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NO DUDEIS EN DEJAR VUESTROS COMENTARIOS, PREGUNTAS, ETC,
YO CONTESTARE A TODO GUSTOSAMENTE ^^
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Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog. Si no, no te enteraras de nada XDD
CAPITULOS:
PARTE UNO: HORIZONTE:
RENESMEE:
1. MAS HUMANA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-1-mas-humana.html
RENESMEE:
1. MAS HUMANA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-1-mas-humana.html
2. SAGRADOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-2-sagrados.html
3. PRACTICAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-3-practicas.html
4. HELEN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-4-helen.html
5. ANIVERSARIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-5-aniversario.html
6. EXCURSION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-6-excursion.html
7. ENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-7-encuentro.html
8. RYAM: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-8-ryam.html
9. MAL PRESAGIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-9-mal-presagio.html
10. ENTREGA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-10-entrega.html
11. OTRA PREOCUPACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-11-otra-preocupacion.html
3. PRACTICAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-3-practicas.html
4. HELEN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-4-helen.html
5. ANIVERSARIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-5-aniversario.html
6. EXCURSION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-6-excursion.html
7. ENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-7-encuentro.html
8. RYAM: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-8-ryam.html
9. MAL PRESAGIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-9-mal-presagio.html
10. ENTREGA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-10-entrega.html
11. OTRA PREOCUPACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-11-otra-preocupacion.html
VIAJE
El piloto anunció la
inminente llegada al aeropuerto de Anchorage y todo el mundo siguió sus órdenes
cuando mandó abrocharse el cinturón, puesto que iba a iniciar el descenso.
Jake y yo escogimos el
asiento de la salida de emergencia para que él tuviera más espacio, así que
como el respaldo que tenía delante me quedaba algo lejos, demasiado para dejar
ahí sola la peligrosa carpeta azul, la metí detrás de mi espalda.
Ya estaba obsesionada con
esa dichosa carpeta, y no la soltaba ni aunque llevase una bomba dentro.
Para ir al aeropuerto
habíamos ido en el coche de Seth, acompañados por Quil y Embry. Quil fue
delante, y yo me pasé el viaje espachurrada entre Jake y Embry, con la carpeta
pegada a mi pecho. Todo para que llegásemos sin problemas casi hasta el mismo
avión.
Ya en el aparato, la
azafata se empeñó en que guardásemos el equipaje de mano en los compartimentos
superiores, pero Jake la convenció para que me dejase llevar la carpeta, eso
sí, ella nos instó amablemente a que la colocásemos en la redecilla del asiento
de enfrente durante el despegue y el aterrizaje, aunque yo la puse en mi
espalda.
Como estaba junto a la
ventanilla, observé cómo el aeroplano viraba para descender hacia el aeropuerto
y cómo la iluminada ciudad de Anchorage aparecía bajo nosotros, hasta que se
avistó la pista de aterrizaje y la sobrevolamos; las ruedas del tren de
aterrizaje rebotaron contra el suelo en el primer contacto, rodaron después en
el segundo y aterrizamos sin problemas.
Nos desabrochamos los
cinturones, agarré la carpeta y nos pusimos de pie para comenzar a desalojar el
avión junto con el resto de pasajeros. La cabeza de Jake chocaba con el techo, por
lo que tuvo que agacharse un poco para caber. Se me escapó una risilla, porque
ya nos había pasado al subirnos al avión y ahora se repetía lo mismo. La gente
lo miraba como si fuera un jugador de la NBA, sobre todo los pocos niños que
había en el aparato, que lo observaban boquiabiertos, y hubo quien hasta le
sacó una foto por si acaso; también me echaban alguna mirada a mí, pero, desde
luego, Jake acaparó casi toda la atención. Retiró nuestra mochila del
compartimento, me cogió de la mano y empezó a abrirse paso como pudo por ese
estrecho pasillo para llegar a la puerta, entre las miradas curiosas y
sorpresivas del resto del pasaje.
La gente lo miraría un poco
sorprendida, pero yo no podía ir con la cabeza más alta por el orgullo que me
producía mi novio; para mí, no había hombre más guapo, espectacular y perfecto
en el universo, eso sin contar la persona tan buena y maravillosa que era.
Pasamos la puerta, con las
correspondientes despedidas de las amables y pacientes azafatas, y seguimos por
uno de esos pasadizos colgantes que unía el avión con el edificio del
aeropuerto.
Estuvimos un rato esperando
en la cinta del equipaje a que saliera nuestra maleta, y cuando lo hizo, Jake
la agarró y nos dirigimos a las puertas correderas de cristal.
Jake y yo no fuimos los
únicos que sonreímos de oreja a oreja, mis padres ya nos estaban esperando tras
el cristal y sus impolutos y blancos rostros desplegaron esas sonrisas divinas
de alegría.
En cuanto las puertas se
abrieron, mis padres se abalanzaron para abrazarnos y saludarnos con efusividad,
fue tan rápido, que me dio la impresión de que se les olvidó disimular y lo
hicieron a su ritmo de vampiros.
―Hola, cielo ―mamá me
estrechó con fuerza entre sus brazos y luego me dio cincuenta mil besos, que a
poco más, y me deja la cara congelada.
Mi padre hasta le dio un
abrazo a Jake y todo que mi chico correspondió, eso sí, de esos cortos con
palmadas en la espalda incluidas.
―Hola ―le sonreí a mi madre,
despegándome un poco de ella para darle un beso.
―¿Has vuelto a crecer, o
son cosas mías? ―inquirió, estudiándome con la mirada para calcular cuántos
milímetros más había aumentado.
―Sigo igual que cuando me dejaste,
mamá. Uy ―y me tapé la boca al darme cuenta de que se me había escapado.
