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CAPITULOS:
PARTE UNO: HORIZONTE:
RENESMEE:
1. MAS HUMANA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-1-mas-humana.html
RENESMEE:
1. MAS HUMANA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-1-mas-humana.html
2. SAGRADOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-2-sagrados.html
3. PRACTICAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-3-practicas.html
3. PRACTICAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-3-practicas.html
HELEN
―¡Toma! ―gritó Quil,
alzando el puño al aire como signo de victoria.
―¡Mierda! ―protestó Canaan,
pasándole ya el mando a Rachel, que era la siguiente.
―No cantes victoria tan
pronto, primo, que ahora me toca a mí ―le dijo ella.
―Ja ―se burló Quil.
―Es buena, te lo advierto ―afirmó
Jake, llevándose el botellín de cerveza a la boca mientras yo seguía pasando los
dedos por su pelo.
―Déjalo, hermanito. El
movimiento se demuestra andando.
―Te voy a dar una paliza ―amenazó
Quil.
―Eh, no te pases ―le
advirtió Paul, dándole un empujón en el brazo.
―Tío, era en sentido
figurado ―se defendió.
Jake se llevó la mano a la
cara y se rio de la confusión de Paul. Su cuñado le reprendió a él también,
dándole otro empujón.
Quil y Rachel empezaron la
partida.
―¡Ahí te va, mi llave
especial! ―voceó Quil con entusiasmo.
―¡De eso nada! ¡Toma patada!
―Jake, ¿me pasas una
cerveza? ―le pedí.
―Claro.
Su espalda dejó el espacio
de entre mis piernas, despegándose de los bajos del sofá que le hacían las
veces de respaldo, y ladeó su torso, estirándose un poco. Abrió una de las
neveras portátiles, cogió un botellín, secándolo un poco con un trapo que
habíamos traído de la cocina con ese fin para que el agua no gotease por toda
la alfombra, y le quitó la chapa.
―Toma ―me la pasó,
apoyándose otra vez en el sofá.
―Gracias ―y le revolví el
pelo a modo de caricia juguetona.
―¡Mierda! ―se quejó Quil.
―¿Lo ves? Te dije que era
buena ―aguijoneó Jake.
―Sí, ya lo veo ―reconoció a
regañadientes.
―Has perdido ―se burló
Claire.
―Ya, ya. Pero la próxima
vez, ganaré ―juró él.
―Bueno, ¿quién es el
siguiente? ―preguntó Rachel.
―Yo ―levanté la mano y le
pasé la cerveza a mi chico.
―¡Uf! ¡Duelo de titanes! ―exclamó
él, riéndose con una malicia traviesa.
―Te voy a machacar ―afirmó
Rachel.
―Eso ya lo veremos, guapa ―le
rebatí con competitividad mientras le cogía el mando a Quil.
―¡Uah! ¡Esto va a ser
muuuuy interesante! ―se rio Jacob, posando los botellines en el suelo para
frotarse las manos.
―Si se pusieran en bikini y
trajéramos un poco de barro, sí que sería interesante ―soltó Shubael, mirando
con picardía al horizonte como pensando en ello.
El cuerpo del quileute fue
zarandeado, primero por el empujón que le dio Jake en el brazo, que lo llevó a
un lado, y después con el siguiente de Paul, que le llevó al otro.
―Qué cerdo, siempre
pensando en lo mismo ―le reprendió Sarah, poniendo cara de asco.
―Ni que lo digas ―asintió
Isaac―. Y lo peor es que los demás tenemos que aguantar esas fantasías guarras
que tiene a todas horas.
La cara de Sarah pasó a ser
de repugnancia total.
―Tú sí que estás para
hablar ―le achacó Shubael―. Tus pensamientos son películas porno directamente.
―¡Por favor! ¡Hay una niña
delante! ―les riñó Quil.
―¿Qué son películas porno,
Quil? ―quiso saber ella.
―Genial ―masculló su
imprimado con disgusto―. Sois un par de idiotas, ¿lo sabíais?
―Mira que sois burros ―les criticó Rachel.
Isaac le dio una colleja a
Shubael por su metedura de pata y este se la devolvió por la suya.
