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martes, 30 de agosto de 2011

NUEVA ERA. CAPITULO 77: ACAMPADA



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NO DUDEIS EN DEJAR VUESTROS COMENTARIOS, PREGUNTAS, ETC, YO CONTESTARE A TODO GUSTOSAMENTE ^^




NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").

Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏











= PARTE DOS =
NUEVA ERA


= RENESMEE =


PREFACIO


Llegué a mi forito y abrí el maletero. Fui cogiendo las bolsas y las fui colocando en el interior del mismo, hasta que me giré hacia el carro una vez más y agarré la última. Entonces, cuando me estaba volviendo de nuevo, mis ojos se abrieron como platos.
Razvan estaba frente a mí, a unos metros, clavándome esa mirada carmesí, malvada. Decir que sentí escalofríos se quedaba corto, porque esa sensación era punzante, y había llevado tanto tiempo asaparecido. Razvan no había cambiado nada, seguía siendo ese ser maléfico de siempre, pero mis sensaciones hacia él se habían transformado un poco. Desde que me había encerrado durante un año, separándome de Jacob, mi repulsión hacia él se había vuelto infinita, y si antes ya me daba miedo, ahora le tenía pavor.

De repente, añadiéndose a ese miedo que ya invadía mi mente, algo más me dejó paralizada totalmente. Y era algo muy diferente. Muy, muy diferente.


