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sábado, 10 de septiembre de 2011

NUEVA ERA. CAPITULO 82: HARLEY DAVIDSON Y CUMPLEAÑOS


EDITADO A 13/10/2019. HE AÑADIDO EL CAPÍTULO "HARLEY DAVIDSON", UN PARÉNTESIS QUE HICE SOLO PARA LOS FOROS. COMO EXPLICO MÁS ABAJO, LO HE AÑADIDO POR CUMPLIRSE 10 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE DESPERTAR, COMO UN REGALO A LAS FANS 😉

ATENCION: +18, AVISO

YA SABÉIS QUE NO SUELO SER MUY EXPLICITA, PERO AVISO POR SI ACASO, ¿VALE? ;)

TODOS LOS CAPITULOS ESTÁN REGISTRADOS EN SAVECREATIVE PARA EVITAR PLAGIOS


NO DUDEIS EN DEJAR VUESTROS COMENTARIOS, PREGUNTAS, ETC, YO CONTESTARE A TODO GUSTOSAMENTE ^^




NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").

Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏


CAPITULOS:

PARTE DOS: NUEVA ERA

RENESMEE:

77. ACAMPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-77-acampada.html
78. EL LAGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-78-el-lago.html
79. EN MEDIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-79-en-medio.html
80. LICÁNTROPO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-80-licantropo.html
81: DECISIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-81-decision.html


HARLEY DAVIDSON

(PARÉNTESIS. SOLO PARA EL FIC) [1]

