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martes, 19 de julio de 2011

NUEVA ERA. CAPITULO 38: ¿QUERIA QUE ME ENTREGASE A ELLA? ¿ERA ESO? PUES SI ESO ES LO QUE QUERIA, LO HARIA SIN DUDARLO NI UN INSTANTE



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NUEVA ERA (Continuacion de "DESPERTAR")
Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog. Si no, no te enterarás de nada XDD


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3. PRACTICAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-3-practicas.html
4. HELEN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-4-helen.html
5. ANIVERSARIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-5-aniversario.html
6. EXCURSION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-6-excursion.html
7. ENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-7-encuentro.html
8. RYAM: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-8-ryam.html
9. MAL PRESAGIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-9-mal-presagio.html
10. ENTREGA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-10-entrega.html
11. OTRA PREOCUPACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-11-otra-preocupacion.html
12. VIAJE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-12-viaje.html
13. PREMONITORIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-13-premonitorio.html
14. CONVERSACION PENDIENTE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-14-conversacion.html
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16. ANTIDOTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/todos-los-apitulos-registrados-en.html
17. PLANTACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-17-plantacion.html
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19. VISPERA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-19-vispera.html
20. SORPRESAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-20-sorpresas.html
21. MAGIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-21-magia.html
22. ATRAPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-21-atrapada.html

PARTE DOS: PROFECIA:

23. ENCIERRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-23.html
24. UNA SEMANA: CAMBIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-24-una-semana-cambio.html
25. DOS SEMANAS: ESPEJO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-25-dos-semanas.html
26. CINCO MESES: PROFECIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-26-cinco-meses.html
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JACOB:

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35. SI, DEFINITIVAMENTE ME HABIA VUELTO CHIFLADO, MAJARETA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-35-si.html
36. ¿POR QUÉ DEMONIOS TODO EL MUNDO ME GUARDA SECRETITOS Y ME OCULTA LAS COSAS? NO LO ENTIENDO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-36-por-que-demonios.html
37. A VECES PASAN COSAS INEXPLICABLES, COMO LA MAGIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-37-veces-pasan-cosas.html




