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NUEVA ERA (Continuacion de "DESPERTAR")
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CAPITULOS:
PARTE UNO: HORIZONTE:
RENESMEE:
1. MAS HUMANA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-1-mas-humana.html
RENESMEE:
1. MAS HUMANA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-1-mas-humana.html
2. SAGRADOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-2-sagrados.html
3. PRACTICAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-3-practicas.html
4. HELEN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-4-helen.html
5. ANIVERSARIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-5-aniversario.html
6. EXCURSION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-6-excursion.html
7. ENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-7-encuentro.html
8. RYAM: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-8-ryam.html
9. MAL PRESAGIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-9-mal-presagio.html
10. ENTREGA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-10-entrega.html
11. OTRA PREOCUPACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-11-otra-preocupacion.html
12. VIAJE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-12-viaje.html
13. PREMONITORIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-13-premonitorio.html
14. CONVERSACION PENDIENTE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-14-conversacion.html
15. MENSAJE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-15-mensaje_23.html
16. ANTIDOTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/todos-los-apitulos-registrados-en.html
17. PLANTACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-17-plantacion.html
18. SOMBRA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-18-sombra.html
19. VISPERA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-19-vispera.html
20. SORPRESAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-20-sorpresas.html
3. PRACTICAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-3-practicas.html
4. HELEN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-4-helen.html
5. ANIVERSARIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-5-aniversario.html
6. EXCURSION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-6-excursion.html
7. ENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-7-encuentro.html
8. RYAM: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-8-ryam.html
9. MAL PRESAGIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-9-mal-presagio.html
10. ENTREGA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-10-entrega.html
11. OTRA PREOCUPACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-11-otra-preocupacion.html
12. VIAJE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-12-viaje.html
13. PREMONITORIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-13-premonitorio.html
14. CONVERSACION PENDIENTE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-14-conversacion.html
15. MENSAJE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-15-mensaje_23.html
16. ANTIDOTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/todos-los-apitulos-registrados-en.html
17. PLANTACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-17-plantacion.html
18. SOMBRA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-18-sombra.html
19. VISPERA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-19-vispera.html
20. SORPRESAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-20-sorpresas.html
MAGIA
Mi pulsera no podía vibrar
más fuerte.
El gigante terminó de
proferir su rugido y se paró justo delante de nosotras. Era colosal, mediría
más de dos metros y medio, y sus brazos y sus piernas eran kilométricos,
parecía que no se acababan nunca. Sus enormes pies iban descalzos y sus manos
eran tan grandes como mi cabeza, una de ellas estaba cerrada en un puño.
Ya tenía que haberme
transformado antes, pero me quedé tan petrificada por semejante shock, que no
pude ni pestañear.
Este extraño ser no olía a
nada, ni siquiera a humano. Carlisle tenía razón. Razvan había conseguido
cambiar a esos desaparecidos genéticamente y ahora eran menos humanos, los
había cambiado tanto, que ni siquiera tenían olor, incluso el color de su piel
y sus ojos eran diferentes. Y también había conseguido lavarles el cerebro, por
lo visto, les había anulado la personalidad por completo, puesto que este
gigante parecía estar bajo su mando sin ninguna oposición. Era como si esos
desaparecidos ya estuvieran muertos en vida.
Otra cosa que me llamó la
atención fue que Alice no había visto nada, aunque, claro, si Razvan había
mandado a este gigante para llevarse a Helen y estaba yo, no podría verlo.
Me extrañé de que los lobos
no estuvieran aquí todavía, porque, aunque el gigante no oliese a nada que los
pudiese alertar, tenían que haber escuchado su rugido.
Sin embargo, yo no podía
esperar más, tenía que hacer algo para proteger a Helen, y a mí misma. Por lo
menos hasta que ellos llegasen.
Entonces, antes de que me
diera tiempo a reaccionar para transformarme, subió ese puño a la altura de su
boca, lo abrió y sopló.
Un polvillo dorado salió
disparado de su palma y voló por el aire, justo delante de nosotras. Helen y yo
nos quedamos boquiabiertas, no entendíamos nada de lo que estaba pasando, pero
nuestros párpados subieron aún más cuando vimos lo que el polvo hizo a
continuación.
