NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA. PROFECÍA")
Para leer este fic, primero tienes que leer "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, y "Nueva Era I. Profecía". Si no, no te enteraras de nada 😉
= PARTE UNO =
COMIENZO
= RENESMEE =
PREFACIO
Mientras caminaba hacia él,
mi mano se aferró al brazo de mi padre, ansiosa.
Por fin mi sueño se estaba
haciendo realidad, por fin mis pies me llevaban por esa arena hacia mi destino,
yo había nacido para estar con él, y él había nacido para estar conmigo,
nuestras almas habían nacido para moverse como dos constelaciones
unidas e inseparables que bailaban una danza armónica, como si fuesen una. Caminaba nerviosa pero segura hacia mi mejor amigo,
mi ángel de la guarda, mi alma gemela, mi compañero, el amor de mi vida, el
hombre de mi vida, todo, él lo era todo para mí. Jacob era todo lo que deseaba,
lo único que ansiaba, Jacob era mi sueño, y había esperado tanto para esto.
Mi padre apoyó su mano
sobre la mía para infundirme confianza. La necesitaba, estaba hecha un flan,
porque no veía el momento en que el viejo Quil pronunciase esas ansiadas
palabras, pero todavía me quedaba la ceremonia por delante.
Ese sueño que había
esperado tanto tiempo estaba a punto de hacerse realidad. Aunque esto no era el
final de una meta, no era el final de nuestro cuento de hadas, era un comienzo,
un comienzo nuevo de nuestras vidas. Ese sueño iba a empezar ahora.
Sí, por fin.
DESPEDIDA
Lo primero que le dije a
Jake cuando conseguimos despegar nuestros labios, justo antes de que llegase mi
familia, fue “quiero irme a casa”, a lo cual él ya respondió con una amplia
sonrisa.
Sin embargo, antes tuvimos
que hacer otras cosas.
Cuando mi familia apareció,
Alice llegó con una ropa para mí que había conseguido en un pueblo que quedaba
de paso. Me oculté detrás de un árbol, acompañada en todo momento de Jacob, que
aprovechó para darme un buen repaso con otra enorme sonrisa, y me quité ese
horroroso e incómodo vestido que aquellas mujeres vampiro me habían puesto. Me
puse los vaqueros que me había traído acertadamente mi tía, la camiseta
estampada, la chaqueta, me calcé las playeras y salí de mi escondite ya cogida
de la mano de mi chico. No pensaba soltarla jamás.
El vuelo en ese avión
privado se me hizo hasta corto, no fue así el que me trajo a Bulgaria. En
cuanto la sombra me llevó ante Razvan, este
me hizo otro hechizo con sus polvos dorados y ya me quedé totalmente inmovilizada,
así que esas horas de viaje se me hicieron muy largas y agónicas.
Ahora, en el de vuelta, no
me despegué de Jake ni un segundo. Me pasé todo el viaje entre sus brazos, con
uno de ellos sobre mi hombro y el otro rodeándome por delante para engancharse
con mimo en mi cintura. Mis brazos también le rodearon a él, no pensaban
soltarle en la vida. Era una postura más bien incómoda, ya que estábamos de
lado, pero merecía la pena solo por tener mi mejilla descansando en su pecho
durante todo el vuelo, incluso dormimos de ese modo. Hubiese preferido que no
llevase puesta su camiseta, para sentir su piel, pero aun así, se estaba en la
gloria notando sus fuertes latidos en mi rostro.
El viajecito duró muchas
horas, aunque se me hizo corto junto a Jake, además, como nos pasamos la mayor
parte del vuelo durmiendo, ya que estábamos agotados, el tiempo ni lo notamos.
Salimos de Bulgaria a las
dos de la tarde, hora de allí, y llegamos al aeropuerto de Forks a las cuatro
de la tarde, hora de aquí, así que viajar tantas horas y llegar casi a la misma
fue un poco raro. Esto era debido a la diferencia horaria, ya que en Bulgaria
iban diez horas por delante de Forks. Cuando en Bulgaria eran las doce del
mediodía y estábamos luchando, aquí en Forks todavía eran las dos de la mañana
y la gente dormía plácidamente.
Me llevé una gran y emotiva
sorpresa cuando vi a Charlie y a Sue a la salida del aeropuerto, pero no
estaban solos. Billy sonreía feliz y satisfecho a su lado cuando nos vio a Jake
y a mí bien cogidos de la mano.
Solo la solté para abrazar
con fuerza a mi abuelo entre lágrimas, que correspondió mi abrazo, me besó y
suspiró tranquilo. No dejaba de darle gracias a Dios todo el rato. Al siguiente
que abracé fue a Billy y después a Sue. Según me dijeron luego, Seth y Leah ya
les habían contado todo lo que había ocurrido, así que estaban al corriente,
aunque habían esperado al día de hoy para decírselo, para no preocuparles más
de lo necesario. Aun así, Charlie todavía tenía el susto dibujado en el rostro,
tuve que jurarle muchas veces que habíamos terminado con los culpables y darle
un montón de besos para que se quedase tranquilo del todo.
Billy también se sorprendió
de ver allí a ese vendedor ambulante y mago que le había vendido la
piedra celeste, así que tuvimos que explicarle que todo entraba dentro del plan
para que Razvan, Nikoláy y Ruslán no pudieran vernos mientras yo estaba en su
casa y para que, al irme con Jake, él también quedase protegido, por si acaso.
