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martes, 29 de noviembre de 2011

NUEVA ERA. CAPITULO 116: POR FIN, ¡POR FIN! UN MOMENTO, ¿PERO QUÉ ES ESTO?



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NO DUDEIS EN DEJAR VUESTROS COMENTARIOS, PREGUNTAS, ETC, YO CONTESTARE A TODO GUSTOSAMENTE ^^



NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").

Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏


CAPITULOS:

PARTE DOS: NUEVA ERA

RENESMEE:

77. ACAMPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-77-acampada.html
78. EL LAGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-78-el-lago.html
79. EN MEDIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-79-en-medio.html
80. LICÁNTROPO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-80-licantropo.html
81: DECISIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-81-decision.html
82. CUMPLEAÑOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-82-cumpleanos.html
83. IRRUPCIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-83-irrupcion.html
84. REENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-84-reencuentro.html
85. GRIPE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-85-gripe.html
86. FALLO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-86-fallo.html
87. GIRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-87-giro.html
88. BUENA Y MALA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-88-buena-y-mala.html
89. FELICITACIONES Y PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-89-felicitaciones-y.html
90. APOYO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-90-apoyo.html
91. CARTA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-91-carta.html
92. INTERESES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-92-intereses.html
93. BENEFICIO COLATERAL: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-93-beneficio.html
94. ECOGRAFÍA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-94-ecografia.html
95. FANTASMAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-95-fantasmas.html
96. MANIOBRA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-96-maniobra.html
97. "NO PUEDO": http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-97-no-puedo.html
98. SANGRE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-98-sangre.html
99. HERIDOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-99-heridos.html
100. PRUEBA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-100-prueba.html
101. ENTRENAMIENTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-101-entrenamiento.html
102. 6 DE FEBRERO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-102-6-de-febrero.html
103. PACIENCIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-103-paciencia.html
104. UN SER SUPERIOR: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-104-un-ser-superior.html
105. ENVIDIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-105-envidia.html
106. CAMBIO DE PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-106-cambio-de-planes.html
107. PASAR PÁGINA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-107-pasar-pagina.html
108. LA ESTRATEGIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-108-la-estrategia.html
109. A CASA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-109-casa.html
110. DE NADIE (PARÉNTESIS JANE):  http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-110-de-nadie.html

JACOB:

111. ¿QUÉ PUEDES HACER CUANDO TUS TRIPAS SON UN MANOJO DE NERVIOS?: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-111-que-puedes-hacer.html
112. MENUDO PANORAMA QUE TENGO DELANTE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-112-menudo-panorama.html
113. ¡¿Y A MÍ QUÉ DEMONIOS ME IMPORTA EL PODER?!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-113-y-mi-que.html
114. NO, AHORA MISMO NO PODÍA PERDER EL TIEMPO CON ESO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-114-no-ahora-mismo.html
115. VENGA, VENGA, YA QUEDA MENOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-115-venga-venga-ya.html


POR FIN, ¡POR FIN!
UN MOMENTO, ¿PERO QUÉ ES ESTO?