Las partículas eran minúsculas,
ínfimas, y hubieran sido invisibles si no fuera porque ese extraño y fulgurante
dorado las hacía brillar. Cuando la inercia del impulso del soplido cesó, el
polvillo se quedó suspendido en el aire durante un par de segundos. Se quedó
flotando como una pequeña nube frente a nosotras, inmóvil y silenciosa. Y
después, sucedió.
De una forma vertiginosa y
repentina, toda la nube vino hacia mí y se metió por mi boca, por mi nariz y
por mis oídos sin que yo me diese apenas cuenta ni pudiese hacer nada para
remediarlo. Hasta mi pulsera pareció verse sorprendida, ya que detuvo su
vibración un instante, como si esto también fuera nuevo para ella, aunque
después volvió a vibrar con insistencia.
Observé todo esto con
estupor, sorpresa, en un estado de completo shock, paralizada, mientras mi aro
de cuero vibraba frenéticamente para que yo despertara de una vez. El gigante
se quedó quieto, esperando algo. No sabía qué era ese polvillo, pero no sentí
nada raro, así que por fin reaccioné para transformarme.
Busqué ese calor volcánico
dentro de mí y lo guié para que comenzase a recorrer mi espalda. Sin embargo,
volví a quedarme petrificada. Mi lengua de fuego no conseguía ascender por toda
mi columna, era como si se quedase trabada a la mitad.
Lo intenté una vez más.
Nada. Volví a intentarlo, esta vez con urgencia. Nada.
Mi respiración comenzó a agitarse
de nuevo y me quedé algo enfrascada. ¿Qué era eso que me había echado? ¿Por qué
no podía transformarme?
No me dio tiempo a pensar
más. El gigante vio que había obtenido lo que estaba esperando y se abalanzó
hacia mí con un movimiento veloz y repentino que me pilló completamente
desprevenida.
―¡No la toques! ―gritó
Helen con furia, interponiéndose, a la vez que sus manos ya estaban siendo
dominadas por fuertes convulsiones.
―¡No, Helen! ―chillé, pero
ya era demasiado tarde.
Mis ojos volvieron a
abrirse como platos y el gigante frenó en seco al ver a mi amiga.
Todo sucedió a una
velocidad increíble.
Su cuerpo comenzó a crecer
desmesuradamente, empezando por las extremidades, que se alargaron y se
ensancharon a la vez, y siguiendo por el tronco y la cabeza, que también
adoptaron una forma mucho más ancha y fibrosa. Sus ropas se fueron rasgando a
medida que su cuerpo aumentaba de tamaño súbitamente, hasta que lo único sano
que quedó de su gótica indumentaria fue esa camiseta negra de algodón, la cual ya
era lo suficientemente ancha para soportar la dilatación de su torso, y los
pantalones elásticos que llevaba debajo, aunque las costuras de estos se
abrieron en algunas zonas laterales. Su cinturón se rompió y salió despedido,
las playeras quedaron hechas trizas en los mismos pies, dejándola descalza, y
mi amiga de metro sesenta se transformó en una enorme y musculosa Helen de dos
metros y medio ante mis estupefactas pupilas.
A diferencia de ese
gigante, Helen seguía oliendo a humana, su efluvio era el mismo de siempre, y
su piel continuaba teniendo su color normal. Sus ojos no llevaban las
lentillas, debían de habérsele caído durante el proceso de transformación, por
lo que pude recordar que tenían pupilas e iris, ese iris de color fucsia
chillón. Además, el gigante parecía no poder hablar, y ella sí.
―¡Corre, Nessie! ―gritó.
Pero, ¿cómo iba a dejarla
ahí? Este ser quería llevársela.
Sin mediar palabra, el otro
gigante se arrojó a ella para atacarla sin cuartel.
―¡No! ¡Helen! ―chillé,
horrorizada, porque ella no sabía combatir.
Me enganché a su pierna y
tiré hacia mí con todas mis fuerzas, logrando que ella se cayera de espaldas a
la vez que yo me apartaba para que no me aplastase. Su impacto contra el suelo
hizo temblar la tierra de nuestro alrededor levemente, pero sirvió para que el
gigante no consiguiera propinarle el puñetazo que le tenía preparado.
No obstante, ese ser no era
torpe para nada, sino más bien, y a pesar de su gran tamaño, todo lo contrario.
Con una habilidad y agilidad increíbles, volvió a arremeter ferozmente contra
ella.
