EDITADO A 13/10/2019. HE AÑADIDO EL CAPÍTULO "HARLEY DAVIDSON", UN PARÉNTESIS QUE HICE SOLO PARA LOS FOROS. COMO EXPLICO MÁS ABAJO, LO HE AÑADIDO POR CUMPLIRSE 10 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE DESPERTAR, COMO UN REGALO A LAS FANS 😉
ATENCION: +18, AVISO
YA SABÉIS QUE NO SUELO SER MUY EXPLICITA, PERO AVISO POR SI ACASO, ¿VALE? ;)
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NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").
Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏
CAPITULOS:
PARTE DOS: NUEVA ERA
RENESMEE:
77. ACAMPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-77-acampada.html
78. EL LAGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-78-el-lago.html
79. EN MEDIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-79-en-medio.html
80. LICÁNTROPO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-80-licantropo.html
81: DECISIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-81-decision.html
HARLEY DAVIDSON
(PARÉNTESIS. SOLO
PARA EL FIC) [1]
Seguía siendo septiembre,
solamente quedaban dos días para mi cumpleaños, y cuatro para el de mi madre,
pero para estar en este mes y ser la península de Olympic hacía un calor
horrible.
Este era el segundo libro
que me devoraba hoy. Terminé de leer el último párrafo, cerré las tapas con un
golpe seco, lo posé sobre mis pantorrillas y alcé mis brazos para estirarme.
Miré el reloj. Jake llevaba
cerca de una hora en el garaje, limpiando su Harley Davidson. Torcí el gesto.
¿Es que no se cansaba nunca de esa moto? Además, esta mañana ya habíamos salido
para rodarla un poco. Iba a empezar a ponerme celosa de verdad de esa Harley.
Me reí para mis adentros de
mi propia broma, cosa absurda, por otra parte, y me levanté del sillón. Dejé el
libro sobre el ladrillo de la chimenea y me sacudí la falda. Esta en cuestión
debería quedarse un poco más arriba de mis rodillas, pero la tela azul de esos
dichosos pliegues se arrugaba enseguida y la prenda quedaba más alzada de lo
que debería. Resoplé. La estiré como pude, pero poco conseguí. En fin, estaba
en casa y no tenía pensado ir a ninguna parte, así que tampoco importaba tanto.
Me di la vuelta y salí del
saloncito para dirigirme a la puerta de salida. Si Mahoma no va a la montaña,
la montaña irá a Mahoma, así que decidí ir yo misma a buscar a Jacob al garaje.
Lo sacaría de allí a rastras, si hacía falta.
Salí de casa y me dirigí al
garaje dando un pausado paseo por el jardín. El cielo ya había sido invadido
por unos nubarrones muy oscuros y en el horizonte del océano podían escucharse
los truenos de la tormenta que ya estaba en ciernes. Los rayos relampagueaban
no muy lejos, dándole fuertes latigazos al mar, y las gaviotas chillaban y
volaban nerviosas, buscando dónde refugiarse. Unas gotas enormes ya se dejaban
caer desde el cielo y comenzaban a mojar el terreno. Mis pies estaban
descalzos, así que podía sentir el frescor de la hierba en las plantas, esta
era tan mullida que parecía que pisaba una confortable y cómoda alfombra. Me
alegré de no haberme calzado, porque gracias a eso podía disfrutar de esta
maravilla. Relajaba y todo.
La puerta del garaje estaba
abierta, como siempre. Cuando pasé al interior, vi lo que estaba haciendo mi
chico. Ya había relimpiado la moto, y ahora le estaba sacando brillo con un
trapo. Menos mal que se percató de mi presencia enseguida y me sonrió.
―¿Ya has terminado de leer
el libro? ―me preguntó, eso sí, sin dejar de frotar ese tubo de escape
brillante.
Como ya dije, hacía mucho
calor, por eso solamente llevaba unos viejos pantalones cortos de color verde
militar y, al igual que yo, iba descalzo. Él estaba más que acostumbrado a no
calzar nada, y hoy hacía un día demasiado bochornoso como para cubrir sus pies.
Su pecho lucía su desnudez y su piel estaba algo humedecida por una casi
imperceptible capa de sudor, las diminutas partículas que lo envolvían casi no
llegaban a ser gotas. Ese afrodisíaco olor era muy tenue, lo justo para que yo
no me volviese loca, aunque no escapaba a mi nariz, por supuesto.
―Sí ―asentí, cogiendo una
pieza de la estantería para acercarme a él disimuladamente, haciendo como que
la miraba―. ¿Y tú? ¿Ya has terminado de limpiar esa dich… la moto? ―corregí a
tiempo.
Jacob no solo se dio cuenta
de la corrección de mi frase, claro, sino que también se fijó en el ligero
torcimiento de morros que tenía. Intenté disimularlo, y casi lo consigo, pero
un sutil gesto era suficiente para él. La sonrisa de Jake se amplió y adoptó un
matiz un tanto presuntuoso, al tiempo que se erguía para dejar de frotar el
metal.
―¿Estás celosa de la moto?
―inquirió, manteniendo esa sonrisa.
―No digas tonterías
―contesté, ladeando el rostro con algo de petulancia.
Aproveché para dejar la
pieza en otra estantería y me crucé de brazos.
―Venga, nena, no tienes por
qué estarlo. Entre ella y yo no hay nada, te lo aseguro, solo admiración
―alegó, haciendo la broma―. Me gustaría que ella y tú os llevaseis bien. Creo
que podríais llegar a ser muy buenas amigas, en serio.
Giré el rostro hacia él,
entrecerré los ojos para simular una cara de odio y volví a virarlo. Jacob se
rio.
Se quedó mirándome,
mordiéndose su sonriente labio inferior, parecía estar planeando algo.
Entonces, tiró el paño a un lado, se fue a cerrar la puerta del garaje, pasando
por delante de mis extrañados ojos, que le seguían de reojo, y se acercó a la
moto de nuevo. Acto seguido, se montó en la Harley. La máquina ya se mantenía
en pie gracias a su fuerte pata metálica, pero él la puso derecha y la sostuvo
fácilmente con sus largas y robustas piernas.
―¿Te gustaría que te
enseñase a manejarla? ―me propuso con una sonrisa mientras sus manos se
apoyaban en el asiento―. Te dejaría llevarla alguna vez.
Eso hizo que mi cara se
volviese súbitamente para mirarle, sorprendida.
―¿Me dejarías llevarla yo
sola?
―Tú sola… ―frunció los
labios, observándome, pensativo.
―Entonces no pienso ser
amiga de esa moto. Jamás ―aseguré, siguiendo con su broma.
Y ladeé mi rostro de nuevo.
―Bueno, vale ―accedió
finalmente. Mi cara se volvió hacia él otra vez, sonriente―. Pero solo cuando
estés muy preparada. Estas motos pesan un quintal y son difíciles de manejar.
