NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA. PROFECÍA")
Para leer este fic, primero tienes que leer "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, y "Nueva Era I. Profecía". Si no, no te enteraras de nada 😉
CAPITULOS:
PARTE UNO: COMIENZO:
RENESMEE:
43. DESPEDIDA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-43-despedida.html
44. COMIENZO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-44-comienzo.html
45. CELEBRACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-45-celebracion.html
46. FUEGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-46-fuego.html
47. NADAR: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-47-nadar.html
48. EXTRAÑO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/este-es-el-segundo-capitulo-de-hoy-para_26.html
49. REY Y REINA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-49-rey-y-reina.html
50. EN CASA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-50-en-casa.html
51. BUSQUEDA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-51-busqueda.html
JACOB:
52. HAY QUE VER LAS VUELTAS QUE DA LA VIDA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-52-hay-que-ver-las.html
DIOS, ESTO ES PARA
PEGARSE UN TIRO
Una de las llaves se metió
en la cerradura y los tropecientos mil cerrojos se fueron corriendo uno por uno
con una sucesión de sonidos contundentes, hasta que el último de ellos hizo su
particular clack.
La puerta se abrió y yo
tensé los gemelos de mis piernas a la vez que mi garganta ya emitía un gruñido
de advertencia.
Entraron dos chupasangres de
la guardia, ataviados con esas estúpidas y anticuadas capuchas grises, pero,
para mi asombro, pasaron por delante de mis narices y se dirigieron a Ryam.
―¡Hey, ¿qué vais a hacer?!
―exigí saber, lanzando mis pies hacia ellos.
Pero alguien tiró de las
cadenas de mis muñecas, haciendo que mis brazos se fueran hacia atrás y que me
quedase clavado en el sitio, impidiéndome avanzar más allá.
―¡No, soltadme! ―gritó Ryam,
luchando para que esas sanguijuelas no le cogieran por los brazos.
Me giré súbitamente, con
cara de muy malas pulgas, y vi que ese alguien era otro vampiro que estaba
agarrando mis cadenas con las dos manos, tensándolas para que yo no pudiese dar
un paso más.
―¡Suéltame, asqueroso
chupasangres! ―voceé, abalanzándome sobre él.
Pero esa sanguijuela saltó a
un lado vertiginosamente, llevándose esas malditas cuerdas metálicas, y volvió
a tirar de ellas con saña. No me dio tiempo a más. Los eslabones pasaron por
las arandelas como auténticas balas, produciéndose un ruido chirriante, y mi
cuerpo salió despedido hacia atrás, hasta que las cadenas llegaron a su final,
que eran los grilletes de mis muñecas y mis tobillos. Mi espalda se estampó en
la pared y el estruendo del impacto restalló en toda la mazmorra cuando este
provocó un boquete en el muro que hizo que incluso se desprendieran trozos de
piedras, las cuales terminaron desparramándose por el suelo. Me quedé pegado a
la pared con los brazos y las piernas abiertas como si me tratase del objetivo
de un truco de cuchillos.
Genial. Por supuesto, no me
hice daño, y menos mal que mis pies se posaban en el suelo, pero esto, aparte
de humillante, era frustrante y me ponía de más mala leche.
―¡Suéltame! ―grité, ya lleno
de convulsiones y revolviéndome como podía.
Sin embargo, ese vampiro me
tenía bien enganchado, y no me podía transformar. ¡Maldita sea!
―¡Dejadme! ―chilló Ryam con
furia, casi a la vez que yo, también temblequeando.
Y entonces, mi cabeza se
giró hacia él con rapidez y mis estupefactos ojos se abrieron como platos.