―¡Dale una patada en el
estómago! ―voceé a toda prisa.
Helen pudo reaccionar a
tiempo y le propinó una patada desde el suelo, lanzándolo hacia atrás con
fuerza.
Mi amiga se puso de pie y,
antes de que él hiciera lo mismo, arrancó la rama larga y gruesa de un árbol
para defendernos con ella.
Se quedaron frente a
frente, fintando, mientras Helen sujetaba la rama entre sus manos, preparada
para golpearle con ella si él se acercaba demasiado, y él la miraba con esos
globos oculares blancos y gruñía con gran agresividad, impaciente.
Me sentía como Alicia en
el país de las maravillas cuando la protagonista se hace diminuta, parecía
una enana entre estos dos gigantes. Y mis lobos seguían sin venir, no entendía
por qué.
La frustración empezó a
hacerse cargo de mi cuerpo. No podía transformarme por más que lo intentaba. Mi
pulsera vibraba, alocada, y yo no podía hacer nada, sin transformarme, no era
lo suficientemente fuerte como para poder enfrentarme a ese gigante. Tan solo
podía observar y rezar para que Helen consiguiera darle un golpe lo bastante
fuerte para atontarlo y poder escapar de allí.
Salí disparada de mis
inquietantes pensamientos cuando el gigante se volvió a abalanzar hacia mi
amiga con agresividad.
―¡Cuidado! ―grité.
Pero Helen ya estaba
preparada. Como si de un bate se tratara, cogió impulso y le estampó la rama en
la cara con todas sus fuerzas a la vez que ella profería un grito de rabia.
La cabeza del gigante salió
despedida y chocó contra el tronco de un árbol, rodando unos pocos metros más
por el terreno hasta que se detuvo del todo.
―¡Bien, Helen! ―aclamé.
Sin embargo, mi alegría
duró poco. Mi aro de cuero seguía vibrando con insistencia, y las dos
comenzamos a jadear de nuevo cuando observamos el cuerpo del gigante.
Seguía en pie, era
imposible, debería estar muerto. Me dio por mirar si respiraba y su colosal
caja torácica no se movía, su corazón no latía, pero en cambio el cuerpo parecía
seguir con vida. Y de repente, de su cuello comenzó a emerger algo.
Nuestros ojos estaban a
punto de salirse de sus órbitas. Lo que salía de su cuello era otra cabeza.
Otra cabeza que era idéntica a la anterior, y la que estaba sobre el suelo se
desintegró completamente, reduciéndose a un simple escombro.
Razvan también había
conseguido que se regenerasen, aunque jamás hubiese imaginado que lo que él
pretendía es que fuera hasta tal punto.
Iba a ser imposible
ganarle, y mucho menos acabar con él. Lo único que podíamos hacer era huir de
allí, y ahora que su cabeza todavía no había salido del todo y estaba
entretenido, era el momento oportuno.
―¡Vamos! ―le dije a Helen.
Agarré a mi amiga de su
enorme mano y eché a correr a todo lo que daban mis piernas, tirando de ella
hasta que fue capaz de reaccionar y también se puso a galopar.
Sus grandes pies hacían
temblar el suelo que pisaban y sus zancadas eran más amplias que las mías,
aunque su tamaño era tan enorme, que no las movía con demasiada rapidez, así
que galopábamos a la par.
Enseguida escuchamos otras
pisadas a nuestras espaldas, pero estas sí que eran casi imperceptibles y se
movían vertiginosamente.
―¡Nos va a coger! ―lamentó
Helen.
―¡Tú corre!
Pero no llegamos muy lejos
de allí. El bosque se presentaba frente a nosotras con urgencia, los enormes
pinos y abetos venían a gran velocidad, sin embargo, sin saber cómo, nuestros
cuerpos chocaron con la nada y las dos nos caímos hacia atrás, del fuerte
impacto.
El gigante ya estaba encima
de nosotras, así que me volví a levantar, tirando de mi enorme Helen para que
ella hiciera lo mismo. Conseguí que se pusiera en pie de nuevo y las dos nos
lanzamos a correr una vez más.
Y una vez más, nos
estampamos con algo y nos caímos. ¿Qué estaba pasando? Ahí no había nada, era
como si hubiésemos chocado contra un cristal.
