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NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA. PROFECÍA")
Para leer este fic, primero tienes que leer "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, y "Nueva Era I. Profecía". Si no, no te enteraras de nada 😉
CAPITULOS:
PARTE UNO: COMIENZO:
RENESMEE:
43. DESPEDIDA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-43-despedida.html
44. COMIENZO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-44-comienzo.html
45. CELEBRACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-45-celebracion.html
FUEGO
El vuelo que nos sacaba de
Forks se había retrasado más de dos horas por problemas con la niebla, y entre
escalas, esperas y demás, habíamos llegado a la isla de Santa Lucía muy cerca
del anochecer, aunque no se nos hizo demasiado largo, ya que pasamos la mayoría
de las horas durmiendo. Allí, ya nos esperaba la avioneta que nos llevaba al
islote privado de Emmett y Rosalie, esa que Alice y Jasper habían alquilado
para nosotros.
Este último trayecto apenas
duró media hora. El astro rey ya empezaba a ocultarse en el horizonte marino, y
Jake y yo vimos parte de la preciosa puesta de sol desde el aire. También
observamos el islote. Era una superficie de forma irregular, totalmente
arbolada y verde, que abarcaba pocos kilómetros y cuyas playas, que bordeaban
casi toda la pequeña ínsula, eran las únicas superficies de color arena que se
veían entre tanta vegetación. Pudimos ver un estanque que reposaba en las
faldas de la única cordillera que había en el islote.
―¿Crees que encontraremos a
King Kong aquí? ―bromeó Jake.
―Muy gracioso ―le respondí
con retintín, dándole un pequeño empujón en el brazo mientras los dos nos
reíamos.
La avioneta aterrizó
primero en el agua y después se deslizó con suavidad hasta que llegó a la
orilla de la playa, donde ya se detuvo del todo.
Nos bajamos del aparato y el
amable y simpático piloto nos ayudó con las maletas, metiéndolas en la
espectacular casa.
Jacob y yo nos quedamos
boquiabiertos cuando la vimos.
La vivienda, de dos plantas
y de forma rectangular, era enorme. Parecía un cubo alargado, pues prescindía
de cubierta inclinada, ya que la azotea era transitable. Sus paredes blancas
reflejaban los pocos rayos de sol que quedaban y estaban llenas de grandes
ventanales, tanto en la zona superior como en la inferior. Las terrazas con
vistas al mar estaban a la orden del día en la planta de arriba, donde, supuse,
estaban los dormitorios. Cada una de ellas estaba provista de un sofá rojo
lleno de cojines a juego y una mesa baja de mimbre.
―Guau ―exclamó Jake,
estupefacto―. Sí que maneja pasta tu familia.
Yo también tuve que
pestañear varias veces.
El piloto no tardó en salir
de la casa.
―Enhorabuena, y que tengan
una bonita luna de miel, señores Black ―nos dijo con ese acento latino que era
tan dulce. No pude evitar sonreír al escuchar mi nuevo estado civil y apreté la
mano de Jacob―. Si me necesitan, solo tienen que llamarme.
―Gracias, Fernando ―le
respondió Jake con otra sonrisa, dándole una palmada en la espalda―, pero creo
que tardaremos una buena temporada en hacerlo.
Este le rio el chiste, yo me
puse roja como un tomate, le dimos una propina y se alejó en su avioneta.
Sin embargo, era verdad. Un
año de abstinencia era demasiado para nosotros, y ahora por fin habíamos
llegado a este islote paradisíaco completamente solitario, este paraíso de
aguas caribeñas y arenas blancas que habíamos estado esperando todo este
tiempo. Y teníamos quince días por delante, quince días en los que no tenía
pensado despegarme de él ni un segundo.
―Venga, entremos ―le insté,
tirando de él.
―Espera ―me paró. Entonces,
pasó su mano por detrás de mis piernas y me tomó en brazos―. Hay que hacer las
cosas bien ―afirmó con esa sonrisa torcida suya que me encantaba.
Solté una risilla,
agarrándome bien a su cuello, y le di un beso corto en los labios.
La puerta ya estaba abierta,
así que solo tuvo que pasar y cerrarla con el pie. La casa era tan grande, que
el suave portazo hizo eco en las paredes.
―Guau ―repitió al observar
el interior.
El amplio vestíbulo,
decorado con un moderno taquillón blanco y un espejo, comunicaba directamente
con el salón de una forma diáfana y las escaleras se veían al fondo. Avanzamos
por allí, atravesando ese salón, que era enorme.
―Mira, la chimenea está
encendida ―me fijé mientras Jake caminaba hacia las escaleras, que estaban en
esa estancia.
―Genial ―sonrió.
Subió esos peldaños que se
distribuían en U, con rapidez y agilidad, y llegamos a otro vestíbulo, donde se
encontraban las puertas de los dormitorios. Había una que ya estaba abierta,
así que supusimos que esa era nuestra habitación y Jake pasó adentro,
llevándome en sus brazos.
―Vaya, este dormitorio es
tan grande como la sala de nuestra casa ―rio, dejándome en el suelo.
―Ya ―asentí, riéndome yo
también.
La habitación rectangular
contaba con una descomunal cama que tendría unas medidas de dos y medio por dos
y medio ―seguramente adaptada para Emmett―, cuyo moderno cabecero ocupaba toda
la pared, dos mesitas bajas y anchas a juego con la cama, un escritorio y dos
butacones junto al ventanal que daba a la terraza.
―Ugh. ¿No te da un poco de
cosa saber que en esa cama Emmett y Rosalie…?