Seguía siendo septiembre, solamente quedaban dos días para mi cumpleaños, y cuatro para el de mi madre, pero para estar en este mes y ser la península de Olympic hacía un calor horrible.
Este era el segundo libro que me devoraba hoy. Terminé de leer el último párrafo, cerré las tapas con un golpe seco, lo posé sobre mis pantorrillas y alcé mis brazos para estirarme.
Miré el reloj. Jake llevaba cerca de una hora en el garaje, limpiando su Harley Davidson. Torcí el gesto. ¿Es que no se cansaba nunca de esa moto? Además, esta mañana ya habíamos salido para rodarla un poco. Iba a empezar a ponerme celosa de verdad de esa Harley.
Me reí para mis adentros de mi propia broma, cosa absurda, por otra parte, y me levanté del sillón. Dejé el libro sobre el ladrillo de la chimenea y me sacudí la falda. Esta en cuestión debería quedarse un poco más arriba de mis rodillas, pero la tela azul de esos dichosos pliegues se arrugaba enseguida y la prenda quedaba más alzada de lo que debería. Resoplé. La estiré como pude, pero poco conseguí. En fin, estaba en casa y no tenía pensado ir a ninguna parte, así que tampoco importaba tanto.
Me di la vuelta y salí del saloncito para dirigirme a la puerta de salida. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma, así que decidí ir yo misma a buscar a Jacob al garaje. Lo sacaría de allí a rastras, si hacía falta.
Salí de casa y me dirigí al garaje dando un pausado paseo por el jardín. El cielo ya había sido invadido por unos nubarrones muy oscuros y en el horizonte del océano podían escucharse los truenos de la tormenta que ya estaba en ciernes. Los rayos relampagueaban no muy lejos, dándole fuertes latigazos al mar, y las gaviotas chillaban y volaban nerviosas, buscando dónde refugiarse. Unas gotas enormes ya se dejaban caer desde el cielo y comenzaban a mojar el terreno. Mis pies estaban descalzos, así que podía sentir el frescor de la hierba en las plantas, esta era tan mullida que parecía que pisaba una confortable y cómoda alfombra. Me alegré de no haberme calzado, porque gracias a eso podía disfrutar de esta maravilla. Relajaba y todo.
La puerta del garaje estaba abierta, como siempre. Cuando pasé al interior, vi lo que estaba haciendo mi chico. Ya había relimpiado la moto, y ahora le estaba sacando brillo con un trapo. Menos mal que se percató de mi presencia enseguida y me sonrió.
―¿Ya has terminado de leer el libro? ―me preguntó, eso sí, sin dejar de frotar ese tubo de escape brillante.
Como ya dije, hacía mucho calor, por eso solamente llevaba unos viejos pantalones cortos de color verde militar y, al igual que yo, iba descalzo. Él estaba más que acostumbrado a no calzar nada, y hoy hacía un día demasiado bochornoso como para cubrir sus pies. Su pecho lucía su desnudez y su piel estaba algo humedecida por una casi imperceptible capa de sudor, las diminutas partículas que lo envolvían casi no llegaban a ser gotas. Ese afrodisíaco olor era muy tenue, lo justo para que yo no me volviese loca, aunque no escapaba a mi nariz, por supuesto.
―Sí ―asentí, cogiendo una pieza de la estantería para acercarme a él disimuladamente, haciendo como que la miraba―. ¿Y tú? ¿Ya has terminado de limpiar esa dich… la moto? ―corregí a tiempo.
Jacob no solo se dio cuenta de la corrección de mi frase, claro, sino que también se fijó en el ligero torcimiento de morros que tenía. Intenté disimularlo, y casi lo consigo, pero un sutil gesto era suficiente para él. La sonrisa de Jake se amplió y adoptó un matiz un tanto presuntuoso, al tiempo que se erguía para dejar de frotar el metal.
―¿Estás celosa de la moto? ―inquirió, manteniendo esa sonrisa.
―No digas tonterías ―contesté, ladeando el rostro con algo de petulancia.
Aproveché para dejar la pieza en otra estantería y me crucé de brazos.
―Venga, nena, no tienes por qué estarlo. Entre ella y yo no hay nada, te lo aseguro, solo admiración ―alegó, haciendo la broma―. Me gustaría que ella y tú os llevaseis bien. Creo que podríais llegar a ser muy buenas amigas, en serio.
Giré el rostro hacia él, entrecerré los ojos para simular una cara de odio y volví a virarlo. Jacob se rio.
Se quedó mirándome, mordiéndose su sonriente labio inferior, parecía estar planeando algo. Entonces, tiró el paño a un lado, se fue a cerrar la puerta del garaje, pasando por delante de mis extrañados ojos, que le seguían de reojo, y se acercó a la moto de nuevo. Acto seguido, se montó en la Harley. La máquina ya se mantenía en pie gracias a su fuerte pata metálica, pero él la puso derecha y la sostuvo fácilmente con sus largas y robustas piernas.
―¿Te gustaría que te enseñase a manejarla? ―me propuso con una sonrisa mientras sus manos se apoyaban en el asiento―. Te dejaría llevarla alguna vez.
Eso hizo que mi cara se volviese súbitamente para mirarle, sorprendida.
―¿Me dejarías llevarla yo sola?
―Tú sola… ―frunció los labios, observándome, pensativo.
―Entonces no pienso ser amiga de esa moto. Jamás ―aseguré, siguiendo con su broma.
Y ladeé mi rostro de nuevo.
―Bueno, vale ―accedió finalmente. Mi cara se volvió hacia él otra vez, sonriente―. Pero solo cuando estés muy preparada. Estas motos pesan un quintal y son difíciles de manejar.
―Yo puedo con esta moto perfectamente ―afirmé―. ¿Quieres que hagamos la prueba? Puedo levantarla ―y solté mis brazos para dirigirme a los bajos de la máquina.
―No, deja ―me paró, bajando los suyos para que no siguiera―. No hace falta, te creo ―sonrió con una mueca.
Solté una risilla.
La lluvia comenzó a repiquetear con fuerza sobre las planchas de chapa del tejado, creándose un soniquete continuo, aunque también se podía escuchar cómo azotaba la hierba del jardín, tras la puerta cerrada.
Jacob dio unas palmaditas sobre la parte delantera del asiento para que yo me sentase ahí, mostrándome esa seductora sonrisa torcida, y así lo hice. Pasé la pierna sobre el cuero negro y me subí a la Harley Davidson, justo delante de él.
Noté cómo su pecho se arrimaba a mí y el vello ya se me puso de punta, porque podía sentir la humedad caliente de su piel en la parte desnuda que mi camiseta de tirantes blanca dejaba en mi espalda. Mi pelo estaba recogido en una coleta baja, pero la poca parte que quedaba al descubierto y que le sentía era suficiente para que me estremeciera. Mis mariposas se pusieron a volar como locas, electrizando mi estómago con entusiasmo, y mi ritmo cardíaco ya empezó a acelerarse.
Jacob percibió mi reacción y se acomodó aún más cerca, provocándome. Mi sien estaba muy arrimada a su mejilla, y si giraba mi cara, su humedecido cuello quedaba a la altura de mi boca. La energía ya comenzó a fluir, atrayéndonos, y empecé a oler su efluvio con más intensidad al tenerle tan cerca…