ACAMPADA



Parece mentira, pero tres años pasan volando. Sobre todo cuando tu vida es más que maravillosa, cuando eres completamente feliz y te sientes totalmente completa, cuando ves que lo tienes todo, todo lo que deseas en este mundo, todo. Así me sentía yo.
Mi vida con Jacob era absolutamente perfecta, no encontraba otra palabra para definirla. Después de todos los obstáculos que habíamos tenido que saltar, después de aquel horrible año separados debido a mi largo encierro, después de aquella guerra con los Vulturis, por fin parecíamos poder vivir en paz, por fin podíamos disfrutar de lo nuestro sin que nada se interpusiese, por fin gozábamos de esa tranquilidad y normalidad que tanto habíamos echado de menos.
No habíamos vuelto a saber nada de Razvan, Nikoláy y Ruslán, ni de la sombra, ni siquiera sabíamos si los Vulturis habían dado con ellos. Nosotros no sabíamos dónde estaban, no podíamos ir a por ellos, y ellos tampoco habían aparecido por Forks o La Push, así que simplemente lo dejábamos pasar. Jacob se moría por vengarse, por supuesto, pero al final lo más importante para los dos era poder estar juntos sin que hubiera ningún peligro alrededor. Lo más importante era que estábamos juntos.
También desconocíamos el paradero de Vladimir y Stefan. Parecía mentira que me hubiesen caído tan bien cuando era pequeña, jamás me hubiera imaginado que iban a utilizar así a parte de mi familia, secuestrándola e hipnotizándola para conseguir sus objetivos. Sin embargo, pasaba lo mismo con ellos que con Razvan, Nikoláy y Ruslán. Lo más importante era que Jacob y yo estábamos juntos.
Desde aquella batalla con los Vulturis, venían a La Push más vampiros nómadas. Tendría que ser al revés, ya que la noticia de la victoria del Gran Lobo y del tratado con los de Volterra había corrido como la pólvora en ese mundo oculto, pero ahora venían muchos más vampiros nómadas. La diferencia con los años pasados era que la mayoría de los que venían últimamente gozaban de algún don, y todos querían medir sus fuerzas con Jacob. Era una soberana tontería, porque con aquella batalla contra los Vulturis había quedado claro que Jake era invencible, sin embargo, todavía quedaba algún iluso que se empeñaba en comprobarlo personalmente, aunque también los había que solamente querían pelear en un cuerpo a cuerpo con el resto de lobos gigantes, buscando emociones fuertes.
Teresa, Ezequiel y Mercedes seguían viviendo en una zona boscosa de las afueras de Forks, en una casa de dos plantas que no era mucho mayor que la nuestra, aunque tenía un dormitorio más. La relación de Mercedes y Embry iba viento en popa, así como la de Ryam y Helen, que ahora vivían juntos.
A las que veía mucho menos era a las gemelas. Jennifer y Alison vivían en Vancouver, ya que estaban estudiando en la universidad y residían en el Campus, así que solamente nos veíamos algún fin de semana o en fechas señaladas, como el Día de Acción de Gracias y Navidad.
Por eso hoy habíamos organizado esta salida. Alison y Jennifer habían venido este fin de semana, y a Brenda y a mí se nos ocurrió que podía ser divertido organizar una excursión por el Parque Nacional de Olympic con algunos de los chicos. Jake y yo no nos habíamos dado cuenta, pero al parecer, las gemelas se lo habían pasado muy bien en nuestra boda.
―Nessie, ¿ya estás? ―me preguntó Jake desde abajo.
―Sí, bajo ahora ―le contesté con otra voz.
Cogí la chaqueta, le eché un último vistazo a esa foto de nuestra boda que teníamos en la habitación, sonreí y salí por la puerta.
Cuando bajé las escaleras vi a mi chico esperándome en el vestíbulo. Después de ducharnos, habíamos desayunado con el albornoz puesto, así que no había visto su ropa hasta ahora. Llevaba unos vaqueros cortos de color claro, de esos cómodos y anchos, unas deportivas blancas y una camiseta azul oscuro que no era ceñida pero que, irremediablemente, a él le marcaba sus impresionantes músculos. Ya llevaba la mochila a la espalda y su preciosa boca sostenía una maravillosa sonrisa que me contagió al instante. Sonreí y, por fin, dejé el último escalón para llegar a él.
No pude evitarlo. Lo primero que hicieron mis brazos fue rodear su cuello para besarle, y Jake correspondió mi entusiasmo encantado, agarrándome por la cintura para arrimarme a su cálido cuerpo. No había dejado de besarle en toda la mañana, pero esto era una fuerza casi sobrenatural que me llevaba hacia él sin remedio. No importaba cuánto tiempo pasase, mis mariposas seguían igual de revolucionadas que siempre, como el primer día, y mi corazón ya estaba acostumbrado a latir con esa velocidad, acompasando al suyo, que también se aceleraba cada vez que me besaba. Mi mano se aferró a su corto pelo azabache y nuestros labios ya empezaron a moverse con más efusividad.
No sé cómo lo hice, pero conseguí terminar ese efusivo beso. Los dos tomamos aire para recuperarnos y me despegué un poco de él para poder hablar.
―Si seguimos, ya no podremos parar ―musité, cogiendo aire de nuevo para que mi organismo volviese a la normalidad.