Ya quedaba muy poco para llegar a la cuarta cueva. Ese cretino de Thiago y su grupo de matones ya estaban reunidos al completo, y ahora se encontraban a nuestras espaldas, junto con el único chupasangres perteneciente a la guardia de las momias de Volterra que estaba aquí: el rastreador. Yo iba en cabeza, dirigiendo esta extraña y singular expedición, y me flanqueaba mi manada, que se disponía en formación, con Quil y Embry a mis dos lados. Carlisle corría justo detrás de nosotros, y lideraba a Esme, Teresa, Ezequiel, Eleazar, Kate y Garrett.
Ahora nos teníamos que reunir con Sam, Shubael, Isaac, Paul, Jasper, Alice, Rosalie, Emmett, el grandullón, el Zanahorio y los Pitufos, los cuales seguían luchando en la cuarta cueva.
Mientras galopábamos como el viento, una voz destacó sobre los demás pensamientos que atolondraban mi cabeza.
Jake.
Dime, Brady.
¿Recuerdas a los tres nómadas que teníamos fichados? Pues no son tres, hemos descubierto que en realidad son cinco, me comunicó con tranquilidad. Creemos que están rondando por la zona por lo de siempre, para enfrentarse a ti. Así que vamos a terminar con ellos ahora. Si ven que no estás, se largarán y se correrá la voz. Si otros chupasangres se enteraran de que no estás en la tribu, podrían aprovechar para atacarla. Y si vienen demasiados, no podremos contenerles sin ti, aquí solo somos cinco.
Eso sin contar con que los magos podrían enterarse de tu ausencia, añadió Aaron, que también estaba en el grupo de Brady.
Se me erizó la pelambrera de los hombros un poco solo con pensar eso último. Tenían razón. Brady y su grupo no serían suficientes para proteger a la tribu si venía una bandada de chupasangres sedientos, y encima ya teníamos muy mala fama entre las sanguijuelas de todas partes. Aunque la mayoría de los nómadas venían buscando emociones fuertes y retos imposibles, los muy estúpidos, muchos no dudarían en venir para masacrar a todo el pueblo. Normalmente, esos vampiros vengativos no se atrevían a poner un pie en nuestro territorio, ya que eran lo bastante listos como para tenernos algo de miedo, pero si yo no estaba, muchos no iban a desaprovechar la ocasión. Daniel y su grupo tenían que quedarse vigilando por el bosque que rodeaba mi casa para proteger a Nessie, no podían ir a echarles una mano si las cosas se ponían feas. Bueno, vale, los de aquí íbamos a terminar con esto enseguida y yo iba a volver a La Push, pero toda precaución era poca, sobre todo con el tema de los magos. Un solo comentario de uno de esos nómadas con otros que se encontrasen por el camino de los alrededores de la reserva era suficiente para que los magos se enterasen de mi ausencia, así que lo mejor era terminar con el asunto de raíz.
Está bien, aprobé. Deshaceros de esos nómadas en cuanto podáis.
Ahora mismo, exclamó Rephael, acompañando al entusiasmo de Brady y el resto de los que se encontraban allí.
Vaya, debían de estar muy aburridos, porque en cuanto dije esto echaron a volar en dirección a los nómadas.
A ver si ya llegamos a esa maldita cueva, resopló Jared. Quedé con Kim para comer juntos, y no quiero llegar tarde.
¿Y por qué quedas con ella para comer?, criticó Leah, haciendo gala de camaradería femenina. Hacer esperar a una chica es lo último. Tendrías que haber quedado para otra cosa que se pudiera hacer más tarde de la hora del almuerzo, no sé, como ir de tiendas, por ejemplo.
Menudo aburrimiento…, el pensamiento de Collin fue fugaz y muy tenue.
Ella no me dijo nada de ir de tiendas, le respondió casi a la vez Jared. Solamente me habló de comer juntos.
¿Pero no sabes que nos podemos retrasar por cualquier cosa?, le indicó Leah, negando con la cabeza.
Ya lo sé, ¿te crees que me chupo el dedo?, protestó él, aunque su tarro ya se estaba llenando de cierto remordimiento por no haber quedado más tarde.
Vaya dos. Y vaya una discusión más tonta.
Ellos siguieron con ese debate absurdo, pero mi mente se fue sola cuando escuché la frase de Jared. No pude evitar recordar la última ecografía de Nessie, se plantó sola en mi cabeza, la verdad, y volví a emocionarme. Sí, se me caía la baba completamente, qué puedo decir, ver esa imagen en la pantalla de la computadora en la que nuestro pequeño bebé se chupaba el dedo era para babear sin control. Dios, sonaba muy cursi, pero me moría por que naciera ya, por ver su carita, sus manitas, sus piececitos, por ver si se parecía a mí o a Nessie, por darle el biberón...
Ya piensas como una tía, se mofó Michael.
Genial. ¿Por qué no me habría desconectado?
Si lo llegamos a saber, te hubiéramos regalado un muñeco de bebé para tu cumpleaños, siguió Nathan.
Ja, ja, respondí con ironía mientras ellos se tronchaban de la risa.
Idiotas. Está a punto de ser padre, ¿qué sabéis vosotros de eso, eh?, les reprendió Leah.
Espero que nada, yo siempre uso condones, ¿y tú, Mike?, dijo Nathan sin abandonar ese timbre burlón.
Uf, yo también, tío, no me la juego.
Los dos payasos se echaron a reír de nuevo.
Por lo menos usáis la cabeza para algo más…, murmuró Leah, harta de tanta testosterona.
Mirad, ahí está la cuarta cueva, les indiqué.
Sí, allí, a lo lejos, se encontraba esa dichosa cuarta cueva, y, cómo no, estaba en una ladera escarpada.
Qué bien, no llegaré tarde, se alegró Jared.
Comenzamos a ascender por una zona más empinada.
―Esa es la cueva ―señaló el rastreador al mismo tiempo.
Como si no nos hubiésemos dado cuenta ya…
―Acabemos con esto de una vez ―dijo Garrett.
Eso, eso.
¡Sam, ya estamos llegando a vuestra cueva!, le anuncié, aunque él ya lo sabía de sobra.
¡Bien!, asintió sin dejar de sortear los afilados zarpazos de su enorme contrincante.
Aceleré y los demás lo hicieron conmigo.
Escalamos a toda prisa y accedimos a otro camino estrecho y angosto que estaba pegado a la pared rocosa. Como había pasado con la primera cueva, ese sendero parecía estar incrustado en la piedra, ya que nuestras cabezas estaban acechadas por unos pedruscos enormes que sobresalían del paramento. El sendero era tan ajustado, que tuvimos que organizarnos para pasar en fila, y aun así, mis lobos y yo casi no cabíamos.
Los rugidos y golpes del interior de la caverna rebotaban en las paredes de la misma y se escapaban por la entrada, llegando hasta nosotros. Avanzamos un rato más por ese incómodo recorrido y por fin llegamos a la cueva, donde atravesamos la boca para pasar adentro.
Una vez allí, ya pudimos estirarnos a gusto. ¡Aleluya! La caverna seguía el mismo patrón que las demás, apestaba a amoniaco y a vampiro por todas partes, y recorrimos un largo y ancho pasillo en el que tuvimos que sortear las diferentes formaciones calcáreas que sobresalían del suelo y que se plantaban frente a nosotros repentinamente, debido a la velocidad de nuestra carrera. Sí, en serio, cuando te dabas cuenta, ya las tenías ahí.
Salimos a una especie de antesala y la batalla se presentó ante nosotros. Esa cámara también era enorme, y el techo era una especie de bóveda gigantesca con una forma curva, muy parecida a una cúpula, solo que esta era totalmente natural, estaba formada por roca caliza y tenía un montón de estalactitas, cómo no. Y lo mejor de todo: no tenía salida, era el final del túnel.
La Barbie estaba metiéndole un buen mamporrazo a uno de los licántropos en todo el estómago, Emmett estaba a su lado, peleando con otro de ellos y observando las jugadas de su compañera, por si tenía que intervenir, Alice era la que más problemas estaba teniendo, pero Jasper la defendía como nadie, Sam, Shubael, Isaac y Paul fintaban y esquivaban cada movimiento de los otros hombres lobo, el pelirrojo saltaba por encima de uno, el grandullón acababa de arrancar una de las estalagmitas del suelo para arrearle con ella a su contrincante, y Hansel y Gretel eran muy rápidos, tenía que reconocerlo, toreaban a los licántropos que no veas.
Pero en cuanto yo llegué, la pelea se detuvo.
Los licántropos saltaron hacia atrás en sus diferentes pugnas y se quedaron inmóviles, observándome con esos ojos amarillos reflectantes tan abiertos que parecía que se les iban a salir de las cuencas. Sí, no se podían creer que les estuviera pasando esto.
