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NUEVA ERA (Continuacion de "DESPERTAR")
Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se
encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog.
Si no, no te enteraras de nada XDD
CAPITULOS:
PARTE UNO: HORIZONTE:
RENESMEE:
1. MAS HUMANA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-1-mas-humana.html
SAGRADOS
―¿Hacemos una carrera? ―le
propuse con una sonrisita maléfica.
―Ni hablar. Todavía estás
muy verde.
Hice girar el manillar del
acelerador para que la moto rugiera un poco.
―¿Estás seguro? ¿No será
que tienes miedo? ―le pinché.
Jacob sonrió con esa
sonrisa torcida suya que me volvía loca.
―Ni hablar, repito.
Vaya, no había entrado al
trapo.
―No te estarás volviendo un
blandengue de esos responsables que no dejan hacer nada, ¿no? ―aguijoneé.
Ahora lo que salió por su
boca fue una risita.
―No sigas. La respuesta
sigue siendo no.
―Qué aburrido ―resoplé.
―¿Es que quieres cascarte
la cabeza? ―rio―. Te recuerdo que no te has traído el casco, y sin casco, no
hay carrera que valga. Cuando tengas más experiencia haremos todas las carreras
que quieras, te lo prometo, y te ganaré en todas, por supuesto, pero ahora mismo
estás muy verde, podrías caerte y hacerte mucho daño.
―Ja, ja ―articulé con
ironía para reírle el chiste malo de que me ganaría en todas―. Está bien ―suspiré―,
daremos paseíllos tranquilos.
―Eso, eso, tranquilos ―me
picó.
Le miré, entrecerrando los
ojos, simulando odio, y él se rio más.
―Bueno, venga, dale caña al
tema ―me instó―. Pero sin pasar de segunda, ¿vale?
―Vaaaaale.
―Y recuerda, suelta el
embrague…
Antes de que le diera
tiempo a decir suavemente, mi moto ya estaba volando por esa carretera
llena de baches encharcados, bueno, volando era un decir, porque a mí me
parecía que iba muy lenta. Metí segunda y aceleré un poco más.
Jacob no tardó nada en
alcanzarme. En un abrir y cerrar de ojos, ya lo tenía justo a mi lado.
Nos miramos y nos
sonreímos.
―Despacio, Nessie, despacio
―me avisó, no obstante.
―Voy en segunda, papá ―dije
para que viera que obedecía y que era una niña buena.
Se rio y seguimos
avanzando, esquivando los pocillos que se presentaban a nuestro paso mientras
los árboles que circunscribían la carretera venían primero y desaparecían después
a nuestras espaldas con rapidez.
Miré a Jake con algo de
desafío y aceleré otro poco, dejándole tras de mí.
―No te confíes ―escuché que
me advertía.
Pero no le hice caso,
continué corriendo delante de él, riéndome con malicia por ir ganando, aunque
sabía que sería por poco tiempo, ya que yo todavía era una novata en esto, y,
bueno, como no podía pasar de segunda…
Frené un poco y tomé la
curva que venía, cambiando el peso de lado, como me había enseñado Jake.
De pronto, nada más salir
de la curva, me topé con el cadáver de un animal a unos pocos metros,
prácticamente lo tenía encima. Me asusté. Apreté los dedos en el freno con
tanta fuerza y con tanta brusquedad, que la moto se clavó en el suelo
repentinamente, embistiéndome hacia delante.
―¡Nessie! ―gritó Jacob
detrás de mí.
Salí volando de cabeza y la
moto se cayó de lado, derrapando y bufando con enfado hasta que el motor se
caló.
Mis buenos reflejos de
medio vampiro hicieron que mis manos y mis brazos amortiguaran mi caída y no me
golpeé en la cabeza, aunque mi codo izquierdo se llevó la peor parte.
―Nessie! ―volvió a gritar
Jake, ya bajándose de su moto apresuradamente.
Sin embargo, no fue la
caída lo que me conmocionó. Cuando alcé la vista, me di cuenta de que tenía al animal
muerto delante de mis narices, y ese animal era un lobo. Me incorporé,
asustada, y me alejé del cadáver arrastrándome hacia atrás, quedándome sentada
frente a él.
―¡Nessie, ¿estás bien?!
Jake se arrodilló a mi lado
con precipitación y comenzó a examinar mi rostro y mi cabeza.
―E-estoy bien ―tartamudeé,
todavía con la mirada fija en el lobo.
―¿Seguro? ―inquirió,
mirándome bien entre el pelo.
―Sí, me he hecho un poco de
daño en el codo, pero ni siquiera tengo una rozadura.