―Yo puedo con esta moto
perfectamente ―afirmé―. ¿Quieres que hagamos la prueba? Puedo levantarla ―y
solté mis brazos para dirigirme a los bajos de la máquina.
―No, deja ―me paró, bajando
los suyos para que no siguiera―. No hace falta, te creo ―sonrió con una mueca.
Solté una risilla.
La lluvia comenzó a
repiquetear con fuerza sobre las planchas de chapa del tejado, creándose un
soniquete continuo, aunque también se podía escuchar cómo azotaba la hierba del
jardín, tras la puerta cerrada.
Jacob dio unas palmaditas
sobre la parte delantera del asiento para que yo me sentase ahí, mostrándome
esa seductora sonrisa torcida, y así lo hice. Pasé la pierna sobre el cuero
negro y me subí a la Harley Davidson, justo delante de él.
Noté cómo su pecho se
arrimaba a mí y el vello ya se me puso de punta, porque podía sentir la humedad
caliente de su piel en la parte desnuda que mi camiseta de tirantes blanca
dejaba en mi espalda. Mi pelo estaba recogido en una coleta baja, pero la poca
parte que quedaba al descubierto y que le sentía era suficiente para que me
estremeciera. Mis mariposas se pusieron a volar como locas, electrizando mi
estómago con entusiasmo, y mi ritmo cardíaco ya empezó a acelerarse.
Jacob percibió mi reacción
y se acomodó aún más cerca, provocándome. Mi sien estaba muy arrimada a su
mejilla, y si giraba mi cara, su humedecido cuello quedaba a la altura de mi
boca. La energía ya comenzó a fluir, atrayéndonos, y empecé a oler su efluvio
con más intensidad al tenerle tan cerca…
Giró su rostro un poco
hacia mí. Este también estaba algo húmedo.
―Bueno, los mandos son como
en el resto de las motos ―empezó a explicarme, hablándome con un suave susurro
que rozaba mi oreja y que ya me hizo hiperventilar como una tonta.
Ese afrodisíaco olor que
antes conseguía dominar, ahora se introducía por mi nariz con ganas. Mi cuerpo
empezó a reaccionar, despertándose todos mis instintos primarios.
―¿Y cómo era? ―conseguí
musitar, jugueteando.
El labio de mi marido se
volvió a curvar hacia arriba. Sí, estaba claro que lo que quería era seducirme
con la excusa de la Harley. Y lo estaba consiguiendo.
Sin despegar su mejilla de
mi sien, subió sus manos y las llevó hasta mis brazos. Con mucha suavidad, los
acarició con sus sedosas palmas, poniéndome todo el vello de punta, hasta que
llegó a mis dedos. Los entrelazó con los suyos por el dorso de mis manos y alzó
mis brazos. Cuando se inclinó sobre mí para llevármelos al manillar y le noté
tan pegado a mi cuerpo, no pude evitar que mi boca empezase a respirar con
estimulados jadeos. No podía estar más excitada, ya notaba el ardor en todo mi
bajo vientre. No sé qué era; bueno, sí, era él, su maravilloso olor, la
postura, la energía, el morbo que me producía la moto, la cual tenía entre mis
piernas, usurpando su lugar, todo. Jacob pareció encenderse por mi reacción y
su boca también comenzó a exhalar con más agitación. Podía sentir los fuertes
latidos de su corazón en mi espalda, palpitando con rapidez.
Sus manos rodearon a las
mías para que mis dedos llegasen a las palancas del manillar.
―Esto era el freno ―empezó
a susurrarme de nuevo en el oído mientras me hacía doblar los dedos. Todos sus
susurros me hacían hiperventilar―, esto el embrague y esto el acelerador.
No pude evitarlo. Giré mi
rostro hacia el suyo, dejando que nuestros ansiosos labios se rozasen, me pegué
más a él y comencé a friccionarme ligeramente contra su cuerpazo húmedo, sin
que ninguno de los dos soltase el manillar. Los dos empezamos a jadear en
nuestras bocas, su abrasador aliento ya me estaba comiendo. Empecé a sentir la
urgente necesidad de que me arrancase la ropa interior y me tomase así mismo,
tal y como estábamos, como un lobo salvaje...
Su mano izquierda soltó la
mía y bajó para rodear mi cintura, instándome a reclinarme con él. Así lo hice,
sus deseos eran órdenes para mí. Solté el manillar, su mano se movió hacia mi
estómago para ayudarme y los dos nos pusimos derechos de nuevo mientras
nuestros labios se rozaban sin parar y nuestras bocas espiraban con agitación.
Un trueno estalló afuera y,
con él, todo lo demás.
Sus labios se unieron del
todo a los míos y comenzamos a entrelazarlos despacio, a conciencia, si bien
respirábamos con auténtico fervor. Mis mariposas aleteaban, frenéticas. Su mano
derecha me quitó la goma del pelo lentamente, dejando que esta se deslizara con
delicadeza por lo que todavía era mi coleta, y me soltó el cabello, ayudando
con sus dedos, que acariciaron mi nuca para que los rizos de mi melena se
distribuyeran bien por mi espalda. Después, me colocó el cabello a un lado,
rozando mi estremecida piel con sus sedosos y calientes dedos, y despejó la
parte lateral izquierda de mi cuello.
Ya llevaba un rato
hiperventilando en su boca, pero cuando soltó la mía y acercó sus gruesos y
ardientes labios a mi cuello para besarlo, jadeé con más intensidad. Mi cabeza
se ladeó un poco para que él pudiese deslizarlos mejor y mi mano se asió a su
pelo con gran entusiasmo. Recorrió todo ese lado de mi cuello suavemente, susurrándome
en la piel, excitándome el triple. Subió su boca, pasando por la línea lateral
de mi mandíbula, y llegó al lóbulo de mi oreja. Me estremecí aún más y me froté
con él de nuevo, aunque esta vez con más ardor. Sus jadeos también aumentaron y
la mano que había acomodado mi cabello se fue a mi abdomen para ayudarme en mis
movimientos.
El ruido de la tormenta no
cesaba, y nuestro fuego tampoco.
Dejé de friccionarme cuando
su abrasadora boca regresó a la mía y ambas se movieron con pasión, fundiéndose
en una sola. Sus manos reptaron a ambos lados y comenzaron a arrastrarse
lentamente por mi falda, buscando mis pantorrillas. Enseguida encontraron el
final de la prenda y sus ardientes palmas invirtieron su movimiento para
acariciar mis muslos, alzando la tela a su paso. Los acarició con avidez,
aunque con calma, estremeciéndome de punta a punta. Nuestros bronquios no daban
abasto, como la lluvia de fuera. Esas tórridas caricias casi me hicieron
palpitar cuando se desplazaron al interior de mis muslos, pero cuando su mano
derecha ascendió un poco y se coló por mi ropa interior para tantearme, ya fue
inevitable.
