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lunes, 25 de julio de 2011

NUEVA ERA. CAPITULO 46: FUEGO


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NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA. PROFECÍA")
Para leer este fic, primero tienes que leer "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, y "Nueva Era I. Profecía". Si no, no te enteraras de nada 😉


CAPITULOS:

PARTE  UNO: COMIENZO:

RENESMEE:

43. DESPEDIDA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-43-despedida.html
44. COMIENZO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-44-comienzo.html
45. CELEBRACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-45-celebracion.html


FUEGO


El vuelo que nos sacaba de Forks se había retrasado más de dos horas por problemas con la niebla, y entre escalas, esperas y demás, habíamos llegado a la isla de Santa Lucía muy cerca del anochecer, aunque no se nos hizo demasiado largo, ya que pasamos la mayoría de las horas durmiendo. Allí, ya nos esperaba la avioneta que nos llevaba al islote privado de Emmett y Rosalie, esa que Alice y Jasper habían alquilado para nosotros.
Este último trayecto apenas duró media hora. El astro rey ya empezaba a ocultarse en el horizonte marino, y Jake y yo vimos parte de la preciosa puesta de sol desde el aire. También observamos el islote. Era una superficie de forma irregular, totalmente arbolada y verde, que abarcaba pocos kilómetros y cuyas playas, que bordeaban casi toda la pequeña ínsula, eran las únicas superficies de color arena que se veían entre tanta vegetación. Pudimos ver un estanque que reposaba en las faldas de la única cordillera que había en el islote.
―¿Crees que encontraremos a King Kong aquí? ―bromeó Jake.
―Muy gracioso ―le respondí con retintín, dándole un pequeño empujón en el brazo mientras los dos nos reíamos.
La avioneta aterrizó primero en el agua y después se deslizó con suavidad hasta que llegó a la orilla de la playa, donde ya se detuvo del todo.
Nos bajamos del aparato y el amable y simpático piloto nos ayudó con las maletas, metiéndolas en la espectacular casa.
Jacob y yo nos quedamos boquiabiertos cuando la vimos.
La vivienda, de dos plantas y de forma rectangular, era enorme. Parecía un cubo alargado, pues prescindía de cubierta inclinada, ya que la azotea era transitable. Sus paredes blancas reflejaban los pocos rayos de sol que quedaban y estaban llenas de grandes ventanales, tanto en la zona superior como en la inferior. Las terrazas con vistas al mar estaban a la orden del día en la planta de arriba, donde, supuse, estaban los dormitorios. Cada una de ellas estaba provista de un sofá rojo lleno de cojines a juego y una mesa baja de mimbre.
―Guau ―exclamó Jake, estupefacto―. Sí que maneja pasta tu familia.
Yo también tuve que pestañear varias veces.
El piloto no tardó en salir de la casa.
―Enhorabuena, y que tengan una bonita luna de miel, señores Black ―nos dijo con ese acento latino que era tan dulce. No pude evitar sonreír al escuchar mi nuevo estado civil y apreté la mano de Jacob―. Si me necesitan, solo tienen que llamarme.
―Gracias, Fernando ―le respondió Jake con otra sonrisa, dándole una palmada en la espalda―, pero creo que tardaremos una buena temporada en hacerlo.
Este le rio el chiste, yo me puse roja como un tomate, le dimos una propina y se alejó en su avioneta.
Sin embargo, era verdad. Un año de abstinencia era demasiado para nosotros, y ahora por fin habíamos llegado a este islote paradisíaco completamente solitario, este paraíso de aguas caribeñas y arenas blancas que habíamos estado esperando todo este tiempo. Y teníamos quince días por delante, quince días en los que no tenía pensado despegarme de él ni un segundo.
―Venga, entremos ―le insté, tirando de él.
―Espera ―me paró. Entonces, pasó su mano por detrás de mis piernas y me tomó en brazos―. Hay que hacer las cosas bien ―afirmó con esa sonrisa torcida suya que me encantaba.
Solté una risilla, agarrándome bien a su cuello, y le di un beso corto en los labios.
La puerta ya estaba abierta, así que solo tuvo que pasar y cerrarla con el pie. La casa era tan grande, que el suave portazo hizo eco en las paredes.
―Guau ―repitió al observar el interior.
El amplio vestíbulo, decorado con un moderno taquillón blanco y un espejo, comunicaba directamente con el salón de una forma diáfana y las escaleras se veían al fondo. Avanzamos por allí, atravesando ese salón, que era enorme.
―Mira, la chimenea está encendida ―me fijé mientras Jake caminaba hacia las escaleras, que estaban en esa estancia.
―Genial ―sonrió.
Subió esos peldaños que se distribuían en U, con rapidez y agilidad, y llegamos a otro vestíbulo, donde se encontraban las puertas de los dormitorios. Había una que ya estaba abierta, así que supusimos que esa era nuestra habitación y Jake pasó adentro, llevándome en sus brazos.
―Vaya, este dormitorio es tan grande como la sala de nuestra casa ―rio, dejándome en el suelo.
―Ya ―asentí, riéndome yo también.