―Menos mal ―suspiró con
alivio. Entonces, comenzó a regañarme―. ¿Lo ves? Igualita a tu madre. Te dije
que estabas muy verde y que fueses despacio, pero nada, tú a correr. Si me
hubieras hecho caso…
Mi novio se percató de la
fijación de mis ojos y del olor a sangre que invadía el ambiente, y se giró para
mirar. Su semblante también se puso pálido cuando vio al cánido desangrado en
medio de un charco; el agua turbia del mismo era de color carmesí debido al plasma
que la teñía. El pelaje pardo que vestía al lobo todavía no había dejado el
invierno. La horrible cara de sufrimiento del animal se me clavó en el alma.
Jacob se quedó inmóvil,
observando al lobo con una mezcla de horror y rabia en sus ojos negros. Los
lobos eran sagrados en su tribu, estaba prohibido matarlos, pero para los
metamorfos eso llegaba más allá, debido al vínculo que los unía con ellos. Las
leyendas decían que los quileute descendían de los lobos, y en cierto modo era
verdad.
Cogí su mano y entrelacé
sus dedos con los míos, apretándolos. Fue lo único que se me ocurrió hacer para
aligerar su pena. Él volvió a apretarlos más.
El olor de la sangre del lobo
no fue lo único que mi agudo olfato percibió. Mezclado con este, también se
distinguía el efluvio de un vampiro, y era reciente. Jake se dio cuenta de esto
a la vez que yo.
―Esto es obra de un
chupasangres ―murmuró, aún pálido.
―Lo sé, yo también huelo el
efluvio del vampiro. A lo mejor también era vegetariano
y estaba alimentándose ―conjeturé.
―No, esto no ha sido para
beber su sangre ―afirmó con convicción y rabia―. Le ha arrancado la pata
derecha.
―Oh ―murmuré con espanto
cuando me fijé.
Con espanto, con verdadero
espanto, porque la horrible expresión de dolor del lobo me indicaba que se la
había extirpado en vida. Esa expresión me heló el alma, no pude evitar
relacionarlo con mis hermanos los metamorfos, lo único que los diferenciaba así
a primera vista era el tamaño. A Jacob le rechinaron los dientes.
―No sé por qué lo habrá
hecho, pero esto no me gusta ni un pelo.
Se giró hacia mí y me ayudó
a ponerme en pie.
―Es horrible ―musité al
hilo de mis pensamientos.
―Voy a transformarme, tengo
que avisar a la manada de que hay un vampiro suelto por aquí ―dijo, ya
quitándose la camiseta―. Con suerte, le pillaremos y le daremos su merecido.
Se escondió tras los
árboles que limitaban con la carretera, ya que cabía la posibilidad de que
apareciese alguien por ahí. Al cabo de un minuto, regresó como humano mientras
se iba cubriendo el torso de nuevo.
―Ya está. Leah ha
organizado una patrulla para rastrearlo y ya están de camino. Esperemos que ese
chupasangres no sea muy hábil y no pueda ocultar su rastro.
Llegó a mi lado y cogió mi
mano. Se quedó quieto, observando al lobo fijamente, como antes. Su expresión
no me engañaba. No me hacía falta preguntarle para saber lo que estaba pasando
por su mente y su corazón en estos momentos, porque yo sentía exactamente lo
mismo. Nuestra conexión era tan fuerte, que yo misma ya estaba vinculada con
los lobos. Su dolor era mi dolor, su rabia era mi rabia.
Me puse frente a él y le
abracé con fuerza para consolarle, apoyando mi mejilla en su pecho. Jacob me
rodeó con sus brazos, hundió su rostro en mi pelo para olerlo y apretó su
abrazo.
Nos quedamos así un buen
rato, sin decirnos nada; no hacía falta. Ese silencio, amenizado con los
sonidos del bosque y con los latidos que retumbaban en nuestros pechos, ya lo
decía todo.
Entonces, Jake giró el
rostro al lado contrario al que lo tenía yo y se envaró levemente. Eso hizo que
despegara mi mejilla de su pecho y mi cara se volviese en su dirección,
extrañada.
Un grupo de cuatro lobos
salió de la espesura del bosque que flanqueaba la carretera sin asfaltar en la
que nos encontrábamos. Era la manada del lobo muerto, que debía de estar
buscando a su compañero. Mi boca dejó escapar un silencioso jadeo del asombro.
―No te muevas ―me susurró
Jacob con una voz extremadamente baja, mientras se despegaba de mí y se ponía
delante para protegerme.
Era una tontería, pues
estaba acostumbrada a lobos gigantes, y no tenía miedo, pero sí respeto, porque
los lobos que yo conocía eran seres racionales, humanos, y estos no dejaban de
ser animales salvajes que podían reaccionar de cualquier forma. Sabía que Jacob
y yo no tendríamos ningún problema en defendernos de un posible ataque, al fin
y al cabo, solamente eran cuatro lobos, y sus colmillos poco podrían hacerle a
un lobo gigante que se curaba con extremada rapidez y a la piel de un
semivampiro, pero también sabía que Jake jamás les haría daño, bueno, a no ser
que ellos me hicieran daño a mí, con lo cual… Ay, Dios mío, ¿por qué tenía que
pensar en tantas cosas en momentos así?