Los jadeos que antes mi
boca exhalaba en la suya se convirtieron en suaves gemidos y mi mano enganchó
su pelo con más fuerza mientras mis piernas se abrían más y mi pelvis buscaba
sus movimientos con frenesí, presa del placer que mi bajo vientre ya sentía.
Eso le excitó muchísimo y él jadeó más alto. Su rostro cambió de sitio para
esperarme al otro lado al tiempo que su mano izquierda dejaba el interior de mi
muslo. Mi cabeza ya se estaba volteando, buscando sus labios con ansia, pero él
amarró mi cabello en un puño y me la terminó de girar para que nuestras bocas
se pegasen de nuevo y no se separasen nunca. Entonces su tanteo inicial por fin
pasó a mayores. Todo eso me volvió loca. Él ya lo introducía, frotándome al
mismo tiempo justo ahí donde me tenía que frotar, pero yo empujaba más fuerte
para que su dedo llegase más a fondo.
―Jake… ―susurré con fervor.
―Nessie… ―jadeó en mis
labios, muy excitado.
Sí, le deseaba, le deseaba…
Quería que susurrase mi nombre con placer y deseo, una y otra vez. Pero esto no
me llenaba como yo quería, necesitaba más, y solo él lo tenía.
Le cogí la muñeca y saqué
su mano de mi ropa interior. Me despegué de su espalda al mismo tiempo que él
soltaba mi pelo para dejarme ir, y me bajé de la Harley rápidamente. Aunque no
por mucho tiempo. Me quité la ropa interior con velocidad mientras los dos nos
clavábamos esas miradas hambrientas llenas de deseo, la suya también me
reclamaba con urgencia, y me subí de nuevo a la moto, esta vez sentándome
frente a él.
Sus grandes manos no
tardaron nada en abarcar mi espalda y mi cintura, pero las mías también fueron
hábiles y se apresuraron a lanzarse al cierre de su pantalón, que ya estaba más
que hinchado. Me empujó contra él y nuestras bocas se ensamblaron
automáticamente, entre fuertes y alocados jadeos. Él estaba ansioso, como yo, y
su maravilloso e intenso efluvio, más la alocada energía que seguía fluyendo a
nuestro alrededor, me hacían perder la cordura totalmente. Su tórrida lengua se
abrió paso para jugar y la mía la recibió con ganas, espirando a todo lo que
daban nuestros bronquios al tiempo que sus ardientes manos se metían bajo mi
camiseta para acariciar mi espalda con frenesí, cosa que me estremeció aún más.
Los truenos y la lluvia ya
apenas tenían presencia en mis oídos, pues solamente podía sentir a Jacob, su
ardor, su pasión salvaje…
Tenía demasiada prisa,
demasiada, ya no aguantaba más. Necesitaba tenerle dentro de mí ya, ahora. Mis
manos no se entretuvieron más con ese dichoso botón, tiraron con fuerza y
abrieron el cierre de un solo movimiento, rompiéndolo. La destrozada cremallera
ya estaba abierta del todo, pero terminé rasgando los pantalones otra vez, con
otro tirón, para que éste se abriera aún más y esa zona quedase totalmente al
descubierto, dejando sus caderas libres. Y lo que apareció era justo lo que yo
buscaba y ansiaba.
Sin perder más tiempo,
llevé mis brazos a su cuello y me senté sobre él, dejando que el centro de mi
deseo enseguida tomara lo que ansiaba, por fin, por fin... Nuestras lenguas
descansaron cuando ambos gemimos, manteniendo nuestros labios más que unidos, y
una de mis manos pasó a aferrarse a su corto pelo azabache. Sus manos volaron
para meterse bajo mi falda y sus dedos se clavaron en mi espalda más baja para
apretarme más contra él, con un movimiento enérgico y ávido. Volví a gemir al
notarle tan dentro de mí, ya no podíamos estar más juntos, y quería estar así
para siempre, para siempre... Él también gimió. La abrasadora exhalación de su
gemido sordo fue impetuosa y logró introducirse por mi garganta, caldeándome
todavía más.
Cómo le deseaba, cómo le
ansiaba. Le ansiaba con todas mis fuerzas, y le amaba con toda mi alma, con
todo mi ser, cada célula de mi cuerpo le amaba hasta la locura, era
indescriptible. No era su afrodisíaco sudor, ni la moto, ni ninguna otra cosa.
Era él, solo él. Jacob, Jacob, Jacob, eternamente Jacob. Él me llevaba a la
locura, hasta el punto de no poder controlarme. No había palabras que pudieran
describir todo lo que sentía por él. Y con él.
No aguantaba más. Comencé a
moverme sobre Jacob, haciendo que toda su virilidad se deslizase dentro de mí,
una y otra vez. Esto sí me llenaba, me llenaba… El placer que sentía era
inmenso, barría mi interior con fuerza. Los dos jadeábamos en voz alta, rozando
nuestros labios sin parar, clavándonos esa mirada de fuego el uno al otro, y
sus ávidas manos ayudaban a mi cuerpo a moverse, empujándome hacia él.
Mi amor, mi amor, mi amor…
Eso era lo único que mi mente podía pensar en estos momentos. En todo lo que le
amaba, en lo locamente enamorada que estaba de él, en todo lo que le deseaba,
en todo ese placer que solo él era capaz de hacerme sentir.
Llevé mis manos a sus
hombros y me separé un poco de él para deslizarme con más fuerza. Él también
pasó a empujar, pero la que tenía el control era yo. Mi placer aumentó con ese
roce impetuoso y poderoso, tanto, que el primer orgasmo físico llegó al
instante, obligándome a gemir más alto. Todo palpitó intensamente, barriéndome
entera, haciéndome bajar los párpados y perder la razón por un instante.
Mi orgasmo y mis embestidas
le volvieron loco a él también, aunque se contuvo para seguir un poco más.
―Nessie… ―jadeó con furor.
Sí, no dejes de pronunciar
mi nombre, pronúncialo, mi amor… Alcé los párpados para mirarle y continué
moviéndome sobre él del mismo modo, todavía quedaba mucho por saciar.
Sus manos dejaron mi
espalda más baja y subieron a la parte superior de mi camiseta. La agarró por
arriba y, con un movimiento enérgico y arrebatador, la rasgó de arriba abajo,
destrozándola de dos tirones. El sujetador no duró mucho más. Lo rompió por la
parte delantera y lo abrió, dejando todo mi pecho al descubierto. Le encantaba
ver cómo me contorneaba y mis excitados senos seguían esa danza rítmica. Mi
camiseta seguía puesta, así como mi roto sujetador, que quedaba colgando a
ambos lados, pero él llevó sus manos a mi estremecido pecho y comenzó a
acariciarme con hambre. Eso me excitaba muchísimo y mis fuertes jadeos
aumentaron de intensidad. Arqueé mi espalda hacia atrás, estirando mis brazos
completamente y cerré los ojos, dejándome hacer, dejándome llevar del todo.