Miré a mis lados para ver
la reacción de las personas que nos rodeaban, pero casi todas estaban demasiado
entretenidas dándoles la bienvenida a sus seres queridos, y el resto, ni le
habían prestado atención a mis palabras. Bueno, había sonado como una broma,
así que probablemente había pasado desapercibido por eso.
―Hola, princesa ―me saludó
papá, y también me dio un fuerte abrazo, aunque él me dio un único beso en la
frente, si bien fue muy cariñoso y dulce.
―Hola ―y le devolví el
abrazo y el beso.
―Hola, Jake ―saludó mi
madre con una enorme sonrisa de felicidad, saltando hacia él.
Mamá y Jake se abrazaron y
él la elevó del suelo, dando una vuelta mientras ambos se reían. Se dieron un
cariñoso beso en la mejilla y Jacob la dejó en el suelo.
―¿Cómo va todo? ―le
preguntó él.
―Bien, no me puedo quejar ―le
contestó mamá, volviendo junto a mi padre y cogiéndole la mano.
―¿Dónde están los demás? ―inquirí,
mirando a mi alrededor, extrañada.
―Están en casa ―respondió
mi madre―. Nos están esperando, así que será mejor que nos vayamos ya.
―Sí, es cierto ―coincidió
papá, comenzando a caminar―. Si no Alice nos matará. Está como loca por veros.
Agarré a mi chico de la
mano y los acompañamos.
―¿Esa es la carpeta? ―quiso
saber mamá, señalándola con el dedo.
―Ah, sí ―había estado tan
pegada a ella durante tantas horas, que ya ni me daba cuenta de que la llevaba
conmigo.
―Pues trae ―me la cogió y
la carpeta pasó de mi pecho al suyo―. Ahora ya nos encargamos nosotros de ella.
Me sentí muy aliviada al
deshacerme de esa carpeta, aunque no pude evitar que ese sentimiento se viera
sustituido enseguida por otro de enorme preocupación, puesto que ahora la que
iba a estar en peligro era mi familia…
―No te preocupes ―me calmó
papá―. Nosotros también sabemos protegernos, no creo que se atrevan a venir por
aquí y enfrentarse a un aquelarre de ocho… individuos
―sustituyó para que la gente de alrededor no escuchara lo que no tenía que
escuchar.
Ya me había acostumbrado a
tener libertad de pensamientos y se me había olvidado por completo que mi
progenitor podía leerlos.
En cuanto salimos del
edificio, ya sentí el frío, puesto que debíamos de estar a unos –7 grados
centígrados y se notaba bastante el cambio de temperatura. Aunque iba bien
abrigada con esa parca cuyo forro era de un acogedor borreguillo, me arrimé
bien a Jake, que me pasó el brazo por encima de los hombros. Dentro había
calefacción y podía pasar, pero menos mal que no había nadie por el exterior,
porque Jacob iba con una simple camiseta de manga corta y daba bastante el
cante. Ya en casa, no fui capaz de convencerle para que al llegar aquí se
pusiera la cazadora que le había comprado precisamente para venir a Alaska. No
la habíamos adquirido para que no cogiera frío, por supuesto, pero sí para que
pasara más desapercibido si nos movíamos por la ciudad de Anchorage, cuyos
inviernos son fríos y nieva mucho. Pero nada, la metió en la maleta y no hubo
forma.
Seguimos caminando, hasta
que entramos en el parking donde mis padres tenían el coche, un Volvo S60 de
color negro.
―Veo que has vuelto al
Volvo ―observó Jake.
―Aquel plateado que tenía me
gustaba, y lo cierto es que me dio muy buenos resultados ―asintió mi padre.
―Es bastante… discretito
―se burló mi novio.
―Bueno, aquí no tenemos que
esforzarnos tanto para pasar desapercibidos ―alegó papá―. Y he de decir que
este solo lo utilizamos para ir a la universidad, tenemos dos coches más ―presumió.
―No me digas cuáles, por
favor ―murmuró Jacob por lo bajo.
Papá se rio entre dientes con
un poco de malicia y llegamos al Volvo negro.
Metimos la maleta y la
mochila en el maletero y nos subimos al vehículo.
Ya era completamente de
noche, así que lo único que se podía ver por la ventanilla eran las bajas casas
iluminadas y la nieve. Además, estábamos demasiado concentrados en conversar
con mis padres como para fijarnos en el iluminado paisaje.
Salimos de la ciudad por
una autopista y después de varios kilómetros papá tomó un desvío hacia la
derecha que daba a una carretera sin asfaltar cubierta de nieve que me recordó
un poco a la de su antigua casa en Forks, ya que también se abría paso entre
los árboles del bosque.
Seguimos ese trayecto
completamente a oscuras, tan solo nos abrían paso los focos del vehículo, que
reflejaban sobre la nívea y helada superficie, hasta que, por fin, entre los
árboles se divisó una casa iluminada a lo lejos.
―Guau, parecía más pequeña
en las fotos ―murmuró Jake, alucinado, cuando esa enorme vivienda se plantó
frente a nosotros al traspasar los últimos árboles.
―Es preciosa ―exclamé,
parpadeando.
La casa era un solo bloque
rectangular de dos plantas que estaba coronado por un tejado a dos aguas, que
ahora mismo estaba cubierto de nieve, y cuya fachada principal, una de las
paredes largas, apuntaba al oeste. Los muros que conformaban las fachadas estaban
revestidos de unas tablillas alargadas y estrechas de madera color claro y un
zócalo de un metro formado por otras láminas largas de piedra gris oscuro. Las
ventanas en esta parte de la fachada eran más bien discretas, tan solo
destacaba la cristalera hecha de pavés que ascendía desde el suelo para
recorrer toda la altura de la escalera interior ―la cual estaba pegada a dicha
cristalera por medio de los descansillos― y que los antiguos dueños habían
puesto para que aportara mucha más luminosidad. Los focos que había en el suelo
y que estaban distribuidos alrededor de la edificación iluminaban sus fachadas,
confiriéndole un aspecto mucho más hogareño y cálido.