Sin embargo, para mi
asombro, no mostraron ni un ápice de agresividad. En vez de eso, se acercaron
lentamente, con precaución, emitiendo unos suaves gimoteos mientras lamían sus
hocicos y pegaban las orejas a sus cabezas, medio arrastrándose y escondiendo
la cola entre las patas en señal de sumisión hacia Jake. La boca se me quedó
colgando. Jacob ni siquiera se había transformado, y le bastó una sola mirada
para que los cánidos entendieran que este era su territorio y que él era el
Alfa de los Alfas, incluidos ellos. No pude evitar sentir esa fascinación que
ya sentía por él de nuevo.
Los lobos, también de colores
pardos, se arrastraron de este modo y llegaron a su compañero muerto. Lo
olisquearon durante un rato, gimoteando, y después se fueron retirando poco a
poco para volver al bosque. Uno de los cánidos se paró en la linde de los
árboles y giró la cabeza para dedicarle una mirada al Gran Lobo. Se volvió
hacia delante y se perdió con el resto de miembros de su manada.
Jake se volvió hacia mí
enseguida, no esperó ni a que los lobos se alejaran más.
―¿Y si vuelven? ―inquirí.
―No volverán. Solamente han
venido a buscar a su compañero, han ratificado que está muerto y se han ido.
―Ah.
―Voy a enterrarlo ―me dijo con
un murmullo―. No quiero que sea el menú de ninguna alimaña.
Asentí.
En ese momento, otro grupo
de lobos apareció de entre la espesura, solo que estos eran los enormes
metamorfos. Leah, Paul, Quil, Embry, Jared y Rephael se quedaron paralizados
cuando vieron al otro cánido tendido sobre aquel charco de agua y sangre. A
Paul también le rechinaron los dientes.
―No sé por dónde ha entrado
―empezó a informar Jake―. Lo más seguro es que lo hiciera por el territorio de
los Cullen. Pillad el olor desde aquí y seguid el rastro. A ver adónde os lleva
y si lo podéis coger. Yo intentaré averiguar algo, ya estaremos en contacto.
Leah asintió y no perdió el
tiempo. Olisqueó la zona, seguida por sus hermanos, y comenzaron a rastrear,
internándose en el bosque de nuevo con celeridad.
Jacob levantó al lobo, que
chorreó la mezcla de sangre y agua, y se dirigió con él hacia los árboles que
bordeaban el bosque, dejando un reguero por el camino. Le seguí, y cuando dejó
al animal en el suelo, me quité la cazadora y le ayudé a cavar.
Enterramos al lobo,
recogimos las motos y nos marchamos de allí algo cabizbajos.
Después de dejar los
ciclomotores en el garaje, Jacob y yo entramos en casa.
Nos metimos en la ducha
directamente, ya que estábamos llenos de tierra por todas partes. Primero me
duché yo, y mientras lo hacía Jacob, me fui a nuestro dormitorio y me puse mi camisón
de algodón para estar más cómoda.
Hoy me tocaba a mí hacer la
colada, así que entré en el baño de nuevo.
―Vengo a preparar la
lavadora ―avisé a Jake, que seguía en la ducha, frotándose con la esponja.
―Ah, sí.
Cogí el cesto de la ropa
sucia, lo puse junto a la lavadora y separé las prendas de color, metiéndolas
directamente en el tambor. Las blancas volví a guardarlas en el cesto. Abrí el
armario para coger el detergente y el suavizante, y saqué la cubeta, echando
estos productos en sus cámaras correspondientes. Después, la cerré y dejé el
programa preparado.
Jacob cerró el grifo a la
vez que yo terminaba de hacer todas estas cosas.
―Ya está. Cuando termines
de secarte, solo tienes que ponerla en marcha, ¿vale? ―le dije.
―Vale ―asintió, abriendo la
mampara y cogiendo la toalla.
Me quedé quieta, mirándole
como una tonta mientras se secaba un poco su corto pelo azabache y se la
enroscaba a la cintura. Daba igual que le viera desnudo todos los días, nunca, jamás
me cansaría de mirarle. Al revés, cuanto más le observaba, más me gustaba,
porque su cuerpo cada vez me parecía más sublime, más perfecto. Jacob levantó
la vista y su labio se curvó cuando vio mi cara embelesada.
Carraspeé para quitarme la
tontería de encima.
―Bueno, voy al ordenador ―manifesté,
ya ruborizada―. Voy a mirar si mamá está conectada o si me ha enviado algún
correo.
―De acuerdo. Yo voy ahora,
si está conectada, quiero hablar con Carlisle de lo que ha pasado.
―Está bien.
Nos dedicamos una última
mirada y me giré para salir del baño.
