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NO DUDEIS EN DEJAR VUESTROS COMENTARIOS, PREGUNTAS, ETC, YO CONTESTARE A TODO GUSTOSAMENTE ^^
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CAPITULOS:
PARTE UNO: HORIZONTE:
RENESMEE:
1. MAS HUMANA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-1-mas-humana.html
RENESMEE:
1. MAS HUMANA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-1-mas-humana.html
2. SAGRADOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-2-sagrados.html
3. PRACTICAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-3-practicas.html
4. HELEN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-4-helen.html
5. ANIVERSARIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-5-aniversario.html
6. EXCURSION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-6-excursion.html
7. ENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-7-encuentro.html
8. RYAM: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-8-ryam.html
9. MAL PRESAGIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-9-mal-presagio.html
10. ENTREGA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-10-entrega.html
11. OTRA PREOCUPACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-11-otra-preocupacion.html
12. VIAJE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-12-viaje.html
13. PREMONITORIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-13-premonitorio.html
3. PRACTICAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-3-practicas.html
4. HELEN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-4-helen.html
5. ANIVERSARIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-5-aniversario.html
6. EXCURSION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-6-excursion.html
7. ENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-7-encuentro.html
8. RYAM: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-8-ryam.html
9. MAL PRESAGIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-9-mal-presagio.html
10. ENTREGA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-10-entrega.html
11. OTRA PREOCUPACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-11-otra-preocupacion.html
12. VIAJE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-12-viaje.html
13. PREMONITORIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-13-premonitorio.html
CONVERSACIÓN PENDIENTE
Abrí los ojos poco a poco,
pues la luz que entraba a través de las cortinas me impedía hacerlo de una
manera más rápida. Cuando mis pupilas se acostumbraron a esa claridad, pude ver
al ser más maravilloso del universo a mi lado.
Jacob estaba recostado
junto a mí, de lado, me miraba maravillado mientras sus dedos pasaban entre mi
pelo para peinarme con delicadeza.
―Buenos días, preciosa ―me
sonrió.
―Buenos días ―sonreí yo
también.
Le agarré de su camiseta
interior y tiré de él para que se acercara. Así lo hizo, se arrimó a mí y comenzó
a besarme lentamente, poniendo empeño en cada beso, en cada contacto, en cada
roce…
Despertarse así cada mañana
era un privilegio.
Separamos nuestros labios,
tomamos una buena bocanada de aire y nos sonreímos de nuevo.
―¿Has dormido bien? ―preguntó
con un susurro―. Quitando esa pesadilla, claro.
―Sí ―sonreí otra vez―. ¿Y
tú?
―Sí.
―Eso le gustará a papá ―me
burlé.
―Muy graciosa ―contestó con
retintín.
Se me escapó una risilla.
Me dio un beso corto y se despegó de mí, echándose boca arriba en la cama.
―¿Me ducho yo primero? ―inquirí.
―Sí, que así me quedo un
ratito más aquí… ―bostezó.
―Hay que ver qué perezoso ―me
reí, levantándome.
Volvió a bostezar mientras
se espatarraba y ponía sus largos brazos en cruz, ocupando todo el camastro, y
mi boca volvió a dejar salir otra risilla.
―Voy a la ducha.
―Vale ―rezongó.
Sonreí, negando con la
cabeza, y salí del dormitorio.
Entré en el enorme cuarto
de baño para ducharme. Una vez que terminé de hacerlo, me puse el albornoz
blanco y me desenredé el pelo.
Me disponía a salir del
baño, cuando Rosalie apareció tras la puerta al abrirla.
―Hola, cielo, vengo a
peinarte ―me anunció con una enorme sonrisa.
―Rose ―exclamé, encantada―.
Pasa ―y me aparté para dejarla entrar.
Pasó al cuarto de baño como
una exhalación, y con la misma rapidez, preparó todos los artilugios, incluida
una silla que no sé ni de dónde la sacó.
―Siéntate ―me exhortó,
señalando el asiento con la mano.
―No sabes cuánto te he
echado de menos ―confesé, obedeciendo.
Mi tía soltó una risita
alegre de satisfacción y enseguida se puso manos a la obra. En un abrir y
cerrar de ojos, mi cabeza se llenó de tirones supersónicos y de mechones que se
iban colocando en su sitio milagrosamente. En menos de cinco minutos, Rose
apagó el secador de mano y mi cabello estaba perfectamente peinado.
―¡Rose, eres única! ¡Eres
genial! ―alabé al ver los resultados.
―Lo sé ―suspiró con
alegría.
Mi pelo lucía con esa
cascada natural de rizos abiertos que solo ella era capaz de conseguir.
Me levanté, le abracé y le
di un beso en esa mejilla pétrea y fría.
―Muchas gracias ―sonreí.
―De nada, cielo ―sonrió
ella también. Entonces, su cara se desfiguró con una mueca de hastío―. ¿Ya se
ha levantado tu chucho?
―Rose ―le regañé.
―Lo siento, es que desde
que llegó a esta casa, todo huele fatal otra vez ―resopló.
―Yo diría que lo has echado
de menos, por eso estás tan pendiente de él ―declaré, sonriente, pellizcándole
la mejilla.