―¿Os gusta? ―inquirió mamá.
―Digamos que no está nada
mal ―contestó Jake con un poco de ironía.
Papá llevó el vehículo a
otra pequeña edificación hecha de los mismos materiales que la casa y que hacía
las veces de enorme cochera. Accionó el portón con un pequeño mando, pasamos
dentro y aparcó justo al lado de un lujoso y caro Porsche plateado.
―Veo que Alice se ha
deshecho del Ferrari rojo ―manifestó Jake, terminando la frase con un tinte de
dolor.
―Todavía estás a tiempo de
cambiar la Harley por un Ferrari, si lo prefieres ―le comunicó papá,
refiriéndose a su regalo de boda.
Jake frunció el ceño y se
mordió el labio, llevando la mirada al frente para pensárselo un momento.
―No ―dijo finalmente―.
Prefiero la Harley, gracias ―y desplegó su maravillosa y blanquísima sonrisa,
como siempre hacía cuando se imaginaba subido en ella.
Mis padres se rieron y
abrieron sus puertas para salir del coche.
Jacob no pudo evitar echarle
una buena ojeada al Porsche antes de salir de la cochera para dirigirnos a la
casa. Tuvo que llevar la maleta en volandas, ya que las ruedecitas de la misma
no rodaban por la espesa nieve.
La puerta de entrada estaba
a cuatro peldaños del terreno, así que subimos las escaleras detrás de mis
padres y, cuando abrieron, pasamos con ellos.
A Jake casi no le dio
tiempo ni de meter la maleta. Alice saltó como un resorte de la nada y apareció
a nuestro lado como por arte de magia. Cuando me di cuenta, ya tenía su menudo
cuerpo entre mis brazos y los suyos ya estaban apretándome con fuerza para
achucharme.
―¡Nessie! ―exclamó,
contentísima. Luego, se separó de mí, bajó la cremallera de mi parca a una
velocidad ultrasónica, la abrió y me cogió de las manos para verme mejor―.
¡Estás guapísima! ¡Radiante! ¡Altísima! ―entonces, dirigió la vista hacia Jake―.
Veo que la cuidas bien.
―Eso procuro ―afirmó él con
otra sonrisa.
―Más te vale, chucho ―intervino
Rose de repente, que también salió de la nada junto con el resto de mi
sonriente familia.
―Vaya, vaya, pero si es mi
amiga la Barbie. ¿Qué pasa? ¿Ya no podías vivir sin mí, que te has venido
volando como un murciélago para ponerte a mi lado?
―Ja, ja ―articuló ella con
ironía, poniendo cara de asco―. Sigue soñando, perro, hueles fatal.
―Pues bien que te me pegas ―afirmó,
dedicándole una sonrisita socarrona.
―No te pases con mi chica, lobo,
o si no tendré que darte una buena paliza ―irrumpió Emmett, cruzando los brazos
a modo de matón.
―No creo que te atrevieras ―le
contestó Jake, poniéndose frente a mi tío.
―No querrás que me atreva ―discutió
Em, acercándose un poco más.
―Ponme a prueba, grandullón
―rebatió mi chico, colocándose en un cara a cara con él.
Entonces, los dos rompieron
a reír y se dieron un abrazo de esos que se dan los chicos, con esos pequeños
puñetazos en los brazos de después.
―Por cierto, ¿quién ganó el
sábado? ―le echó en cara Jake, poniendo la mano en el oído a modo de antena
para escuchar la respuesta que él quería oír de boca de mi tío.
―Pura suerte ―debatió Em,
haciéndose el tonto.
Jake se carcajeó con
venganza evidente y Rose se acercó a mí, poniendo los ojos en blanco ante tanta
demostración de testosterona.
―Alice tiene razón, estás
guapísima ―me dijo, abrazándome y besándome.
―Gracias.
Me dejó y Esme fue la
siguiente, a la vez que el resto de mi familia también saludaba a Jake.
―Me alegro mucho de veros,
cielo ―afirmó mi abuela, dándome otro abrazo y un beso en la mejilla.
En cuanto se separó de mí,
ya tenía a mi abuelo delante.
―Hola, cariño ―me saludó
Carlisle con otro abrazo y su correspondiente beso.
―Hola, abuelo ―sonreí,
correspondiendo sus cariños, como había hecho con los demás.
―¿Me has traído la sangre
de tu amiga?
―Ah, sí. Está en la
mochila, la metí en una caja con hielo, como me dijiste. Tuve que hacer algún
malabarismo que otro para poder pasarla sin que me vieran en el aeropuerto, pero
al final lo conseguí.
―Perfecto ―aprobó con una
sonrisa―. Si me permites, voy a sacarla de ahí y la guardaré en la nevera.
―Claro ―consentí.
Se despegó de mí y se
acercó a la mochila para abrirla.
Después de los efusivos
besos y abrazos con el resto, Alice me agarró del brazo y empezó a enseñarnos toda
la casa, que incluía la parte que pertenecía al adosado de mis padres, y nos
dio toda una disertación sobre decoración durante toda la muestra.
La vivienda de mis
progenitores quedaba justo pegada a la del resto de mi familia, en realidad,
era una continuación que no se notaba desde el exterior. Se podía acceder a
ella por la puerta exterior, pero también había una puerta interior que unía
las dos viviendas y que fue la que utilizamos para pasar. Como habíamos visto
en las fotografías que mis padres nos habían enviado vía Internet, su parte
estaba compuesta por cuatro
dormitorios dobles, dos cuartos de baño provistos de todos los lujos posibles,
un salón enorme con una enorme chimenea de mármol travertino y una cocina
también bastante grande.
