. Aunque,
bueno, si me arrancan una pierna o algo…
―¡No! No nos meteremos en el
agua ―sentencié con temor.
Jacob se empezó a carcajear.
―¡Era una broma! ―se rio. Fruncí mi ceño al principio, pero terminé
contagiándome por su risa y le pegué un tortazo en el brazo, mordiéndome el
labio, sonriente―. Hay
tiburones, pero no son como los de las películas, son pequeños ―me aclaró, más serio―, y no son una plaga como las medusas. Tendremos suerte si vemos uno o
dos.
―Mejor si no los vemos.
―No te preocupes, preciosa ―me calmó, sonriente―. El único que te va a comer es tu lobo feroz ―y abalanzó su boca a mi cuello para morderme en
broma.
―¡Jake! ―intenté regañarle, aunque la risa que me producían
sus cosquillas le quitó intención.
Le aparté la cara, empujándole la cabeza hacia atrás, y Jacob se
despegó, carcajeándose. Me puse roja como un tomate cuando vi a toda mi familia
observándonos sonrientes. Después de lo mal que lo habíamos pasado con mi
secuestro y con el coma de Jacob, a todos les gustaba vernos así de bien, sobre
todo a Alice, que ya no sufría más jaquecas. Bueno, excepto a mi padre, que
también estaba feliz por nosotros, desde luego, pero, por supuesto, ahora mismo
podía más su censura por todo esto de la luna de miel y estaba un poco molesto.
―Allí no tendréis problemas,
estaréis a solas todo el día. Tenéis todo el islote para vosotros solos, para
hacer lo que queráis ―dijo Emmett en
un tono pícaro, dirigiendo su mirada de igual intención a mí. Mis mejillas
volvieron a encenderse un poco, pero Jake sonrió de felicidad sin cortarse un
pelo. Mi padre, en cambio, se dedicó a mirar a un lado con el ceño tan fruncido
que casi le tapaba los ojos―. La única
compañía que tendréis será un barco que va todas las mañanas, provisto de
abastecimiento y personal de servicio que se encargará del mantenimiento de la
casa y la cocina, pero este solamente estará un par de horas y se marchará.
No pude evitar que mi labio se elevara. Todo el vello se me ponía de
punta solamente con imaginarlo. Tan solo pensar en esos maravillosos quince
días disfrutando de un islote para nosotros solos, de esa casa, de sus aguas
caribeñas, de su playa de arena blanca… Sí, esa arena blanca resaltaría aún más
sobre la hermosa piel india de Jacob, envolviendo su cuerpo sublime y
perfecto... Las imágenes de aquel arrebato de pasión en la playa de La Push, en
nuestra primera cita de verdad, vinieron a mi cabeza sin remedio y mi cerebro
empezó a montar su película él solo. Esta vez, la espuma de las olas de esas
aguas tan cálidas acariciaba nuestra piel desnuda bajo la luz de la luna,
acompañando a las de nuestras manos y nuestros labios, y, esta vez, podríamos
terminar lo que habíamos empezado en aquella ocasión…
―También tenéis pagada una
avioneta privada que os llevará a la isla de Santa Lucía para que podáis
visitarla cuando queráis ―añadió Alice,
haciéndome bajar de mi nube perfecta, señalándose a ella y a Jasper toda
orgullosa―. Dispondréis de ella las
veinticuatro horas del día para ir y para volver.
―Eso está genial, así iremos
de vez en cuando a Santa Lucía, ¿verdad? ―afirmó Jake,
ladeando la cara hacia mí―. Hasta
podremos ir a cenar algún día y regresar por la noche.
Asentí, aunque para ser sincera, no me habría importado nada si nos
tuviéramos que quedar los quince días en el islote sin salir de allí.
―La casa está provista de una
piscina exterior que parece que se une al mar, otra cubierta, una zona de spa y
un jacuzzi ―continuó Rosalie, haciéndole
la competencia a Alice.
Esta le dedicó un mohín y le sacó la lengua.
―Oh, es estupendo ―exclamó Carlisle.
Sí, sí que lo era. Mi cabeza no hacía más que llenarse de imágenes
maravillosas… Por la mirada que tenía Jake y su media sonrisa, no me fue
difícil deducir que la suya también. Los dos apretamos nuestro amarre,
verificándolo.
―Sí, ahora solo queda que se
casen de una vez ―refunfuñó mi
padre en voz baja.
Ups. No pensar, no pensar.
―Edward… ―le regañó mi madre con un cuchicheo, meneando su
mano.
―Disfrutar de la luna de miel
antes de celebrar la boda, ¿dónde se vio? ―masculló entre
dientes, como protesta.
Luego, murmuró algo ininteligible que solamente entendió mamá y yo
miré a Jake de reojo.
―Fue idea nuestra, Edward ―le recordó Carlisle.
Papá volvió a farfullar algo que no se entendió.
―Bueno, también podían ir a
visitar Europa, ¿no? ―añadió,
irritado―. Hay muchos sitios que ver,
y para una vez que salen de aquí…
―Edward, tienen muchos años
para viajar ―nos defendió mamá, riñéndolo
un poco por su actitud―. Y este viaje
tiene que ser mágico e inolvidable para ellos.
Sin duda, iba a serlo.
Y la boca de mi padre se llenó de nuevo de palabras no legibles.
―En fin ―resopló acto seguido―, nosotros no os daremos nuestro regalo de boda hasta que no haya boda
―recalcó.
Mi madre puso los ojos en blanco.
―Me parece bien ―aceptó Jake.
―Espero tener que empezar a
buscar el Ferrari pronto ―insinuó papá,
tirándoselas a Jacob.
―¿El Ferrari? ―los ojos de mi novio se abrieron como platos.
Pude percibir cómo el labio de mi padre se elevaba un milímetro con un
poco de astucia pícara. Mamá se cruzó de brazos y le miró boquiabierta, con
enfado.
―Le he estado echando el ojo
a unos cuantos modelos exclusivos, por Internet, pero ya veo que tendré que
esperar para comprártelo, así que no miraré más, de momento ―matizó, otra
vez con insinuación.
―¿Estás intentando comprarme
con un Ferrari? ―se rio Jake.
―Exclusivo ―reiteró mi progenitor.
―Es muy tentador… ―Jacob dejó la frase en el aire―, pero no, gracias. Me gusta mucho mi Golf ―terminó, sonriendo.
―¿Prefieres una Harley?
―¡Edward Cullen! ―le regañó
mamá, dándole un manotazo en el brazo.
―Tranquilo, tío, nos
casaremos ―aseguró Jacob.
―Sí, dentro de un siglo… ―farfulló
mi padre con disgusto.
―Tenemos que irnos, o
perderemos el avión ―advirtió
Jasper.
Todos los semblantes que antes estaban alegres ―quitando el de mi padre, claro― se transformaron rápidamente.
―Sí, es cierto ―murmuró mi madre con una cara tan triste, que casi
le llegaba al suelo.
―Bueno, no empecéis, ¿vale? ―se quejó Jake―. Nosotros no
nos vamos a mover de aquí, y podéis venir a Forks cuando queráis. ¡Pues vaya un
problema que tenéis vosotros! ―chistó.
―Jacob tiene razón ―secundó Jasper―. No hagamos un
drama de esto.
―Sí, será lo mejor ―aceptó mi madre.
―Ya sé que es una tontería,
porque sería imposible que os pasara algo, pero llamad cuando lleguéis, ¿vale? ―les dije.
―Vale, mamá ―bromeó ella con una risilla.
Le sonreí con los ojos en blanco y me cogió por la mano para
estrecharme con fuerza entre sus brazos.
―Te quiero ―susurró con la voz rota.
―Y yo a ti ―le contesté de igual modo―. Te voy a echar mucho de menos.
Me separó, cogiéndome por los hombros para mirarme.
―Eso lo dudo ―llevó sus ojos hacia Jacob, sonriendo, y luego los
volvió hacia mí―. Te quiero más
que a mi vida, no lo olvides nunca ―repitió con un
murmullo y los ojos vidriosos―. Yo sí que te
voy a echar mucho de menos.
―Y yo también ―sollocé, abrazándola con fuerza.
Me había propuesto no llorar, al menos delante de mis padres para que
no les costase más el dejarme aquí, pero el abrazo impetuoso de mi madre,
contrastado con su estado emocional frágil y vulnerable, me contagió e hizo
desbordar mis lágrimas sin remedio.
Nuestro abrazo se prolongó durante un buen rato, hasta que me separé
un poco para hablarle.
―No os preocupéis por mí,
¿vale? Aquí seré muy feliz ―le dije.
―Lo sé ―me sonrió―. Y nosotros
somos felices por eso.
Le correspondí la sonrisa y le puse la mano en la cara para que mis
padres vieran todo lo que sentía por ellos ―ya que papá
también podía verlo―, más la
infinita felicidad que sentía por quedarme con Jacob.
―Yo siento exactamente lo
mismo ―declaró cuando terminé.
