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NO DUDEIS EN DEJAR VUESTROS COMENTARIOS, PREGUNTAS, ETC,
YO CONTESTARE A TODO GUSTOSAMENTE ^^
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Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog. Si no, no te enteraras de nada XDD
CAPITULOS:
PARTE UNO: HORIZONTE:
RENESMEE:
1. MAS HUMANA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-1-mas-humana.html
RENESMEE:
1. MAS HUMANA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-1-mas-humana.html
2. SAGRADOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-2-sagrados.html
3. PRACTICAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-3-practicas.html
4. HELEN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-4-helen.html
5. ANIVERSARIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-5-aniversario.html
6. EXCURSION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-6-excursion.html
7. ENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-7-encuentro.html
8. RYAM: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-8-ryam.html
9. MAL PRESAGIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-9-mal-presagio.html
10. ENTREGA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-10-entrega.html
3. PRACTICAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-3-practicas.html
4. HELEN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-4-helen.html
5. ANIVERSARIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-5-aniversario.html
6. EXCURSION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-6-excursion.html
7. ENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-7-encuentro.html
8. RYAM: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-8-ryam.html
9. MAL PRESAGIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-9-mal-presagio.html
10. ENTREGA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-10-entrega.html
OTRA
PREOCUPACIÓN
Las amenazantes nubes,
ayudadas por el viento templado de este inestable final de febrero, habían
empezado a formar un denso mantón en el cielo, cubriéndolo como si de una lona
de algodón gris se tratase. El horizonte lejano, todavía azulado, era el único
vestigio de que el presente día había sido más o menos despejado. Hasta ahora.
Accioné los
limpiaparabrisas cuando las nubes se cansaron de alargar la tregua y unos
goterones enormes comenzaron a estamparse contra el cristal de mi coche. Como
venía sucediendo en este mes, el astro rey no quiso quedarse atrás y también
hizo su particular aparición. Un halo de sol consiguió abrirse paso entre las
nubes y me apuntó justo a la cara, iluminándome como si de un foco se tratase y
deslumbrando a mis pobres ojos. Bajé el parasol, y cuando mis pupilas se
recuperaron y los puntitos desaparecieron, pude disfrutar del extraño pero
hermoso paisaje que se abría paso ante mí.
Las copas de los árboles
que bordeaban la carretera de La Push eran agitadas con virulencia por las
ráfagas del fuerte aire de hoy, y también se veían hojas volando. La mezcla de
lluvia y sol hizo aparecer un arco iris a lo lejos, era tan nítido, que se
distinguía a la perfección todo su abanico cromático.
El viento azotaba de frente
a mi Ford Festiva del 90, obligándole a ir contra corriente, sin embargo, y
aunque mi coche era pequeño y las ráfagas racheadas, potentes, mi vehículo
tiraba como un auténtico bólido.
Hacía poco que Jake y yo le
habíamos puesto el estéreo a mi forito, por eso no me había acordado de
encenderlo antes. Cuando llevas un tiempo conduciendo un coche sin música ni
sonido alguno, parece que te acabas acostumbrando un poco. Pero ahora ya tenía
estéreo, así que lo encendí y puse la radio.
Mientras el hombre de las
noticias hacía su trabajo, llegué al final de la carretera de La Push y salí a
la de Forks. Las nubes volvieron a dar una tregua y la lluvia cesó, así que
desactivé los limpiaparabrisas. El arco iris desapareció con ella y el
horizonte volvió a quedar en blanco y negro. El locutor radiofónico empezó a
dar una noticia que me llamó un poquito más la atención y subí el volumen.
―[…] La
población de Sequim se encuentra realmente conmocionada por esta desaparición,
ya que la chica era muy conocida en el pueblo y ya van siendo dos las
desapariciones en esta localidad. La joven Hilari Sheffer desapareció el pasado
viernes después de regresar de una fiesta. Perros policiales de los equipos
especiales de búsqueda han encontrado su rastro en el Parque Estatal de la
Bahía de Sequim, sin embargo, esa búsqueda ha concluido sin éxito. La policía
está investigando su entorno más…
Mi
pie pisó el freno súbitamente y el coche se paró tan en seco, que casi me ahogo
con el cinturón de seguridad, del tirón. Todavía aturdida por tener que salir
disparada de mi concentrada escucha y con el susto en el cuerpo, vi cómo el
mapache culpable de esa reacción terminó de cruzar la calzada a toda velocidad.
Cuando
mi corazón volvió a latir a su ritmo normal, apagué el motor y lo arranqué de
nuevo, ya que, del frenazo, se me había calado. Inicié la marcha y puse
atención otra vez al locutor de radio.
Demasiado
tarde.
―Dime, Mike,
¿crees que este año los Lakers volverán a conseguir ese precioso anillo una vez
más?
―No solo lo
creo, Rob, sino que apuesto lo que quieras a que Kobe Bryant va a tener que
montar una escuela para enseñar a unos cuantos profesionales de la NBA lo que
es jugar de verdad.
―Bueno, está
haciendo una temporada estupenda, Mike, pero no sé si eso que dices…
―Te lo aseguro, Rob.
―No sé, Mike.
―En serio, Rob.
Click. Y cambié a modo CD para poner algo de música.