―Has empezado tú ―sonrió con esa sonrisa torcida que me volvía loca.
―Es que estás muy guapo ―confesé, uniéndome a su sonrisa.
―Tú sí que estás preciosa ―murmuró, mirándome anonadado.
―Pero si solo llevo unos vaqueros cortos y una camiseta ―me reí.
―Bueno, lo mismo que yo ―sonrió él.
Le sonreí yo también y nos dimos un beso corto.
―Vamos, o llegaremos tarde ―le azucé, separándome de él para abrir la puerta.
―Pero si has sido tú ―me recordó con una risa, acompañándome.
Jake cerró la puerta a sus espaldas y me cogió de la mano para encaminarnos hacia el Golf, el cual ya había dejado fuera. Nos subimos al coche, Jacob tiró la mochila en el asiento trasero, nos pusimos los cinturones y arrancó.
Iniciamos la marcha por el sendero que llevaba a la carretera que unía La Push con Forks, pero Jacob se detuvo un rato, dejando el motor a ralentí, delante de la casa de Billy, que se encontraba en el porche junto al Viejo Quil. Se inclinó un poco sobre mí para que le escuchasen mejor, pasando el brazo por detrás de mi asiento, y bajó la ventanilla.
―¿Qué hacéis ahí? ―les dijo, sonriéndoles―. ¿No vais a pescar o algo? Dentro de poco ya será septiembre, tendríais que aprovechar.
―Los osos se han llevado casi todos los salmones ―se quejó Billy, resoplando.
―Eso es porque son más listos que vosotros ―se mofó Jake.
―No se puede intervenir en el curso de la naturaleza ―afirmó el Viejo Quil―. Los salmones no han nacido para ser pescados por el hombre, sino para alimentar a los osos.
Los tres quileute se rieron.
―¿Dónde vais vosotros? ―nos preguntó mi suegro.
―Nos vamos de acampada al Parque Nacional de Olympic con algunos de los chicos ―le revelé.
―De acampada, ¿eh? ¿Y la tribu? ―quiso saber el Viejo Quil, frunciendo el ceño.
―Tranquilo, está todo controlado ―resopló Jake―. Sam se encargará de todo estos días, y yo me pondré en contacto con él continuamente. Además, volveremos mañana. Déjame respirar, ¿quieres?
―Quién fuera joven de nuevo ―suspiró Billy, alzando la vista al cielo para recordar días mejores.
―Bueno, nosotros nos piramos ya, que si no llegamos tarde ―les dijo mi chico.
―Claro, claro, pasadlo bien ―nos animó Billy.
―Dices que volverás mañana, ¿no? ―repitió el Viejo Quil.
―Adiós ―masculló Jake, girando la manivela para subir la ventanilla.
Se incorporó para sentarse bien en su asiento e iniciamos la marcha otra vez al tiempo que yo les sonreía y les decía adiós con la mano.
Salimos a la carretera asfaltada y el coche comenzó a encaminarse hacia Forks. No hacía sol, unas nubes algodonosas cubrían el cielo, pero hacía calor y el día seguía siendo claro, luminoso. Bajé mi ventanilla de nuevo, quería sentir ese aire cálido dándome en la cara y agitando mi coleta hacia atrás. Esto no era como la Harley ni las motos o el lomo de mi lobo, desde luego, sin embargo, era muy agradable. Me asomé un poco, apoyando el codo en la ventana, y observé el hermoso paisaje que iba pasando a mi lado. Jake encendió el estéreo del coche para poner algo de música y también bajó su ventanilla.
―¿Con quién iban Jennifer y Alison? ―me preguntó sin dejar de mirar a la carretera.
―Con Seth y Brenda ―le desvelé, girando el rostro para verle―. ¿Quiénes vamos al final?
―Pues… ―entrecerró los ojos y frunció los labios, pensando―, aparte de Seth, Brenda, Ryam, Helen y las gemelas, van Leah y Simon, Embry y Mercedes, Jared y Kim, Canaan y Sarah, Aaron y Eve, Shubael, Isaac, Cheran y Collin.
―Guau. Cuántos somos ―murmuré, pestañeando.
―Un montón, como siempre ―rio él.
―No van a entrar las tiendas de campaña ―bromeé, soltando una risilla.
―Bueno, si no, tú y yo podemos acampar en otra parte, ya sabes ―afirmó, mirándome con una sonrisita pícara―. Así tendríamos más intimidad.
―Jake ―le regañé, riéndome, inclinándome sobre él para darle un manotazo en el brazo. Él se carcajeó―. Siempre pensando en lo mismo.
―Vamos, nena, no me digas que tú no ―y me dedicó otra mirada y otra media sonrisa pícara.
Pues sí, con un hombre como él era imposible no pensar en eso a menudo, bueno, más bien, siempre, pero no pensaba reconocérselo.
―Claro que no ―mentí, intentando disimular.
―Venga ya ―rio, echándome miradas fugaces mientras seguía conduciendo―. Ahora no vayas de puritana. Te gusta tanto como a mí. Solo hay que ver cuando hacemos el amor y te pones sobre mí, galopando como una leona salvaje. Uf, eso me vuelve loco, pequeña ―y me miró con otra sonrisita.
Para qué hablaría yo…
―Bueno, vale ―reconocí, algo ruborizada―. Tú también me vuelves loca, ¿contento?
Jake se carcajeó con satisfacción.
―Sí, ya lo sabía ―sonrió, volviendo la vista al frente.
―Eres un caso ―me reí, arrimándome a él para darle un beso en la mejilla y agarrarme de su brazo.
Apoyé la cabeza en su hombro y su sonrisa se amplió.
Seguimos el trayecto por esa carretera y llegamos a Forks. Atravesamos el pueblo y salimos a la autopista más adelante, escuchando música y charlando animadamente. El Golf voló unos cuantos kilómetros y, cuando nos dimos cuenta, tomamos la salida correspondiente.