Volvió a sonreír con sus ojos colmados de alegría y me apretó en otro
abrazo. Nos dimos un beso en la mejilla la una a la otra y nos separamos para
que pudiera abrazar a mi padre.
Así lo hice.
―Yo también te quiero ―me recordó, secándome las lágrimas con el dorso de
su mano fría y pétrea pero tierna a la vez―. Bueno, por
muy disgustado que esté ahora, tengo que admitir que te dejo en buenas manos y
que me voy tranquilo ―añadió con un
cuchicheo tan bajo, que me costó escucharlo hasta a mí―, pero atrévete a decirle eso ya, hija.
Me sorprendí un poco al escuchar esto último y mi mano se fue al
bolsillo de mi chaqueta instantáneamente. No sé por qué me extrañaba, él podía
verlo todo, cómo no iba a saber eso.
―Gracias, papá ―le besé en la mejilla―. Te quiero ―y me desprendí
de sus brazos para no agrandar más el enorme y frágil nudo de mi garganta.
La frontera quileute se llenó de abrazos y mensajes de despedida un
poco más desenfadados y alegres que nos dieron un respiro.
―No dudéis en llamarme cuando
necesitéis de mis servicios ―le recordó
Carlisle a Jake, después de abrazarse.
―Sí, lo sé. Gracias, Doc.
Emmett se acercó a Jacob rápidamente con una enorme sonrisa.
―Llámame de vez en cuando, ¿de
acuerdo? ―le dijo.
―Sí, y tú procura no cazar
ningún lobo por allí ―bromeó Jake.
―Descuida. Seguro que vería
tu tierna carita y no podría ―se rio.
―Ja, ja ―articuló Jake con retintín. Luego, cambió el rostro
a uno un poco más serio―. Bueno, tío.
Gracias por todo.
Se dieron un abrazo de esos que se dan los chicos, con palmada en la
espalda incluida, y Rose hasta le dio un beso en la mejilla, eso sí, con sus
respectivos:
―Luego me lavaré la boca,
chucho.
―Ya, bien que te ha gustado,
rubia.
Y Rosalie no pudo evitar que se le escapara una risilla.
Mi madre se quedó frente a Jake, mirándole visiblemente afectada por
su separación.
―Anda, ven aquí ―y Jacob estiró su mano para atraerla hacia sus
brazos.
Ella le rodeó con los suyos con fuerza y hundió el rostro en su pecho
para sollozar. Sus dedos se aferraron con tanto ímpetu a la espalda de Jake,
que casi parecía que se los estaba clavando. Él también estaba triste, sus ojos
se humedecieron, aunque lo asumió con entereza y las lágrimas no llegaron a
desbordarse. Mi padre bajó la mirada al suelo y aguantó estoicamente, pero yo
no era tan altruista. Mi cabeza casi podía hacer un cóctel con la de
sentimientos mezclados que albergaba. Aunque sabía que era su momento de
despedida y que era muy egoísta por mi parte, no podía evitar sentirme un poco
incómoda, después de todo, ella todavía no se había olvidado de él del todo
debido a esa turbación que padecía. Sin embargo, tampoco me molestaba, Jacob
siempre había sido su mejor amigo y yo respetaba eso. Habían estado muchos años
juntos y ahora tenían que separarse. Eso me apenaba mucho y hacía que
comprendiera perfectamente todos los sentimientos que tenían que estar pasando
por la mente de ambos en estos momentos.
―Ay, Bella, me estás
espachurrando ―se quejó Jake finalmente
cuando ella volvió a apretar su torso con sus brazos.
―Oh, perdona ―se disculpó mamá, algo avergonzada, separándose un
poco de él.
―No importa ―sonrió.
―Te echaré mucho de menos ―musitó mi madre con un hilo de voz.
―Venga, que no os marcháis a
Marte, ni nada de eso ―la animó―. Nos veremos más de lo que crees. Y nosotros
también iremos a veros alguna vez.
Mi madre sonrió y lo abrazó de nuevo.
―Te quiero, Jake.
―Y yo a ti, Bells.
―Siempre serás mi mejor amigo
―sollozó.
Jacob la despegó con delicadeza, sujetándola por los brazos, y le dio
un beso muy dulce en la mejilla que mi madre sintió en lo más profundo de su
ser e intentó retener cerrando los ojos. Cuando los abrió, se quedó un instante
mirándole y le acarició la mejilla.
―Adiós, Jake ―susurró sin apenas voz.
Supe, sin ninguna duda, que ese adiós era otro tipo de
despedida. Una despedida simbólica para siempre. Mi padre y yo nos miramos, ambos
con una chispa de alivio en las pupilas. Eso nos hizo gracia a los dos y nos
reímos entre dientes. Por fin, mi madre se separó de mi chico para colocarse
junto a papá.
―Cuida bien de Renesmee ―le dijo, casi parecía una orden.
―Eso ni lo dudes ―le contestó él, mirándome sonriente mientras
entrelazaba sus dedos con los míos para aferrar mi mano.
Le sonreí, apreté su mano y me dio un beso corto en los labios.
―Bueno, Jacob. Por fin me voy
a librar de ti ―manifestó mi
padre con una sonrisa de satisfacción enorme, dándole una palmada en el brazo.
―Lo mismo digo ―le contestó este con otra sonrisa mayor, pasándome
el brazo por los hombros.
La boca de mi padre bajó de sopetón para adoptar una expresión de
resignación.
―Acuérdate de mandarme las
fotos de vuestra casa por correo electrónico ―me recordó Alice por enésima vez, dándonos otro abrazo más a los dos.
―Que sííííí ―respondí, alargando la sílaba con una risilla.
―Llamadnos cuando os metáis
en algún lío ―siguió Jake, todo sonriente,
volviendo a coger mi mano―. Ya sabéis que
siempre podéis contar con nosotros para una buena pelea.
―Esperemos que eso no pase
más ―respondió mi madre,
riéndose.
―Tenemos que irnos ―reiteró Jasper, que ya estaba sosteniendo la puerta
del Jeep de Emmett con un pie dentro.
―Sí ―asintió mamá. Se notaba que ya había pasado el mal
trago de las despedidas, incluida la de Charlie, y que ahora estaba mucho más
tranquila―. Bueno, os llamaremos
cuando lleguemos ―anunció
mientras nos dábamos un último abrazo corto y un beso en la mejilla.
―Hasta pronto ―se despidió papá, con lo mismo―. Vendremos antes del Día de Acción de Gracias.
―Vendremos a haceros una
visita cuando regreséis de vuestro viaje de novios ―le corrigió mamá―. Ya que no
podemos estar juntos el día de tu cumpleaños, al menos queremos darte los
regalos en persona.
―Era una sorpresa… ―protestó mi padre.
―Lo siento, pero no pude
contenerme… ―se defendió ella, juntando
las manos para pedir perdón.
Papá suspiró con una sonrisa mientras negaba con la cabeza.
―Genial, así nosotros también
te daremos los nuestros.
―Eso espero ―bromeó de camino al vehículo―. ¡Entonces, esto es un hasta luego!
―¡Sí, hasta luego! ―contesté, sonriendo―. ¡Llamadnos al llegar!
Mi familia comenzó a repartirse por los coches. Em, Rosalie, Jasper y
Alice se subieron al Jeep del primero y los demás se repartieron en el Volkswagen marrón metálico de mi padre. Mamá se asomó
por su ventanilla para lanzarnos besos, toda sonriente, mientras el vehículo
arrancaba y comenzaba a moverse.
―¡Estudia mucho! ―le grité.
―¡Lo mismo digo! ―voceó ella―. ¡Vendremos
para ver esas notas!
Y nos despedimos con la mano, sonriéndonos, a la vez que los dos
vehículos corrían por la carretera de La Push. Se alejaron a toda velocidad y
los perdimos de vista cuando pasaron la curva.
Me quedé quieta, en silencio, observando la calzada vacía con mil
sentimientos encontrados revoloteando por mi pecho. Hasta que unos brazos
cálidos y fuertes me rodearon la cintura por detrás y Jake me arrimó a su cuerpo.
Entonces, las únicas que revolotearon fueron el millón de mariposas de mi
estómago.
―¿Estás bien? ―me preguntó, preocupado.
¿Que si estaba bien?
Me giré y rodeé su cuello con mis brazos.
―Les echaré de menos, claro.
Pero soy la mujer más feliz del mundo, porque me quedo con la persona más
maravillosa del universo ―afirmé con
convicción.
―No. La persona más
maravillosa del universo se queda conmigo ―invirtió―. Y yo soy el hombre más afortunado del mundo.
Nos sonreímos y nuestros labios se unieron para besarse con dulzura
durante unos segundos. Los despegamos y nos quedamos alelados, con las frentes
pegadas.
―¿Adónde te apetece ir? ―inquirió él al final.
―A casa ―le respondí con una enorme sonrisa.
Qué bien sonaba. Por fin.
―A casa ―aprobó, sonriendo con complacencia.
Nos dimos otro beso, me tomó de la mano y empezamos a caminar,
internándonos en la frondosidad arbórea.