Esa canción de 30
seconds to mars hizo que me sumergiera en mis pensamientos con más
facilidad. Unos pensamientos que llenaron mi cabeza de preocupación y tristeza,
puesto que lo primero que vino a mi mente fueron los gigantes que estaba
creando Razvan. Ya había perdido la cuenta de los desaparecidos, pero con cada
nueva noticia a este respecto, todo mi ser se llenaba de escalofríos. Cada vez
estábamos más seguros de que todo ese asunto de las desapariciones tenía que
ver con Razvan y sus extrañas intenciones. Y ni siquiera podíamos hacer nada
para impedirlo, porque, como yo misma le había dicho a Helen, no se podía saber
a quién iban a transformar Razvan y los suyos, eso añadiendo que los propios
gigantes podían ser los causantes de otros contagios, y, por lo tanto,
desapariciones. El hecho de que los gigantes pasaran prácticamente
desapercibidos en su forma humana, complicaba mucho las cosas. No sabía cómo
Razvan conseguía dominarles y esconderles, pero estaba claro que tenía que
tener alguna forma de hacerlo. Eso hacía que me rechinasen los dientes. Tampoco
entendía cómo es que los Vulturis no habían actuado aún para detener todo esto.
Puede que no se hubiesen enterado todavía, o tal vez ya lo sabían, por lo que
no tardarían mucho en reaccionar. Como fuere, todo llevaba a un único punto:
problemas.
No pude evitar pensar en
Helen y en Ryam. Si esas ecuaciones constituían las fórmulas del veneno que
había contagiado a Ryam, Carlisle y Louis podrían encontrar el antídoto para
curarles, y tal vez para curar a esas otras personas, aunque eso iba a ser más
difícil, puesto que primero habría que encontrarlas y después terminar con
Razvan y sus secuaces. Y, bueno, si es que tenía curación, porque a lo mejor
nos estábamos haciendo demasiadas ilusiones y después resultaba que no había
remedio.
Miré a ambos lados de la
carretera. No se podía ver nada entre todos aquellos árboles, pero sabía que
Jake había mandado algún lobo para escoltarme todo el camino. No solo Helen
estaba bien protegida, a Jacob no le había gustado nada la forma en la que
Razvan me había mirado en aquel encontronazo del bosque, por lo que siempre que
salía sola me tenía vigilada. La verdad es que no me molestaba nada, ya que apenas
se notaba la presencia de esos enormes y peludos guardaespaldas, tan solo su
olor cuando salía al exterior, pero no interferían en mis asuntos en absoluto.
Tampoco pude hacer nada
contra esa imagen que se plantó en mi cerebro de la carpeta azul. La manada
llevaba una semana encargándose de custodiar dicha carpeta, y La Push parecía
un verdadero fortín, hasta los vampiros nómadas tenían problemas para entrar en
ese territorio, y los pocos que lo conseguían, eran interceptados enseguida por
el resto de lobos que permanecían dentro y que eran avisados instantáneamente
por los que vigilaban los límites fronterizos. Eso sí, para conseguir tanta
efectividad, toda la manada al completo estaba trabajando de sol a sol,
haciendo turnos dobles, casi sin descanso. Se relevaban los unos a los otros en
los distintos cargos, que consistían en vigilar La Push, custodiar los documentos
y proteger a Helen, y a mí cuando salía sola de la tribu. Así que, como ya
tenían bastante con lo que tenían, esto último procuraba no hacerlo mucho, para
no hacer que los pobrecitos trabajasen más.
Lo raro era que Razvan y
los suyos no hubiesen aparecido todavía por aquí para recuperar esos
documentos. Puede que estuviesen esperando a que la manada bajase la guardia o
algo, o puede que aún no se hubiesen dado cuenta de que esos papeles faltaban.
Sin embargo, en cuanto se dieran cuenta, vendrían por aquí, seguro. Gracias a
Dios, solamente quedaba una semana para que nos marcháramos a Anchorage y
llevásemos esa dichosa carpeta, y la manada podría volver a su rutina de
siempre, si bien tenían que seguir protegiendo a Helen, pero eso no suponía el
esfuerzo que estaban haciendo ahora. Aunque, pensándolo bien, que mi familia se
viese involucrada también en ese peligro…
Agité mi cabeza y procuré
pensar en cosas más agradables. No fue muy difícil encontrar el tema, y, por
supuesto, relacionado con Jake.
Mi labio se había curvado
hacia arriba solo de pensar en su nombre, pero se elevó todavía más cuando
pensé en nuestra luna de miel. Y hablaba de la luna de miel de verdad. Tenía
unas ganas tremendas de que pasase mi graduación y llegase el 18 de junio para
convertirme en Renesmee Carlie Black de una vez por todas, de que hiciéramos
ese deseado viaje a Santa Lucía por fin.
Mi familia iba a venir
desde Alaska para mi graduación, y ahora solo quedaba que Jake lo arreglara
todo para que pudieran asistir a nuestra boda a la semana siguiente. Eso no
parecía importarle demasiado a papá, que confiaba plenamente en la labia y el
carisma que derrochaba Jacob. Desde que le habíamos dado la noticia en
septiembre, estaba pletórico, y ansioso porque su hija ya no viviera más en pecado.
Aunque no era el único. Mi madre casi estaba más nerviosa que yo a medida que
se acercaba la fecha, y eso que todavía quedaban tres meses y medio.
Tanto me interné en mis
pensamientos, que cuando me quise dar cuenta, ya había llegado a mi destino.
Estacioné el vehículo frente a la casa de Charlie, cogí la bolsa del asiento
del copiloto y me bajé del coche.
Una ráfaga de aire
enseguida le dio un manotazo a mi pelo y este se azotó contra mi cara,
tapándome algo la visión. Intenté despejarme el rostro, pero por más que
apartaba el cabello, el viento volvía a ponerlo por delante de mis ojos. En ese
momento me arrepentí de no haberme hecho una coleta. Lo dejé por imposible y
caminé casi a ciegas entre esa revolución de pelos.