Le explicamos, además, que ese truco de magia que Ezequiel le había
hecho con aquellos polvos en realidad había sido un hechizo preventivo, es
decir, una especie de vacuna para no ser contagiado con el hechizo, por
eso lo primero que había hecho Ezequiel en cuanto Billy le había abierto la
puerta, había sido lanzarle esos polvos, excusándose después con lo del truco
de magia, eso evitó que fuera contagiado por el propio Ezequiel y le vacunó
para que, al llegar yo, el contagio de mi hechizo no le hiciera efecto. Le
revelamos que si había funcionado con él, era porque Ezequiel había actuado
antes de que ocurriese el contagio, y que no había sido así con mi familia y el
resto de aliados, ya que fueron contagiados sin darse cuenta y no se había
podido evitar antes; el mismo Ezequiel ignoraba que mi familia estuviese bajo
un segundo hechizo encadenado, y cuando llegó a la casa de mi familia en
Anchorage, ya fue demasiado tarde. Él y todos los que se encontraban allí
también habían sido contagiados sin poder evitarlo. También le tuvimos que
aclarar que con los lobos había pasado algo intermedio, puesto que el hechizo
preventivo de Ezequiel no había servido para que no fuesen contagiados, al ser
demasiados individuos y estar conexionados entre sí en su forma lobuna, pero
había conseguido detener el efecto contagioso del hechizo en ellos y eso había
evitado que se propagase a más gente. Le extrañó que el aspecto de Ezequiel
fuera el de un humano ese día y le aclaramos que había utilizado una de sus
barreras para modificar un poco su aspecto.
―¿Lo ves? La piedra era un amuleto ―le reiteró Billy a
Jake cuando terminamos de explicarlo todo.
―¿Y eso es en lo único que
te fijas de todo lo que acabamos de contar? ―mi novio puso los ojos en blanco.
Billy decidió quedarse la
piedra y el semblante de Charlie decía claramente: no pensar, no pensar.
Mi abuelo insistió en
llevarnos a La Push, así que mi familia aprovechó para marcharse a su casa de
Forks y organizar algunas cosas que Alice quería preparar para la boda. Como
Billy, Jake y yo íbamos en el coche patrulla de Charlie, Quil, Cheran, Embry y
Nathan lo hicieron en la vieja furgoneta de Sue. Nos despedimos de ellos con un
efusivo abrazo para darles las gracias por todo y nos fuimos.
Ya me emocioné algo
mientras observaba ese paisaje que tanto había añorado, de camino a mi querida
La Push, pero me dio un vuelco al corazón cuando vi nuestra preciosa casita
roja, y no pude evitar que un enorme nudo se aferrase a mi garganta, aunque fui
capaz de contenerlo. Jake me dio un beso corto y apretamos el amarre de
nuestras manos.
Les repetí unas mil veces
que se quedasen a tomar una cerveza o algo en nuestra casa, pero Billy y
Charlie tenían cosas que hacer, al parecer, cosa que me extrañó, así que nos
dejaron en nuestro jardín y se marcharon.
Lo primero con lo que se
toparon mis ojos fue con mi forito. Estaba aparcado justo donde lo había dejado
mi cuerpo carnal dominado por aquella brisa gélida que lo poseía, hace un año.
Estaba muy sucio, claro.
―¡Mi coche! ―exclamé con
alegría, tirando de Jake para acercarme.
Jacob se rio.
―Tendremos que comprobar si
arranca, lleva demasiado tiempo parado ―declaró―. Y habrá que lavarlo, por
supuesto, está hecho un asco.
Pero algo captó mi atención
un poco más allá y mis pupilas se dirigieron en esa dirección, atónitas.
―La plantación ―volví a
exclamar, aunque esta vez un poco más bajo, de la impresión.
Tiré de Jake de nuevo y me
acerqué hasta la parte trasera de la casa. Abrí la abertura de la lona de
plástico transparente y mis ojos se abrieron como platos cuando comprobé lo que
mis pupilas habían creído ver.
Antes de que me diese
tiempo a reaccionar, escuché unas pisadas y varios latidos de corazón que
bombeaban la sangre a diferentes ritmos.
―Como ves, las plantas
están perfectas y ya han florecido ―dijo Brenda a mis espaldas.
Me giré súbitamente y el
nudo que ya llevaba un buen rato aferrado en mi tráquea explotó.
―¡Brenda! ―lloriqueé,
soltando a Jake para abrazarla con fuerza.
―Te hemos echado mucho de
menos ―sollozó ella también, apretando su abrazo. Luego, se despegó un poco de
mí y me secó las lágrimas―. Pero ya ha pasado todo, lo importante es que estás
en casa.
―Sí ―sonreí, enjugando las
suyas.
Entonces, me percaté de su
compañía. Seth sonreía abiertamente y estaba junto a Helen, Teresa y Mercedes,
a los cuales también me abalancé para abrazarles, lloriqueando como una niña.
Me fijé en que los ojos de
Teresa ya empezaban a adquirir ese color dorado que indicaba que no tomaba
sangre humana, lo cual me alegró muchísimo. Lo estaba consiguiendo.
Cuando ya conseguimos
controlar la emoción del reencuentro, Brenda me explicó que ella y Seth se
habían encargado de la plantación, pensando en un regreso de Helen.