Me incliné hacia delante y rugí con contundencia, dejando clara mi supremacía, haciéndoles ver que este territorio era mío. Los Cullen se retiraron de un alto brinco y se posicionaron a mis espaldas, y el resto de chupasangres se ocultaron donde pudieron, dando la vuelta a la esquina de algunas rocas, pero mi manada se unió a mí con rapidez y se quedaron a mi lado, en formación.
No me lo pensé dos veces. Tenía que terminar con esto de una vez por todas para irme a casa, con Nessie.
Erigí mi círculo de luz brillante y lo calenté instantáneamente, volviéndolo de fuego. Esos malolientes licántropos rugieron, pero eran gritos de pánico. Sus vahos azulados no entraban en esa cavidad de la montaña en la que nos encontrábamos. No esperé más ni alargué su sufrimiento, y tampoco les di opción a atacarnos para defenderse. Sin más, extendí el círculo y lo explosioné en todas direcciones. Muchos interpusieron los brazos, como un último acto reflejo de protección y supervivencia. Los alaridos llegaron a la vez que la onda de fuego, la cual arrasó con todos, chamuscándolos bien.
Mi manada lo celebró al momento.
¡Genial, Jake!, aulló Seth, dándome un cabezazo en el costado.
¡Por fin hemos terminado con los licántropos!, exclamó Embry, correteando por delante de mí para felicitarme.
¿Ves? Llegaré a tiempo para comer con Kim, le pinchó Jared a Leah.
Vale, al final tenías razón. ¿Contento?, le reconoció ella.
―¡Estupendo! ―aclamó Alice, aplaudiendo con efusividad mientras daba saltitos.
―Menos mal que se ha terminado ―declaró Rosalie―. Tengo este asqueroso olor a licántropo hasta por el pelo ―cogió un mechón, se lo olió y puso cara de asco.
La Pitufina y todos sus acompañantes salieron de su escondite para comprobar que el trabajo ya estaba hecho. Malditos miserables. La rubia canija esbozó una media sonrisa cerrada con satisfacción al ver todas las cenizas repartidas por el suelo.
―Es impresionante ―alabó Eleazar, maravillado y asombrado―. Nunca he visto cosa semejante. Terminar con unos Hijos de la Luna de un solo golpe, con esta facilidad…
―Es fascinante ―coincidió Ezequiel―. El poder del Gran Lobo es extraordinario.
Genial. Ya empezaban estos dos…
―Sin duda. La profecía se queda corta, en mi opinión ―comenzó a divagar Garrett mientras los otros dos le miraban con mucha atención―. Los vampiros y los Hijos de la Luna hemos sido enemigos durante siglos, y los inmortales como nosotros jamás pudimos exterminarles. La Historia muestra innumerables batallas, en las que ambos bandos han salido victoriosos alternativamente, sin embargo, nosotros no hemos sido capaces de exterminarles. ¿Quién es el ser superior aquí? ¿Quién es…?
Oh, no, ya empezaba a desvariar con uno de sus largos discursos… El adivinador de dones y el mago se quedaron escuchando el mitin del rebelde Garrett pero yo dejé de poner la antena.
―Es estupendo, Jacob, no dejas de sorprenderme ―me sonrió Doc.
Esme secundó su frase sonriéndome también.
―La próxima vez que un licántropo quiera meterse con vosotros, se lo pensará dos veces ―afirmó Emmett con otra enorme sonrisa.
Asentí como agradecimiento.
Sí, por fin habíamos terminado con esto. Ahora ya podíamos pirarnos a casa. ¡Sí, sí, sí!
Sin embargo, cuando yo también estaba a puntito de celebrarlo, mis ojos se abrieron como platillos volantes.
¿Qué es eso?, se percató Sam a la vez que yo.
Detrás de una piedra grande se veía un vaho azulado, más una luz fulgurante. Un alma buena y pura.
Carlisle se dio cuenta de nuestros caretos y se fijó en la roca. Él no veía el alma, claro está, pero debió de ver una sombra o algo que desde nuestra perspectiva no se veía. En ese momento, todos los demás también se fijaron.
―¿Quién anda ahí? ―preguntó―. Puedes salir, no te haremos daño.
Se hizo un mutismo extraño y un tanto tenso. Hasta que finalmente, el individuo que se ocultaba salió de su escondite.
Mi mandíbula hubiera rebotado en el suelo varias veces, de lo abierta que se quedó. Era un licántropo, pero un licántropo niño, y su alma refulgía como las nuestras. Bueno, como las de todos no, por supuesto, las de la guardia de los Vulturis y sus colegas matones eran asquerosamente malvas.
―Es un Hijo de la Luna… ―murmuró Eleazar sin creérselo.
―No me hagáis daño, por favor ―suplicó el joven licántropo con una voz profunda y gutural que sonaba rarísima con su corta edad.
―Mátalo ―me dijo la Pitufina sin inmutarse lo más mínimo, alzando su barbilla con esa arrogancia suya al tiempo que miraba al licántropo con desprecio.
Mi cabeza lobuna se giró súbitamente hacia ella.
¿Qué?, inquirí con un murmullo. Es…, volví a observar al licántropo. Este me miraba con esos ojos amarillos, implorantes, esperando mi resolución, y podía verse su súplica de redención en ellos. Solo es un crío…
Sí, vale, era un apestoso licántropo, pero, maldita sea, solo era un niño. El chaval no tendría más de doce años, aunque su cuerpo, ya nervudo, era bastante más grande de lo normal y estaba cubierto de un largo pelo de color marrón claro, incluida su cara. Además, su alma era buena.
Mis hermanos se quedaron en completo silencio. Ninguno de ellos fue capaz de juntar dos ideas seguidas, de lo patidifusos y confusos que se habían quedado, al igual que yo.
―Mátalo ―ahora la voz de la rubia canija ya sonaba más a una orden. Dejó de mirar al niño licántropo para clavar su exigente mirada roja en mí―. Si no lo haces tú, lo haré yo misma.
Mierda, ¡mierda!
Me di la vuelta con brusquedad, abriéndome paso entre mis lobos y los Cullen, los cuales me miraron sin entender nada, y giré la esquina para buscar un buen rincón que me ocultase.
Cuando encontré uno que me pareció lo suficientemente recóndito, pasé a mi forma humana y me puse los pantalones. Salí de allí y regresé con el grupo, enfadado.
―Oye, no vuelvas a decirme lo que tengo que hacer ―le recriminé a la Pitufina, poniéndome frente a ella, cabreado.
Espera. No me lo podía creer. ¿Eran cosas mías, o esa enana estaba comiéndome con la mirada?
―Descarada… ―murmuró Rosalie, apretando los dientes.
Pues no, no eran imaginaciones mías.
El Zanahorio puso un careto de desaprobación total; por lo que vi, no se cortó un pelo, y yo tampoco, pues mi semblante era casi el mismo.
―Tenemos que matarle ―insistió la canija, mirándome de arriba abajo con rapidez, y la comisura de su labio ascendió ligeramente.
Increíble. ¿Cómo podía hablarme de matar a un niño y ponerse a mirarme de esa forma al mismo tiempo? Bruja lunática.
―¡Es un crío! ―voceé, indignado.
La comisura de su boca se cayó de repente y sus ojos de rata se clavaron en los míos con dureza.
―Es un licántropo, nuestro enemigo, y es peligroso.
―Por Dios, es un niño ―repetí, siguiendo con mi enorme cabreo e indignación―. Además, su alma es pura, yo la he visto. No es peligroso.
―Puede que ahora no sea peligroso, pero lo será ―afirmó, manteniendo esa mirada y ese tono duro y frío―. Los niños licántropos no son como los niños inmortales. Aunque no son tan nocivos e incontrolados como estos últimos, los licántropos infantes crecen y llegan a la edad adulta. Entonces será peligroso.
Observé al chaval. Parecía controlarse muy bien, no era como el resto de licántropos que habíamos visto hasta ahora, y desde luego su alma me indicaba que no era peligroso. ¿Habría pasado por una especie de mutación natural o algo así? No sé, puede que, de todos esos licántropos mutados, uno saliera diferente. Irremediablemente, Nessie vino a mi cabeza. Sí, vale, ya sé que no era lo mismo, pero su caso me recordó un poco al de Nessie, y eso hizo que sintiera una lástima especial por ese niño licántropo. O puede que ya fuera mi vena paternal, yo que sé.
―Podemos ayudarle ―intervino Carlisle.
La cara de la Pitufina ya fue toda una negación.
―No existe ayuda posible para un licántropo ―se entrometió ese retorcido de Thiago―. Son seres execrables, una lacra que no debe existir.
―Vosotros los chupasangres también sois una maldita lacra ―le contesté, muy enfadado, volviéndome hacia él con un movimiento impulsivo―. Si hablamos de lacra, tal vez debería aniquilaros a vosotros primero, ¿no crees?