Seguí por el pasillo y
entré en el dormitorio pequeño, ese de forma rectangular que tenía la ventana
frente a la puerta, en una de las paredes cortas. En él
habíamos puesto el escritorio, el cual
ocupaba la pared de la ventana y seguía su camino en ele por la de la derecha,
no llegando a recorrerla entera para que cupiera la hoja de la puerta abierta. La
cama nido ocupaba el paramento izquierdo, estaba adosada a un pequeño armario
de dos puertas y al escritorio, que también hacía las veces de mesita de noche.
Sobre el camastro y el escritorio se repartían unas estanterías y una serie de
cuadros que Esme nos había regalado y que hacían juego con el color azul que
dominaba la decoración del cuarto.
Me acerqué a la ventana y bajé
los estores hasta abajo, ya que la noche estaba llegando. Me senté en una de
las dos sillas del escritorio y puse el ordenador en marcha. No tardó nada en
encenderse, era un ordenador de muy buena calidad, con un montón de memoria y Giga
bites. Yo no tenía ni idea de informática, pero según Em, que era el que
nos lo había regalado, con este ordenador se podrían almacenar los datos de la
Casa Blanca y el Pentágono juntos. Menudo exagerado.
La computadora paró
enseguida de hacer esos ruiditos que hacía al encenderse y las pocas ventanas
que salían al inicio se plantaron en un santiamén en la pantalla. Las cerré
todas y entré en Internet para abrir mi correo.
Por supuesto, y como
siempre, mis padres me habían dejado el mensaje de buenos días que todas las
mañanas me enviaban antes de irse a la universidad. Lo abrí y leí:
¡En el coche, de camino al Campus,
que llegamos tarde! Encima tu padre no quiere correr.
Y en ese momento papá le debió de quitar el iPhone y escribir
mientras conducía.
La culpa es suya, siempre se
entretiene con algo.
Mamá lo volvió a coger.
Ni caso. Hoy tenemos un examen
importante y estoy nerviosa. Ya te contaremos esta noche.
Un beso, cielo, y dale otro a
Jacob de nuestra parte.
Papá debió de quitárselo de
nuevo.
De la de tu madre, yo a ese lobo
me conformo con un abrazo.
Y mamá recuperó su móvil.
Dale un beso de parte de los dos,
y cuidaos mucho el uno al otro.
¡Os queremos!
Sonreí. Ya me los imaginaba
en el coche, peleándose por quitarse el móvil el uno al otro. Y esta mamá, mira
que estar nerviosa por un examen, pero si había sacado todo sobresalientes en el
pasado trimestre.
La verdad es que pensaba en
ellos todos los días, pero lo cierto es que no me había dado tiempo a echarles
de menos, puesto que en estos cuatro meses y medio habían venido a Forks muchas
veces.
El día de mi cumpleaños no
estábamos aquí, lo que dio lugar a que mi familia no viniera hasta más tarde. Al
final, habíamos pospuesto nuestro viaje de luna de miel para después de la boda,
ya que queríamos que fuese muy especial. Íbamos a canjear unos vales por otros
para no perderlos, pero Carlisle y Esme se empeñaron en regalarnos otros, así
que ese maravilloso viaje que habíamos planeado a ese islote cercano a Santa
Lucía pudimos atrasarlo y aprovechar los que ya teníamos y que estaban a punto
de caducar para visitar Europa.
Hicimos un viaje doble, ya
que pasamos la primera semana en París y de allí partimos hacia Roma para pasar
la segunda. En la capital francesa aprovechamos para celebrar mi cumpleaños con
una velada romántica y apasionada. París es una ciudad que se da a ello, la
verdad. También visitamos al famoso Louis y a su esposa, Monique, como
agradecimiento por todo lo que nos había ayudado. Nos sorprendió mucho el
aspecto del científico. Lejos de lo que nos esperábamos encontrar, Louis era un
chico que no llegaría a los veinte años, o, al menos, eso aparentaba. Era un
poco más bajo que mi padre, con unos alocados rizos de color castaño claro que
se movían a todas partes, y era de compresión más bien delgada, nervuda y
fibrosa. Monique mediría lo mismo que mi madre, y su pelo negro lucía corto,
con un corte sotisficado y moderno. Ambos tenían los ojos dorados ―señal de que
no saciaban su sed con humanos― y unos rostros blancos como la cal, casi me
parecieron más pálidos que los de mi familia. A Louis le agradó mucho nuestra
visita, ya que, después de aprenderse de memoria todas nuestras
particularidades genéticas, al fin nos conocía en persona. Fueron muy amables
con nosotros y nos enseñaron todos los sitios turísticos y más pintorescos de
la ciudad. Nosotros no teníamos dinero para llevarles esa ropa tan cara de la
última moda de París a los miembros de mi familia, pero sí que les compramos
algunos souvenirs. Yo también aproveché para practicar un poco mi francés. En
Roma también lo pasamos muy bien. Lo que más le gustó a Jake fue el Coliseo,
cómo no. Le pregunté qué hubiera pasado si los gladiadores hubieran tenido que
luchar con enormes lobos como los quileute, eso le hizo mucha gracia y estuvo a
punto de bajar a la arena sin que nadie le viera y transformarse para que le
sacara una foto. Gracias a Dios, conseguí disuadirle.