Mientras paseábamos tranquilamente, arropados por los relajantes sonidos
típicos del bosque, me acordé de una cosa. Teníamos planeada una cena al aire
libre en el amplio jardín de nuestra casa para agradecer a toda la manada su
enorme ayuda en la rehabilitación. Las obras se habían paralizado desde mi
secuestro y no habían sido reanudadas hasta que Jacob se había despertado del
coma hacía un mes. Estos últimos treinta días habían sido una locura. Mi
familia se tenía que marchar en septiembre, ya que las clases de mis padres en
la universidad de Alaska empezaban a mediados, y la casa tenía que estar lista
para estas fechas. Alice me fue de gran ayuda para la elección del mobiliario. Aparte
de su gusto, el cual no se podía negar, se conocía al dedillo todas las tiendas
de Forks, Port Angeles, Seattle y alrededores. Eso me ahorró muchísimo tiempo. Además,
me dejó escoger a mí todos los muebles ―aunque más bien
era porque no podía mangonear por la casa y se tenía que fiar de mis gustos―, solamente se dedicó a asesorarme de vez en cuando,
cosa que agradecí, y nos había regalado esos butacones a los que yo había
echado el ojo hacía tiempo. Todos los chicos de la manada se habían empleado a
fondo en la restauración de nuestra casa. Al día siguiente del despertar de
Jacob, ya estaban todos trabajando, turnándose y relevándose en las distintas
tareas; y estaban tan contentos y tan orgullosos de su Gran Lobo y jefe de la
tribu, que le hicieron hasta el garaje. Entre la terminación de la reforma y la
decoración posterior, no habíamos tenido tiempo para nosotros. Este era el
primer paseo a solas que dábamos en todo este tiempo. Eso sí, nuestra casa
había quedado preciosa. Mi casita de cuento había quedado de cuento de verdad.
Incluso Rachel, Emily y el resto de las prometidas de los chicos nos habían
regalado plantas y flores para que las pusiéramos en las ventanas, nos habían
dado utensilios y menaje de cocina y nos habían hecho las cortinas. Nosotros
queríamos agradecerles todo ese esfuerzo con esa multitudinaria barbacoa en el
prado delantero de la vivienda, pero había un detalle que no quería pasar por
alto. Tenía que organizarme bien para que todos
estuvieran contentos.
―¿Sam y Emily van a venir a
la cena de inauguración de mañana con los niños? ―interrogué.
―Creo que sí, ¿por?
―Bueno, es que había pensado
hacerles una especie de menú infantil con algún juguete y eso, ya que Quil,
Embry y tú os encargáis de la barbacoa…
―Buena idea, no se me había
ocurrido.
―Me alegro tanto por Emily y
Sam.
―Sí, es genial que no tengan
que extirparle el pecho ―secundó él.
―Emily me ha dicho que en
cuanto se recupere, irán a por el tercero ―revelé―. No van a parar hasta que tengan una niña.
―Pues, como se descuiden, van
a tener una manada completa, porque al paso que van con tanto niño… ―se rio.
Entonces, giró el rostro y se quedó un rato observándome fijamente
mientras caminábamos entre los árboles.
―¿Qué pasa? ―quise saber, un poco ruborizada por su penetrante
mirada.
―No, nada ―y volvió la vista al frente, alzando el brazo para
tocar una rama alta―. Solamente
estaba pensando en cosas mías, eso es todo.
―¿En qué? ―inquirí, sonriéndole.
―Me preguntaba… Bueno, me
estaba imaginando cómo estarías embarazada ―confesó con
timidez.
Los colores se me subieron al rostro rápidamente.
―Pues, gorda ―respondí para quitarle importancia.
Jacob se rio y se colocó detrás de mí.
―Estarías preciosa ―me susurró al oído, acariciando mi vientre sin dejar
de caminar.
―Jake… ―le regañé con una risilla.
Ya no sabía si las mariposas que volaban a nuestro alrededor eran
reales o eran las que se habían escapado de mi estómago.
Mi tensión arterial subió cuando entrelazó sus dedos con los míos, cruzó nuestros brazos para pegarme a él y comenzó a
besarme en la sien.
―Estarías realmente preciosa
―volvió a cuchichear.
―¿Es que quieres que tengamos
un hijo ya? ―interrogué en broma con un
murmullo, que era lo único que me salía.
Sus pies se pararon, obligando a los míos a hacer lo mismo, y ambos
ladeamos la cara para vernos los rostros.
―¿Tú? ―me preguntó.
Sus intensos ojos se clavaron expectantes en los míos y mis insectos
volvieron a hacer de las suyas.
Lo cierto es que, por apetecer, no podía negar que sí que me apetecía
llevar un hijo suyo en mi vientre. Algunas veces, a mi mente se le había
escapado algún pensamiento fugaz a ese respecto. Nuestro bebé… Un niño moreno que fuese igual
que él, con sus ojos grandes, negros y brillantes, con esa tez cobriza, aunque
un poco clareada por la mezcla de la mía, y su hermoso rostro… Pero dentro de
unos cuantos años. Todavía no me veía preparada para tener un hijo. Hace poco
más de un año era una niña, hacía unos meses que acababa de salir de mi
adolescencia y ahora que por fin se había estancado mi crecimiento, primero
quería disfrutar bien de Jake a solas.
―Quiero tener hijos contigo,
pero ahora es muy pronto. Todavía soy demasiado egoísta. Prefiero esperar y
disfrutar de ti a solas unos cuantos años más ―admití, acariciando sus brazos.
―Sí, yo también lo prefiero,
la verdad ―convino con una amplia
sonrisa mientras iniciaba la marcha de nuevo―. Además, antes
tendrás que terminar tus estudios, y todavía somos muy jóvenes, tenemos muchos
años por delante para tener los críos que queramos. Aunque tengo que reconocer
que si ahora me dijeras que estás embarazada, no me disgustaría nada ―confesó―. Me encantaría
tener una preciosa niña que se pareciera a ti ―y me dio un beso en la mejilla.
―Afortunadamente, estoy
tomando medidas para que eso no pase y no es el caso, pero si lo estuviera,
sería mejor un niño ―opiné―. Las niñas, en nuestro caso, dan muchos problemas
en el embarazo. Mira mi madre, la pobre ―entonces, me
dio un escalofrío al darme cuenta de algo en lo que nunca me había parado a
pensar―. ¿Y si a mí me pasa igual
que a ella? ―la voz me salió tan helada
como se había quedado mi cerebro―. ¿Y si me
hiciera las mismas barbaridades que yo le hice a mi madre?
Jacob soltó mi cintura y me cogió de la mano para caminar a mi lado.
―Eso no pasará ―afirmó con seguridad―. No te preocupes.
―No lo sabemos, Jake.
―Yo sí. Le pregunté a
Carlisle un día y me lo explicó ―declaró,
sonriente.
―¿Le preguntaste a Carlisle? ―inquirí, sorprendida―. ¿Cuándo?
―Un día, ¿qué más da? ―cogió un palo largo del suelo y empezó a dar
golpecitos en los troncos según caminábamos―. El caso es
que me dijo que tú no tendrías ningún problema en el embarazo. Bella era humana
cuando te llevaba en su vientre. Su organismo no estaba preparado físicamente
para un embarazo así. Pero tú eres un semivampiro, como lo será nuestra niña.
―¿Nuestra niña? ―me reí―. Ya hablas
como si la fuéramos a tener.
―Sí, nuestra niña ―sonrió, dando otro golpecito con su palo―. Tu cuerpo está perfectamente preparado para
soportar un embarazo como ese, ya que tú eres tan fuerte como lo sería ella y
puedes alimentarte de sangre sin problemas, que es lo que nuestro bebé
necesitaría ―siguió. No pude evitar
soltar una risilla al ver su cara de felicidad mientras se imaginaba la escena―. Tendrías un embarazo normal, aunque mucho
más corto. En lo único en lo que nos tendríamos que fijar es en tu barriga. Si
vemos que en una semana ya tienes tripita y que crece rápidamente, sabremos que
es una niña; y si es un embarazo a un ritmo humano, será un niño. Una niña son
todo ventajas, piénsalo, en unas pocas semanas, ya la tendríamos en los brazos.
―¡Jake! ―me reí, dándole un manotazo en el brazo para
regañarle.
―Que sí, que sí, dentro de
unos años ―se rio él también, clavando
su bastón improvisado en la tierra para marcar el paso―. Primero tendríamos que casarnos y todo eso, ¿no? Y
para eso todavía queda.
Mi mano volvió a meterse automáticamente en el bolsillo de mi chaqueta
y cogió un tanto dubitativa lo que había guardado en él hacía dos semanas.
Recordé las palabras de mi padre: atrévete
a decirle eso ya, hija. Sí, tenía que atreverme de una vez. Tragué saliva y
respiré hondo.
―Jake… ―le llamé, parándome.
Sus pies se vieron sorprendidos por mi parón en seco y cuando
quisieron darse cuenta y se detuvieron, su mano tiró un poco de la mía. Giró
medio cuerpo para mirarme.