La habitación rectangular contaba con una descomunal cama que tendría unas medidas de dos y medio por dos y medio ―seguramente adaptada para Emmett―, cuyo moderno cabecero ocupaba toda la pared, dos mesitas bajas y anchas a juego con la cama, un escritorio y dos butacones junto al ventanal que daba a la terraza.
―Ugh. ¿No te da un poco de cosa saber que en esa cama Emmett y Rosalie…?
―¡Jake! ―y le tapé la boca con la mano para que parase―. No sigas, esta será nuestra cama a partir de ahora mismo.
―Vale, vale ―rio cuando le dejé la boca libre.
Caminamos para ver la habitación y entramos por una entrada sin puerta de la pared que quedaba a la izquierda de la cama. Esa entrada daba a un pequeño pasillo, encendí la luz y vimos que la parte derecha era un vestidor y que el baño estaba en la parte izquierda.
―Menudo baño ―murmuró Jake, después de abrir la puerta y prender la luz del mismo.
Como parecía ser habitual en toda la casa, era enorme. Los azulejos, en color crema, seguían la misma gama cromática y estilo que las baldosas que pavimentaban el suelo. Disponía de dos lavabos encastrados en una gran encimera de mármol travertino, un inodoro y un bidé que prescindían de base, colgando de la pared, y que se distribuían en una zona independiente separada con dos muretes bajos cuya parte superior tenía una mampara de cristal, una bañera de por lo menos dos metros que reposaba bajo una ventana grande desde la que se veía el mar, y una ducha de dos por dos.
―Guau ―pestañeé yo.
Salimos del baño y observamos el surtido vestidor. Estaba dividido en dos zonas, una repleta con ropa femenina y otra con ropa masculina. Me fijé en una tarjeta que reposaba en una de las estanterías y la cogí. La abrí y la leí en voz alta.
―Esperamos que todo sea de vuestro agrado. No hace falta que os preocupéis por la ropa en el viaje de vuelta, pues todo os será enviado a vuestra casa. Por supuesto, todos los gastos corren de nuestra cuenta. Un beso afectuoso. Carmen y Eleazar.
―¿Todo esto es para nosotros? ―inquirió Jake, alucinado.
―Al parecer… ―asentí.
―Pues no sé qué vamos a hacer con tanta ropa en La Push ―rio.
―Ponérnosla ―sonreí, y le di un beso corto en los labios―. Vamos a ver la terraza ―le dije, dejando la tarjeta en la estantería y tirando de él para iniciar la marcha.
Ya vería esa ropa con más detenimiento, ahora urgía otra cosa.
Salimos de allí, recorrimos la habitación y nos fuimos a la amplia terraza, accediendo a ella por el ventanal.
Como ya habíamos visto desde fuera, había un cómodo sofá de color rojo y una mesa baja de mimbre, pero Jake y yo nos asomamos a la barandilla para ver el mar. La luna llena todavía no estaba arriba del todo, pero ya iluminaba ese brillante mar hasta el horizonte, desde donde se podía divisar la isla de Santa Lucía muy al fondo.
El sonido de esa masa de agua rompiendo sus suaves olas en la orilla lo inundaba todo. El aire era cálido, acogedor. Observé a mi ya marido por el rabillo del ojo y mis mariposas empezaron a revolucionarse solas. Esa suave brisa agitaba su pelo azabache, despeinándolo más, y aplastaba su camiseta contra su pecho, haciendo que esta se ciñese a sus impresionantes músculos con ganas. Tenía las manos en los bolsillos de su pantalón corto y no pude evitar fijarme en esos brazos y antebrazos tan fuertes; ya me moría por estar entre ellos. La luz de la luna llena se reflejaba en esos ojazos negros y los hacía brillar aún más. En conclusión, mi marido era guapísimo y estaba como un cañón.
Me giré hacia él y rodeé su cuello con mis brazos. Jake enseguida sacó las manos de sus bolsillos para agarrar mi cintura.
―Por fin estamos aquí, por fin estamos solos ―murmuré, pegando mi frente a la suya.
―Sí, no puedo creerlo ―susurró con una sonrisa.
―Pues créetelo ―le confirmé, dándole un beso corto en los labios.
―¿Qué te parece si quedamos en el salón dentro de quince minutos? ―me propuso, dándome otro beso corto.
―¿Es una cita? ―sonreí.
―Sí ―sonrió él también, elevando su labio con picardía para seguir mi juego―. ¿Qué me dices? ¿Quedarás conmigo?
―Mmmm, no sé ―fingí hacerme la pensativa.
―Tenemos la chimenea encendida ―alegó con un susurro, deslizando sus tórridos labios por los míos con suavidad. Jadeé y mis mariposas se volvieron locas―. Y ya sabes lo que dice la tradición ―sonrió en mi boca.
Sí, claro que lo sabía. Según la tradición quileute, el fuego de la pira no solo simbolizaba ese amor incombustible y poderoso de la pareja que puede arrasar con todo, sino que también representaba la pasión que tenía que tener para la fertilidad y procreación, por eso la noche de boda debía tener lugar junto al fuego de una hoguera, ya que se creía que, así, los espíritus bendecirían al recién matrimonio, eso cerraba el círculo de la ceremonia matrimonial.
―Está bien ―acepté con un hilo de voz, que era lo único que mi garganta me dejaba proferir―, quedaremos en el salón dentro de quince minutos.
―Bien ―sonrió―. Entonces me ducho en otro baño y te veo abajo, ¿vale? ―murmuró.
―Sí.
Llevé mi boca hacia la suya para que mis labios bebieran un poco, pero el muy remolón los apartó hacia atrás, mostrando una media sonrisa juguetona. Se separó de mí, sin dejar de mirarme con esos ojos seductores que ya me volvían loca, se dio la vuelta y salió de la terraza para marcharse.