Mientras caminaba, escuché una
conversación que venía del porche. La maraña de mechones me dejó ver algo y vi
que Charlie hablaba con una mujer. Por fin, conseguí llegar al porche, y justo
cuando lo hice, otra ráfaga despejó mi rostro al llevar todo mi pelo hacia
atrás.
Yo sentí alivio, pero
Charlie pareció ponerse pálido cuando me vio aparecer frente a sus narices. La
conversación que tenía con esa mujer parece ser que lo tenía muy distraído y mi
presencia le había tomado por sorpresa. Aunque lo que más me extrañó fue la
reacción de ella. Sus ojos se abrieron como platos y su rostro se tornó al
desconcierto total. Parecía que le hubiese dado un shock.
―Hola, ab…
―¡Hola, Nessie! ―me cortó
él con nerviosismo―. ¿Qué… qué haces aquí?
―Vengo a traerte esto de
parte de Sue ―y le entregué la bolsa con los herméticos llenos de comida que esta
me había dado esa mañana para que se los trajera.
―Ah, qué amable. Gracias.
―¿Quién es? ―preguntó la
mujer, estudiándome frenéticamente con esa mirada de antes.
―Es Ren… Nessie ―rectificó Charlie―,
Nessie Clearwater, la sobrina de Sue ―respondió con rapidez y con ansiedad
evidente.
Las dos giramos los rostros
para mirarle. Yo frunciendo el ceño con extrañeza, ella mirándole como si la
estuviese tomando el pelo.
―Es… adoptada ―siguió,
secándose el sudor de la frente con la manga de su camisa de policía.
¿Qué estaba pasando? ¿Acaso
me había perdido algo?
La mujer volvió su cara
hacia mí de nuevo y siguió su exploración facial, entrecerrando sus azules
ojos.
―Perdona, es que me
recuerdas tanto a una persona… ―dijo la mujer finalmente, mordiéndose el labio―.
A dos, en realidad…
―Ella es Renée Dwyer, mi
ex-mujer ―habló Charlie casi entre dientes, haciéndome un gesto con los ojos
para ver si yo pillaba el porqué de todo este teatro de una vez.
¿Qué? ¿Renée? ¿La famosa
Renée? ¿Mi… mi abuela?
Una descarga de alegría
empezó a extenderse por todo mi cuerpo, ya que por fin la conocía, sin embargo,
pronto se disipó. Porque ella no sabía de mi existencia, por supuesto, y no
podía saber nada, tenía que seguir siendo de ese modo.
―Vaya, qué maleducada soy ―intervino
ella―. Ni siquiera me había presentado.
―No importa ―le contesté
con una sonrisa. Ella pareció quedarse engatusada―. Así que tú eres… la madre
de Bella.
Sus ojos volvieron a
abrirse como platos, aunque esta vez había un matiz de desasosiego en ellos que
se percibía a las claras.
―¿La conoces?
―Sí. Bueno, Jake me ha
hablado de ella en alguna ocasión ―mentí; no me quedó otro remedio.
―¿Recuerdas a Jacob Black? ―le
preguntó Charlie, todavía sudando la gota gorda.
―Claro, cómo iba a olvidarle.
Era el mejor amigo de Bells, antes de que se casara con Edward ―el final de la
frase estaba cargado de un resentimiento que me chocó un poco.
―Pues Nessie es la
prometida de Jake. Se casan el próximo 18 de junio, en La Push ―le anunció él
sin poder evitar que se le escapara una sonrisilla tonta de orgullo y
satisfacción que a poco más, y decía a gritos que yo era su nieta.
Carraspeé para que
recuperase la compostura, y así lo hizo.
―Oh, vaya, enhorabuena ―exclamó
Renée con alegría.
―Gracias ―respondí con otra
sonrisa bobalicona.
―No te imaginas lo que me
alegro por Jacob. Siempre me ha parecido un chico estupendo.
―Sí, lo es ―y volví a
sonreír.
Las pupilas de Renée
empezaron a oscilar de mis ojos a los de mi abuelo, estudiándome al igual que
antes. Yo sabía lo que estaban viendo. Estaban viendo mis ojos en los de
Charlie, y, por tanto, los ojos de mi madre.
―Bueno, tengo que irme ―dije,
antes de que encontrara las demás semejanzas, en este caso con mi padre.
―Claro. Dile a Sue que iré
mañana por allí ―me pidió Charlie.
―Sí, no te preocupes.
Bueno, Renée, encantada de conocerte.
―Igualmente, Nessie.
Sus ojos seguían escudriñándome,
así que me di la vuelta y comencé a caminar hacia el coche.
―Entra en casa, ¿no quieres
tomar nada? ―escuché que le decía Charlie mientras abría la puerta de su
domicilio.
―La verdad es que no me
apetece, gracias. Estoy muy preocupada por ella, Charlie, te lo digo en serio…
Y la puerta se cerró.
No lo pude evitar. Esas
palabras hicieron que me girase de nuevo y me quedase observando la edificación
mientras me mordía el labio, pensando, y los pelos se me arrebujaban otra vez
en la cara.
¿Esa frase se referiría a
mi madre? Sí, eso tenía que ser, ¿por quién iba a estar preocupada Renée? Aun
así, tenía que cerciorarme.
Seguí mi impulso y corrí
hacia la casa.
Aunque el viento aullaba en
él, mi oído medio vampiro no me engañaba, estaban en la sala de estar. La
conversación se oída clara y limpia.
―Tienes que hacer algo. Tú
eres jefe de policía, algo podrás hacer.
―Mi jurisdicción no alcanza
tanto, Renée, lo sabes.