Ya sabía que el cuerpo de
Helen también había sido controlado por otra brisa para engañar a todo el
mundo, sin embargo, por culpa del hechizo ella nunca había podido contarme cómo
había sucedido todo exactamente. Pero ahora sí. Al parecer, su cuerpo
manipulado les había dicho a los lobos que la protegían aquel día que se iba de
Forks con Ryam, soltando ese humo dorado por su boca que les había hecho
creerlo, al igual que me había pasado a mí con mi familia, aunque los chicos no
habían sido hechizados después con ningún otro encantamiento, como sí había
ocurrido con mi familia. Lo demás fue coser y cantar para Razvan. Al creerlo
unos pocos, el resto también lo hizo, debido a la conexión de sus pensamientos,
entre la manada no hay secretos ni dudas. También fue así como creyeron que yo
había abandonado a Jacob por otro hombre, lo habían visto todo en la mente de
Jake y ninguno pudo dudar de la veracidad de esos recuerdos, claro. Por
supuesto, Razvan engañó al padre de Helen usando el mismo método. Tema aparte
fue Ryam. Él sí que sospechó que pasaba algo al llamar a Helen y que su
teléfono siempre estuviera desconectado, así que dejó de lado el tema de la
hija de Teresa para investigar la extraña desaparición de Helen. Al final, todo
le llevó al mismo punto y terminó encontrándose con Mercedes y Ezequiel, el
cual le ayudó.
Brenda y Seth siempre
pensaron que Helen podría volver, así que se dedicaron a seguir cuidando las
plantas, las cuales ya habían florecido. Eso me dio una alegría enorme, porque
significaba que la curación de Helen y Ryam ―y ahora también Mercedes― estaba a
la vuelta de la esquina. Ahora Carlisle y Louis ya tenían flores con las que
trabajar en el antídoto, y seguro que se ponían manos a la obra enseguida.
Eso me hizo recordar al
resto de los gigantes. ¿Qué iba a pasar con ellos a partir de ahora? ¿Dónde
estarían? Porque ahora ya no estaban Razvan, Nikoláy ni Ruslán para encargarse
de ellos, bueno, si lo que hacían con ellos podía llamarse así. Puede que
siguieran en el castillo, en aquella caseta de piedra, olvidados, ya que si no
recibían ninguna orden, seguirían allí, sin moverse jamás. O puede que Razvan
los hubiera llevado a otro sitio antes de todo lo ocurrido en Canadá y en
Bulgaria. Me dio lástima, no por ellos en sí, por supuesto, ahora eran unos
seres monstruosos y despiadados, sino porque en su pasado habían sido personas
humanas a las que les habían arrancado la vida.
Sin embargo, Helen me
alentó diciéndome que, ahora que Razvan, Nikoláy y Ruslán ya habían muerto,
Ryam se estaba encargando de buscarles para dar con alguna solución, ya que se
sentía obligado a ello en cierto modo, él mismo era un gigante, aunque de
naturaleza totalmente distinta. Jake torció el gesto, desaprobaba totalmente
ese afán solitario de Ryam, pero a mí me calmó un poco, porque si los encontraba
tal vez Carlisle y Louis dieran con alguna solución para curarles a ellos
también, si es que lo suyo tenía cura.
Toda la guardia de Razvan
había fallecido o desaparecido del mapa, así nos lo ratificó Helen, que lo
sabía porque Ryam había estado en el castillo, fue el primer sitio donde había
ido a buscar a los gigantes, los cuales tampoco estaban. Los pocos vampiros que
se habían quedado en el castillo para vigilarlo habían huido muy lejos al
enterarse de la muerte de los tres magos. Jacob no les dio mayor importancia,
pues ahora no estaban bajo el mando de estos tres y lo más seguro es que
aprovechasen para iniciar una nueva vida como nómadas, lo cual no era peligroso
para ninguno de nosotros. Sin embargo, esto confirmó mi idea de que Razvan
hubiese llevado a los gigantes a otro sitio.
Durante estos días, Teresa,
Helen y Mercedes se habían quedado en La Push, donde también habían sido
protegidas por la manada. Se habían alojado en nuestra casa, que era el único
sitio en el que Teresa podía estar, debido al nuevo tratado, que seguía
vigente. Aunque no le habían pedido consentimiento a Jacob, todos decidieron
tomar a Teresa como una amiga de mi familia, así que le permitieron permanecer
aquí. Eso sí, con la estricta condición de no beber sangre humana. Esa orden
severa y taxativa ayudó a la abstinencia de Teresa y acabó siendo muy
beneficiosa para ella.
Después de ese momento de
larga cháchara, Jake y yo les invitamos a pasar a casa para que se tomasen
algo, pero, otra vez para mi asombro, declinaron la oferta, alegando que tenían
cosas que hacer.
¿Qué le pasaba a todo el
mundo hoy? ¿Es que todos estaban tan ocupados, incluso Teresa, Mercedes y
Helen? También me extrañó que el resto de la manada y sus chicas no estuviesen
aquí para darnos la bienvenida, aunque no le di más importancia. Unos estarían
patrullando, y el resto tendría cosas que hacer, visto lo visto. Además, para
ser sincera, estaba deseando quedarme a solas con Jake.