Tardó un poco, ya que se puso a buscar algo en la maleta, pero en cuanto la puerta del dormitorio se cerró, reaccioné y salí de la terraza para ponerme en marcha.
Abrí mi maleta y me puse a rebuscar, buscando entre todos esos picardías que mi tía Alice me había metido uno que me había gustado especialmente para esta ocasión. Lo encontré, guardé lo demás con prisas y me dirigí al cuarto de baño corriendo.
Me duché en esa enorme ducha que también disponía de hidromasaje y cuyo suelo estaba formado por tablillas de madera y me sequé a toda velocidad.
Me puse ese picardías blanco que tenía más encajes de los que a mí me hubiese gustado y me miré en ese amplio espejo que ocupaba gran parte de la pared del lavabo. Mi pelo estaba limpio, por eso no me lo había lavado. Me atusé mi cabello un poco y salí del baño con agilidad para buscar mi corona de flores en la maleta.
Cuando encontré la caja en la que iba, la saqué y la observé. Las campanillas y las orquídeas blancas se habían conservado muy bien, ya que la florista que la había confeccionado la había rociado con un líquido que hacía que se mantuviesen frescas más tiempo. Sonreí y me la puse, mirándome en un espejo de pie que había en la habitación.
Observé la sencilla alianza de oro que vestía mi dedo anular izquierdo y sonreí de nuevo, con un cosquilleo que ya empezaba a llenar mi estómago. Me parecía que quedaba tan bien ahí, ese dedo estaba especialmente hecho para llevar ese anillo.
No entendía por qué estaba tan nerviosa, pero, en cierto modo, esto era como otra primera vez, y no podía evitar que unos ligeros nervios recorrieran todo mi cuerpo. Respiré hondo y salí del dormitorio.
Bajé por las escaleras con presteza, pero al girar en el descansillo, me sosegué un poco, para disimular.
Todo estaba a oscuras, la única luz que se veía era ese reflejo anaranjado que fluctuaba en las paredes. Era el fuego de la chimenea.
Y entonces, cuando llegué al final de las escaleras, mi corazón se puso a latir como loco, lo hacía con tanta fuerza, que parecía que se me iba a salir del pecho. También escuché el suyo, que lo hacía justo a la mitad que el mío, se habían sincronizado incluso para esto.
Jacob ya me esperaba junto a la chimenea. Solamente vestía los pantalones de lino color hueso que había llevado en la boda, que resaltaban sobre la cobriza piel de su increíble torso desnudo, y clavó sus ojos de fuego en los míos, reclamándome como nunca antes.
Las mariposas de mi estómago ya salieron despedidas, excitadas, alocadas, ansiosas. El deseo que sentía por él era indescriptible, ninguna palabra, por grandilocuente que fuera, podría describir el inmenso deseo que sentía por Jacob. Era un tornado, un tsunami de fuego, algo que arrasaba con todo, incontrolable, incontenible.
Me fijé en una cosa que llamó mi atención durante un mínimo instante. La enorme alfombra que se extendía frente a la chimenea no se veía, pues estaba totalmente cubierta de pétalos de rosa rojos. El servicio debía de haberlo preparado todo para nosotros. Seguramente Alice ya conocía de la tradición y les había mandado hacerlo.
Me acerqué a él lentamente, sin despegar mis encendidas pupilas de las suyas, que tampoco se apartaban de las mías. Mis adorados ojos negros me llamaban, me reclamaban, me hipnotizaban… La energía ya comenzó a fluir desde la distancia.
Le observé bien. Su hermoso rostro, su portentoso cuerpo, sus fuertes brazos, sus enormes y expresivos ojazos, sus gruesos labios… Me sentí la mujer más afortunada del universo por tenerle.
Seguí caminando en ese sueño hipnótico, hasta que, por fin, llegué a él.
Me tomó por la cintura y me arrimó a su cuerpo con animosidad. Se me escapó un suave jadeo cuando nuestros rostros se unieron gracias a ese pequeño empuje, y llevé mis manos a su cuello y a su ancha espalda. Su preciosa piel cobriza olía tan maravillosamente como siempre, pero ahora, además, estaba mezclado con el olor frutal del gel de ducha. Nuestros labios se rozaban sin parar mientras ya hiperventilábamos con más que deseo y la energía subía de tono.
―Nessie… ―susurró en mi boca.
Jadeé al sentir su abrasador aliento tan cerca del mío, ya se mezclaban, ansiosos.
Ya sabía lo que quería hacer, así que, de una forma totalmente sincronizada, yo bajé mis brazos de su cuello y él retiró sus manos de mi cintura mientras nuestras bocas no se despegaban ni un ápice.
Las llevó a mis hombros y bajó los tirantes de mi picardías, deslizando sus sedosas palmas por mis brazos. Este bajó poco a poco, rozando mi estremecido pecho, lo deslizó por mis caderas y cayó al suelo. No me había puesto ropa interior, así que me quedé completamente desnuda.
Subió sus ardientes manos por mi columna vertebral, estremeciéndome completamente, las bajó de nuevo y llegó a mi espalda más baja, donde ya se quedaron para pegarme a él. Jadeé con intensidad al notarle, ya totalmente encendido, y al sentir la ardiente y sedosa piel de su pecho pegada a la mía. Él también jadeó en mis labios.
Le deseaba, le deseaba con toda mi alma, quería sentir sus tórridas manos por todo mi cuerpo, sus labios, quería tenerle dentro de mí ya, todo mi organismo lo gritaba con ansias.