La calzada asfaltada se terminó pronto y el camino comenzó a ser la típica senda de un bosque. Los árboles empezaron a acompañarnos con más asiduidad, hasta que el coche ya casi no podía avanzar más. Entonces fue cuando vimos los vehículos de los demás. Estaban aparcados sin orden alguno, más bien cada uno estacionó donde pudo. Y Jake hizo lo mismo.
El sitio era un lugar completamente apartado que no debía de conocer nadie que no fuera un lobo enorme que patrullase por estas tierras de vez en cuando, un lugar inexplorado, salvaje.
Todos nos esperaban de pie, junto a la vieja furgoneta de Aaron. Nos bajamos del Golf, Jake cogió la mochila del asiento trasero, se la cargó a la espalda y nos acercamos a ellos, cogidos de la mano.
―Qué pasa, tío ―le saludó Embry a Jake.
―Hola ―correspondió mi chico, saludando también al resto.
Los dos chocaron los puños a modo de saludo.
―Ya era hora ―protestó Ryam, que se encontraba apoyado en la furgoneta, con los brazos cruzados―. A ver si cambias de coche de una vez, llevamos aquí quince minutos.
Ryam y Helen iban de negro, como todos los días, aunque la única diferencia es que los pantalones que llevaban hoy eran unos vaqueros largos, eso sí, oscuros.
―Pues aguántate, idiota, no haber venido tan pronto ―resopló Jacob, mirándole con cara de malas pulgas―. Además, me encanta mi coche, ¿vale?
Suspiré. Helen y yo nos miramos y las dos pusimos los ojos en blanco. Jacob y Ryam seguían igual que hace tres años, no había cambiado nada.
―Hola ―sonreí yo, dirigiéndome a todos nuestros amigos, aunque me acerqué a Helen, Brenda y a las gemelas especialmente―. ¿Cómo estáis?
Jennifer, Alison y yo nos abrazamos y nos dimos un beso.
―Bien ―me contestó la última―. Bueno, a ti no te preguntamos, ya vemos que estás genial.
―Sí, se nota que te tratan bien ―siguió su hermana, señalando a Jake, el cual desplegó una de sus maravillosas sonrisas.
―¿Cómo os va? ―les preguntó él.
―La vida en el Campus es muy dura ―ironizó Jennifer.
―Ya, se os ve muy agobiadas ―dijo mi chico, siguiéndole la corriente.
El bosque se llenó de risitas.
―Pues aquí lo vais a pasar mejor, ya veréis ―afirmó Shubael, que ya estaba pegado a Alison.
Isaac le sonrió a Jennifer, intentando que le saliera una especie de mueca seductora.
Como siempre, estos dos intentando ligar. La verdad es que Isaac y Shubael no eran nada feos. A ver, desde luego no eran tan guapos como Jake, por lo menos para mí, pero no estaban nada mal. Isaac, como la mayoría de los lobos, tenía su pelo moreno corto y sus ojos de color marrón oscuro. Sus facciones eran angulosas y su barbilla afilada, confiriéndole a su cara una forma triangular que marcaba sus pómulos, pero su rostro era muy varonil y tenía esa belleza típica de los metamorfos. El semblante de Shubael tenía una forma más rectangular, y estaba bien enmarcado por un cabello un poco más largo del que siempre se escapaban dos mechones para caer sobre su frente, mechones que no llegaban a taparle los ojos pero que siempre enviaba hacia arriba con un resoplido. Conclusión, que no ligaban nada por culpa de esa bocaza que tenían. Cuando había chicas solteras y libres, deberían de desplegarse unos carteles luminosos sobre las cabezas de Shubael e Isaac que advirtieran del peligro que corrían ellas. Aunque, bueno, las gemelas no parecían muy disgustadas con ellos, la verdad. Parecían bastante halagadas, más bien, repasaban a los dos altos y fuertes quileute, eso sí con timidez.
―Bueno, ahora que estamos todos ya podemos ponernos en marcha, ¿no? ―propuso Cheran, sujetándose las tiras de su mochila al tiempo que se balanceaba de atrás hacia delante.
―Sí, buena idea ―aprobó Jared, que sostenía la mano de su tímida Kim―. Cuanto antes empecemos, antes llegaremos al lago.
―Pues venga, vamos ―apremió Jake, tirando de mí para iniciar la marcha.
Comenzamos a caminar y los demás hicieron lo mismo, dejando los vehículos a nuestras espaldas.
―¿Dónde queda ese lago? ―quiso saber Brenda, que andaba justo detrás de nosotros, al lado de Seth―. ¿Está muy lejos?
―No te voy a engañar ―le respondió Jake sin girarse, ya que tenía que esquivar las ramas que se presentaban a nuestro paso―. Queda al este, a bastantes kilómetros. Vas a tener que patear bastante.
―Pero no te preocupes, pararemos a descansar de vez en cuando, y a comer, y yo te llevaré en brazos si te cansas ―arregló enseguida Seth.
Por el rabillo del ojo vi cómo Brenda le sonreía y le daba un beso corto en los labios.
―Si te cansas, yo también puedo llevarte en brazos ―escuché que le decía Isaac a Jennifer, y por el tono de voz, supe que sonreía con esa pretendida seducción.
―Ah, gracias ―le contestó ella algo sorprendida y cohibida a la vez―. Pero creo que podré llegar yo sola.
A Jake se le escapó una risilla maléfica.