―Di, ¿qué son? ―azuzó la
niña, dándole palmaditas en el hombro.
―Pues… son unas películas
muy feas donde sale gente muy rara y… ―pensó durante un par de segundos― hay
muchos monstruos que hacen cosas muy malas y muy desagradables.
―Hombre, desagradables… ―dudó
Shubael.
Ahora fueron todos los que
le dieron la merecida colleja.
―¿Son películas de miedo? ―continuó
Claire.
―Sí, eso. De terror, así
que no las pueden ver las niñas.
Claire se quedó pensativa.
―¿Y tú cómo lo sabes? ¿Es
que has visto alguna? ―inquirió con inocencia.
Se me había olvidado lo
lista que era esta niña.
Quil se puso pálido y el
saloncito estalló en una risotada.
―Apuesto cinco dólares por
Nessie ―dijo Jared, para ver quién se apuntaba a su reto y para desviar la
atención a otro tema, cosa que Quil le agradeció en el alma.
―Pues yo por Rachel ―picó Embry.
―Hecho ―aceptó el primero.
Y los dos chocaron los
puños.
―¿Estás preparada? ―inquirió
mi futura cuñada.
―Cuando quieras.
Ambas apretamos el botón de
inicio y nuestros luchadores de Pressing
Catch comenzaron a moverse en el
cuadrilátero.
―Venga, nena ―me animó
Jake, girando medio cuerpo para acariciar mi muslo, aunque sin quitarle ojo a
la pantalla.
―Vamos, cariño ―alentó
Paul a Rachel, haciendo lo mismo.
―Oh, ¿ya vais a empezar vosotros dos con lo de siempre? ―se quejó Seth entre risas.
Mi
chico y Paul se dedicaron una mirada provocadora de reojo que ya respondía a su
hermano de manada.
Me
salió una risilla.
―¡Prepárate para recibir! ―gritó
ella mientras su luchador ya saltaba desde las cuerdas y se caía encima del
mío.
―¡Muy bien, cielo! ―alabó
Paul, riéndose.
―¡Ja, de eso nada! ―contradije.
Toqué
dos botones más y conseguí que mi personaje se levantara y le propinara una
llave con patada al suyo, haciendo que saliera despedido del cuadrilátero.
―¡Sí, dale caña, preciosa! ―se carcajeó Jake, acariciándome con más brío.
―¡Vamos, tú puedes, cariño! ―trató de levantar Paul, aunque ya se mordía el labio al ver cómo mi
luchador agarraba de los pelos al de Rachel y lo lanzara dentro de las cuerdas.
―¡Sigue así, pequeña! ―continuó
animándome mi chico.
―¡Levántate, Rachel!
―¡No puedo! ―lamentó
ella.
―¡Ahora, ahora! ¡Dale! ―siguió
Jake.
―¡Y ahí tienes mi lluvia de patadas mortales! ―exclamé con entusiasmo, ante mi más que
evidente victoria.
―¡No vale! ―se quejó
Rachel, imitando el tono de un lloriqueo―. ¡Eres mitad vampiro, juegas con ventaja!
Me
carcajeé con malicia, totalmente satisfecha.
El
tubito que se llenaba a medida que mi luchador golpeaba y que indicaba los
puntos, se coloreó del todo y la pelea terminó con mi personaje alzando los
puños al aire mientras que mi rival quedaba tendido en el suelo con un cartel
sobre él que ponía game over.
―¡Síííííííííí! ―gritó
Jake entre carcajadas maléficas, poniéndose de pie de un salto y levantando los
brazos como mi luchador.
―Oh, vamos, no exageres, ¿quieres? ―protestó Paul.
Mi
chico se inclinó hacia mí para darme un beso y Embry le dio los cinco dólares a
Jared no muy contento, a diferencia de este, que sonreía de oreja a oreja.
―¿Qué pasa? ¿Te fastidia? ―se
burló Jake, sentándose de nuevo.
―Bah, pásame una de esas empanadillas que hizo Rachel, anda.
―¿Qué te crees que soy, tu criada? ―protestó él―. Cógelas
tú, ya sabes dónde están.
―¿Vais a empezar a discutir? ―volvió a quejarse Seth.