¿QUERÍA QUE ME ENTREGASE A ELLA? ¿ERA ESO? PUES SI ESO ES LO QUE QUERÍA, LO HARÍA SIN DUDARLO
NI UN INSTANTE

No me dio tiempo ni a gritar. Una gruesa grieta se abrió justo donde sus pies y la placa de hielo que pisaba se quebró en dos, hundiéndola en ese agua congelada junto con los trozos que se habían roto.
―¡NESSIE! ―grité, provocando otro quejido en las montañas.
No podía ir hasta allí, si yo pisaba la placa, se rompería del todo, y había mucha distancia, aunque mi temperatura corporal era muy alta, no podría resistir ese agua durante mucho tiempo, así que no podía sacarla de allí nadando, me quedaría a mitad de camino y ella… moriría. Ni pensar en esa palabra podía.
Corrí como un misil hacia el primer árbol que encontré y arranqué dos ramas largas, las cuales enganché vertiginosamente con un improvisado machihembrado para hacer de ellas una sola con el doble de tamaño. Regresé hacia mi posición inicial, ya estirándola hacia ella.
―¡Nessie, coge la rama! ―grité con nerviosismo.
Ella consiguió salir a la superficie y tiró la dichosa caja en el hielo, aunque volvió a hundirse, agitando los brazos sin parar. ¡¿Pero por qué demonios salvaba a esa estúpida caja antes que salvarse a ella?!
―¡JAKE! ―chilló, intentando salir a la superficie para tomar aire.
―¡Coge la rama!
Si no lo hacía, me tiraría al lago de cabeza.
Consiguió agarrarla, pero sus movimientos se volvieron más lentos y torpes, señal de que el frío gélido ya estaba haciéndole efecto, y justo cuando estaba sacándola del agujero, la rama se le escapó de la mano, hundiéndose de nuevo en el agua, aunque se sujetó con los dedos en el propio hielo y no llegó a sumergirse del todo.
¡No, maldita sea! ¡Maldita sea!
―¡Dios, Nessie, coge la rama! ―repetí, neurótico perdido.
―No… pppuuuedo ―murmuró, claramente fatigada y helada.
―¡Claro que puedes, preciosa! ¡Vamos, cielo, cógela!
No, iba a por ella YA. Era un suicidio, pero prefería morirme con ella a dejar que se helase allí.
Sin embargo, estas palabras parecieron surtir un especial efecto en ella, y cuando ya iba a tirar la rama para tirarme yo en el hielo, Nessie hizo un último esfuerzo y la sujetó con una mano.
―¡Sí, así, muy bien, cielo! ¡Agárrala todo lo fuerte que puedas!
Sus dedos llenos de convulsiones se agarrotaron en la rama, de lo que apretó.
Tiré despacio, puesto que si lo hacía demasiado deprisa o con mucha potencia, la placa podía volver a romperse y ella se caería en el agua de nuevo, lo cual iba a ser catastrófico, ya que sufría una fuerte hipotermia y estaba agotada, ya no podría salir a la superficie.
―Aguanta, preciosa ―le dije mientras le sacaba, para calmarla.
Su cuerpo salió del agujero y seguí tirando con suavidad, acercándola hacia mí.
―Eeel cccoorazzzón ―dijo de pronto, estirándose para coger la caja.
―¡No, vamos, Nessie! ―le regañé, frenético.
Pero ella logró alcanzarla, la arrastró hacia su cuerpo a duras penas y la cogió, apretándola contra su pecho con esa mano temblorosa.
Volví a tirar, esta vez un poco más deprisa, y después de unos segundos que se me hicieron más que eternos, llegó hasta mí.
Dejé caer la rama y la cogí en brazos vertiginosamente para echar a correr de igual forma hacia la cueva.
―Jjjjjaaakkkeee… ―susurró, llena de convulsiones, intentando aferrar esa mano que casi no era capaz de quedarse quieta a mi camiseta.
Sus labios y su rostro ya eran de color azulado.
―Ya estoy aquí, cielo ―murmuré, apretándola contra mi cuerpo con mimo a la vez que ya comenzaba a subir esos peldaños de piedra a toda velocidad.
―Mmme haasss llaaammadddo pppor mmi nnnoombre ―volvió a musitar sin apenas voz.
Sí, era la primera vez desde que había aparecido en La Push que la había llamado por su nombre, pero, ¿cómo podía darle importancia a eso en un momento así?
―Sí, preciosa ―admití, entrando en la caverna con precipitación.
Giré la esquina y la posé en el suelo, de pie, sosteniéndola con mi propio cuerpo.
Su mano apretaba esa caja contra su pecho con tanto ahínco y estaba tan agarrotada, que me costó un triunfo quitársela. Pero lo conseguí, así que la dejé junto al saco.
Cuando me erguí, sus ojos se cerraban y su cuerpo quería desplomarse para dormir un profundo y eterno sueño.
¡No, ni hablar!
―¡Nessie, escucha! ―le pedí, agarrando su congelado y tembloroso rostro entre mis manos. Ella abrió los párpados y me miró con los ojos cansados―. No te duermas, ¿me oyes? Ante todo no cierres los ojos.
Asintió levemente, medio adormilada, y luchó con sus párpados para que no se cerrasen.
Tenía que hacer que entrase en calor con urgencia, así que lo primero era quitarle esa ropa mojada. Así lo hice, y con rapidez. Empecé por el plumas y continué con la camisa, abriéndola de un solo tirón, arrastrándosela hacia atrás para tirarla en el suelo, al lado del abrigo. La cogí en brazos de nuevo y la dejé sobre el saco con delicadeza, aunque con prisas, tumbada. Este estaba junto a la hoguera, así que el calor llegaba hasta allí. Le quité las botas y los calcetines con precipitación y le desabroché el botón de los pantalones del mismo modo, tirando de ellos para sacárselos. Ella todavía parecía darse cuenta de las cosas y me ayudó, doblando sus temblorosas piernas para que pudiese quitárselos del todo.
La alcé un poco para poder abrir el saco completamente y dejé el mismo extendido. Me senté en ese hueco, junto a ella, me descalcé con los propios pies y me quité la camiseta, arrojándolo todo al suelo. Después, me eché y llevé la tela superior del saco hacia nosotros para taparnos, dejando la parte abierta de mi lado.
Me puse de costado y la agarré por la cintura, ladeándola hacia mí y arrimándola contra mi cuerpo para que entrase en calor. Me dio un pequeño escalofrío al sentir ese frío, pero lo superé al instante. Su piel estaba helada y sus convulsiones eran bastante fuertes, aunque pareció notar el calor enseguida.
―Jjjjaake… ―susurró, algo más aliviada.
―Estoy aquí, cielo ―murmuré, retirándole el cabello de la frente con mis dedos.