El bosque nos acogía con una brisa cálida que mecía las hojas con suavidad, aunque las ramas bajas de los árboles y ese terreno lleno de montículos, helechos y espesa hierba querían ponernos las cosas difíciles. Las diferentes aves que habitaban el boscaje se hacían de notar con sus cantos y graznidos, otras con sus cortos vuelos de árbol en árbol, y las ardillas correteaban por las cortezas de los troncos con esos saltitos graciosos y ágiles. Algunas de las bajas rocas que teníamos que atravesar estaban llenas de musgo, tal era el espesor de las copas arbóreas que nos cubrían, y se resbalaba bastante, así que más de una chica aprovechó para arrimarse más a su pareja, simulando torpeza, yo incluida, y ellos nos asistían para caminar mejor encantados de la vida, creyendo que nos ayudaban.
Después de caminar un par de horas, salimos a un claro desde el que ya se divisaban las montañas de Olympic. Aunque era finales de agosto, la parte superior de sus cimas ya tenían algo de nieve. Un estrecho sendero ya se abría paso entre la alta hierba y el camino se hizo más llevadero y dócil, señal de que este era paso habitual de excursionistas.
El calor ya llevaba un buen rato notándose, así como el cansancio en la mayoría de las féminas, y decidimos que era hora de parar a descansar y almorzar algo. Leah y yo estábamos como rosas, aunque sí que teníamos hambre.
Sacamos las toallas de las mochilas y las extendimos sobre esa pradera bien poblada, las unas junto a las otras. Nos sentamos y nos pusimos a comer los bocadillos que habíamos preparado. Por supuesto los lobos se habían traído media despensa. Yo me repantigué junto a Jacob, bien pegadita a él.
―¿Qué tal va el tema de tu taller? ―le preguntó Canaan a Jake, dándole un buen bocado a su bocadillo.
Mi chico masticó lo que tenía en la boca y lo tragó.
―He encontrado un local que no es muy caro ―le reveló―. ¿Recuerdas la antigua ferretería?
―Sí, ¿la del Viejo Uley?
―Sí ―ratificó Jacob. Le arreó un mordisco a su bocadillo, lo tragó casi sin masticar y siguió hablando―. Desde que el Viejo Uley la palmó, su familia no sabía qué hacer con el local, así que después de todos estos años, lo venden.
―Es bastante grande, ¿no? ―dijo Leah.
―Es genial ―sonrió Jake―. Y lo mejor de todo: barato. Con mis ahorros me llega de sobra para comprarlo y arreglarlo.
―Entonces, ¿lo vas a comprar? ―inquirió Seth, cogiendo otro bocadillo de su mochila.
―Ajá ―y Jake se metió otro trozo en la boca.
―Qué guay ―rio Aaron―. Ya tenemos un garaje en La Push.
―Bueno, bueno, todavía tengo que montarlo todo y eso ―le sosegó mi chico, abriendo nuestra mochila para hacerse con otro bocadillo―. Tardaré unos meses en conseguirlo todo.
―El señor Farrow también le va a vender algo de maquinaria a un precio muy módico ―añadí yo, orgullosa por mi marido―. Será de segunda mano, pero todo funciona muy bien, ¿verdad, Jake?
―Sí. Mi jefe siempre ha cuidado muy bien las cosas.
―Desde luego, el señor Farrow te aprecia bastante ―opinó Sarah, sonriendo―. Siempre has sido su ojito derecho, ¿no es cierto?
―Bueno, no tiene hijos. Supongo que me ve como algo parecido, no sé. Es muy estricto y refunfuñón, pero es un buen tipo ―afirmó Jake, hablando con cariño.
―¿Y tú? ¿Qué tal tus estudios, doctora Black? ―me preguntó Eve, dándome un pequeño codazo en el costado a la vez que me guiñaba el ojo.
―Todavía queda para eso de doctora ―sonreí―. Carlisle es un profesor bastante exigente.
―Como dijo Emmett, es un hueso ―se rio Jake, acordándose de aquello.
―¿Tan duro es? ―rio Mercedes también.
―Sí, lo es ―suspiré, sosteniendo mi sonrisa―. Pero sé que lo hace porque quiere lo mejor para mí. Y eso que estoy estudiando medicina general, que si estuviese estudiando para cirujano o algo así… ―reí.
―Es normal ―declaró Brenda―. Todos los padres, abuelos, etcétera quieren lo mejor para nosotros.
―Oye, ¿qué os parece si luego echamos un partidito? ―propuso Collin.
―¿Has traído un balón? ―preguntó Cheran.
El primero lo sacó de su mochila y alzó su balón de rugby, exultante.
―Claro, tío, cuenta conmigo ―sonrió Jared, ya comiéndose lo que le quedaba de bocadillo a toda prisa.
―Conmigo también ―se apuntó Embry, haciendo lo mismo.
―Puaj, yo paso ―dijo Seth, estirándose―. Prefiero echarme una siestecita aquí ―y dejó caer su espalda sobre la toalla para tumbarse.
―Yo creo que también paso ―dijo Simon, sonriendo―. No tengo ganas de que me machaquen ningún hueso.
―Pues yo sí voy ―aceptó Jake. Luego, giró el rostro hacia mí―. No te importa, ¿no?
―Claro que no, no seas tonto ―reí, llevando la mano a su mejilla para voltearle la cara de nuevo, en broma.
―Pues, hala, vamos ―apremió Collin, poniéndose en pie.
―Vengo enseguida ―aseguró mi chico, dándome un beso corto en los labios antes de levantarse―. En cuanto termine con estos en un santiamén.
―Ja, ni lo sueñes ―le contradijo Embry, pegando un brinco desde su toalla para colocarse a su lado.
―Venga, venga ―azuzó Cheran, empujando a ambos.
Se me escapó una risilla y me quedé observando cómo los chicos se iban levantando poco a poco y cómo se organizaban para jugar.
―¿Seguro que no quieres ir? ―le preguntó Leah a su prometido.
―No, paso ―ratificó él, riéndose―. Prefiero quedarme entero.
Nos reímos y volvimos la vista a ese partido que no tardó en comenzar.