Como las primeras semanas
de septiembre Jake y yo habíamos estado en ese viaje y el día de mi cumpleaños había
coincidido estando ahí, mi familia vino unos días después de nuestro regreso
para celebrarlo, acto que aprovecharon para organizarme una fiesta en su casa
con una enorme tarta y regalos por todas partes. También vinieron el Día de
Acción de Gracias y en las navidades ―fechas que mis padres también habían
aprovechado para pasarlas en casa de Charlie con nosotros, los Clearwater, Sam,
Emily y los niños, como todos los años―, habían alargado su estancia un poco
más para quedarse en el cumpleaños de Jake ―con su correspondiente fiesta,
idéntica a la mía―, y habían vuelto a Forks para vernos hacía unos días. Así
que casi no me había dado tiempo ni a echarlos de menos, además, todos los días
hablábamos vía Internet.
Cerré la ventana del correo
y abrí el Messenger. Mamá estaba conectada, seguramente esperando mi ¡Hola!
Eso fue lo que le escribí, y acto seguido encendí la Webcam.
Mamá apareció de la nada
cuando encendió la suya.
―Hola, cielo ―me saludó,
sonriéndome con una amplia sonrisa.
―Hola ―y le correspondí la
sonrisa con una igual de grande.
Papá apareció como por arte
de magia y se sentó a su lado.
―Hola, cariño ―saludó él
también, sonriendo―. ¿Qué tal os ha ido el día?
―¿Ya te ha enseñado Jacob a
montar en moto? ―quiso saber mi madre―. Por cierto, ¿dónde está?
―Está en el baño. Sí, por
fin ha podido enseñarme, y se me da bastante bien.
―¿Lo ves? ―le indicó ella a
mi padre, como si ya hubieran discutido de eso en alguna ocasión―. No había
razón para preocuparse, ella no es como yo cuando era humana. Seguro que se le
da tan bien como a Jake ―afirmó, volviendo su mirada a mí.
Papá torció el gesto, un
poco disconforme.
―Bueno, tan bien como a él
no, la verdad ―me reí―. Tuve un pequeño percance, pero es que acabo de empezar ―revelé
primero y alegué después.
―¿Un pequeño percance? ―preguntó
papá.
―Sí, cuando salía de una
curva me topé con un lobo muerto y me asusté. Frené en seco y me caí de la
moto. Pero no me pasó nada, iba bastante despacio ―volví a defenderme, sin
darle tiempo a que abriera más la boca para regañarme―. Por cierto, ¿está
Carlisle por ahí? Jake quiere hablar de eso con él.
―¿De tu caída? ¿Te has
hecho daño? ―inquirió mamá, preocupada.
―No, no, ya os he dicho que
estoy bien, no me ha pasado nada, ni siquiera tengo un rasguño ―les calmé.
Ellos respiraron aliviados―. Es sobre el lobo.
―¿Es que es alguien de la
manada? ―ahora el tono de mi madre era de alarma.
―No, era un lobo normal ―irrumpió
Jake, sentándose a mi lado.
Una de las cosas buenas de
la Webcam es que puedes hablar con tus padres como si los tuvieses delante,
pero con la ventaja de que tu padre no puede leerte la mente. Así que ya no
tenía que molestarme en pensar en otras cosas para tapar y podía concentrarme
bien en observar a mi chico y pensar en lo guapísimo y sexy que estaba con esa
camiseta interior blanca de tirantes y esos pantalones de pijama largos y
sueltos. Podía gritarlo a mis anchas, qué felicidad.
Apoyó los codos en el
escritorio para incorporarse un poco hacia la pantalla y yo me acomodé en su espalda.
Jacob me cogió la mano que quedó por delante y entrelazó nuestros dedos.
―Hola, Jake ―le sonrió
mamá.
―Hola, Jacob ―saludó mi
padre, también sonriendo.
―Hola ―contestó él con
otra.
―Era un lobo normal ―repetí
yo para encauzar la conversación―. El problema es que quien le mató fue un
vampiro.
―Lo único que sabemos es
que entró por vuestro territorio ―siguió Jake―. Ya tengo a una patrulla
rastreándolo. Me acabo de comunicar con ellos y el rastro les está llevando
hacia el este. Pero no sabemos por qué lo ha hecho, ni con qué intención.
―¿Solo detectasteis el
efluvio de un vampiro? ―inquirió papá.
―Sí ―afirmé yo.
Se hizo un silencio que
duró un par de segundos.
―La probabilidad es mínima,
sobre todo si iba en solitario, pero no descartaría que fuera vegetariano
y que solamente se estuviese alimentando ―conjeturó papá, coincidiendo con lo
mismo que había pensado yo al principio.