―¿Yo pendiente de ese
chucho tonto? ―cuestionó con otra cara de asco―. No digas tonterías ―chistó,
enfadada, aunque me pareció más bien fingido.
Y tampoco negó mi primera
afirmación.
Le dio un manotazo a su
pelo con orgullo y se dirigió hacia la puerta.
―Te veo abajo.
―Vale ―sonreí.
Y desapareció, dándole otro
bandazo a su melena.
Me reí con otra risilla y
salí del baño para dirigirme al dormitorio, en el cual entré acto seguido.
―¿Ya has terminado? ―me
preguntó Jacob, levantándose de la cama.
―¿Todavía sigues ahí? ―me
reí.
―Ya estoy, ya estoy.
Se puso en pie, se estiró,
bostezando, y se acercó a mí. Entonces, se quedó parado y me miró pasmado.
―Vaya, estás preciosa ―murmuró.
―Rose y sus manos mágicas ―afirmé
con una sonrisa, atusándome el cabello.
―No. Eres tú. Tú eres
preciosa ―aseguró, acariciándome la mejilla con sus suaves dedos, haciendo que
el vello se me pusiera de punta.
Le sonreí, rodeé su cuello
con mis brazos y le di un beso en los labios.
―¿Vas a ducharte? ―le
pregunté.
―Sí.
―Yo me voy a vestir y te
espero en la cocina, ¿vale?
―Vale ―sonrió.
Me dio otro beso, le dejé
libre y salió de la habitación.
Me dirigí a la ventana y
corrí las cortinas, abriendo la puerta de la terraza para que ventilase un poco
el dormitorio.
El paisaje que se presentó
ante mí me hizo salir para verlo mejor. Quité la nieve de la barandilla y me
apoyé en ella con los brazos para observar la panorámica de los Montes Chugach.
Esas montañas estaban completamente nevadas, así como el resto del paisaje que
se extendía en el horizonte, que estaba cubierto por una densa alfombra blanca.
No estuve mucho rato ahí,
puesto que el penetrante frío enseguida se metió por mi albornoz y terminé entrando
en la habitación de nuevo.
Abrí el armario y pensé
durante un rato la ropa que iba a ponerme, aunque no me costó mucho escoger lo
que quería. Unos pantalones vaqueros pitillo y un jersey azul de lana, de
cuello alto, fue lo que me pareció más ideal para la baja temperatura que hacía
en el exterior. Me vestí, dejé el albornoz junto a la ropa sucia del butacón,
me calcé las botas de nieve y salí del dormitorio.
Jacob seguía duchándose
cuando pasé frente a la puerta del baño, seguí de frente y bajé las escaleras.
La cocina de la vivienda de
mis padres estaba vacía, pero un olor a huevos revueltos, beicon y tortitas
venía de la otra parte de la casa.
Salí por la puerta que
comunicaba las dos viviendas y llegué a la cocina de la parte del resto de mi
familia. Mi boca se quedó colgando cuando vi toda aquella comida sobre la mesa.
―Lo ha preparado Esme ―desveló
Alice, que salió de la nada y se puso a mi lado―. Buenos días ―me dio un beso
en la mejilla y pegó un brinco para sentarse en la meseta.
―Buenos días ―sonreí,
observando todo aquel desayuno.
―¿Qué tal habéis dormido? ―quiso
saber.
―Bien ―y de pronto, me
acordé de mi pesadilla―. Alice.
―Dime.
―Tú sabes de significados
de los sueños, ¿no? ―interrogué, apoyando mi cadera en la encimera, a su lado.
―Un poco ―se encogió de
hombros.
―¿Qué significa soñar con
un corazón?
―Depende. ¿Qué has soñado? ―quiso
saber con esa suspicacia que había hecho que se diese cuenta enseguida de que
se trataba de algún sueño mío.
―¿Recuerdas ese lobo normal
al que Razvan le quitó el corazón?
―Sí, claro.
―Bueno, verás, he tenido
dos pesadillas ―empecé a explicarle―. En la primera aparecía Razvan, y tenía el
corazón de ese lobo en la mano. El corazón latía y estaba vivo. Después de eso
salía Jacob y yo no podía moverme, ni hablar, y él empezó a ponerse muy triste,
pero por más que le decía que le quería, no me escuchaba, es como si él oyese
otra cosa. Y tampoco podía llorar ―recordé―. Entonces se daba la vuelta y se
perdía en la niebla para siempre… ―musité con un hilo de voz al recordar ese
horrible rostro de angustia. Tomé aire y seguí hablando―. La segunda pesadilla
era casi igual, solo que la que llevaba el corazón en la mano era yo, Razvan no
aparecía, y cuando Jacob se perdía en la niebla, al corazón le salía una mancha
marrón oscuro que se extendía rápidamente. Yo intentaba limpiarla, pero no
había forma, y luego sentí que tenía que llevar conmigo ese corazón, no sé, que
tenía que protegerlo…
Mi tía se quedó pensativa.
―No sé qué puede
significar. Normalmente, un corazón suele simbolizar el amor, la vida y también
la relación con la persona del sexo opuesto más importante, en el caso de una
mujer su padre o, si la tiene, su pareja ―mi propio corazón sufrió un calambre,
de la impresión―. Pero ese corazón no es el tuyo, ni tampoco el de Jacob… ―se
llevó la mano a la barbilla, con un gesto reflexivo―. Puede que el hecho de que
ese corazón fuera el del líder de esa manada te haya afectado y lo hayas
relacionado en tu subconsciente con Jacob, ya que después sentiste que debías
protegerlo al verlo enfermo.