3 comentarios:

  1. Hola Tamara =)
    Los capítulos han estado increíbles creo que por fin se respira un poco de tranquilidad, aunque creo que pronto sabrán de los vampiros magos ya vez que no les gusto eso de que Jake sea el que gobierne su mundo. Sigue así me encanta todo lo que escribes espero el próximo con un poco de emoción saludos de Kelly.
    P. D. Gracias a todos por los buenos deseos para Cathy en cuanto este consiente se los dare, pero el cancer es terrible y la mantienen sedada por el dolor tan fuerte realmente me duele verla así tan frágil y con poco pelo ella esta feliz porque el tratamiento a empezado bien. Les manda saludos y dice que es fiel seguidora de Jake & Nessie y por supuesto que esta enamorada de embry y que tu ( Tamara ) eres la mejor escritora.

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  2. hola jacobynessie(tamara)el capitulo...muy tranquilo...se podria decir....ja pero concuerdo con kelly algo va a pasar...pero ya lo veremos...je pero que paso con el vampiro que trabajaba para los vulturis el que hacia los trabajo sucios????pregunta....como siempre sos la mejor...segui asi....oka...el jueves el proximo

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  3. Espero que estes bien jacob&nessie?, .. pues son 2 capitulos que no comentas, y pues es raro no?...por el capitulo ,... tranquilo ya era hora que pasaran un buen tiempo sin sobresaltos y buenas amistades ...me gusta... hasta esa tranquilidad transmites en la historia y ...eso me gusta mas... como siempre muy buena
    gracias
    elsa

    Kelly: mucha fuerza , a veces la vida nos pone pruebas muy duras , pero se que eres una buena hermana y que le das todo tu apoyo a cathy, y nosotros aunque no nos conocemos fisicamente y estemos a distancia , ten por seguro que les mandamos de corazon nuestras oraciones y mucho cariño........ animo chicas , un gran abrazo
    elsa

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