―Dime.
―Yo…
―¿Qué pasa? ―preguntó, extrañado por mi rostro lleno de
nerviosismo, a la vez que se giraba del todo y se ponía frente a mí para
estudiármelo.
Apreté el contenido de mi bolsillo, tragué saliva y respiré bien hondo
otra vez para soltarlo todo lo más relajada posible.
―He… pensado mucho mientras
estabas en coma ―volví a tragar
saliva―. Cuando creía que estabas…
muerto, yo me sentía como una viuda, para mí lo estaba de verdad ―sus atentas pupilas me ponían más nerviosa, así que
mis piernas iniciaron una marcha de un lado a otro y las palabras comenzaron a
atropellarse en mi boca, peleándose por salir todas a la vez―. Sé que es una tontería, porque ya vamos a vivir
juntos y es como si lo estuviéramos, pero también es una tontería no hacerlo,
por esa misma razón.
Jake me sujetó por el brazo para que parase de una vez y se acercó a
mí, clavándome su intensa e hipnotizante mirada.
―¿Qué me intentas decir? ―interrogó, llevando la mano que no portaba el palo a
mi cintura.
Mi corazón latía tan deprisa, que estaba a punto de salírseme por la
boca. No entendía por qué estaba tan nerviosa. Tomé aire de nuevo y me lancé a
la piscina de cabeza.
―Te quiero, tú eres lo más
importante y especial para mí, lo eres todo: mi mejor amigo, mi compañero, mi
alma gemela, el amor de mi vida… ―empecé a hablar
con determinación―. Sé que no
tenemos prisa por casarnos, porque nuestro vínculo ya es muy fuerte, y sé que
te pareceré muy cursi y ñoña ―rodeé su cuello
con mis brazos y acerqué mi frente a la suya con vehemencia―, pero tengo que reconocer que yo me muero por ser
tu mujer ya, Jake, lo deseo con todas mis fuerzas ―el palo se le cayó al suelo y su rostro se iluminó
como si el mío refulgiera y le reflejara―. Quiero llevar
tu apellido lo antes posible, que todo el mundo sepa que soy tu mujer y tú mi
marido, quiero entregarme a ti del todo, quiero ser tuya del todo.
―Nessie… ―sonrió.
Se lanzó a mis labios con tanto entusiasmo, que me costó un triunfo
volver en mí cuando los despegó al cabo de un rato.
―¡Nessie! ―se carcajeó después, elevándome por el aire y dando
vueltas.
Su risa me contagió y nos reímos un rato de esa guisa hasta que me
dejó en el suelo.
―Entonces, ¿tú también
quieres? ―le pregunté, contenta.
―¿Estás de broma? Fui yo
quien te lo pidió, ¿recuerdas? ¿Cómo no voy a querer? ―sus ojos se pararon un segundo para estudiar los
míos―. ¿Era eso? ¿Creías que yo
no quería todavía? ―se rio y pegó
su rostro al mío con animosidad―. Nena, si
fuera por mí, me casaba contigo ahora mismo.
―Bueno, yo había pensado en
hacerlo después de mi graduación ―manifesté,
sonriéndole―. Helen y las gemelas ya van
a alucinar cuando les cuente que vivo contigo. Aunque aparente veinte, se
supone que todavía tengo diecisiete años, ¿recuerdas? No me puedo casar hasta
los dieciocho.
―Después de la graduación
estará bien ―susurró, premiando a mi boca
con dos besos dulces, muy dulces―. Un momento,
¿y la universidad?
―¿Hay alguna ley que prohíba
estar casada para ir a la universidad? ―ironicé.
―No, supongo que no ―se rio.
―Además, había pensado en
sacarme una carrera de esas a distancia desde casa. Si voy a la universidad,
tendría que desplazarme todos los días a otra ciudad y perdería mucho tiempo.
―Yo te enseñaré a conducir y
te sacarás el carné enseguida ―me dijo―. Aquí vas a necesitarlo. Y arreglaremos algún coche
para ti, no quiero que tengas que depender de mí para todo. Así podrás salir
con tus amigas de compras o lo que sea cuando quieras, y también podrás ir a la
universidad. Aunque yo te llevaré y te iré a buscar todos los días, si quieres.
―Sí, cielo, eso ya lo sé ―le sonreí y le di un beso corto―. Pero no es por eso. Prefiero sacarme una carrera
desde casa. Quiero estar contigo todo el tiempo que pueda, y con la universidad
estaría supeditada a horarios fijos que me tendrían muchas horas ocupada ―empecé a explicar―. Con la
carrera a distancia no tendré horarios, podré estudiar a mi manera las horas
que yo quiera y cuando quiera, y aunque tarde más tiempo en sacármela, no me
importa. Tengo muchos años por delante para sacarme las carreras que quiera, no
tengo ninguna prisa, al fin y al cabo, voy a trabajar contigo cuando montes tu
taller.
―Pero tú querías ir al
instituto para no ser una niña de
cristal, como tú decías. Querías vivir tu adolescencia como otra chica
normal, sin tener que estar encerrada en casa ―rebatió―. No quiero que
te sacrifiques por mi culpa y te pierdas la experiencia de ir a la universidad.
Yo no pude ir, solamente pude graduarme en el instituto, pero tú sí puedes. Y a
lo mejor el día de mañana prefieres trabajar en algo que te guste más que la
mecánica.
―Con estos dos años de
instituto me es suficiente, ya no me siento como una niña de cristal. He hecho
amigas, he asistido a las clases, he conocido a profesores raros… Eso es lo que
quería vivir y lo he vivido ―argumenté―. Y la mecánica me encanta, me encanta trabajar
contigo en tu garaje, es lo que más me gusta del mundo y es lo que quiero
hacer. No me pierdo nada por tu culpa, tú me lo das todo. Ahora quiero vivir
esto ―afirmé, poniendo la mano
sobre su corazón y el mío―, y quiero
vivirlo para siempre. No quiero perderme ni un minuto más de mi vida sin ti.
―Nessie… ―murmuró, sonriendo con dulzura.
Me besó y me estrechó entre sus brazos con fuerza durante un buen
rato. Se estaba tan bien ahí, solamente me faltaba ronronear…
―Me muero de ganas de que
llegue tu graduación ―declaró,
separándose un poco de mí para mirarme sonriente―. Tendremos que empezar a avisar a todo el mundo para darles la
noticia.
―Mañana en la barbacoa se va
a armar una buena cuando lo digamos ―manifesté del
mismo modo―. Y ya verás cuando llamemos
a mi familia y se entere Alice. Si ya se emocionó montando esa fiesta de
despedida la semana pasada, no quiero ni pensar cómo será mi despedida
de soltera ―me reí.
―Espero que no se pase
demasiado ―bromeó.
―No te preocupes, no creo que
pierda el tiempo llevándome a un club de streeptees masculino, viendo lo
que ya tengo delante… ―levanté un poco
su camiseta y sonreí con satisfacción.
―Pues a mí mucho menos ―metió el dedo por el escote de mi camiseta de
tirantes para abrirlo y mirar el interior―. Sí, son
impresionantes ―pensó en voz
alta con su sonrisa torcida.
―¡Jake! ―le regañé con las mejillas sonrojadas, apartándole
la cara mientras me reía.
―¡Has empezado tú! ―se defendió entre risas, levantando las manos.
―Idiota ―y enganché su cuello con mis brazos otra vez para
darle un beso.
Jacob se rio y me sujetó por la cintura.
―Ahora entiendo esa
insistencia de tu padre. Ya había escaneado tu mente y, como tú no te atrevías
a decirme que querías casarte ya, intentó apretarme a mí para que me lanzara.
Bueno ―suspiró con alegría―, ahora se pondrá muy contento, pero yo lo estaré
más cuando me regale esa Harley el próximo verano ―y sonrió de oreja a oreja, mirando al infinito,
seguramente imaginándose subido en ella.
Me reí y me acordé de una cosa.
―Hablando de regalos ―metí la mano en el bolsillo de mi chaqueta―. Tengo uno para ti.
―¿Más? ―me sonrió.
Le correspondí la sonrisa y saqué la mano con la cinta de cuero.
―Toma ―aparté una de sus manos de mi cintura para
extendérsela y se la deposité en la palma―. No sabía si
dártela, por eso no la he envuelto ―admití, un poco
colorada.
―¿La has hecho… para mí? ―preguntó con un murmullo, mirándola detenidamente.
Sí, se notaba muchísimo. Podía verse perfectamente dónde me había
confundido con el horrendo trenzado de las cuatro finas fibras de cuero, que
había pretendido apretado para que fuera lo más delgado y fuerte posible y me
había quedado más bien flojo y chungo.