―¿Y no puedes investigar
por tu cuenta? ―le replicó ella, un tanto indignada―. Por el amor de Dios, es
tu hija.
―Ya lo sé ―bufó él; debía de
estar sudando la gota gorda otra vez―. Pero es mayor de edad y está casada,
legalmente no podemos hacer nada. Además, tampoco está desaparecida, hablas con
ella todos los días, ¿no es así?
―¿Me tomas el pelo? Hace
más de siete años que no veo a nuestra hija ―protestó―. Tengo que reconocer que
Edward parece muy amable, educado y correcto, pero desde que se casó con él no
he vuelto a verla ―su voz se tornó con un cierto resentimiento hacia mi padre
que me dolió un poco―. No sé dónde está, ni dónde vive, ella siempre evita el
tema, siempre me pone excusas para no venir a verme o para que yo no vaya a
verla a ella. No la veo ni en el Día de Acción de Gracias. Lo único que sé es
que ha vuelto a los estudios, aunque no sé en qué universidad estudia, ni qué,
ni nada. Ni siquiera sé el aspecto que tiene ahora, porque no pone la dichosa Webcam
cuando chateamos. No sé, Charlie, esto es muy raro. Creo que está metida en una
secta o algo así.
―¡Por Dios, mujer! ―exclamó
él, riéndose como quitándole importancia―. Creo que estás exagerando. Bella se
ha casado y ahora vive su vida.
―Hablo en serio, Charlie ―Renée
parecía ofendida―. Si ella fuera una alocada como yo, no le daría tanta
importancia, pero Bella siempre ha sido muy responsable. Y te digo que aquí
pasa algo raro. ¿Por qué te crees que he venido hasta aquí? Quiero que lo
investigues. Si no lo haces tú, contrataré un detective privado.
¡Uf! Eso iba a ser peor.
―Está bien, está bien ―accedió
él a regañadientes, seguramente pensando lo mismo que yo―. Veré lo que puedo
hacer, aunque no te garantizo nada, ya te he dicho que no tengo jurisdicción
para esto, y, además, sigo diciendo que estás exagerando.
―Perdóname por ponerme así.
Es que la echo tanto de menos.
―Lo sé, yo también. Pero
seguro que esto es una tontería que se solucionará hablándolo con ella, ya lo
verás.
―Y esa chica…, Nessie, ¿no
te parece que se da un aire a Bella?
¡Ups!
―No. Yo no le veo el
parecido, no le veo parecido ninguno, nada de parecido ―negó Charlie,
atropellando las palabras.
―Pues a mí me ha dado un
vuelco el corazón cuando la he visto ―reconoció Renée con un murmullo―. Ya no
sé si es obsesión mía, pero se me parecía a los dos. A Bella y a Edward…
―¡Qué cosas tienes! ―mi
abuelo se volvió a reír con esa risa nerviosa de antes―. ¡Siempre has tenido
mucha imaginación! ¡No cambiarás nunca!
―Era realmente preciosa,
parecía un ángel, un ángel de verdad ―murmuró ella con un aire maravillado―.
Desde luego, Jacob tiene muy buen gusto.
―Sí, y además es una chica
maravillosa ―siguió Charlie―. No te imaginas el bien que le ha hecho a Jake.
Vaya, empezaba a ponerme
roja y todo.
―Jacob era perfecto para
Bella, qué pena ―declaró Renée con un suspiro.
No. Jacob es perfecto
para mí, solo para mí, pensó mi mente
automáticamente.
―Edward es un gran chico,
también ―defendió él―. Y es un buen marido, de verdad, Renée, créeme.
―No sé. A veces creo que es
Edward el culpable de que no nos veamos. Bella siempre ha parecido un satélite
de él ―otra vez su voz sonó con resquemor.
Si ella supiera que Jake y
yo éramos un satélite el uno del otro, casi literalmente…
―Pues te aseguro que no es
así. Edward es el mejor marido que Bella pudo encontrar, y él la adora, en
serio, a mí me parece que el satélite es él.
Se hizo un silencio corto.
―Creo que voy a hacerme una
tila ―dijo ella.
―No, no te levantes.
Espera, ya te la preparo yo.
―Ni hablar. Te conozco, y
sé que vas a poner la cocina patas arriba solamente para calentar el agua.
―Bueno, como quieras. La
tila está en el segundo cajón. No, en el tercero. O era en el armario…
―Deja, ya la busco yo…
Y sus pasos se oyeron
dirigiéndose a la cocina.
Me despegué de la pared y
caminé medio en puntillas hacia mi coche. En cuanto me monté, arranqué el motor
y salí despacio para que el vehículo hiciera el menor ruido posible.
Me pasé todo el viaje de
vuelta a La Push con una sensación agridulce embarullándome la cabeza. Estaba
contenta de haberla conocido por fin, aunque fuera de esta forma tan
estrambótica y extraña en la que ella seguía sin saber que yo en realidad era
su nieta, pero no podía negar que ahora me había quedado muy intranquila.
Renée estaba buscando a mi
madre, y sin duda esta última vendría volando hasta aquí para reencontrarse con
ella, si pudiera. Y ese era el problema, que no podía hacerlo, por eso le daba
largas y mantenía el secreto como podía. Ahora bien, ¿debería decirle yo que
Renée había venido hasta aquí para investigar? Porque, claro, si se lo contaba,
mamá iba a preocuparse muchísimo, como es lógico, por su secreto y por la
propia Renée. Hacía poco que por fin había salido de esa turbación que la había
tenido tan martirizada, y decirle esto ahora… Pero, por otro lado, también
tenía que saberlo, ¿no? Y Charlie seguro que se lo decía. ¿O no? Empecé a
hacerme un lío, ya no sabía qué hacer, si decírselo, esperar a ver qué hacía
Charlie, a ver qué pasaba, si llamarla ya para que le dijera a Charlie qué
hacer…
Después de pasarme el
trayecto de esta guisa, llegué a La Push. No hacía falta que los viera, sabía
que en cuanto traspasara el límite fronterizo, mis particulares guardaespaldas
ya podrían marcharse tranquilamente para seguir con otro trabajo, puesto que no
había sitio más protegido de vampiros ahora mismo que La Push.