―No te preocupes, Paul, yo las traeré ―intervine―. En realidad,
creo que traeré toda la comida, ya es hora de que cenemos.
―Gracias, cuñadita ―me
sonrió.
―Pero si tienes que seguir jugando ―señaló Jacob.
―Te paso el testigo a ti ―y
le di el mando más un beso en la cabeza mientras me ponía de pie.
―Bueno, como quieras ―aceptó
de buen grado.
―Espera, te ayudo ―se
ofreció Brenda, levantándose del otro brazo del sofá.
―Vale ―asentí con una
sonrisa.
Las
demás chicas ya empezaban a levantarse para unirse a nosotras.
―No, no hace falta que vengáis ―les paré, riéndome al ver cómo intentaban salir de entre todos esos
corpachones que tenían debajo de su asiento―. Brenda y yo nos las arreglamos, tranquilas.
―¿Seguro? ―inquirió
Sarah con el trasero en alza.
―Seguro, no os preocupéis ―afirmé,
comenzando a caminar hacia la cocina junto a Brenda―. Y tú defiende mi título bien, ¿eh? ―le dije a Jake de camino.
―Descuida, nena ―asintió,
ya metido en el juego totalmente.
Mi
amiga y yo entramos en la cocina y nos acercamos a la meseta para sacar la
comida de las enormes bolsas de tela que habían traído los quileute.
El
griterío del saloncito llegaba hasta la cocina, llenándola de alegría.
―¿Sabes algo de Helen? ―aproveché
nuestra soledad para preguntarle a Brenda.
―No ―negó con la cabeza―. Esta mañana la llamé al móvil y a su casa,
pero nada. Y tampoco contesta a mis correos.
―No sé, ya estoy empezando a preocuparme de verdad ―confesé con inquietud mientras sacaba los
herméticos donde estaban las famosas empanadillas de Rachel―. Me parece muy raro que Helen no nos coja
el teléfono, ni conteste a los correos, ni se quiera poner. ¿Le habrá pasado
algo grave? Porque si es así, seguro que su padre no avisa a nadie.
―Bueno, ayer el señor Spencer te dijo que estaba en casa, ¿no?
―Sí, pero ¿y si Helen está en el hospital y no nos lo ha dicho? ―manifesté, mordiéndome el labio con
preocupación―. Ese hombre es
tan raro…
―¿Y por qué iba a estar en el hospital? ―cuestionó ella con una sonrisa un tanto objetora.
―Yo qué sé, por decir algo. A lo mejor ha tenido un accidente doméstico
o algo ―conjeturé.
Brenda
bajó la mirada, pensativa, y frunció los labios.
―¿Quieres que llame al hospital para preguntar y así nos quedamos más
tranquilas? ―se ofreció,
alzando la vista hacia mí.
Ahora
mi amiga parecía algo preocupada.
―Igual estoy siendo demasiado exagerada, ¿no? ―reconocí, riéndome un poco por vergüenza, a
la vez que posaba otro hermético en la encimera.
―No te creas, la verdad es que sí que es raro ―coincidió ella―. No me extrañaría nada que Helen estuviera
en el hospital y el señor Spencer no le dijera nada a nadie. Ese hombre es muy huraño
y no debe de estar muy bien de la cabeza. El pobre se quedó muy tocado con la
muerte de su mujer. Helen me llegó a decir en una ocasión que hasta intentó
suicidarse ―desveló, para mi
completo asombro.
―¿En serio?
―Sí, pero no lo hizo y se dio más a la bebida, lo cual ha empeorado su
carácter introvertido.
Me
llevé la mano a la barbilla, pensativa, y ahora, además, todavía más preocupada
por Helen.
―Llamaré al hospital ―declaró
Brenda al ver mi cara, sacando su móvil del bolsillo de su pantalón mientras se
acercaba a la ventana de la cocina.
Unas
risotadas estallaron en el saloncito.
Me
apoyé en la encimera y me quedé escuchando, mordiéndome la uña de mi dedo
pulgar.