Por supuesto, los Cullen y los de Denali no se dieron por aludidos, ya sabían que para mí ellos eran la única excepción en el mundo, pero el resto de vampiros ya fue otro cantar. El grandullón y el rastreador se inclinaron hacia delante y me gruñeron, ofendidos, y los matones de Thiago hicieron más de lo mismo. Sin embargo, mi manada tampoco se quedó atrás. Mis lobos se agazaparon para hacer una buena exhibición de sus dentaduras al tiempo que sus gargantas avisaban con contundencia a esas sanguijuelas para que no se pasasen ni un pelo.
―Yo os puedo ayudar ―declaró el niño licántropo antes de que a ese desgraciado de Thiago le diera tiempo a responderme.
Me dio un pequeño respingo al oír esa voz. Sonaba realmente extraña en un crío, de veras. Todos se calmaron, aunque las miraditas de advertencia volaban por el aire.
La Pitufina le fulminó con la mirada, pero yo me giré en su dirección para observarle.
―¿Ayudarnos? ―repetí, bajando las cejas con extrañeza.
―Sé dónde están Vladimir y Stefan ―afirmó.
Los Cullen, mis lobos y yo nos miramos los unos a los otros.
―Habla ―le ordenó la Pitufina, levantando la cabeza con altivez.
Ahora fui yo quien le dedicó una mirada asesina.
El chaval llevó la vista hacia mí, como si estuviera pidiendo mi consentimiento. La rubia canija rechinó los dientes y yo asentí para que hablase.
―Están escondidos en otra cueva. Mi hermano fue hasta allí para avisarles de vuestro ataque ―declaró.
―¿Tu hermano? ―inquirió Esme, hablándole con esa dulzura típica en ella.
Me había quitado las palabras de la boca.
―Mi hermano es el jefe de este ejército ―explicó con voz queda, agachando la cabeza hacia el suelo.
Una vez más, la mandíbula casi se me descuelga del sitio. ¿Su hermano era el líder de los licántropos?
―Dinos dónde queda esa cueva. Ahora ―le mandó la Pitufina otra vez, con ese tono autoritario y frívolo.
―Cállate, ¿quieres? ―protesté, mirándola con enfado.
Si las miradas matasen, yo ya estaría desintegrado por la rubia canija, pero pasé olímpicamente de ella. Maldita víbora. No tenía sentimientos. Era evidente que el crío estaba pasando por un mal momento.
―No quiero que le hagáis daño a mi hermano ―me pidió el niño licántropo con ojos suplicantes―. Solo quiero reunirme con él, creo que no ha podido venir a buscarme.
Uf, eso que me pedía ya era más chungo de cumplir, porque su hermano no dejaba de ser el líder de los licántropos. Había intentado matarme, y lo peor de todo, entre sus planes había estado el secuestrar a Nessie para entregársela a Razvan. No pude evitar machacar las muelas al recordar esto último y una fuerte acidez comenzó a ascender por la boca de mi estómago, queriendo regurgitarse hacia arriba. Pero, por otra parte, ese desgraciado también era su hermano, puede que quizá fuera la única familia que ese crío tenía en el mundo. Mierda.
―Tu hermano ha intentado matarme ―omití lo del secuestro para que esta rabia que ya quería nacer en mí se detuviese.
―Si tú le ayudases, dejaría de ser malo ―imploró con lágrimas en los ojos. Genial. Luego, empezó a sollozar y a hablar atropelladamente―. Él no era así antes, de verdad, era un buen chico. No mataba gente, como ahora. Pero mata gente para comer, porque ya no le gusta la otra comida. Y lo mío fue un accidente, yo me puse delante y…
―Espera, espera, espera ―le paré, haciendo unos ademanes con las manos para que se detuviera―. No vayas tan deprisa. ¿Ha estado matando gente por aquí?
Su labio inferior tembló cuando cogió ese aire entrecortado por el llanto, y asintió con varios cabeceos pequeños y cortos mientras sus ojos me suplicaban perdón.
―Pero no es él solo ―añadió como un último intento de salvar a su hermano―. Los otros también lo hacían.
Se hizo un murmullo consistente en gañidos por parte de mi manada, los cuales se miraban los unos a los otros, con inquietud y desaprobación.
Sí, estaba más claro que el agua. Más o menos ya lo sabía, pero esto ya era la prueba definitiva que lo corroboraba. Su hermano y los otros asquerosos licántropos eran los que habían asesinado al hombre de la pierna, y a saber a cuántas personas más. No se habían oído casos de desapariciones en las noticias, sin embargo, podía ser que cazaran en diferentes zonas para no levantar sospechas. Me quedé frío, de piedra, en serio, no sabía ni cómo reaccionar.
¿Cómo podía defenderle todavía? Bueno, vale, era su hermano, posiblemente la única familia que tenía en el mundo, pero, ¿era eso suficiente? Aunque tampoco podía olvidar que era un crío, claro. ¿Qué sabía él de la vida, al fin y al cabo? Aún tenía esa inocencia infantil. Lo único que él veía era a su hermano mayor, seguro que siempre había sido su héroe, ese modelo a seguir e imitar. Al mirarle mejor y ver cómo lloraba me di cuenta de que el pobre chaval se estaba aferrando a un clavo ardiendo. Y lo peor de todo es que se iba a estampar de morros en el suelo, porque su hermano no tenía salvación. Su alma era bien malva.
Una vez más, sentí mucha lástima por este niño licántropo. Guay.
―¿Cómo te llamas? ―le preguntó Carlisle con voz suave.
―Alush ―respondió el chaval con congoja, limpiándose una lágrima de la cara.
―Alush, te ha transformado tu hermano, ¿no es así? ―inquirió Doc, siguiendo con ese tono.
―Sí ―musitó, agachando la cabeza. Se me puso el pelo de punta. Pobre chaval―. Pero no fue culpa suya, él no sabía lo que hacía ―su rostro se tornó en pura rabia y sus puños se cerraron con las mismas―. Todo es culpa de Vladimir y Stefan, ellos le transformaron en un licántropo y le convirtieron en un monstruo ―de pronto, su semblante se alzó y volvió a mirarme con súplica―. Pero tú puedes curar a mi hermano. He oído que puedes curar a la gente.
―Eh… ―parpadeé, perplejo―. ¿Yo, curarle?
Me parece que la peña ya se estaba inventando muchas leyendas raras sobre mí. Genial.
―Dicen que tu poder espiritual también puede curar. Si curases a mi hermano dejaría de ser una mala persona, y entonces…
―Para ―le interrumpí―. Verás, no quiero herir tus sentimientos, pero siento decirte que esos rumores que has oído sobre mí no son verdad. Yo no puedo curar a la gente.
Y menos si su alma era malva, como la de ese licántropo.
Su rostro se entristeció. Eso me llegó al alma.
―La licantropía no tiene cura, niño ―le espetó el Pitufo, imitando el mismo patrón de su hermana la Pitufina.
Cretino…
―No podemos perder más tiempo. Dinos dónde está esa cueva ―le exigió la rubia canija.
―Os llevaré hasta allí si me prometéis que no le haréis daño a mi hermano ―pidió Alush, firme.
Vaya, tenía agallas.
―Él mismo ha firmado su sentencia de muerte, lo sabes ―le respondió ella―. Llévanos hasta allí.
Se hizo un silencio sepulcral, porque, aunque la Pitufina fuera una bruja, tenía razón. Sí, mierda, la tenía, y eso me fastidiaba que no veas, pero el líder de los licántropos era un asesino, por mucho que Alush le defendiera.
―Tu hermano ha cometido muchos crímenes, Alush ―le dijo Carlisle, usando la misma voz suave y tranquila de antes.
―Lo sé… ―sollozó él con la cabeza gacha.
Maldita sea. Se me encogía el corazón.
―Mi paciencia se ha terminado ―irrumpió la Pitufina, hablando con más dureza―. Si no vas a llevarnos hasta esa cueva, morirás aquí mismo.
Alzó la mano y el grandullón levantó el pie para dirigirse al niño licántropo. Ni hablar. Interpuse mi brazo y detuve al chupasangres, que me acribilló con la mirada, aunque yo sostuve la mía también y él no se atrevió a dar un paso más.
―Espera ―dijo el crío. La rubia canija le miró, esperando su respuesta con esa cara petulante tan de ella. Alush sopesó algo por un instante. Se tomó cierto tiempo, pero finalmente habló―. Está bien, os llevaré allí.
No sé lo que le llevó a ceder, pero sospechaba que tenía que ver con el hecho de reunirse con su hermano. ¿Tal vez creía que podían escapar juntos? Quizá, quién sabe. Me daba pena por él, sin embargo, su hermano no lo iba a conseguir.
―Bien ―asintió la Pitufina, seria―. Llévanos hasta allí, pues.
Y Alush tomó aire para comenzar a caminar, seguido por todos nosotros.