Me levanté con prisas de
nuevo y alcé las manos para averiguar qué estaba pasando, qué era eso con lo
que nos habíamos topado. Y me llevé otra sorpresa. Mis frenéticas palmas tocaron
algo duro, curvo, pero invisible, que se extendía más allá de donde mis brazos
alcanzaban, y de repente empecé a sentir una claustrofobia terrible, daba la
sensación de que estuviéramos encerradas en una urna de cristal.
―¡Nessie! ―me avisó Helen,
que se había puesto en pie.
Me giré con precipitación y
mi espalda se vio acorralada con esa especie de cristal invisible cuando vi
cómo el gigante se arrojaba hacia nosotras violentamente, rugiendo con furia.
―Detente ―le ordenó una voz
de pronto.
El gigante se detuvo al
instante, clavando sus pies a un par de metros de nosotras. Luego, se apartó a
un lado, completamente dócil, y su rostro volvió a ese semblante sin emoción
alguna.
Esa voz sonó con un tono
espeluznante que no escapó a mi memoria fotográfica. Mi cuerpo se agarrotó al
instante y mi aro de cuero aumentó aún más la intensidad de sus alocadas
vibraciones a la vez que mis ojos intentaban escudriñar las zonas oscuras desde
donde había salido la orden.
Apenas se escuchó pisada
alguna. Algo comenzó a moverse entre las sombras del boscaje y mis peores
pensamientos se hicieron realidad.
Los primeros en aparecer
fueron Elger, Axel y Duncan. Se deslizaron con maestría entre la vegetación,
sin dejar que las ramas ni las hojas percibieran su presencia. Se colocaron en
línea, frente a nosotras, sonriendo con arrogancia, y dejaron un hueco en el
medio por el que se veía la negrura que formaban los espesos y frondosos
árboles.
Mi asustado corazón
bombeaba la sangre a toda mecha, iba en consonancia con mi exaltada pulsera, y
también podía escuchar el de mi amiga, que lo hacía con mucha más potencia al
ser más grande.
El vampiro con el pelo
rubio dorado y arreglada barba, Duncan, alzó su mano y sopló. Otra vez un
polvillo brillante salió despedido y se quedó suspendido después como una nube.
Tensé las piernas, preparada para apartarme. Sin embargo, esta vez las
partículas no se dirigieron a mí, se abalanzaron a por Helen, metiéndose por su
boca, nariz y oídos vertiginosamente.
Mi amiga comenzó a bajar de
tamaño ante nuestros atónitos ojos. Su cuerpo fue menguando poco a poco
mientras sus ropas se iban aflojando del mismo modo, hasta que volvió a tener
su tamaño de siempre.
Ambas nos miramos asustadas
y confusas.
―¡¿Qué es esto?! ―exigí saber,
girando el rostro hacia ellos y profiriendo un leve rugido.
―Magia ―respondió Axel,
sonriendo con arrogancia.
Su media melena negra y
lisa seguía cayéndole en la cara a modo de cortina, con esa raya marcada que la
dividía en dos.
―¿Magia? ―inquirí, a la
defensiva―. ¿Cómo que magia?
No me dio tiempo a
preguntar nada más.
Unos ojos escarlata
irrumpieron en esa oscuridad que quedaba en el hueco que habían dejado los tres
vampiros; eran tan malvados, que parecía que tuvieran una luz roja que los
hacía relumbrar, confiriéndoles un aspecto aún más aterrador. El semblante que
los albergaba fue apareciendo poco a poco a medida que su dueño avanzaba con el
mismo sigilo y elegancia que los otros tres, hasta que ese rostro maléfico se
dejó ver del todo y por fin se posicionó junto a sus secuaces.
Mi aro de cuero no podía
vibrar con más fuerza, lo hacía con tanta, que podía notar cómo mi muñeca era
levemente zarandeada.
―Ha pasado la prueba ―les
dijo Razvan a sus secuaces, observando al gigante.
Los tres vampiros
asintieron.
¿La prueba? ¿Acaso todo
esto solamente era una prueba para examinar a su gigante?
―Razvan ―murmuró Helen,
apretando los dientes.
―Hola, Renesmee ―pronunció
él con esa voz pura y perfecta pero tétrica a la vez.
Me sorprendió que supiera
mi nombre y se dirigiera a mí, y no a Helen.