La
parte del resto de mi familia constaba de seis dormitorios dobles ―uno de ellos
era el despacho y laboratorio de Carlisle―, tres baños igual de completos que los de mis padres, una cocina que
era el doble que la de ellos, con una despensa que era tan grande como la
habitación pequeña donde Jake y yo teníamos el ordenador, y un salón que era
dos veces el de mis padres y que también gozaba de una enorme chimenea de
mármol travertino.
Al
parecer los antiguos y ricos propietarios, que eran humanos, por supuesto,
habían hecho esta casa con diez dormitorios y todos esos baños, y mi familia la
había dividido en dos partes para que una de ellas fuera de mis padres, que
habían sustituido el dormitorio del servicio por una cocina. Ese era el único
cambio que le habían hecho a la edificación, aparte de la decoración, claro,
que había corrido por cuenta de mi tía.
Una
vez que nos enseñó toda la casa, con esa disertación incluida, nos llevó a la
parte posterior, que era un alargado porche de uso común a las dos viviendas.
Volví
a arrimarme bien a mi cálido chico y él me pasó el brazo por encima de nuevo. Lo
único largo que llevaba Jake eran sus vaqueros, pero ya podíamos estar a –30 grados
centígrados, que él, a sus 48 grados, jamás tenía frío. Y a mí me venía genial,
porque aunque mi temperatura era de 40, era tan friolera…
Los enormes ventanales se
hacían con la fachada posterior de la planta baja, los cuales dejaban ver el
interior de las estancias, si bien disponían de unos dispositivos que cubrían
los cristales por medio de unos paneles para evitar su transparencia, y la
planta superior estaba presidida por unas amplias terrazas que pertenecían a
los dormitorios y cuyas barandillas eran de acero. Pero la gran protagonista de
la parte posterior de la casa era la larga piscina. Esta tenía unas mamparas
que la rodeaban y que ahora en invierno permanecían cerradas, haciendo de ella
una piscina cubierta y climatizada, pero, según nos explicó mi tía, en verano
se podían correr para que quedase al descubierto. También nos dijo que desde
este lugar había una panorámica preciosa de los Montes Chugach, solo que, al
ser de noche, no se podían ver.
Unos copos comenzaron a
caer y Jake ya tuvo que abrazarme y frotarme los brazos y la espalda, así que
nos volvimos a meter en la casa.
Cuando entramos, Esme nos
esperaba en la puerta del salón. El maravilloso olor a comida ya se notó nada
más pasar el umbral del porche.
―Me imagino que tendréis
hambre, ¿verdad? ―dijo, desplegando una sonrisa que dejó ver sus encantadores hoyuelos.
―¡Uf! ¡Yo estoy a punto de
desfallecer! ―exclamó Jake, frotándose las manos ante ese olor tan rico.
―¡Qué bien huele! ―clamé yo,
que también estaba famélica, quitándome la parca y colgándola de un perchero.
Pasamos al salón, donde la
amplia mesa rectangular estaba puesta con dos platos y mi familia nos esperaba junto
a la misma.
―Venga, sentaos ―nos
exhortó Esme―. Voy a serviros la cena.
―Gracias, Esme, eres la
mejor ―alabó Jacob con una risilla de satisfacción.
Mi abuela sonrió de nuevo,
complacidísima, y se dirigió a la cocina como una bala a la vez que Jacob y yo
nos sentábamos en el centro de la mesa y los demás hacían lo mismo a nuestro
alrededor.
―Vaya, rubia, otra vez bien
cerca de mí, ¿eh? ―le dijo Jacob a Rosalie, para quedarse con ella.
―Estoy enfrente, idiota ―le
contradijo ella, poniendo los ojos en blanco mientras negaba con la cabeza al
ver lo evidente que era.
―Bueno, eso es cerca ―replicó
él con una sonrisita―. Verás, Doc está lejos, porque está sentado en la otra
punta de la mesa, pero tú estás cerca, porque estás justo frente a mí. ¿Lo ves?
―y empezó a gesticular, oscilando las manos de Carlisle a ella―. Lejos, cerca.
Lejos, cerca. Es muy fácil, deberías ver algún capitulo de Barrio Sésamo,
en serio, te ayudaría muchísimo.
Jake no era el único que
sonreía, Em no pudo evitar que se le escapase una risita sorda que pronto se
disipó ante la mirada asesina de Rose.
―Eres un payaso ―le bufó
ella a Jake, desquiciada.
―Sin embargo, sigues ahí
sentada, cerca de mí.
―No es por ti, es por
Nessie, chucho estúpido ―respondió ella, otra vez mirándole con cara de asco.
―Venga, reconócelo, en el
fondo te caigo bien y me adoras, lo sé ―siguió pinchándola.
―Por supuesto que no. No te
trago ―rebatió Rosalie otra vez con cara de asco, aunque tampoco se movió de su
silla.
Jacob se carcajeó con
satisfacción, Rose giró el rostro, dándole un bandazo a su pelo orgullosamente,
y Esme llegó con dos platos.
―Guau, bistec ―alabó mi
chico cuando mi abuela los posó en la mesa―. Qué lujo.
―Hay más cosas en la
cocina, así que comed cuanto queráis ―ofreció ella.
―Qué bien, esto es como
estar en un hotel de cinco estrellas ―me reí―. Muchas gracias, abuela.
―De nada, cielo. Vosotros
cenad tranquilamente ―y se sentó junto a Carlisle.
Mientras Jake y yo
cenábamos, mi familia nos observaba con suma atención, como si comer fuera todo
un acontecimiento, cosa que nos resultaba un tanto incómoda, así que Jacob
enseguida empezó una conversación que mi padre, avisado por lo que veía en
nuestras mentes, siguió de inmediato.
Gracias a eso, descubrimos
que el aquelarre de Denali vendría dentro de dos días para vernos, y que Louis
y Monique también lo harían, aunque ellos mañana.