Ahora que todo peligro
había terminado y que nosotros habíamos regresado a nuestra casa, Teresa y
Mercedes se iban a alojar en la vivienda que mi familia tenía aquí en Forks,
junto con el resto de nuestros aliados, y Helen por fin regresaba a su casa,
junto a su padre. Así que cuando los cinco se marcharon, Jake y yo nos quedamos
a solas.
¡Aleluya! Por fin, por fin
estábamos solos.
―¿Vamos a entrar en casa o
nos vamos a quedar aquí plantados como espantapájaros? ―bromeó Jake.
―No, vamos ―y tiré de él
para correr hacia allí.
Se rio y acompañó mis
pasos.
―Bueno, no sé cómo estará
todo, porque yo llevo sin entrar un año ―me informó, aunque ya lo sabía―. Debe
de estar todo bastante sucio.
―No importa ―le sonreí―.
Seguro que Teresa, Helen y Mercedes lo han adecentado.
Correspondió mi sonrisa y
llegamos al umbral. Jacob abrió la puerta y pasamos al interior.
Me quedé inmóvil en el
vestíbulo, aferrada a la mano de Jake, observándolo todo con una atención
especial. Había soñado que regresaba a casa tantas veces, tantas durante mi
largo encierro, que no pude evitarlo, otra vez me vi embargada por la emoción.
Era el olor de la casa, los muebles, incluso la luz, todo lo que había añorado,
y por fin estaba aquí, por fin estaba junto a él, por fin ese infierno había
terminado. Creo que no me había dado cuenta de esto del todo hasta que no entré
en casa y lo vi con mis propios ojos. Eso hizo que las lágrimas brotasen sin
control.
Me giré y me abalancé a los
brazos de Jake, hundiendo el rostro en su cálido cuello para llorar ahí. Él
correspondió mi abrazo, rodeándome con esos fuertes brazos que me hacían sentir
tan segura, apretándome contra él.
―Ya pasó todo, cielo ―susurró
en mi pelo―. Ahora estás en casa.
Me despegué un poco de él
para mirarle.
―Estar aquí, contigo, me
parece un sueño ―confesé.
―A mí me pasa lo mismo ―murmuró,
dejando mi cintura para secar mis mejillas con sus suaves dedos―. Cuando te
fuiste, me quedé vacío, mi vida sin ti no tenía sentido, ni siquiera podía
entrar aquí, ni siquiera podía pasar cerca de aquí, porque todo en esta casa
era un recuerdo tuyo, todo, hasta el color de la fachada. Así que el estar aquí
contigo también me parece un sueño.
―Pero no lo es ―sonreí.
―No, no lo es ―sonrió él
también.
―Las píldoras
anticonceptivas que viste el otro día las estoy tomando para nuestra luna de
miel ―le revelé, ya que llevaba tiempo queriendo aclararle esto―. Alice me dijo
que seguía viendo un acontecimiento importante en el futuro de todos en el que
intuía mucha felicidad, y que continuaba sin poder verlo bien porque era de
nosotros de quien se trataba y también debido a la presencia de muchos
metamorfos, así que tenía que ser nuestra boda. Ya estaba segura de que todo
iba a salir bien, pero ella me dio más confianza. Así que le pedí a Carlisle
que me las consiguiera.
―¿Y las consiguió tan
rápido?
―Bueno, para un médico es
muy fácil que se las vendan en una farmacia ―reí.
―Claro, me lo imagino ―me
correspondió él, asintiendo.
Entonces, me puse más
seria.
―Las tenía que tomar con
antelación para que hicieran efecto, por eso las llevaba ―declaré, acariciando
su nuca―. Quiero que sepas que yo jamás me entregaría a ningún otro.
―Mierda, cielo, no tienes
por qué explicarme esto ―afirmó con un rostro arrepentido, llevando sus manos a
mi cintura de nuevo―. Sé que nunca lo harías, al igual que yo, jamás he dudado
de ti en ese aspecto. Bueno, vale, ese día me volví loco, pero fue por culpa de
ese estúpido rencor, que me cegó durante un instante ―reconoció. Luego, se
quedó mirándome y desplegó esa sonrisa torcida que tanto me gustaba―. ¿Y a qué
viene eso de las píldoras ahora?
―Pues a que las píldoras ya
hacen efecto ―insinué, llevando mis ojos a los suyos con deseo.
―Ah, ¿ya hacen efecto?
―murmuró con voz sugerente, aproximando su rostro al mío.
―Sí, y estamos a solas, sin
hechizos por medio, por fin ―susurré, acercándole a mí con ímpetu.
Mi espalda se topó con la
pared y nuestros rostros se unieron del todo, quedando nuestras bocas a pocos
milímetros. Ya notaba su dulce y agitado aliento entremezclándose con el mío,
eso me volvía loca, mi cuerpo ya se estremecía solo con sentirle pegado a mí.
―Sí, por fin ―repitió con
un susurro lleno de deseo.
No perdimos más tiempo.
Unimos nuestros labios y comenzamos a besarnos con pasión y ardor mientras
jadeábamos sin cesar. Despegué mis manos de su espalda y su nuca y, cuando
estaba a punto de rasgar su camiseta para dejar al descubierto ese
impresionante pecho, escuchamos un fuerte carraspeo que nos asustó, haciendo
que parásemos súbitamente y separásemos nuestros labios para mirar a la culpable
con sorpresa.