―¿Por qué sabes mi nombre? ―quise
saber, deslizando mis manos por ese cristal invisible a la vez que me movía
lentamente para buscar una salida―. ¿Qué es lo que quieres? ¿Y qué nos habéis
hecho?
―Es inútil que tratéis de
escapar ―reveló con una media sonrisa llena de soberbia, ignorando mis
preguntas, al percatarse de mis intenciones―. He puesto una barrera a nuestro
alrededor.
―¿Una… barrera? ―murmuré.
―Magia ―repitió Axel con la
misma sonrisa de antes.
―Los lobos vendrán a
rescatarnos ―les advertí, aunque estaba asustada y se me notaba―. Y os matarán
a todos, no tendrán piedad.
―Tus lobos no saben lo que
está pasando ―me desveló, empezando a pasear―. Mi barrera mágica impide que nos
puedan escuchar ni oler.
Helen y yo nos miramos de
nuevo. Sus manos temblaban, y no porque fuera a transformarse, precisamente, ya
que ahora ella tampoco podía hacerlo. Helen estaba muerta de miedo.
―Si no nos huelen a
nosotras, sabrán que está pasando algo y vendrán, te lo aseguro ―volví a
advertirle.
Los cuatro vampiros
rompieron a reír, todos con altivez. En cambio, el gigante permanecía inmóvil,
mirando al frente con aquellos ojos blancos que no expresaban nada.
―Tengo muchos trucos en la
manga ―afirmó―. Ellos verán que estáis en el bosque paseando tranquilamente,
incluso creerán oleros.
Noté cómo mi rostro
reflejaba el sentimiento de estupor y sorpresa que se instaló en mi mente.
―Eso es imposible… ―conseguí
susurrar, a modo de contradicción.
―No para un mago como yo ―declaró,
llevando sus pasos hacia nosotras con lentitud.
Volví a quedarme
estupefacta.
Si eso que decía era
verdad, ahora entendía que hubiese esperado a que no estuviera Jacob, porque él
sí que podría ver esa barrera y destruirla. Y si sabía que el Gran Lobo no
estaba aquí, quería decir que nos había estado vigilando, tal vez desde hacía
mucho tiempo, puede que hubiera esperado justo a este momento.
―¿Qué quieres de nosotras? ―quise
saber.
―Te quiero a ti ―puntualizó.
―¿Qué? ―apenas me salió la
voz.
―Tú eres la elegida por el
Gran Lobo ―respondió, mirándome con una fijeza que me heló―. La mujer única de
la que habla la profecía, la elegida para la imprimación mutua, la otra parte
del Gran Lobo, su alma gemela, su complemento. Cuando te vi la primera vez y
observé cómo te protegía y te miraba él, lo vi claro. Y tú contraerás
matrimonio conmigo.
Mis oídos no daban crédito
a lo que estaba escuchando. ¿Cómo sabía todo eso? ¿Qué decía esa profecía de la
que tanto hablaba? ¿Y cómo que yo me iba a casar con él? Pero ¿qué se creía?
―No tienes nada que hacer. Yo
me casaré con el Gran Lobo ―aseguré, apretando los dientes―. Nada ni nadie
puede separarnos, nuestro vínculo es extremadamente fuerte e irrompible ―le
dejé claro.
―Vuestro vínculo es
irrompible, en efecto ―asintió, acercándose a mí con calma―. Para los demás, pero
no si uno de los dos lo rompe ―declaró con una sonrisa maléfica, aunque no fue
eso lo que me congeló, sino sus palabras―. Solo vosotros podéis romperlo, y tú
lo harás hoy mismo.
Mis pulmones volvieron a
trabajar sin descanso cuando me percaté de la verdad que encerraban sus
palabras, porque era así. Por primera vez en mi vida, me di cuenta de que
nuestro vínculo solamente podríamos romperlo nosotros.
Pero eso era imposible que
sucediese, ninguno de los dos querríamos eso nunca.
―Yo jamás romperé ese
vínculo ―afirmé, intentando conferirle a mi tono un poco más de fuerza.
Su sonrisa malvada se
amplió.
―No te preocupes, mi magia
te ayudará.
Automáticamente, las
imágenes de la pesadilla que me había tenido en vilo aquellas noches se plantaron
en mi cabeza, haciéndome sentir un escalofrío gélido que me atravesó entera;
unos crueles y punzantes pinchazos se clavaron en mi corazón y lo detuvieron, dejándome
sin respiración durante unos eternos segundos. Aunque luego esta comenzó a
agitarse con pavor.