Yo me comí el bistec y un trozo
de la riquísima tarta de chocolate y fresas que preparó Esme, pero Jake se
tragó tres bistés, un buen plato de zancas de pavo guisado con una salsa que
olía genial y todavía le quedó espacio para dos trozos del postre que había
hecho mi abuela. En cuanto Jacob se terminó su último bocado, nos levantamos y
nos sentamos en el sofá con mi familia para reposar la comida antes de irnos a
la cama.
Carlisle había encendido la
chimenea, que quedaba delante del sofá, a unos escasos metros.
El sofá gris seguía los
patrones de la casa y también era grande. Tenía forma de U y estaba dotado de
ocho plazas: cuatro en el centro y dos a cada lado, cada una con su
correspondiente cojín blanco, aunque no era el único asiento. Frente al sofá, y
dejando ver la impresionante chimenea en el medio, se distribuían dos anchas
butacas del mismo color que tenían el aspecto de ser muy cómodas, y en el
centro de toda esa zona había una mesita cuadrada lacada en blanco que reposaba
sobre una amplia alfombra de color gris claro.
Como Jake y yo nos sentamos
en el centro del sofá y la mesita blanca me quedaba justo delante, no pude
evitar que lo primero en lo que se fijaran mis ojos fuera en esa carpeta azul
oscuro que destacaba sobre el níveo de la superficie.
Mi gesto de morderme el
labio no pasó desapercibido para Jacob.
―No te preocupes, pequeña,
todo va a ir como la seda ―me alentó, pasándome el brazo por los hombros para
achucharme un poco―. Tu familia estará bien, y si necesitan ayuda puedo venir
aquí con más efectivos ―y me dio un beso en la sien.
Eso, lo que me faltaba era
que se pusiera en peligro él y más gente, y encima, todos a la vez.
―En realidad, no creo que
ese Razvan venga por aquí ―intervino Carlisle, que ya estaba ojeando el
contenido de la carpeta―. Y no me extraña que tampoco lo hiciera por La Push
para recuperar estos documentos. No son los originales.
―¿Cómo? ―preguntó mi novio,
perplejo.
―Esta no es la letra de un
vampiro, observa las líneas ―afirmó, estirando el brazo para enseñarle uno de
los folios.
Jacob se inclinó para
mirarlo y frunció el ceño.
―No sé, Doc, yo no entiendo
nada de caligrafías.
Carlisle y Jacob volvieron
a su posición y mi abuelo comenzó a explicar, señalando con una pluma en la
mano.
―Estas líneas están mal
definidas, los trazos no son rectos, están llenos de imprecisión y de
temblores. En conclusión, está escrito por un humano que lo hizo con mucha
prisa.
Tuve que pestañear varias
veces.
―¿Estás diciendo que Ryam…
copió estos documentos? ―inquirí, sorprendida.
―No alcanzo a comprender
cómo fue capaz de conseguirlo, pero, sí, tuvo que copiarlos a mano ―asintió
Carlisle.
―Ese tío es mi héroe ―declaró
Jake, alucinado―. Entra en la guarida de esas ratas, copia los documentos y
consigue escapar.
―Helen me dijo que Ryam era
un experto en colarse en los sitios ―desvelé―. Su padre estaba en el ejército,
y cuando era pequeño, les gustaba mucho jugar a lo que ellos llamaban el
escondite estilo soldado. Su padre le enseñó muchos trucos y técnicas
militares, y más tarde, cuando este falleció, Ryam los utilizaba para escapar y
esconderse de su abuelo. Debe de ser bastante bueno, porque su abuelo también
estuvo en el ejército, y, aun así, conseguía evadirle… Bueno, eso fue lo que me
contó Helen.
―Vaya unos juegos para un
crío ―chistó Jacob con desagrado.
―¿Es que tú no le vas a
enseñar vuestras técnicas a tu hijo? ―intervino Emmett.
―Por supuesto, pero cuando
sea más mayor. Un niño tiene que ser un niño, y ya tendrá tiempo para aprender
todo lo que tenga que aprender. Además, no se convertirá en un lobo hasta que
no llegue a la adolescencia, así que no será necesario enseñarle nada antes ―entonces,
empezó a hablar como si ya lo estuviera viendo―. Lo que sí voy a hacer es
decirle lo que es desde pequeño, cuando ya tenga una edad para comprenderlo y
pueda entender que tiene que ser un secreto. Le llevaré conmigo a las reuniones
del Consejo para que escuche las leyendas y sepa todo lo que hay. No quiero que
le pase como a mí, que me enteré justo cuando me transformé y casi me llevo a
mi viejo por delante.
―Bueno, todavía queda mucho
para eso ―le paré yo, antes de que siguiera divagando y terminara nombrando a
nuestro hijo invisible nuevo líder de la manada―. Además, solo le enseñó
técnicas de evasión, no le enseñó nada de combate ―maticé―. Ryam no tiene ni idea
de luchar.
―De todas formas, las pocas
técnicas militares que se puedan enseñar a un niño, sean de combate o no, no
hacen mucho contra unos vampiros ―manifestó papá―. O Razvan y los suyos no
estaban por allí en ese momento, o tuvo que servirse de algo más para conseguir
escapar sin que se diesen cuenta.
―Alguien le ha ayudado ―dijo
Alice―. Alguien desde dentro.
―¿Puedes ver a los
gigantes? ―interrogué con sorpresa―. ¿Y por qué no lo dijiste antes?
Cuando le habíamos contado
todo a mi familia, vía Internet, ella no había abierto la boca, por lo que
Jacob y yo dimos por hecho que Alice no podía ver a los gigantes. Nos
imaginamos que, así como no podía ver a los metamorfos ni a los licántropos,
tampoco podía hacerlo con estos seres. Esto era una buena noticia.
Sin embargo, mi tía les
dedicó una mirada de preocupación a mis padres, que la recriminaron con los
ojos, se mordió el labio y agachó la cabeza. Toda mi familia se puso más seria.
―¿Qué pasa? ―quise saber,
ante esa reacción que a Jacob y a mí nos chocó.