―¿Quieres decir… que el
corazón se oscureció porque mi relación con Jacob irá mal? ―pregunté,
llevándome la mano al pecho.
―No, claro que no ―declaró
sin un mínimo de duda en el tono de su voz―. Soñar con un corazón enfermo
significa preocupación por esa persona, no que la relación vaya a ir mal. Bueno,
también puede significar una enfermedad, pero en el caso de Jacob eso sería
imposible, así que no lo veo probable. Lo más seguro es que estés preocupada
por Jacob; más que de Jacob, con algo relacionado con él. Estoy segura que
sueñas con eso porque te preocupas por él, por sus salidas con la mandada y
esos peligros que siempre revolotean a su alrededor, eso añadiendo los nervios
de la boda y todo el asunto de tu amiga ―llevó su mano helada a mi mejilla para
acariciármela―. No le des más importancia. No todos los sueños tienen por qué
significar algo. Los sueños, sueños son ―y alzó sus estrechos hombros.
―No, Alice ―negué con la
cabeza, mirándola con desasosiego evidente―. Este sueño significa algo, lo sé…
Trae un mal augurio…
Los ojos dorados de mi tía
estudiaron mi expresión durante un rato.
―Yo no he visto que vaya a
pasar nada malo ―declaró finalmente, con certidumbre.
―¿Seguro? ―inquirí,
mordiéndome el labio.
―Hay una parte de mi futuro
y del resto de nosotros que no puedo ver bien, pero es un periodo corto de
tiempo, el de un acontecimiento importante, e intuyo mucha felicidad ―me desveló―.
Y eso solo puede ser porque estaremos en La Push rodeados de metamorfos, así que
te aseguro que no pasará nada malo y que habrá boda, y será perfecta, ya lo
verás ―aseguró, sonriéndome.
Aún sentía que ese sueño
era un mal presagio, pero sus palabras me calmaron un poco en cierto modo,
porque ella había intuido felicidad.
Le sonreí, más aliviada, me
despegué de la meseta y abracé su pequeño cuerpecito.
―Gracias, tía ―le agradecí,
dándole un beso.
―De nada, cielo ―sonrió
ella también, frotándome la espalda―. Y ahora será mejor que pruebes ese
desayuno, si no se enfriará y Esme se llevará un disgusto ―dijo, separándose de
mí.
―Sí, estoy esperando a que llegue
Jake.
Alice se bajó de la
encimera con otro ágil brinco.
―Pues yo voy al salón a
buscar a los demás ―anunció.
―Es verdad, ¿dónde están
todos?
―Carlisle y Esme se han ido
al aeropuerto a buscar a Louis y Monique. Em, Rose, Jazz y yo estábamos viendo
la televisión, y tus padres se fueron de caza de madrugada, así que estarán al
llegar.
―Ah.
Al final Jacob tenía razón
y se habían ido a cazar por la noche.
―Bueno, vengo ahora ―canturreó
mientras salía por la puerta.
―Vale ―sonreí, dándome la
vuelta hacia la mesa.
Me quedé observando ese
mantel repleto de comida, y ese pastel de fresas que a Esme le salía tan bien
llamó especialmente mi atención.
No pude evitar sucumbir a
la tentación y cogí una de las fresas que adornaban el postre.
Cuando estaba a punto de
llevármela a la boca, una manaza me la quitó por las espaldas. Giré medio
cuerpo para mirar y vi cómo Jake se la metía en la boca a toda prisa mientras
sonreía.
―¡Jake! ―le regañé, riéndome.
Se carcajeó con travesura y
me rodeó por detrás con esos brazos fuertes y cálidos para darme un beso en la
mejilla.
―¡Qué bien huele! ―exclamó,
despegándose de mí para sentarse corriendo en la mesa.
―Lo que yo dije ayer, esto
es como un hotel de cinco estrellas ―me reí, tomando asiento a su lado.
―Ya te digo ―rio,
frotándose las manos a la vez que pensaba por dónde empezar.
Acabábamos de comenzar a
desayunar, cuando Alice llegó con el resto de mis tíos, que nos dieron los
buenos días, bueno, excepto Rose, que a mí ya me los había dado y a Jacob le
dedicó un “hola, chucho” con una mueca de hastío fingido. Se sentaron a nuestro
alrededor y la mesa se llenó de charlas.
Creía que no íbamos a ser
capaces de terminar todo lo que había sobre el mantel, pero me equivoqué. Esme
había calculado a la perfección, puesto que ya sabía todo lo que comía mi
chico.
Justo cuando terminamos, la
mesa empezó a revolverse.
―Bueno, me voy al salón a
jugar con la consola ―anunció Emmett con una sonrisa enorme mientras se
levantaba de su silla y ya salía disparado por la puerta.
―Te acompaño ―le siguió
Rosalie.
―¿No nos vais a ayudar a
recoger todo esto? ―inquirí, viendo cómo mis tíos se escaqueaban.
―Ah, yo acabo de recordar
que tengo que hacer un recado muy importante ―alegó Alice, y acto seguido solo
se vio un borrón que se esfumaba a toda prisa.
