Como comentábais acerca de los trailers de Amanecer 1, os dejo los videos para aquellos que no pudieron verlos ;) (siento que salgan tan pequeños, pero no hay forma de ponerlos más grandes)
Y ahora, pasamos al capi de hoy ;)
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NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").
Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏
CAPITULOS:
PARTE DOS: NUEVA ERA
RENESMEE:
77. ACAMPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-77-acampada.html
78. EL LAGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-78-el-lago.html
79. EN MEDIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-79-en-medio.html
80. LICÁNTROPO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-80-licantropo.html
81: DECISIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-81-decision.html
82. CUMPLEAÑOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-82-cumpleanos.html
83. IRRUPCIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-83-irrupcion.html
84. REENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-84-reencuentro.html
GRIPE
Esta vez Razvan no me
lanzaba un cuchillo, simplemente observaba con una sonrisa malvada y satisfecha
cómo mi abultado vientre se llenaba de sangre. Esta chorreaba hacia abajo en
hilos densos y negruzcos que resbalaban por mis piernas y formaban un charco
bajo mis pies, sin que yo pudiese hacer nada para evitarlo.
―¡Nooooo! ―grité, horrorizada, incorporándome de sopetón.
En esta ocasión sabía que había sido otra pesadilla. Otra más. La
misma que, últimamente, tenía siempre.
―Nessie, mírame ―me pidió Jake, acariciándome el rostro con ansiedad.
Seguramente llevaba un buen rato haciéndolo, porque tenía un calor
tremendo. Esa horrible pesadilla se había esfumado, pero todavía tenía los
últimos visos en los ojos, hasta me sentía mareada. Le miré y, cuando le vi a
mi lado, le abracé con fuerza.
―Jake, ha sido la misma pesadilla de siempre ―sollocé en su acogedor
cuello.
―Lo sé ―murmuró, apretándome con mimo al tiempo que sus manos
acariciaban mi espalda desnuda. Tenía tanto calor, que hasta me parecían
templadas―. Tranquila, ya ha pasado todo.
Su cuerpo me acaloraba más, pero se estaba tan bien entre sus brazos,
notando su piel pegada a la mía.
―¿Por qué se repite tanto? ―pregunté con un murmullo.
―Supongo que hasta que no demos caza a Razvan y compañía seguirás
teniéndolas.
Me despegué de él para mirarle.
―¿Quieres decir que hay posibilidades de que la pesadilla se cumpla
hasta que no mueran Razvan, Nikoláy y Ruslán? ―inquirí con temor.
Claro, qué tonta era.
―Esa pesadilla no se cumplirá ―aseguró, omitiendo esa respuesta tan
obvia para no preocuparme―. Esos tres morirán mucho antes.
De pronto, me dio otro fuerte mareo. En realidad, era un mareo
continuo que no se iba. Pero había algo más. Debido al tema de mi pesadilla no
me había dado cuenta hasta ese momento de que mi nariz estaba taponada y de que
me dolía todo el cuerpo. Tenía la garganta reseca, ese fuerte calor no se iba y
me encontraba mal, muy mal, fatal. Jake se percató de que me pasaba algo cuando
vio cómo se me cerraban los ojos y observó mi rostro mejor.
―¿Te encuentras bien? ―inquirió, preocupado.
―La verdad es que no ―reconocí, llevándome la mano a la frente.
¡Uf, ardía!
―Déjame ver ―me pidió él, quitando mi mano para poner la suya con
prisas―. Mierda, estás ardiendo.
Sí, lo estaba, porque su piel, que normalmente me parecía tórrida,
ahora me resultaba más bien templada. Los ocho grados que me sacaba
normalmente, ahora no llegarían a cuatro.
Y ya me temía lo que era.
―Tengo fiebre… ―susurré.
―Pensaba que tenías calor por el susto de la pesadilla, pero ya veo
que no es por eso ―dijo, alarmado―. Vamos, cielo, túmbate ―me ayudó a echarme,
tomándome por la cintura con delicadeza. Luego, me cubrió con la sábana―.
Llamaré a Carlisle.
Hizo el amago de levantarse, pero le detuve, cogiéndole por el
antebrazo.
―No, no le llames.
―Pero estás ardiendo ―rebatió, mirándome con preocupación.