―¿No os habéis dado cuenta
de algo? ―señaló Jasper.
―Jasper ―le regañó mi
padre, apretando los dientes con el semblante regio―. Quedamos en que…
―Tienen derecho a saberlo ―le
interrumpió él―. Si lo saben, podrán estar más alerta.
―Ya han estado demasiado
alerta últimamente ―rebatió mi progenitor.
―¿Más alerta para qué? ―preguntó
Jake, que ya empezaba a estar mosqueado, haciendo caso omiso del comentario de papá.
―Alice tampoco puede ver a
Razvan y a los suyos ―reveló Jasper, para total desagrado de mi padre―, por lo
que creemos que todo este asunto tiene que ver con vosotros.
Jacob y yo nos miramos el
uno al otro con el mismo rostro de perplejidad. Habíamos estado tan pendientes
de la carpeta y del tema de Ryam y Helen, que no nos habíamos parado a pensar
en este detalle. No nos habíamos dado
cuenta de que Alice tampoco nos había hablado de Razvan en todo este tiempo, y
desde luego no habíamos caído en que no podía verlo.
―Al principio creía que no
los había visto porque habían actuado por los bosques de La Push para matar a
esos lobos, y como vosotros siempre estáis por ellos, pensé que era vuestra
influencia lo que tapaba mis visiones ―empezó a explicar mi tía―. Y lo mismo
sucedió cuando nos contasteis vuestro encuentro con ellos en el bosque el día
de la excursión. Al estar con vosotros, no podía verlos. Pero, después, Razvan
y los suyos se fueron de vuestras tierras, y yo sigo sin poder verles bien. Eso
solo puede ser porque Razvan está persiguiendo o buscando algo cuya decisión y
meta tiene que ver con vosotros, como me pasó con Aro la otra vez.
Sí, era cierto. Ahora me
acordaba. Cuando descubrimos que Aro quería ir a por los lobos, Alice tampoco
podía verlo bien, ya que las decisiones de los Vulturis tenían que ver con los
metamorfos.
Y ahora pasaba lo mismo.
Otra vez a por mis lobos, otra vez a por mi Gran Lobo. Mi mano se entrelazó con
la de Jake automáticamente y la aferró con fuerza.
―¿Y por qué no nos habéis
dicho esto antes? ―se quejó él, lanzando una mirada acusadora a mis padres.
―Vuestra boda es dentro de
tres meses, no queríamos que nada la enturbiase ―alegó mamá, observándonos con
esos ojos dorados que clamaban comprensión.
―No queríamos preocuparos,
por el momento ―siguió mi padre―, por eso habíamos decidido esperar un poco más
para contároslo, por lo menos después de la luna de miel ―y le dedicó una
mirada resentida a Jasper, que ni se inmutó―. Teníamos planeado investigarlo
por nuestra cuenta estos meses, aunque si se diera el caso, os habríamos
avisado para poder actuar.
―Tenían que saberlo ―repitió
Jasper.
―Ahora mismo era totalmente
innecesario ―rebatió papá, enfadado.
―Tarde o temprano se iban a
enterar ―contestó mi tío con una voz implacable―. ¿Crees que Razvan no va a
aparecer más por La Push? ¿Que va a esperar amablemente a que se casen? Dime,
Ed, ¿qué pasaría si hubiesen aparecido por allí antes de la boda y Jacob y su
manada no hubieran sabido nada de esto?
Mi mano volvió a estrujar a
la de Jacob.
―Nosotros habríamos estado
atentos y les hubiésemos avisado ―reiteró mi padre, usando el mismo tono que mi
tío―. Ya tenían bastante con todo este tema de los gigantes, y ahora Renesmee
está muy preocupada, eso es lo que has conseguido.
―Bueno, vale ya ―protestó
Jake, y mi mano se levantó cuando alzó las suyas para hacer un gesto―. Ahora
todo eso no importa, ¿vale? El tema es que ya lo sabemos. Tendré que llamar a
Sam para que no bajen la guardia y que aumenten la vigilancia.
Se hizo un silencio
incómodo en el que el fuego de la chimenea tomó su parte de protagonismo e hizo
restallar un leño. Ese mínimo tiempo me hizo recordar algo que acababa de
mencionar mi tía.
―Alice, antes dijiste que
alguien de dentro ayudó a Ryam ―me acordé.
―Sí, aunque no sé quién es,
ni le he visto. Solamente pude intuirlo.
―¿Por qué? Entonces, ¿es
que tampoco puedes ver a los gigantes?
―Sí, a ellos sí que puedo
verlos ―aclaró con voz alegre y cantarina. Sin duda, resultaba un alivio para
ella―. Creo que tiene que ver porque los gigantes no son como los metamorfos o
los licántropos. Estos han nacido con esas peculiaridades, pertenecen a nuestro
mundo sobrenatural, por tanto, lo llevan en los genes, es intrínseco a ellos. Sin
embargo, los gigantes son diferentes, ellos no dejan de ser humanos nunca, por
eso puedo verlos.
―¿Siempre son humanos…? ―pregunté
con estupor―. Pero ellos se transforman en gigantes, han sido contagiados, al
igual que los licántropos que han sido creados por otro que les ha mordido, y a
esos no puedes verlos. Y los propios gigantes también pueden contagiar a otros
humanos…
―El veneno de los
licántropos o los vampiros cambia la genética del individuo que es contagiado,
y lo muta ―intervino Carlisle―, por eso es un veneno tan tóxico, en cambio, lo
que quiera que ha sido inoculado en el organismo de esos humanos no ha cambiado
su genética. No sé cómo actúa exactamente, pero solo los transforma en humanos
gigantes y muy fuertes, sin ninguna otra peculiaridad, aparte de una buena
dentadura. Y lo mismo pasa cuando un gigante contagia a otro humano. Esa ponzoña
no modifica ningún aspecto genético.