―¡Jake! ―y le tapé la boca
con la mano para que parase―. No sigas, esta será nuestra cama a partir de
ahora mismo.
―Vale, vale ―rio cuando le
dejé la boca libre.
Caminamos para ver la
habitación y entramos por una entrada sin puerta de la pared que quedaba a la
izquierda de la cama. Esa entrada daba a un pequeño pasillo, encendí la luz y
vimos que la parte derecha era un vestidor y que el baño estaba en la parte
izquierda.
―Menudo baño ―murmuró Jake,
después de abrir la puerta y prender la luz del mismo.
Como parecía ser habitual
en toda la casa, era enorme. Los azulejos, en color crema, seguían la misma
gama cromática y estilo que las baldosas que pavimentaban el suelo. Disponía de
dos lavabos encastrados en una gran encimera de mármol travertino, un inodoro y
un bidé que prescindían de base, colgando de la pared, y que se distribuían en
una zona independiente separada con dos muretes bajos cuya parte superior tenía
una mampara de cristal, una bañera de por lo menos dos metros que reposaba bajo
una ventana grande desde la que se veía el mar, y una ducha de dos por dos.
―Guau ―pestañeé yo.
Salimos del baño y
observamos el surtido vestidor. Estaba dividido en dos zonas, una repleta con
ropa femenina y otra con ropa masculina. Me fijé en una tarjeta que reposaba en
una de las estanterías y la cogí. La abrí y la leí en voz alta.
―Esperamos que todo sea de
vuestro agrado. No hace falta que os preocupéis por la ropa en el viaje de
vuelta, pues todo os será enviado a vuestra casa. Por supuesto, todos los
gastos corren de nuestra cuenta. Un beso afectuoso. Carmen y Eleazar.
―¿Todo esto es para
nosotros? ―inquirió Jake, alucinado.
―Al parecer… ―asentí.
―Pues no sé qué vamos a
hacer con tanta ropa en La Push ―rio.
―Ponérnosla ―sonreí, y le
di un beso corto en los labios―. Vamos a ver la terraza ―le dije, dejando la
tarjeta en la estantería y tirando de él para iniciar la marcha.
Ya vería esa ropa con más
detenimiento, ahora urgía otra cosa.
Salimos de allí, recorrimos
la habitación y nos fuimos a la amplia terraza, accediendo a ella por el
ventanal.
Como ya habíamos visto
desde fuera, había un cómodo sofá de color rojo y una mesa baja de mimbre, pero
Jake y yo nos asomamos a la barandilla para ver el mar. La luna llena todavía
no estaba arriba del todo, pero ya iluminaba ese brillante mar hasta el
horizonte, desde donde se podía divisar la isla de Santa Lucía muy al fondo.
El sonido de esa masa de
agua rompiendo sus suaves olas en la orilla lo inundaba todo. El aire era
cálido, acogedor. Observé a mi ya marido por el rabillo del ojo y mis mariposas
empezaron a revolucionarse solas. Esa suave brisa agitaba su pelo azabache,
despeinándolo más, y aplastaba su camiseta contra su pecho, haciendo que esta
se ciñese a sus impresionantes músculos con ganas. Tenía las manos en los
bolsillos de su pantalón corto y no pude evitar fijarme en esos brazos y
antebrazos tan fuertes; ya me moría por estar entre ellos. La luz de la luna
llena se reflejaba en esos ojazos negros y los hacía brillar aún más. En
conclusión, mi marido era guapísimo y estaba como un cañón.
Me giré hacia él y rodeé su
cuello con mis brazos. Jake enseguida sacó las manos de sus bolsillos para
agarrar mi cintura.
―Por fin estamos aquí, por
fin estamos solos ―murmuré, pegando mi frente a la suya.
―Sí, no puedo creerlo
―susurró con una sonrisa.
―Pues créetelo ―le confirmé,
dándole un beso corto en los labios.
―¿Qué te parece si quedamos
en el salón dentro de quince minutos? ―me propuso, dándome otro beso corto.
―¿Es una cita? ―sonreí.
―Sí ―sonrió él también,
elevando su labio con picardía para seguir mi juego―. ¿Qué me dices? ¿Quedarás
conmigo?
―Mmmm, no sé ―fingí hacerme
la pensativa.
―Tenemos la chimenea
encendida ―alegó con un susurro, deslizando sus tórridos labios por los míos
con suavidad. Jadeé y mis mariposas se volvieron locas―. Y ya sabes lo que dice
la tradición ―sonrió en mi boca.
Sí, claro que lo sabía.
Según la tradición quileute, el fuego de la pira no solo simbolizaba ese amor
incombustible y poderoso de la pareja que puede arrasar con todo, sino que
también representaba la pasión que tenía que tener para la fertilidad y
procreación, por eso la noche de boda debía tener lugar junto al fuego de una
hoguera, ya que se creía que, así, los espíritus bendecirían al recién
matrimonio, eso cerraba el círculo de la ceremonia matrimonial.
―Está bien ―acepté con un
hilo de voz, que era lo único que mi garganta me dejaba proferir―, quedaremos
en el salón dentro de quince minutos.
―Bien ―sonrió―. Entonces me
ducho en otro baño y te veo abajo, ¿vale? ―murmuró.
―Sí.
Llevé mi boca hacia la suya
para que mis labios bebieran un poco, pero el muy remolón los apartó hacia
atrás, mostrando una media sonrisa juguetona. Se separó de mí, sin dejar de
mirarme con esos ojos seductores que ya me volvían loca, se dio la vuelta y
salió de la terraza para marcharse.