Su cuerpo pegó un estirón
supersónico, empezando por sus brazos y sus piernas, para seguir por el tronco
y la cabeza. Todo en él se ensanchó y adoptó una forma más musculosa, aunque
las roturas de sus pantalones ya se adaptaban a su nueva condición, señal de
que ya se había transformado con anterioridad, de ahí que no llevase camiseta y
su pantalón ya estuviese hecho trizas. En un abrir y cerrar de ojos, ese chico
más bien delgado de un metro ochenta pasó a ser un gigante forzudo de más de
dos metros y medio. Guau. Menos mal que ya estaba más que acostumbrado a ver
transformaciones.
Me fijé en que sus grilletes
tenían algún tipo de sistema especial y que se ensancharon para amoldarse a sus
nuevas muñecotas. Tiró de sus largas cadenas con ira, pero ni siquiera su
fuerza podía con esos eslabones y con el anclaje de esas anillas.
Ryam abrió la bocaza,
enseñando unos colmillos que también eran bastante considerables, y soltó un
rugido en todo el careto de los chupasangres que intentaban llevárselo que a
poco más y les quita hasta las capuchas de sus túnicas. Sí, en serio, fue
bastante potente.
Pero el muy idiota no sabía
luchar. Después de montar todo ese numerito, las dos sanguijuelas que le
rodeaban saltaron hacia él y, con facilidad, abrieron las arandelas que le
ataban a la pared para envolver su descomunal cuerpo con las cadenas a una
velocidad increíble. En un segundo, Ryam parecía un canelón de cadenas.
Imbécil. Bueno, aunque yo
tampoco estaba para hablar, la verdad. Él parecería un canelón metálico, pero
yo parecía la atracción de una feria. Guay. Vaya par de estúpidos…
―¡Soltadme! ―volvió a
reclamar Ryam, zarandeándose inútilmente entre las manos de sus opresores.
El muy tonto lo único que
iba a conseguir era caerse al suelo, y a ver cómo se levantaba después.
―¡¿Qué vais a hacer con él?!
―exigí saber.
―Tranquilo, no venimos a por
el gigante ―habló uno de esos chupasangres que habían envuelto a Ryam―. Solo
es… para que te quedes a solas.
―¿A solas? ―inquirí, bajando
las cejas con extrañeza.
Ya no me hicieron ni caso.
Uno de esos vampiros empujó a Ryam, cuyos hombros cayeron sobre los brazos de
su compañero, y lo cogió por las piernas. Hicieron mutis por el foro,
llevándose al gigante como si fuese una enorme alfombra enroscada mientras él
gruñía y los insultaba sin parar, revolviéndose para nada.
Se marcharon de la celda de
esa guisa, pero la sanguijuela que me retenía a mí se quedó para seguir
sosteniendo mis cadenas. Mis ojos se clavaron en él con furia y el muy cobarde
apartó la mirada.
De repente, otro espectro
encapuchado entró por el hueco de la puerta. Llevaba esa capucha casi negra
puesta para ocultar su rostro, pero por el color de su capa y por su tamaño
supe quién era enseguida.
―Hombre, pero si es mi amiga
la Pitufina ―le dije con acidez―. ¿Qué pasa? ¿Vienes a torturarme un rato?
Mi mote no debió de gustarle
mucho, porque se giró hacia mí, me miró con sobriedad y retiró su capucha hacia
atrás para enseñarme un alzamiento de ceja altivo.
Inspiré profundamente por la
nariz ese asqueroso aire lleno de acidez repelente, sí, diablos, era realmente
repugnante, pero necesitaba oxígeno para prepararme psicológicamente con el fin
de resistir su tortura, por muy sucio que este estuviera.
Pero, para mi sorpresa, no
me hizo nada. Se dio la vuelta, dirigiéndose al otro chupasangres, y ella tomó
las riendas de mis cadenas. Su compañero se piró con rapidez cuando ella le
dedicó una mirada amenazadora, y cerró la puerta a sus espaldas.
Entonces, volvió sus encarnados
ojos hacia mí.
―¿Qué vais a hacer con Ryam?
―quise saber.
―Tranquilo, tu amigo estará
aquí pronto, no le haremos nada ―declaró―. Solo quería estar a solas contigo.