―Solo es una gripe, conozco los síntomas ―afirmé, hablando desganada
por la fiebre―. Si le llamas, preocuparás a toda la familia. Son capaces de
venir de Anchorage hasta aquí solo por esto.
Mi familia ya estaba en Alaska, hasta Renée se había marchado a
Phoenix con Phil.
―¿Gripe? ¿Estás segura? ―se aseguró, sin dejar de observarme con esa
ansiedad.
―Sí, cielo, no te preocupes ―le sonreí, aunque solo para que no se
preocupase, porque me encontraba tan mal, que no me apetecía nada.
―No sé, Nessie ―dudó, llevándose la mano al pelo nerviosamente―. Jamás
te has puesto enferma de nada, ¿y ahora vas a coger una gripe?
―No olvides que soy mitad humana ―le recordé―. En realidad, soy más
humana que vampiro. Además, no es una gripe normal ―le revelé, y conforme
hablaba, yo misma me iba dando cuenta de las cosas―. Es una gripe más agresiva.
Un virus extremadamente fuerte y resistente.
Nuestros ojos se encontraron y no hizo falta que dijera más.
―La gripe que azota Vancouver ―cayó, sorprendido―. Las gemelas te han
contagiado.
Pues claro. Aparte de la fiesta de cumpleaños de hace cinco días,
habíamos pasado los tres días siguientes con ellas. Tiempo suficiente para que
el virus me atacase. Ahora que lo recordaba, ya ayer no me encontraba muy bien,
pero lo había achacado a cansancio.
―Genial. Es la primera vez en toda mi vida que me pongo enferma ―me
quejé en voz alta.
De repente, Jacob se echó a reír.
―No le veo la gracia ―protesté, aunque no pude evitar que se me
escapase una sonrisa apagada por la gripe.
―¿Cómo que no? ―rio―. Jamás te has puesto enferma, y ahora vas y coges
una de las peores gripes que ha habido este año. Mira que eres escogida.
―Sí, la verdad es que es cómico ―admití, riéndome con menos brío del
que me hubiera gustado―. Encima, las gemelas ya se han recuperado y ahora la
que la tiene soy yo.
―Lo raro es que no tengas tos.
―Bueno, también soy mitad vampiro. Puede que el virus no me haya hecho
efecto del todo ―aventuré, pasando la mano por la frente para mitigar un poco
ese tremendo dolor de cabeza.
Me dolía tanto, que parecía que me iba a explotar, y encima, no hacía
más que escuchar unos molestos e insistentes pitidos internos. Estos retumbaban
en mis taponados oídos en un soniquete continuo.
La sonrisa de Jake bajó al instante cuando vio mi ceño de dolor.
―¿Te duele mucho la cabeza? ―inquirió, examinándome con preocupación.
―Sí ―gemí.
Entonces, bajó su parte de sábana, giró medio cuerpo y sacó las
piernas de la cama por su lado del colchón para levantarse.
―¿Adónde vas? ―le pregunté, extrañada.
―A buscarte algo para la gripe ―contestó, poniéndose en pie.
Pestañeé, perpleja ―y algo anonadada, por qué no decirlo―, mientras él
trotaba desnudo por la habitación para dirigirse al armario.
―No hay… ―me iba a incorporar, pero el intenso mareo no me dejó alzar
más que la cabeza, la cual cayó sobre la almohada acto seguido.
―No te levantes ―me regañó cariñosamente al tiempo que ya se abrochaba
unos pantalones.
Y se acercó a mí para arroparme con la sábana.
―Es de noche. A estas horas no hay ninguna farmacia abierta ―le
advertí, mirándole con algo de desesperación, porque no quería que se fuera―.
Además, no sabemos si los medicamentos comunes harán algún efecto en mí ―saqué
las manos y le cogí la suya para que no se marchase, suplicándole con la mirada.
Jake se sentó en la cama, junto a mí, y llevó su mano suelta a mi sien
para acariciarla y apartarme el pelo. Creo que eso incluso alivió algo mi
tremendo dolor de cabeza. Pero mi corazón se aceleró y las mariposas volaron más
revolucionadas cuando se inclinó sobre mí y posó sus ahora templados labios
sobre mi frente.