―Dile adiós a tu Gran Lobo ―dijo
con la misma sonrisa de antes, a la vez que me arrojaba algo con la mano.
―¡Nessie! ―chilló Helen,
llevándose las manos a la boca.
―No… ―mascullé, horrorizada―.
¡No! ―grité acto seguido.
Mis pies echaron a correr a
un lado en cuanto vi que había lanzado otro polvillo dorado en mi dirección.
Creí que eso lo esquivaría, pero en esta ocasión, las partículas brillantes no
se quedaron suspendidas en el aire como si fuese una nube, sino que me
persiguieron como si de un enjambre de diminutas y rabiosas abejas se tratase.
―¡Corre, Nessie! ―escuché
que gritaba Helen.
Por un instante miré a mi
amiga, estaba aterrada, como yo, y no tenía pensado dejarla ahí tirada, pero
ahora mismo lo que me urgía era esquivar al enjambre que me perseguía, porque,
egoístamente, Jacob era lo primero para mí, y mi aro de cuero me decía que ese
polvo traía algo maléfico relacionado con mi pesadilla.
Corrí más deprisa y, de
pronto, me estampé con otra parte de la barrera, cayéndome en el suelo. Vi cómo
las partículas se acercaban a mí a toda velocidad, no me dejaban en paz, y
volví a levantarme. No llegué muy lejos, a unos pocos metros me topé con otro
cristal que me impidió el paso, tirándome de nuevo.
―Mírala, parece un
pajarillo enjaulado ―se mofó uno de los vampiros, que no me dio tiempo a
reconocer.
Pero yo no me rendí. Me
puse en pie y mis manos comenzaron a palpar la barrera de una forma ansiosa
mientras mis pies seguían galopando. Con eso pude darme cuenta de que era
redondeada, ya que me movía en curva, y no se acababa nunca, estábamos en una
burbuja de cristal invisible.
―¡Nessie, cuidado! ―chilló
Helen una vez más.
Miré hacia atrás, asustada,
y vi al enjambre de polvo lanzarse hacia mí vertiginosamente, como un torpedo
que persigue a su objetivo sin descanso.
―¡No! ―grité al ver que no
tenía escapatoria.
Mi espalda chocó contra la
barrera y alcé el brazo para cubrir mi rostro ladeado, como si ese último acto
desesperado fuera a evitar algo.
De repente, mi pulsera
vibró una sola vez, pero fue muy diferente a aquellas otras en las que había
descargado su energía para protegerme del licántropo o Nahuel. A diferencia de
entonces, que lo había hecho con una energía extraordinaria e impresionante,
esta vez la pulsera latió sobre mi muñeca como si realmente estuviera viva. Fue
un latido, un solo latido, y el polvillo se repartió a mi alrededor como si yo
misma estuviera dentro de una burbuja y las diminutas partículas se hubiesen
quedado pegadas a su cristal, coloreando y haciendo visible la esfera de mi
barrera.
Me aplasté contra la
barrera de Razvan, alucinada y todavía respirando a mil por hora, y, aunque
tenía las dos manos apoyadas en la misma, mi particular burbuja seguía en pie,
protegiéndome.
Era la primera vez que mi
aro de cuero hacía algo así y no le debía de ser fácil, porque noté cómo mi
pequeña barrera empezaba a flaquear. Esto también era nuevo para mi pulsera.
―¿Qué es eso? ¿Qué está
pasando? ―preguntó Elger con sorpresa.
―Es el poder del Gran Lobo ―le
reveló Razvan con un semblante áspero y grave, lleno de rabia.
Observé horrorizada y
frustrada cómo mi cristal invisible empezaba a vacilar y el polvillo conseguía
abrirse paso poco a poco. Mi pulsera ya no vibraba, estaba demasiado
concentrada en erigir esa barrera que ya no iba a durar mucho más tiempo, era
una pompa de jabón que se estaba muriendo.
Tenía que hacer algo, pero
¿qué? Estaba rodeada de vampiros, no me podía transformar y la barrera de
Razvan me impedía escapar.