sábado, 26 de noviembre de 2011

NUEVA ERA. CAPITULO 115: VENGA, VENGA, YA QUEDA MENOS




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NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").

Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏


CAPITULOS:

PARTE DOS: NUEVA ERA

RENESMEE:

77. ACAMPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-77-acampada.html
78. EL LAGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-78-el-lago.html
79. EN MEDIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-79-en-medio.html
80. LICÁNTROPO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-80-licantropo.html
81: DECISIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-81-decision.html
82. CUMPLEAÑOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-82-cumpleanos.html
83. IRRUPCIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-83-irrupcion.html
84. REENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-84-reencuentro.html
85. GRIPE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-85-gripe.html
86. FALLO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-86-fallo.html
87. GIRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-87-giro.html
88. BUENA Y MALA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-88-buena-y-mala.html
89. FELICITACIONES Y PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-89-felicitaciones-y.html
90. APOYO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-90-apoyo.html
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92. INTERESES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-92-intereses.html
93. BENEFICIO COLATERAL: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-93-beneficio.html
94. ECOGRAFÍA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-94-ecografia.html
95. FANTASMAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-95-fantasmas.html
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97. "NO PUEDO": http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-97-no-puedo.html
98. SANGRE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-98-sangre.html
99. HERIDOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-99-heridos.html
100. PRUEBA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-100-prueba.html
101. ENTRENAMIENTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-101-entrenamiento.html
102. 6 DE FEBRERO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-102-6-de-febrero.html
103. PACIENCIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-103-paciencia.html
104. UN SER SUPERIOR: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-104-un-ser-superior.html
105. ENVIDIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-105-envidia.html
106. CAMBIO DE PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-106-cambio-de-planes.html
107. PASAR PÁGINA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-107-pasar-pagina.html
108. LA ESTRATEGIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-108-la-estrategia.html
109. A CASA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-109-casa.html
110. DE NADIE (PARÉNTESIS JANE):  http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-110-de-nadie.html

JACOB:

111. ¿QUÉ PUEDES HACER CUANDO TUS TRIPAS SON UN MANOJO DE NERVIOS?: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-111-que-puedes-hacer.html
112. MENUDO PANORAMA QUE TENGO DELANTE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-112-menudo-panorama.html
113. ¡¿Y A MÍ QUÉ DEMONIOS ME IMPORTA EL PODER?!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-113-y-mi-que.html
114. NO, AHORA MISMO NO PODÍA PERDER EL TIEMPO CON ESO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-114-no-ahora-mismo.html