Tardó un poco, ya que se
puso a buscar algo en la maleta, pero en cuanto la puerta del dormitorio se
cerró, reaccioné y salí de la terraza para ponerme en marcha.
Abrí mi maleta y me puse a
rebuscar, buscando entre todos esos picardías que mi tía Alice me había metido
uno que me había gustado especialmente para esta ocasión. Lo encontré, guardé
lo demás con prisas y me dirigí al cuarto de baño corriendo.
Me duché en esa enorme ducha
que también disponía de hidromasaje y cuyo suelo estaba formado por tablillas
de madera y me sequé a toda velocidad.
Me puse ese picardías blanco
que tenía más encajes de los que a mí me hubiese gustado y me miré en ese
amplio espejo que ocupaba gran parte de la pared del lavabo. Mi pelo estaba
limpio, por eso no me lo había lavado. Me atusé mi cabello un poco y salí del
baño con agilidad para buscar mi corona de flores en la maleta.
Cuando encontré la caja en
la que iba, la saqué y la observé. Las campanillas y las orquídeas blancas se
habían conservado muy bien, ya que la florista que la había confeccionado la
había rociado con un líquido que hacía que se mantuviesen frescas más tiempo.
Sonreí y me la puse, mirándome en un espejo de pie que había en la habitación.
Observé la sencilla alianza
de oro que vestía mi dedo anular izquierdo y sonreí de nuevo, con un cosquilleo
que ya empezaba a llenar mi estómago. Me parecía que quedaba tan bien ahí, ese
dedo estaba especialmente hecho para llevar ese anillo.
No entendía por qué estaba
tan nerviosa, pero, en cierto modo, esto era como otra primera vez, y no podía
evitar que unos ligeros nervios recorrieran todo mi cuerpo. Respiré hondo y
salí del dormitorio.
Bajé por las escaleras con
presteza, pero al girar en el descansillo, me sosegué un poco, para disimular.
Todo estaba a oscuras, la
única luz que se veía era ese reflejo anaranjado que fluctuaba en las paredes.
Era el fuego de la chimenea.
Y entonces, cuando llegué al
final de las escaleras, mi corazón se puso a latir como loco, lo hacía con
tanta fuerza, que parecía que se me iba a salir del pecho. También escuché el
suyo, que lo hacía justo a la mitad que el mío, se habían sincronizado incluso
para esto.
Jacob ya me esperaba junto a
la chimenea. Solamente vestía los pantalones de lino color hueso que había
llevado en la boda, que resaltaban sobre la cobriza piel de su increíble torso
desnudo, y clavó sus ojos de fuego en los míos, reclamándome como nunca antes.
Las mariposas de mi estómago
ya salieron despedidas, excitadas, alocadas, ansiosas. El deseo que sentía por
él era indescriptible, ninguna palabra, por grandilocuente que fuera, podría
describir el inmenso deseo que sentía por Jacob. Era un tornado, un tsunami de
fuego, algo que arrasaba con todo, incontrolable, incontenible.
Me fijé en una cosa que
llamó mi atención durante un mínimo instante. La enorme alfombra que se
extendía frente a la chimenea no se veía, pues estaba totalmente cubierta de
pétalos de rosa rojos. El servicio debía de haberlo preparado todo para
nosotros. Seguramente Alice ya conocía de la tradición y les había mandado
hacerlo.
Me acerqué a él lentamente,
sin despegar mis encendidas pupilas de las suyas, que tampoco se apartaban de
las mías. Mis adorados ojos negros me llamaban, me reclamaban, me hipnotizaban…
La energía ya comenzó a fluir desde la distancia.
Le observé bien. Su hermoso
rostro, su portentoso cuerpo, sus fuertes brazos, sus enormes y expresivos
ojazos, sus gruesos labios… Me sentí la mujer más afortunada del universo por
tenerle.
Seguí caminando en ese sueño
hipnótico, hasta que, por fin, llegué a él.
Me tomó por la cintura y me
arrimó a su cuerpo con animosidad. Se me escapó un suave jadeo cuando nuestros
rostros se unieron gracias a ese pequeño empuje, y llevé mis manos a su cuello
y a su ancha espalda. Su preciosa piel cobriza olía tan maravillosamente como
siempre, pero ahora, además, estaba mezclado con el olor frutal del gel de
ducha. Nuestros labios se rozaban sin parar mientras ya hiperventilábamos con
más que deseo y la energía subía de tono.
―Nessie… ―susurró en mi
boca.
Jadeé al sentir su abrasador
aliento tan cerca del mío, ya se mezclaban, ansiosos.
Ya sabía lo que quería
hacer, así que, de una forma totalmente sincronizada, yo bajé mis brazos de su
cuello y él retiró sus manos de mi cintura mientras nuestras bocas no se
despegaban ni un ápice.
Las llevó a mis hombros y
bajó los tirantes de mi picardías, deslizando sus sedosas palmas por mis brazos.
Este bajó poco a poco, rozando mi estremecido pecho, lo deslizó por mis caderas
y cayó al suelo. No me había puesto ropa interior, así que me quedé
completamente desnuda.
Subió sus ardientes manos
por mi columna vertebral, estremeciéndome completamente, las bajó de nuevo y
llegó a mi espalda más baja, donde ya se quedaron para pegarme a él. Jadeé con
intensidad al notarle, ya totalmente encendido, y al sentir la ardiente y
sedosa piel de su pecho pegada a la mía. Él también jadeó en mis labios.