―No. Ese chupasangres le
arrancó una pata de cuajo y dejó que se desangrara en vida ―reveló Jacob―. No
se bebió ni una gota de su sangre.
―Qué horrible ―murmuró
mamá, llevándose las manos a la boca―. ¿Y por qué haría algo así?
―No tenemos ni idea, por
eso quería hablar con Carlisle. Bueno, vosotros sabéis más sobre comportamientos
de vampiros, ¿no?
―Sí, pero coincido contigo
en que esto es muy raro ―dijo papá―. Nunca había oído de nada parecido.
―Genial, pues estamos
buenos ―resopló Jake con disgusto.
―Hablaremos con Carlisle,
de todos modos ―anunció mi progenitor―. Tal vez él sepa algo, ha vivido muchos
más siglos que nosotros. Si no, seguro que lo investiga.
―Te lo agradeceríamos mucho
―respondió Jake―. Este tema, bueno, es decir, los lobos son sagrados en mi
tribu, y esto no podemos consentirlo. Verás, no es que nos preocupe un vampiro
más que menos por aquí, pero lo que ha hecho esta sanguijuela, para nosotros
los metamorfos, es toda una ofensa personal.
―No te preocupes, esta
misma noche se lo contaremos todo a Carlisle.
―Gracias, Edward.
Y papá asintió.
―Bueno, y por lo demás,
¿qué tal todo por ahí? ―les pregunté para cambiar un poco de tema a uno más
alegre y jovial―. ¿Qué tal ese examen?
―De maravilla ―respondió mi
madre―. Será otro sobresaliente.
―Bella la empollona ―se
burló Jake.
Mamá le dedicó un mohín.
De pronto, el teléfono sonó
en su casa.
―Oh, ese debe de ser
Charlie ―habló papá.
―Id a hablar con él ―les
exhorté―. Ya nos veremos mañana.
―Vale ―aceptó mamá―. Bueno,
pues hasta mañana.
―Hasta mañana ―se apuntó
papá mientras se levantaba para coger el teléfono.
―Hasta mañana ―respondimos
Jake y yo a la vez.
Mamá se despidió con la
mano y apagó la Webcam. Nosotros hicimos lo mismo y salimos del Messenger.
―¿Vas a mirar algo en
Internet? ―interrogó Jake.
―No, voy a llamar a Helen.
No hemos sabido de ella en toda la semana ―suspiré, poniéndome de pie―. Pero
puedes quedarte tú, si quieres.
―Nah, no me apetece.
Esperé hasta que apagó el
ordenador, salimos de la habitación y bajamos juntos las escaleras. Yo me quedé
en el vestíbulo para llamar a mi compañera y él se fue al saloncito a ver la
televisión.
Cogí mi móvil del taquillón
de la entrada ―ahora tenía la manía de dejarlo ahí, junto al teléfono fijo― y marqué
el número de Helen, no quería llamarla a casa. Siempre me daba apuro llamarla
ahí, ya que su padre era alcohólico y me resultaba bastante incómodo hablar con
él; normalmente el señor Spencer no sabía ni dónde estaba su hija. Helen vivía con
su padre, que siempre había bebido, sin embargo, desde que su madre había
fallecido hacía tres años por un accidente de tráfico, su alcoholismo había ido
a más.
El teléfono estaba apagado
o fuera de cobertura.
Colgué y exhalé el aire
poco a poco. No me quedaba más remedio que llamar a su casa. Descolgué el
teléfono fijo y marqué el número, calcando las teclas con rapidez.
El teléfono dio el tono diez
veces, y cuando estaba a punto de colgar, alguien lo cogió.
―¿Quién… es? ―preguntó una
voz malhumorada y borracha.
―Ah, hola, soy Nessie, la
amiga de Helen, ¿está en casa?
El señor Spencer se quedó
un rato en silencio, seguramente tratando de recordar si su hija estaba en casa
o no.
―Sí ―contestó por fin,
escuetamente.
―¿Se puede poner?
―Nno ssse quieeere poooner.
Genial, ahora no la dejaba
ponerse.
―Bueno, ¿le puede decir que
he llamado, por favor?
―Claaaro.
―Gracias.
Y me colgó.
Fruncí los labios, enfadada,
y estampé el teléfono con un golpe seco al colgarlo.
Me dirigí al saloncito,
echando pestes y poniendo verde al señor Spencer por el camino, y entonces,
cuando entré y vi a Jacob, mis pies y mis cuerdas vocales se pararon en seco.
Nada más pasar el diáfano
vestíbulo lo vi al primer golpe de vista, era muy fácil, tal y como habíamos
decorado el saloncito.