Mi largo cabello rozaba mi
espalda mientras mi cuerpo se movía sobre el suyo. Sus prodigiosas manos se
deslizaban por mi vientre, por mi abdomen, y subían a mis senos, donde sus
dedos los excitaban todavía más. Solo ellos sabían hacer eso. Mi cuerpo
palpitaba continuamente, no llegaban a ser orgasmos, pero estaban muy cerca.
Subió los dedos de una mano por mi garganta y los condujo hasta mi boca, donde
introdujo uno para que lo chupara. Enderecé mi espalda y le miré con ojos
hambrientos mientras lo hacía y continuaba deslizándome con fervor. Sus ojos de
fuego me reclamaron con urgencia.
Sacó el dedo de mi boca y,
con rapidez, me empujó hacia él, haciendo que mi torso y el suyo se fundieran y
nuestros labios se unieran para rozarse, intercambiándose esos agitadísimos
alientos. Me vi obligada a parar, pero continuábamos unidos, y solo sentirle
dentro de mí seguía haciéndome palpitar.
―Que quowle… ―me susurró en
la boca con fervor.
―Jake… ―conseguí jadear,
porque me derretía sin remedio―. Que quowle…
―Dímelo otra vez, nena… ―me
pidió con otro estimulado susurro que ya besaba mis labios.
Jadeé con entusiasmo. Mis
manos se fueron a su pelo para amarrarlo con fuerza.
―Que quowle… ―repetí, muy
encendida.
―Nessie… ―jadeó.
La energía que nos rodeaba
volaba con fuerza a nuestro alrededor, y apenas podía sentir la tormenta que se
abatía afuera.
Su ardiente piel estaba más
húmeda, y la mía ya comenzaba a estarlo. Su intenso olor me volvía loca, él me
volvía loca. Sus calientes labios, sus tórridas y suaves manos, su abrasador y
agitado aliento, sus fuertes brazos, su mirada de fuego… Mis manos lo soltaron
y despejé todo mi torso, dejando caer la camiseta rota y lo que quedaba de mi
sujetador hacia atrás. Envolví su cuello de nuevo y comencé a moverme sobre él
una vez más, haciendo frotar mis senos contra su pecho al tiempo que Jacob se
unía a mis empujes, llevaba sus amplias palmas por toda mi espalda y me alzaba
el cabello. Jadeamos más alto, en nuestros labios, y nos besamos con una pasión
desmedida, entremezclando nuestras lenguas con fogosidad. Él la deslizaba por
la mía y yo la deslizaba por la suya, en total sincronización y armonía. Nuestra
complicidad siempre se hacía evidente.
Bajé mis manos y pasé a
acariciar su impresionante torso. Me recreé en esos músculos perfectos y
fuertes, en esa piel ardiente, húmeda y que olía tan bien, mientras seguía
moviéndome sobre él y nuestros labios continuaban besándose con ese afán. Hasta
que Jacob me cogió por las muñecas, las colocó sobre su cuello y me obligó a
parar.
Dejó de besarme, se
desprendió de mí y mi cuerpo se sintió completamente vacío, huérfano, aunque
sabía que sería por muy poco tiempo. Se levantó un poco, agarrándome por mi
espalda más baja, y se incorporó sobre mí, asistiéndome para tumbarme sobre la
moto. El asiento de la Harley no era excesivamente ancho, pero sí lo justo para
que mi cuerpo pudiera quedar tendido sobre el mismo. Reptó por mi pecho con sus
labios y sus manos, parándose en mis senos para recrearse un rato. Eso hizo que
mis jadeos subieran de volumen y que mi torso se moviese para acompañar a su
boca mientras mis manos se afanaban en acariciar su poderosa espalda. Mis piernas
se abrían más, invitándole a volver a entrar en el centro de mi deseo. Su boca
ascendió, besando mi cuello, recorrió la línea de mi mandíbula y finalmente
terminó en mis labios.
Mis llamadas surtieron
efecto. Mi cuerpo volvió a sentirse completo cuando se unió a mí de nuevo; lo
hizo muy despacio, concienzudamente, abriéndose paso con facilidad…
―Jake… ―mis dedos se
hundieron el la piel de su espalda al notarle dentro del todo.
Ambos gemimos en nuestras
bocas con placer, una vez más. Sus largas y robustas piernas sostenían la moto
para que no se cayese a un lado, ayudando a la fuerte pata metálica de la moto,
y comenzó a moverse dentro de mí con vehemencia, sujetando el manillar con sus
manos. Si hubiera sido otra moto, desde luego no hubiera resistido semejantes
embistes.
Los dos rozábamos los
labios para jadear en voz alta, sin dejar de clavarnos la mirada, y mis dedos
escalaron por su cuello para terminar asiéndose a su cabello. El cuadro de
mandos me hacía daño en la nuca, pero no me importaba en absoluto, porque lo
único que podía sentir era ese enorme placer que me invadía a cada instante,
esa energía frenética, ese aliento que se agitaba en mis labios, solo podía
sentirle a él, deslizándose entre mis piernas una y otra vez, frotando el punto
de unión de estas a la vez que bombeaba con esa impetuosa fuerza que rozaba el
fondo de mi bajo vientre con golpes espasmódicos y bravíos.
Dios mío… Mi amor, mi amor…
Ese ardiente y dulce dolor
me invadía a cada instante, uniéndose a las palpitaciones que nacían de ese
punto de unión y que ya comenzaban a tomar todo mi ser.
Bajé mis manos por su ancha
y portentosa espalda y conseguí llegar al final de esta, bajándole los
pantalones un poco más. Clavé mis dedos con avidez para que no se detuviera
jamás.
―Mi amor…, no pares… ―le
supliqué entre esos fuertes jadeos que ya se parecían más a gemidos.
―Nessie… ―jadeó él.
Sus labios volvieron a
besarme con excitación. Mi sedienta boca le correspondió y llevé mis manos de
regreso a su pelo para que tampoco dejase de besarme nunca. Rodeé su cintura
con mis piernas y le ayudé a empujar aún más fuerte al tiempo que toda la piel
de su increíble torso se frotaba con la mía, propiciando que nuestros húmedos
efluvios se mezclasen y mis senos ya alcanzasen el cielo.
Todos esos roces, su
frotamiento, ese bombeo impetuoso y poderoso, ese ardor, el sentirle tan dentro
de mí, todo… hizo que ya perdiera la cabeza completamente. Y él también.