―Voy contigo ―y Jasper
salió tras ella.
―Tendrán cara… ―murmuré,
frunciendo el ceño y los labios, aunque pronto lo cambié por una sonrisa.
Nada más levantarnos de la
mesa, mis padres aparecieron por la puerta y pasaron a la cocina, hoy estaban
especialmente alegres.
Jacob y yo nos miramos y no
pudimos disimular una sonrisita cómplice que no escapó a los ojos de mi padre, aunque
también vio nuestras mentes, por supuesto.
Papá carraspeó, juraría que
algo apurado, y se acercó a mí para darme un beso en la frente.
―Buenos días, princesa ―sonrió.
―Buenos días ―le saludé con
otra sonrisa mayor.
Volvió a carraspear y le
dejó paso a mamá.
―Buenos días, chicos ―siguió
ella, toda sonriente, dándonos un beso en la mejilla a Jacob y a mí―. ¿Habéis
dormido bien?
Papá ya le estaba echando
una mirada asesina a Jake, seguramente porque estaba viendo lo que este estaba a
punto de soltar por esa boca.
―Sí, hemos dormido genial ―intervine
yo con una sonrisa, antes de que a mi novio se le ocurriera decir algo.
Le agarré del brazo y le di
un apretón con la mano para advertirle; la sonrisa de Jacob se amplió, aunque
conseguí mi objetivo y no dijo nada.
―Me alegro ―dijo mamá―.
Oye, Jake, ¿te importa si te la robo un rato? Me apetece dar un paseo con ella,
bueno, si a ti te apetece, claro ―terminó, dirigiéndose a mí.
―¿Cómo no me va a apetecer?
―exclamé, cambiando el brazo de Jake por el de mi madre.
―Estupendo ―sonrió ella,
poniendo su mano sobre la mía―. No te preocupes, Jake, no te la quitaré
demasiado tiempo.
―No importa, pasadlo bien ―sonrió
él.
―Vendré luego, ¿vale?
―Sí, sí, iros ya ―me instó,
haciendo gestos con las manos―. Yo me quedaré aquí fregando esto.
―No te preocupes, yo te
ayudaré, así tú y yo hablaremos sobre ese… mote que me has puesto ―declaró mi
padre con una voz y un semblante amenazantes.
―No te quejes, te he puesto
un mote muy guay ―afirmó Jake con una sonrisita burlona―. Además, la culpa es
vuestra.
―En eso te doy la razón ―aceptó
con resignación.
―¿De qué mote habláis? ―quiso
saber mamá con una sonrisa inocente.
―Mejor no te lo digo… ―murmuró
mi padre.
Mamá frunció el ceño con
extrañeza, aunque tampoco dijo nada.
―Bueno, vamos ―me azuzó
ella, empujándome hacia delante.
―Que te sea leve ―le cuchicheé
a Jacob con una risilla, y me dio tiempo a darle un beso corto en los labios.
Salimos de la cocina,
pasamos a su parte de la casa y subimos al dormitorio, ya que tenía que coger
un gorro de lana y unos guantes que me había comprado junto a la parca
específicamente para venir a Alaska.
Me puse toda esa ropa extra
y salimos de la vivienda de mis padres por la puerta que daba al exterior.
―¡Está nevando! ―exclamé,
alzando las manos para que unos cuantos copos cayeran sobre mis guantes.
Mi boca era la única que
soltaba un vaho caliente que se difuminaba en el gélido ambiente.
―Sí, aquí nieva todo el
invierno ―se rio ella al ver mi entusiasmo.
―Qué guay ―y me agarré a su
brazo de nuevo.
Comenzamos a caminar por la
nieve, internándonos en el bosque que rodeaba a la casa. Mi madre lo hacía con
gracilidad, casi parecía que sus pies flotaban sobre la nívea superficie, en
cambio, mis botas se hundían en cada paso que daba, parecía una patosa, y eso
que era mitad vampiro. El suelo no era lo único, las copas de los árboles y las
ramas también estaban cubiertas de esa gruesa capa blanca, confiriéndole al
boscaje un aire bucólico y de postal de Navidad.
―Te vas a congelar a mi
lado ―me advirtió mamá.
―Qué va, voy muy abrigada ―aseguré
con alegría.
―¿Jacob tuvo algún problema
con el señor Farrow para poder venir? ―inquirió―. No quisiera que esto le
causara algún problema en el trabajo.
―No, para nada ―reí―. Jake
es el ojito derecho del señor Farrow. Va a tener que hacer alguna hora extra
las próximas semanas, pero es lo único que le exigió.
―Vaya, sí que lo tiene bien
considerado.
―Sí ―volví a reír.
―¿Estás contenta de haber
venido?
―¿Bromeas? Estoy feliz, bueno,
estamos felices ―maticé con una risita―. Esto es una maravilla, y ya teníamos
muchas ganas de veros y de conocer la casa. Y encima, me libro de una semana de
clase.
―Nosotros también teníamos
muchas ganas de que vinierais ―declaró, pasando su brazo por mi espalda para
estrecharme contra ella y darme un beso en la mejilla.