Apoyó su congelada mejilla en mi pecho, llevó sus frías y temblorosas manos a mi espalda y se apretó más contra mí mientras su boca exhalaba el aire entrecortadamente. Mis palmas se afanaron en frotar su coronilla, su nuca y su espalda para secarle algo el pelo y que el calor hiciese efecto lo más pronto posible.
―¿Por qué has hecho eso, eh? ―le regañé un poco, aunque sin estar enfadado, solo susurrándole mientras seguía frotándole con mis manos―. No sé qué porquería es esa, pero no tenías que haber ido a por ella.
―El cccorazzzón es… ―su lengua se quedó trabada―. Tttenía qque cccogerlo.
No entendía para qué quería esa asquerosidad, pero ahora lo que me urgía era que se le quitase esa hipotermia, así que dejé el tema momentáneamente y seguí frotándole para calentarla.
Mis caricias parecieron funcionar.
Su cuerpo se fue caldeando poco a poco, conforme pasaban los minutos, y las convulsiones fueron desapareciendo progresivamente, hasta que su piel pasó a ser cálida y ella dejó de temblar. Mi susto se pasó del todo y pude relajarme.
―¿Estás mejor? ―le pregunté con un murmullo.
―Estoy muy bien ―susurró, despegando su mejilla de mi pecho para hundir el rostro en el mismo. Luego, inspiró profundamente―. No te imaginas cuánto ―añadió con otro susurro.
Eso provocó que mi estómago se llenase de esas chispas que producían ese cosquilleo insistente. Fue entonces cuando me paré a pensar en que Nessie estaba entre mis brazos, en que ella estaba en ropa interior, en que ambos estábamos semidesnudos, en que solamente nos separaba un par de prendas, en que su sedosa piel estaba pegada a la mía del todo, en que su cuerpo casi se fundía con el mío…
Mis privilegiadas manos seguían acariciando su espalda desnuda, metiéndose entre su precioso y largo cabello húmedo. No pude evitar bajar un poco el rostro para mirarla y apoyar la nariz en su cabeza para inspirar su maravilloso aroma.
―Me has llamado preciosa ―murmuró, deslizando sus manos por mi espalda lentamente.
Todo mi cuerpo se estremeció solo con eso.
―Porque… eres… eres preciosa ―admití con un susurro.
Separó su precioso rostro de ángel de mi pecho y lo alzó para mirarme. El calor ya teñía sus mejillas y sus carnosos labios eran de color rosado.
―¿Crees que soy preciosa? ―musitó, clavándome esos ojazos sin piedad.
Como la noche anterior, el fuego se reflejaba en esos preciosos ojos grandes de pestañas kilométricas y teñía su rostro de efectos anaranjados que bailaban una danza arrítmica pero constante. Su largo cabello estaba húmedo, pero seguía siendo igual de hermoso.
Ya no pude apartar la vista de ella. Sus preciosos ojos me reclamaban, me hipnotizaban, y su rostro estaba muy cerca del mío, tanto, que notaba su respiración en mi barbilla. Eso me ponía todo el vello de punta. Todo, toda ella estaba muy cerca, estaba pegada a mí. Su voluptuoso pecho estaba adosado a mi piel, podía sentir su corazón latiendo en mi torso, justo al doble que el mío, muy cerca el uno del otro, los dos totalmente acompasados.
Ese algo que fluía a nuestro alrededor empezó a hacerse de notar, era una fuerza que me atraía hacia ella aún más, sin remedio, intensa, irresistible. Era completamente imposible no dejarse llevar, y no pude resistirme, aunque no hubiera hecho falta para perderme del todo.
―Sí, eres… eres preciosa ―susurré.
Llevé mis trémulos dedos a su mejilla para acariciársela con el dorso, deslizándolos despacio por esa piel de algodón. Nessie cerró los ojos y ladeó su rostro para que mis dedos llegasen a sus labios, que soltaron un estimulado suspiro.
El cosquilleo de mi estómago cada vez era más fuerte.
Repasé su preciosa y sedosa boca con mis yemas y los dos empezamos a hiperventilar.
―Y me has llamado cielo… ―murmuró con deseo, acercando esos labios a mi cuello.
Comenzó a deslizarlos con suavidad, exhalando su cálido y agitado aliento sobre mi piel. Las chispas se movieron con frenetismo y mi corazón aumentó el ritmo de sus latidos. Mi respiración también empezó a agitarse, no podía dejar de estremecerme.
―Porque tú siempre serás mi cielo, tú siempre serás mi ángel… ―confesé con un murmullo.
Era imposible no confesarlo.
Llevó sus palmas con calma desde mi espalda, pasando por mis costados, hasta la parte de mis abdominales, mientras dejaba mi cuello para hipnotizarme con sus preciosos ojos de nuevo. Eso ya me estremecía con locura, pero cuando las subió, deslizándolas lentamente por todo mi torso para acariciarme, ya no pude evitar encenderme como una mecha. Jadeé y pegué mi frente a la suya con vehemencia. Su boca también dejó salir un intenso jadeo y la respiración de ambos subió de tono.
¿Qué era lo que quería de mí? ¿Quería que me entregase a ella? ¿Era eso?
―¿Qué es lo que quieres de mí…? ―susurré en sus labios con deseo―. ¿Por qué haces esto…?
―Lo sabes… ―contestó del mismo modo, sin dejar de acariciar mi estremecido pecho.
Sí, lo sabía, claro que lo sabía, no era tan idiota, ya me había dado cuenta con sus insinuaciones en la habitación de ese motel. Había intentado rehuir de eso, porque no quería que terminara haciéndome más daño. Pero ahora ya era demasiado tarde. Si eso es lo que quería, lo haría sin dudarlo ni un instante. Sí, maldita sea. Porque ahora que la tenía conmigo, así, ya no podía dejarla. Ahora mi piel ya había vuelto a probar el increíble tacto de la suya, de sus manos, de sus sedosos labios, de su aliento… El infinito deseo que sentía por ella pasaba las fronteras de lo racional, siempre había sido así, y ahora estaba más vivo que nunca. Nessie era mi droga, y había probado una sola gota, suficiente para hacerme recaer de nuevo, para entregarme a ella ciegamente, para siempre. Ahora ya no podía parar, era completamente imposible. No. Ahora ya no quería parar.