―Ah, hola ―empezó a
hablar Brenda―. Mire, me
gustaría saber si está ingresada una amiga mía ―se hizo un silencio de dos segundos―. Helen Spencer ―Brenda
levantó la vista mientras esperaba la contestación y ambas nos miramos. La cara
de alivio de después me tranquilizó―. Vale, gracias ―y
colgó.
―No está ingresada ―adelanté,
soltando un suspiro de sosiego.
―No ―ratificó, guardando
su teléfono de nuevo y acercándose a la encimera para seguir sacando la comida―. Así que no tenemos por qué preocuparnos.
Seguro que es una gripe o algo así. Ya verás cómo mañana está en clase ―me dijo para calmarme.
―Sí, tienes razón ―asentí
con otra exhalación.
―Venga, llevemos esto, que esos lobos ya deben de estar todos
hambrientos ―bromeó.
―Sí, si nos descuidamos, igual nos comen a nosotras ―me reí, portando dos herméticos abiertos y
un mantel colgando del brazo para llevarlos a la mesa.
―Bueno, eso no estaría mal… ―insinuó, sonriendo―. Yo
no tendría ningún problema en que me comiera Seth. ¿Tú que dices?
―A mí me encanta que me devore mi lobo feroz…
Y
salimos las dos de la cocina entre risitas picaronas.
Corrí
por el pasillo lo más deprisa que pude y que las vistas de los demás
estudiantes que estaban terminando de entrar en sus aulas me permitían. Esa
mañana Jacob y yo nos habíamos entretenido demasiado y ambos estábamos a punto
de llegar tarde, yo a clase y él al trabajo.
Pasé
el umbral de la puerta de mi clase y frené cuando vi que la mesa del profesor
todavía estaba vacía. Espiré el aire con alivio y me giré para dirigirme a mi
pupitre.
Mis
ojos se sorprendieron al ver a Helen en su sitio y sonreí, todavía más aliviada
y contenta. Brenda ya se encontraba en su asiento, pues ya había sonado el
timbre.
No
me dio tiempo ni de decir hola.
En
cuanto me senté junto a Helen, el señor Grant apareció por la puerta, cerrando
con un portazo alegre y dinámico. Bueno, señor era un decir, porque esta nueva adquisición
del director para Ciencias Naturales no llegaría a treinta años. Su media
melena rubia y revuelta, y una descuidada barba de varios días, le conferían un
aire más juvenil y desenfadado, y sus ojos azules, su procedencia californiana
y su ya conocido espíritu aventurero dentro y fuera del ámbito de la
naturaleza, hacía que la mayoría de féminas de la clase suspirasen por él a
cada instante. Era el único profesor que nos tuteaba.
El
profesor posó su maletín en la mesa y comenzó a dar su clase, con las atentas
miradas de un elevadísimo número de las chicas del aula.
Miré
a mi derecha para ver a Helen por el rabillo del ojo. Su adormilado semblante
estaba apoyado sobre su mano diestra y se inclinaba levemente hacia ese lado,
en peso muerto. Sus ojos dorados falsos estaban bien remarcados por unas ojeras
violetas que los hacía parecer hundidos y lúgubres, y su rostro parecía cansado
y triste, melancólico. Llevaba su pelo castaño oscuro atado en una coleta hecha
a desgana y no llevaba nada de maquillaje, lo cual me hizo verla de una manera
nueva y extraña, ya que jamás la había visto sin sus párpados y sus labios
negros; ni siquiera lucía su piercing en la nariz.
La
verdad es que tenía un aspecto horrible. Lo único gótico que se
había puesto para que yo pudiera identificarla eran sus lentillas doradas y sus
ropajes oscuros.
Arranqué
un trocito de papel de la parte trasera de mi cuaderno, vigilando al señor
Grant, que se movía de lado a lado en la zona de la pizarra mientras daba su
animosa lección, y escribí.
¿Qué te ha pasado? ¿Has estado enferma o algo?
Le
pasé la nota. Helen estaba pensando en las musarañas, y tuve que darle un
pequeño codazo para que reaccionara y viera el papelito.
Pegó
un pequeño bote, del sobresalto, me miró, le señalé la nota con el dedo, y ella
movió su cabeza para, por fin, verla.
La
leyó y escribió justo debajo.