VENGA, VENGA, YA QUEDA MENOS


Mis patas no hacían más que corretear por esa dichosa montaña con prisas. Maldita sea, me había perdido. El tema es que había salido despedido de la primera cueva, atravesando la cascada, y después no había podido regresar a esa misma caverna, con lo cual, tuve que arreglármelas para salir de la otra gruta, esa en la que había aniquilado al último licántropo. Y, claro, la salida estaba por otro lado, ya no daba al camino por donde había venido.
Genial.
No tenía ni idea de dónde demonios estaba. Intenté visualizar el mapa del pelirrojo en mi mente, para ver si daba con algo que me ubicara, pero de momento, no había forma.
Resoplé por las napias.
Podía escuchar el ruido de la catarata, eso me dio una pista. A ver, el río lo tenía situado en ese mapa imaginario, quedaba a la izquierda de la montaña, y si tiraba por aquí… Sí, si me dirigía en esta dirección, el sonido del agua se correspondía con la orientación del plano.
¡Eso es!
Trum, trum, trum, trum.
Galopé por esa ladera inclinada, recorriéndola de una forma transversal, y después de un buen rato, llegué a divisar el río.
¡Por fin me pispaba de dónde estaba!
¡Quil, ya me he ubicado!, le anuncié, pues ya se habían enterado de mi desorientación, por supuesto. ¡Estoy en vuestra cueva en unos minutos!
¡Pues menos mal!, se quejó.
Idiota. ¿Y yo qué culpa tenía de lo que había pasado? Encima que toda la responsabilidad caía sobre mí. Bufé.
Pero también le comprendía. Las imágenes de su sesera y de las de Embry, Michael y Nathan me mostraban los apuros que estaban teniendo para controlar a esos monstruos que ya me recordaban a los diablos de Tasmania, de lo repelentes, descontrolados y agresivos que eran.
Podía verlos a todos, pero centré mi atención en la gente de la segunda cueva, ya que era a la que tenía que dirigirme ahora. Mis hermanos, Teresa, Ezequiel, Eleazar, el rastreador, la Naomi Campbell y los otros dos matones de Thiago, que no me acordaba de cómo se llamaban, luchaban sin parar.
Estos últimos se manejaban bastante bien, tenía que reconocerlo, pero mis lobos tampoco tenían nada que envidiarles. Eleazar demostró que una vez perteneció a un ejército, aunque este fuera la guardia de esos viejos decrépitos de los Vulturis. Teresa fue la que más me sorprendió. Puede que no supiera luchar, pero demostraba un coraje y una valentía enormes al ser la encargada de distraer a los licántropos, poniéndose, incluso, como cebo. Ezequiel seguía todos sus movimientos y la sacaba de más de un apuro, ayudado por alguno de mis lobos y Eleazar.
Apreté los dientes y el paso.
Comencé a descender por la pendiente de la montaña, clavando las almohadillas de mis patas en la roca para no resbalarme hacia abajo.
No dejaba de pensar en Nessie y el bebé. Ya había terminado con la primera cueva, pero todavía me quedaban las otras tres. Tres cuevas más para llegar a su lado, a casa. Puede que fuera una chorrada, lo sé, pero no podía quitarme de la cabeza que ellos no estaban del todo protegidos. Bueno, vale, estaban Edward y Bella, y Nessie no iba a estar mejor con nadie más que con ellos.
Sí, conmigo. Mierda.
Me sacudí la cabeza.
Cheran, ¿cómo va todo por ahí? ¿Cómo está Nessie?, quise saber, ya un poco ansioso.
Bien, todo bien, respondió él inmediatamente. Por aquí la cosa está muy tranquila. Nessie está en la sala de estar, ¿quieres que entre allí y la mire?
Uf, la tentación era enorme, porque ya la echaba tanto de menos que me moría por verla. Pero era mejor que no lo hiciera. Eso me distraería, y tenía que concentrarme en esta misión. Cuanto antes terminara con todo esto, antes estaría con ella. Además, tampoco era bueno que me comunicase con Nessie a cada instante. Si luego, por la razón que fuera, no podía hacerlo, se preocuparía el doble. Era mejor mantener esta dinámica y comunicarme con ella cuando terminase toda esta porquería. Ahora ya sabía que todo iba bien, y eso bastaba.
No, no hace falta, le contesté a Cheran mientras seguía bajando por la pendiente lo más deprisa que podía. Ese terreno lleno de baches y socavones de piedra me estaba machacando la planta de mis patas. Guay. Solo dile…, bueno, ya lo estará oyendo, pero dile a Edward que todo va bien, para que se lo comunique a ella, ¿vale?
De acuerdo.
Daniel, ¿todo tranquilo por el bosque?, pregunté.
Por aquí no haríamos más que bostezar si no fuera por el jaleo que tenéis ahí, me informó.
Bien. ¿Y vosotros, Brady?
Hemos divisado a tres nómadas, pero están fuera de los límites de la tribu, me comunicó. Vamos a ir a echar un vistazo, y si vemos que se acercan, les pararemos los pies.
Vale. Si hay alguna novedad quiero que me la comuniquéis, ¿de acuerdo?
De acuerdo, respondieron los tres.
Continué descendiendo por esa empinada cuesta, hasta que mis patas agradecieron que por fin la superficie se volviera más llana.
De refilón y de soslayo, observé ese trecho por el que había bajado. No, desde luego esto no era para una embarazada de casi ocho meses. Por mucho que Teresa evitase los movimientos bruscos, había zonas en las que era imposible no tener que saltar o brincar para salvarlas, así que Nessie lo hubiera notado, en sus brazos. Resoplé por las napias, resignado, aunque seguía sin quitarme de la cabeza ese sentimiento insistente de que tenía que estar con ella. Mierda.
Volví a sacudir el tarro.
Accedí a una zona más arbolada y ahora ya sabía por dónde tenía que ir para llegar a la segunda cueva, así que a partir de ahí me vino todo rodado. Bueno, todo no, porque en una de estas, una rama se enganchó a la ropa de mi cinta y tuve que detenerme cuando sentí el fuerte tirón. Casi me caigo, ¿sería idiota?
Miré rápidamente a mi pata y llevé la boca a la cinta para desenredar la rama que se había enzarzado en la ropa. En fin, ropa. La camiseta se había ido al carajo en los remolinos de la catarata, pero, bueno, por lo menos la cinta había retenido mi pantalón. Apreté el cordón de cuero un poco más para asegurar esa única prenda y seguí mi camino con celeridad.
Recorrí ese tramo de bosque durante un rato y después salté a un risco que iniciaba otro sendero por otra inclinada cuesta de piedras y más baches. Estupendo.
Volví a pelearme para escalar, como me había pasado con la primera caverna, aunque esta pendiente era menos empinada y más corta, para mi alivio. Llegué a otro camino empedrado y ya divisé la segunda cueva, a lo lejos.