―Billy intentó enseñarme,
pero, como verás, aunque sea mitad vampiro trenzar no es lo mío ―confesé, ruborizada―. Eso sí, se lo pasó muy bien a mi costa ―Jacob empezó a recorrer la delgada cinta de cuero,
acariciándola con su dedo índice―. Está fatal,
lo sé, pero quería regalarte algo que simbolizara lo mismo que mi pulsera… ―mi voz se aflojó cuando alzó los ojos con rapidez y
se encontraron con los míos― y…, como no
puedes llevar pulseras, ni anillos, ni nada…, pensé en la cinta de cuero de tu
tobillo… Pero si no te gusta, no tienes por qué llevarla… Reconozco que es muy
cutre…
Sus brazos me estrecharon con fuerza y mi mejilla se vio pegada a su
pecho en un parpadeo.
―Me encanta ―susurró, algo emocionado―. Es perfecta ―afirmó. Aflojó
un poco su abrazo y clavó sus pupilas centelleantes en las mías―. Es perfecta porque la has hecho tú y por todo lo
que simboliza. No me la quitaré nunca.
Nos sonreímos y nos fundimos en un beso, que no lo fue, pero que me
pareció más corto de lo que quisiera. Tuve que obligarme a respirar cuando las
mariposas ya volaban demasiado alocadas. Mi corazón palpitaba con furor, hacía
más de dos meses que no estábamos juntos, a solas ―quitando aquella vez que Billy tenía reunión con el
Consejo y teníamos su casa para nosotros toda la mañana de ese domingo, pero
nos había interrumpido el siempre oportuno
de Seth, aunque había sido por un buen motivo― y hoy era el primer día de nuestra nueva vida, en nuestra casa, donde
por fin podríamos disfrutar de intimidad, estaríamos a solas todo el tiempo que
quisiéramos…
―Es del mismo color que tu
pelo… ―se percató, alzando la cinta
trenzada para compararla con mi cabello. Sus palabras me hicieron descender al
planeta Tierra―. ¿Cómo has hecho para
encontrar el color exacto? No tuvo que ser fácil, tu pelo tiene un color muy
particular.
―Bueno, recorriéndome todas
las tiendas de La Push habidas y por haber ―suspiré―. Brenda conocía algunas en Port Angeles, pero a mí
me hacía ilusión que el cuero fuera de aquí, así que insistí y al final di con
una tiendita muy pequeña que tenía las fibras así de finas y de ese color.
―Me encanta ―repitió con una sonrisa enorme, mirándola otra vez―. Voy a ponérmela ahora mismo ―y se agachó.
Se quitó su vieja cinta de cuero negra, la guardó en el bolsillo de su
pantalón y se puso mi cutre cinta trenzada, haciéndole un nudo marinero de esos
que se aprietan solamente con tirar de uno de los extremos y se aflojan de
igual modo.
―Guay, y además es más larga ―alabó desde abajo.
―Como ahora eres un lobo más
grande y tus patas son más anchas…
―Genial, porque la otra me
quedaba demasiado apretada ―dijo, ya
incorporándose. Luego, me cogió por la cintura y me pegó a su cuerpo. Las alas
de mi estómago se agitaron de nuevo―. Has acertado
de pleno con esta cinta de compromiso
―bautizó.
Llevé mis brazos a su cuello y me arrimé más a él.
―Se lo tendré que decir a las
otras chicas, a lo mejor empieza aquí otra tradición ―aventuré, sonriente.
―Puede ser. Es muy buena idea
―aprobó con una sonrisa―. Seguro que a los demás les gusta.
―Solo espero que a ellas se
les dé mejor que a mí ―señalé,
riéndome.
―Para ser la primera que
haces, no está tan mal ―aseguró.
―Bueno, esta no es mágica, ni
nada.
―Sí, sí que lo es ―contradijo, acercando su rostro al mío―. Tus manos la han trenzado…
Mi pecho comenzó a palpitar ansioso en cuanto su dulce y abrasador
aliento acarició mis labios con fervor.
―Te quiero ―conseguí susurrar cuando sus labios rozaron a los
míos.
―Te quiero ―murmuró él también, juntándolos del todo.
Nuestras bocas comenzaron a moverse con efusividad, a la vez que mis
manos se perdían por su nuca y su pelo y las suyas se metían por debajo de mi
camiseta para acariciar mi espalda con entusiasmo.
Ya empezaba a estar en el cielo, pero esa energía hechizante que
emanaba de nosotros me elevaba aún más.
Jacob bajó el movimiento impetuoso de sus labios para poder hablar.
―¿Qué te parece si encendemos
la chimenea y estrenamos uno de esos butacones que nos regaló Alice? ―susurró, deslizando después su labio inferior por
los míos.
Mientras le besaba muy despacio, coloqué mi mano en su mejilla y le
mostré las fantasías que mi cabeza ya empezaba a proyectar en las que aparecía
esa alfombra tan mullida y cómoda que habíamos puesto frente a la chimenea.
―Podemos estrenar… las dos
cosas… ―sugirió, sonriente, entre beso
y beso.
Le demostré lo mucho que me encantaría intercalando mis maravillosas
fantasías entre el butacón y la alfombra, junto al fuego de la leña.
―Nena, podías hacer esto más
a menudo…
Su ardiente boca y su abrasador aliento comenzaron a reptar por mi cuello
con excitación y mis pulmones pasaron a suspirar audiblemente con cada
estremecimiento. Mi mente le mostró ella sola otras imágenes en la enorme cama
de nuestro dormitorio.
―Eso por la noche… ―susurró con ansia, subiendo por mi mandíbula y
volviendo a mis labios.
Me cogió en brazos sin dejar de besarme y empezó a caminar con
diligencia.
Seguí tocándole el rostro con mi palma, confesándole una multitud de
fantasías que tenía escondidas en lo más recóndito de mi cerebro.
Sus labios se encendieron un poco más durante un instante y los soltó
para hablar otra vez.
―Tranquila, pequeña… ―volvió a acariciar mi boca con su labio inferior―, tenemos una vida muy larga para estrenar cada
rincón de la casa ―y sus ardientes
labios regresaron a los míos para besarlos con una pasión y un deseo tan
tórridos, que podían prender fuego hasta al mismísimo bosque, mientras mi mano
se unía a la otra y se volvían tan locas como mis mariposas y mi corazón,
moviéndose por su nuca y su pelo con ardor.
Nuestra preciosa y alegre casita roja apareció tras los árboles que
daban a la fachada posterior y Jacob aceleró. Los traspasó con rapidez, dio la
vuelta a la casa y, sin dejar de besarnos en ningún momento, abrió la puerta,
la empujó de costado y me llevó al interior, cerrando con el pie a nuestras
espaldas, de un portazo.
Sí, teníamos muchos, muchos años felices por delante para disfrutar de
nuestro amor infinito y nuestro fuerte y mágico vínculo en esta vida. Y después
de eso, la eternidad esperaba a nuestras almas para que la vivieran con la
misma intensidad y siempre estuvieran juntas, moviéndose como dos
constelaciones unidas e inseparables.
La leña de la chimenea no fue lo único que empezó a arder en el
saloncito de nuestra casa.
Toda la eternidad…
CONTINUARÁ*…
* Continuará en NUEVA ERA I.
PROFECÍA. Disponible gratuitamente en Bubok.es.
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http://www.bubok.es/libros/217299/DESPERTAR-Continuacion-de-Amanecer-saga-Crepusculo-18
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También podéis leer un anticipo de mi nueva saga Los Cuatro Puntos Cardinales, y, aunque no tiene nada que ver con Crepúsculo, también está llena de romanticismo, aventuras, acción, magia... El primer libro ya está publicado y será GRATUITO hasta la publicación de Sur, libro que se encuentra en proceso y que saldrá a finales de mayo o primeros de junio. El primer libro de mi nueva saga se llama NORTE. Tenéis toda la información aquí:
Adelanto del primer capítulo de NORTE:
http://jacobnessie.blogspot.com.es/2013/01/adelanto-de-los4pc.html
Adelanto del primer capítulo de NORTE:
http://jacobnessie.blogspot.com.es/2013/01/adelanto-de-los4pc.html
Para enteraros de las últimas novedades del blog, podéis ir a la Página Principal o pinchar aquí ;)
¡¡¡Espero que os animéis a uniros al otro lado, mis guerreros!!!
Me encanto todo!!!!! Eres realmente excelente escribiendo te felicito =D
ResponderEliminarHola, soy JACOB&NESSIE!
ResponderEliminarMuchisimas gracias XDD!!!!! Me alegro mucho de que te gustase!!!
Ahora te invito a que leas "Nueva Era", jaja ;)
UN BESAZO!!
Ok, Taaam, simplemente quiero decir que me lei, todo el libro,
ResponderEliminarme hizo llorar, reir y querer pegarles a los protagonistas para que entendieran cosas logicas,
como cuando neess se alejo de Jake, ocuando bella se le tiró a Jake .l.
Cosas así, bueno tambien me hizo llorar con partes como la del secuestro despúes cuando la
encuentra y le dice que le prometa que vivirá. oh cuando ness despierta y ella piensa que Jake esta muerto.
Tambien hay partes increibles como cuando Jake acepta que es el Gran Lobo.
Oh cuando Jake en esa misma parte le muestra a Aro solo lo que él quiere que vean.