Me soltó para no hacerme
pasar más frío y nos quedamos en silencio durante un corto rato, en el que se
escuchó el chillido de un águila que sobrevolaba por encima de los altos pinos.
―Renesmee.
―Dime.
―Quiero… quiero pedirte
perdón ―musitó, frotándose las manos sin parar.
Me paré en seco al ver su
rostro enfrascado y compungido, obligando a que ella tuviera que hacer lo
mismo.
―¿Pedirme perdón? ―inquirí
sin comprender―. ¿Por qué?
―Por todo lo que te hice
pasar por mi turbación con el tema de Jacob.
Pestañeé, un poco
sorprendida, puesto que yo ya ni me acordaba de todo aquello.
―No hay nada que perdonar,
mamá ―sonreí para quitarle hierro al asunto―. Eso ya pasó, y además, tú misma
lo has dicho, todo se debió a tu turbación.
―Ya, ya lo sé ―asintió,
cerrando los ojos con preocupación―. Sin embargo, quiero contártelo todo y
explicártelo.
―Ya me lo explicó papá en
su momento ―le calmé, acariciando su mejilla de mármol.
―Sí, pero yo tengo una conversación
pendiente contigo ―manifestó, cogiendo mi mano para darle un beso en el dorso.
Después, la bajo y la rodeó con sus dos manos―. Quiero hablarte de ello
igualmente, explicarte yo misma lo que me pasó, por qué reaccionaba así, con
esos celos, y por qué me centré especialmente en Jacob.
―Mamá, no hay nada que
explicar, en serio… ―intenté que lo dejara.
―No, deja que me explique ―insistió,
cogiéndose de mi brazo para empezar a caminar―. Esa turbación hacía que yo no
fuese yo, me llevó a una espiral que hacía que mi cabeza reviviera
todos esos sentimientos que tenía en mi vida humana, hasta tal punto, que los
sentía como reales, pero no lo eran, luego me di cuenta.
»Todo se me juntó. Para
empezar, tu rápido crecimiento me afectó bastante, y no solo por el hecho de
que mi única hija ya fuera casi adulta en solo seis años y no hubiera
disfrutado de su niñez, sino porque me di cuenta de que, poco a poco, te ibas
alejando de mí, cada vez más. Al principio no quería reconocerlo, pero no me
quedó más remedio que ver la verdad, que tú habías nacido para Jacob, y que
jamás me perteneciste a mí ni a tu padre, siempre fuiste suya.
―Mamá…
―Estoy bien, ya lo tengo
muy asimilado ―se rio, dándome palmaditas en la mano―. Eso ya lo he superado,
no te preocupes. Además, no solo fue eso lo que me afectó. Mi problema fue que
se me juntaron muchas cosas y todo fue tan rápido… Tu crecimiento fue una
elipse de la espiral, pero hubo más cosas.
»Siempre supe que Jacob y
tú terminaríais juntos, sabía que había otras posibilidades, por supuesto, pero
era tan evidente. Ya erais almas gemelas incluso antes de que tú nacieses, pero
cuando lo hiciste, se hizo aún más obvio. Y no solo por vuestras similitudes, todo
lo hacíais de una forma completamente sincronizada, era increíble ―sonrió con
añoranza al recordar y no pude evitar hacerlo yo también―. Cuando tú saltabas
hacia Jacob, él ya extendía los brazos al mismo tiempo, era como si ya supiese
lo que pasaba por tu mente antes de que lo realizaras ―rio―. Y siempre estabais
juntos, a todas horas. Era imposible despegarte de él, hasta los invitados que
tuvimos en casa para ayudarnos con los Vulturis, cuando vinieron la primera vez,
se dieron cuenta de vuestro gran apego. Sin embargo, nunca me imaginé que tú
también estabas imprimada de él, y cuando nos lo dijisteis, y nos revelasteis
que te ibas a quedar en La Push con él, me afectó, porque siempre di por hecho
que estaríamos juntas toda tu vida y que nada podría separarnos.
―Nada podrá separarnos
nunca, mamá, aunque estemos lejos físicamente y no podamos vernos todos los
días.
―Sí, lo sé ―suspiró como
avergonzada―, pero en ese momento me afectó, porque se me juntó con el resto de
cosas de la espiral, ¿comprendes? Y encima, me hizo comprender a Renée y empecé
a sentirme un poco identificada con ella ―agachó la cabeza y fijó la mirada en
el suelo―. Ella era otra elipse de la espiral.
»Y no solo ella, Charlie
también me preocupaba, y no sé por qué, empecé a pensar en el tema de la muerte
y todas esas cosas, en que no iba a poder despedirme de Renée el día en que
ella falleciera ―sin duda, esto seguía preocupándole, porque hizo una pausa,
tomó aire y siguió hablando―. También me dio por pensar en que no iba a poder
tener más hijos, etcétera, etcétera, etcétera… En fin, que esa espiral hizo que
me diera por pensar en cosas raras que no venían a cuento ―volvió a reír,
aunque, esta vez, no lo hizo con tanto brío como antes.
»Y ahora viene lo que te
quería explicar, por qué Jacob era el núcleo de toda esa espiral ―siguió,
frotándose las manos con nerviosismo.