Sí, de gripe.
Contestó,
escuetamente.
¿Y por qué no contestaste a nuestras llamadas ni
a los correos? Estábamos muy preocupadas por ti, ¿sabes?
Porque estaba en la cama con fiebre.
Otra
vez, una respuesta rápida. ¿Qué le pasaba? Parecía distante.
¿Es que estás enfadada con nosotras por algo?
Helen
me miró y suspiró.
No.
Pues lo parece, la verdad.
Lo
escribí con el ceño fruncido y lo deslicé por el pupitre con rapidez, en su
dirección. Encima que habíamos estado preocupadas por ella…
No, claro que no estoy enfadada. Es solo que
todavía no estoy recuperada del todo y me encuentro un poco mal, eso es todo.
Perdonad por no haberos contestado.
Y
me pasó su nota con una media sonrisa que suplicaba comprensión.
Lo
cierto es que su aspecto no era muy saludable, que digamos. Le sonreí a modo de
no
pasa nada
y dejé que atendiera a la lección sobre los bosques y el negativo impacto del
ser humano que estaba dando el señor Grant con tanta pasión.
La
hora del almuerzo tardó un poco, pero llegó. Helen, Brenda y yo nos encontramos
con las gemelas en la cafetería, llenamos nuestras bandejas, después de esperar
una larga cola, y nos sentamos con
ellas.
―¿Qué tal estás, Helen? ―le
preguntó Alison con una mirada preocupada, al ver su aspecto.
―Sí, ¿qué te ha pasado? ―continuó
su hermana―. ¿Por qué no nos
has contestado?
―Porque he estado enferma de gripe y me he pasado toda la semana en la
cama durmiendo ―respondió con
un aire cansado.
―Tienes unas pintas horribles ―le soltó Brenda, llevándose una patata a la boca.
Le
di un pisotón por debajo de la mesa para regañarla, pero no pareció darle
importancia.
―Bueno, todavía no estoy bien del todo ―le contestó Helen con una mueca que simulaba odio.
―En fin, me alegro de verte por aquí ―sonrió Brenda―. Nos
tenías bastante preocupadas.
―Ya, me lo dijo Nessie ―me
miró y nos sonreímos―.
Perdonad, pero estaba tan cansada, que no tenía fuerzas ni para levantar la
mano.
―Habrá que perdonártelo ―bromeé,
tirándole una miga de pan.
Helen
se rio y me la devolvió.
―¿Qué tal el fin de semana? ¿Habéis hecho algo especial? ―inquirió Jennifer, tomando un sorbo de su
refresco.
―Seguro que Nessie ha hecho muchas cosas especiales ―insinuó Brenda para tomarme el pelo.
Las
chicas irrumpieron con unas risillas pícaras, aunque Helen solamente sonrió un
poco, como si no lo hubiese escuchado bien. Yo me puse roja como un tomate.
―Ja, ja ―articulé con
ironía―. Pues mira, sí, pero
eso no te lo voy a contar a ti. Además, también estuve montando en moto y
aprendiendo a conducir mi nuevo forito.
―¿Ya lo habéis terminado? ―exclamó
Brenda con una sonrisa.
―Sí, Jake me compró un motor y me lo puso el viernes. Estuvo haciendo
horas extra en el trabajo para poder regalármelo.
―Qué cielo ―le aclamó
Alison, poniendo ojitos―. Yo
quiero uno así…
―Vete a la reserva, a lo mejor lo encuentras ―le recomendó Brenda―. Mírame a mí.
Nos
reímos una vez más, y esta vez, Helen ni siquiera levantó la comisura. Estaba
totalmente distraída, pensando en algo. Mi sonrisa se apagó y terminé mordiéndome
el labio inferior con preocupación.
―¿Y qué tal se te dio eso de conducir? ―me preguntó Jennifer, sacándome de mis pensamientos.
―Ah, muy bien. Ayer estuvimos practicando por Forks, y esta semana lo
haremos por Port Angeles y Seattle. Si se me da tan bien como por aquí, me
presentaré al examen la próxima semana.
―Guau, ¿tan pronto? ―se
sorprendió.