Cuando Marco habla O: eso si es un milagro.
Y que se cree "esa" Jane cuando ve a Jake así? Que no sabía que tiene novia?
(Ok, si pregunta tonta lógico que si, peero igual no debería, hay que respetar)
Oh tambien hay partes de logica como cuando Seth y Brenda se impriman
(no se si lo escribi bien :S ) que está excelente *-*
Bueno tambien que Jake espantara a esas "sangüijuelas" fue muy divertido C:
Y la parte donde Eleazar no entendío que Jake quería estar solo y se puso a hablar con el y lo dejó
más intrigado respecto a su "Don Espiritual"
Y tambien que Ness pudiera salvar a Jake, eso casi me rompe el corazón.
Lo lamento por comentar antes pero es que resulta que tu historia me atrapo y quería leerla toda, por
eso me la lei como en 2 o 3 días, pero simplemente me encanto.
Si Nueva Era está en el blog la leere C:
Bueno se despide muy cordialmente de vos, Nats*-*
Dios!!! Cuanto daria por estar en el cuerpo de Renesmee!! Tia, que me puse a llorar cuando pense que Jacob habia muerto!! Pero me encanta la pareja que hace mejor que Edward y Bella! Chica, eres granciosa! :-)
ResponderEliminarAngie Cullen, Inglaterra
"Love is only way"
Tamara, wow!!!, no tengo palabras para describirte todas las emociones que despertaste en mi a través de este libro titulado "despertar" es verdaderamente asombrosa tu capacidad de escritura, ya que dejas bastante claras las ideas, tiempo , espacio en general, cuando descubrí este blog y comencé a leer el primer capitulo, " niña de cristal" debo reconocer que me hice adicta, ya comenzando me era bastante difícil poder detenerme para realizar mis deberes :p llegaba al trabajo y comenzaba a leer, terminaba mi jornada laboral y sólo me despegaba de tú historia el tiempo que duraba el camino a casa... Lo haces de maravilla!
ResponderEliminarMe provocaste, risas, inquietudes, dudas, llantos, entre otros ( Debo reconocer que lloré como bebe cuando pensé que mi amado Jake moría :/)
Bueno, hablando de la historia en si, amo a Jacob, quede boquiabierta con el doloroso episodio que vivía Bella al pasar por ésta espiral como la llamaba ella,ya que, no recuerdo el término correcto utilizado por Edward, el personaje que pese a su poca aparición llamo mi atención fue Brenda, ya que, la personalidad que demostró cuando se conocieron con Nessie a la que terminó definiendola era bastante distinta, me gusto, debido a que obviamente ella y Ness tendrán un lazo más fuerte que con las otras chicas, debido a que comparten el mismo mundo mágico y místicico al Brenda ya comenzó a formar parte por el hecho de que Seth se haya imprimado de ella.Recuerdo cuando fueron a esa fiesta en la playa a la cual la invitó Ness con el único propósito de distraerla y obviamente esperando a que conociera a alguien, uno de los chicos Quileute que llamase su atención y así por fin dejará de tener interés en Jake, sin siquiera sospechar que la magia de la imprimaión actuaria esa noche y danzaría alrededor de Seth y la anteriormente mencionada.
Todo, absolutamente todo en esta historia fue maravilloso, comenzando por el echo de que Jacos fuese el nuevo " gran lobo", la aclaración y pronta explicación que tuvo que dar a Nessie cuando el idiota de Nahuel le conto que Jake estaba imprimado de ella, la aparición de ese horrible licántropo el cúal estaba obsecionado con Ness, cuando Ness se enteró que Jake había estado enamorado de su madre, ( nuevamente por la bocota del idiota de Nahuel)Su increible primer beso en la boda de Paul y Rachel, el terrible tiempo que estuvieron separados, cuando por fin estuvieron juntos como debía ser desde un principio,su asombrosa primera vez, la espera a la llegada de la visita de los Vulturis, la revelación ante los ojos de todos cuando Jake por fin acepto que era el nuevo " gran lobo" y el genial final que me acabo de leer, aún siento los ojos irritados por el llanto que tuve cuando pense que Jake moria y bueno también debido a la emoción que provocó en mi cuando éste desperto gracias a la soloa presencia de Nessie en su habiatación (L)... la envidio, de verdad que la envidio, que ganas de ser ella.
Me encantó todo en general, lo haces maravilloso!
Bueno sin molestarte más me despido, para poder comenzar a leer el siguiente libro de esta maravillosa historia de la cual estoy completamente agarrada!
Te deseo éxito en todos tus futuros proyectos, un abrazo cariñoso y como tu dices... lametones! :)
MARIA JOSE P.... CHILE :)
Hola, Maria Jose!!!!
EliminarGuau, no tengo palabras para describir lo que tu comentario ha producido en mí =º) Muchas gracias por esas preciosidades que me pones, cada palabra, cada frase, me ha llegado al alma, te lo juro =º) Que hayas puesto cada parte del libro me ha hecho muy feliz, no te imaginas lo que me ha emocionado, te estoy muy agradecida. Solamente puedo darte las gracias por haberme dado una oportunidad y haberme leído, me hace mucha ilusión tener nuevos lectores, pero cuando veo que mi libro les ha gustado tanto, es muy importante para mí =)
Espero que los siguientes libros sigan gustándote igual, o si no, con que te gusten la mitad me conformo ^^
Lametones para ti también, jaja!!!!
Tamara:
ResponderEliminarTengo que agradecerte por compartir este maravilloso libro, hace mucho qu no me apriciono el deseo de leer tanto y con tantas ganas, demeterme tanto en una historia y desear tanto estar dentro de ella. Me enacanto desde el primer capitulo hasta el ultimo, me enocione con todo lo que le paso a Nessie, cada esecena lo decribiste tn bien que esas sensacioneseran tan reales, eso casi besos, esos besos, esos suspiros, esa primera vez fue impactante. Llore cuando pense que Jacob habia muerto, me senti tan triste y abatida comoNessie. Me enconato tambien laimprimacion de Seth, fue increible. Todo el libro me encandto. Por eso queria pedirte un gran favor, vivo en Bolivia en la ciudad de La Paz, y me encantaria poder comprar tus libros (despertar, Neva Era y otros), pero los he buscado aqui y no hay. Podrias mandarmelos en PDF o decirme como y donde adquirirlos? tambien me gustaria escribirte a tu maiL o saber si tienes algun sitio donde se pueda chatear contigo. bueno, mi correo es pris_july@yahoo.es.
Solo me queda pedirte que me consteste por favor, y agradecerte por el increible libro que me dejaste leer. Voy a empezar el segundo Nueva Era, me imagino que sera tan bueno como Despertar. Un beso enorme. Prisci
Hola, Priscila P!!!
EliminarMuchísimas gracias por tu comentario, guau, me has dejado emocionada y todo *-* Muchas gracias por esas cosas tan bonitas que me has puesto, me siento muy halagada. También me encanta que hayas sentido todas las emociones, porque te aseguro que escribí los libros con toda mi alma, yo misma sentía lo que sentían Nessie y Jake, así que el que vosotros también lo sintáis y os metáis en la historia me hace muy feliz =º) Sobre los libros, son totalmente gratuítos, ya que los personajes no son míos (la mayoría), así que no puedo comerciar con ellos ^^ , pero los mando sin cobrar nada. Ya te los acabo de enviar, espero que te lleguen sin problemas y que los guardes con cariño, ¿eh? jeje. Bueno, y nada más, que muchas gracias por darme una oportunidad y leerme. Espero que Nueva Era también te guste. Muchos saludos a Bolivia y a toda su gente maravillosa!!
Lametones para ti!!!
acabo de terminar el libro, estuvo increíble, tienes mucho talento, anímate a escribir uno con personajes e historia propia, y cuando lo hagas avísame, pues me gustaría leerlo.. eres muy buena y se que tendrás muchos Éxitos... gracias por la historia me encanto :)
ResponderEliminarHola, Ma Lourdes!!
EliminarYa vi tu mensaje en el bloque 1, también, pero te contesto aquí, ¿vale? ;)
Muchísimas gracias por darme una oportunidad y leerme, me encanta tener nuevos lectores!! Muchas gracias por tus palabras, me hace muy feliz que te haya gustado tanto, y me siento muy halagada. Gracias!!! Después de Despertar, está Nueva Era, es su continuación ;) Está colgada íntegramente en el blog, por si quieres leerla, sólo tienes que pinchar en "página principal" y verás que abajo hay una lista con todos los capítulos ;)
Sobre escribir un libro propio, ya lo estoy haciendo =P Estoy escribiendo una saga. Se llama Los Cuatro Puntos Cardinales, y constará de 4 libros: Norte, Sur, Este y Oeste. Norte ya lo he terminado y estoy a punto de publicarlo en una editorial de autoedición, pero ahora estoy esperando a terminar todos los trámites que lleva la publicación de un libro ^^ Bueno, aquí te dejo toda la información que he colgado en el blog, ¿vale? ;) Los links están por orden de aparición ;)
http://jacobnessie.blogspot.com.es/2012/03/resumen-de-los-cuatro-puntos-cardinales.html
http://jacobnessie.blogspot.com.es/2012/04/datos-sobre-los4pc.html
http://jacobnessie.blogspot.com.es/2012/08/los-cuatro-puntos-cardinales.html
http://jacobnessie.blogspot.com.es/2012/09/retraso-en-la-publicacion.html
http://jacobnessie.blogspot.com.es/2012/11/hola-sigo-aqui-xdd.html
En fin, espero que si lees Nueva Era, también te guste. Muchas gracias por darme una oportunidad, y también por tu apoyo!!