Giró su rostro un poco hacia mí. Este también estaba algo húmedo.
―Bueno, los mandos son como en el resto de las motos ―empezó a explicarme, hablándome con un suave susurro que rozaba mi oreja y que ya me hizo hiperventilar como una tonta.
Ese afrodisíaco olor que antes conseguía dominar, ahora se introducía por mi nariz con ganas. Mi cuerpo empezó a reaccionar, despertándose todos mis instintos primarios.
―¿Y cómo era? ―conseguí musitar, jugueteando.
El labio de mi marido se volvió a curvar hacia arriba. Sí, estaba claro que lo que quería era seducirme con la excusa de la Harley. Y lo estaba consiguiendo.
Sin despegar su mejilla de mi sien, subió sus manos y las llevó hasta mis brazos. Con mucha suavidad, los acarició con sus sedosas palmas, poniéndome todo el vello de punta, hasta que llegó a mis dedos. Los entrelazó con los suyos por el dorso de mis manos y alzó mis brazos. Cuando se inclinó sobre mí para llevármelos al manillar y le noté tan pegado a mi cuerpo, no pude evitar que mi boca empezase a respirar con estimulados jadeos. No podía estar más excitada, ya notaba el ardor en todo mi bajo vientre. No sé qué era; bueno, sí, era él, su maravilloso olor, la postura, la energía, el morbo que me producía la moto, la cual tenía entre mis piernas, usurpando su lugar, todo. Jacob pareció encenderse por mi reacción y su boca también comenzó a exhalar con más agitación. Podía sentir los fuertes latidos de su corazón en mi espalda, palpitando con rapidez.
Sus manos rodearon a las mías para que mis dedos llegasen a las palancas del manillar.
―Esto era el freno ―empezó a susurrarme de nuevo en el oído mientras me hacía doblar los dedos. Todos sus susurros me hacían hiperventilar―, esto el embrague y esto el acelerador.
No pude evitarlo. Giré mi rostro hacia el suyo, dejando que nuestros ansiosos labios se rozasen, me pegué más a él y comencé a friccionarme ligeramente contra su cuerpazo húmedo, sin que ninguno de los dos soltase el manillar. Los dos empezamos a jadear en nuestras bocas, su abrasador aliento ya me estaba comiendo. Empecé a sentir la urgente necesidad de que me arrancase la ropa interior y me tomase así mismo, tal y como estábamos, como un lobo salvaje...
Su mano izquierda soltó la mía y bajó para rodear mi cintura, instándome a reclinarme con él. Así lo hice, sus deseos eran órdenes para mí. Solté el manillar, su mano se movió hacia mi estómago para ayudarme y los dos nos pusimos derechos de nuevo mientras nuestros labios se rozaban sin parar y nuestras bocas espiraban con agitación.
Un trueno estalló afuera y, con él, todo lo demás.
Sus labios se unieron del todo a los míos y comenzamos a entrelazarlos despacio, a conciencia, si bien respirábamos con auténtico fervor. Mis mariposas aleteaban, frenéticas. Su mano derecha me quitó la goma del pelo lentamente, dejando que esta se deslizara con delicadeza por lo que todavía era mi coleta, y me soltó el cabello, ayudando con sus dedos, que acariciaron mi nuca para que los rizos de mi melena se distribuyeran bien por mi espalda. Después, me colocó el cabello a un lado, rozando mi estremecida piel con sus sedosos y calientes dedos, y despejó la parte lateral izquierda de mi cuello.
Ya llevaba un rato hiperventilando en su boca, pero cuando soltó la mía y acercó sus gruesos y ardientes labios a mi cuello para besarlo, jadeé con más intensidad. Mi cabeza se ladeó un poco para que él pudiese deslizarlos mejor y mi mano se asió a su pelo con gran entusiasmo. Recorrió todo ese lado de mi cuello suavemente, susurrándome en la piel, excitándome el triple. Subió su boca, pasando por la línea lateral de mi mandíbula, y llegó al lóbulo de mi oreja. Me estremecí aún más y me froté con él de nuevo, aunque esta vez con más ardor. Sus jadeos también aumentaron y la mano que había acomodado mi cabello se fue a mi abdomen para ayudarme en mis movimientos.
El ruido de la tormenta no cesaba, y nuestro fuego tampoco.
Dejé de friccionarme cuando su abrasadora boca regresó a la mía y ambas se movieron con pasión, fundiéndose en una sola. Sus manos reptaron a ambos lados y comenzaron a arrastrarse lentamente por mi falda, buscando mis pantorrillas. Enseguida encontraron el final de la prenda y sus ardientes palmas invirtieron su movimiento para acariciar mis muslos, alzando la tela a su paso. Los acarició con avidez, aunque con calma, estremeciéndome de punta a punta. Nuestros bronquios no daban abasto, como la lluvia de fuera. Esas tórridas caricias casi me hicieron palpitar cuando se desplazaron al interior de mis muslos, pero cuando su mano derecha ascendió un poco y se coló por mi ropa interior para tantearme, ya fue inevitable.
Los jadeos que antes mi boca exhalaba en la suya se convirtieron en suaves gemidos y mi mano enganchó su pelo con más fuerza mientras mis piernas se abrían más y mi pelvis buscaba sus movimientos con frenesí, presa del placer que mi bajo vientre ya sentía. Eso le excitó muchísimo y él jadeó más alto. Su rostro cambió de sitio para esperarme al otro lado al tiempo que su mano izquierda dejaba el interior de mi muslo. Mi cabeza ya se estaba volteando, buscando sus labios con ansia, pero él amarró mi cabello en un puño y me la terminó de girar para que nuestras bocas se pegasen de nuevo y no se separasen nunca. Entonces su tanteo inicial por fin pasó a mayores. Todo eso me volvió loca. Él ya lo introducía, frotándome al mismo tiempo justo ahí donde me tenía que frotar, pero yo empujaba más fuerte para que su dedo llegase más a fondo.
―Jake… ―susurré con fervor.
―Nessie… ―jadeó en mis labios, muy excitado.
Sí, le deseaba, le deseaba… Quería que susurrase mi nombre con placer y deseo, una y otra vez. Pero esto no me llenaba como yo quería, necesitaba más, y solo él lo tenía.
Le cogí la muñeca y saqué su mano de mi ropa interior. Me despegué de su espalda al mismo tiempo que él soltaba mi pelo para dejarme ir, y me bajé de la Harley rápidamente. Aunque no por mucho tiempo. Me quité la ropa interior con velocidad mientras los dos nos clavábamos esas miradas hambrientas llenas de deseo, la suya también me reclamaba con urgencia, y me subí de nuevo a la moto, esta vez sentándome frente a él.