Ya no podía más. Estaba cansado de luchar contra mi corazón, harto de dejarme llevar por esta estúpida rabia y este rencor absurdo y doloroso que siempre me dominaba. Le perdonaría, le perdonaría todo, cualquier cosa. Si me cortaba un brazo, le perdonaría. Si me seccionaba la lengua, le perdonaría. Si me arrancaba el corazón, le perdonaría. Si después me dejaba para irse con ese imbécil, le perdonaría. Todo con tal de estar a su lado. No. No iba a dejarme dominar nunca más por ese rencor. Ella quería que ahora fuese suyo, y lo sería, lo sería siempre que ella quisiese, para siempre. No me importaba, podía utilizarme si quería, a su antojo, porque yo era suyo, solo suyo, y lo sería eternamente. Podían pasar cien años sin verla, yo me entregaría a ella al ciento uno, esperaría por ella cada día, cada hora, cada minuto. Sería su mejor amigo, sería su esclavo, sería su amante secreto si quería, no me importaba en absoluto. ¿Quería que le hiciese el amor? Se lo haría. ¿Quería que matase a alguien por ella? Lo mataría. ¿Quería que me arrastrase como un perro? Me arrastraría. Lo único que me importaba era tenerla a mi lado, hacerla feliz, la manera en que fuera me daba exactamente igual.
Y no era solo la imprimación. Había intentado retenerlo en mi cabeza, ocultarlo con otros sentimientos, pero ahora era incontenible. Sí, mierda, yo la amaba, seguía amándola con toda mi alma, estaba locamente, perdidamente enamorado de ella, jamás había dejado de estarlo, y jamás dejaría de estarlo. Ella era la mujer de mi vida, el amor de mi vida, la única.
―Nessie… ―susurré, rindiéndome del todo.
Pasé una de las manos que tenía en su espalda hacia delante y la arrastré segura por su abdomen, ascendiendo despacio para sentir mejor esa sedosa piel. Y ella se dejó. Jamás me imaginé que iba a poder hacer esto de nuevo, ni en mis mejores sueños. La respiración de ambos se agitó aún más, pero la suya se volvió loca cuando mi mano llegó a su pecho. El sujetador era muy fino y dejaba que se notase todo su seno. Solo lo acaricié con el pulgar, pero eso fue suficiente. Su mano se aferró en mi nuca, su pierna se alzó, abriéndose y apoyándose en mi cadera, y su rostro se separó del mío cuando su cuerpo se arqueó hacia atrás entre jadeos alocados.
Eso me puso como una moto.
Dejé su pecho y llevé ambas manos hacia su espalda más baja para apretarla contra mí con pasión y arrebato. Su rostro se unió al mío de nuevo, nuestros cuerpos se pegaron y los dos gemimos en silencio, ya casi en nuestras bocas.
―Jake… ―jadeó, suplicante, con sus dedos aferrados a mi pelo.
Los dos acercamos nuestros labios y exhalamos intensamente solo con notar ese tacto. No llegaron a ser besos, nuestras bocas solamente se rozaban la una a la otra, una y otra vez, con suavidad, mientras nuestros alientos jadeaban, ansiosos.
Sí, la amaba, la amaba con toda mi alma. Y esa fuerza que nos envolvía cada vez era más intensa, más potente, sumándose al fuerte cosquilleo de mi estómago.
Mi mano reptó por su muslo a la vez que la suya lo hacía por mi pecho y mi cuello.
―Jake… ―susurró, maravillada, sin dejar de rozar mi boca.
Ya no había marcha atrás.
Deslicé mis labios por los suyos para besarla lentamente, esta vez entremezclándolos del todo, despacio, una, dos, tres veces, quería sentirlos bien; ese alocado cosquilleo estaba a punto de hacer estallar a mi estómago. Jamás me había imaginado que iba a volver a saborear esa sedosa boca, ese dulce aliento que se mezclaba con el mío. Sí, lo eran, tal y como los recordaba. Sus carnosos labios eran suaves y tersos, su húmedo aliento, azucarado, su piel era de terciopelo y su cuerpo era espectacular, propio de una diosa.
No me lo podía creer. Mi privilegiada boca la estaba besando.
Ya no pude parar, la miel de sus labios era irresistible para mí, y lo que sentía por ella era irrefrenable, era un huracán, un tornado que destruía todo a su paso. Lo demás ya no importaba, nada más importaba. La besé con toda mi alma, entregándome del todo, con este intenso amor que sentía por ella y que dominaba todo mi ser hasta la locura.
Y entonces, noté unas cálidas gotas que se fundieron con mi cara. Me quedé de piedra. No me lo podía creer, Nessie estaba llorando. Pero sus labios también se movían con los míos, los dos juntos, totalmente acompasados, sincronizados. Sí, ella me correspondía, me correspondía. Me correspondía como si fuera lo último que fuese a hacer en su vida, me correspondía con amor, poniendo su alma en cada beso, como siempre había sido, como no hacía tanto tiempo… Lloraba, sí, pero lloraba de felicidad, por mis besos.
Eso descolocó mis esquemas totalmente. Nessie… Nessie me quería, me amaba, por eso llevaba mi pulsera de compromiso, por eso no había podido quitársela, al igual que me había pasado a mí con la cinta de mi tobillo. Ella sí me había amado, siempre me había querido. Puede que quisiese a ese idiota con el que estuviera, pero a mí también, y no había conseguido olvidarse de mí.
El que ella aún siguiera amándome, rompió la poquísima oposición que podía quedar en mí. Era imposible describir lo que sentí en ese momento, solo sé que no pude contener mi emoción y mis ojos también dejaron escapar unas lágrimas.
―Nessie… ―susurré yo también, entre sus labios.
Sí, porque esto que estaba pasando era increíble, mágico, un milagro, un sueño, mi sueño. Mis labios volvían a sentir a los suyos, mis manos podían tocar su cuerpo a su antojo, y ella se estaba entregando a mí, a mí.
Esto cambiaba las cosas totalmente. No, yo no sería su amante. No, ni hablar, no la dejaría para nadie. Ahora ya no tenía ninguna duda. Tenía una oportunidad y no pensaba desaprovecharla. Me tiraba de cabeza y sin casco, pero me importaba una mierda, ella tenía que ser mía de nuevo. Y lo sería, lo sabía, lo sentía. La necesitaba, ella era mi droga, mi dulce droga, mi ángel, mi dulce y precioso ángel. Y estaba loco por ella, la amaba con toda mi alma. Lucharía por ella como un tigre salvaje, con quien fuera, me daba completamente igual quién fuese ese bastardo que creía que la tenía, porque ella jamás sería suya. Ella era mía, mía, solo mía.
Comencé a besarla con efusividad, sin dudas, sin titubeos, sin temores ni miedos. Pero no fui el único. Sus manos se aferraron con ansia a mi pelo y a mi espalda para pegarme más a ella y entonces la locura se desató. Nuestros labios empezaron a entremezclarse con un deseo y una pasión desmedidos, rayanos en la locura, mientras ya jadeábamos salvajemente.