―Ajá ―asentí, tomando un
par de sorbos de mi bebida.
―Pues sí que se te debe de dar bien ―reconoció ella.
Me
encogí de hombros y me metí un poco de comida en la boca.
―Bueno, cuando tengas ese carné, nos llevarás a dar una vuelta en tu
forito, ¿no? ―reclamó Brenda.
―Claro, aunque vais a ir un poquito apretadas, porque es un coche
pequeño ―les avisé.
―No importa, nos apretujaremos ―dijo Jennifer.
―¿Y todos los chicos de la reserva son como Jacob y Seth? ―interrogó de repente Alison, que seguía
pensando en el tema anterior.
La
mesa estalló en una carcajada, aunque mis ojos oscilaron directamente a Helen, la
cual seguía en su nube, y no pudieron evitar mirarla otra vez con preocupación.
Estaba
claro que algo raro le pasaba, no era solo la gripe. Parecía preocupada y
angustiada. Me moría de ganas de saber qué era lo que ocurría, pero decidí que
lo mejor era esperar al final de las clases para que estuviéramos a solas.
Brenda no coincidía con nosotras en la última asignatura, así que podía
aprovechar el momento entre el timbre y la salida de la clase para hablar con
ella. Tendría que reprimir mis ganas de salir del aula corriendo para abrazar a
Jake, pero bueno.
Una
vez que terminamos de almorzar y, por lo tanto, de darle al pico, volvimos a
clase. Las gemelas entraron por la puerta que les correspondía, y Helen, Brenda
y yo por la nuestra.
El señor Varner ya estaba
en el aula, pasando el borrador por la pizarra. Enseguida la llenó de
logaritmos y fórmulas.
En cuanto la clase de
Cálculo terminó, todos los alumnos comenzamos a recoger nuestras cosas para ir
a la siguiente aula. Mis amigas y yo pusimos nuestras mochilas al hombro y nos
dirigimos a la puerta.
Salimos al pasillo y,
cuando íbamos a meternos en la siguiente clase, los pies de Helen se pararon
repentinamente.
―Yo me voy ―anunció de
pronto.
―¿Te vas? ―pregunté,
parpadeando de la sorpresa.
―Sí, no… no me encuentro
bien ―declaró con algo de nerviosismo, empezando a caminar hacia la puerta de
salida―. Os veo mañana ―y sus pasos se aceleraron hasta que casi corría.
―Qué rara está hoy ―afirmó
Brenda.
Brenda suspiró y entró en
clase, pero yo me quedé clavada en el pasillo, observando cómo mi amiga salía
del edificio y se llevaba con ella esa oportunidad de poder averiguar lo que le
pasaba. Ahora tendría que esperar a mañana para saberlo.
Exhalé el aire por la nariz
con inquietud mientras me mordía el labio, y entré en el aula, algo
desmoralizada.
Que le pasa a Helen??? no pueno predesir q a pasado con ella Que raro
ResponderEliminar(en otra noticias)así q a Nessie le encanta que la devore su lobo feroz O#o
Te quiere
K=D
Hola!!!
EliminarHe estado viendo todos tus comentarios según los ibas poniendo, desde Despertar, y sigo viéndolos ahora =) Quería darte las gracias por dejarme estos comentarios tan bonitos, me encantan!! Muchas gracias por haberme dado una oportunidad y leerme, me hace muy feliz tener lectores nuevos =*) También quería disculparme por no contestarte antes, pero la verdad es que estoy bastante ocupada y no puedo =( No obstante, aunque no pueda contestarte siempre, yo seguiré viendo tus comentarios más que encantada!!! No dejes de escribirme!!! Me alegro de que te haya gustado Despertar y de que Nueva Era también te esté gustando. Espero que eso siga siendo así a lo largo de los capítulos ;)
Muchos lametones para ti!!! =)
Escribes tan hermoso enserio
ResponderEliminarme encantanto desde despertar la forma en q expresas las emociones me encanta y sobretodo el carisma de jacke
muchas felicidades
¡Hola!
Eliminar¡Muchas gracias! ¡Qué feliz me hace que Despertar guste tanto! Muchas gracias por dejarme tu comentario.
¡Lametones lobunos!