―Alice, ¿qué… qué haces
aquí? ―le pregunté, apurada, aunque sin despegarme de Jake.
―¿Y cómo demonios has
entrado? ―quiso saber él, molesto.
Mi tía se acercó a
nosotros, danzando.
―Una ventana del saloncito
estaba abierta, he entrado por allí ―le contestó a Jake―. Siento molestar, pero
vengo a por vosotros para las despedidas de soltero y soltera ―contestó,
sonriente, dando una palmada mientras se elevaba con un balanceo de puntillas.
―¿Las… despedidas de
soltero y soltera? ―repetí, pestañeando.
Jake y yo nos miramos y
volvimos la vista hacia ella.
―Sí, claro, no querréis
casaros sin hacer una despedida, ¿no? Ya estamos todos listos, así que, venga,
duchaos o hacer lo que tengáis que hacer y preparaos, que nos vamos dentro de
un rato.
―¿Ya estáis todos listos?
¿Quiénes? ―inquirió Jake, separándose de mí para verla mejor.
―Ay, pues todos, quiénes
vamos a ser ―suspiró mi tía―. Tus chicos, sus novias y mujeres, el aquelarre de
Denali…, todos. Nos vamos de cena por separado, por supuesto, los chicos por un
lado y las chicas por otro, y como sé que no soportaréis estar separados mucho
más tiempo, luego quedaremos todos en una discoteca. No os imagináis lo que me
ha costado encontrar dos restaurantes que nos reservara unas mesas tan grandes
―resopló, aunque orgullosa.
Mi chico y yo volvimos a
mirarnos.
―¿Y no podemos dejar la
despedida para mañana? ―le pregunté.
―¿Para mañana? ―parpadeó
Alice.
―Bueno, como la boda es el
domingo, podemos hacerla mañana con más tranquilidad.
―Nessie, el domingo es
mañana ―me aclaró ella con voz de sorpresa.
―Oh.
―¿Por qué te crees que nos
juntamos todos? ―me explicó―. No hay tiempo para que la gente de La Push
organice sus despedidas y yo las nuestras. Eso sí, los que os alimentáis de
comida humana vais a tener que comer mucho, porque si no, sobrará un montón de
platos ―rio.
Con la diferencia horaria,
me había hecho un lío y había calculado mal el día en el que estábamos. Claro,
hoy era sábado, no viernes, y mañana… Mañana era domingo. ¡Mañana era la boda!
De repente, me entraron
unos sofocos enormes.
―Oh, Dios, tengo… No tengo
vestido de novia ―caí, empezando a pasear de aquí para allá, llevándome la mano
a mi pelo―. Tengo… tengo que buscar uno, donde sea, como sea ―me paré en seco―.
Oh, Dios, y hay que organizarlo todo, hay que…
―Tranquiiiiila ―me paró
Alice, poniéndome las manos sobre los hombros para que me relajase de una vez―.
Todo está listo, así que no te preocupes por nada, ¿de acuerdo? Ha sido un
largo año de sufrimiento y de luchas, ahora toca divertirse.
―¿Cómo que todo está listo?
―pestañeé, perpleja.
Después, Jake y yo volvimos
a miramos, sorprendidos.
―Tengo que reconocer que la
gente de aquí es muy perseverante y muy buena amiga de sus amigos ―le reconoció
a Jake, el cual desplegó una sonrisa orgullosa―. Tu gente ya ha organizado todo
lo referente a la ceremonia y al convite, tenéis las alianzas y todo, incluso
el tema de tu vestido está arreglado ―afirmó, ahora dirigiéndose a mí con una
sonrisa totalmente satisfecha, señal de que ella había metido mano en este
último asunto.
―¿Tengo… tengo vestido?
―inquirí, gratamente sorprendida y aliviada―. Pero, ¿cómo…?
―El lunes, cuando entré en
el vestidor de tu antiguo dormitorio, encontré tu vestido de novia, o, bueno,
lo que quedaba de él ―suspiró con un gesto de dolor. Mi corazón se retorció al
acordarme de cómo había sido destrozado―. Por suerte, la parte superior estaba
intacta, así que quedé con Sarah y se la llevé para que recompusiera lo de
abajo con algún apaño que se le ocurriese.
Mi rostro se iluminó y me
lancé a ella para abrazarla.
―¡Alice, Alice, Alice!
―exclamé, levantándola mientras daba saltitos.
La dejé en el suelo y
abracé a Jake, que se rio y me dio un beso en los labios.
―¿Ya estás tranquila?
―quiso saber él.
―Sí ―sonreí.
―Mañana todo saldrá genial,
ya lo verás ―afirmó, acariciando mi mejilla.
Me moría por besar esos
labios…
―Pues, hala, arreglaos, que
nos vamos ―azuzó mi tía, sacándome de mis pensamientos.
Me despegó de Jake,
tomándome de la mano, y me obligó a subir las escaleras con ella mientras los
tres nos reíamos.
Cuando llegué a nuestro
dormitorio, me invadió ese nudo emocionado de nuevo, eran tantos buenos
momentos en él, pero Alice enseguida me entretuvo, buscándome un modelito que
ponerme. Mientras ella sacaba uno de mis vestidos, me fui hacia la ducha para
que a Jake también le diese tiempo a ducharse. En cuanto los dos nos
arreglamos, nos marchamos de nuestra preciosa y añorada casita.