Lametones!!!
claro que lo haré. y me da mucha alegría saber que ya empezaste tu propia saga.... me muero por LEERLA :)... apuesto que sera muy buena, gracias también por enviarme los libros, eres super amable, muchos Éxitos... yo se que tienes un gran futuro por delante... bendiciones y de nuevo gracias por compartir tu talento :)
EliminarWooooow chica realmente tienes talento
ResponderEliminarme encanta leer y tu libro se qedo en mi top 1º
Sigue escribiendo qe aqui tienes una lectora fiel ;)
Pd: muchas amigas me estan pidiendo tu libro
me lo podrias enviar como PDF ??
Hola, Sofia!!!!
ResponderEliminarLo primero, muchísimas gracias por leerme y darme una oportunidad, me hace muy pero que muy feliz tener nuevos lectores!!! Muchas gracias también por tus halagos, me animas un montón =º) Sobre los pdf, pues claro que te los envío, cómo no. Sólo tienes que dejarme aquí tu email y yo te los envío enseguida ;) Si no quieres dejarlo aquí, envíamelo a mi correo: tgp7904@hotmail.com ;) Lo único que os pido a ti y a tus amigas es que seáis responsables con los libros y no se los paséis a cualquiera, ¿vale? ;) Es que con el tema del plagio ya estoy un poco escaldada ^^
Lametones para ti!!!
Hola, solo quería decirte que nunca pense encontrar una persona con tanto talento, es indescriptible el sentimiento que tengo por haber leido un libro tan maravilloso, nunca dejes de escribir, por ahora yo seguiré con los otros dos, me los podrías enviar? los tres porfavor, mira este es mi correo: lalie-j-005@hotmail.com
ResponderEliminarHola, Laura!!
EliminarGuau, pero qué cosas tan bonitas me dices!! =º) No te imaginas lo feliz que me hace tener nuevos lectores y lo inmensamente halagada que me siento cuando gusta tanto y leo cosas como estas!! Eres un cielo, en serio =) Te aseguro que escribí estos libros poniendo mi alma en cada línea, y que la gente sienta lo mismo al leerlos, me hace muy, muy feliz =º) Muchas gracias por darme una oportunidad y leerme, de verdad.
Ya te envié los libros ;) Espero que te lleguen bien y que los guardes con cariño, ¿eh? jejeje.
Lametones para ti!!!
PD. Por cierto, me encanta el gato de tu avatar, es precioso!!!
Hola,me encantan tus libros y me gusta como te expresas y escribes el primer libro me lo leí en tan poco tiempo que me sorprendí hasta yo te pido por favor que me mandes los demás por favor,muchas gracias
EliminarTámara: me encanto tu libro ,me parecido muyyyy hermoso hasta he llorado en la parte en que reneesme cree que Jacob ha muerto porfa quisiera saber cuando subirás el libro de nueva era:3 me gustaría mucho que lo hicieras lo espero con ansias ;)
ResponderEliminar¡Hola, Rebeca!
EliminarLo primero, muchas gracias por darme una oportunidad y leerme!!! Me hace mucha ilusión tener lectores nuevos =º) Y muchas gracias por tu hermoso comentario!!!
Pues Nueva Era ya está publicado en el blog al completo! Tienes que pinchar en donde pone "Página principal", en el mismo menú donde aparecen estos 7 bloques de Despertar. Allí, si bajas verás que aparece una lista con todos los capítulos ;) Es un poco engorroso, pero era la única forma de poner un índice xDD Cuando leas un capítulo, sólo tienes que pinchar en "Entrada más reciente", abajo del todo, a la izquierda, y así irás pasando de capi en capi, ¿de acuerdo? ;)
Espero haberte ayudado ;)
Lametones para ti!!!
guaooo k fantastiko estan tus libroos no me canso de leerloss eres geniall sigue asi y io seguire leyendo las continuacioness cdte ..........
ResponderEliminarMuchas gracias, Lvis!!!! Me siento muy halagada, espero que la continuación también te guste ;)
EliminarIncreible tu libro me ha enganchado a mas no poder. Es impresionante la creatividad cn la k has seguido la novela original me tiene super enganchada, y me encantaria poder leer la saga sin necesidad de conectarme a internet xk n el metro no puedo leerlo,jeje. Me encanta la historia y seguire leyendo los siguientes libros, son geniales. Mis mas sinceras felicitaciones y animo a seguir publicando un bsote muy fuerte desde Madrid :-)
ResponderEliminarHola, Gala!!
EliminarMuchísimas gracias por leerme y darme una oportunidad!!! Muchas gracias por tu comentario, me siento muy halagada y me hace mucha ilusión tener nuevos lectores!!! Si quieres leer los libros sin tener que conectarte, puedo enviártelos totalmente gratis ;) Solamente tendrías que dejarme tu email ;)
Lametones!!!
Muchas gracias a ti, te dejo mi correo para poder llevarlo siempre en la tablet, superyira69@gmail.com, me encantaria poder leer tu continuacion en cualquier momento, soy profesora y te aseguro k escribes increiblemente bien y te aseguro k voy a comprar tu libro, ¿apartir de cuando podemos comprarlo y si lo puedo encontrar en cualquier libreria?
EliminarMil gracias y por favor nunca dejes de escribir, no sabes lo feliz k puedes hacer a la gente con tus libros y te aseguro k desconectar de la rutina leyendo tu historia no tiene precio.
Un abrazo muy fuerte desde Madrid:-) :-) :-)
Muchas gracias a ti por leerme!!! Así que profesora, ¿eh? Guau, qué gran honor para mí!! Muchísimas gracias por esas cosas tan bonitas que me pones, me siento realmente halagada, en serio. Sobre mi nueva saga, te he enviado toda la información a tu email junto con los libros de Despertar ;) De todas formas, si quieres conocer más mi nueva saga, puedes ir a la web de la misma: www.tgp7904.wix.com/los4pc. Allí aparece toda la información ;)
EliminarDe momento solamente lo vendo por Internet, en: www.bubok.es/libros/219589/Los-Cuatro-Puntos-Cardinales-Norte , y se puede comprar en ebook, que es mucho más económico, o en libro papel (este ya es más caro). Me haría inmensamente feliz que te animases a comprarlo. Las formas de pago y todo está en la web de la saga, en el apartado "Publicación de Los4PC" ;)
Y nada más, que muchísimas gracias a ti. Espero que los libros de Despertar te hayan llegado bien y que los guardes con cariño ;)
Lametones!!!
He terminado de leer Despertar y me he quedado con sed.
ResponderEliminarNo es solo tu imaginación la que me esclaviza a seguirte leyendo, sino esa capacidad que posees de fusionarte con la imaginación de "alguien mas" y de darle completa lógica a los sucesos posteriores.
He leído que envías tus libros en formato PDF por correo, podrías enviármelo también a mi? te enviare correo de mi cuenta personal, prefiero no "ponerlo" aquí.
Te agradezco todas esas emociones que me has hecho sentir con tus escritos y te animo a sigas dando a luz todo este arte, que tanto se necesita.
Felicidades por capitalizar tu don.
Hola, Marylin!!!
EliminarGuau, qué comentario tan precioso me has escrito!!! *-* Tus palabras sí que llegan al alma, al menos a mí me han llegado. Escribes realmente bien, ¿tú también escribes algo? Lo digo porque te expresas de una forma perfecta!!! Muchísimas gracias por esas cosas tan bonitas que me has puesto, me siento muy, muy halagada, y más viniendo de alguien como tú, que se nota que lee mucho ;)
Muchas gracias a ti por darme una oportunidad y leerme, y da por hecho que ahora mismo te envío los libros (ya vi tu correo)!!!
Lametones para ti!!!!
Marylin, he estado intentando enviarte los libros, pero en todos mis intentos me pone que el envío ha sido fallido. De todas formas, volveré a intentarlo, pero, ¿tendrás otra dirección de correo alternativa donde pueda enviártelos?
EliminarEn teoria,escribo; pero nada que ver con lo que tu haces.
ResponderEliminarCreo que lo mio es mas bien una "terapia" para sacar lo que por dentro me quema.
Si tengo otro correo menos "burocratico", te lo enviare porque ansio ya tener tus escritos! Infiero que han fallado quizas por el tamaño o alguna regla ridicula de la empresa para la cual laboro.
Gracias tambien a ti por tus palabras y esas atenciones que tienes con cada persona que el destino la trae a leerte.