Chispas, chispas, chispas. Estas ya no solo se movían por mi estómago, ahora invadían todo mi organismo de una forma alocada e indómita, encendiéndolo todavía más. Pasé de cero a cien en una milésima de segundo, ahora estaba completamente excitado, mi cuerpo radiaba fuego por todos los costados, pero Nessie no se quedó atrás. Sus dedos se afanaban en que mi cuerpo no se separase del suyo ni un solo milímetro mientras respiraba con un fervor que podía prenderle fuego a la montaña entera.
Nuestras bocas se mezclaban frenéticamente, así como nuestros ardientes alientos, y nuestras manos se movían ávidamente por nuestra piel. No, no pensaba dejársela a nadie, ella tenía que ser mía del todo.
Ambos nos giramos sincronizadamente, de modo que pude ponerme entre sus largas y preciosas piernas con facilidad. Sí, ese rincón estaba hecho para mí, solo para mí. La hipotermia de antes pasó a ser un fuego candente, ahora su cuerpo ardía como una llama, como el mío, y Nessie nos destapó de un solo bandazo para que tuviéramos mayor libertad de movimientos.
Acaricié sus caderas y sus muslos con avidez a la vez que sus manos lo hacían con mi espalda y mi pelo, y nuestras bocas siguieron besándose con esa pasión desmedida. El fuego de la hoguera se quedaba corto comparado con las llamas que desprendíamos nosotros.
Esto no hacía más que ratificar lo que ya sabía: ella aún no se había entregado a ese bastardo que había intentado arrebatármela. Nessie solamente se entregaría a mí, solo a mí, jamás lo haría con otro hombre, lo sabía. Esas largas piernas solo se abrían para mí, y lo que se albergaba entre ellas me pertenecía a mí, solo a mí, era mío, exclusivamente mío. Podía sentirlo en cada fibra de mi cuerpo, de mi virilidad, de mi instinto, de mi ser.
Sí, ella tenía que ser mía, solo mía. Le haría el amor toda la noche, haría que gritase mi nombre, que me suplicase que no parase jamás, que me implorase que no la dejase nunca, que gimiese de delirio en mis labios, que sus uñas se clavaran en mi piel…
Me friccioné contra ella, haciendo que sus jadeos ya pasasen a ser gemidos, eso provocó que me excitase el triple y yo también gemí en su boca.
Dios, me moría por arrancarle la poca ropa que llevaba, la mía y unirme a ella ya mismo para moverme dentro de su cuerpo como una bestia salvaje. Sabía que eso también la volvía loca, pero me contuve. Porque esto tenía que ser especial y único, tenía que ser como otra primera vez, tenía que ser más que inolvidable.
Dejé su boca, pero solo para deslizar mis labios por su cuello y su garganta mientras mi mano se metía por su cabello. Su piel era tan extremadamente suave, cuánto la había echado de menos…
―Jake… ―jadeó con intensidad, moviéndose debajo de mí con excitación a la vez que sus dedos se introducían por mi corto pelo con ansia.
Sentía que lo nuestro nunca se había roto, jamás, seguíamos estando juntos, lo sabía, sí, lo sentía. Yo seguía teniendo pleno derecho sobre ella, sobre su cuerpo, su alma, así como ella seguía teniendo pleno derecho sobre mí, sobre mi cuerpo, mi alma. Sí, ella siempre sería mía, y yo siempre sería suyo. Siempre, eternamente.
Esa fuerza que nos envolvía ya era frenética, inmensa, incontenible, mágica.
Haría que viese que no había otro hombre como yo, no para ella, que viese que yo era su alma gemela, que estábamos hechos el uno para el otro, que habíamos nacido para estar juntos...
Entonces, me di cuenta de una cosa, una cosa en la que no había caído antes. No. No es que no hubiese caído, es que no la había querido recordar, o mejor dicho, ese estúpido rencor no me la había dejado recordar. Y no solo esto. No me había dejado recordar nada de nuestros maravillosos años juntos. Ese absurdo rencor había bloqueado mis recuerdos en cierto modo, por culpa de esa rabia, había ocultado esos recuerdos en alguna parte de mi cerebro. Idiota de mí. Eso había hecho que desistiera de luchar por mi ángel. Pero ahora que me había rendido a ella empezaba a verlos con más claridad.
Y lo primero que vino a mi mente fue que estábamos hechos el uno para el otro, habíamos nacido para estar juntos, pero no solo por mi parte. Nessie también había nacido para mí, ella también estaba hecha para mí, ella era mi alma gemela, mi complemento, la pieza perfecta que completaba mi espíritu. Ella… ella estaba imprimada de mí.
En cuanto mi cerebro recordó esto, sentí algo en mi corazón, era como una brisa cálida que lo traspasaba, lo limpiaba, y noté cómo se aligeraba de alguna carga, una gran carga. No sabía lo que era, pero me sentí mucho mejor, y además, hizo que ahora todo lo viese con más claridad, con clarividencia.
Despegué mis labios de su cuello y me alcé súbitamente.
―¿Qué… qué pasa? ―preguntó Nessie, extrañada ante mi reacción.
Mis perdidos ojos encontraron sus preciosas pupilas y se quedaron quietos en ellas para mirarlas, sorprendidos por mi descubrimiento.
¿Cómo…? ¿Cómo había podido olvidarme de algo así? ¿Cómo no había podido recordar que ella estaba imprimada de mí, en todo un año?
De repente, mi mente se llenó de recuerdos e imágenes que pasaban a una velocidad supersónica, barriéndola como un huracán enfurecido.
Mi frente cayó junto a su cabeza mientras mis dientes rechinaban, de lo que me dolía el tarro, y mi garganta gemía de dolor.
―¡Jake, Jake! ―murmuró Nessie, asustada, llevando sus manos a mi rostro para levantarlo―. ¡Jake, ¿qué te pasa?!
―Mi cabeza… ―me quejé, apretando los párpados y las muelas, y estrujando parte del saco en un puño.
Apoyé la frente en su pecho mientras su mano se esforzaba en acariciar mi coronilla para aliviarme el dolor, pero esos recuerdos se clavaban por todas partes.
Esto me recordaba aquellos extraños y horribles pinchazos que me había dado en el corazón cuando ella se había ido, claro que eso había sido por nuestra separación, estar lejos el uno del otro nos hacía daño, hasta tal punto, que lo sentíamos físicamente.
Eso hizo que recordase otra cosa que se clavó en mi cerebro como un arpón ardiente y todos esos recuerdos explotaron en mi cabeza, rellenando aquellos huecos que el gusano había dejado, para rebosarlos de completa certidumbre.