¿Qué demonios era esto?
¿Acaso venía a sonsacarme algún tipo de información o algo?
―No tengo nada que decirte
―le advertí, clavándole otra mirada agresiva.
―No vengo… ―sus pupilas
bajaron por mi cuerpo y su ceja se volvió a alzar, aunque esta vez con una
aprobación y una satisfacción evidentes, a lo que se sumó la curvatura de su
boca, para terminar subiendo hasta mi rostro de nuevo―…a torturarte.
Glups. Esto no me gustaba
nada, pero nada de nada.
―Hay muchos tipos de tortura
―le contesté, otra vez con un tono ácido, para ver si así se daba por aludida.
Mierda. No se dio por
aludida.
Se acercó lentamente,
poniendo una mano por delante de la otra como si escalase por las cadenas, con
ese mismo semblante de antes y se quedó a un paso de mí.
―Solo he venido para
llevarte ante Aro, pero he de reconocer que también he aprovechado para verte
―reveló, repasándome con esa mirada de nuevo.
Ugh, su manera de mirarme me
daba escalofríos. No sé por qué, pero esa mirada, claramente lasciva, me ponía
de los nervios.
Me di cuenta de que llevaba
unos tacones considerables, pero ni con esos zancos me alcanzaba.
―Bueno, pues ya me has
visto, así que pírate y llévame a ver a Aro ―le espeté.
Otra vez, pasó de mis
palabras.
Una de sus manos soltó las
cadenas y la elevó hacia mí.
Me revolví, aprovechando ese
desenganche, y traté de zafarme. Conseguí que mis brazos y mis piernas se
despegasen un poco de la pared, pero maldita sea, esa rubia canija era más
fuerte que yo y, por más que lo intenté, me resultó imposible separarme más. La
Pitufina sonrió con malicia, parecía disfrutar con esto, y le dio un tirón a
las cadenas con esa sola mano, haciendo que mis extremidades volvieran a
espachurrarse en el paramento de piedra.
Maldita sea, esto era más
humillante todavía.
―Déjame en paz ―mascullé,
apretando los dientes.
Se rio en voz alta, con una
risa cantarina. ¿Qué le pasaba? ¿Acaso se había vuelto loca o qué? Hasta que
por fin cerró la boca y se dejó de reír. Entonces el escalofrío que me dio fue
peor.
Clavó sus libidinosos ojos
en los míos y volvió a alzar la mano hacia mí. Ahora fue mi espalda la que
buscó la pared para pegarse.
Mierda, genial, lo sabía.
Sabía que esta víbora se sentía atraída por mí, aunque jamás imaginé que
llegase a estos extremos. Esto era lo que me faltaba.
―No se te ocurra tocarme
―gruñí, rechinando la dentadura con más fuerza mientras hundía el ceño sobre
los ojos.
Como antes, le dio
exactamente lo mismo. Me dio un respingo cuando su mano se posó sobre uno de
mis brazos, aunque ella también notó la gran diferencia de temperatura y la
apartó con un poco de sorpresa.
―Tu piel está muy caliente
―se dio cuenta la lista de ella, elevando su labio todavía más. Genial, encima,
parecía que eso le gustaba―. Sin embargo, es extremadamente suave.
No tardó nada en llevarla de
nuevo a mi antebrazo. Esto era para pegarse un tiro, pero la cosa empeoró
cuando comenzó a arrastrarla hacia arriba, pasando por mi bíceps para seguir en
busca de mi hombro.
―Quita tu sucia mano de ahí
―le avisé sin despegar mis muelas a la vez que me revolvía para impedirlo,
aunque inútilmente, para mi desgracia.
―El Gran Lobo. Eres tan
fuerte… ―murmuró sin despegar su mano de mi hombro, desviando esa sucia mirada
hacia mi torso―. Y no me refiero a fuerza física, por supuesto ―se burló,
riéndose con desdén.