Me besó despacio, deslizando sus suaves y tórridos labios por los míos concienzudamente, aunque con un deseo que se desbordaba por todos sitios. Sus fervientes jadeos me estaban volviendo completamente loca y mi mano se aferró a su húmedo pelo con fervor para que no se separase de mí nunca.
Solo solté su cabello para que mi mano se uniera a la otra, tenían que quitarle el pantalón. Conseguí bajárselo un poco y tiré de este hacia abajo hasta que también cayó al suelo con facilidad.
Mientras nuestros labios seguían besándose y nuestros pulmones respiraban sin descanso, deslicé mis manos por sus abdominales para subirlas lentamente hacia su impresionante pecho. Eso le excitó aún más y volvió a pegarme a él para friccionarme contra su cuerpo desnudo.
Ambos jadeamos con entusiasmo y nuestras bocas pasaron a ese nivel de la locura. Nuestras lenguas se encontraban y se perdían frenéticamente mientras mis manos se deleitaban en su impresionante pecho, en sus amplios hombros, en su portentosa espalda, y las suyas se movían por mi espalda y por mi nuca con fervor.
Amarró mi cabello en un puño y tiró hacia abajo para que mi cabeza se alzase. Eso me excitaba muchísimo, me encantaba cómo agarraba mi pelo, con esa pasión, con ese deseo. Su ardiente boca comenzó a deslizarse por mi cuello y mi mano también se aferró a su pelo a la vez que los dos jadeábamos con una pasión desmedida.
Dejó mi cuello y volvió a pegar su rostro al mío, clavándome esa mirada de fuego. Mis ojos también flameaban.
―Te quiero… ―murmuró con voz segura en mis labios.
―Yo también te quiero, con toda mi alma… ―conseguí susurrar, pues ya me derretía completamente.
Sin despegar su boca de la mía, caminó hacia mí, obligando a mis pies a que fueran hacia atrás, y me asistió para ayudarme a tumbarme en ese lecho de pétalos que yacía junto a las llamas. Me quedé echada boca arriba y él se acomodó a mi lado, sin despegar sus pupilas de mi cuerpo.
Me repasó entera con esa mirada de fuego, respirando agitadamente.
―Eres tan preciosa… ―susurró sin apartar la vista de mí.
―Soy toda tuya… ―susurré yo.
Sus seductores ojos se movieron para engancharse a los míos con determinación y mi ritmo cardíaco aumentó de ritmo.
Cogió un puñado de pétalos, repasándome de nuevo con la mirada, y comenzó a soltarlos por  todo mi cuerpo. Los repartió por mi pecho, por mi abdomen, por mi pelvis y mis muslos, dejando que estos cayesen delicadamente sobre mi estremecida piel.
Y entonces, empezó a quitármelos poco a poco, acariciándome lentamente con su ardiente mano. Todas sus caricias me llevaban a la locura y yo me dejé hacer sin remedio. Comenzó por mi muslo, deslizando su tórrida palma hacia arriba con calma, aunque él también respiraba con fervor. Repasó mi cadera, ascendió por mi vientre y llegó a mi pecho, donde se recreó un poco más.
Mi boca ya no podía exhalar con más intensidad, su ardiente palma sabía cómo tenía que acariciarme, pero cuando su mano volvió a deslizarse y bajó más allá de mi vientre para retirar esos pétalos, ya no pude evitar que mis piernas se abrieran y que mi pelvis acompasase sus lentos y seguros movimientos entre suaves gemidos.
Jacob llevó su sedienta boca a la mía y nos besamos con pasión, a la vez que mis manos ya aferraban su pelo ardientemente. Nuestros jadeos ya lo caldeaban todo y la energía subió de intensidad. Dejó mi vientre bajo y se colocó entre mis piernas, entonces mis manos pasaron a acariciar su ancha y portentosa espalda con avidez mientras las suyas lo hacían con mis muslos y mis caderas.
Volvió a soltar mi boca para que la suya recorriese la línea de mi mandíbula y bajase a mi cuello. Lo besaba, lo lamía, lo mordía… Mis manos ya habían perdido el juicio, no había cabello ni milímetro de su piel que no quisieran tocar. La corona de flores se me cayó cuando Jake llegó a mi pecho y mi espalda se arqueó con excitación, haciendo que mi cabeza también se fuese hacia atrás. Solo podía sentir sus sedosos y calientes labios, su ardiente lengua deslizándose lentamente, sus delicados mordiscos, su tórrida boca, su abrasador aliento en el corazón de mi seno, mientras una de sus manos se aferraba a mi cabello y la otra también se deleitaba en mi pecho, en mis muslos, en mis caderas... Por fin, por fin le sentía por mi cuerpo de nuevo después de ese tiempo eterno. Mis fuertes jadeos ya se parecían más a gemidos y mi cuerpo se movía bajo el suyo, buscándole a él con auténtico frenesí.
Su boca abandonó mi pecho para seguir descendiendo. Me besó despacio, recorriendo mi abdomen con dulzura, y acarició mi vientre con sus labios. Mis manos se cayeron a ambos lados, sobre los pétalos, preparándose para lo que sabían que iba a sentir ahora. Su boca siguió bajando, se deslizó por el interior de mi muslo izquierdo, hasta que por fin se coló entre mis piernas.
Esta vez gemí en voz alta, arqueándome de nuevo hacia atrás, y mis manos se aferraron a ese lecho floral con un ansia desmedida. Los pétalos quedaron encerrados en mis puños y mis uñas se llevaron parte del tejido de la alfombra sobre la que reposaban, tanto, que incluso llegaron al suelo.