―Tienes mucha fiebre ―murmuró, despegándolos para enderezarse―. Puede
que no te hagan un efecto normal, pero por lo menos te aliviarán algo los
síntomas ―mis ojos volvieron a suplicarle que no se fuera y él no pudo evitar
morderse su grueso labio inferior, quedándose pensativo durante un par de
segundos―. Vamos a hacer una cosa ―habló finalmente―. Avisaré a alguien de la
manada para que me traiga algo, ¿vale? Así no te quedarás sola. Puede que el
familiar de alguien tenga algo por casa. Eso servirá para esta noche. Mañana te
conseguiré más medicamentos.
Me daba pena de los miembros de la manada que hoy tenían el turno de
noche, porque los pobres ya tenían bastante con los otros menesteres que les
ofrecía el bosque. Pero ahora me daba cuenta de lo egoísta que se vuelve uno
cuando está enfermo, ya que no quería de ninguna manera que él se fuera.
―Vale ―acepté, egoístamente, sí.
Los ojos me lloraban y se me cerraban… Estaba tan cansada… Tenía tanto
sueño…
―Duerme un poco ―susurró Jake mientras ya acariciaba mi rostro con
dulzura…
Sus caricias me relajaban tanto… y me sentía tan protegida sabiendo que
él iba a quedarse a mi lado…
…que, sin darme cuenta, me dormí.
Tenía frío, eso fue lo que hizo que mi sueño se disipase como si fuera
niebla y que me despertara. Parecía ser el típico día nublado de La Push, pero
mis ojos estaban más perezosos de lo normal, así que les costó mucho abrirse.
Cuando lo consiguieron, aunque a medias, y se adaptaron lo que pudieron a la
luz, lo primero que hicieron fue mirar a mi lado. Vacío.
Me incorporé con rapidez al no ver a Jacob ahí, pero el intenso mareo
atacó a mi dolorida cabeza y terminé echándome de nuevo, emitiendo un ligero
gemido al tiempo que mi mano se posaba en mi frente. Toda la habitación daba
vueltas, parecía que el techo giraba y giraba… Podía ver cómo la lámpara que
colgaba del mismo se movía sin parar, dentro de un torbellino inacabable. Cogí
la parte superior de la sábana con mis manos, me tapé hasta arriba y, llena de
temblores y escalofríos, me giré para adoptar una postura más bien fetal,
apretando los párpados para que el dichoso mareo se fuera. Mi nariz estaba
completamente taponada, era una sensación muy molesta e incómoda. Tuve que
sorber hacia arriba con una inspiración nasal para que no se desbordase su
contenido.
Entonces, escuché cómo la puerta del dormitorio se abría y unos pies
descalzos pasaban al interior. También oí un tintineo. Abrí los ojos, contenta,
y me volteé en esa dirección.
―Jake… ―intenté exclamar con alegría, pero solamente me salió una voz
más bien ronca, nasal y desganada.
Ya se había duchado, vestido y todo. Portaba una bandeja que llevaba
un vaso de zumo de naranja, un vaso de leche que humeaba calentita y un vaso de
agua blanqueada por los polvos de un medicamento. También llevaba una caja de
pañuelos desechables. Llegó con rapidez y se sentó a mi lado, posando la
bandeja en la cama.
―Buenos días, preciosa ―me sonrió al tiempo que se inclinaba sobre mí
sin dejar de sujetar la bandeja para que no se cayese su contenido con el
movimiento del colchón. Me dio un efusivo beso en los labios que no fue corto
precisamente y después, mientras yo trataba de recuperarme, posó su boca en mi
frente―. Sigues con fiebre ―comprobó, incorporándose.
Sus labios seguían siendo templados y su abrasador aliento hoy solo
era aire caliente.
―Buenos días ―le sonreí―. Por decir algo.
―¿Cómo te encuentras? ―quiso saber―. ¿Un poco mejor que anoche?
―Qué va ―suspiré, y sorbí de nuevo nasalmente―. Estoy igual, y encima,
tengo la nariz taponada.
―Eso se llaman mocos ―rio―. Toma ―sacó un pañuelo y me lo pasó―.
¿Sabes sonarte?
―Muy gracioso ―ironicé mientras él se reía más alto. Cogí el pañuelo―.
Gracias.
Me soné con fuerza, con tanta, que no me bastó con un pañuelo, así que
Jacob tuvo que pasarme otro par.
―Qué rollo. Me encuentro fatal ―me quejé, dejando esos pañuelos sucios
sobre la cama.
La garganta me escocía un montón, la notaba hinchada, y cuando tragaba
saliva, parecía que tuviese una lija.