―Ya lo sé, papá me lo contó
todo ―le corté, para evitarle el mal trago―. Todas esas cosas que te
preocupaban fueron acumulándose poco a poco, y con mi rápido crecimiento, todo
estalló y te hizo caer en esa espiral. Esa turbación hizo que entrases en un
estado de confusión, que te perdieses a ti misma, incluso que añorases cosas
que tenías en tu vida humana y que te diste cuenta que ya no ibas a volver a
tener; y lo que más añorabas en ese momento era a Jacob, porque cuando eras
humana sentías una dependencia hacia él, y la turbación te hizo sentirla de
nuevo, por eso sentiste que le necesitabas. Y a la vez, la espiral hizo que tú
revivieras todos esos sentimientos que tenías hacia Jacob en tu vida humana. Tú
los sentías como reales, pero no lo eran. Y la turbación, o espiral, como tú la
llamas, hacía que todo se magnificase y explotasen esos celos sin que pudieras
hacer nada para evitarlo, porque tú sentías que seguías enamorada de Jacob. Todo
fue como una bola de nieve que se fue haciendo más grande. Papá también me
explicó que esas turbaciones que os dan a los vampiros os vuelven más
inestables e incontrolables, porque es un estado de enajenación transitoria,
como una pequeña depresión, por eso te daban esos ataques de celos y no los
podías controlar. Pero todo era como una ilusión, porque, en realidad, ya no
sentías nada hacia él.
―Vaya, veo que tu padre te
lo ha explicado todo a la perfección ―parpadeó, sorprendida.
―Ya te lo dije ―reí―. Papá
me lo contó todo de pe a pa, y a Jacob también, así que no tienes que
explicarme nada más, ¿vale? ―le dije, acariciando su brazo―. Olvídalo de una
vez, ya es agua pasada.
Mamá se paró y se puso
frente a mí.
―Aun así, necesitaba
decírtelo ahora que ya estoy curada, porque cuando sucedió todo, llevaba tiempo
queriendo hablar contigo, pero no me sentía preparada ―confesó, colocando dos
mechones de mi pelo hacia delante―. Todo estaba demasiado reciente y todavía me
daban esas explosiones de celos absurdos que podían seguir hiriéndote ―sus
manos dejaron mi cabello y su rostro bajó para mirar al suelo con pesar―. No
quería que se repitiera lo que pasó aquel día, cuando llegaste después de estar
con Jacob. No te imaginas lo que me arrepiento de ese comportamiento.
Ya sabía a qué día se
refería. Ese en el que Jake y yo nos habíamos entregado el uno al otro por
primera vez, el primer día de mi primer celo, ese en el que me había enzarzado
con mi madre en una discusión por culpa de esos celos suyos, y yo también había
tenido mi parte de culpa. Visto ahora en frío, y sabiendo todo lo de su
turbación, veía los fallos que yo había cometido.
―No importa, mamá. Además,
yo tampoco es que manejase muy bien el asunto ―reconocí―. Debí de haberme
callado y no azuzar más con mis contestaciones. Pero, ya sabes, a veces soy muy
impulsiva y me puede mi temperamento ―me reí.
―Sí, sí que importa ―opinó,
siguiendo con esa expresión de angustia―, porque me hubiera gustado haber sido
la misma de siempre, ser tu madre, pero tu amiga, que tú hubieses confiado en
mí como siempre habías hecho y que me contaras tus sentimientos, tus confidencias.
Y por culpa de esa turbación, me comporté como una idiota histérica. Además, sé
que todo aquello de mis celos te afectó, por eso también quería pedirte perdón
por habértelo hecho pasar tan mal.
―No fue para tanto ―dije
para suavizar.
―Sí, te hice pasar un mal
rato ―sonrió con redención, acariciando mi mejilla con dulzura.
―Bueno, tengo que reconocer
que tus celos me molestaban bastante ―reconocí con una sonrisilla―, pero no por
los celos en sí, sino porque actuabas de esa forma tan rara que hacía que no
fueras tú misma, había veces que no te reconocía, y era una situación tan
extraña… Aunque lo que más me dolía de todo era verte sufrir, ver que lo
estabas pasando tan mal. Y esos sentimientos encontrados que tenías hacían que
yo misma me bloquease y que no supiera qué hacer para aliviarte. No sé, fue
todo un poco raro, la verdad ―reí―. Pero ya pasó, y no merece la pena que
perdamos más tiempo hablando de ello, ¿no te parece?
―Tienes razón ―asintió con
una sonrisa, más aliviada―. Ahora me apetece recuperar todos esos meses tontos
contigo. Sin embargo, también quiero pedirte perdón. ¿Me perdonas? ―y estiró
los brazos para que la abrazase.
Puse los ojos en blanco,
porque no tenía nada que perdonarle, pero me acerqué a ella y la estreché entre
mis brazos con fuerza para que se sintiera mejor y lo dejase estar de una vez,
aunque tengo que reconocer que también me apetecía darle un buen achuchón.
―¿Ya estás mejor?
―Sí ―susurró, apretando su
abrazo.
―¿Y la turbación ya se ha
ido? ―quise saber, despegándome un poco
de su helado cuerpo, con las bajas temperaturas de allí ya tenía bastante, aunque
lo hice para verla mejor―. ¿Ya estás curada del todo?
―Sí, ya vuelvo a ser la
misma de siempre ―sonrió―. Y Jacob no me gusta nada de nada ―su sonrisa
perfecta se amplió.