Le deseaba, le deseaba con
toda mi alma, quería sentir sus tórridas manos por todo mi cuerpo, sus labios,
quería tenerle dentro de mí ya, todo mi organismo lo gritaba con ansias.
Me besó despacio, deslizando
sus suaves y tórridos labios por los míos concienzudamente, aunque con un deseo
que se desbordaba por todos sitios. Sus fervientes jadeos me estaban volviendo
completamente loca y mi mano se aferró a su húmedo pelo con fervor para que no
se separase de mí nunca.
Solo solté su cabello para
que mi mano se uniera a la otra, tenían que quitarle el pantalón. Conseguí
bajárselo un poco y tiré de este hacia abajo hasta que también cayó al suelo
con facilidad.
Mientras nuestros labios
seguían besándose y nuestros pulmones respiraban sin descanso, deslicé mis
manos por sus abdominales para subirlas lentamente hacia su impresionante
pecho. Eso le excitó aún más y volvió a pegarme a él para friccionarme contra
su cuerpo desnudo.
Ambos jadeamos con
entusiasmo y nuestras bocas pasaron a ese nivel de la locura. Nuestras lenguas
se encontraban y se perdían frenéticamente mientras mis manos se deleitaban en
su impresionante pecho, en sus amplios hombros, en su portentosa espalda, y las
suyas se movían por mi espalda y por mi nuca con fervor.
Amarró mi cabello en un puño
y tiró hacia abajo para que mi cabeza se alzase. Eso me excitaba muchísimo, me
encantaba cómo agarraba mi pelo, con esa pasión, con ese deseo. Su ardiente
boca comenzó a deslizarse por mi cuello y mi mano también se aferró a su pelo a
la vez que los dos jadeábamos con una pasión desmedida.
Dejó mi cuello y volvió a
pegar su rostro al mío, clavándome esa mirada de fuego. Mis ojos también
flameaban.
―Te quiero… ―murmuró con voz
segura en mis labios.
―Yo también te quiero, con
toda mi alma… ―conseguí susurrar, pues ya me derretía completamente.
Sin despegar su boca de la
mía, caminó hacia mí, obligando a mis pies a que fueran hacia atrás, y me
asistió para ayudarme a tumbarme en ese lecho de pétalos que yacía junto a las
llamas. Me quedé echada boca arriba y él se acomodó a mi lado, sin despegar sus
pupilas de mi cuerpo.
Me repasó entera con esa
mirada de fuego, respirando agitadamente.
―Eres tan preciosa… ―susurró
sin apartar la vista de mí.
―Soy toda tuya… ―susurré yo.
Sus seductores ojos se
movieron para engancharse a los míos con determinación y mi ritmo cardíaco
aumentó de ritmo.
Cogió un puñado de pétalos,
repasándome de nuevo con la mirada, y comenzó a soltarlos por todo mi cuerpo. Los repartió por mi pecho,
por mi abdomen, por mi pelvis y mis muslos, dejando que estos cayesen
delicadamente sobre mi estremecida piel.
Y entonces, empezó a
quitármelos poco a poco, acariciándome lentamente con su ardiente mano. Todas
sus caricias me llevaban a la locura y yo me dejé hacer sin remedio. Comenzó
por mi muslo, deslizando su tórrida palma hacia arriba con calma, aunque él
también respiraba con fervor. Repasó mi cadera, ascendió por mi vientre y llegó
a mi pecho, donde se recreó un poco más.
Mi boca ya no podía exhalar
con más intensidad, su ardiente palma sabía cómo tenía que acariciarme, pero
cuando su mano volvió a deslizarse y bajó más allá de mi vientre para retirar
esos pétalos, ya no pude evitar que mis piernas se abrieran y que mi pelvis
acompasase sus lentos y seguros movimientos entre suaves gemidos.
Jacob llevó su sedienta boca
a la mía y nos besamos con pasión, a la vez que mis manos ya aferraban su pelo
ardientemente. Nuestros jadeos ya lo caldeaban todo y la energía subió de
intensidad. Dejó mi vientre bajo y se colocó entre mis piernas, entonces mis
manos pasaron a acariciar su ancha y portentosa espalda con avidez mientras las
suyas lo hacían con mis muslos y mis caderas.
Volvió a soltar mi boca para
que la suya recorriese la línea de mi mandíbula y bajase a mi cuello. Lo
besaba, lo lamía, lo mordía… Mis manos ya habían perdido el juicio, no había
cabello ni milímetro de su piel que no quisieran tocar. La corona de flores se
me cayó cuando Jake llegó a mi pecho y mi espalda se arqueó con excitación,
haciendo que mi cabeza también se fuese hacia atrás. Solo podía sentir sus
sedosos y calientes labios, su ardiente lengua deslizándose lentamente, sus
delicados mordiscos, su tórrida boca, su abrasador aliento en el corazón de mi
seno, mientras una de sus manos se aferraba a mi cabello y la otra también se
deleitaba en mi pecho, en mis muslos, en mis caderas... Por fin, por fin le
sentía por mi cuerpo de nuevo después de ese tiempo eterno. Mis fuertes jadeos
ya se parecían más a gemidos y mi cuerpo se movía bajo el suyo, buscándole a él
con auténtico frenesí.
Su boca abandonó mi pecho
para seguir descendiendo. Me besó despacio, recorriendo mi abdomen con dulzura,
y acarició mi vientre con sus labios. Mis manos se cayeron a ambos lados, sobre
los pétalos, preparándose para lo que sabían que iba a sentir ahora. Su boca
siguió bajando, se deslizó por el interior de mi muslo izquierdo, hasta que por
fin se coló entre mis piernas.