No voy a mencionar el tipo
de insultos que se me pasaron por la cabeza, esos sí que eran demasiado
fuertes.
―No me toques ―le repetí,
gruñéndole con ganas.
―¿Por qué no? ―preguntó,
para mi sorpresa.
¿Me estaba tomando el pelo?
―Porque no quiero que me
toques, ¿te enteras? ―le bufé, más que enfadado.
Mi respuesta no le gustó
nada.
―Tú querrás lo que yo quiera
―rebatió, irritada.
¿Pero de qué iba?
―No puedes obligarme ―afirmé
con determinación.
―Deberías sentirte
afortunado, muchos otros hombres querrían estar en tu lugar ahora mismo
―aseguró, levantando la barbilla con petulancia y orgullo.
¡Ja! Eso era gracioso. Podía
resarcirme con eso un rato, pero me contuve, todavía era un caballero.
―Siento desilusionarte, pero
las mujeres vampiro no me atraen nada de nada ―le espeté, arrastrando las
palabras con maldad.
―Eso no lo sabes si nunca
has probado con una ―manifestó en ese tono orgulloso.
Ni hablar.
―Créeme, lo sé ―aseguré,
hablando con un poco de chulería. Lo siento, pero me salía sola―. No sois mi
tipo, solo vuestro olor me da asco.
―Tú tampoco es que huelas a
rosas, precisamente ―dijo, arrugando esa nariz de niña pequeña. Sin embargo,
enseguida dejó de retorcer su semblante para repasarme otra vez―. Pero, en
cambio, cada vez que te veo, mi vista se agrada sumamente. Para ser mitad
humano, mitad animal, eres realmente hermoso.
Guay.
―Decíais que era aberrante
que un hombre lobo estuviera con un semivampiro, ¿y ahora vienes tú hasta aquí
para magrearme? ―le reproché a la cara, hundiendo el ceño en los ojos―. ¿Qué
pensará Aro cuando vea esto en tu mente? ¿No tienes miedo de que te mate?
―No te equivoques, lobo ―me
paró, mirándome fijamente con esos ojos rojos, cabreados―. El que yo me sienta
atraída por ti no quiere decir que no te mate en un momento dado. Sigues siendo
mi enemigo, y mi lealtad hacia los Vulturis es inquebrantable, Aro lo sabe
―aseguró, alzando la barbilla de nuevo.
―¿Entonces qué es lo que
pretendes? ―inquirí, cansado de todo este circo humillante y absurdo―. ¿Por qué
seguimos aquí y no me llevas ante Aro de una maldita vez?
Estaba deseando encontrarme
con él cara a cara.
―Porque llevo esperando
mucho tiempo para volver a verte ―confesó sin tapujo alguno. Genial―. Tengo que
reconocer que me dejaste impresionada la primera vez que te vi, como humano,
por supuesto ―matizó―. Eres realmente poderoso, tu poder espiritual es
increíble, jamás he visto algo igual ―dijo, mirando mi cuerpo con deseo.
―Me importa una mierda cómo
te quedases ―le escupí para que se pirase―. Quiero ver a Aro ya.
Pero no se piró.
―¿Crees que he venido hasta
aquí solo para esto? ―se rio―. ¿Que me voy a conformar solo con mirarte?
Dios, esto no me podía estar
pasando…
―Soy un hombre casado,
felizmente casado, seguro que ya lo sabes ―le recordé con acidez.
Eso pareció molestarle
especialmente, pero lo dejó pasar.
―Quiero que me beses
―exigió, mirándome con dureza.
Sí, esto era una pesadilla,
seguro.
―¿Qué? ―no me lo podía
creer.
Vamos, Jake, despierta…
―Quiero saber qué se siente
al besar al Gran Lobo.
Se había vuelto chiflada.
―No pienso besarte ―afirmé,
mirándola con cara de asco.
―Claro que me besarás
―aseguró, enfadada.