―Mejor ―sonreí yo también,
aunque en mi caso con malicia.
Se rio con esa risa que
sonaba como el canto de una soprano y le di un beso en la mejilla, separándome
de ella del todo.
Iba a iniciar la marcha,
cuando ella me detuvo, agarrándome del brazo.
―Espera, quiero decirte una
cosa.
―¿Más?
―Sí, solo es una cosa ―hizo
una pequeña pausa y clavó sus dorados ojos en los míos con determinación―. Ya
sé que no hace falta que te diga nada, pero quiero que sepas que me hace muy,
muy feliz que estés con Jacob y que el hombre que hayas escogido para casarte
sea él ―murmuró con un hilo de voz emocionado que hizo que mi garganta se viera
invadida por un grueso nudo―. No habría nadie en este mundo mejor para ti, no
podría entregarte a nadie más, y no habría nadie en este mundo mejor para él
que tú. Me siento muy feliz por los dos, porque os quiero, y sé que estáis
hechos el uno para el otro, habéis nacido para estar juntos. Os deseo toda la
felicidad del mundo y os doy mi bendición.
―Mamá… ―murmuré,
emocionada, abrazándola de nuevo―. Te quiero.
Ahora fue ella la que me
separó para mirarme. Y volvió a hacerlo fijamente.
―Yo también te quiero, más
que mi propia vida, no lo olvides nunca ―susurró, pasando sus dedos fríos como
la propia nieve que pisábamos por mi mejilla.
Le sonreí y le di un efusivo
abrazo con beso incluido.
―Bueno, lo dejaremos ya,
¿no? ―protesté en broma mientras me despegaba de ella―. A este paso vas a
hacerme llorar ―y me limpié una lágrima con el nudillo de la mano.
―Sí, ya está ―suspiró con
alegría, levantando los brazos para estirarse―. Ya te he dicho todo lo que
tenía que decirte.
Bajó los brazos para pasar
uno de ellos por mi espalda. Me estrujó contra ella y me dio una serie de besos
en el pómulo.
―¡Ay, mamá! ¡Me vas a
congelar! ―me quejé entre risas, tratando de despegarla de mí.
―Ah, claro, si yo fuera
Jacob, seguro que no te opondrías… ―insinuó, riéndose, a la vez que me
liberaba.
―Por supuesto que no. Jake siempre
está calentito y nunca paso frío con él ―afirmé toda sonriente.
Mamá se rio y volvió a
cogerse de mi brazo para iniciar la marcha.
―Tengo que decirte que tu
padre está gratamente sorprendido con Jacob. No se esperaba que fuera a… respetarle
―se rio.
―Ah, pero, ¿pudo escuchar
eso? Creía que esta noche había estado demasiado entretenido como para
prestarnos atención ―me burlé, mirándole con intención.
Mi madre se paró en seco, forzándome
a mí a hacer lo mismo.
―¿Nos… oísteis? ―quiso
saber, avergonzada.
―No, solamente el… taladro ―y
exploté en una risa.
―¿El taladro? ―murmuró.
―El cabecero, mamá, el
cabecero ―le aclaré.
―Oh, Dios, qué vergüenza ―lamentó,
llevándose la mano a la cabeza con la boca abierta en una sonrisa que delataba
que no se lo podía creer.
―Bueno, no es para tanto.
Fuisteis muy silenciosos, la verdad. Pero la próxima vez apuntalar bien ese
cabecero, o mejor, hacedlo en otro sitio en el que no se oiga nada, ¿vale? ―bromeé.
Me dio un pequeño manotazo
en el brazo como regañina mientras se mordía su sonriente labio, y yo me reí
más.
―No nos dimos cuenta ―reconoció,
siguiendo mi broma―. Lo cierto es que estábamos muy concentrados y no reparamos
en el cabecero.
―Pues sí que teníais que
estarlo, porque no escucharlo…
―¡Renesmee Carlie Cullen,
vale ya! ―me riñó entre risas―. Se nota que eres igualita a Jacob.
―Gracias ―me reí.
Me cogió del brazo por
enésima vez y comenzamos a caminar de nuevo.
Estuvimos un rato en silencio,
hasta que ella lo rompió.
―Ayer me llamó Renée ―me
desveló de pronto, y su rostro volvió a ponerse algo triste―. Otra vez insistió
en verme.
―¿Ya has pensado qué vas a
hacer con ese tema? ―pregunté, frotándole la mano.
―No hago más que darle vueltas
al asunto ―suspiró―. No sé qué hacer.
―¿Y por qué no le dices la
verdad? ―le sugerí―. No sé, Charlie lo sabe y lo ha aceptado, ¿no? Tal vez si
se lo dices a Renée, también lo acepte y se arregle todo.
―Charlie lo sabe, pero no lo
sabe ―me corrigió―. Quiero decir, que él sabe que somos… algo, sin embargo,
prefiere no pensar en la palabra, y mucho menos pronunciarla en voz alta. Creo
que eso es lo que le mantiene cuerdo ―se rio―. Ya tuvo bastante con ver la
transformación de Jacob en su día. Pero Renée es diferente, ella no se va a
conformar con saber que soy algo diferente y ya está, ella va a querer saberlo
todo, cada detalle, por mínimo que sea, y ahí está el peligro.