Como Jake no iba a llegar a
casa hasta más tarde, paré primero en casa de Billy para hacerle una visita.
No estuve demasiado. Billy
trató de impedirlo por todos los medios, pero no le hice caso, insistí en
hacerle la cena y lo conseguí. Nunca pensé lo mucho que me iba a gustar
cocinar, y se me daba bien, la verdad. Se la dejé preparada para que solamente
la tuviera que calentar en el microondas, con los consecuentes numerosos
agradecimientos de Billy, y al cabo de una hora me marché.
Me llevé una sorpresa
cuando aparqué y vi luz en casa, puesto que no esperaba que Jake hubiera vuelto
tan pronto. En cuanto apagué el motor de mi forito, me apeé a toda prisa y
corrí hacia la vivienda.
―Jake, ya estoy en casa ―anuncié,
alegre, tirando las llaves en el recibidor de la entrada al tiempo que cerraba
la puerta.
No me dio tiempo ni de
avanzar un paso más. Jacob apareció en un santiamén del salón con una sonrisa
enorme y, de tres zancadas rapidísimas, llegó hasta mí para estrecharme entre
sus brazos.
No fui la única, él también
inspiró mi efluvio profundamente, luego me separó con delicadeza y pegó su
rostro al mío.
―Hola, preciosa ―murmuró
con su sonrisa torcida mientras ya acercaba sus labios a los míos.
Tampoco pude decirle hola, su boca me lo impidió cuando
comenzó a entrelazarse con la mía con real entusiasmo. Sí, yo también le había
echado muchísimo de menos. Metí los dedos entre su corto pelo y lo pegué tanto
a mí, que de mi propio empuje mi espalda chocó con la puerta y su cuerpo se
quedó casi fundido con el mío.
Si el Cielo existía, tenía
que ser lo más parecido a esto.
Pude recuperar la cordura y
volver a dominar a mi millón de mariposas cuando ese larguísimo e intenso beso
terminó y la energía que fluía a nuestro alrededor se disipó lo suficiente.
Tomé aire para que mi corazón bombease a su ritmo de siempre y mi aliento
saliera a su velocidad normal.
―Hola ―conseguí susurrar
después de todo ese proceso que ya era tan habitual.
Jacob sonrió. Me cogió de
la mano y nos despegamos de la puerta para ir hacia el salón.
―¿Qué tal el día? ―le
pregunté de camino―. ¿Habéis aniquilado a muchos vampiros hoy?
―Nah, a pocos. Hoy hubo
poca acción ―suspiró como decepcionado.
―Ya me extrañaba a mí que
hubieses llegado a casa tan pronto ―reí.
Jacob dejó caer su trasero
en el sofá y dio unas palmaditas sobre sus pantorrillas con una sonrisa enorme
para que yo lo hiciera ahí. Dicho y hecho. Me senté de frente, sobre él, y
rodeé su cuello con mis brazos. Su sonrisa se ensanchó aún más cuando me arrimé
bien a su cómodo y calentito cuerpo, y sus manos se adueñaron de mi espalda.
―Así que tuvisteis poca
caza, ¿eh?
―Hoy no llegaban ni a doce.
Los chupasangres cada vez se están volviendo más aburridos ―volvió a suspirar.
―A lo mejor es que también
es domingo para los vampiros nómadas ―bromeé.
―Bah, y dice tu tía la
Barbie que buscan emociones fuertes. Son unos muermos. Encima que eran pocos,
unos cuantos se dieron el piro enseguida y nos estropearon la fiesta.
―Bueno, es que si ya
impresiona ver a un montón de lobos tan grandes como caballos, imagínate ver a
uno que es más que colosal y que encima tiene poder espiritual ―manifesté con
una sonrisa orgullosa, pasándole mis dedos por el pelo.
―Entonces, ¿a qué vienen? ―criticó,
riéndose.
Acerqué mi rostro hasta que
mi frente tocó la suya.
―Vienen a ver al
impresionante Gran Lobo ―murmuré―, y cuando ven lo impresionante que es, se les
quitan las ganas de luchar y se van.
―Pues vaya unos blandengues
―consiguió susurrar, antes de que mi boca le interrumpiera.
Comenzamos a entrelazar
nuestros labios con suavidad y calma, rozándolos una y otra vez, de arriba abajo,
de abajo arriba… Se deslizaban casi con autonomía propia, sabiendo en todo
momento cómo tenían que hacerlo, qué tempo tenían que usar, en qué momento
tenían que dejar actuar a los labios del otro… Podía notar cómo nos acariciaba
esa energía mágica y espiritual de siempre, cómo nos envolvía y nos incitaba a
seguir, y cómo las cosquillas de mi estómago crecían y crecían y crecían...
Mientras nuestros labios y
nuestros alientos se mezclaban lentamente, sus manos se metieron por debajo de
mi ropa para acariciar mi espalda igual de despacio. Me estremecí al notar esos
ardientes tactos en mi piel, al sentir cómo su abrasador aliento conseguía
abrirse paso por mi garganta para caldear todo mi cuerpo, y mi boca dejó
escapar un estimulado jadeo. Sus manos eran grandes, pero tan suaves y delicadas,
que aunque la epidermis de mi espalda era bien abarcada por ellas, casi seguía
sabiéndome a poco.