―Antes prefiero palmarla
―declaré, machacando mis muelas.
Solo de pensarlo, me daban
escalofríos. Además, ante todo estaba Nessie. Me daba igual que fuera obligado,
yo jamás besaría a otra mujer, y mucho menos a una chupasangres, vamos.
Para mi asombro, la rubia
canija empezó a reírse.
―¿Tan malo es? ―preguntó,
aún riéndose.
―Peor que eso. Me darían
ganas de vomitar.
Su risa cesó.
―Quiero que me beses. Ahora
―exigió otra vez, seria.
―Jamás.
―Si no accedes, tendré que
obligarte ―amenazó.
―Ya puedes empezar a
torturarme. Jamás te besaré.
Se quedó mirándome con
enfado durante un rato, pero luego su rostro desplegó una sonrisita maléfica.
―Podría torturar a tu… esposa ―le costó soltar la palabra, pero
sus labios seguían sonriendo con malicia.
Una ráfaga de fuego me
atravesó la espalda.
―No se te ocurra tocarla
―gruñí, mirándola con odio―. Si le tocas un solo pelo, juro que te mataré con
mis propias manos.
Esa estúpida sonrisa se le
borró de la cara al instante, aunque siguió en sus trece.
Su mano comenzó a descender
por mi clavícula y mi cuerpo se llenó de respingos.
―¿No me has oído? Deja de
tocarme ―mascullé, apretando los dientes con furia mientras intentaba que mi
torso se apartara de su mano.
¡Mierda, era inútil!
―Eres muy diferente a todo
lo que he visto. Eres fuerte, hermoso, cálido, la tez de tu piel es tan
distinta… ―su asquerosa y helada palma siguió bajando para deslizarse por mi
pecho―, y eres el poderoso Gran Lobo.
Mi cuerpo empezó a sentir la
urgente necesidad de cambiar de fase. La lengua de fuego ya quería recorrer mi
columna vertebral y los temblores de mis manos comenzaron a hacer acto de
presencia.
―¡He dicho que no me toques!
―le voceé en todo el careto.
Entonces, su mano se despegó
súbitamente de mi piel y sus encarnados ojos se clavaron en los míos,
entornándolos con furia.
Me dio completamente igual.
―¡No quiero que me toques
con tus asquerosas manos! ―solté con ira―. ¡Yo solamente le pertenezco a
Nessie, ¿me oyes?! ¡Estoy locamente enamorado de ella, soy suyo, solo suyo,
jamás dejaré que otra mujer me toque y jamás tocaré a otra mujer! ¡Y mucho
menos a un miserable piojo como tú!
De pronto, un rayo eléctrico
se clavó en mi cuerpo, atravesando todas mis entrañas con saña. Intenté
evitarlo por todos los medios, pero en ese momento me fue imposible no gritar,
el dolor era demasiado insoportable. Mis manos se cerraron en puños y mis
propios brazos tensaron las cadenas cuando noté ese dolor punzante en cada uno
de mis órganos, pero me quedé sin aire por un instante cuando lo sentí en el
corazón. Este era peor que aquel que había sentido con ese maldito hechizo de
Razvan, era como si me estuviese clavando un puñal y lo estuviera retorciendo
una y otra vez. Ese cuchillo invisible se desplazó por mis tripas,
desgarrándolas, y pasé a agonizar. Mientras yo me retorcía a su antojo y
apretaba mis muelas para que mi garganta se reprimiese un poco, ella sonreía
con satisfacción. ¡Maldita bruja! Verme sufrir parecía despertar en ella algún
tipo de placer sádico, así que obligué a mi boca a que se callase y conseguí
que solamente salieran unos gemidos sordos.
―El Gran Lobo a mi
disposición ―dijo con esa misma sonrisa―. Me encanta ese collar, ¿a ti no?
Su burla hizo que me
cabrease más, pero ni siquiera podía hablar.