El inmenso placer explotó
del todo, acompañando al trueno que sonó fuera, y llegó el éxtasis. Todo mi
cuerpo, todo mi ser, fue barrido por ese clímax que se mezcló con la frenética
energía que nos envolvía, la cual estalló al mismo tiempo. Esta vez el orgasmo
duró mucho más y fue mucho más intenso, increíble y mágico. Y también sentí el
suyo; eso siempre hacía que fuera aún más especial, porque sucedía a la vez que
el mío, porque lo compartíamos todo. Sentí cómo su alma, su espíritu, se unía a
la mía, tomándola al igual que su cuerpo había tomado al mío. Sentí cómo
volaban y bailaban juntas durante un instante maravilloso, indescriptible, que
hizo que ese enorme placer se convirtiera en delirio puro. Siempre era tan
intenso, que mis ojos no podían evitar las lágrimas. Daba igual las veces que
hiciésemos el amor, siempre era indescriptible, espiritual, mágico y
maravilloso.
Ambos gemimos en nuestros
labios, presos de ese enorme delirio, y mis dedos tiraron de su pelo con ansia.
Cuando todos mis espasmos terminaron y el orgasmo de Jacob llegó a su fin, dejó
de moverse dentro de mí.
Nos quedamos quietos, intentando
recuperar el aliento, todavía unidos, mirándonos completamente maravillados y
anonadados.
―Creo que ya soy amiga de
la Harley ―conseguí decir entre mis exhalaciones; y sonreí en sus labios.
Jake sonrió también, espirando
aún con dificultad.
―Hacer el amor en una
Harley Davidson es lo más sexy que hemos hecho nunca, ¿no crees? ―afirmó,
manteniendo la sonrisa y esa agitada respiración.
―Sí ―coincidí, sin dejar de
sonreír ni exhalar.
Pero sabíamos que esto ni
mucho menos había terminado. Su boca no tardó en regresar a la mía para saciar
nuestra interminable sed una vez más, y mis dedos se entremezclaron en su corto
pelo con fervor.
De pronto, Jacob hizo el
amago de desprenderse de mi cuerpo, seguramente para tomarme en brazos. Eso
hizo que soltase su boca con rapidez.
―No… ―imploré con un
susurro que rozó sus labios con furor, clavando mis dedos en su espalda más
baja―. No te separes de mí…
No, no quería separarme de
él jamás. Quería sentirle dentro de mí para siempre…
―Nena… ―susurró con más que
deseo, volviendo a mis labios.
La pasión volvió a hacer
acto de presencia en dos segundos.
Sus manos soltaron el
manillar y se metieron bajo mi espalda. Tiró de mi columna y, sin dejar de
besarnos en ningún momento ni separar nuestros cuerpos, se puso de pie y me
levantó de la moto, sujetándome por el trasero. Yo rodeé su cuello con mis
brazos y seguí comiéndome sus labios. Pasó su pierna por encima del asiento de
cuero y caminó hacia una de las paredes con rapidez y urgencia, dejando sus
pantalones rotos por el camino.
Ese viejo taquillón que
usaba para guardar piezas más o menos medianas tenía su pequeña superficie
llena de diferentes artilugios. Quitó todas esas cosas, arrastrando su brazo
con un bandazo enérgico, y en medio de todo aquel ruido estrepitoso me sentó
sobre la misma para comenzar a hacerme el amor de nuevo.
En dos segundos, la
tormenta estalló otra vez.
(FIN DEL PARÉNTESIS)
[1] N. de la
A. Este paréntesis solo fue escrito inicialmente para los foros donde publicaba
el fanfic, como un regalo hacia las fans de mi saga, quienes me pedían con
fervor un capítulo caliente, pero finalmente he decidido incluirlo en el libro
para celebrar el 10º aniversario de la publicación de Despertar. Ahora todos
mis lectores nuevos, todos aquellos que no lo leyeron por los foros, podrán
disfrutar de este capítulo medio inédito. El capítulo está integrado con el
resto de capítulos del libro, aunque no aporta nada, solamente nos hace soñar…
Espero que os guste.
CUMPLEAÑOS
Hoy era once de septiembre,
el día en que cumplía doce años, aunque seguía aparentando unos veintidós, que
era mi edad física. Lo bueno es que, a ojos de los humanos que no sabían mi
secreto, cumplía veintitrés, así que ahora mi físico concordaba perfectamente
con la edad que se supone que tenía.
Mi tía Alice lo tenía todo
dispuesto. Había adornado la casa, esa en la que yo había crecido, llenándola
de unos sotisficados y modernos farolillos blancos y rojos que colgaban del
techo, hechos de un papel muy fino y elegante. También había distribuido una
serie de luces que le conferían un aspecto más acogedor al salón. Había
apartado los muebles, dejando el sofá y los sillones en un rincón, y había
colocado varios altavoces y amplificadores para poner música.
Emmett se ofreció para
preparar unos cócteles sin alcohol, que, según él, eran muy fáciles de hacer.
Al parecer, en todos esos diferentes viajes que había hecho con Rose al Caribe,
se había fijado en cómo se preparaban y había aprendido a hacerlos. Rosalie le
iba a ayudar a servirlos. Esme se encargaba de los tentempiés y del resto de la
comida, aunque solo fuera para los que nos alimentábamos de comida humana, la
cual iba a tener que ser muy abundante, dados todos los metamorfos que iban a
asistir.
En fin, mi idea era la de
hacer una fiesta más humilde y pequeña, pero cuando se tiene una tía como
Alice, eso es imposible.
Además de mi cumpleaños,
también celebrábamos el de mi madre, que iba a fingir ser mi prima de cara a
las gemelas ―como yo les había dicho en el instituto el primer día que las
conocí y les hablé de mi familia―, ya que ella cumplía treinta y uno y con su
físico de diecinueve no colaba que en realidad fuera mi progenitora. Bueno, y
aunque aparentase la edad que tenía realmente, tampoco, claro. Las gemelas eran
las únicas que no sabían qué tipo de gente les iba a rodear. Si lo supieran…
Mi familia había venido de
Anchorage para la ocasión, aunque iban a quedarse unos días más. Sus estudios
en la universidad ya estaban muy avanzados, más bien, a punto de terminar, y
ahora estaban pensando en mudarse a otro sitio en cuanto acabase este último
curso. Aún no tenían muy claro adónde, pero sí que tenían claro lo de mudarse
de ciudad.
Alice estaba muy nerviosa,
o, mejor dicho, histérica. Todo lo que fuera hacer una fiesta y tener gente en
casa la volvía loca.
―Tardan mucho, ¿no?
―preguntó por enésima vez mientras retorcía los dedos de sus manos.
―Estarán al llegar, no te
preocupes ―dije para calmarle.
―Ya se oye un coche ―advirtió
mamá, agudizando su fino oído.