―Eso quiere decir que tiene
cura ―afirmé, sin poder evitar que mi boca se transformara en una amplia
sonrisa de esperanza.
―Bueno, hay que ser cautos
y no adelantar acontecimientos ―siguió él, hablándome con esa mesura que solía
utilizar siempre―. Solamente estamos hablando de conjeturas. Lo único que
sabemos es que si Alice puede verlos, es porque siguen siendo humanos y no son
tan inestables como los metamorfos o los licántropos. Ahora bien, tendremos que
estudiar estos documentos para esclarecer nuestras dudas.
―Y hay que añadir que estamos
hablando de los gigantes como Ryam o Helen ―continuó ella.
―¿Cómo? ¿Qué quieres decir?
―inquirí, frunciendo el ceño con extrañeza.
―A los otros gigantes los
veo mucho peor ―declaró.
―Los otros gigantes… ―repetí,
temiéndome lo peor, puesto que ya sabía a qué gigantes se refería―. O sea, que
teníamos razón ―le dije a Jacob, aunque casi fue una afirmación a mí misma―.
Toda esa gente desaparecida tiene que ver con los gigantes de Razvan.
―Sí ―me confirmó Alice―, y
a estos los veo fatal. Me explico. A Helen no la veo porque está contigo y con
los metamorfos, y a Ryam lo veo con flashes muy difuminados, tupidos y
confusos, como los que veía cuando los Vulturis iban a venir a por los lobos.
Esto se debe a que sea lo que sea lo que Ryam está investigando, tiene que ver
con los metamorfos. Y lo mismo me pasa con los gigantes que están con Razvan.
Si no puedo verlos, es porque están con él y están supeditados a sus decisiones
y órdenes, las cuales tienen que ver con los metamorfos, como ya expliqué antes.
Sin embargo, hay un matiz entre estos gigantes y Ryam, porque, aunque a tu
amigo lo veo muy mal, a estos otros no consigo verles casi nada. Los fogonazos
son todavía más dispersos y opacos.
―¿Quieres decir que son
menos humanos que Ryam y Helen? ―inquirió Jacob con los ojos abiertos como
platos.
―Podría ser, ya que, según
nos contasteis vosotros mismos, Razvan está intentando mejorar la fórmula del
veneno ―contestó Carlisle―. Puede que ya la haya mejorado y haya conseguido algún
cambio genético que los hace más inestables. Aunque como dijimos antes, todo
esto no son más que conjeturas.
―¿Y los Vulturis? ¿No es
muy raro que no se hayan dejado caer por la península de Olympic? ―preguntó Jake―.
Porque todo este tema de los desaparecidos huele bastante…
―Sí, la verdad es que es
extraño, aunque no he visto a Aro tomando ninguna decisión sobre ese tema, ni
sobre vosotros los lobos ―contestó mi tía.
―Puede que aún no haya
llamado demasiado su atención ―habló Emmett.
―Puede ser ―coincidió mi
padre―. Aunque lo más seguro es que no tarde mucho en llamársela. Tendremos que
estar muy atentos.
―Estaré pendiente de eso
todos los días ―afirmó Alice, asintiendo con determinación.
Otro mutismo invadió la
estancia, y mi abuelo aprovechó para echarle un vistazo a los documentos
copiados por Ryam.
―¿Quién ayudaría a Ryam? ¿Y
qué estaría investigando acerca de los metamorfos? ―interrogué.
―No lo sé ―respondió Alice―.
No fui capaz de verlo. Como ya dije, solamente pude intuirlo. Y tampoco pude
ver nada de lo que va a investigar Ryam sobre los lobos.
Suspiré con preocupación y
Jacob apretó mi mano.
―No te preocupes, preciosa ―me
calmó, metiéndome el pelo detrás de la oreja con su mano suelta―. Si pudimos
con los Vulturis, esto no será nada. Todo saldrá bien, ya lo verás.
Sonreí a su esfuerzo de
animarme, aunque a juzgar por su expresión no le convenció mucho. Me conocía
demasiado bien y sabía que yo iba a preocuparme igualmente.
―Estos documentos están
incompletos ―comunicó Carlisle, haciendo que ambos saliéramos de nuestros
pensamientos.
―¿Incompletos? ―repetí sin
comprender.
―A Ryam no le debió de dar
tiempo a copiar todas las páginas, pues la última operación está sin terminar y
la ecuación del veneno está inconclusa. Sin embargo, debo decir que creo que
entre Louis y yo podremos terminar la ecuación.
―O sea, que es la ecuación
del veneno ―afirmé, contenta y esperanzada.
―Es la ecuación de algún
tipo de fórmula que todavía desconocemos ―matizó mi abuelo, seguramente para
que no me hiciera ilusiones, por si acaso.
―¿Y dices que tú y Louis
podréis terminar la ecuación? ―a pesar del esfuerzo de Carlisle, no podía
evitar estar muy ilusionada―. Eso quiere decir que también podréis dar con el
antídoto, ¿no?
―Que demos con la ecuación
completa no significa que demos automáticamente con el antídoto ―me previno,
hablando pausadamente―. También podría darse el caso de que ese veneno no
tuviera antídoto, como sucede en muchos casos de la naturaleza, por ejemplo,
con el veneno de algunas serpientes. Y tampoco podemos descartar que Louis y yo
no consigamos dar con la fórmula exacta que tiene Razvan. A veces, las
ecuaciones tienen varias soluciones.
―En definitiva, hay que
esperar ―suspiró Jake.
―Me temo que sí ―confirmó
Carlisle con una sonrisa mesurada―. Mañana llegarán Louis y Monique, y nos
pondremos a trabajar enseguida con la ecuación y la sangre de Helen. Lo que no
puedo garantizarte es cuánto tardaremos, lo lamento ―me dijo.