Sus grandes manos no tardaron nada en abarcar mi espalda y mi cintura, pero las mías también fueron hábiles y se apresuraron a lanzarse al cierre de su pantalón, que ya estaba más que hinchado. Me empujó contra él y nuestras bocas se ensamblaron automáticamente, entre fuertes y alocados jadeos. Él estaba ansioso, como yo, y su maravilloso e intenso efluvio, más la alocada energía que seguía fluyendo a nuestro alrededor, me hacían perder la cordura totalmente. Su tórrida lengua se abrió paso para jugar y la mía la recibió con ganas, espirando a todo lo que daban nuestros bronquios al tiempo que sus ardientes manos se metían bajo mi camiseta para acariciar mi espalda con frenesí, cosa que me estremeció aún más.
Los truenos y la lluvia ya apenas tenían presencia en mis oídos, pues solamente podía sentir a Jacob, su ardor, su pasión salvaje…
Tenía demasiada prisa, demasiada, ya no aguantaba más. Necesitaba tenerle dentro de mí ya, ahora. Mis manos no se entretuvieron más con ese dichoso botón, tiraron con fuerza y abrieron el cierre de un solo movimiento, rompiéndolo. La destrozada cremallera ya estaba abierta del todo, pero terminé rasgando los pantalones otra vez, con otro tirón, para que éste se abriera aún más y esa zona quedase totalmente al descubierto, dejando sus caderas libres. Y lo que apareció era justo lo que yo buscaba y ansiaba.
Sin perder más tiempo, llevé mis brazos a su cuello y me senté sobre él, dejando que el centro de mi deseo enseguida tomara lo que ansiaba, por fin, por fin... Nuestras lenguas descansaron cuando ambos gemimos, manteniendo nuestros labios más que unidos, y una de mis manos pasó a aferrarse a su corto pelo azabache. Sus manos volaron para meterse bajo mi falda y sus dedos se clavaron en mi espalda más baja para apretarme más contra él, con un movimiento enérgico y ávido. Volví a gemir al notarle tan dentro de mí, ya no podíamos estar más juntos, y quería estar así para siempre, para siempre... Él también gimió. La abrasadora exhalación de su gemido sordo fue impetuosa y logró introducirse por mi garganta, caldeándome todavía más.
Cómo le deseaba, cómo le ansiaba. Le ansiaba con todas mis fuerzas, y le amaba con toda mi alma, con todo mi ser, cada célula de mi cuerpo le amaba hasta la locura, era indescriptible. No era su afrodisíaco sudor, ni la moto, ni ninguna otra cosa. Era él, solo él. Jacob, Jacob, Jacob, eternamente Jacob. Él me llevaba a la locura, hasta el punto de no poder controlarme. No había palabras que pudieran describir todo lo que sentía por él. Y con él.
No aguantaba más. Comencé a moverme sobre Jacob, haciendo que toda su virilidad se deslizase dentro de mí, una y otra vez. Esto sí me llenaba, me llenaba… El placer que sentía era inmenso, barría mi interior con fuerza. Los dos jadeábamos en voz alta, rozando nuestros labios sin parar, clavándonos esa mirada de fuego el uno al otro, y sus ávidas manos ayudaban a mi cuerpo a moverse, empujándome hacia él.
Mi amor, mi amor, mi amor… Eso era lo único que mi mente podía pensar en estos momentos. En todo lo que le amaba, en lo locamente enamorada que estaba de él, en todo lo que le deseaba, en todo ese placer que solo él era capaz de hacerme sentir.
Llevé mis manos a sus hombros y me separé un poco de él para deslizarme con más fuerza. Él también pasó a empujar, pero la que tenía el control era yo. Mi placer aumentó con ese roce impetuoso y poderoso, tanto, que el primer orgasmo físico llegó al instante, obligándome a gemir más alto. Todo palpitó intensamente, barriéndome entera, haciéndome bajar los párpados y perder la razón por un instante.
Mi orgasmo y mis embestidas le volvieron loco a él también, aunque se contuvo para seguir un poco más.
―Nessie… ―jadeó con furor.
Sí, no dejes de pronunciar mi nombre, pronúncialo, mi amor… Alcé los párpados para mirarle y continué moviéndome sobre él del mismo modo, todavía quedaba mucho por saciar.
Sus manos dejaron mi espalda más baja y subieron a la parte superior de mi camiseta. La agarró por arriba y, con un movimiento enérgico y arrebatador, la rasgó de arriba abajo, destrozándola de dos tirones. El sujetador no duró mucho más. Lo rompió por la parte delantera y lo abrió, dejando todo mi pecho al descubierto. Le encantaba ver cómo me contorneaba y mis excitados senos seguían esa danza rítmica. Mi camiseta seguía puesta, así como mi roto sujetador, que quedaba colgando a ambos lados, pero él llevó sus manos a mi estremecido pecho y comenzó a acariciarme con hambre. Eso me excitaba muchísimo y mis fuertes jadeos aumentaron de intensidad. Arqueé mi espalda hacia atrás, estirando mis brazos completamente y cerré los ojos, dejándome hacer, dejándome llevar del todo.
Mi largo cabello rozaba mi espalda mientras mi cuerpo se movía sobre el suyo. Sus prodigiosas manos se deslizaban por mi vientre, por mi abdomen, y subían a mis senos, donde sus dedos los excitaban todavía más. Solo ellos sabían hacer eso. Mi cuerpo palpitaba continuamente, no llegaban a ser orgasmos, pero estaban muy cerca. Subió los dedos de una mano por mi garganta y los condujo hasta mi boca, donde introdujo uno para que lo chupara. Enderecé mi espalda y le miré con ojos hambrientos mientras lo hacía y continuaba deslizándome con fervor. Sus ojos de fuego me reclamaron con urgencia.
Sacó el dedo de mi boca y, con rapidez, me empujó hacia él, haciendo que mi torso y el suyo se fundieran y nuestros labios se unieran para rozarse, intercambiándose esos agitadísimos alientos. Me vi obligada a parar, pero continuábamos unidos, y solo sentirle dentro de mí seguía haciéndome palpitar.
―Que quowle… ―me susurró en la boca con fervor.
―Jake… ―conseguí jadear, porque me derretía sin remedio―. Que quowle…
―Dímelo otra vez, nena… ―me pidió con otro estimulado susurro que ya besaba mis labios.
Jadeé con entusiasmo. Mis manos se fueron a su pelo para amarrarlo con fuerza.
―Que quowle… ―repetí, muy encendida.
―Nessie… ―jadeó.
La energía que nos rodeaba volaba con fuerza a nuestro alrededor, y apenas podía sentir la tormenta que se abatía afuera.
Su ardiente piel estaba más húmeda, y la mía ya comenzaba a estarlo. Su intenso olor me volvía loca, él me volvía loca. Sus calientes labios, sus tórridas y suaves manos, su abrasador y agitado aliento, sus fuertes brazos, su mirada de fuego… Mis manos lo soltaron y despejé todo mi torso, dejando caer la camiseta rota y lo que quedaba de mi sujetador hacia atrás. Envolví su cuello de nuevo y comencé a moverme sobre él una vez más, haciendo frotar mis senos contra su pecho al tiempo que Jacob se unía a mis empujes, llevaba sus amplias palmas por toda mi espalda y me alzaba el cabello. Jadeamos más alto, en nuestros labios, y nos besamos con una pasión desmedida, entremezclando nuestras lenguas con fogosidad. Él la deslizaba por la mía y yo la deslizaba por la suya, en total sincronización y armonía. Nuestra complicidad siempre se hacía evidente.