Esta vez gemí en voz alta, arqueándome
de nuevo hacia atrás, y mis manos se aferraron a ese lecho floral con un ansia
desmedida. Los pétalos quedaron encerrados en mis puños y mis uñas se llevaron
parte del tejido de la alfombra sobre la que reposaban, tanto, que incluso
llegaron al suelo.
Mi cuerpo siguió los
calmados movimientos de su tórrida lengua, su boca y su más que ferviente y
agitado aliento con entusiasmo. Jake sabía lo que me gustaba, sabía cómo
tocarme, cómo acariciarme, cómo lamerme, cómo moverse por todo mi cuerpo para hacerme
enloquecer. Mis entusiasmados movimientos parecieron excitarle mucho más y su
boca pasó a moverse apasionadamente. El placer que sentía era tan intenso, que
mi bajo vientre ya palpitó, haciéndome gemir más fuerte.
Su boca abandonó mi
entrepierna para besar y mordisquear el interior de mis muslos con ardor, eso
también me excitaba enormemente, él lo sabía. Fue subiendo poco a poco por todo
mi cuerpo, parándose otra vez en mi pecho, mientras sus manos también me
recorrían entera, y llegó a mis labios para besarme con más que pasión. Mis
manos se alzaron para aferrarse a él con un ansia desmedida y le obligué a
girarse para que se quedase boca arriba. Ahora la que quería acariciarle era
yo.
Le besé con fervor a la vez
que sus manos se metían por mi pelo para llegar a mi nuca y luego bajaban,
acariciando mi espalda con avidez.
Retiré mi boca de la suya y
lamí sus labios, pasando mi lengua de arriba abajo, muy despacio, mientras mi
encendida mirada se perdía en sus intensos y apasionados ojos y ambos respirábamos
con deseo. La punta de su lengua se escapaba de vez en cuando para encontrarse
con la mía, y sus manos se metieron por mi cabello.
Me eché a un lado, aunque
sin bajarme de su cuerpo, y sin dejar de lamer sus labios llevé mi mano hacia
abajo hasta que encontré con facilidad lo que quería encontrar.
Su ya agitada respiración se
convirtió en una sucesión de fuertes jadeos cuando comencé a mover mi mano, y
las suyas encerraron mi pelo en puños apretados que tiraban de mi raíz,
excitándome el triple.
Dejé que mi boca casi se
posase en la suya, pero no hice nada más. Mientras los dos jadeábamos con
intensidad, nuestros labios se rozaban y nuestros alientos se mezclaban con
pasión.
Subí mi mano de nuevo y me
separé de su boca para observarle bien. El fuego de la chimenea bailaba sobre
su cuerpo, haciendo un contraste de luces y sombras que se movían por la
fluctuación de las llamas. Su cuerpo era perfecto, fuerte, vigoroso, hermoso y
poderoso, todo en él era poderoso.
Comencé a acariciar su
impresionante torso, deleitándome en cada músculo, en cada centímetro de su
sedosa piel, pues era mío y podía tocarle cuanto quisiera. Después, llevé mi
boca para recorrerlo bien. Mis caricias le excitaban sumamente, eso hacía que
yo me encendiese el triple. Su piel olía muy bien, tenía ese algo aromático que
me encantaba y que se mezclaba con el bosque, la madera, la naturaleza, pero
ahora, además, se le sumaba ese olor frutal del gel de ducha que casaba tan
bien con su propio efluvio.
Mi boca descendió por su
cuerpo, recorriendo sus abdominales, y finalmente se encontró con eso que mi
mano había buscado antes.
Jacob gimió y su mano se
posó sobre mi cabeza para acariciarme y apartarme el pelo de la cara, aunque él
no era el único, mi lengua y mi boca también disfrutaron como nunca, y tenían
para gozar un buen rato.
En cuanto terminé, volví a
reptar por su cuerpo para llegar a sus labios. Sus brazos me acogieron con
fuerza mientras su mano se aferraba a mi cabello otra vez y nuestras bocas
comenzaban a saciar su sed de nuevo. Ambos nos giramos, quedándose sobre mí, y
se acomodó entre mis piernas.
Su boca dejó de entrelazarse
para quedarse pegada a la mía y clavó sus intensos ojos en los míos,
seductores, sensuales, hipnotizadores, reclamándome como nunca antes, seguros
de sí mismos pero maravillados al mismo tiempo por obtener al fin lo que nos
había sido arrebatado durante ese año de agónica separación.
Y, entonces, ese sueño tan
esperado por los dos, tan deseado, tan ansiado, tan suspirado, tan necesitado y
vital como respirar, empezó a hacerse realidad.
Su portentosa hombría
comenzó a unirse a mí y se me escapó un gemido. Toda mi alma se estremeció al
sentir cómo se unía a mí despacio, sin prisa, parándose a sentir nuestra unión
como si fuera lo último que fuésemos a hacer en la vida. Mis manos se amarraron
a su pelo y a su espalda y terminé gimiendo en sus labios una vez más cuando
por fin le sentí completamente dentro, aunque él también soltó un gemido sordo
que rozó mi boca.
Sí, lo sabía, lo sentía…
Jacob y yo habíamos nacido para estar así…
Mi cuerpo ya palpitaba solo
con eso, pero comenzó a deslizarse dentro de mí igual de despacio, rozándome
concienzudamente, sin prisa, de esa forma en la que solamente él sabía hacerlo,
dejando que su boca y la mía siguieran acariciándose, besándose, sin apartar
sus profundos e intensos ojos de fuego de los míos mientras jadeábamos en voz
alta, y entonces el orgasmo vino solo.