Nuestra sincronización casi telepática, nuestra complicidad, esa fuerza que nos atraía, los pinchazos cuando estábamos separados… ¿Cómo podía no haberlo recordado? Todo se debía a nuestro enorme vínculo.
Por fin recordé de qué se trataba esa fuerza que fluía a nuestro alrededor y que nos atraía aún más. Era esa energía que siempre nos rodeaba cuando nos besábamos y cuando nos entregábamos el uno al otro completamente. También se debía a nuestro enorme vínculo, a nuestro extremadamente fuerte e indestructible vínculo. Y nadie ni nada podía romperlo.
Todo vino a mí como si me echasen un cubo de agua helada encima para despertarme, y cuando lo hice, me quedé estupefacto.
Para empezar, estaba lo de ese “imbécil”. Sí, “imbécil” entre comillas, porque era así. Idiota, ¡idiota! Ese otro hombre no existía, nunca había existido. ¿Sería estúpido? Me sentí raro, era como si hubiera estado viviendo en una especie de pesadilla, de repente hubiese despertado, y aun así no terminara de creer que todo había sido un mal sueño. Como una de esas veces que te despiertas después de un sueño horrible, en la que tardas un rato en reaccionar y se pasan un buen rato diciéndote que solo ha sido una pesadilla, pero tú sigues pestañeando como un idiota, ¿sabes lo que te digo?, porque no te crees que todo ha sido un asqueroso sueño.
Recordé toda la escena en la que ella me abandonaba y, Dios, ahora la veía tan absurda. ¿Cómo había podido creerme algo así? Era totalmente imposible que ella me dejase, y menos por otro hombre. Porque ella estaba enamorada de mí, estaba imprimada de mí, me quería, me amaba, me deseaba. Jamás nadie podría interponerse entre nosotros. Estábamos locamente enamorados e imprimados, los dos. Ambos nos amábamos con locura. Lo nuestro nunca se había roto, jamás, seguíamos estando juntos, siempre habíamos estado juntos y jamás habíamos dejado de amarnos.
¿Cómo me había creído esa patraña? ¿Cómo iba Nessie a hacerme algo así? Era imposible.
De pronto, me acordé de otra cosa. Otra escena. Aquella en la que estábamos en Anchorage. La pesadilla de Nessie. Recordé la pesadilla y su frase: “prométeme que jamás olvidarás que te quiero”, y otra: “pase lo que pase, aunque no te lo pueda decir, quiero que recuerdes que yo siempre seré tuya, que te amo, y que siempre, siempre te amaré”.
“Aunque no te lo pueda decir”, se repitió en mi dolorido cerebro con una voz muy alta. Y la imagen de esa red que la envolvía se clavó en mi mente, junto a las palabras.
Nessie ya me lo había advertido.
Una vez más, me sentí como un estúpido por haber caído en esa maldita trampa. Sí, trampa. Estaba claro que ella había sido manipulada con algún truco, y era evidente con qué. Era ese hechizo que la envolvía en forma de telaraña. Esta no solo impedía que hablase de quien le hizo algo así, también le impedía revelar sus sentimientos hacia mí, le impedía contar lo que le pasaba en realidad, por eso no me lo había dicho antes. Qué idiota había sido, lo había tenido delante todo el tiempo y no lo había visto.
Pero había algo más. Recordé cómo yo había ido creyendo cada una de esas absurdas palabras. Al principio había ofrecido resistencia, pero luego, sin saber por qué, ni cómo, me había creído cada una de esas ilógicas y espantosas frases, demasiado espantosas para su dulce y honesta boca. Una mentira demasiado evidente como para que yo me la creyese así como así. Ahora lo veía todo claro, ahora todas las piezas del puzzle encajaban, ahora todo este rollo de la magia de los cuentos de hadas empezaba a no tener secretos para mí. Sí, tenía que ser así, ¿cómo si no? Cada vez que volvía a reponer esa escena en la cabeza, me daba más cuenta. La habían utilizado a ella, hechizándola, para que soltase esas mentiras, y de algún modo que todavía no comprendía, me habían hechizado a mí para que las creyese. Sí, tenía que ser eso.
Rechiné los dientes con rabia.
Sin embargo, todavía había más. Maldita sea, sí, había más. Me acordé, además, de cómo después ese rencor y esa rabia habían ido naciendo en mí para invadirme completamente a lo largo de los meses. De que en lo único que podía pensar era en que ella me había dejado por otro, qué absurdo, pero solo tenía eso en la cabeza, no había sitio para nada más, estaba totalmente cegado por eso, y ese rencor se había ocupado en hacer que yo me empeñase en tapar todo recuerdo maravilloso hasta casi despojarlo de mi cerebro, para, así, hacerme olvidar nuestro vínculo, hacerme olvidar que Nessie también estaba imprimada de mí, que me amaba, y así conseguir que no luchase por ella. No solo mi ángel había sido manipulada y hechizada, yo también.
No me dio tiempo a volver a rechinar los dientes.
La misma brisa cálida de antes volvió a traspasar mi corazón en cuanto terminé de discernir todo esto, y noté cómo este era limpiado y quedaba totalmente libre de cargas. La cabeza dejó de dolerme y sentí una paz interior inmensa, noté cómo mi alma encontraba su sitio de nuevo. Sí, era ese rencor, por fin se había ido del todo, por fin había sido liberado. Pero ahí no terminó la cosa.
Una fulgurante luz llamó mi atención e hizo que mi rostro se alzase para mirar en esa dirección. Nessie también giró su hermoso rostro para observarlo maravillada.
Los halos de esa brillante luz salían de la caja metálica, escapándose por las ranuras que la tapa dejaba.
―¿Qué es eso? ―pregunté con un murmullo, mirando la caja atónito.
―Jake… ―susurró Nessie con emoción, llevando sus dedos a mi mejilla―. Has roto… ―su voz se cortó y no pudo terminar la frase.
Me giré hacia ella para mirarla. Sus preciosos ojos me observaban encandilados, sonreía, y unas lágrimas ya rodaban a ambos lados de su hermoso rostro.