El tiempo pareció pararse
para nosotros, aunque el reloj siguió marcando los minutos. Lo sé porque cuando
fuimos capaces de dejar de besarnos, la luz del día ya no entraba por la
ventana. Tuvimos que esperar un buen rato para recuperar el aliento y para
dejar que la energía se disipara del todo, aunque le costaba. Le costaba porque
nuestros rostros no querían separarse, y si no lo hacían, esa fuerza atrayente
no dejaría de fluir nunca y nuestros labios terminarían unidos de nuevo, y
estaríamos así para siempre. Para siempre sonaba demasiado bien, su boca me
atraía mucho más que su dulce sangre y era casi imposible resistirme a ella…
Pero también me apetecía charlar
con él, ya que casi no le había visto en todo el día. Me obligué a olvidarme de
ese para siempre, aunque solo de momento, y conseguí
despegar mi cara de la suya para recostarme sobre su cómodo y calentito pecho y
apoyarla en su hombro. Así sería más fácil que la energía se disipase. Giré un
poco el rostro hacia su clavícula e inspiré su maravilloso efluvio con ganas.
Luego, volví a girar el semblante y pegué mi frente a su cuello con la
felicidad rebosándome por todos sitios. El saloncito estaba a oscuras, pero yo
refulgía, seguro.
Jake sacó sus manos de
debajo de mi ropa y me abrazó con fuerza, estrechándome entre sus brazos.
Después entré en trance cuando comenzó a pasar sus dedos entre mi melena para
peinarme como solo él sabía hacerlo. Si fuera una gatita, ya llevaría un buen
rato ronroneando. Esto ya era el paraíso.
Su ronca voz me hizo
regresar al planeta Tierra.
―Tengo una buena noticia ―murmuró
con voz alegre.
No me quedó más remedio que
dejar ese rincón tan estupendo para mirarle, aunque, claro, con eso que tenía
delante tampoco es que me costara mucho. Aunque había poca luz.
Antes de que me diese
tiempo a pedirle que prendiera la lámpara de pie, que quedaba a su lado, Jake
se estiró un poco y la encendió. No me extrañé de esto, él siempre parecía que
me leía la mente.
Volvió a su posición y, entonces,
le pregunté.
―¿Qué noticia?
―Ya he arreglado lo del
perímetro ―me reveló con una sonrisa enorme.
―¡Jake, es genial! ―exclamé
con alegría, abrazándole.
Jacob se rio con
satisfacción. Me separé de él y le di unos cuantos y efusivos besos cortos que
él correspondió de buena gana, hasta que también me forcé a parar.
―¿Y cuánto abarca? ―quise
saber, sonriéndole.
―Bueno, no mucho, pero es
mejor que nada. Verás ―y metió sus manos entre nosotros para empezar a
gesticular―, el perímetro abarca todo el jardín de nuestra casa hasta los
árboles que lo rodean y la línea que lo separa con la playa. Y también ese
sendero que va desde el límite fronterizo fijado en el otro tratado hasta la
parte posterior de casa, así que podrán pasar por ahí sin problemas y entrar
aquí cuando quieran ―sonrió, y sus manos regresaron a mi cintura―. El tratado
ha sido modificado y ya es vigente desde hoy.
Le sonreí con ganas y volví
a abrazarle y a besarle, otra vez, forzándome a parar.
―Me muero de ganas de
decírselo ―afirmé, separándome un poco de él para verle el rostro.
―Pues también tendrás que
decirles otra cosa ―anunció con otra gran sonrisa.
―¿Hay más? ―me reí.
―Sí. También he arreglado
lo de la boda ―mi cara empezó a iluminarse conforme él hablaba―. Tu familia
podrá estar presente en la ceremonia y en el convite, aunque, bueno, no creo
que podamos poner sangre en el menú ―bromeó.
Mis brazos volvieron a
engancharse en su cuello y esta vez le di un beso mucho más efusivo y largo que
me costó terminar el triple, tanto, que tuve que tomar una buena bocanada de
aire para recomponerme, aunque él tuvo que hacer lo mismo.
―Eres increíble ―murmuré,
frotando su frente con la mía.
―Te prometí que al final estarían en nuestra boda y que tu padre te llevaría
al altar ―sonrió,
metiéndome el pelo detrás de las orejas―.
Y yo siempre cumplo mis promesas.
―Y yo te repito que eres increíble.
―Quiero que ese día sea perfecto para los dos ―afirmó con un murmullo mientras acariciaba mi mejilla con sus nudillos.
―Sé que iba a serlo igualmente aunque ellos no pudieran venir, porque en
cuanto te viera esperándome en el altar me olvidaría de todo lo demás y sería
la mujer más feliz del mundo ―aseguré
sin un atisbo de duda―. Pero…
―Lo serás más si están ellos ―continuó mi frase, sonriéndome con ternura.
―Sí ―confesé, sonriendo
yo también.
―Es normal, es tu familia, si no estuvieran, ya no sería lo mismo ―declaró, volviendo a pasar sus prodigiosos
dedos por mi pelo―. Pero ¿ves?,
te dije que irían e irán ―y sus
labios desplegaron su maravillosa sonrisa de nuevo.
Le correspondí la sonrisa y
le di otro beso corto.
―Les daremos la noticia hoy
mismo ―sonreí.
―Pues vamos ―dijo, haciendo
el amago de levantarse.
―Espera ―le paré al
acordarme de otro asunto.
―¿Qué pasa? ―preguntó, un
tanto extrañado.