Mi cuerpo siguió los calmados movimientos de su tórrida lengua, su boca y su más que ferviente y agitado aliento con entusiasmo. Jake sabía lo que me gustaba, sabía cómo tocarme, cómo acariciarme, cómo lamerme, cómo moverse por todo mi cuerpo para hacerme enloquecer. Mis entusiasmados movimientos parecieron excitarle mucho más y su boca pasó a moverse apasionadamente. El placer que sentía era tan intenso, que mi bajo vientre ya palpitó, haciéndome gemir más fuerte.
Su boca abandonó mi entrepierna para besar y mordisquear el interior de mis muslos con ardor, eso también me excitaba enormemente, él lo sabía. Fue subiendo poco a poco por todo mi cuerpo, parándose otra vez en mi pecho, mientras sus manos también me recorrían entera, y llegó a mis labios para besarme con más que pasión. Mis manos se alzaron para aferrarse a él con un ansia desmedida y le obligué a girarse para que se quedase boca arriba. Ahora la que quería acariciarle era yo.
Le besé con fervor a la vez que sus manos se metían por mi pelo para llegar a mi nuca y luego bajaban, acariciando mi espalda con avidez.
Retiré mi boca de la suya y lamí sus labios, pasando mi lengua de arriba abajo, muy despacio, mientras mi encendida mirada se perdía en sus intensos y apasionados ojos y ambos respirábamos con deseo. La punta de su lengua se escapaba de vez en cuando para encontrarse con la mía, y sus manos se metieron por mi cabello.
Me eché a un lado, aunque sin bajarme de su cuerpo, y sin dejar de lamer sus labios llevé mi mano hacia abajo hasta que encontré con facilidad lo que quería encontrar.
Su ya agitada respiración se convirtió en una sucesión de fuertes jadeos cuando comencé a mover mi mano, y las suyas encerraron mi pelo en puños apretados que tiraban de mi raíz, excitándome el triple.
Dejé que mi boca casi se posase en la suya, pero no hice nada más. Mientras los dos jadeábamos con intensidad, nuestros labios se rozaban y nuestros alientos se mezclaban con pasión.
Subí mi mano de nuevo y me separé de su boca para observarle bien. El fuego de la chimenea bailaba sobre su cuerpo, haciendo un contraste de luces y sombras que se movían por la fluctuación de las llamas. Su cuerpo era perfecto, fuerte, vigoroso, hermoso y poderoso, todo en él era poderoso.
Comencé a acariciar su impresionante torso, deleitándome en cada músculo, en cada centímetro de su sedosa piel, pues era mío y podía tocarle cuanto quisiera. Después, llevé mi boca para recorrerlo bien. Mis caricias le excitaban sumamente, eso hacía que yo me encendiese el triple. Su piel olía muy bien, tenía ese algo aromático que me encantaba y que se mezclaba con el bosque, la madera, la naturaleza, pero ahora, además, se le sumaba ese olor frutal del gel de ducha que casaba tan bien con su propio efluvio.
Mi boca descendió por su cuerpo, recorriendo sus abdominales, y finalmente se encontró con eso que mi mano había buscado antes.
Jacob gimió y su mano se posó sobre mi cabeza para acariciarme y apartarme el pelo de la cara, aunque él no era el único, mi lengua y mi boca también disfrutaron como nunca, y tenían para gozar un buen rato.
En cuanto terminé, volví a reptar por su cuerpo para llegar a sus labios. Sus brazos me acogieron con fuerza mientras su mano se aferraba a mi cabello otra vez y nuestras bocas comenzaban a saciar su sed de nuevo. Ambos nos giramos, quedándose sobre mí, y se acomodó entre mis piernas.
Su boca dejó de entrelazarse para quedarse pegada a la mía y clavó sus intensos ojos en los míos, seductores, sensuales, hipnotizadores, reclamándome como nunca antes, seguros de sí mismos pero maravillados al mismo tiempo por obtener al fin lo que nos había sido arrebatado durante ese año de agónica separación.
Y, entonces, ese sueño tan esperado por los dos, tan deseado, tan ansiado, tan suspirado, tan necesitado y vital como respirar, empezó a hacerse realidad.
Su portentosa hombría comenzó a unirse a mí y se me escapó un gemido. Toda mi alma se estremeció al sentir cómo se unía a mí despacio, sin prisa, parándose a sentir nuestra unión como si fuera lo último que fuésemos a hacer en la vida. Mis manos se amarraron a su pelo y a su espalda y terminé gimiendo en sus labios una vez más cuando por fin le sentí completamente dentro, aunque él también soltó un gemido sordo que rozó mi boca.
Sí, lo sabía, lo sentía… Jacob y yo habíamos nacido para estar así…
Mi cuerpo ya palpitaba solo con eso, pero comenzó a deslizarse dentro de mí igual de despacio, rozándome concienzudamente, sin prisa, de esa forma en la que solamente él sabía hacerlo, dejando que su boca y la mía siguieran acariciándose, besándose, sin apartar sus profundos e intensos ojos de fuego de los míos mientras jadeábamos en voz alta, y entonces el orgasmo vino solo.
―Jake… ―gemí en su boca.
Solamente fue un orgasmo físico, pero invadió todo mi cuerpo, haciendo que me evadiera durante un instante, y mis dedos se clavaron en su piel con ansia a la vez que mis gemidos subían de tono. Había pasado demasiado tiempo sin sentirle dentro de mí, y mi cuerpo también le había echado mucho de menos.