Habíamos colocado el sofá
color crema en la pared izquierda del salón, una de las paredes cortas de la
sala rectangular, en ese rincón que todavía era amplio aun estando bajo la
escalera y que estaba presidido por un gran cuadro vanguardista cuyo tema era un
enorme y abstracto lobo rojizo; a Alice le había costado lo suyo encontrarlo,
pero al final había dado con este en Italia, en una sala de subastas, y a mí me
hizo muchísima ilusión cuando nos lo regaló ―quién vería a Alice con un pañuelo
en la cabeza y las gafas de sol, levantando su tablilla una y otra vez con
avidez para conseguir el cuadro de un lobo; y quién le iba a decir a ella que acabaría
haciendo eso por un metamorfo. Siempre que me imaginaba la escena, me hacía
mucha gracia―. Junto al asiento, donde la inclinación ascendente de la escalera
desaparecía y se fundía con el techo, se erguía una lámpara de pie, de acero, y
delante del mencionado mueble pusimos una mesita lacada en rojo, para que hiciera
juego con la chimenea de ladrillo que hacía esquina en la pared con ventana de
enfrente ―donde habíamos colocado los dos butacones también color crema y la
mullida alfombra de color gris―. La tele reposaba sobre un mueble bajo de dos
cajones que estaba arrimado al trozo de paramento que quedaba entre las dos
ventanas posteriores de la estancia, en la pared larga del saloncito que seguía
a la del sofá y se unía con la de la chimenea; este sostenía unas estanterías
en el que habíamos puesto algunos de mis libros y un reloj. Todos los muebles y
los cuadros que vestían las paredes eran de estilo moderno, los estores
coincidían cromáticamente con la tapicería y la zona del sofá también era
diferenciada por otra alfombra gris, aunque esta no era tan mullida como la de
la chimenea.
Sí, al primer golpe de
vista lo vi.
La televisión estaba
encendida, pero él ni siquiera la estaba mirando. Su cabeza reposaba en el
respaldo del sofá y su mirada estaba clavada en la lámpara del techo, con una
mezcolanza de pesar y rabia.
Sus ojos se percataron de
mi presencia y se despegaron del forjado para observarme a mí.
Me acerqué al sofá deprisa,
me dejé caer medio aovillada a su lado y rodeé su cuello con mis brazos para
darle un beso en la mejilla, parecía tan triste. Su mano más próxima enseguida
se enganchó a mi cintura a la vez que giraba el rostro para encararlo al mío.
―Puedes ir con la manada,
si quieres ―le dije, pegando mi frente a la suya con los ojos cerrados a la vez
que acariciaba su nuca con mis dedos.
―No quiero dejarte sola ―murmuró.
―No tienes de qué
preocuparte. Estaré bien, seguro que tus hermanos hacen lo que tienen que
hacer.
―Por eso mismo. Confío en
ellos, saben muy bien lo que hacen, así que no me necesitan para nada. Además, solo
es un vampiro, esto no es nada para nosotros.
Su nariz dejó escapar un
suave, largo y casi silencioso suspiro. Abrí los ojos y me separé un poco de su
rostro para vérselo mejor.
―¿Estás bien? ¿Quieres
hablar de ello? ―le pregunté.
Jacob bajó la mirada y
cogió una de mis manos para enredar un poco con mis dedos.
―Pensarás que es una
estupidez, pero es que esos lobos son como si fueran una especie de hermanos
para nosotros. Bueno, ya sé que solo son animales, pero… ―su frase se cortó
cuando frunció los labios y otro largo suspiro salió por su nariz.
―Lo entiendo. Yo también
estoy vinculada a ellos, en cierto modo.
―No sé cómo alguien puede
hacer algo así ―masculló con rabia―. Me da igual que sea un animal y quien lo
hizo un vampiro. Podía haberle matado primero y mutilarle después de muerto,
para que ese pobre lobo no sufriera. No entiendo cómo se puede ser tan ruin y cruel.
No supe qué decirle. La
horrible imagen de la cara de agonía de ese lobo se plantó en mi cerebro y me
quedé sin palabras que pudieran explicar ese comportamiento tan sádico y
reprobable.
―Lo siento, no sé qué
decirte ―confesé con un murmullo―. Ojalá pudiera decirte algo que te consolara.
Jacob alzó la vista y clavó
esos preciosos y grandes ojos negros en los míos. Ya notaba cómo me
hipnotizaban.
―A ti no te hace falta
decir nada, solo tu presencia ya me hace feliz ―susurró, dejando mi mano para
acariciarme la mejilla con el dorso de sus cálidos dedos.
Le sonreí y acerqué mi rostro
para darle un beso corto y dulce. Sin embargo, cuando separé mi cara un poco, Jacob
levantó sus profundos ojos y estos volvieron a engancharme con esa mirada penetrante.
Mi semblante actuó solo, movido por esa fuerza que me llevaba hacia él, y no
pude evitar regresar a sus labios para darle otro beso. Y otro, y otro, y otro,
y otro…
Mi cuerpo ya se estremecía
solamente con notar el suave y ardiente tacto de su boca. Mis mariposas
agitaban las alas sin parar, completamente hechizadas, ya no había forma de
pararlas. Rozaban las paredes de mi estómago y hacían saltar a mi corazón, que
ya latía a mil por hora.