Bajé mis manos y pasé a acariciar su impresionante torso. Me recreé en esos músculos perfectos y fuertes, en esa piel ardiente, húmeda y que olía tan bien, mientras seguía moviéndome sobre él y nuestros labios continuaban besándose con ese afán. Hasta que Jacob me cogió por las muñecas, las colocó sobre su cuello y me obligó a parar.
Dejó de besarme, se desprendió de mí y mi cuerpo se sintió completamente vacío, huérfano, aunque sabía que sería por muy poco tiempo. Se levantó un poco, agarrándome por mi espalda más baja, y se incorporó sobre mí, asistiéndome para tumbarme sobre la moto. El asiento de la Harley no era excesivamente ancho, pero sí lo justo para que mi cuerpo pudiera quedar tendido sobre el mismo. Reptó por mi pecho con sus labios y sus manos, parándose en mis senos para recrearse un rato. Eso hizo que mis jadeos subieran de volumen y que mi torso se moviese para acompañar a su boca mientras mis manos se afanaban en acariciar su poderosa espalda. Mis piernas se abrían más, invitándole a volver a entrar en el centro de mi deseo. Su boca ascendió, besando mi cuello, recorrió la línea de mi mandíbula y finalmente terminó en mis labios.
Mis llamadas surtieron efecto. Mi cuerpo volvió a sentirse completo cuando se unió a mí de nuevo; lo hizo muy despacio, concienzudamente, abriéndose paso con facilidad…
―Jake… ―mis dedos se hundieron el la piel de su espalda al notarle dentro del todo.
Ambos gemimos en nuestras bocas con placer, una vez más. Sus largas y robustas piernas sostenían la moto para que no se cayese a un lado, ayudando a la fuerte pata metálica de la moto, y comenzó a moverse dentro de mí con vehemencia, sujetando el manillar con sus manos. Si hubiera sido otra moto, desde luego no hubiera resistido semejantes embistes.
Los dos rozábamos los labios para jadear en voz alta, sin dejar de clavarnos la mirada, y mis dedos escalaron por su cuello para terminar asiéndose a su cabello. El cuadro de mandos me hacía daño en la nuca, pero no me importaba en absoluto, porque lo único que podía sentir era ese enorme placer que me invadía a cada instante, esa energía frenética, ese aliento que se agitaba en mis labios, solo podía sentirle a él, deslizándose entre mis piernas una y otra vez, frotando el punto de unión de estas a la vez que bombeaba con esa impetuosa fuerza que rozaba el fondo de mi bajo vientre con golpes espasmódicos y bravíos.
Dios mío… Mi amor, mi amor…
Ese ardiente y dulce dolor me invadía a cada instante, uniéndose a las palpitaciones que nacían de ese punto de unión y que ya comenzaban a tomar todo mi ser.
Bajé mis manos por su ancha y portentosa espalda y conseguí llegar al final de esta, bajándole los pantalones un poco más. Clavé mis dedos con avidez para que no se detuviera jamás.
―Mi amor…, no pares… ―le supliqué entre esos fuertes jadeos que ya se parecían más a gemidos.
―Nessie… ―jadeó él.
Sus labios volvieron a besarme con excitación. Mi sedienta boca le correspondió y llevé mis manos de regreso a su pelo para que tampoco dejase de besarme nunca. Rodeé su cintura con mis piernas y le ayudé a empujar aún más fuerte al tiempo que toda la piel de su increíble torso se frotaba con la mía, propiciando que nuestros húmedos efluvios se mezclasen y mis senos ya alcanzasen el cielo.
Todos esos roces, su frotamiento, ese bombeo impetuoso y poderoso, ese ardor, el sentirle tan dentro de mí, todo… hizo que ya perdiera la cabeza completamente. Y él también.
El inmenso placer explotó del todo, acompañando al trueno que sonó fuera, y llegó el éxtasis. Todo mi cuerpo, todo mi ser, fue barrido por ese clímax que se mezcló con la frenética energía que nos envolvía, la cual estalló al mismo tiempo. Esta vez el orgasmo duró mucho más y fue mucho más intenso, increíble y mágico. Y también sentí el suyo; eso siempre hacía que fuera aún más especial, porque sucedía a la vez que el mío, porque lo compartíamos todo. Sentí cómo su alma, su espíritu, se unía a la mía, tomándola al igual que su cuerpo había tomado al mío. Sentí cómo volaban y bailaban juntas durante un instante maravilloso, indescriptible, que hizo que ese enorme placer se convirtiera en delirio puro. Siempre era tan intenso, que mis ojos no podían evitar las lágrimas. Daba igual las veces que hiciésemos el amor, siempre era indescriptible, espiritual, mágico y maravilloso.
Ambos gemimos en nuestros labios, presos de ese enorme delirio, y mis dedos tiraron de su pelo con ansia. Cuando todos mis espasmos terminaron y el orgasmo de Jacob llegó a su fin, dejó de moverse dentro de mí.
Nos quedamos quietos, intentando recuperar el aliento, todavía unidos, mirándonos completamente maravillados y anonadados.
―Creo que ya soy amiga de la Harley ―conseguí decir entre mis exhalaciones; y sonreí en sus labios.
Jake sonrió también, espirando aún con dificultad.
―Hacer el amor en una Harley Davidson es lo más sexy que hemos hecho nunca, ¿no crees? ―afirmó, manteniendo la sonrisa y esa agitada respiración.
―Sí ―coincidí, sin dejar de sonreír ni exhalar.
Pero sabíamos que esto ni mucho menos había terminado. Su boca no tardó en regresar a la mía para saciar nuestra interminable sed una vez más, y mis dedos se entremezclaron en su corto pelo con fervor.
De pronto, Jacob hizo el amago de desprenderse de mi cuerpo, seguramente para tomarme en brazos. Eso hizo que soltase su boca con rapidez.
―No… ―imploré con un susurro que rozó sus labios con furor, clavando mis dedos en su espalda más baja―. No te separes de mí…
No, no quería separarme de él jamás. Quería sentirle dentro de mí para siempre…
―Nena… ―susurró con más que deseo, volviendo a mis labios.
La pasión volvió a hacer acto de presencia en dos segundos.
Sus manos soltaron el manillar y se metieron bajo mi espalda. Tiró de mi columna y, sin dejar de besarnos en ningún momento ni separar nuestros cuerpos, se puso de pie y me levantó de la moto, sujetándome por el trasero. Yo rodeé su cuello con mis brazos y seguí comiéndome sus labios. Pasó su pierna por encima del asiento de cuero y caminó hacia una de las paredes con rapidez y urgencia, dejando sus pantalones rotos por el camino.
Ese viejo taquillón que usaba para guardar piezas más o menos medianas tenía su pequeña superficie llena de diferentes artilugios. Quitó todas esas cosas, arrastrando su brazo con un bandazo enérgico, y en medio de todo aquel ruido estrepitoso me sentó sobre la misma para comenzar a hacerme el amor de nuevo.
En dos segundos, la tormenta estalló otra vez.