―Te quiero, nena… ―jadeó sobre mis labios, excitado.
―Dímelo otra vez… ―jadeé yo también, sujetando su pelo con fervor.
―Te quiero. Te quiero, nena… ―repitió, todavía más encendido.
La energía ya era frenética.
―Mi amor…
Jacob se excitó aún más con mi entusiasmada reacción y comenzó a empujar más fuerte, con movimientos espasmódicos y rítmicos, aunque siguiendo con esa cadencia concienzuda y lenta, atenta.
Todo mi ser ya se volvía completamente loco con su manera de hacerme el amor, me lo hacía entregándose a mí completamente, con toda su alma. Solo él sabía elevarme al cielo con rozarme, y esto ya me llevaba más allá. El fuego ya empezaba a quemar todo mi cuerpo, lo sentía por todos los costados, dentro de mí, por todas partes, y su piel ya comenzaba a arder, junto con la mía, las dos fundiéndose en una sola. El ardor de mi cuerpo hizo que mi epidermis empezase a sudar, aunque no fue la única, su piel ya se estaba humedeciendo, haciendo que su efluvio me excitase aún más.
―No pares… ―exhalé con más que frenesí, llevando mis manos a su espalda más baja para que siguiera empujando del mismo modo.
―Nessie… ―susurró con fervor.
Sus fuertes jadeos aumentaron junto con los míos, y la intensidad de esa energía mágica que nos rodeaba y que nos atraía como imanes se amplificó aún más. Siguió deslizándose despacio, aunque sus movimientos espasmódicos subieron un poco de ritmo.
Sin dejar de moverse, unió su boca a la mía del todo y nos besamos con una pasión y un deseo desmedidos, eso hizo que mis manos reptasen por su espectacular espalda para llegar a sus amplios hombros y al pelo de su nuca. Su lengua buscaba la mía con ansia, y la mía se entregaba a ella ciegamente.
Nuestro fuego aumentaba a cada instante.
Abandonó mi boca para deslizar la suya por mi cuello y mi garganta mientras mis manos se perdían frenéticamente por su cabello y sus hombros. Ascendió con avidez y llegó a mi oreja, exhalando su agitado y abrasador aliento en mi oído a la vez que su tórrida lengua repasaba mi lóbulo. Me estremecí aún más y jadeé con más intensidad.
Volvió a llevar su boca a la mía para que continuasen acariciándose y besándose, y siguió moviéndose dentro de mí con esa cadencia lenta y meticulosa, cuidadosa, esmerada. Su humedecido pecho se rozaba con el mío siguiendo el mismo ritmo, excitándolo más, y sus caderas lo hacían con el interior de mis muslos, estremeciéndome continuamente, mientras mi cuerpo acompañaba sus movimientos con fervor. El intenso placer invadía mi bajo vientre con ansia.
Las llamas de la chimenea ardían a nuestro lado, pero el calor que radiaba de nosotros las superaban. Ardor, fuego, fervor. Eso era lo único que podía sentir junto con el inmenso placer que ya comenzaba a tomar todo mi cuerpo. En sus ojos flameaban las llamas de la pasión, en su abrasador e impetuoso aliento, en sus tórridos labios… Todo. Todo en él era fuego, y eso hacía que mi cuerpo se contagiase sin remedio. Quería sentir ese fuego recorriéndome, lo necesitaba, lo ansiaba, y cada vez sentía más placer. Más, más, más...
Sus jadeos aumentaron de volumen, así como los míos, y sus lentos movimientos pasaron a ser más espasmódicos y potentes. El inmenso e incontenible placer ya se acercaba como un tornado y la energía pasó a ser electrizante, se movía a nuestro alrededor con delirio. Su boca sobre la mía, jadeando con fervor, su abrasadora piel frotando mi piel, su cuerpo deslizándose dentro del mío…
Las palpitaciones de mi organismo alcanzaron sus cotas más altas y acto seguido llegó la locura. La energía explotó a la vez, juntándose con ese clímax de fuego que recorrió todo mi cuerpo, invadiéndolo como un fogonazo, y alcancé el cielo. Sentí cómo su espíritu se mezclaba con el mío, y por un instante fuimos uno solo.  El orgasmo duró más tiempo y fue mucho más inmenso, infinitamente más placentero, haciendo que toda mi alma se entregase a él completamente, que se perdiera en otro mundo diferente a este junto a él, uno más espiritual y mágico, indescriptible. Le amarré más fuerte, quemándome del todo, y mis piernas se abrieron más en respuesta. Las lágrimas cayeron a ambos lados de mi rostro justo cuando nuestras bocas gimieron más alto mientras seguían tocándose, y mis dedos se clavaron en la piel de su espalda con tanto frenetismo que pude oler su sangre por un instante.
Por fin había podido entregarme a él del todo, por fin había sentido ese fuego.
Nos miramos a los ojos, todavía respirando con agitación, y Jake llevó su boca a la mía para besarme con dulzura. Sin embargo, nuestra noche de boda no había hecho más que empezar, y todavía nos quedaba mucho fuego que apagar. Mucho, mucho fuego.
Esa ternura pronto pasó a ser pasión desenfrenada de nuevo y terminamos besándonos con fervor, jadeando con intensidad, y rodando por ese lecho de pétalos rojos, hasta que me quedé sobre él.
Sin dejar de besarle en ningún momento, repté hacia atrás, tirando de su mano para que se incorporase y me siguiera, y conseguí que se pusiese de pie conmigo.
Mis manos se aferraron a su nuca y a sus hombros para pegarle a mi cuerpo y le obligué a caminar en mi dirección, hasta que llegamos a donde yo quería. Entonces, dejé su boca, le despegué de mí y le empujé hacia el sillón, donde se cayó sentado.