Sus sabios se quedaron
quietos, dejándose hacer a gusto, mientras su aliento ya acariciaba mi boca,
animado. Cuando me di cuenta, mi boca se entrelazaba con la suya lentamente y
mordía su labio inferior con suavidad para juguetear un poco, exhalando el aire
con más que deseo, ya dejándose llevar por la energía mágica que nos rodeaba y
que iba creciendo por momentos.
Llevé mi mano a su pelo y
me arrimé más a él. Entonces, sus labios se cansaron de esperar y también comenzaron
a jugar con los míos, moviéndolos a su antojo. Noté cómo sus palmas empujaban
mi cintura y mi espalda para pegarme a su cuerpo, y la temperatura subió
rápidamente.
Conseguí separar mis labios
de los suyos, un poco a regañadientes, aunque solo para tomarle de la mano,
levantarme y tirar de él para que se pusiera de pie. Lo adosé a mí de nuevo y
comenzamos a caminar juntos, dando tumbos, mientras seguíamos besándonos con
pasión.
Entre que él me acorralaba
en la pared y me bajaba los tirantes del camisón, y yo le estampaba a él
después para quitarle la camiseta interior, no sé ni cómo fuimos capaces de
subir las escaleras y llegar a nuestro dormitorio.
El caso es que fuimos
dejando un reguero de ropa por el camino y por fin llegamos a la puerta de
nuestra habitación. Jacob abrió la manilla de espaldas, sin dejar de besarme en
ningún momento, y yo cerré la puerta cuando pasamos, con un talonazo.
¡HOLA, GUAPISIMAS! SOY JACOB&NESSIE
ResponderEliminarMuchas gracias a todas por esas cosas tan bonitas que me poneis, me dais muchos animos :ºº)
Pues cuelgo segun vea si se va leyendo o no ^^, pero si quereis puedo colgar martes, jueves y sabados, ¿que os parece?
Bueno, ya me decis ^^ . De momento hoy cuelgo otro capi. Espero que os guste ;)
BESAZOS!!!!
HOOLA :DD
ResponderEliminarAquí estoy yo, otra vez, siguiendo fielmente cada uno de tus capítulos y así seguirá siendo hasta que se termine el libro.
Ya no se que mas decirte xD Felicidades de nuevo, este capitulo estuvo buenísimo.
Esta historia se pone mejor a medida que avanza.
Esperare ansiosa los demás capítulos.
Un gigante para ti :*
Gene(:
Un beso gigante para ti :*
ResponderEliminarholaaa:
ResponderEliminarya sabes que te puedo decir me encanto lo amee:D
mis felicitaciones de nuevo por escribir tan bien y con tanta dedicacion, espero que subas pronto ya me enganchaste con la historia ( reviso casi todos los dias a ver si ya subiste uno para leerlo jijiji *-* )
gracias, y besos :3
¡HOLA, GUAPISIMAS! SOY JACOB&NESSIE
ResponderEliminar(no se por que no me deja usar mi cuenta de google)><
Muchas gracias por vuestros comentarios!! Me animan muchisimo!! :D
Mañana, jueves, colgare otro capi!
UN BESAZO!!!
Increible enserio! cuanto amor entre jacob y nessie! je definitivamente me encantaaa! y sii porfa publica martes, jueves y sabados estare esperando ansiosa que lleguen esos dias para leerte! =) mil besos
ResponderEliminar¡HOLA! SOY NOVIEMBRE; ME AGUSTADO MUCHO PORQUE HAS ESCRITO LOS MESES QUE SE HABIAN QUEDADO EN AIRE, COMO CUMPLE, VIAJE, NAVIDAD, ACCIÓN DE GRACIA EN FIN, TODO ESO. ¿ESTOS CAPITULOS SON MÁS CORTOS VERDAD?,QUE LOS DE LOS BLOQUES. ¿A QUE DIRECCIÓN TENGO QUE PEDIR EL PRIMER LIBRO?, QUE SERA LOS 7 BLOQUES. Y LO PAGARÉ CONTRA REMBOLSO.
ResponderEliminarTAMBIEN DECIRTE QUE TENGO PROBLEMAS PARA PUBLICAR ALGUNOS COMENTARIOS PORQUE NO ME DEJA HACERLO.EN EL BLOQUE TRES, YSIETE ME HA PASADO. SIN MÁS UN BESO. ¡AH! ERES MI DROGA NECESITO LEERTE DOS RATOS GRANDES AL DÍA. ME GUSTA ESO DE LAMETONES.
Q final tan APASIONADO o#O
ResponderEliminarY como yegaron de la tristes a la pasión
No se pero creo q helen es la q. Mato al lobo xq la convirtieron no se pero lo se … bueno
Te quiere
K=D