―Zorra… ―logré articular
casi sin voz, aunque con odio, mientras me doblaba de dolor.
―En nuestro último
enfrentamiento me humillaste delante de todos, pero ahora lo pagarás caro
―aseguró, entrecerrando más sus ojos de bruja a la vez que sonreía con
arrogancia―. He esperado mucho tiempo para verte así, y también para tenerte
―siguió, hablando con ansia―. Quiero ver cómo te arrodillas ante mí y me
suplicas que te bese.
¡Bruja chiflada!
―¡Nunca! ―volví a vociferar.
―¿Te gustaría que le hiciese
esto a tu mujercita? ―amenazó,
entornando esos ojos rabiosos todavía más y utilizando esa palabra con un tono
que me sacó de quicio―. ¿Vas a permitir que sufra solo por no entregarme un
beso?
La ira recorrió mi espalda
otra vez y logré alzar el rostro para clavarle una mirada de profunda inquina.
―¡Si la tocas, te mataré!
―grité, tirando de las cadenas con furia incontrolada.
Mi fuerza aumentó
considerablemente de una forma súbita y mis brazos consiguieron despegarse de
la pared, por mucho que ella tiró para impedirlo.
Eso la desquició aún más.
Aumentó la intensidad de su
ataque y mi cuerpo sufrió otra sucesión de convulsiones, pero no me amilané,
apreté los dientes y resistí el dolor.
―Si no me besas, la mataré
yo a ella ―amenazó, rabiada.
―¡No te atrevas a tocarla!
―repetí, gritando más fuerte.
Noté cómo mi espíritu de
Gran Lobo se revolvía en mi interior con cólera. Si se le ocurría rozarla, la
mataría. La mataría a ella y a todos los chupasangres de este asqueroso
agujero, lo juraba por mi vida. NADIE volvería jamás a osar a hacerla daño.
¡NADIE!
De pronto, noté cómo mi
poder espiritual hacía acto de presencia en mí. Al principio me extrañó, porque
ese Ezequiel me había dicho que mi espíritu de Gran Lobo no podía actuar si lo
que me impedía transformarme era algo físico, como era este estúpido cordón
metálico, pero enseguida comprendí el porqué de esta excepción. Sí, ahora mi
espíritu de Gran Lobo me estaba permitiendo usar su poder en mi forma humana, y
la razón era muy sencilla: Nessie. Ella era la fuerza que impulsaba a mi
espíritu, ella era mi guía y mi luz, ella era la que me proporcionaba poder, la
que lo incrementaba. Mi espíritu de Gran Lobo jamás permitiría que le pasara
nada a Nessie, y esto era una amenaza clara. Pero también sabía que solamente
me daría una única oportunidad.
La rubia canija elevó su
ataque un poco más, desesperada por mis negativas a acceder a su loca petición.
Sin embargo, comencé a ver sus rayos láser de color rojo con total claridad. Estos
se estaban clavando en mi cerebro con saña, engañándolo para que sintiera ese
cuchillo invisible por todas partes. No perdí más tiempo. Hice emanar mi poder
espiritual y extendí ese círculo brillante hacia fuera. En cuanto el círculo
tocó esos rayos rojos, Estos se deshicieron como si fueran una simple brisa y
mi cuerpo por fin se relajó.
Sin embargo, todavía no
sabía cómo demonios hacer para extender esa elipse que lo fulminaba todo ―me
moría de ganas de terminar con esta arpía de una vez por todas―, y, encima,
como me temía, esto era una excepción, mi espíritu de Gran Lobo solamente me
permitía extender mi círculo brillante para protegerme.
La Pitufina se quedó
paralizada, mirándome perpleja. Pero la muy estúpida volvió a intentarlo.
Entornó sus ojos otra vez y
dos rayos rojos salieron hacia mi frente. No llegaron a tocarla. Mi círculo se
encargó de pararle los pies sin ningún problema.
―¿Cómo… es posible? ―exhaló
sin poder creérselo.