―Jake… ―gemí en su boca.
Solamente fue un orgasmo
físico, pero invadió todo mi cuerpo, haciendo que me evadiera durante un
instante, y mis dedos se clavaron en su piel con ansia a la vez que mis gemidos
subían de tono. Había pasado demasiado tiempo sin sentirle dentro de mí, y mi
cuerpo también le había echado mucho de menos.
―Te quiero, nena… ―jadeó
sobre mis labios, excitado.
―Dímelo otra vez… ―jadeé yo
también, sujetando su pelo con fervor.
―Te quiero. Te quiero, nena…
―repitió, todavía más encendido.
La energía ya era frenética.
―Mi amor…
Jacob se excitó aún más con
mi entusiasmada reacción y comenzó a empujar más fuerte, con movimientos
espasmódicos y rítmicos, aunque siguiendo con esa cadencia concienzuda y lenta,
atenta.
Todo mi ser ya se volvía
completamente loco con su manera de hacerme el amor, me lo hacía entregándose a
mí completamente, con toda su alma. Solo él sabía elevarme al cielo con
rozarme, y esto ya me llevaba más allá. El fuego ya empezaba a quemar todo mi
cuerpo, lo sentía por todos los costados, dentro de mí, por todas partes, y su
piel ya comenzaba a arder, junto con la mía, las dos fundiéndose en una sola.
El ardor de mi cuerpo hizo que mi epidermis empezase a sudar, aunque no fue la
única, su piel ya se estaba humedeciendo, haciendo que su efluvio me excitase
aún más.
―No pares… ―exhalé con más
que frenesí, llevando mis manos a su espalda más baja para que siguiera
empujando del mismo modo.
―Nessie… ―susurró con
fervor.
Sus fuertes jadeos
aumentaron junto con los míos, y la intensidad de esa energía mágica que nos
rodeaba y que nos atraía como imanes se amplificó aún más. Siguió deslizándose
despacio, aunque sus movimientos espasmódicos subieron un poco de ritmo.
Sin dejar de moverse, unió
su boca a la mía del todo y nos besamos con una pasión y un deseo desmedidos,
eso hizo que mis manos reptasen por su espectacular espalda para llegar a sus
amplios hombros y al pelo de su nuca. Su lengua buscaba la mía con ansia, y la
mía se entregaba a ella ciegamente.
Nuestro fuego aumentaba a
cada instante.
Abandonó mi boca para
deslizar la suya por mi cuello y mi garganta mientras mis manos se perdían
frenéticamente por su cabello y sus hombros. Ascendió con avidez y llegó a mi
oreja, exhalando su agitado y abrasador aliento en mi oído a la vez que su
tórrida lengua repasaba mi lóbulo. Me estremecí aún más y jadeé con más
intensidad.
Volvió a llevar su boca a la
mía para que continuasen acariciándose y besándose, y siguió moviéndose dentro
de mí con esa cadencia lenta y meticulosa, cuidadosa, esmerada. Su humedecido
pecho se rozaba con el mío siguiendo el mismo ritmo, excitándolo más, y sus
caderas lo hacían con el interior de mis muslos, estremeciéndome continuamente,
mientras mi cuerpo acompañaba sus movimientos con fervor. El intenso placer invadía
mi bajo vientre con ansia.
Las llamas de la chimenea
ardían a nuestro lado, pero el calor que radiaba de nosotros las superaban.
Ardor, fuego, fervor. Eso era lo único que podía sentir junto con el inmenso
placer que ya comenzaba a tomar todo mi cuerpo. En sus ojos flameaban las
llamas de la pasión, en su abrasador e impetuoso aliento, en sus tórridos
labios… Todo. Todo en él era fuego, y eso hacía que mi cuerpo se contagiase sin
remedio. Quería sentir ese fuego recorriéndome, lo necesitaba, lo ansiaba, y
cada vez sentía más placer. Más, más, más...
Sus jadeos aumentaron de
volumen, así como los míos, y sus lentos movimientos pasaron a ser más
espasmódicos y potentes. El inmenso e incontenible placer ya se acercaba como
un tornado y la energía pasó a ser electrizante, se movía a nuestro alrededor
con delirio. Su boca sobre la mía, jadeando con fervor, su abrasadora piel
frotando mi piel, su cuerpo deslizándose dentro del mío…
Las palpitaciones de mi
organismo alcanzaron sus cotas más altas y acto seguido llegó la locura. La
energía explotó a la vez, juntándose con ese clímax de fuego que recorrió todo
mi cuerpo, invadiéndolo como un fogonazo, y alcancé el cielo. Sentí cómo su
espíritu se mezclaba con el mío, y por un instante fuimos uno solo. El orgasmo duró más tiempo y fue mucho más
inmenso, infinitamente más placentero, haciendo que toda mi alma se entregase a
él completamente, que se perdiera en otro mundo diferente a este junto a él,
uno más espiritual y mágico, indescriptible. Le amarré más fuerte, quemándome
del todo, y mis piernas se abrieron más en respuesta. Las lágrimas cayeron a
ambos lados de mi rostro justo cuando nuestras bocas gimieron más alto mientras
seguían tocándose, y mis dedos se clavaron en la piel de su espalda con tanto
frenetismo que pude oler su sangre por un instante.
Por fin había podido
entregarme a él del todo, por fin había sentido ese fuego.