(FIN DEL PARÉNTESIS)




[1] N. de la A. Este paréntesis solo fue escrito inicialmente para los foros donde publicaba el fanfic, como un regalo hacia las fans de mi saga, quienes me pedían con fervor un capítulo caliente, pero finalmente he decidido incluirlo en el libro para celebrar el 10º aniversario de la publicación de Despertar. Ahora todos mis lectores nuevos, todos aquellos que no lo leyeron por los foros, podrán disfrutar de este capítulo medio inédito. El capítulo está integrado con el resto de capítulos del libro, aunque no aporta nada, solamente nos hace soñar… Espero que os guste.

CUMPLEAÑOS


Hoy era once de septiembre, el día en que cumplía doce años, aunque seguía aparentando unos veintidós, que era mi edad física. Lo bueno es que, a ojos de los humanos que no sabían mi secreto, cumplía veintitrés, así que ahora mi físico concordaba perfectamente con la edad que se supone que tenía.
Mi tía Alice lo tenía todo dispuesto. Había adornado la casa, esa en la que yo había crecido, llenándola de unos sotisficados y modernos farolillos blancos y rojos que colgaban del techo, hechos de un papel muy fino y elegante. También había distribuido una serie de luces que le conferían un aspecto más acogedor al salón. Había apartado los muebles, dejando el sofá y los sillones en un rincón, y había colocado varios altavoces y amplificadores para poner música.
Emmett se ofreció para preparar unos cócteles sin alcohol, que, según él, eran muy fáciles de hacer. Al parecer, en todos esos diferentes viajes que había hecho con Rose al Caribe, se había fijado en cómo se preparaban y había aprendido a hacerlos. Rosalie le iba a ayudar a servirlos. Esme se encargaba de los tentempiés y del resto de la comida, aunque solo fuera para los que nos alimentábamos de comida humana, la cual iba a tener que ser muy abundante, dados todos los metamorfos que iban a asistir.
En fin, mi idea era la de hacer una fiesta más humilde y pequeña, pero cuando se tiene una tía como Alice, eso es imposible.
Además de mi cumpleaños, también celebrábamos el de mi madre, que iba a fingir ser mi prima de cara a las gemelas ―como yo les había dicho en el instituto el primer día que las conocí y les hablé de mi familia―, ya que ella cumplía treinta y uno y con su físico de diecinueve no colaba que en realidad fuera mi progenitora. Bueno, y aunque aparentase la edad que tenía realmente, tampoco, claro. Las gemelas eran las únicas que no sabían qué tipo de gente les iba a rodear. Si lo supieran…
Mi familia había venido de Anchorage para la ocasión, aunque iban a quedarse unos días más. Sus estudios en la universidad ya estaban muy avanzados, más bien, a punto de terminar, y ahora estaban pensando en mudarse a otro sitio en cuanto acabase este último curso. Aún no tenían muy claro adónde, pero sí que tenían claro lo de mudarse de ciudad.
Alice estaba muy nerviosa, o, mejor dicho, histérica. Todo lo que fuera hacer una fiesta y tener gente en casa la volvía loca.
―Tardan mucho, ¿no? ―preguntó por enésima vez mientras retorcía los dedos de sus manos.
―Estarán al llegar, no te preocupes ―dije para calmarle.
―Ya se oye un coche ―advirtió mamá, agudizando su fino oído.
―Sí, y por el ruido del motor, parece el de Seth ―afirmó mi padre.
Jacob y yo seguíamos sin oír nada. Nos encontrábamos sentados en el níveo sofá, esperando tranquilamente. Sus largos brazos se habían desplegado en cruz, apoyándose en lo alto del respaldo, y yo me había acurrucado en su cálido costado, dejando que mis manos disfrutasen de su pecho cubierto, disimuladamente.
―Vaya par de fenómenos ―se burló él.
Mi madre le sacó la lengua, haciéndole un mohín.
―Ah, sí ―secundó mi tía.
Por fin pude escuchar un lejano ruido. Era un motor y, efectivamente, parecía el del Volvo azul metalizado de Seth. Jacob tardó un poco más en oírlo.
―¡Ya están aquí! ―exclamó Alice cuando Seth llegaba para aparcar frente a la casa.
Se puso a dar saltitos por el salón para acercarse a la mesa donde había instalado el equipo de música. No tardó nada en amenizar el ambiente con uno de los tantos CDs de mi padre.
―Iré sacando los tentempiés ―dijo Esme, dirigiéndose a la cocina con rapidez.
Em ya lo tenía todo dispuesto sobre el largo tablero a modo de barra que habían instalado en una pared del salón y Rose estaba junto a él.
Antes de que a Seth y a Brenda les diese tiempo a salir del vehículo, Alice cruzó el salón como un rayo y tiró de mi mano para levantarme.
―Venga, venga ―nos azuzó, empujándonos a mi madre y a mí hacia la puerta―. Es vuestra fiesta, tenéis que abrir vosotras.
―Vale, vale ―reí.
―Ya vamos ―se unió mi madre, también riéndose.
Giré mi rostro para mirar a Jake, el cual me sonrió con esa blanca sonrisa que resaltaba sobre su preciosa piel cobriza. Casi me daban ganas de darme la vuelta para darle un buen beso.
Mi tía dejó de empujarnos cuando me volví al frente y mamá y yo nos decidimos a caminar solas, y regresó a su puesto, posando con una fingida postura casual.
En cuanto el timbre sonó, mi madre me cedió los honores y yo abrí la puerta.
―Feliz cumpleaños. A las dos ―nos felicitó Seth con esa amplia y amigable sonrisa de siempre.
―Felicidades ―repitió Brenda, uniéndose a su sonrisa.
―Gracias ―respondimos mamá y yo al mismo tiempo, ella con una media sonrisa más reservada y yo sonriendo abiertamente a la vez que les daba un abrazo.
―Tomad, esto es para vosotras ―dijo Seth.
Este le entregó un paquete a mi madre y Brenda me dio otro a mí, aunque ambos regalos eran de parte de los dos, obviamente. Ambos paquetes eran de un tamaño similar, rectangulares y no muy grandes, y estaban envueltos con un bonito papel de regalo cuyos dibujos consistían en unas espirales de color dorado sobre un fondo plateado. Unos lazos de tela, también dorada, remataba el envoltorio de los regalos.
―¿Qué es? ―quise saber, alegre.
Me disponía a abrirlo con rapidez cuando la mano de mi madre me detuvo.
―Espera, no seas impaciente ―rio―. Dejaremos los regalos que nos vayan dando en la mesa del salón y los abriremos más tarde, ¿te parece bien? ―me propuso, sonriendo―. Si no podemos volvernos locas abriendo los paquetes de uno en uno.
―Sí, tienes razón ―asentí, riéndome.
Seth y Brenda acompañaron mi risa.
―Bueno, pasad, no os quedéis en la puerta ―les instó mi madre, apartándose para que entrasen.
―Guau, menuda fiesta, ¿no? ―alabó el quileute mientras pasaban, echando un vistazo a su alrededor―. Qué bien os lo montáis. Hey, qué pasa, tío ―le saludó a Jake acto seguido.
―Qué hay ―le correspondió mi chico, que ya estaba de pie.
Ambos chocaron los puños a modo de saludo.
Cerré la puerta, dejé mi regalo en la mesa de cristal y corrí al lado de Jacob. Mi madre tampoco tardó en ir junto a papá, que se encontraba con mi chico y Jasper.
Alice dejó su pose y se acercó a nosotros con celeridad.
―Me alegro de que hayáis venido ―les dijo a Seth y Brenda―. Habéis tardado un poco, pero, en fin, sois los primeros ―se la tiró.
―Os traduzco ―intervino mi padre, mostrando una mueca a modo de sonrisa―. Es justo al revés. Eso quiere decir: sois los primeros, pero, ¿por qué habéis tardado tanto?
―Gracias por tus servicios, Edward ―ironizó mi tía, entrecerrando sus ojos dorados para simular una cara de odio.
―Siempre tuyo ―contestó él, poniendo su mano detrás para hacerle una reverencia.
―Es que he salido un poco tarde de clase ―se excusó Brenda.
―Ah, claro ―cayó Alice―. Se me había olvidado que estás estudiando para peluquera. ¿Así que has tenido clase hoy?
―Sí. Bueno, en realidad, hoy hemos tenido prácticas, por eso he tardado más de la cuenta ―explicó mi amiga.
Esme llegó enseguida, acompañada y ayudada por Carlisle, que portaba la bandeja de tentempiés.
―¿Cómo estáis? ―saludó ella por los dos.
―Bien, muy bien ―sonrió Seth―. Ah, guay, comida ―y, en menos que canta un gallo, se metió uno en la boca.
Jacob hizo lo mismo ipso facto, claro.
―Coge uno tú también, Brenda ―le ofreció Carlisle.
―Gracias ―sonrió ella, haciéndolo.
―¿Cómo no habéis hecho la fiesta en el jardín de casa? ―le preguntó Seth a Jake.
―Todo se reduce a los tacones de Alice y la Barbie, ya sabes ―le respondió mi chico con cierto aire jocoso.
―Te estoy oyendo, chucho ―le replicó Rosalie desde esa barra doméstica.
Jacob le lanzó un beso y Rose puso una mueca de asco.
―Ja, ja, lobo, muy gracioso ―intervino Alice, dedicándole una mueca. Jake se rio―. Lo cierto es que va a llover, así que lo mejor era hacerla en un sitio cubierto, y dado que esa casa es bastante pequeña, decidimos que era mejor hacerla aquí.
―¿Decidimos? ―Jacob alzó las cejas mientras sostenía media sonrisa, mirándola con incredulidad.
―Oh, si me disculpáis, tengo que cambiar de CD ―se libró ella, echando a correr hacia su puesto.
―Traduzco otra vez ―dijo mi padre con la misma cara de antes, aunque en esta ocasión hablando con un cuchicheo―. Eso quiere decir: será mejor que me vaya rápido de aquí.