―Bueno, pues ya verás. Te he traído un zumo se naranja y leche para
que desayunes, y algo para los síntomas de la gripe ―declaró, sonriéndome.
Su maravillosa sonrisa ya me alegraba la mañana.
―Gracias ―le sonreí otra vez―. ¿Y de dónde has sacado ese medicamento?
¿Te lo trajo alguien de la manada anoche? ―inquirí, hablando con pocas fuerzas.
―No exactamente. Anoche te quedaste sopa enseguida y no quería
despertarte, así que llamé a Quil esta mañana para que me lo comprara en la
farmacia y me lo trajera a casa ―me explicó.
―Ah.
―Espera.
Se puso en pie con presteza, llevándose consigo el paquete de
pañuelos, y cogió los dos grandes cojines que normalmente adornaban la colcha.
Rodeó la cama para colocarse en mi lado de la misma, dejó los pañuelos en mi
mesilla, colocó los cojines, apoyándolos en la parte de pared que quedaba bajo
esa ventana que hacía de cabecero, y se inclinó sobre mí, poniendo mi brazo
sobre su hombro.
―A ver, cielo, levántate un poco ―me instó, hablándome con dulzura, a
la vez que rodeaba mi cintura con sus brazos.
―Puedo yo sola ―mentí, con una risilla, para no hacerle trabajar
tanto.
No sirvió de nada, por supuesto. Jacob tiró de mi debilitado y
dolorido cuerpo hacia él y me ayudó a sentarme en la cama, conduciendo a mi
espalda con suma delicadeza para que se apoyara en esos mullidos y cómodos
cojines. Después, subió la sábana para taparme más.
El mareo seguía ahí, pero parecía que con la espalda apoyada la
habitación no giraba tanto.
―Gracias ―le sonreí por enésima vez, acariciando su mejilla―. Por esto
y por todo.
―De nada ―respondió, dándome un beso en la frente―. Deberías ponerte
un camisón o algo ―me aconsejó, pues todavía estaba desnuda; y se incorporó del
todo para quedar de pie.
La noche anterior ya me notaba cansada, pero había tenido fuerzas
suficientes para aplacar nuestra interminable pasión, tengo que reconocerlo.
―Sí, después me visto.
De cuatro zancadas, Jacob rodeó la cama una vez más y se sentó en su
lado del colchón, cogiendo la bandeja.
―Toma, pequeña ―la posó sobre mis piernas―. Te he colado el zumo para
que no encontrases pulpas.
―Eres un cielo ―le alabé, sonriéndole. Y me acerqué para darle un
merecido beso en los labios.
―Lo sé ―presumió con una sonrisita. Yo me reí con una risilla―. Tómatelo
todo, ¿eh? Primero el zumo, que si no pierde propiedades.
―Sí, papá ―me mofé, cogiendo ese zumo natural recién hecho.
Jake se rio. Luego, me metió el pelo detrás de la oreja mientras yo me
bebía ese vaso, y sus sedosos dedos comenzaron a peinarme ese lado de mi
cabellera. Él estaba guapísimo, deslumbrante, como siempre, pero yo tenía que
tener unas pintas…
No tenía nada de apetito, pero ese zumo alivió algo mi reseca
garganta, así que me lo terminé rápido.
―Me lo acabé ―le mostré, levantando el vaso.
―Muy bien ―sonrió sin dejar de peinarme―. Ahora la leche.
―Puaj. No me gusta la leche caliente.
―Venga, le he echado miel, no sabe tan mal, ya lo verás ―intentó
convencerme.
―No tengo mucha hambre, ¿tengo que tomármela? ―me mordí el labio.
―Sí, toda ―asintió con una sonrisita, pero había un matiz amenazante
en su voz.
―Voy ―reí.
Cogí el susodicho vaso y le di unos tragos. Puse una mueca de asco y a
Jake le hizo gracia. Después, lo posé en la bandeja y dejé que mis manos
siguieran rodeando la taza para calentarlas, pues seguía teniendo frío.
Jacob se dio cuenta de mi temblequeo y se arrimó más a mí. Pasó su
brazo por encima de mi hombro y me acurrucó a su lado. El placentero calor no
tardó en hacer acto de presencia.
―Gracias ―castañeé, apretándome contra él.