―No importa. No sabes
cuánto te agradecemos que nos ayudes. Helen te está muy agradecida, os está muy
agradecida. Bueno, y Ryam también. Ryam y Helen os están muy agradecidos.
―Déjalo ya, ¿quieres? ―se rio
mamá, tirándome uno de los cojines blancos a la cabeza―. Ya nos conocemos esas
parrafadas.
―Eso, cambiemos de tema a
uno más alegre ―propuso Alice, dando palmitas, toda emocionada―. Hablemos de la
boda. ¿Ya has elegido el vestido? ¿Y las flores de la corona? ¿Y el vestido de
las damas de honor?
―Aún no ―reconocí―. Pero
precisamente he traído los catálogos que Sarah me dejó para enseñaros los
modelos que más me gustan, para que me ayudéis a…
El salón se llenó del
griterío entusiasta de mis tías, abuela y, raro en ella, madre, a la vez que
los varones se miraban unos a otros, un tanto desconcertados por esa reacción
femenina.
―¿Dónde los tienes? ―quiso
saber Rose, ya levantándose del sofá para ir a buscarlos.
―Ay, Dios, yo me piro de
aquí ―murmuró Jacob, soltando mi mano para iniciar la huida.
―Sí, mejor, tú no puedes
ver esto ―y le empujé el trasero mientras se levantaba para que se fuera más
rápido, entre sus risas. Después, respondí a mi tía―. En el fondo de la maleta.
Los puse ahí para que Jake no los viera.
Solo vi un borrón moverse a
la velocidad de la luz, y otros tres se sentaron a mi alrededor. Por supuesto,
mi madre se cogió el sitio privilegiado que antes ocupaba Jake.
―Nosotros vamos a jugar un
poco ―propuso Emmett con una enorme sonrisa.
―Guau, si tenéis un billar ―exclamó
Jacob cuando Em abrió una puerta oculta y se descubrió otra habitación.
Y mi padre, mis tíos y mi
abuelo entraron tras él.
Hola, soy JACOB&NESSIE!!!
ResponderEliminarBueno, aqui os dejo otro capi, espero que os guste ;)
Muchas gracias por leerme!!!
Un besazo!
:( Nunca me respondes mis comentarios! Mala persona1 :P Triste.. Igual voy a seguir leyendo!
ResponderEliminarSol
¡Hola, Sol! Soy JACOB&NESSIE ^^
ResponderEliminarSi que te contesto, pero tienes que mirar en el capi donde escribiste el mensaje, jajaja.
Muchas gracias por leerme, en serio!!!! Me haces muy feliz!!!!
Lametones para ti!!
Sii.. Ahora Si. Gracias Tami. Por cierto de donde sos vos? Emm.. Me dio curiosidad!
ResponderEliminarRepito hasta el Cansancio! Me encanta tu historia! Escribis Super! Sos una Genia! Besos Amiga! :)
¡HOLA! SOY NOVIEMBRE. ME HA GUSTADO MUCHO ESTE CAPITULO, CON QUE FACILIDAD RELATAS TU HISTORIA, SEGURO QUE TUVISTES SOBRESALIENTE EN LENGUA Y LITERATURA ¡EH!.
ResponderEliminarTAMARA, YO TAMBIÉN HE PENSADO LO DE (SOL); ¿ERES ESPAÑOLA?, LO DIGO POR TU MANERA DE EXPRESARTE EN TU LIBRO.
SABES,ES LA PRIMERA VEZ QUE ESCRIBO EN UN CHAT, CAPÍTULO POR CAPITULO, CON GENTE QUE NO CONOZCO, PERO NO HE PODIDO RESISTIRME A TU ENCATO DE HISTORIA,Y ASÍ SEGUIR DANDOTE ÁNIMOS PARA HACER LO QUE MEJOR SE TE DA, QUE YO SEPA,"ESCRIBIR".BUENO AQUÍ TIENES UNA ADMIRADORA ENTUSIASTA. MUCHOS LAMETONES
Hola, Noviembre!!!
EliminarYa he leído todos los comentarios que me dejaste, pero te contesto aquí, ¿vale? ;)
Lo primero, muchísimas gracias por leerme y decirme estas cosas tan bonitas que me pones, me haces muy feliz y me animas muchísimo!!! =)
Sobre lo de los comentarios, sí, no sé qué le pasa a esto, pero no eres la primera que me dice que intenta dejar su comentario y no hay manera =S Ya lo he mirado, pero, aparentemente, no hay ningún problema, así que puede que sea a algún fallo de estos blogs de Bloguer o algo, no sé. Siento mucho las molestias que esto os pueda causar.
Sobre mi nacionalidad, pues sí, soy española ^^ , concretamente de Asturias. ¿Y tú?
Me alegro de que te estén gustando tanto los capis, que la gente los lea y les gusten así me hace muy feliz, en serio =º)
Sí, Jacob y Nessie son muy fogosos, jejeje, pero Jake siempre fue muy cariñoso, siempre cogiendo de la mano y esas cosas, y muy apasionado, así que no es de extrañar que con Nessie todo esto se multiplique, porque está imprimado y enamorado hasta las trancas de ella, como diría él xDD Y ella, pues bueno, no hace falta explicar que con un hombre así, cualquiera le saltaría encima para comérselo, jejeje... Y ella también está imprimada y enamorada hasta las trancas, y son almas gemelas, se complementan el uno al otro, así que todo eso de la pasión, el cariño, fogosidad, etc sale de una forma completamente natural y es muy fácil entre ellos ;)
Y no me enrollo más xDD Es que esta pareja es mi favorita de la saga, me apasionan!!!!
Lametones!!!
¡HOLA! SOY NOVIEMBRE. PUES SOY MANCHEGA
ResponderEliminarMI email: visitension@hotmail.com (para lo del libro como puedo comprarlo).
besotes
Que buen capítulo :)
ResponderEliminarQ bn q Nessie se olvidará de lo negativo a lo positivo
Te quiere
K=D