―Tendrá cara ―me reí.
―Yo también te oigo, hermanito ―le advirtió Alice, que ya estaba cambiando de canción.
Y papá se giró para dedicarle otra reverencia.
El timbre volvió a sonar y mamá y yo nos miramos.
―Abre tú ―me dijo―. Casi todos los invitados vienen de tu parte.
―Vale, abriré yo ―acepté, caminando hacia la puerta.
Cuando abrí, Ryam, Helen y las gemelas esperaban en el umbral. Estas últimas estaban acabando de toser.
―Felicidades ―me felicitaron los cuatro a la vez, sonriéndome.
―Gracias ―les sonreí, y les di un abrazo a todos, aunque más especialmente a las gemelas, porque las veía de pascuas en ramos y habían venido hoy para la ocasión.
―Toma, esto es para ti, y esto otro para tu… prima ―corrigió Helen a tiempo, ofreciéndome otros dos paquetes.
―Nosotras también… ―Alison se vio interrumpida por otra tos― os hemos traído algo ―terminó de declarar cuando la tos cedió, entregándome otros dos regalos.
Estos cuatro paquetes eran más pequeños que los anteriores, por lo que deduje que se trataba de alguna pulsera, pendientes o algo por el estilo. El papel de regalo que los envolvía también era muy bonito. El de Ryam y Helen se trataba de un dibujo abstracto en diferentes tonos azules que se mezclaban con rayas plateadas, y el de las gemelas lucía unas rosas de color pastel. En vez de lazos de tela, el adorno terminaba con unas cintas enroscadas a juego con la tonalidad del envoltorio.
―Muchas gracias ―sonreí de nuevo, cogiéndolos todos―. Los voy a dejar en la mesa y mi prima y yo los abriremos más tarde, con el resto de regalos, ¿vale? Pero, pasad, pasad ―les insté, dejándoles sitio en la puerta.
Mis amigos pasaron y yo la cerré. Jennifer se vio atacada por otra insistente tos que ya hizo que llamara mi atención un poco más.
―¿Pero qué os pasa? ―me reí―. No hacéis más que toser.
―No veas la epidemia de gripe que hay en Vancouver ―habló Alison, ya que su hermana todavía no había parado de toser―. Y, encima, dicen que es un virus muy fuerte y resistente.
―Sí, y viene acompañada de tos ―pudo decir Jennifer, aunque enseguida volvió a toser.
―Si estabais enfermas, no teníais por qué haber venido ―les dije, preocupada y sintiéndome algo culpable, ya que les había insistido tanto en que viniesen…―. Si os sentíais mal, teníais que habérmelo dicho, no pasaba nada.
―¿Qué dices? ¿Y perdernos tu fiesta? ―sonrió Alison.
―Además, ya estamos mejor ―completó Jennifer, que por fin controló su tos―. Ya pasamos lo peor, estamos en la fase final de la gripe y ya no tenemos fiebre.
Fruncí los labios y las miré con un poco de incredulidad, porque esas toses que tenían todo el tiempo no parecían decir que ya estuviesen mucho mejor.
Llegamos a donde estaba el resto y me puse al lado de Jacob y de mi madre. Brenda, Ryam y Helen ya estaban más acostumbrados, pero Jennifer y Alison no dejaban de sorprenderse cada vez que veían a mi familia de cerca. Me hacía gracia, porque con mi padre se quedaban embelesadas. Si ellas supieran que ese chico tan guapo en realidad era mi padre…
―Mira, Bella, te han traído esto a ti ―le mostré mientras los demás ya se saludaban.
Qué raro me sonaba llamar a mi madre por su nombre.
―¿Esto es para mí? ―se sorprendió, mirando a mis amigos.
―Sí, toma ―y le pasé sus regalos.
―Vaya, no teníais que haberos molestado ―les sonrió―. Gracias.
―No hay de qué ―le contestó Brenda, ya que las gemelas ahora tosían al unísono.
―Ya les dije que los abriríamos más tarde ―le revelé a mamá.
―Pues, trae, voy a llevarlos a la mesa ―me cogió los míos, dedicándoles otra sonrisa, y se alejó hacia allí.
―Tomad un tentempié ―les ofreció Esme, y Carlisle subió la bandeja para que lo hicieran.
―Gracias ―agradeció Ryam, cogiendo uno.
Brenda y las gemelas, que tosían a cada poco, también se animaron, y cómo no, Jacob y Seth cogieron su enésimo canapé.
―Veo que os ha afectado la gripe que está azotando Vancouver ―se percató Carlisle, dirigiéndose a Jennifer y Alison.
―Sí ―asintió Alison.
Mamá regresó y se colocó junto a mi padre y yo.
―He oído que el virus es extremadamente fuerte y resistente, tanto, que incluso viene acompañado de esa molesta e insistente tos ―manifestó mi abuelo. Las gemelas lo corroboraban con sus tosidos―. Nessie, ¿recuerdas todos los síntomas de la gripe?
―Carlisle, no me harás un examen ahora, ¿no? ―protesté―. Estoy en mi cumpleaños.
―Cariño, haz el favor ―me defendió Esme.
―Oh, sí, perdona ―se disculpó. Luego, carraspeó y se dirigió de nuevo a las gemelas―. Os prepararé algo para esa gripe, ya veréis qué bien os sienta ―se ofreció, pasándole la bandeja a Esme.
Y se encaminó hacia la cocina.
―Gracias, eres muy amable ―sonrió Alison, contestando por las dos, porque su hermana no dejaba de toser.
―Espera, voy a preparar más canapés ―dijo mi abuela, siguiéndole con esa bandeja que ya había sido saqueada por los dos quileute.
El timbre volvió a sonar. Y volvió a sonar muchas más veces, hasta que el salón se llenó de todos los invitados. Un montón de altos metamorfos y otro más de chicas quileute invadieron la estancia, dándole más ambiente a la fiesta.
Esme se afanaba en sacar comida, ayudada en todo momento por Carlisle, Alice seguía pinchando música y Emmett agitaba la coctelera sin parar, con su Rosalie como camarera.
No escapó a mis ojos esas sonrisillas de las gemelas cuando vieron entrar a Isaac y Shubael, y tampoco tardaron mucho en aceptar su invitación para irse a tomar un cóctel. Así que el grupo en el que ahora estábamos Jacob y yo teníamos libertad para hablar.
―Bueno, ¿y cuántos cumples? ―me preguntó Helen―. ¿Un siglo? ¿Dos? ―se burló.
―Doce años ―le revelé.
Mi amiga pestañeó varias veces.
―No sé qué es peor ―rio.
―Vaya, estás casado con una menor ―se mofó Ryam.
―Sí, claro ―respondió mi chico con ironía.
―Hmmm… ―Embry exageró su tono para fingir que estaba pensando―, las leyes de nuestra tribu prohíben casarse con menores. Ahora que lo pienso, puede que vuestro matrimonio no sea válido ―afirmó.
Mi mano apretó la de Jacob automáticamente.
―¿Qué dices? ―murmuré, un tanto preocupada―. Aunque tenga doce años, no soy menor.
―Pasa de él, te está tomando el pelo ―me desveló Jake, mirando a Embry con cara de no muy buenas pulgas por haberme asustado un poco.
El metamorfo se echó a reír y yo le fulminé con la mirada.
―A veces eres muy inocente, Nessie ―rio Mercedes.
Sí, ya, claro.
―¿Qué os parece si tomamos un cóctel? ―les propuse para cambiar de tema.
―Bueno, vale ―aceptó Embry.
―Sí, vamos ―le siguió Helen.
Los seis nos encaminamos hacia la barra casera. Mientras caminábamos entre esos cuerpos enormes de los chicos de la manada, eché un vistazo a mi fiesta. Mis padres tenían una amena y divertida conversación con Ezequiel, Teresa, Charlie y Sue. Justo al lado de estos se encontraban Quil, Claire, Sarah, Canaan, Daniel y Martha. La pequeña Claire ya no era tan pequeña, ahora tenía catorce años, y se notaba a leguas que estaba loca por Quil, aunque este todavía no había pasado esa fase de hermano mayor, aún la veía como una niña. Siempre se podía ver cómo ella se esforzaba en aparentar más edad, arreglándose con looks más adultos, y cómo él siempre andaba detrás, espantándole todos esos buitres más mayores a los que no les importaba que aún fuera una niña, sino más bien todo lo contrario. Claire era muy bonita, sin embargo, no lograba captar la atención que quería de Quil, que todavía estaba muy centrado en esa protección y cuidado fraternal. Me daba un poco de penita de ella, pero si tenía paciencia, dentro de tres o cuatro años tendría a otro Quil diferente a sus pies. Por suerte, yo no había tenido que pasar por eso, había crecido tan rápido…
Llegamos a la barra, donde no solo se encontraban las gemelas, Shubael e Isaac, también estaban Paul y Rachel, si bien se encontraban en la otra esquina. Nos unimos a estos últimos, para no molestar a los otros.
―¿Qué tal? ¿Lo estáis pasando bien? ―les pregunté nada más llegar.
―Sí. Esta fiesta es genial ―respondió Paul con una amplia sonrisa.
―¿Qué tal los críos? ―les preguntó Jacob―. ¿Dónde les habéis dejado?
―Con papá ―le respondió Rachel.
―Pobre viejo ―se burló Jacob.
―A ver cuándo os animáis vosotros ―nos la tiró mi cuñado.
Jake y yo nos miramos un poco sorprendidos por su insinuación, aunque también con cierta resignación.
―No tenemos prisa ―le contestó él.
―Bueno, ¿qué os pongo? ―quiso saber Rosalie, que llegó justo de servir otro cóctel.
―Tres cócteles de fresa y tres de piña ―le pedí.
―¡Marchando! ―exclamó Emmett desde atrás, ya empezando a echar los ingredientes en la coctelera.
De pronto, el timbre volvió a sonar. Me extrañó, porque ya no esperábamos a ningún invitado más.
―¿Quién será? ―inquirió Jacob, también con extrañeza.
―No sé, voy a abrir ―dije, comenzando a caminar hacia la puerta.
Atravesé el salón con celeridad, mirando a mi madre, que se encogió de hombros, y llegué a mi meta.
Entonces, cuando abrí la puerta, mis ojos se abrieron como platos.