―Para eso estamos ―afirmó, besándome en la cabeza.
―Un momento ―me percaté de repente―. ¿No tenías que estar trabajando
ya? ―y giré la cabeza para mirarle, preocupada.
Su rostro se quedó casi pegado al mío y las mariposas ya saltaron,
emocionadas.
―He llamado al señor Farrow y le he dicho que estaba enfermo ―reveló,
mirándome con esos intensos ojazos negros que me volvían loca―. Así podré estar
contigo todo el tiempo.
Estupendo. Ahora me sentía culpable por haberle dicho anoche que no
quería que se fuera. No se lo había dicho con palabras, pero él se había
percatado perfectamente de mis sentimientos, claro. Tenía que reconocer que
seguía queriendo que no se marchara de mi lado, pero tampoco quería que se
viera obligado a quedarse conmigo, y menos que tuviera problemas en el trabajo
por mi culpa.
―Debes ir. No quiero que tengas problemas en el trabajo por mi culpa
―repetí en voz alta.
―No los tendré ―aseguró, frotándome el brazo para que entrase en
calor―. El señor Farrow protestará mucho y me dará un sermón, pero nada más.
Claro, Jacob era el ojito derecho del señor Farrow.
―Estaré bien, de verdad ―intenté que sonase convincente, pero mis
verdaderos sentimientos no tardaron en hacerse evidentes.
Jake me miró con una mueca en la que alzaba una ceja y torcía un lado
de su boca.
―Me quedaré contigo ―insistió, dándome un toque en la nariz con la
punta de su dedo.
―Puedo llamar a Rachel o a cualquiera de las chicas. Ellas me cuidarán
hasta que llegues ―se me ocurrió.
―Quiero cuidarte yo ―afirmó―. Además, ¿quieres contagiar a media
tribu? Te quedarás aquí en cuarentena, conmigo, hasta que te cures.
―Si te quedas mucho conmigo puede que acabe contagiándote a ti
―alegué.
Mi chico me miró con la misma mueca de antes, solo que alzando las dos
cejas con incredulidad.
―Anda ya ―se rio―. Soy un lobo, ¿recuerdas? Y los lobos jamás caemos
enfermos, no nos contagiamos con nada.
―Pero este virus es más fuerte ―rebatí, ya algo pillada por no saber
qué más decirle―. Yo tampoco me he puesto enferma nunca, hasta ahora. Puede que
a ti te pase lo mismo.
No coló, por supuesto.
―Nessie, no puede conmigo ni el mordisco venenoso de un licántropo,
así que mucho menos una gripe, por muy fuerte que esta sea ―replicó, haciendo
negaciones con la cabeza mientras se reía.
Nada, no había manera.
―Pero… Pero…
―No vas a convencerme con nada ―me cortó sin darme tiempo a pensar en
otra excusa más―. Quiero quedarme aquí contigo, ¿vale? No lo hago por
obligación, lo hago porque quiero hacerlo. Quiero cuidar de ti. Además, no
podría irme tranquilo a trabajar o a patrullar sabiendo que estás enferma, qué
quieres que te diga. Prefiero quedarme y cuidarte. Y ahora bébete la leche.
Bueno, ahora no me sentía tan culpable. Al fin y al cabo, le
comprendía perfectamente. Sería imposible, pero si él se pusiese enfermo, yo
también querría cuidar de él y estar a su lado todo el tiempo.
Le sonreí y le di un beso corto en los labios.
La leche ya estaba templada, así que me costó menos tomármela.
―Y ahora el medicamento ―me dijo, quitándome el vaso vacío de las
manos para pasarme el otro acto seguido.
―Sí, papá ―me mofé otra vez, cogiéndolo.
Jake se rio y me revolvió el contenido con la cucharilla que había
metido dentro. Luego, la retiró hacia la bandeja para que yo pudiese beber. Lo
bebí y lo posé en su lugar.
―Puaj, qué mal sabe… ―me quejé, poniendo una mueca de asco.
―Así sabrás con qué vas a torturar a tus pacientes el día de mañana
―se burló.
―Ja, ja ―articulé con ironía, aunque pronto se me escapó otro
escalofrío. Y todo me daba vueltas.
La cabeza seguía doliéndome a horrores y ese insistente pitidito no se
iba de mis oídos. La garganta, los escalofríos…, vamos, que estaba hecha un
poema.