Nos miramos a los ojos,
todavía respirando con agitación, y Jake llevó su boca a la mía para besarme
con dulzura. Sin embargo, nuestra noche de boda no había hecho más que empezar,
y todavía nos quedaba mucho fuego que apagar. Mucho, mucho fuego.
Esa ternura pronto pasó a
ser pasión desenfrenada de nuevo y terminamos besándonos con fervor, jadeando
con intensidad, y rodando por ese lecho de pétalos rojos, hasta que me quedé
sobre él.
Sin dejar de besarle en
ningún momento, repté hacia atrás, tirando de su mano para que se incorporase y
me siguiera, y conseguí que se pusiese de pie conmigo.
Mis manos se aferraron a su
nuca y a sus hombros para pegarle a mi cuerpo y le obligué a caminar en mi
dirección, hasta que llegamos a donde yo quería. Entonces, dejé su boca, le
despegué de mí y le empujé hacia el sillón, donde se cayó sentado.
Me senté sobre él y uní
nuestros cuerpos de nuevo, aferrándome bien a su cuello. Ambos soltamos un
gemido sordo y Jacob llevó sus manos a mi espalda baja para pegarme a él del
todo, haciendo que nuestros rostros se arrimasen.
Hacía demasiado calor, el
fuego lo invadía todo, todo, y yo necesitaba saciar este deseo incombustible
que sentía por él.
Empecé a moverme sobre Jake
desenfrenadamente, cabalgando con fervor, mientras nuestras bocas volvían a
exhalar el aire con locura. Mi organismo ya comenzaba a palpitar, ansioso, y
todo mi ser se estremecía profundamente con lo que sentía. Subió sus manos,
acariciando mi espalda, y las metió entre mi pelo para que mi rostro no se
separase del suyo jamás.
Mi cuerpo se deslizaba una y
otra vez con pasión y nuestras hambrientas y feroces bocas se entrelazaban
juntas entre jadeos salvajes.
Todo en él me volvía
completamente loca, su glorioso cuerpo, sus ojazos negros de fuego, sus
ardientes y sedosos labios, sus enormes, suaves y prodigiosas manos, su tórrida
y húmeda piel, su roce con la mía, el olor de su sudor, su más que apasionado
aliento en mi boca, sus besos, sus ávidas caricias, él, él, él, él…
No pude evitarlo, aferré el
pelo de su frente para obligarle a ladear su rostro y hundí mis dientes en su
cuello sin dejar de moverme sobre él con entusiasmo.
Gimió, muy excitado, y sus
manos se aferraron en mi espalda baja con avidez para que aumentase mi ritmo un
poco más.
Por supuesto no mordí su
yugular, y solo me permití beber un poco de su sangre, pues sabía que si
empezaba y me dejaba llevar demasiado, ya no podría parar, pero el saborear su
hirviente y extremadamente delicioso plasma me excitó sumamente y mis
movimientos se volvieron frenéticos, aunque no era la única, Jacob también se
volvió loco, jugar a este juego peligroso era muy, muy excitante. Solté su
cuello, lamiendo la sangre que se desbordaba por la herida antes de que esta se
cerrase, y acto seguido le quedó una suave y rosada cicatriz con la forma de
mis dientes.
La locura se desató del
todo.
Su mano se aferró a mi
cabello una vez más y tiró para que mi barbilla se alzase. Comenzó a besarme y
a lamerme con hambre por mi cuello y mi garganta, por mi pecho…, mis dedos no
podían sujetar su pelo con más fuerza, mientras ambos jadeábamos salvajemente.
Subió su rostro y aflojó un
poco su amarre para que el mío se pegase al suyo. Aferré las manos en el
respaldo y pasé a deslizarme sobre él de una forma completamente desbocada,
tanto, que si no llega a ser porque el sillón estaba apoyado en la pared,
hubiéramos volcado. Escuché un crujido de la madera bajo mis manos, pero ni
siquiera noté que había roto nada, solamente podía sentir a Jacob. Jacob,
Jacob, Jacob. Nuestros jadeos pasaron a ser gemidos y sus dedos se clavaron en
la piel de mi espalda más baja para que no parase.
Pero Jake también pasó a la
acción.
Despegó su espalda del
respaldo, obligándome a soltarme del mismo para inclinarme hacia atrás y él se
unió a mis movimientos de una forma salvaje. El inmenso placer que me hacía
sentir me dominaba hasta dejarme llevar completamente. Mi cuerpo se dobló hacia
atrás y mis manos se agarraron a los brazos del sillón con un ansia desmedida.
Jacob llevó sus manos por todo mi cuerpo, acariciándome los muslos, el abdomen,
el pecho… Todo me hacía palpitar, y mis dedos ya rasgaron la tela.
Sus manos pasaron a mi
espalda y me empujaron hacia él, haciendo que mi pecho se fundiera con el suyo
y que nuestros rostros se uniesen de nuevo. Mientras mis manos ya se repartían
por su pelo y sus hombros, nuestras bocas se besaban con un ardor que lo
quemaba todo. La energía corría a nuestro alrededor con una pasión ciega.
Coloqué mi mano sobre su
mejilla para compartir con él todo lo que sentía y, entonces, la locura se
convirtió en algo indómito. Jacob se excitaba aún más viendo lo que yo sentía,
y mi excitación también tocaba el cielo, al verle a él. Nuestros irrefrenables
movimientos pasaron a ser lujuria plena, éramos como dos animales salvajes,
fuego contra fuego, y el placer estalló del todo en los dos.