Estamos en contacto!
Ya sabía yo que escribías ;) Se nota, la verdad, realmente te expresas muy bien. Pues yo te animo a que publiques algo de lo que tengas!!! No sé qué clase de literatura escribes, pero seguro que, sea lo que sea, estará genial.
EliminarAún no me ha llegado ningún correo tuyo, ¿me lo enviaste ya?
Las gracias te las doy yo a ti por darme una oportunidad, faltaría más!! =)
Lametones y ¡¡FELIZ NAVIDAD!!
PD. sí, espero que sigamos en contacto.
Feliz Navidad para ti también!!!
EliminarYa tengo los libros y ya te he contestado, de hecho te pase algo de lo que he escrito, nada que ver con tus obras de arte :P
Muchas gracias por todo Mujer!
hola tamm me encanto el libro lo lei todo me parecio divertido y gracuoso me hizo llorar en la parte en que nessiepiensa que jake habia muerto pero superaron todo juntos me dejo una en eseñanza el amor es lo mas grande que hay en el mundo UN BESO GRANDE
ResponderEliminarHola Tamara, te escribo otra vez para felicitarte y agradecerte de nuevo. Te escribi otros comentarios, pero uno no aparece, habra sido un error. Pero no me respondiste ninguno, seguramente no te estaras conectando. Me encanto tu libro, lo amo es uno de mis preferidos. De nuevo te lo digo. No pude parar de leerlo. Me gusta esta historia de Jacob y Renesmee. Y me quede con una incertidumbre que ni te explico cuando vi la ultima pelicula. Queria saber mas sobre su historia. Y como sabia que la escritora no habia escrito nungun libro sobre ellos, realmente trate de despreocuparme y sacarmelo de la cabeza. Y me encuentro con el tuyo. Cuando lo empece a leer, me quede fascinada, no te das una idea de la alegria que me diste, por fin tenia la historia de ellos a la vista. Cobro vida. Es impresionante tu imaginativa, tu creatividad, la forma en que escribis y contas las situaciones, como lo desarrolas de una manera que te sumergis dentro de la historia y te hace sentir todo lo que siente ellos.
ResponderEliminarMis partes preferidas son todas, realmente, pero las que mas me gustan, son las de Jacob y Nessie, uff, xd me hiciste sentir de todo. Por eso te digo sos incrible con lo que generas en el lector. Eso es algo valioso para un escritor. Y vos lo lograte. Lo logras. No te escribo mas xq ya te lo puse bastante en otros comentarios. Pero nunca me voy a cansar de decirlo.
Y tmb quisiera agradecerte por copartir con nosotros esta maravillosa historia. Ahh, y ya estoy leyendo el siguiente libro Nueva Era. Voy por el capitulo "Vispera" Otro libro mas para elogiarte.
No creo que haya otra persona en el mundo que pueda haber escrito la historia de ellos mejor que vos, le diste vida. Y cada parte, asi es como yo me la hubiera imaginado, por eso me encanta tmb...
Te deseo todo lo mejor y mucha suerte. Se que vas a triunfar, por todo lo que te dije antes, lo se. Voy a comprar el libro Norte. Soy de Argentina, ya lo venden aca??...Estuve leyendo la reseña y va a estar muy bueno, seguro, y yo no creo q a seguro se lo hayan llevado preso jejejejej….
Espero que algún dia leas mis comentarios, aunque no sepas quien soy, pero por lo menos vas a saber que tenes una admiradora.
Saludos enormeee!!!!
Hola!!!
EliminarGuau, me he quedado así *.* con tu comentario!!!!! No sé por qué no te he contestado antes, creo que seguramente me dije que te contestaría al día siguiente de verlo y luego esta cabeza loca hizo que se me olvidara... =P Perdóname por eso, soy un desastre...
Todavía estoy asombrada por tu comentario, ¡¡es precioso!! Muchas gracias por todas las cosas que me has puesto, y también por darme una oportunidad y leer mi libro de Jake y Nessie =) Me alegra saber que ya estás leyendo Nueva Era. Espero y deseo que te guste tanto como Despertar, ya me contarás ;) Muchas gracias por tu apoyo y por ese mensaje de ánimo que me has dejado, realmente consigue su objetivo, me siento más animada!! Me alegro de que te gustasen las partes de Jake Y Nessie, porque te aseguro que escribí esta novela con toda mi alma, dándolo todo en cada párrafo, y que alguien sienta lo mismo que sentía yo mientras lo escribía, me hace la mujer más feliz del mundo!!!! Como autora, eso ya es todo un éxito para mí =) Por cierto, no sé si te has fijado (creo que sí, por lo que me pones de Norte), pero si quieres tener los libros de Jacob y Nessie, tienes el link más arriba, donde te los puedes descargar gratuitamente ;)
Sobre Norte, muchas gracias también por tu apoyo!!! De momento no me puedo quejar, ya tiene 727 descargas y somos 310 guerreros en Facebook!! No sé para otro autor, pero eso para mí ya es bastante!! Anunciarte que NORTE está de promoción y es GRATUITO hasta que publique Sur ;) (finales de mayo o primeros de junio). Te digo lo mismo que para los libros de Jake y Nessie, tienes toda la información un poco más arriba, por si te interesa ;) Así que si lo quieres tener, aprovecha y descárgalo ^^
Y nada más. Muchas gracias por todos tus comentarios, y si no te contesté, es porque soy un desastre y seguramente se me pasó =S Pero te agradezco muchísimo que me hayas escrito, no te imaginas cuánto =º) Muchas gracias por todo, eres un sol, como Jake!!!!
Lametones lobunos para ti!!!!
Noooo!!! Ya se Acavo no es justo tan bueno q se estaba poniendo la cosa x lo menos termina lo q empezasteis quería ver como les hiba a ir el la luna de miel....
ResponderEliminarBueno me encanto el libro es genial
Te quiere
K=D
Tengo que decirte que me ha encantado tu historia, tienes un talento que debes seguir desarrollando,desde un primer momento me he enganchado y el final SORPRENDENTE.Muchas gracias por haber escrito esto
ResponderEliminara disculpa mi correo no es ese lo lamento es sofiblan@outlook.com e igual depertar era nueva 1 y 2 gracias
ResponderEliminarAnthony físicamente se parece a Harry Potter,solo sin la cicatriz :)
ResponderEliminarHola Támara, primero que todo felicidades por tu gran talento y esa fabulosa imaginación.
ResponderEliminarQuiero decirte que me ha encantado tu libro DESPERTAR, aunque ya hace tiempo que lo publicaste, lo he visto hace poco buscando en internet a ver si encontraba algo mas sobre Nessie y Jake, y desde el primer día que lo vi, quedé enganchada a él.
Me ha parecido maravilloso y me encanta esa continuidad que tiene con la saga de S.M.
Me ha gustado tanto que lo único que hacia en internet era leer "Despertar".
Mis amigas me decían que estaba obsesionada con el libro, porque una vez que lo empecé a leer no podía parar, y tal vez tenian razón, pero disfrutaba tanto cada párrafo que no me importaba.
En fin muchas felicidades.!
Te quiero pedir por favor que me envíes los otros dos libros a mi correo, si es que no hay algún problema desde luego. Emmaurbina_97@hotmail.com y de antemano muchas gracias.!
Hola, Emma.!
EliminarLo primero, perdona por tardar tanto en responder, pero entre el trabajo, mi hija de 20 meses, la casa, escribir y demás, no tengo apenas tiempo de nada. Pero, bueno, más vale tarde que nunca, ¿no? ;) Te acabo de enviar los libros a tu correo, espero que te lleguen sin problemas. Qué comentario tan bonito me has dejado. Cuando leo cosas así, como la que me has escrito tú, me siento recompensada y todo el esfuerzo que empleo día a día merece la pena. No puedo hacer otra cosa que darte las gracias y, por supuesto, enviarte los libros como ya he hecho. Gracias por darle una oportunidad a mis historias de Jake y Nessie, me alegro de que te gustaran y los disfrutaras de ese modo. Yo también los viví mientras los escribía. Gracias por tu apoyo.
Un lametón lobuno para ti.
Este libro me encanta es la quinta vez q lo leo!!! Saludos desd mexico!!!
ResponderEliminarOooooh descubrí está página de casualidad y me tuvo completamente fascinada al leerlo,escribes tan bien que hasta pude sentir cada emoción de las protagonistas,sencillamente genial,tanto que lo leí todo en 3 días jajaja,me encantaría que me manden los libros por favor,mi correo es jmc_sol1787@hotmail.com
ResponderEliminarEres la mejor enserio me he quedado hasta la madrugada cada día que leía este libro ,eres la mejor enserio , te agradecería mucho saber donde puedo leer la continuación ,muero por leerla,gracias.
ResponderEliminarHolaa!! Te vuelvo a escribir. Pdrias enviarme los libros a mi correo? d91.mdq@hotmail.com.ar
ResponderEliminarNo dejo de leerlos todos los días, sos maravillosa!!!
Te lo agradezco muchísimo!