9 comentarios:

  1. ¡Hola a todos! Soy JACOB&NESSIE ^^

    MUCHISIMAS GRACIAS POR SEGUIR AHI!!! YA SABÉIS LO FELIZ QUE ME HACÉIS, Y MIENTRAS ESTEIS AQUI, YO TAMBIÉN SEGUIRÉ!!! =)

    Ahora me voy a la playita, que para un día bueno que hace aquí en Asturias xDD

    Lametones para todos!!!

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  2. Hola!!! Me encanta tu historia y el capitulo esta genial!! Ya quiero ver lo que pasa cuando llega Renée =).
    Besos.

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  3. muy buen capitulo...la fiesta...la me jor...hum..llego renee...ya veremos lo que pasa...jaja el martes el proximo...salu2

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  4. Buen capitulo, ...a ver que tal se pone con renee.....jacob&nessie ojala que te la pases bien y relajada en la playa...saludos a todos
    elsa

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  5. Muy lindo el capitulo.. pero.... me parece q el dia de cumpleaños de nessie no seria un 11 de septiembre,.. porq bella se caso un mes antes de su cumpleaños (se casa en agosto, y su cumple es 13 de septiembre), y ella queda embarazada en la luna de miel.. y es un embarazo muy rapido por lo q no dura nueve meses, y aunq durara eso nessie naceria en mayo o abril... no es cierta mi suposicion..???

    Leonella, Argentina.

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  6. PERDOON...! Me quede pensando en esooo... y puede ser.. el embarazo durase casi un mes... sii quedariia justo.. jajja perdoon...!

    Leonella, argentina.

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  7. Hola a todos!!! Soy JACOB&NESSIE ^^

    Leonella, Nessie nace justo 3 días antes del cumpleaños de Bella, que es el 13 de septiembre, como tú muy bien dijiste, así que Nessie nace un 10 de septiembre. El embarazo no fue un embarazo normal, duró como 1 mes o así ^^ . Recuerda que Bella está inconsciente 3 días después del parto, y se despierta el día de su cumple, que es cuando van a ver la cabaña y todo eso ;) Espero haberte aclarado algo ^^

    Lametones para todooooooos!!!!! Y gracias por seguir ahí!!!!

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  8. TAMARA!!!!
    ME ENCANTA TU NOVELA!! no puedo esperar al siguiente capitulo, muero por leerlo<3 me he quedado sin leer desde ayer que termine esta, creo que solo me duro menos de 1 semana, pero me encanta!! me volvere a leer Despertar y nuevamente Nueva Era para estar entretenida jajajaja
    Muchas felicidades por tu trabajo!!!!!
    atte: tu fan Isabeu Galan

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  9. jajjajajaa me encata que bien esta fiesta por el cumple de nessie .....y llego rene wuauu que pasara ...el siguiente va ha estar super...:)

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