―Es que… me ha pasado algo
hoy y no sé que hacer ―revelé, mordiéndome el labio.
―¿Algo? ¿El qué? ―ahora
parecía un poco alarmado.
―No, no tiene nada que ver
con ningún vampiro ―le calmé―. Bueno, sí, pero se trata de mamá. Esta tarde,
cuando le llevé los herméticos de Sue a Charlie, me encontré con Renée.
―¿Con Renée, la madre de
Bella, tu… abuela?
―Sí.
―¿Y te reconoció o algo? ―inquirió,
preocupado.
―No…, bueno, no sé. A
Charlie no se le ocurrió otra cosa que decirle que yo era la sobrina de Sue ―chisté―.
Ahora me llamo Nessie Clearwater.
A Jacob le dio la risa.
―¿Nessie Clearwater?
―Soy adoptada ―contesté con
un sarcasmo burlón.
―Ah, vale, perdona ―replicó
él sin dejar de reírse.
―Como comprenderás, no sé
si Renée se habrá tragado eso. Encima, estuvo estudiándome con la mirada todo
el tiempo, y hasta dijo que yo le recordaba a una persona ―maticé―, a
dos, en realidad.
―A Bella, y a Edward ―adivinó,
más serio.
―Sí ―suspiré.
Mi chico se quedó pensando
un rato.
―Bueno, pero no creo que
sospeche nada ―alegó, mostrándome esa sonrisa torcida que me encantaba para
tranquilizarme―. Quiero decir, que, aunque te vea algún parecido, en cuanto se
ponga a echar cuentas verá que eso es imposible. Así que no creo que tengas que
preocuparte por eso, preciosa, ya verás cómo lo deja correr.
―En realidad, no es eso lo
que me preocupa ―empecé a aclararle―. Cuando iba a marcharme, ellos entraron en
la casa, y no pude evitar darme la vuelta para escuchar.
―Cotilla… ―se burló.
Le di un pequeño puñetazo
en el brazo mientras él se reía.
―Idiota, no es eso, es que
escuché a Renée decir que estaba muy preocupada por mamá cuando estaban
entrando ―me defendí.
La risa de Jake se apagó de
nuevo.
―¿Que estaba muy preocupada
por Bella? ―repitió.
―Jake, quiere buscarla, y
ha venido a ver a Charlie para que le ayude a investigar ―le desvelé con
inquietud.
―Pues es lo que nos faltaba…
―se quejó, mordiéndose el labio.
―Sí, lo sé ―y me lo mordí
yo también―. ¿Qué debo hacer? ¿Se lo digo a mamá, o espero a ver qué pasa?
―¿Y por qué no llamamos a
Charlie para que nos explique él lo que Renée le ha contado? ―propuso―. Así
sabremos cómo tiene pensado llevar este tema él, ¿no te parece?
Jake siempre tenía
soluciones para todo.
―Sí, buena idea ―sonreí―.
Voy a por el teléfono, espera.
Me bajé de sus piernas y
corrí hacia el recibidor para coger el teléfono inalámbrico. Lo hice y regresé
de inmediato a esas cómodas y calentitas extremidades.
―Toma, llama tú ―y le ofrecí
el aparato.
―¿Por qué yo? ―cuestionó
con una risa―. Eres tú la cotilla.
―Porque tú tienes más labia
―afirmé con otra―.Venga, llama tú.
―Ay ―suspiró con alegría―.
A ver, trae aquí ―y cogió el teléfono.
Marcó el número de mi
abuelo y se puso el aparato al oído.
Mientras esperaba a que
esos tonos que yo también podía escuchar se terminasen con un descuelgue, sus
pupilas comenzaron a observarme embobadas y sus dedos regresaron a mi cabello
para atusármelo.
Un click sonó en el
auricular.
―¿Diga? ―escuché preguntar
a mi abuelo.
Jake seguía ensimismado,
así que tuve que darle un suave meneo en el brazo para que despertase.
―Ah, hola, Charlie, soy
Jake ―respondió por fin, después de regresar a este planeta.
―Jake, ¿cómo estás? ―saludó
mi abuelo efusivamente―. Precisamente, Nessie estuvo hoy por aquí.
―Sí, de eso quería
hablarte. Resulta que también estuvo Renée, ¿no?
―Oh, pero no te preocupes,
enseguida solucioné el entuerto ―rio.
―Ya, eso… eso ya lo sé ―rio
mi chico, dedicándome una mirada cómplice al recordar lo de Nessie
Clearwater―. Lo que quería era comentarte… Bah, bueno, verás, sin rodeos.
Nessie estuvo cotilleando bajo tu ventana y escuchó toda la conversación que
tuviste con Renée.
Pero ¿sería bocazas? Desde
luego, labia sí tenía, sí, pero para cascarlo todo. Fruncí el ceño, la boca, y
le miré con cara de odio.
―Oh, vaya ―contestó
Charlie.
―Queríamos saber qué tienes
pensado hacer, si es que tienes pensado hacer algo. Ya sabes, para ver si le
decimos algo a Bella o no.
―No os preocupéis, yo
hablaré con ella. De momento, he conseguido convencer a Renée para que lo deje
estar y mañana regresa a Phoenix. Le he dicho que Bella y Edward son jóvenes, que
viven su vida, que viajan mucho y que nunca están en un sitio fijo. No sé si me
ha creído del todo, no parecía muy conforme, aunque con eso he conseguido
pararle los pies temporalmente. Pero hablaré con Bells igualmente, conozco a
Renée y sé cómo es, no lo dejará estar así como así, por eso creo que Bella
tiene que saberlo. No quería que ella se preocupase, pero no queda otra opción.