Los rugidos de mis lobos y de esos asquerosos licántropos ya se oían desde mi posición. Apreté las muelas, erigí mi círculo de luz brillante y le metí más caña a mi carrera.
¡Ya estoy aquí!, anuncié a mi manada al llegar a la boca de la cueva.
¡Uf!, respiró Michael.
¡Aleluya!, protestó Quil, que acababa de esquivar un puñetazo.
¡Oye, no te quejes! No lo he tenido tan fácil en la primera cueva, ¿sabes?, resoplé, avanzando por la caverna con diligencia para llegar a su paradero.
Visualicé los fulgurantes brillos de las almas puras que había al fondo, estas iluminaban una de las paredes rocosas, indicándome que ya se encontraban al girar esa esquina, aunque, bueno, los rugidos, chasquidos y demás ruidos de la pelea ya me indicaban su emplazamiento.
Aceleré y en dos segundos me planté allí.
¡Apartaos, que voy!, avisé con un rugido, ya calentando mi círculo de luz brillante al tiempo que cruzaba la esquina.
El careto de los licántropos ya lo decía todo. No se esperaban mi aparición. Perfecto.
Quil y Embry saltaron instantáneamente, dejando atrás a los dos licántropos con los que estaban luchando, y taparon la única escapatoria clara de esos bichos. Ellos no tenían nada que temerle a mi poder espiritual, así como Michael, Nathan, Teresa, Ezequiel y Eleazar, que se unieron a mis mejores amigos para tapar todos los huecos posibles por donde esos licántropos tuvieran algún mínimo conato de fuga. La Naomi Campbell, el rastreador y los otros dos secuaces de Thiago también se quitaron de mi camino. Más les valía, porque ellos eran los únicos cuyas almas eran de ese inmundo color malva, así que si no querían palmarla achicharrados tenían que apartarse. Arg, si por mí fuera, los hubiera metido en el lote de los licántropos, pero ese estúpido tratado me lo impedía. Me tragué esa parte de rabia y seguí con mi trabajo. En cuanto estos últimos saltaron a mis espaldas y cruzaron la esquina que yo acababa de pasar, para ocultarse, solté el círculo de fuego.
Me dio tiempo a contarlos antes de que mi fogonazo invisible y vertiginoso los fulminase de pleno. Eran quince. Intentaron huir, sin embargo, antes de que sus pies avanzasen un paso, ya fueron reducidos a cenizas. La onda expansiva de fuego traspasó a los nuestros, pero a ellos les causó el mismo efecto que una fuerte brisa.
Mi círculo de fuego se replegó y regresó a mí. Dejé de calentarlo para que volviera a su estado brillante y lo mantuve a mi alrededor.
Los otros cuatro cobardes salieron de su escondite y abrieron los ojos como platos al ver la escena. A la Naomi Campbell casi se le cae la mandíbula al suelo. Tenía una de esas caras que dicen: ¿cómo es posible?, como si no se creyese que yo hubiera terminado con esos licántropos en un santiamén, cuando ellos habían estado sudando la gota gorda solo para contenerlos. Su don de mimetizarse había resultado todo un chasco contra esos monstruos.
―Es realmente increíble ―exhaló Eleazar, observándome con asombro y maravilla.
Genial, ya empezábamos.
―Su poder es inmenso ―añadió Ezequiel.
Ambos asintieron.
Suspiré.
¡Genial, Jake!, alabó Nathan, moviendo la cabeza hacia arriba para emitir unos aulliditos y gañiditos tontos de entusiasmo.
Embry y Michael acompasaron sus aullidos.
No os emocionéis tanto, todavía quedan dos cuevas, objeté. Así que venga, vamos.
Dos cuevas para llegar a casa, junto a Nessie.
Sí, daos prisa, sugirió Leah desde la tercera cueva.
Hice una señal con la cabeza para indicarles a nuestros acompañantes vampiros que nos largábamos de allí y todos comenzaron a seguirme.
¿Estás bien?, me preguntó Embry, echando un vistazo a mi costado.
Sí, ya no tengo nada, le calmé.
Asintió.
Ese Demetri no hacía más que mirarme con recelo. Bueno, no era el único. Sus tres colegas también me observaban con desconfianza y diría que incluso con cierta tirria. Idiotas.
Salimos de la cueva con prisa e iniciamos el trayecto a la carrera.
―Seguidme. Conozco un atajo ―habló el rastreador, poniéndose en cabeza.
Torcí el morro, pero, en fin, si le llamaba “el rastreador”, era por algo, ¿no? Bueno, es decir, ese era su don, así que seguramente conocía ese atajo.
Quil gruñó, no muy conforme, pero le siguió, como los demás.
Todos los vampiros que nos acompañaban iban delante de nosotros. Ese Demetri avanzó con maestría y agilidad por los diferentes bloques de rocas que se iban presentando a nuestro paso, precedido por sus compañeros, que también presumían de sus aptitudes. Estúpidos chupasangres. No sé de qué presumían tanto.
No los soporto, gruñó Embry.
Y encima apestan, agregó Nathan, arrugando el hocico.
Lo sé, pero aguantad un poco, les pedí. Ya queda menos para terminar con esta mierda. A medio día ya estaremos en casa.
Sí, en casa. Nessie, Nessie, Nessie…
Embry también se puso a pensar en Mercedes, en su último recuerdo junto a ella. Estaban en el sofá de su casa, al parecer la madre de Embry se había ido de compras con sus amigas e iba a tardar, y Mercedes se sentaba sobre él. Se comían la boca un poco y después ella…
Ugh.
Oye, haz el favor. No tengo ganas de ver una película porno a estas horas, protestó Quil.
Todos nos extrañamos al instante. ¿Qué le pasaba a Quil? Ya estábamos más que acostumbrados a ver este tipo de recuerdos, me refiero a algún fogonazo que se escapaba de vez en cuando, claro, porque todos evitaban pensar o recordar este tipo de intimidades, lo que pasa es que era inevitable que alguna cosa se escapara en un momento dado, sobre todo si el tema había ido bien. Yo tenía suerte, porque siempre que venía a mi mente algún recuerdo de este tipo me desconectaba al instante y podía recrearme a gusto, ja. Ventajas de ser el Gran Lobo.
¿Qué pasa contigo?, se quejó Embry. ¿Desde cuándo te molestan tanto estas escenas?
El tarro de Quil soltó unos chispazos de imágenes en las que salía Claire, pero todo era muy confuso y él lo detuvo de inmediato, así que ninguno pudimos distinguir nada de nada.
¿Te ha pasado algo con Claire?, le preguntó Michael, perspicaz.
No. Y no quiero hablar de eso, ¿vale?, contestó Quil de malas formas, saliendo disparado hacia delante para separarse de nuestro grupo.
Se colocó junto a Eleazar y se puso a pensar en el partido que habían televisado anoche.
Los tres nos miramos extrañados, pero no abrimos más el pico. Si no lo quería contar, era su problema.
Continuamos galopando por la montaña, siguiendo a esas sanguijuelas presumidas.