Su alma volvió a tomar la
mía y otro clímax barrió mi cuerpo completamente, mezclándose con la energía
que había explotado del todo, llevándome al éxtasis absoluto. Dejé este mundo
momentáneamente y mis uñas se clavaron en su piel una vez más mientras los dos
gemíamos en nuestras bocas, más alto.
Cuando todo terminó, nos
quedamos quietos, todavía unidos, y nos miramos a los ojos a la vez que
nuestras bocas seguían intercambiándose el aliento agitadamente. No quería
separarme de él jamás, no ahora que había pasado ese horrible año y por fin era
mío de nuevo.
Lo vi en sus intensas
pupilas, las cuales reflejaban las mías. Nuestro fuego aún no se había apagado,
y quedaba mucho para que eso ocurriera.
Jacob se levantó, tomándome
en brazos, y regresamos a ese lecho de pétalos para consumirnos del todo.
Las llamas de la chimenea
terminaron apagándose a lo largo de la noche, pero nuestro fuego siguió más
allá del amanecer.
¡Hola a todos! Soy JACOB&NESSIE ^^
ResponderEliminarMUCHISIMAS GRACIAS POR SEGUIR AQUI, COMO SIEMPRE!!! OS QUIERO MUCHO!!
Bueno, me alegro de que os gustase lo de Embry y Mercedes ^^ Jajaja, me hace gracia, porque justo me vais a preguntar por eso cuando al dia siguiente venia la imprimacion de Embry XDD
En fin, espero que os guste este capi ;) ¡Por fin la luna de miel! ¡Pobrecitos, con lo que esperaron para estar juntos! ¡Un año sin tocarse si quiera! O-O ¡PERO POR FIN LLEGO LA NOCHE DE BODAS! XD
LAMETONES PARA TODOS!!
Wao Amiga!!!
ResponderEliminarQue ilustración tan gráfica de su noche de bodas!!! Te botaste!!!
Queda poquito q la imaginación.....
Bueniiiiisiiiimo este capítulo!!!
Sabes como mantener el interés y la espectativa en tus lectores....
Waooooooo!!!!
Que noche de Bodas!!
Anita de Venezuela
Opino igual que Anita que noche de bodas. La descripción es envolvente y la imaginación hace el resto realmente estuviste increible y me imagine a Jake como no tienes idea en fin espero los dos de manana igual de intensos que el de hoy ... Jaja, ah en el inicio hablaba de una lucha de poder con los Vulturis o algo por el estilo no me digas que esos chiflados volverán a la vida de Jake & Nessie? si es así que el lobo se los coma jjejeeje. Espero contesteis mi avocado pregunta Gracias y un saludo enorme
ResponderEliminarKiara
Wow. Me Dejaste imprecionada con tu forma de redactar este capitulo es tan envolvente y Wow sin palabras espero el próximo con mas fuego.
ResponderEliminarRealmente eres estupenda y tu trabajo toda una obra de arte me dejas hipnotizada cada vez que leo tus capítulos realmente son hermosos y tu una talentosa escritora. Las fotos son realmente lindas, si pusieras mas de Jake sin playera te lo agradecería me encanta mirarle sus formados músculos Jajaja...
Gracias y un auuuuuuuuuuullido para ti. ( :
Cathy
si muy descriptivo la noche de bodas...genial....muy pasional....romantico....ja mañana los 2 capitulos...sos una genia indiscutiblemente...la MEJOR....
ResponderEliminarAyyy!!!, no m puedo creer lo q m prdi el fin d cmana** pro ia stoii aqui ii q manera d rcibir Tamara ncrio ntre la boda (hablando d eso kiero dcirt q eres una xclent narradora, pro no pud evitar qdarm un poco prdida con el vstido d Nessie, el primr modlo si m lo pud imaginar pro el cgundo no tngo ni idea O.O, no tndras alguna imagn o aunq cea un dibujo d bolitas ii palitos?, sq ncrio m gustaria darm una idea d su vstido :D)ii la luna d miel (mi Dios q luna d miel, si ese s el principio no m kiero ni imaginar el rsto;)
ResponderEliminarQ weno q mañana son dos capis!!!!!! D nuevo eres gnial Tamara ncrio q si dcids volvrt scritora profsional compro todos tus libros!!!!!
XOXO dsd México
JAJAJAJA oie estuvo wuauuuuu a mi me encanto lo explicito se lo merecia .... este capi de noche de bodas, no hubiera sido justo sino describieras cada detalle... mmmm ya quiero los 2 capis de mañana porq me he quedado con ganas de másss jajaja......:)
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con andres, muy pasional y romantico ........
ResponderEliminargracias
elsa
guaaaaaaaauuu....!!!stor de acuerdo con ini muuuuy explicito fue tu noche de bodas...
ResponderEliminarpero me ecanto...
¡HOLA!, SOY NOVIEMBRE.
ResponderEliminarPOR TU FORMA DE EXPLICARLO CREO QUE TODOS HEMOS TENIDO NOCHE DE BODA CON JACOB,¡UH!,QUE PASISÓN Y LOJURIA DE ESTOS DOS; ¡QUIEN FUERA NESSIE!, ¡A LA ASOÑAR QUE NO CUESTA DINERO!
LAMETAZO.
Hola, la verdad muy bueno y muy, muy grafico la verdad que esta envidia da. Ir de la lujuria a la ternura en un momento creo que todos los hemos visto. Saludos desde Peru...
ResponderEliminarvaya jajaj es como si hubiese estado viendolo todo con mis ojos,me trajo buenos recuerdos con mi pareja ejejej eres genial tamara un beso,sara de ceuta
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