―¿Tienes miedo de que no te
acepte?
Se quedó mirando al frente,
pensativa, durante un rato y luego siguió hablando.
―Sí, a decir verdad, eso me
horroriza ―confesó con un hilo de voz―. Creo que no podría soportar que mi
madre me rechazase.
―Ella no te rechazaría,
mamá. Puede que le diera un patatús o algo cuando descubriera que eres un vampiro
―bromeé―, pero enseguida vería que eres la misma de siempre y que eres buena.
Además, eres su hija, y te echa mucho de menos. Creo que saber que su hija es
un vampiro no sería nada comparado con poder verla siempre que quisiera, ¿no
crees?
―No sé, Renesmee, puede que
tengas algo de razón, pero, poniéndonos en lo mejor y suponiendo que ella lo
aceptase todo, que Renée conociera nuestro mundo no dejaría de ser peligroso
para ella.
―No si lo mantiene en
secreto y se le explican bien todas las pautas que tiene que seguir ―rebatí yo.
Mamá me miró sorprendida,
como si acabase de caer en algo.
―¿Crees que eso funcionaría?
―inquirió.
―Una madre jamás delata a su
hijo ―afirmé―. Una madre siempre quiere a su hijo, sea lo que sea, y siempre
acepta a su hijo con tal de que sea feliz. Renée solamente querrá tu felicidad,
y verá que lo eres, que esta es la vida que escogiste, que eres lo que querías
ser, así que, aunque al principio le choque, terminará aceptándolo, sobre todo porque
te echa muchísimo de menos y hará cualquier cosa con tal de verte con
frecuencia. Además, si Charlie lo hizo, ¿cómo no va a hacerlo ella? ¿No decías
que Renée es una loca que siempre se cree las cosas más raras?
Su rostro se transformó en
una enorme sonrisa y me abrazó con fuerza.
―¡Nessie, Nessie, Nessie! ―se
rio mientras me alzaba una y otra vez, obligándome a dar saltitos―. ¡Eres
genial!
Me reí con ella y me dejó en
el suelo para darme un beso.
―¿Entonces vas a decírselo? ―quise
saber, alegre.
―Sí, pero primero tengo que
hablar con tu padre para que me ayude ―declaró, mucho más animada―. Tengo que
escoger muy bien las palabras para explicárselo todo lo más claro y normalizado
posible, algo que parezca natural y…
De repente, su boca dejó la
frase en el aire y su cuerpo se envaró súbitamente, poniéndose en estado de
alerta.
―¿Qué pasa? ―pregunté,
extrañada y algo asustada.
Mi madre se puso delante de
mí para protegerme.
―No te separes de mí ―dijo
con voz tensa, mirando al frente con gesto grave.
Mi olfato tardó unos
segundos más en captar el olor que la había alertado a ella. Olor a vampiros.
Ya no pude articular más
palabras. Mis piernas se agarrotaron, a la espera, el vaho de mi aliento empezó
a salir más agitado y mi corazón comenzó a latir a mil por hora, temeroso. No
era por desmerecer a mi madre, sabía que ella era fuerte, pero lo primero que
vino a mi cabeza fue mi ángel de la guarda, mi Jacob. Sin él, siempre me
faltaría algo para sentirme totalmente protegida.
Llevé mi vista al mismo
sitio donde mi madre había fijado sus ojos. Entre aquella cortina de copos,
empezaron a distinguirse tres figuras, tres espectros encapuchados, y a medida
que avanzaron ya se pudieron visualizar bien. Dos encapuchados descomunales de
túnicas gris oscuro y una pequeña de un color casi negro.
Apenas se les veía la cara
bajo la capucha de sus capas, pero los reconocí al instante.
Felix, Demetri y Jane se
acercaron sigilosamente entre los árboles del bosque, marcando un ritmo lento y
cadencioso, tres fantasmas oscuros que flotaban sobre la nieve, hasta que la
última hizo un gesto con la mano y se pararon a unos metros de nosotras.
Me encanto!! Esta genial. Sigo la historia en el otro blog pero está tardando demasiado en subir los capitulos. Gracias por decir tu blog en un comentatia=), no lo sabia.
ResponderEliminarBesos. Continua!!!
¡Hola, Sol! Soy JACOB&NESSIE ^^
ResponderEliminarSi que te contesto, pero tienes que mirar en el capi donde escribiste el mensaje, jajaja.
Muchas gracias por leerme, en serio!!!! Me haces muy feliz!!!!
Lametones para ti!!
¡HOLA! SOY NOVIEMBRE. ES LÓGICO QUE AÑORE A SU FAMILIA, A SI ES QUE ESTÁ DISFRUTANDO DE ELLOS A TOPE. CUANDO TU FAMILIA ESTA UNIDA COMO ESTA ES NORMAL QUE SIENTA QUE TE FALTA ALGO CUANDO NO ESTAN CON TIGO.
ResponderEliminarPERDONA TAMARA, SI COMETO ALGUNAS FALTAS. MUCHOS BESOTES Y LAMETONES
PARA TÍ.
No me dimgab q van a enpedir q Bella le diga a su madre lo q es antes de detener a los mal****s q crean una nueva especie para detenerlos
ResponderEliminarTe quiere
K=D