La tercera cueva no tardó mucho más en verse, y también se escuchaban los contundentes sonidos de la pelea desde la distancia.
Leah, ya estamos llegando, le revelé.
Daos prisa, repitió.
La boca de la caverna se iba haciendo más grande a medida que avanzábamos, hasta que ya pasamos por ella. Esta cueva era semejante a las otras. Techos altos, estalactitas, estalagmitas, suelos y paredes húmedos…
Pero cuando llegamos al sitio donde se estaba manteniendo la lucha, la cavidad se abrió. Ya no había techo, las paredes rocosas salían despedidas del suelo para plantarse con contundencia, abriéndose paso hacia el cielo gris, y casi parecía que se perdían en él. El agujero que dejaban al morir era enorme, y por este se podían ver las nubes y la cumbrera de la montaña en la que se alojaba la propia gruta. Eso hacía que entrase mucha luz natural, pero también era una peligrosa y fácil salida hacia la fuga.
Observé la escena durante una fracción de segundo. Kate y Garrett hacían un buen equipo, como Carlisle y Esme. Las dos parejas atacaban a dúo, cubriéndose las espaldas los unos a los otros. Leah era muy ágil y rápida, tenía mareado al licántropo que se las tenía que ver con ella, y Seth, Collin y Jared estaban peleando como auténticos jabatos.
Thiago clavó sus ojos en mí y una sonrisa arrogante ya se dibujó en su asquerosa cara. Quería que me fijase en su hazaña. Sí, vale, ya tenía a un licántropo medio descuartizado a su alrededor, el pobre infeliz seguía fintando frente a él, sin brazos, luchando por su vida. Me percaté de la satisfacción que albergaba esa mirada y esa sonrisa, aunque estas no eran porque yo viera su trofeo. El muy miserable disfrutaba con esto. No voy a negar que esos licántropos me daban asco y que eran unos monstruos, pero no me gustaba el ensañamiento gratuito. Y ese desgraciado de Thiago parecía gozar como un loco. Su fama de matón y mafioso le venía que ni pintado, desde luego. Los otros dos matones de su grupo le seguían los pasos y le protegían de los ataques de los demás licántropos, mientras que los compañeros que habían venido de la segunda cueva ya esperaban escondidos, un poco más allá. Malditos gusanos…
Al igual que les había pasado a los hombres lobo de la segunda cueva, estos se sorprendieron al ver cómo irrumpía aquí repentinamente. Quince vahos azulados ascendieron como cohetes. Uno de ellos alzó la cabeza súbitamente hacia el hueco de arriba.
Oh, oh…
¡Cuidado, quieren escapar por ahí!, avisé, profiriendo un rugido que llevaba una clara dedicatoria para esos licántropos.
Hice que mi círculo brillante se volviera rojo y ardiente al mismo tiempo que mis lobos saltaban como podían hacia las paredes de roca, encaramándose a los salientes, para que los licántropos no escaparan por allí, aunque algunos ya habían iniciado la huida.
Sin más dilación, solté el círculo y lo empujé con furia, haciendo que este se desplegase con esa onda expansiva en el que el núcleo era yo. Los 360 grados de mi alrededor comenzaron a ser recorridos por ese viento de fuego a la velocidad de la mismísima luz.
―¡Cuidado! ―gritó Thiago.
Ups.
Él y su grupo tuvieron que retirarse con prisas para ocultarse. Cobardes… Ahora ya no eran tan valientes, no.
El licántropo mutilado no había podido ni moverse de ese sitio, y tampoco podía escalar para huir, como el resto de sus compañeros. Su sufrimiento no se alargó más.
Antes de que les diese tiempo a chillar, mi círculo de fuego arrasó a la mayoría de los licántropos, incluido a ese, y peinó a mis hermanos de manada, cuyos únicos efectos que notaron fue ese movimiento en sus pelambreras.
¡Quedan tres!, me advirtió Jared.
Sí, ya los había visto. Esos tres escalaban por las paredes que daban al gran agujero del techo con mucha rapidez. Parecían esas lagartijas que reptan por los muros de piedra.
Cambié mi círculo de fuego por una elipse inmediatamente, ya que esas sabandijas estaban muy alejadas entre sí y esta era más precisa.
Empecé ese juego del tiro al blanco sin perder más tiempo. Tenía que irme a casa lo más pronto posible. Nessie y Anthony necesitaban mi protección, lo sabía, lo sentía.
Lancé la elipse hacia uno de esos repulsivos y malolientes licántropos, dándole de pleno. Sus cenizas no habían llegado al suelo cuando envié mi elipse a por sus siguientes víctimas. La elipse alcanzó al segundo y viró vertiginosamente hacia el tercero. Los últimos licántropos murieron al instante.
Mi manada coreó unos aullidos de alegría, haciendo que la cueva se quejara con su eco.
―No puedo dejar de decir que es impresionante ―repitió Eleazar.
―Estoy de acuerdo contigo ―asintió Doc.
―Jacob es maravilloso ―me sonrió Esme, mostrándome esos hoyuelos que seguían pareciéndome demasiado adorables para un vampiro.
Vale, ya está, les interrumpí, apurado por pirarme de allí ya. Vamos a la cuarta cueva. Terminemos con esto de una vez.
Mi familia política no podía oírme, claro, pero comprendieron mis gestos.
¡A la orden!, se rio Seth, entusiasmado.
Me di la vuelta y me estampé de morros contra el cuerpo de piedra de Thiago. Puaj.
―Espero que eso que has hecho haya sido involuntario y no hayas intentado aprovechar para matarnos ―me reprochó con una voz claramente amenazante.
Mi manada corrió para ponerse junto a mí, la primera Leah, y comenzaron a gruñirle. La loba todavía no olvidaba las fracturas de sus costillas, así que si tenía la mínima oportunidad para vengarse, la iba a aprovechar.
¡Maldito cobarde!, rugió ella.
Tranquilos, les calmé.
―No es momento para peleas, Thiago ―declaró Carlisle, usando su tono pausado, aunque con un matiz azuzador―. Debemos partir inmediatamente hacia la última cueva. Ya limaréis vuestras asperezas en otro momento.
Thiago y los miembros de su grupo rechinaron los dientes, pero su jefe accedió, si bien a regañadientes.
―De acuerdo, nos veremos las caras cuando termine la batalla ―afirmó, mirándome con ojos desafiantes.
¡Cuando quieras!, le rugí en todo el careto.
Con las ganas que le tenía…
Ese maldito chupasangres y sus matones se giraron y comenzaron a perderse de mi vista al avanzar hacia la salida de la cueva.
Sí, desgraciadamente, esto tendría que esperar, porque primero teníamos que terminar con los licántropos de la cuarta cueva. Nessie me esperaba en casa, y ella era lo primero para mí.
¡Vamos!, ordené a mi manada.
Y nosotros también echamos a correr.