Antes de separarnos por
sexos, quedamos todos en Forks. Entonces, entendí por qué todo el mundo estaba
tan ocupado hoy. No había venido más gente a casa, no se habían quedado más
tiempo con nosotros, porque todos querían darnos una sorpresa, la cual fue muy
emotiva. Casi toda la manada estaba allí con sus parejas ―los que faltaban
estaban patrullando―, incluso Leah, Simon, Billy, Charlie y Sue, y una vez más,
me vi rodeada de abrazos, besos y lágrimas de bienvenida. Me sentí genial,
arropada, querida, como si nunca me hubiese ido. También estaban allí Brenda,
por supuesto, que acompañaba a Seth, Helen y las gemelas, que no entendían
mucho, lo único que sabían era que yo había roto con Jake, cosa que me dolía
como si me clavasen un puñal, y que había vuelto con él, arrepentida de mi gran
error, para casarme. Eso es lo que Brenda les había podido decir. En fin, me
moría por contarles la verdad, pero era evidente que no podía hacerlo. Brenda
también les había dicho que Helen había vuelto, por lo que, además de darme la
sorpresa y bienvenida a mí, se la habían dado a Helen.
Mi familia ―excepto Alice,
claro―, el aquelarre de Denali, Teresa, Mercedes, Louis y Monique ya nos
esperaban por separado en los respectivos restaurantes, así que le di un beso a
Jake ―beso que me hubiese gustado que fuera más largo si no hubiese sido por
todas mis amigas― y las féminas nos dividimos de los chicos para marcharnos.
Las despedidas se iban a
celebrar en Port Angeles, por lo que tuvimos que repartirnos en varios coches.
Ya les había pasado con
Alice, pero Alison y Jennifer se quedaron alucinadas con mi madre, mis tías y
todas las mujeres vampiro que nos encontramos en el restaurante, sobre todo por
la belleza tan llamativa de Rosalie. Por supuesto, no sabían que eran vampiros,
y para ellas mi madre y mis tías eran mis primas.
Las gemelas no fueron las
únicas que se quedaron impresionadas con las chicas vampiro, los comensales del
restaurante incluso dejaron de comer al ver tanta belleza junta, aunque también
era por el gran número de féminas que éramos y el divertido contraste que
creábamos, ya que íbamos del blanco pálido y níveo de la piel de los vampiros,
a la tez morena y cobriza de las quileute.
A mamá y todas las chicas
vampiro no les quedó más remedio que tragarse algo de la comida humana que nos
pusieron en el plato, por lo menos para disimular un rato. Después achacaron su
falta de hambre a guardar la línea. El resto cenamos muy bien, y fue una velada
muy amena y divertida en la que no faltaron las típicas bromas de una despedida
de soltera. Gracias a Dios, mis amigas quileute estaban allí para poner un poco
de alegría al asunto.
Me lo pasé muy bien, pero
para ser sincera del todo, tengo que reconocer que no hacía más que pensar en
Jacob, en cómo lo estaría pasando con el resto de los chicos, todos mezclados
con los hombres de mi familia y amigos vampiros. Era paradójico, la manada se
dedicaba a cazar seres como los que estaban cenando con ellos, pero ahí
estaban, todos juntos en armonía. Bueno, eso esperaba.
Cuando terminamos de cenar,
Teresa, las chicas de Denali y Sue decidieron irse a casa, así que ellas se
marcharon en un taxi y las demás nos fuimos a la discoteca donde habíamos
quedado con los chicos. Yo ya estaba ansiosa por ver a Jacob, no podía
evitarlo, se me notaba en la cara. Habíamos estado demasiado tiempo separados y
lo único que quería ahora era pasar todos los minutos de mi vida junto a él.
La discoteca estaba
abarrotada de gente, cómo no, era sábado. Conseguimos entrar y llegar hasta la
pista. Lo primero que hizo mi vista de semivampiro fue buscar a Jacob entre
toda esa gente. No me costó mucho ver que no estaba. No había ningún grupo en
el que destacasen sus cabezas por encima del tumulto de personas, así que supe
que aún no habían llegado.
―Vamos a tomar algo ―me
instó Rachel, cogiéndome de la mano para acercarnos a la barra.
―Esperad, yo también quiero
pedir ―se unió Leah.
Y de repente, todas las
quileute, mas las gemelas, Helen y Brenda se agregaron a nosotras para ir hacia
la barra. Estábamos justo al lado, así que no fue difícil acceder a la misma.
Rachel y yo nos hicimos un hueco y la escotada camarera se acercó a nosotras.
―¿Qué quieres? ―me preguntó
mi ya casi cuñada.
―Una cerveza sin alcohol.
―Yo otra ―dijo Jennifer.
―Y yo ―siguió su hermana.
Y, una vez más, el resto se
unió a la petición.
Rachel pidió todas esas
cervezas a la camarera, las repartió y sacó la cartera para pagar.
―¿Qué haces? ―le detuve―.
Esto lo pago yo. Es mi despedida, ¿recuerdas?
―Quietas, quietas
―intervino Alice, que salió de la nada―. Está todo apalabrado con el dueño de
la discoteca para que me envíe la cuenta mañana, así que nada de pagar.
―¡Alice! ―protesté.