―Jamás olvides que soy el
Gran Lobo ―por una vez, presumí de serlo.
―Entonces, es cierto, la
profecía ya ha empezado ―se sorprendió, aunque me repasó con más ganas que
antes.
Estupendo, esto le ponía
más, al parecer. Enana chiflada.
―Ahora suelta esas malditas
cadenas y llévame ante Aro ―le exigí, tirando de las mismas para despegarme de
una maldita vez de esa pared.
No me dejó, por supuesto. Su
labio se volvió a curvar hacia arriba con petulancia.
―Tu poder espiritual no te
hace más fuerte que yo, me refiero físicamente ―y su barbilla se alzó con
presunción.
Esto era desesperante. Ya
estaba harto.
―¡Suéltame de una maldita
vez! ―le ordené, furioso.
Como una cobra, se abalanzó
hacia mí para rodear mi cuello con su brazo suelto, tirando de mí. Intenté impedirlo
con todas mis fuerzas, de veras, pero la muy chiflada era más fuerte que yo y
consiguió que mi columna vertebral se doblara hacia ella.
―Quiero saber qué se siente
al besar al Gran Lobo ―dijo con una voz ansiosa mientras acercaba mi rostro a
su asqueroso semblante.
Su mano había soltado un
tramo de las cadenas para que mi cuerpo se arqueara, así que mis manos quedaron
más libres y pude interponerlas entre su cuerpo de mármol y el mío.
―¡Déjame, maldita bruja!
―voceé, forcejeando con ella todo lo que pude para que mi espalda no se doblase
más mientras mi cuerpo se llenaba de convulsiones incontroladas.
Maldita sea. Esta era la
segunda vez que me manoseaba y me intentaba besar una mujer vampiro, aunque,
claro, la otra vez había sido una de mis mejores amigas y eso había hecho que
pudiese reprimir mis impulsos de transformación. ¿Pero qué coño les pasaba? Se
suponía que mi olor les tenía que resultar repelente, ¿no? Pues menos mal,
porque si no…
De repente, la enana tarada
me soltó súbitamente, así como a mis cadenas, y me empujó hacia la pared. Mi
espalda se estrelló contra la misma, pero ni mucho menos fue como antes,
simplemente choqué. Por fin, mis brazos y mis piernas quedaron más o menos
libres; seguían encadenados, pero por lo menos no estaban pegados al paramento.
―¿Qué haces aquí? ―exigió
que le dijera alguien.
Giré mi cara hacia la misma
dirección a la que miraban sus desquiciados ojos y lo vi.
―Aro está esperando ―le
comunicó Enguerrand, dedicándole una mirada claramente censuradora.
¡Uf! Era la primera vez en
toda mi vida que me alegraba de ver a ese pelirrojo.
El Zanahorio osciló las
pupilas hacia mí para observarme y después se dio la vuelta hacia la puerta.
―Enguerrand ―le llamó la
Pitufina en un tono sobrio y mandón.
Este giró medio cuerpo para
observarla.
―Espero que esto que has
visto no salga de aquí ―le dijo con una voz y unos ojos amenazantes.
El chupasangres pelirrojo se
quedó en silencio un par de segundos mientras correspondía su mirada.
―Creo que este metamorfo te
gusta demasiado y que te estás dejando llevar por tus sentimientos ―declaró,
regio.
―No sé a qué te refieres ―le
respondió ella, levantando la cabeza con orgullo.
―No te encapriches demasiado
con él ―le soltó―. Es peligroso.
¿Encapricharse? Puaj, lo que
me faltaba.
La Pitufina no le quemó con
los ojos de milagro.
―Estás equivocado ―replicó
ella―. Solo estaba jugando con él, y Aro ya lo sabe, por supuesto.
¿Jugando? Pues menos mal. Y
encima, ¿ese vejestorio tarado lo sabía y se lo había permitido? Chisté con
indignación.