Algún día Renée se dará cuenta de que le estoy dando largas y contratará a
alguien para que investigue. Y entonces sí que será peligroso, por eso creo que
Bells tiene que saberlo, para que le dé tiempo a actuar, porque si alguien
descubre que son…, bueno, que… ―se hizo
un instante de silencio―. Ay, no, no, prefiero no saberlo…
―Estoy de acuerdo contigo,
es mejor contárselo ―apoyó Jake―. Bueno, Charlie, entonces lo dejamos en tus
manos.
―Sí, no os preocupéis.
Hablaré con ella esta noche.
―Vale.
―¿Algo más? ―inquirió―. Es
que estaba a punto de hincarle el diente a esta comida tan rica que me ha
preparado Sue, y por vuestra culpa se me ha enfriado ―bromeó.
―Vaya por Dios ―lamentó
Jake con aire irónico―. Bueno, caliéntala en el microondas, hombre. Ya sabes lo
que es, ¿no? Ese aparato cuadrado que tiene una puertecita y bastantes botones
a un lado ―se burló―. ¿Te digo cómo se usa?
―Muy simpático ―respondió
mi abuelo, sarcástico―. Bueno, ¿algo más? ―repitió, refunfuñando.
―No ―rio Jake.
―Pues entonces hasta
mañana. Ah, y dale un beso a Ness de mi parte, que con todo el trajín, casi no
pude ni mirarla.
―Claro, jefe, no te
preocupes, que yo le doy un enorme beso de tu parte y unos cuantos más ―insinuó,
mirándome con su sonrisa torcida. Yo le di un manotazo en el brazo para
regañarle y Charlie murmuró algo ininteligible que no fui capaz de entender―.
Hasta mañana.
―Hasta mañana ―se despidió.
Y ambos colgaron el
teléfono.
―¿Ves? Nada como llamar al
jefe de policía Swan para solucionar el asunto ―y tiró el aparato al otro lado
del sofá.
―Ya, pero, aun así, no se
ha arreglado nada ―manifesté, mordiéndome el labio con preocupación―. Ya has
oído a mi abuelo, tarde o temprano, Renée volverá a buscarla.
―Ya lo sé, cielo, pero eso
ya es algo que no nos incumbe a nosotros, ¿entiendes? ―afirmó, metiéndome el
pelo detrás de las orejas―. Bella escogió esta vida y sabía dónde se metía,
ahora su elección empieza a tener consecuencias y ella tendrá que enfrentarse a
todas esas cosas. No le queda más remedio. Nosotros no podemos hacer nada para
evitarlo, tan solo apoyarla y ayudarla a superar el mal trago, como harán tu
padre y el resto de tu familia.
―Ya lo sé, pero me da tanta
pena de Renée… ―murmuré―. Y de mamá también, lo va a pasar fatal. Ahora que
había superado la turbación…
―Nosotros estaremos siempre
con ella para ayudarla ―repitió, acariciando mi mejilla.
Asentí y premié a mis
labios con el suave contacto de los suyos.
―Te quiero ―susurré en su
boca.
―Yo también te quiero ―me
imitó.
Volví a unir mis labios a
los suyos y nos besamos durante un rato que se me hizo cortísimo. Tomé aire
cuando logramos separarlos, para relajar ese revoloteo revolucionado que tenía
en el estómago, y retiré mi rostro para dejar que la energía desapareciera del
todo.
―¿Qué te parece si le damos
ahora la noticia del perímetro y la boda a tu familia? ―propuso después de
respirar hondo él también.
―Sí, vamos ―exclamé con
alegría―. Oh, por cierto, no le hemos dicho nada a Charlie ―caí.
―Con las prisas que tenía
por zamparse eso, como para decirle nada ―rio―. Mañana, mañana le damos la
noticia.
―Se va a alegrar muchísimo ―afirmé,
bajándome de sus piernas.
Le cogí las manos y tiré de
él para levantarlo, pero, como siempre, hizo contrapeso y me fue imposible
alzar su trasero del asiento.
―¿De verdad eres mitad
vampiro? ―se burló.
―Muy gracioso ―contesté con
retintín.
Jake se carcajeó y se
levantó del sofá. Me pasó el brazo por los hombros y nos dirigimos a las
escaleras entre bromas para subir al dormitorio pequeño, donde teníamos el
ordenador.
¡¡Hola!!
ResponderEliminarSoy JACOB&NESSIE
Muchas gracias, Alecita! XD
Espero que te sigan gustando los capis!! ^^
Aqui tienes otro.
Muchos besazos, guapa!!!
Y gracias por leerme!!!!!
Holaa JACOB&NESSIE! simplemente me ha encantado! la historia me tiene atrapada enserio! miiil gracias! tu solo no dejes de subirlos! muchos besos =)
ResponderEliminar¡HOLA!, SOY NOVIEMBRE: ME DA UNA PENA DE RENÉE,PORQUE NO SE LO HAN DICHO A ELLA TAMBIÉN YGUAL QUE A CHARLY.UBIERA DISFRUTADO COMO ABUELA MUCHO, NESSIE TAMBIÉN ESTÁ PERDIENDO ESE CARIÑO. ES LOGICO LA DESESPERACIÓN DE RENÉE. Y BUENO CAMBIANDO DE ASUNTO AHORA SI INTENTARA LA TIA PREPARAR LA BODA. EN FIN YA VES QUE ESTAMOS PEGADOS AL ORDENADOR. MUCHOS BESOTES
ResponderEliminarPobre de Reneé y de Nessie ser abuela y nieta y la abue ni en cuenta :(
ResponderEliminarTe quiere
K=D