―Sí, y por el ruido del
motor, parece el de Seth ―afirmó mi padre.
Jacob y yo seguíamos sin
oír nada. Nos encontrábamos sentados en el níveo sofá, esperando
tranquilamente. Sus largos brazos se habían desplegado en cruz, apoyándose en
lo alto del respaldo, y yo me había acurrucado en su cálido costado, dejando
que mis manos disfrutasen de su pecho cubierto, disimuladamente.
―Vaya par de fenómenos ―se
burló él.
Mi madre le sacó la lengua,
haciéndole un mohín.
―Ah, sí ―secundó mi tía.
Por fin pude escuchar un
lejano ruido. Era un motor y, efectivamente, parecía el del Volvo azul
metalizado de Seth. Jacob tardó un poco más en oírlo.
―¡Ya están aquí! ―exclamó
Alice cuando Seth llegaba para aparcar frente a la casa.
Se puso a dar saltitos por
el salón para acercarse a la mesa donde había instalado el equipo de música. No
tardó nada en amenizar el ambiente con uno de los tantos CDs de mi padre.
―Iré sacando los tentempiés
―dijo Esme, dirigiéndose a la cocina con rapidez.
Em ya lo tenía todo
dispuesto sobre el largo tablero a modo de barra que habían instalado en una
pared del salón y Rose estaba junto a él.
Antes de que a Seth y a
Brenda les diese tiempo a salir del vehículo, Alice cruzó el salón como un rayo
y tiró de mi mano para levantarme.
―Venga, venga ―nos azuzó,
empujándonos a mi madre y a mí hacia la puerta―. Es vuestra fiesta, tenéis que
abrir vosotras.
―Vale, vale ―reí.
―Ya vamos ―se unió mi
madre, también riéndose.
Giré mi rostro para mirar a
Jake, el cual me sonrió con esa blanca sonrisa que resaltaba sobre su preciosa
piel cobriza. Casi me daban ganas de darme la vuelta para darle un buen beso.
Mi tía dejó de empujarnos
cuando me volví al frente y mamá y yo nos decidimos a caminar solas, y regresó
a su puesto, posando con una fingida postura casual.
En cuanto el timbre sonó, mi
madre me cedió los honores y yo abrí la puerta.
―Feliz cumpleaños. A las
dos ―nos felicitó Seth con esa amplia y amigable sonrisa de siempre.
―Felicidades ―repitió
Brenda, uniéndose a su sonrisa.
―Gracias ―respondimos mamá
y yo al mismo tiempo, ella con una media sonrisa más reservada y yo sonriendo
abiertamente a la vez que les daba un abrazo.
―Tomad, esto es para
vosotras ―dijo Seth.
Este le entregó un paquete
a mi madre y Brenda me dio otro a mí, aunque ambos regalos eran de parte de los
dos, obviamente. Ambos paquetes eran de un tamaño similar, rectangulares y no
muy grandes, y estaban envueltos con un bonito papel de regalo cuyos dibujos
consistían en unas espirales de color dorado sobre un fondo plateado. Unos
lazos de tela, también dorada, remataba el envoltorio de los regalos.
―¿Qué es? ―quise saber,
alegre.
Me disponía a abrirlo con
rapidez cuando la mano de mi madre me detuvo.
―Espera, no seas impaciente
―rio―. Dejaremos los regalos que nos vayan dando en la mesa del salón y los
abriremos más tarde, ¿te parece bien? ―me propuso, sonriendo―. Si no podemos
volvernos locas abriendo los paquetes de uno en uno.
―Sí, tienes razón ―asentí,
riéndome.
Seth y Brenda acompañaron
mi risa.
―Bueno, pasad, no os
quedéis en la puerta ―les instó mi madre, apartándose para que entrasen.
―Guau, menuda fiesta, ¿no?
―alabó el quileute mientras pasaban, echando un vistazo a su alrededor―. Qué
bien os lo montáis. Hey, qué pasa, tío ―le saludó a Jake acto seguido.
―Qué hay ―le correspondió
mi chico, que ya estaba de pie.
Ambos chocaron los puños a
modo de saludo.
Cerré la puerta, dejé mi
regalo en la mesa de cristal y corrí al lado de Jacob. Mi madre tampoco tardó
en ir junto a papá, que se encontraba con mi chico y Jasper.
Alice dejó su pose y se
acercó a nosotros con celeridad.
―Me alegro de que hayáis
venido ―les dijo a Seth y Brenda―. Habéis tardado un poco, pero, en fin, sois
los primeros ―se la tiró.
―Os traduzco ―intervino mi
padre, mostrando una mueca a modo de sonrisa―. Es justo al revés. Eso quiere
decir: sois los primeros, pero, ¿por qué habéis tardado tanto?
―Gracias por tus servicios,
Edward ―ironizó mi tía, entrecerrando sus ojos dorados para simular una cara de
odio.
―Siempre tuyo ―contestó él,
poniendo su mano detrás para hacerle una reverencia.
―Es que he salido un poco
tarde de clase ―se excusó Brenda.
―Ah, claro ―cayó Alice―. Se
me había olvidado que estás estudiando para peluquera. ¿Así que has tenido
clase hoy?
―Sí. Bueno, en realidad,
hoy hemos tenido prácticas, por eso he tardado más de la cuenta ―explicó mi
amiga.
Esme llegó enseguida,
acompañada y ayudada por Carlisle, que portaba la bandeja de tentempiés.
―¿Cómo estáis? ―saludó ella
por los dos.
―Bien, muy bien ―sonrió
Seth―. Ah, guay, comida ―y, en menos que canta un gallo, se metió uno en la
boca.
Jacob hizo lo mismo ipso
facto, claro.
―Coge uno tú también,
Brenda ―le ofreció Carlisle.
―Gracias ―sonrió ella,
haciéndolo.
―¿Cómo no habéis hecho la
fiesta en el jardín de casa? ―le preguntó Seth a Jake.
―Todo se reduce a los
tacones de Alice y la Barbie, ya sabes ―le respondió mi chico con cierto aire
jocoso.
―Te estoy oyendo, chucho
―le replicó Rosalie desde esa barra doméstica.
Jacob le lanzó un beso y
Rose puso una mueca de asco.
―Ja, ja, lobo, muy gracioso
―intervino Alice, dedicándole una mueca. Jake se rio―. Lo cierto es que va a
llover, así que lo mejor era hacerla en un sitio cubierto, y dado que esa casa
es bastante pequeña, decidimos que era mejor hacerla aquí.
―¿Decidimos? ―Jacob alzó
las cejas mientras sostenía media sonrisa, mirándola con incredulidad.
―Oh, si me disculpáis,
tengo que cambiar de CD ―se libró ella, echando a correr hacia su puesto.