No pude evitar emocionarme yo también y me eché sobre ella para abrazarla con fuerza. Sus brazos rodearon mi cuello y mi espalda, y me apretó contra su pecho mientras ambos llorábamos como críos. Mierda, no quería que ella me viese así de frágil y vulnerable, pero no pude hacer nada para controlarlo. Este año sin ella había sido un completo infierno, los peores meses de toda mi vida, y ahora me daba cuenta de que seguía teniéndola, de que siempre la había tenido, de que todo había sido una gran mentira para separarnos, de que lo nuestro jamás se había terminado, de que todo había vuelto a su sitio, y de que era el hombre más feliz del universo.
Dejé su cuello y me alcé para observar ese hermoso rostro que tanto había echado de menos.
―Nessie, lo… lo siento ―empecé a disculparme, enjugando sus lágrimas con mis pulgares―. Tenía que haberme dado cuenta de todo, pero el idiota de mí…
―Shhhh ―me interrumpió, poniendo las yemas sobre mi bocaza―. Eso no importa ―y me secó las mejillas con sus suaves dedos.
―Sí, sí que importa, porque si me hubiese dado cuenta desde un principio, no hubiéramos estado un año separados ―de pronto, mi enorme felicidad empezó a verse enturbiada por otro sentimiento. Una profunda ira iba aflorando poco a poco, porque el que nos hubieran separado, mas el que alguien la hubiese podido hacer daño, ya me hacía enloquecer―. Quiero saber quién ha hecho esto ―mascullé, apretando los dientes―, juro que los aniquilaré a todos, uno por uno, hasta que no queden ni sus asquerosas cenizas.  
Podía notar cómo el fuego ya quería subir por mi espalda, aunque fui capaz de controlar el temblequeo de mis manos.
―Ha sido… ―su voz se quedó atascada, por supuesto.
―Deja, ya me enteraré de quién ha sido ―mascullé, apretando los dientes con furia contenida.
―Lo importante ahora es que ya no tienes el primer…
―Hechizo ―continué yo cuando la lengua se le quedó quieta otra vez. Sonrió al ratificar que ya me había pispado de todo. Entonces, reparé en algo de esa frase―. Espera, ¿has dicho primer?
La sonrisa se le borró de la cara al instante y su semblante fue sustituido por uno de preocupación.
―Tienes… ―cerró los párpados con desazón.
―¿Más… más hechizos? ―seguí yo, estupefacto.
Los abrió para mirarme.
―Solo… ―su garganta se volvió a callar abruptamente.
―¿Cuántos? ¿Uno? ¿Dos? ¿Tres más? ―continué. No podía negar ni asentir, pero solo sus ojos ya hablaban para mí―. ¿Uno? Uno más… ―adiviné, sorprendido―. ¿Qué hechizo es?
Porque yo no me notaba nada raro…
―Es… Es el… Eso que… ―su boca se peleaba por intentar contármelo, pero no había forma.
Ni siquiera podía hacerme un gesto, no podía mover la cabeza, y su rostro de frustración lo decía todo.
―Bueno, cielo, no pasa nada, ya lo sabré ―le calmé, acariciando sus sonrosadas mejillas.
No podía creerme que pudiera acariciarla y tocarla con esta libertad. Aún me sentía como si estuviese parpadeando después del mal sueño. No me lo creía. No me creía que todo hubiera sido una horrible pesadilla.
Sin embargo, me había despertado, sí, pero todavía no había terminado, pues ella seguía sin poder hablar.
―Lo malo es que tú sigues hechizada, malditos chupasangres… ―murmuré, otra vez rabiado―. Juro que me la pagarán.
―Shhhh ―me cortó otra vez, acariciando mis mejillas para calmarme, lo cual ya surtió algo de efecto―. Eso puede esperar. Ahora lo único que quiero es que termines lo que habías empezado antes ―susurró, mirándome con deseo, mientras su mano ya se desplazaba por mi pecho hasta llegar a mi nuca para reclamarme como nunca.
Sí, había pasado un año. Un año sin besarnos, sin abrazarnos, sin tocarnos… Y ahora por fin estábamos juntos de nuevo, bueno, quiero decir, sin que ningún rencor estúpido me dejase cegato y se interpusiese entre nosotros. Ahora estábamos a solas en esta cueva perdida, en esta montaña lejana, completamente solos... Y teníamos toda la noche para recuperar el tiempo perdido…
El inmenso deseo que sentía por ella le dio un fuerte empujón a ese sentimiento de venganza y lo echó rápidamente de mi cabeza.
Pero había algo que quería hacer primero.
―Te quiero ―murmuré, mirándola a los ojos―. Siempre te he querido, incluso cuando creía que me habías abandonado. Nunca, jamás he dejado de amarte.
―Lo sé ―sonrió―. Yo… ―su frase quedó inconclusa―. Yo tam…
―Lo sé ―sonreí, y ella sonrió conmigo.
Ahora sí.
Acerqué mi rostro al suyo, ayudado por el empuje de su mano, y dejé que nuestras bocas ya se besaran con efusividad, ambas lo estaban deseando. Sus manos se deslizaron por la piel de mi espalda, estremeciéndome completamente.
Dejé su boca para seguir por la perfecta línea de su mandíbula y descendí por su precioso cuello, besándolo con auténtico fervor.
¡Uf! Una vez más pasé de cero a cien en una milésima de segundo. Comencé a deslizar mis labios por su piel con más que pasión a la vez que mi mano subía por su muslo y ascendía por su vientre. Con rapidez, dobló sus brazos hacia arriba, sobre el saco, así que repté por su cuello un poco más, jadeando con intensidad, y mi mano acarició su pecho.
Quería bajar hasta este, pero lo dejé para después, primero quería besar esos labios un poco más, ya los echaba de menos. Llevé mi boca a la suya y empecé a besarla con auténticas ganas.
Pero, de repente, noté algo extraño. El único que jadeaba era yo, que lo hacía como un loco. Su aliento salía agitado, sí, pero parecía estarlo por otra cosa, no era por pasión o deseo. Pero había algo más. Sus labios no se entrelazaban con los míos, no se mezclaban, qué digo, ni siquiera se movían, era como si estuviese besando a un maniquí. Un maniquí cálido, pero un maniquí.
Y entonces, me fijé en sus manos. Se apoyaban en el saco por medio de sus dorsos, y los dedos estaban agarrotados hacia arriba, tensos, como si sus manos tratasen de despegarse y no pudiesen.
¿Qué demonios era eso? Separé mi boca de la suya al instante y me incorporé un poco para verlo mejor.
Nessie estaba pegada al saco y no podía moverse, era como si algo la sujetase por las muñecas, y ella luchaba contra esa extraña fuerza para poder despegarse, pero también para poder hablar, por eso su aliento salía agitado, del esfuerzo.
―¡Nessie, ¿qué… qué te pasa?! ―pregunté, alarmado, acariciando su rostro con mi mano ansiosamente―. ¡¿Qué te han hecho ahora?!
Sus ojos se movieron hacia mí y comenzaron a descargar lágrimas desesperadas.