―Será mejor que te acuestes y duermas un poco ―manifestó Jake,
retirando su brazo de mis hombros para recoger la bandeja de mis piernas.
Se levantó y la posó en el suelo.
―Qué frío… ―mascullé mientras me echaba y me tapaba con la sábana con
ese temblequeo. Tenía tanto, que me castañeaban los dientes.
―Será mejor que te pongas algo encima.
Mi chico salió disparado hacia el armario. Revolvió en los cajones y
cogió uno de mis camisones y un culotte. Vino hacia mí y se sentó en mi lado de
la cama. Me hizo alzar los brazos y me metió el camisón por arriba.
―Sé vestirme yo sola ―le recordé con una risilla apagada, bajando la
prenda por mi tembloroso cuerpo.
―Ya, ya ―reconoció, riéndose―. Toma, pues ponte esto ―y me dio el
culotte.
Lo cogí y me lo puse como pude.
Jacob no tardó nada en irse a su lado del colchón y meterse en la cama
conmigo. Se arrimó a mí y yo me acurruqué en su pecho automáticamente. Me rodeó
con sus cálidos brazos y me apretó contra él, arropándome. Los míos se
ensamblaron a su cuerpo enseguida, llenos de escalofríos.
―¿Mejor así? ―susurró.
―Sí ―sonreí, achuchándole más.
―El medicamento no tardará en hacerte efecto. Ya verás cómo te baja
algo la fiebre.
Comencé a notar más calor conforme pasaban los minutos y sus manos me
frotaban la espalda. Hasta que me encontré en la gloria, dentro de lo que cabe,
claro. Mi frente estaba pegada a su cuello. Lo malo es que con la nariz
taponada apenas podía oler su maravilloso efluvio.
Pensé en lo mucho que me gustaría tenerle conmigo a todas horas, todos
los días. Pero, claro, eso era imposible. Él tenía que trabajar por las mañanas
para pagar las facturas y la comida, y algunas tardes le tocaba patrullar y
encargarse de la tribu. Me sentía mal por no aportar nada a la economía de la
casa, pero él insistía en que tenía que estudiar. Ahora, si trabajase media
jornada…
―Estoy pensando en buscarme un empleo a media jornada para
compaginarlo con mis estudios ―le revelé con un murmullo.
Los ojos ya empezaban a querer cerrarse.
―¿Un empleo a media jornada?
―Sí, podría trabajar por las mañanas y estudiar por las tardes.
―No sé, Nessie. Preferiría que te concentrases solo en tus estudios
―objetó con voz dulce mientras seguía frotándome la espalda―. Ya tendrás tiempo
a trabajar.
No quería, pero no me quedó más remedio. Despegué mi frente de su
cuello y le miré.
―No es justo que tú sostengas todos los gastos de la casa ―declaré―.
Además, otro sueldo nos vendría muy bien.
―No nos va mal así. Pagamos todas las facturas a fin de mes ―replicó,
sonriéndome.
―Sí, ya lo sé. Pero me gustaría aportar algo, eso es todo ―le aclaré,
sonriéndole yo también―. Me sentiría más útil.
―Ya eres muy útil ―aseguró.
―Ya me entiendes.
Me miró, pensativo, durante un rato.
―¿De verdad quieres trabajar? ―inquirió―. Tendrías menos tiempo para
estudiar y no te quedaría más remedio que aplicarte el doble. Y ya sabes lo
duro que es Carlisle.
―Creo que podré con todo ―afirmé―. Además, si veo que es demasiado,
dejaré el empleo, en serio.
―De acuerdo, como quieras ―accedió al fin―. Yo no soy nadie para
impedírtelo, así que si quieres trabajar, estaré contigo.
―Gracias ―le sonreí, y le di un beso corto.
Me acurruqué en su cuello como antes y él me apretó con mimo. Quería
charlar más con él, sin embargo, aun así, y ya sin ese horrendo frío, mis ojos
empezaron a cerrarse, presos del aletargamiento que la gripe me producía. Me
invadió el sueño y, sin darme cuenta otra vez, me dejé llevar por ese estado de
trance y me dormí.
Cuando el sueño que estaba teniendo se difuminó, abrí los ojos. Lo
hice poco a poco, pues la tenue luz que entraba por la ventana que tenía sobre
mi cabeza era suficiente para que a mis pupilas les costase adaptarse un rato.