―Traduzco otra vez ―dijo mi
padre con la misma cara de antes, aunque en esta ocasión hablando con un
cuchicheo―. Eso quiere decir: será mejor que me vaya rápido de aquí.
―Tendrá cara ―me reí.
―Yo también te oigo,
hermanito ―le advirtió Alice, que ya estaba cambiando de canción.
Y papá se giró para
dedicarle otra reverencia.
El timbre volvió a sonar y
mamá y yo nos miramos.
―Abre tú ―me dijo―. Casi todos
los invitados vienen de tu parte.
―Vale, abriré yo ―acepté,
caminando hacia la puerta.
Cuando abrí, Ryam, Helen y
las gemelas esperaban en el umbral. Estas últimas estaban acabando de toser.
―Felicidades ―me
felicitaron los cuatro a la vez, sonriéndome.
―Gracias ―les sonreí, y les
di un abrazo a todos, aunque más especialmente a las gemelas, porque las veía
de pascuas en ramos y habían venido hoy para la ocasión.
―Toma, esto es para ti, y
esto otro para tu… prima ―corrigió Helen a tiempo, ofreciéndome otros dos
paquetes.
―Nosotras también… ―Alison
se vio interrumpida por otra tos― os hemos traído algo ―terminó de declarar cuando
la tos cedió, entregándome otros dos regalos.
Estos cuatro paquetes eran
más pequeños que los anteriores, por lo que deduje que se trataba de alguna
pulsera, pendientes o algo por el estilo. El papel de regalo que los envolvía
también era muy bonito. El de Ryam y Helen se trataba de un dibujo abstracto en
diferentes tonos azules que se mezclaban con rayas plateadas, y el de las
gemelas lucía unas rosas de color pastel. En vez de lazos de tela, el adorno
terminaba con unas cintas enroscadas a juego con la tonalidad del envoltorio.
―Muchas gracias ―sonreí de
nuevo, cogiéndolos todos―. Los voy a dejar en la mesa y mi prima y yo los
abriremos más tarde, con el resto de regalos, ¿vale? Pero, pasad, pasad ―les
insté, dejándoles sitio en la puerta.
Mis amigos pasaron y yo la
cerré. Jennifer se vio atacada por otra insistente tos que ya hizo que llamara
mi atención un poco más.
―¿Pero qué os pasa? ―me
reí―. No hacéis más que toser.
―No veas la epidemia de
gripe que hay en Vancouver ―habló Alison, ya que su hermana todavía no había
parado de toser―. Y, encima, dicen que es un virus muy fuerte y resistente.
―Sí, y viene acompañada de
tos ―pudo decir Jennifer, aunque enseguida volvió a toser.
―Si estabais enfermas, no
teníais por qué haber venido ―les dije, preocupada y sintiéndome algo culpable,
ya que les había insistido tanto en que viniesen…―. Si os sentíais mal, teníais
que habérmelo dicho, no pasaba nada.
―¿Qué dices? ¿Y perdernos
tu fiesta? ―sonrió Alison.
―Además, ya estamos mejor
―completó Jennifer, que por fin controló su tos―. Ya pasamos lo peor, estamos
en la fase final de la gripe y ya no tenemos fiebre.
Fruncí los labios y las
miré con un poco de incredulidad, porque esas toses que tenían todo el tiempo
no parecían decir que ya estuviesen mucho mejor.
Llegamos a donde estaba el
resto y me puse al lado de Jacob y de mi madre. Brenda, Ryam y Helen ya estaban
más acostumbrados, pero Jennifer y Alison no dejaban de sorprenderse cada vez
que veían a mi familia de cerca. Me hacía gracia, porque con mi padre se
quedaban embelesadas. Si ellas supieran que ese chico tan guapo en realidad era
mi padre…
―Mira, Bella, te han traído
esto a ti ―le mostré mientras los demás ya se saludaban.
Qué raro me sonaba llamar a
mi madre por su nombre.
―¿Esto es para mí? ―se
sorprendió, mirando a mis amigos.
―Sí, toma ―y le pasé sus
regalos.
―Vaya, no teníais que
haberos molestado ―les sonrió―. Gracias.
―No hay de qué ―le contestó
Brenda, ya que las gemelas ahora tosían al unísono.
―Ya les dije que los
abriríamos más tarde ―le revelé a mamá.
―Pues, trae, voy a
llevarlos a la mesa ―me cogió los míos, dedicándoles otra sonrisa, y se alejó
hacia allí.
―Tomad un tentempié ―les
ofreció Esme, y Carlisle subió la bandeja para que lo hicieran.
―Gracias ―agradeció Ryam,
cogiendo uno.
Brenda y las gemelas, que
tosían a cada poco, también se animaron, y cómo no, Jacob y Seth cogieron su
enésimo canapé.
―Veo que os ha afectado la
gripe que está azotando Vancouver ―se percató Carlisle, dirigiéndose a Jennifer
y Alison.
―Sí ―asintió Alison.
Mamá regresó y se colocó
junto a mi padre y yo.
―He oído que el virus es
extremadamente fuerte y resistente, tanto, que incluso viene acompañado de esa
molesta e insistente tos ―manifestó mi abuelo. Las gemelas lo corroboraban con
sus tosidos―. Nessie, ¿recuerdas todos los síntomas de la gripe?
―Carlisle, no me harás un
examen ahora, ¿no? ―protesté―. Estoy en mi cumpleaños.
―Cariño, haz el favor ―me
defendió Esme.
―Oh, sí, perdona ―se
disculpó. Luego, carraspeó y se dirigió de nuevo a las gemelas―. Os prepararé
algo para esa gripe, ya veréis qué bien os sienta ―se ofreció, pasándole la
bandeja a Esme.
Y se encaminó hacia la
cocina.
―Gracias, eres muy amable
―sonrió Alison, contestando por las dos, porque su hermana no dejaba de toser.
―Espera, voy a preparar más
canapés ―dijo mi abuela, siguiéndole con esa bandeja que ya había sido saqueada
por los dos quileute.
El timbre volvió a sonar. Y
volvió a sonar muchas más veces, hasta que el salón se llenó de todos los
invitados. Un montón de altos metamorfos y otro más de chicas quileute
invadieron la estancia, dándole más ambiente a la fiesta.
Esme se afanaba en sacar
comida, ayudada en todo momento por Carlisle, Alice seguía pinchando música y
Emmett agitaba la coctelera sin parar, con su Rosalie como camarera.
No escapó a mis ojos esas
sonrisillas de las gemelas cuando vieron entrar a Isaac y Shubael, y tampoco
tardaron mucho en aceptar su invitación para irse a tomar un cóctel. Así que el
grupo en el que ahora estábamos Jacob y yo teníamos libertad para hablar.
―Bueno, ¿y cuántos cumples?
―me preguntó Helen―. ¿Un siglo? ¿Dos? ―se burló.
―Doce años ―le revelé.