―Era lo más cómodo, no
querrás que nos peleemos todos por pagar, ¿no? ―alegó ella―. Además, nosotros
queríamos invitar a todos como agradecimiento por su ayuda.
―Nessie ya forma parte de
nuestra familia, no tenéis que agradecer nada ―afirmó Rachel, sonriendo.
―Nosotros queremos
agradecerlo igualmente ―declaró mi tía, sonriendo también.
Rachel asintió para aceptar
su gesto, mi tía hizo lo mismo para ratificarlo y me dio un beso en la mejilla
para danzar hacia las demás.
Sonreí.
Eché otro vistazo general a
la entrada de la sala y al no ver señal de los altos quileute, me volví al
frente para coger mi cerveza.
―Hola, preciosa, ¿estás
sola? ―me dijo una conocida voz ronca a mi lado con insinuación.
Mi corazón comenzó a latir
aceleradamente. Me giré y vi a Jake, que se había apoyado en la barra y me
sonreía con esa sonrisa torcida que me volvía loca. Estaba tan guapo con esa
camisa azul… Me moría por lanzarme a sus brazos para besarle, pero me contuve
para seguir su juego.
―Pues no, estoy esperando a
mi novio ―le contesté, simulando un tono un tanto borde.
―¿Ah, sí? ¿Y dónde está?
―siguió él, mirando alrededor para buscarle.
Se me escapó una risilla,
aunque la controlé enseguida.
―Está en su despedida de
soltero, pero va a venir ahora ―respondí, tomando un trago de mi botellín.
―Vaya, ¿en su despedida de
soltero?
Dejé la cerveza en la barra
y me giré hacia él.
―Sí, y esta es mi despedida
de soltera ―le solté con una sonrisa que no pude evitar―. Nos casamos mañana.
―¿Y qué le ves a ese tipo,
para casarte con él? ―su sonrisa pícara se amplió.
Me acerqué más a él.
―Es muy guapo y está como
un tren ―le revelé con un murmullo, llevando mi dedo a su pecho.
―¿Solo eso? ―murmuró Jake
con otra sonrisa torcida.
Me arrimé más a su cuerpo.
―Es fuerte, simpático,
alegre, divertido, leal, fiel, inteligente, honesto, generoso, impulsivo y la
persona más maravillosa del universo ―susurré, perdiéndome en mis adorados ojos
negros―. Y me siento muy protegida entre sus brazos.
Me rodeó con los mismos y
me apretó contra él, haciendo que nuestros rostros ya se tocasen. Mi boca dejó
exhalar un suave suspiro al tenerle tan pegado.
―¿Como ahora? ―susurró en
mis labios, provocando al vello de todo mi cuerpo.
―Sí ―solo me salió un hilo
de voz.
Unimos nuestros labios para
besarnos con pasión mientras mis manos ya se perdían por su pelo y sus hombros.
Dejé su cabello para llevar
mi mano a su mejilla y le mostré la puerta que había visionado al entrar en la
discoteca donde ponía privado. Después, le mostré todo lo que se me
ocurría que podíamos hacer allí.
Soltó mis labios, nos
miramos, sonriendo, y me tomó de la mano para iniciar la marcha hacia ese
almacén.
―¿No quieres tomar nada,
Jacob? ―nos detuvo mi padre, señalando al resto de los quileute, que estaban
esperando a Jake para dirigirse a la barra.
Escuché el ligero gruñido
de mi chico.
Suspiré. Tendría que
esperar a llegar a casa.
―Venga, ve a pedir algo con
ellos ―le exhorté, empujándole hacia los chicos.
―¿Seguro? ―me preguntó.
―Sí, ve.
Jacob se unió a ese grupo,
papá sonrió con satisfacción y yo le dediqué un mohín.
La música sonaba muy alta,
pero nosotros nos escuchábamos perfectamente. Billy, Charlie y el aquelarre de
Denali también se habían ido a casa después de cenar. Jake no tardó nada en
regresar a mi lado, sosteniendo su cerveza y la mía, la cual me pasó.
―¿Qué tal lo has pasado en
la cena? ―inquirí, tomando otro trago de mi botellín.
―Muy bien ―asintió, y de
pronto, su sonrisa se amplió, adquiriendo un matiz un tanto maléfico―. Hicimos
que tu padre tuviera que tragarse todo un bistec, no veas la risa que pasamos.
―¿En serio? ―pestañeé,
riéndome.
―Sí ―se rio―. Verás,
primero el camarero vino y le preguntó si no le gustaba, ya que tu padre fue el
único que ni lo probó. Entonces le dijimos al tipo que estaba poco hecho y que
a él no le gustaba así. El camarero se llevó la carne y la trajo más hecha, ya
sabes, sin que sangrase una gota y eso. Y después liamos a Edward para que
tuviera que tragárselo delante del camarero ―empezó a carcajearse.
Mi padre le dedicó una
mirada asesina, aunque los quileute, y también Emmett, acompañaron sus
carcajadas y el resto de vampiros también sonrieron.
―Pobre papá ―me reí.
Emmett y Rosalie se
acercaron a nosotros.
―Toma, chucho, te he traído
unos huesos ―dijo Rosalie con una sonrisa maliciosa, alzando una bolsa de
plástico transparente para mostrársela a Jake.
―Vaya, rubia, veo que no
puedes olvidarte de mí ni un instante. ¿Tanto te preocupas por mí, que me traes
comida?