Miré a mi lado, pero Jake no estaba. Entonces, escuché unos leves
ronquidos en el otro extremo y mi cabeza se fue hacia allí al instante.
Jacob dormía sobre la butaca que había puesto junto a mi lado de la
cama, despatarrado como podía. Sus largas piernas rebosaban por todas partes y
su enorme cuerpo, ladeado y apoyado sobre uno de los brazos de la butaca, casi
no entraba en el asiento. Me dio penita de él. Este era mi cuarto día de gripe
y él había dormido a intervalos en esa butaca todas estas noches, dependiendo
de si tenía fiebre o no. Cuando tenía frío, se echaba en la cama conmigo, y
cuando tenía calor, tenía que irse pitando para que la fiebre no me subiera
más.
Me incorporé un poco y comprobé que ya estaba mucho mejor. Ya no
estaba mareada, la cabeza y el cuerpo no me dolían, ya no escuchaba esos
incómodos pitidos, mi garganta tragaba como siempre y parecía que ya no tenía
fiebre. Todos sus cuidados habían dado sus frutos. Eso sí, aún tenía la nariz
algo taponada, aunque mucho menos.
Retiré la sábana hacia atrás, saqué las piernas y me levanté. Tenía
los huesos molidos, pero esto no era debido a la gripe. Había estado en la cama
tantos días, que ya no sabía ni dónde tenía las piernas. Estos días solamente
me había levantado para atender a mis necesidades humanas, y estos dos últimos
también para ducharme, puesto que ya me encontraba un poco mejor.
Por supuesto, mi familia terminó enterándose de mi gripe. En cuanto
vieron que no nos conectábamos al Chat, llamaron por teléfono. Y, claro, al
principio, mientras yo no hacía más que dormir, Jacob les daba largas, pero
llegó un momento en que se lo tuvimos que contar, porque el asunto ya olía un
poquito. Me costó un triunfo convencer a mi madre para que no se vinieran, sin
embargo, creo que luego confió en Jacob y se dejó convencer.
Mi Jacob. Mal dormía en esa butaca por mi culpa, ataviado con su
camiseta interior de tirantes blanca y su pantalón de pijama largo. Me acerqué
a él, me incliné y le di un beso en los labios. Cuando me retiré, abrió los
ojos y me miró.
―Buenos días, Bello durmiente ―le sonreí, revolviéndole el pelo.
Su maravillosa sonrisa también se desplegó, al verme frente a él y tan
recuperada.
―Buenos días, preciosa ―me saludó, estirándose. Luego, llevó sus manos
a mi cintura y tiró para que me cayera sentada sobre su regazo al tiempo que
ambos nos reíamos―. Veo que ya estás mejor.
―Sí, mucho mejor ―afirmé, rodeando su cuello con mis brazos para
arrimarme más a él―. Me has cuidado muy bien, eres un cielo.
―Me alegro ―sonrió, y acercó su rostro al mío para besarme.
Las mariposas de mi estómago aletearon con ímpetu y mis labios le
correspondieron con efusividad. Sus labios por fin volvían a ser tan ardientes
como siempre y su aliento, abrasador. Eso me estremecía el triple. Los besos no
tardaron nada en subir de tono y nuestros alientos comenzaron a mezclarse con
pasión. Los dos nos encendimos como mechas. Hoy estaba pletórica, y cuatro días
sin sentirle eran demasiados días.
Jake consiguió despegar su boca un poco para poder hablar.
―¿Ya estás recuperada del todo? ―se aseguró con un susurro que se
agitaba en mi boca.
Mi mano se aferró a su pelo.
―Te aseguro que estoy en plena forma ―jadeé con ansia.
Sonrió y unió sus labios a los míos de nuevo para empezar a besarnos
con fervor. Los dos sabíamos lo que queríamos: lo mismo, y no hacían falta más
palabras. Me tomó en brazos, se puso de pie y, sin más preámbulos, me llevó al
lecho.
Bueno, estaba harta de estar en la cama, pero creo que podría soportar
estar un día más…
¡Hola a todos! Soy JACOB&NESSIE o Tamara, jaja.
ResponderEliminarMUCHISIMAS GRACIAS POR SEGUIR AQUI!!! Y TENEMOS MÁS MIEMBROS EN LA MANADA, AUUUUUUUUUUUUUUU!!!! BIENVENIDOS A AQUELLOS QUE SE HAN UNIDO!!!