Mi amiga pestañeó varias
veces.
―No sé qué es peor ―rio.
―Vaya, estás casado con una
menor ―se mofó Ryam.
―Sí, claro ―respondió mi
chico con ironía.
―Hmmm… ―Embry exageró su
tono para fingir que estaba pensando―, las leyes de nuestra tribu prohíben
casarse con menores. Ahora que lo pienso, puede que vuestro matrimonio no sea
válido ―afirmó.
Mi mano apretó la de Jacob
automáticamente.
―¿Qué dices? ―murmuré, un
tanto preocupada―. Aunque tenga doce años, no soy menor.
―Pasa de él, te está
tomando el pelo ―me desveló Jake, mirando a Embry con cara de no muy buenas
pulgas por haberme asustado un poco.
El metamorfo se echó a reír
y yo le fulminé con la mirada.
―A veces eres muy inocente,
Nessie ―rio Mercedes.
Sí, ya, claro.
―¿Qué os parece si tomamos
un cóctel? ―les propuse para cambiar de tema.
―Bueno, vale ―aceptó Embry.
―Sí, vamos ―le siguió
Helen.
Los seis nos encaminamos
hacia la barra casera. Mientras caminábamos entre esos cuerpos enormes de los
chicos de la manada, eché un vistazo a mi fiesta. Mis padres tenían una amena y
divertida conversación con Ezequiel, Teresa, Charlie y Sue. Justo al lado de estos
se encontraban Quil, Claire, Sarah, Canaan, Daniel y Martha. La pequeña Claire
ya no era tan pequeña, ahora tenía catorce años, y se notaba a leguas que
estaba loca por Quil, aunque este todavía no había pasado esa fase de hermano
mayor, aún la veía como una niña. Siempre se podía ver cómo ella se esforzaba
en aparentar más edad, arreglándose con looks más adultos, y cómo él siempre
andaba detrás, espantándole todos esos buitres más mayores a los que no les
importaba que aún fuera una niña, sino más bien todo lo contrario. Claire era
muy bonita, sin embargo, no lograba captar la atención que quería de Quil, que
todavía estaba muy centrado en esa protección y cuidado fraternal. Me daba un
poco de penita de ella, pero si tenía paciencia, dentro de tres o cuatro años
tendría a otro Quil diferente a sus pies. Por suerte, yo no había tenido que
pasar por eso, había crecido tan rápido…
Llegamos a la barra, donde
no solo se encontraban las gemelas, Shubael e Isaac, también estaban Paul y
Rachel, si bien se encontraban en la otra esquina. Nos unimos a estos últimos,
para no molestar a los otros.
―¿Qué tal? ¿Lo estáis
pasando bien? ―les pregunté nada más llegar.
―Sí. Esta fiesta es genial
―respondió Paul con una amplia sonrisa.
―¿Qué tal los críos? ―les
preguntó Jacob―. ¿Dónde les habéis dejado?
―Con papá ―le respondió
Rachel.
―Pobre viejo ―se burló
Jacob.
―A ver cuándo os animáis
vosotros ―nos la tiró mi cuñado.
Jake y yo nos miramos un
poco sorprendidos por su insinuación, aunque también con cierta resignación.
―No tenemos prisa ―le
contestó él.
―Bueno, ¿qué os pongo?
―quiso saber Rosalie, que llegó justo de servir otro cóctel.
―Tres cócteles de fresa y
tres de piña ―le pedí.
―¡Marchando! ―exclamó
Emmett desde atrás, ya empezando a echar los ingredientes en la coctelera.
De pronto, el timbre volvió
a sonar. Me extrañó, porque ya no esperábamos a ningún invitado más.
―¿Quién será? ―inquirió
Jacob, también con extrañeza.
―No sé, voy a abrir ―dije,
comenzando a caminar hacia la puerta.
Atravesé el salón con
celeridad, mirando a mi madre, que se encogió de hombros, y llegué a mi meta.
Entonces, cuando abrí la puerta,
mis ojos se abrieron como platos.
¡Hola a todos! Soy JACOB&NESSIE ^^
ResponderEliminarMUCHISIMAS GRACIAS POR SEGUIR AHI!!! YA SABÉIS LO FELIZ QUE ME HACÉIS, Y MIENTRAS ESTEIS AQUI, YO TAMBIÉN SEGUIRÉ!!! =)
Ahora me voy a la playita, que para un día bueno que hace aquí en Asturias xDD
Lametones para todos!!!
Hola!!! Me encanta tu historia y el capitulo esta genial!! Ya quiero ver lo que pasa cuando llega Renée =).
ResponderEliminarBesos.
muy buen capitulo...la fiesta...la me jor...hum..llego renee...ya veremos lo que pasa...jaja el martes el proximo...salu2
ResponderEliminarBuen capitulo, ...a ver que tal se pone con renee.....jacob&nessie ojala que te la pases bien y relajada en la playa...saludos a todos
ResponderEliminarelsa
Muy lindo el capitulo.. pero.... me parece q el dia de cumpleaños de nessie no seria un 11 de septiembre,.. porq bella se caso un mes antes de su cumpleaños (se casa en agosto, y su cumple es 13 de septiembre), y ella queda embarazada en la luna de miel.. y es un embarazo muy rapido por lo q no dura nueve meses, y aunq durara eso nessie naceria en mayo o abril... no es cierta mi suposicion..???
ResponderEliminarLeonella, Argentina.
PERDOON...! Me quede pensando en esooo... y puede ser.. el embarazo durase casi un mes... sii quedariia justo.. jajja perdoon...!
ResponderEliminarLeonella, argentina.
Hola a todos!!! Soy JACOB&NESSIE ^^
ResponderEliminarLeonella, Nessie nace justo 3 días antes del cumpleaños de Bella, que es el 13 de septiembre, como tú muy bien dijiste, así que Nessie nace un 10 de septiembre. El embarazo no fue un embarazo normal, duró como 1 mes o así ^^ . Recuerda que Bella está inconsciente 3 días después del parto, y se despierta el día de su cumple, que es cuando van a ver la cabaña y todo eso ;) Espero haberte aclarado algo ^^
Lametones para todooooooos!!!!! Y gracias por seguir ahí!!!!
TAMARA!!!!
ResponderEliminarME ENCANTA TU NOVELA!! no puedo esperar al siguiente capitulo, muero por leerlo<3 me he quedado sin leer desde ayer que termine esta, creo que solo me duro menos de 1 semana, pero me encanta!! me volvere a leer Despertar y nuevamente Nueva Era para estar entretenida jajajaja
Muchas felicidades por tu trabajo!!!!!
atte: tu fan Isabeu Galan
jajjajajaa me encata que bien esta fiesta por el cumple de nessie .....y llego rene wuauu que pasara ...el siguiente va ha estar super...:)
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