9 comentarios:

  1. ¡Hola a todos!! Soy JACOB&NESSIE ^^

    MUCHAS GRACIAS POR SEGUIR LEYENDOME!! ME ALEGRO MUCHO DE QUE OS SIGA GUSTANDO LA HISTORIA!! XD

    Ini narvel: bueno, Ezequiel dijo que Jake no podia tener contacto con el corazon, que no debia tocarlo, pero no dijo nada de verlo ;) Lo que pasa que Nessie lo escondia por si acaso ;) para evitar posibles problemas.
    Sobre Renee y Bella, esto se vera mas adelante en la historia, no te preocupes ;)

    Bueno, muchisimas gracias a todos!!! Espero que os gusten estos dos capis =)

    Lametones para todos!!

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  2. Vaya que lindo capitulo me hiciste llorar :')
    Porfin Jacob se dio cuenta de lo que paso, si no lo hacia me iba a meter ahi y le iba a dar un zape en la cabeza!
    Me encanto el cap. y de nuevo te felicito por como escribes cada vez me impresionas mas te lo aseguro tu tienes un don! sigue asi y ya quiero mas capitulos :D
    Besos.

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  3. Ya estoy de vuelta leyendo tu libro y realmente me dejaste sin palabras una vez mas todos los capítulos han estado increíbles gracias. De hecho creo que tu eres la increíble por escribir así tan hechizante y envolvente de verdad gracias.

    Saludos de Kelly

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  4. Primero y antes que nada graciiiiiiias muchas gracias por regalarnos esta hermosa historia , tiene accion ,suspenso, drama, y sobre todo muchooooooo amor, eres INCREIBLEMENTE BUENA ,

    Cuando deja de luchar ,deja el rencor a un lado , todo lo que piensa lo que siente , en verdad es HERMOSO ,eso es AMOR .
    a sido uu SUPER capitulo
    gracias en verdad mil gracias por esta maravillosa forma de escribr=))
    elsa

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  5. Siii...al fin jake ha podido darse cuenta de todo! El amor siempre es más fuerte! jeje
    bien, a ver que pasará después de esto! El capitulo increiblee, como ya nos tienes acostumbrados! Te deseo mucha fuerza para seguir escribiendo! B E S O S =)

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  6. M encanto este capitulo.. Poder ver los sentimientos de Jake en cada momento.. Esa lucha entre los mismos hasta llegar a ver Como iba rindiendose en su totalidad.. Totalmente entregado. Ya sin importarle nada.. Pero leer este proceso.. Por el que atravezo toda su mente y su corazon! Era tan magico.. Increible de verdad!
    Perfecto en su totalidad.

    (( No habia podido comentar antes, pero me parecio que valia hacerlo.)) Ame este capitulo. Casi era palpable todas las emociones de Jake. Felicitaciones!

    Sol*

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  7. Muchas gracias, Sol!!!

    Pues sí, poco a poco se iba rindiendo a lo inevitable, y es que él sigue amando a Nessie, a pesar de lo que ha sufrido por ella, a pesar de creer que ella le ha engañado y todo eso, sigue enamorado de ella, y lo va viendo poco a poco, hasta que ya no puede resistirse xD

    Me alegro de que te gustase ;) A mí también me encanta este capitulo, tengo que reconocerlo. Es uno de mis favoritos en este libro ^^
    Lametones!!

    JACOB&NESSIE

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  8. ¡HOLA! SOY NOVIEMBRE.
    CUANDO NO TE PONGO COMENTARIO ES POR NO ENTRETENERME Y SEGUIR LEYENDO PORQUE ESTOY EN EL PUNTO MÁS INTERESANTE Y NO PUEDO RESISTIR EN ENTERARME DE LO QUE VA A PASAR.
    ESTE CAPÍTULO ESTABA DESEANDOLO LEER. NECESITABA QUE ELLOS DIERAN RIENDA SUELTA A SU AMOR Y DESEO, YA NO PODIA SER DE OTRA MANERA; HEMOS LLORADO YA BASTANTE CON EL AÑO QUE HAN ESTADO SEPARADOS.
    LAMETONES Y UN ACHUCHÓN

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  9. Holas, aquí leyéndote de nuevo cada vez que puedo, la verdad, lo que dice Jacob me trae muchas emociones juntas... Un amor asi, por Dios debe existir en algun lado...

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