Me senté sobre él y uní nuestros cuerpos de nuevo, aferrándome bien a su cuello. Ambos soltamos un gemido sordo y Jacob llevó sus manos a mi espalda baja para pegarme a él del todo, haciendo que nuestros rostros se arrimasen.
Hacía demasiado calor, el fuego lo invadía todo, todo, y yo necesitaba saciar este deseo incombustible que sentía por él.
Empecé a moverme sobre Jake desenfrenadamente, cabalgando con fervor, mientras nuestras bocas volvían a exhalar el aire con locura. Mi organismo ya comenzaba a palpitar, ansioso, y todo mi ser se estremecía profundamente con lo que sentía. Subió sus manos, acariciando mi espalda, y las metió entre mi pelo para que mi rostro no se separase del suyo jamás.
Mi cuerpo se deslizaba una y otra vez con pasión y nuestras hambrientas y feroces bocas se entrelazaban juntas entre jadeos salvajes.
Todo en él me volvía completamente loca, su glorioso cuerpo, sus ojazos negros de fuego, sus ardientes y sedosos labios, sus enormes, suaves y prodigiosas manos, su tórrida y húmeda piel, su roce con la mía, el olor de su sudor, su más que apasionado aliento en mi boca, sus besos, sus ávidas caricias, él, él, él, él…
No pude evitarlo, aferré el pelo de su frente para obligarle a ladear su rostro y hundí mis dientes en su cuello sin dejar de moverme sobre él con entusiasmo.
Gimió, muy excitado, y sus manos se aferraron en mi espalda baja con avidez para que aumentase mi ritmo un poco más.
Por supuesto no mordí su yugular, y solo me permití beber un poco de su sangre, pues sabía que si empezaba y me dejaba llevar demasiado, ya no podría parar, pero el saborear su hirviente y extremadamente delicioso plasma me excitó sumamente y mis movimientos se volvieron frenéticos, aunque no era la única, Jacob también se volvió loco, jugar a este juego peligroso era muy, muy excitante. Solté su cuello, lamiendo la sangre que se desbordaba por la herida antes de que esta se cerrase, y acto seguido le quedó una suave y rosada cicatriz con la forma de mis dientes.
La locura se desató del todo.
Su mano se aferró a mi cabello una vez más y tiró para que mi barbilla se alzase. Comenzó a besarme y a lamerme con hambre por mi cuello y mi garganta, por mi pecho…, mis dedos no podían sujetar su pelo con más fuerza, mientras ambos jadeábamos salvajemente.
Subió su rostro y aflojó un poco su amarre para que el mío se pegase al suyo. Aferré las manos en el respaldo y pasé a deslizarme sobre él de una forma completamente desbocada, tanto, que si no llega a ser porque el sillón estaba apoyado en la pared, hubiéramos volcado. Escuché un crujido de la madera bajo mis manos, pero ni siquiera noté que había roto nada, solamente podía sentir a Jacob. Jacob, Jacob, Jacob. Nuestros jadeos pasaron a ser gemidos y sus dedos se clavaron en la piel de mi espalda más baja para que no parase.
Pero Jake también pasó a la acción.
Despegó su espalda del respaldo, obligándome a soltarme del mismo para inclinarme hacia atrás y él se unió a mis movimientos de una forma salvaje. El inmenso placer que me hacía sentir me dominaba hasta dejarme llevar completamente. Mi cuerpo se dobló hacia atrás y mis manos se agarraron a los brazos del sillón con un ansia desmedida. Jacob llevó sus manos por todo mi cuerpo, acariciándome los muslos, el abdomen, el pecho… Todo me hacía palpitar, y mis dedos ya rasgaron la tela.
Sus manos pasaron a mi espalda y me empujaron hacia él, haciendo que mi pecho se fundiera con el suyo y que nuestros rostros se uniesen de nuevo. Mientras mis manos ya se repartían por su pelo y sus hombros, nuestras bocas se besaban con un ardor que lo quemaba todo. La energía corría a nuestro alrededor con una pasión ciega.
Coloqué mi mano sobre su mejilla para compartir con él todo lo que sentía y, entonces, la locura se convirtió en algo indómito. Jacob se excitaba aún más viendo lo que yo sentía, y mi excitación también tocaba el cielo, al verle a él. Nuestros irrefrenables movimientos pasaron a ser lujuria plena, éramos como dos animales salvajes, fuego contra fuego, y el placer estalló del todo en los dos.
Su alma volvió a tomar la mía y otro clímax barrió mi cuerpo completamente, mezclándose con la energía que había explotado del todo, llevándome al éxtasis absoluto. Dejé este mundo momentáneamente y mis uñas se clavaron en su piel una vez más mientras los dos gemíamos en nuestras bocas, más alto.
Cuando todo terminó, nos quedamos quietos, todavía unidos, y nos miramos a los ojos a la vez que nuestras bocas seguían intercambiándose el aliento agitadamente. No quería separarme de él jamás, no ahora que había pasado ese horrible año y por fin era mío de nuevo.
Lo vi en sus intensas pupilas, las cuales reflejaban las mías. Nuestro fuego aún no se había apagado, y quedaba mucho para que eso ocurriera.
Jacob se levantó, tomándome en brazos, y regresamos a ese lecho de pétalos para consumirnos del todo.
Las llamas de la chimenea terminaron apagándose a lo largo de la noche, pero nuestro fuego siguió más allá del amanecer.