―Eres la mascota de la
familia, alguien tiene que alimentarte ―siguió ella.
―Claro, y por eso te
encargas tú ―dedujó él, ampliando su sonrisa―. Lo intentas disimular, pero en
el fondo me quieres, lo sé.
―Sigue soñando, chucho
―contestó mi tía, tirando la bolsa al suelo, aunque no pudo evitar que se le
escapase una sonrisita.
Jake se rio con
satisfacción.
Nos quedamos varias horas
en la discoteca, bailando y charlando. Me lo pasé genial, había estado
encerrada un año, y el poder salir y hacer algo normal fue como volver a la
realidad de nuevo. Hasta que llegó la hora de marcharse.
Salimos de la discoteca y
nos dirigimos hacia los coches. Iba a marcharme con Jake, cuando mamá tiró de
mí.
―¿Adónde vas? ―rio―. Hoy no
puedes dormir con él, te vienes a casa con nosotros.
―¿Qué? ―parpadeé, mirando a
Jacob con agonía.
―Nada de dormir juntos
hasta la noche de boda ―dijo ella.
―Pero, pero…
Mis ojos no se despegaban
de él, que también me miraba un poco sorprendido.
―Es la tradición ―siguió
Alice―. Además, mañana hay que preparar muchas cosas, hay que vestirte,
peinarte, maquillarte… Y si ya estás en casa, será más fácil para todos.
―Tienen razón, Nessie
―aceptó Jake, acercándose a mí―. Es mejor si ya duermes allí. Además ―subió su
mano para acariciarme la mejilla―, yo también tengo que preparar muchas cosas.
―Pero yo quería…
Acercó su boca a mi oreja y
susurró.
―No me importa esperar. Eso
hará que la noche de boda sea más interesante, ¿no crees?
Todo el vello se me puso de
punta.
―Claro que sí ―asintió
Alice, tirando de mí de nuevo―. Bueno, chicos, hasta mañana.
―Hasta mañana ―se
despidieron los quileute.
―Mañana ya te llamamos para
organizarnos ―le dijo papá a Jacob.
―De acuerdo ―contestó él.
Otra vez miré a Jake, el
cual me sonrió. Suspiré. No me quedó más remedio que rendirme a su sonrisa y se
la correspondí. Bueno, puede que tuvieran razón. Esperaría un día más, no era
para tanto. Y la noche de boda sería especial y mágica.
Me subí en el coche con mis
padres y no dejé de mirar a mi ya casi marido por la ventanilla hasta que nos
alejamos de allí.
bueno bueno buenisimo ,......que penita jake y nessie no pudieron pasar la noche juntos pero ....la recompensara sera su noche de bodas jajajaja... mucho mejor de veraddd sera algo especial estoy segura..... oki oki Tamara esto ha sido encantador y como crees que nos vamos a perder todo lo que se viene al menos yo estoy de ley pegada a la historia y a las que vengan soy tu fans bueno asi me considero yop .... gracias cuidate mucho : )
ResponderEliminarhermoso capitulo genial ....LA BODA casi llega genial es tu historia mañana espero el siguiente....sos una escritora sensacional!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarUn capitulo relajado y bonito ......., con gusto espero el siguiente .....
ResponderEliminargracias
elsa
muy bonito el cap me gusto mucho por fin Nessie puddo tener una velada divertida despues de todo lo que paso... jajajaja tambien estuvo muy divertido el cap. espero el siguiente con ganas ya quiero ver la boda!! :3
ResponderEliminarBesos.
Me gusto como siempre pero ya quiero leer el de la boda ojala q nada suceda jajajajaja.
ResponderEliminarSoy tu mas fiel lectora. Cathy
Wow. Por fin se relajaron aunque no mucho ya que no los dejaron pasar la noche juntos. En el inicio hablaba de los Vulturis espero que no aparezcan mas en la historia. También comentarte que hoy encostre en mi compu a mi hermana y también es fan tuya es Cathy.Eso no lo sabia así que somos dos fans en una lo recomendare a mi otra hermana somos trillizas por si tienes un comentario ella esta en otro estado.
ResponderEliminarBesos y aplausos para ti gracias por tan buenos capítulos no puedo esperar al próximo. Kelly
Hola JACOB&NESSIE!!!
ResponderEliminarCapítulo muy relajado peroesperamos con ansias LA BODA!!!!
Porfa!!! Coloca el siguiente capítulo!!!!
Anita de Venezuela
¡HOLA! SOY NOVIEMBRE.
ResponderEliminarEL CAPÍTULO ME HA GUSTADO MUCHO, SON MUCHAS LAS EMOCIONES QUE HEMOS SENTIDO CON ELLOS EN EL BOSQUE,POR FIN LA PESADILLA SE HA ACABADO POR LO MENOS CON LOS HECHIZOS.
NECESITAMOS UN POCO DE FIESTA COMO ESA DESPEDIDA Y TAMBIEN CUAN JAKE SE METE CON LA BARBI Y AHÍ ME HE REIDO . O CUANDO EL PADRE NO LES HA DEJADO IR AL ALMACEN. EN FIN ME HA GUSTA MUCHOOOOOOOOOOOOO. BESOTES
MI EMAIL: visitension@ hotmail.com
PARA QUE ME MANDES EL LIBRO