El pelirrojo tardó un segundo
en contestarla.
―No lo digo por Aro, lo digo
por ti ―le espetó a la cara, ya girándose otra vez hacia la salida―. No debes
encapricharte con él, el Gran Lobo es demasiado para ti.
La rubia canija rechinó los
dientes.
―Jamás vuelvas a hablarme
así, te lo advierto ―contestó ella, rabiada.
―Aro está esperando ―repitió
él, ignorando totalmente su amenaza.
Las muelas de la enana
rechinaron de nuevo y el pelirrojo salió por la puerta.
―¡Guardias! ―voceó él desde
fuera.
Y los dos chupasangres que
se habían llevado a Ryam entraron en la mazmorra.
¡Hola a todos! Soy JACOB&NESSIE ^^
ResponderEliminarMUCHISIMAS GRACIAS A TODOS POR SEGUIR AQUI!!! Y MUCHAS GRACIAS POR ESAS COSAS TAN PRECIOSAS QUE ME DECIS!!! ME HACEIS MUY, MUY FELIZ =º)
Kiara: sobre el poder espiritual de Jake, bueno, sale algo en este capi, jaja, asi que de momento no te explico nada. Leelo y si tienes alguna duda, dimelo y yo te la aclaro, ¿vale? ;)
Kelly: sobre los Cullen y Renee, te digo lo mismo, este tema no sale en este capi, pero saldra en el siguiente, asi que tendras que esperar un poquito para saberlo, jejeje ;)
Andres: ese vampiro es un sicario de Aro, es alguien que hace esos trabajos sucios. Como le explico Ryam a Jake, es el jefe de una banda que ya eran asesinos y mala gente en su pasado humano, y Aro los utiliza como si fuese uno de esos mafiosos de las peliculas, ellos liquidan vampiros o gente incomoda para Aro, y lo hacen en secreto, para no manchar esa imagen de los Vulturis ;)No se si me he explicado, jaja ^^ De todas formas, ya veremos un poco mas de ese Thiago y su grupo mas adelante ;)
Bueno, espero que os guste el capi, jejejeje.
Lametones para todos!!
Pero que descaradaa! jaja se volvio completamente loca jane! jaja me encanto el capi, me imagine con lo pequeña que es jane tratando de obligar a jake para que la bese, me causo gracia! jaja Tengo una duda... porque cuando estaban en el claro jake, nessie y los demás, la pulsera de nessie no vibró para avisarle del peligro o algo?? y bueno, Como ya nos tienes acostumbrados maravilloso el capi y tu forma de escribir! Mucha fuerza para seguir escribiendo!
ResponderEliminarB E S O S =)
Gracias por contestar a mi duda y el capitulo me encanto realmente eres la mejor y Cathy ha estado enferma por eso no a comentado pero te manda saludos y hasta el next capitulo. Kelly ( :
ResponderEliminargenial este capi....esta jane..si que esta sacada...jaja muy bueno tu historia segui sorprendiendonos....mañana el siguiente...salu2
ResponderEliminarOpino lo mismo que los demas la pitufina si que esta chiflada. Y ya veo que jake si cejo salir su poder de gran lobo me encanto el capitulo espero que nessie llegue pronto con los Vulturis para rescatar a jake. Besos y gracias por tan bien capi. Kiara
ResponderEliminarohhhh he quedado sorprendida Jane si que es el colmo obligar a jake para que la besé ... esta chiflada pero bueno que se podia esperar de ella , ya mostraba interes en jake desde antes... y teniendo la oportunidad hasta yo lo obligo jajajaja..... ha estado muy chevere este capi... cuidate
ResponderEliminaroh por dios!!! esa Jane! como me hace enojar!!! ojala pronto salga de ahi de veras eso era para darse un tiro jaja :D
ResponderEliminarMe encanto el cap estuvo muy muy enocionante!! genial!
Besos.
soy angela me gustaria q isieras peliculas de estos libros
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