De pronto, Razvan le hizo
una señal a Axel. En un abrir y cerrar de ojos, Helen fue atrapada por este,
que la sujetó sin ningún tipo de problemas y se la llevó, traspasando la
barrera como si nada ante mis incrédulas y espantadas pupilas.
―¡Nessie! ―gritó antes de
que Axel se perdiera en la negrura del bosque.
―¡Helen! ―chillé, echando a
correr hacia ella con mi frágil burbuja cubriéndome todo el tiempo.
Razvan aprovechó mi
distracción para que su mano me arrojara otra ración de polvillo, y lo hizo con
tanta cólera, que su cantidad fue mucho mayor y las partículas se estamparon en
mi barrera casi instantáneamente, de lo vertiginosamente rápido que vinieron.
Un millón de diminutos balazos que hicieron que mi cristal invisible se
desquebrajara en mil pedazos sin que yo ni mi pulsera pudiéramos hacer absolutamente
nada para impedirlo.
Había caído en su trampa
como una idiota.
―¡No! ―lloré con impotencia,
cubriéndome el rostro con los dos brazos.
Ya no me dio tiempo a más. De
nada sirvieron mis brazos. El polvillo penetró por mi boca, mi nariz y mis
oídos con saña y enseguida noté sus efectos.
Fue algo muy extraño. Noté
cómo mi alma era desplazada por una brisa fría, gélida, un aire lleno de
maldad, perverso, maléfico. La oscura brisa oprimió mi espíritu como si me
encerrase en una diminuta caja, aunque no me echó de mi cuerpo, sino que ocupó
ese espacio que quedó vacío, usurpando mi puesto.
El ladrón obligó a mis
piernas a detenerse y mi cuerpo se quedó parado delante de Razvan, por más que
procuré evitarlo.
Intenté gritar, pero mi
garganta no emitió sonido alguno, mi boca permaneció cerrada.
¡NO!, chilló mi mente.
No sentía nada, puesto que
mi cuerpo ya no era mío, sin embargo, sí que notaba a mi pulsera, ella volvía a
vibrar con rabia e insistencia.
―¿Ya está bajo la
influencia del hechizo? ―preguntó Duncan, poniéndose frente a mí para mirarme.
¡¿Hechizo?! ¡¿Qué era
esto?!
Mis ojos miraban al
horizonte, no podía dirigirlos hacia él.
―Sí, la cuenta atrás ha
empezado ―reveló Razvan.
¡¿La cuenta atrás de qué?!
Razvan hizo otra señal con
la cabeza y algo empezó a moverse entre la vegetación.
Mi respiración no podía
estar más asustada, a pesar de que por mi boca el aliento se escapaba con
normalidad.
Me quedé estupefacta cuando
vi lo que salía de entre los árboles.
El vampiro que apareció
ante mí llevaba una larga casaca negra, con una capucha que le cubría la cabeza
y apenas dejaba ver su semblante. Un escalofrío recorrió toda mi alma y
entonces lo supe con certeza. Era la sombra. La sombra que había visto aquella
tarde en la carretera. Aquel que la manada había atrapado debía de haber sido
otro vampiro, un nómada cualquiera que había dado la casualidad que también iba
de negro.
―Ya sabes lo que tienes que
hacer ―le dijo Razvan―. Y ten cuidado con los lobos ―le indicó acto seguido.
La sombra asintió y se
marchó en dirección contraria, atravesando la barrera sin problema para volar
por el bosque.
Razvan me miró y su boca se
torció en una mueca arrogante llena de celebración.
Pero ahí no acabó la cosa,
y a partir de ese momento, todo sucedió a una velocidad vertiginosa.
¡No! ¡¿Adónde me
llevas?!, le chilló mi mente al
usurpador de mi cuerpo mientras intentaba revolverme.
Sin embargo, no pude hacer
nada. Mis piernas obedecieron a la brisa que me había poseído y comenzaron a
caminar.
Me alejé de allí,
atravesando la barrera como si ahora fuera una ligera cortina de humo, y salí
del bosque, dejando atrás a Razvan y a los dos vampiros que lo acompañaban, que
permitieron que me fuera con total confianza.
Me sentía como si tuviera
dos cuerpos. Uno era el corpóreo, el que estaba siendo dominado por la brisa,
el hechizo; otro era el compuesto por mi espíritu, y este último era el que
golpeaba esa caja de cristal en la que me veía atrapada para intentar salir y
controlar mi cuerpo de carne otra vez. Pero todos mis esfuerzos eran en vano,
ninguno de ellos parecía hacer efecto alguno sobre ella.