12 comentarios:

  1. ¡Hola a todos! Soy JACOB&NESSIE ^^

    MUCHISIMAS GRACIAS POR SEGUIR AQUI, COMO SIEMPRE!!! OS QUIERO MUCHO!!

    Bueno, me alegro de que os gustase lo de Embry y Mercedes ^^ Jajaja, me hace gracia, porque justo me vais a preguntar por eso cuando al dia siguiente venia la imprimacion de Embry XDD

    En fin, espero que os guste este capi ;) ¡Por fin la luna de miel! ¡Pobrecitos, con lo que esperaron para estar juntos! ¡Un año sin tocarse si quiera! O-O ¡PERO POR FIN LLEGO LA NOCHE DE BODAS! XD

    LAMETONES PARA TODOS!!

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  2. Wao Amiga!!!

    Que ilustración tan gráfica de su noche de bodas!!! Te botaste!!!

    Queda poquito q la imaginación.....

    Bueniiiiisiiiimo este capítulo!!!

    Sabes como mantener el interés y la espectativa en tus lectores....

    Waooooooo!!!!

    Que noche de Bodas!!

    Anita de Venezuela

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  3. Opino igual que Anita que noche de bodas. La descripción es envolvente y la imaginación hace el resto realmente estuviste increible y me imagine a Jake como no tienes idea en fin espero los dos de manana igual de intensos que el de hoy ... Jaja, ah en el inicio hablaba de una lucha de poder con los Vulturis o algo por el estilo no me digas que esos chiflados volverán a la vida de Jake & Nessie? si es así que el lobo se los coma jjejeeje. Espero contesteis mi avocado pregunta Gracias y un saludo enorme
    Kiara

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  4. Wow. Me Dejaste imprecionada con tu forma de redactar este capitulo es tan envolvente y Wow sin palabras espero el próximo con mas fuego.
    Realmente eres estupenda y tu trabajo toda una obra de arte me dejas hipnotizada cada vez que leo tus capítulos realmente son hermosos y tu una talentosa escritora. Las fotos son realmente lindas, si pusieras mas de Jake sin playera te lo agradecería me encanta mirarle sus formados músculos Jajaja...
    Gracias y un auuuuuuuuuuullido para ti. ( :
    Cathy

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  5. si muy descriptivo la noche de bodas...genial....muy pasional....romantico....ja mañana los 2 capitulos...sos una genia indiscutiblemente...la MEJOR....

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  6. Ayyy!!!, no m puedo creer lo q m prdi el fin d cmana** pro ia stoii aqui ii q manera d rcibir Tamara ncrio ntre la boda (hablando d eso kiero dcirt q eres una xclent narradora, pro no pud evitar qdarm un poco prdida con el vstido d Nessie, el primr modlo si m lo pud imaginar pro el cgundo no tngo ni idea O.O, no tndras alguna imagn o aunq cea un dibujo d bolitas ii palitos?, sq ncrio m gustaria darm una idea d su vstido :D)ii la luna d miel (mi Dios q luna d miel, si ese s el principio no m kiero ni imaginar el rsto;)
    Q weno q mañana son dos capis!!!!!! D nuevo eres gnial Tamara ncrio q si dcids volvrt scritora profsional compro todos tus libros!!!!!
    XOXO dsd México

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  7. JAJAJAJA oie estuvo wuauuuuu a mi me encanto lo explicito se lo merecia .... este capi de noche de bodas, no hubiera sido justo sino describieras cada detalle... mmmm ya quiero los 2 capis de mañana porq me he quedado con ganas de másss jajaja......:)

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  8. Estoy de acuerdo con andres, muy pasional y romantico ........
    gracias
    elsa

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  9. guaaaaaaaauuu....!!!stor de acuerdo con ini muuuuy explicito fue tu noche de bodas...
    pero me ecanto...

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  10. ¡HOLA!, SOY NOVIEMBRE.
    POR TU FORMA DE EXPLICARLO CREO QUE TODOS HEMOS TENIDO NOCHE DE BODA CON JACOB,¡UH!,QUE PASISÓN Y LOJURIA DE ESTOS DOS; ¡QUIEN FUERA NESSIE!, ¡A LA ASOÑAR QUE NO CUESTA DINERO!
    LAMETAZO.

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  11. Hola, la verdad muy bueno y muy, muy grafico la verdad que esta envidia da. Ir de la lujuria a la ternura en un momento creo que todos los hemos visto. Saludos desde Peru...

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  12. vaya jajaj es como si hubiese estado viendolo todo con mis ojos,me trajo buenos recuerdos con mi pareja ejejej eres genial tamara un beso,sara de ceuta

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