Pues sí, ya he visto ese 2º trailer!!!! Ains, mi Jacob llorando =º( , casi se me cae el alma a los pies... Menos mal que luego ya nace Nessie y él es feliz!!!!!! (pese a quien le pese). No sé, ya he visto que cambian algunas cosas, como Sam y los otros peleándose con los Cullen =S , eso no es así en el libro, pero me imagino que meterán una pequeña reverta para que otros Cullen (Jasper y Emmett, por ejemplo) salgan algo en la peli, porque si no, no salen xDD. Pero tiene buena pinta ;) Qué ganas de verlaaaa!!!! Sobre todo, ese beso entre Jake y Nessie que van a sacar... *-* Qué ganas de verlo, por Dios!!!! Bueno, que me emociono xDD
Pues aquí os dejo el capi de hoy, espero que os guste ;)
Lametones para todos!!!!!
Hola jacob&nessie ,como siempre ....buen capitulo ...hermoso como cuida jake a nessie .....me encanta, me encanta..gracias por poner los trailers , asi disfrutamos verlos y releer el capi hasta el proximo martes
ResponderEliminargracias
elsa
un saludo y un abrazo a todos
muy buen capi...concuerdo con lo que escribiste...hay cosas que no estaban el libro..ja igual un poco de accion no viene mal...ya quiero que se estrene...jaete capitulo el mejor...sos una genia salu2...y tambien a mis amigas de la distancia salu2 a todos...kelly cathy..kiara..elsa..ini narvel y tambien a las chicas que sean unido...salu2
ResponderEliminarHola jacob&nessie!! Muchas gracias por el capitulo y poner los trailers =) como siempre el capitulo GENIAL!!!
ResponderEliminarBesos.
Nos leemos el martes =)
holllaaa genial este capi ...ohh porq nessie esta con gripe no se porq me suena a algo más tu que dices...JACOB&NESSIE...:) Y SI LOS trailers de amanecer de infarto gracias por subirlos.....hEY SALUDOS A TODOS LOS CHICOS DE VERDAD Y UN ABRAZO EMMETIANO PARA TODOS jijijiji....:)
ResponderEliminarawwww,. que amor... me encanta. Espero los demás capitulos :)
ResponderEliminarAhhhh. Me encanto el cariño y el amor con el que Jake cuido de Nessie que románticos, saludos de Kiara
ResponderEliminarhola!!!!!!!! JACOB&NESSIE.... :) gracias x el segundo trailer esta buenisimo a mi tambien me dio una pena ver llorar a jake... pero se q va a ser feliz con nessieen un futuro no muy legano... jajaja
ResponderEliminarbueno!! el capitulo estrubo buenisino.. re tierno de la parte de jake cuidar a si de nessie... :).
espero el proximo capitulo y besos para vos!!! y ustedes chicos!!!:)
saludos desde argentina.. YANI
Cuando se viene el bebee de jacob y nessiee¡???!!! porfaaa,, deciiime dentro de cuanto!
ResponderEliminarLeonella, argentina
Holaas!!! Al fin las he alcanzado!!! me toma 1h leer un solo cap
ResponderEliminarEstan buenisisismos! Pero esta algo rarito que una semivampiro le alla dado una gripe...
Pero al fin y al cabo por suerte ya se le fue,
EN el trailer yo solo me quedo viendo esos ojos negros de Edward en el parto de Bella, Woow
Sigue asi, eres la mejor escritora de Fanfics de Twilight que he leido, tienes mucho talento :D !!!
-Lizbeth, Republica Dominicana
ahhh! que tierno.. Mas lindoo.. Gracias Tama! Por compartir tu maravilloso don! :)
ResponderEliminarsol*
P/D_ Hace mucho que no comentaba perdon! Es que estaba rindiendo algunos parciales. Pero lei todo todito! Y de fabula. Es imposible escaparse de los deberes para venir a lerr estos capitulos. Son una tentacion!
Un abrazo Amiga!
¡HOLA! SOY NOVIEMBRE:
ResponderEliminarPERO COMO ME GUSTA ESSTA PAREJA, TAN SENCILLA Y TAN ENAMARADA; AUNQUE UN POCO "DE ENVIDIA SANA", SI HAY CON ESE PEDAZO DE MARIDO. BESOTES