Me estaba pasando algo muy
parecido a lo que había tenido que sufrir Taha Aki, solo que a mí me habían
robado mi cuerpo sin echar a mi espíritu fuera.
Mi aro de cuero rojizo
vibraba como loco, aunque él tampoco podía hacer nada.
Atravesé los últimos
árboles y salí al pequeño jardín que había en la parte posterior de la casa de
mi amiga.
¡Helen! ¡Helen!, la llamé cuando vi que ella también salía y se ponía
a mi lado.
Sin embargo, ella no
reaccionaba. Caminaba junto a mí como si estuviésemos dando un simple paseo.
―Parece que va a llover,
¿verdad? ―manifestó, mirando al nublado cielo.
Mi alma pestañeó, perpleja.
¿Es que no se acordaba de nada?
―Sí, es cierto ―respondió mi
boca.
Volví a quedarme
paralizada. ¿Cómo es que había hablado? Era mi voz, pero ¡esa no era yo!
Entonces, me di cuenta de
que a Helen le estaba pasando exactamente lo mismo que a mí. Éramos como
marionetas, el hechizo que nos había poseído nos movía y hablaba por nosotras a
su antojo. Y eso engañaría a los lobos, por supuesto, para ellos no había ni
estaba pasando nada raro, y no podía comunicarme con ellos a través de los
pensamientos, puesto que no podía transformarme y Jacob no estaba.
―Me voy a quedar en casa ―declaró
la falsa Helen.
―Vale. Yo voy a irme a casa
de mi familia, tengo que decirles algo importante ―habló la brisa con mi voz.
¡No! ¡¿Qué le vas a
hacer a mi familia?!, grité,
pegándome al cristal que me apresaba con ansiedad.
―De acuerdo. Hasta luego ―se
despidió esa Helen.
―Hasta luego.
Mi cuerpo carnal siguió su
camino y el de mi amiga se metió en la vivienda por la parte de atrás. Llegué a
mi coche, me subí y arranqué, saliendo vertiginosamente en dirección a la
propiedad de mi familia.
¡Hola a todos! Soy JACOB&NESSIE ^^
ResponderEliminarMuchas gracias Kelly, Andres, Alecita e Ini narvel por leerme y por seguir ahi!!!
Pues si, la pulsera siempre vibra por algo ;) Y estaba avisando por el gigante O-O
Bueno, espero que este capi tambien os guste. ¡Empieza la accion!
Lametones para todos!!!
Gracias por actualizar eres increíble y tus capítulos magníficos
ResponderEliminarDe kelly
aawwww! que increible todo esto! ahora se empieza a poner tremenda la cosa! jaja me encanta la historia cada vez más! fuerza para seguir escribiendo! =)
ResponderEliminarmuy lindo capitulo lleno de accion espero mas ja...espero que jake se de cuenta del hechizo de nissie espero mas capis gracias jocobynessie...sos genial salu2
ResponderEliminaraaaa me encantooo!! Pobre Nessie, ojala no le haga nada aa Jacob D:
ResponderEliminarEstuvo muy lindo y te felicito! escribes supermegaincreible!
Wuaaaaaaaau!
ResponderEliminarPero nessie ya le advirtio bah mas o menos.. cuando tuvo la pesadilla.. Eso va a hacer que Jake no se lo crea del todo al menos.. PEro igual va a sufrir Pubechitoo!
Sol*
este fic me tiene embobada!!! esta barbaro...
ResponderEliminarMuchas gracias!!! =º) Me alegro mucho de que te guste =) y espero que siga gustándote, claro ^^
ResponderEliminarLametones!!!
JACOB&NESSIE
¡HOLA!, SOY NOVIEMBRE: MADRE MIA QUE DESESPERACIÓN TENEMOS TODOS CON LA NUEVA SITUACIÓN. VOY A SEGUIR LEYENDO PORQUE ESTO NO LO PUEDO DEJAR ASI HASTA MAÑANA.
ResponderEliminarTAMARA YA NO ME CONTESTAS MIS COMENTARIOS. BUENO TENDRAS MUCHAS COSAS QUE HACER, ADIOS, BESOTES