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domingo, 17 de julio de 2011

NUEVA ERA. CAPITULO 36: ¿POR QUE DEMONIOS TODO EL MUNDO ME GUARDA SECRETITOS Y ME OCULTA LAS COSAS? NO LO ENTIENDO



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NUEVA ERA (Continuacion de "DESPERTAR")
Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog. Si no, no te enterarás de nada XDD


CAPITULOS:

2. SAGRADOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-2-sagrados.html
3. PRACTICAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-3-practicas.html
4. HELEN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-4-helen.html
5. ANIVERSARIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/05/nueva-era-capitulo-5-aniversario.html
6. EXCURSION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-6-excursion.html
7. ENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-7-encuentro.html
8. RYAM: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-8-ryam.html
9. MAL PRESAGIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-9-mal-presagio.html
10. ENTREGA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-10-entrega.html
11. OTRA PREOCUPACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-11-otra-preocupacion.html
12. VIAJE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-12-viaje.html
13. PREMONITORIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-13-premonitorio.html
14. CONVERSACION PENDIENTE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-14-conversacion.html
15. MENSAJE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-15-mensaje_23.html
16. ANTIDOTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/todos-los-apitulos-registrados-en.html
17. PLANTACION: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-17-plantacion.html
18. SOMBRA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/06/nueva-era-capitulo-18-sombra.html
19. VISPERA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-19-vispera.html
20. SORPRESAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-20-sorpresas.html
21. MAGIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-21-magia.html
22. ATRAPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-21-atrapada.html

PARTE DOS: PROFECIA:

23. ENCIERRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-23.html
24. UNA SEMANA: CAMBIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-24-una-semana-cambio.html
25. DOS SEMANAS: ESPEJO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-25-dos-semanas.html
26. CINCO MESES: PROFECIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-26-cinco-meses.html
27. DIEZ MESES: ¡CORRE!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-27-diez-meses-corre.html
28. DIEZ MESES Y MEDIO: VERDAD: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-28-diez-meses-y.html
29. ONCE MESES Y TRES SEMANAS: RESCATE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-29-once-meses-y-tres.html
30. PLAZO: UNA SEMANA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-30-plazo-una-semana.html

JACOB:

31. VER RELUCIR A UN ANGEL PUEDE CEGARTE DEL TODO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-31-ver-relucir-un.html
32. OH, SI, GENIAL. ESTO ES PARA VOLVERSE LOCO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-32-oh-si-genial-esto.html
33. SI DIESEN PREMIOS A LA ESTUPIDEZ, YO QUEDARIA EL PRIMERO EN EL PODIUM, SEGURO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-33-si-diesen-premios.html
34. ¡UF, UF, UF! PELIGRO, PELIGRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-34-uf-uf-uf-peligro.html
35. SI, DEFINITIVAMENTE ME HABIA VUELTO CHIFLADO, MAJARETA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-35-si.html



¿Por qué demonios todo el mundo me guarda secretitos y me oculta las cosas? No lo entiendo

Los árboles pasaban a toda velocidad mientras los esquivaba, ya habíamos avanzado mucho, pero la noche empezó a cernirse sobre nosotros. Llevábamos muchas horas de viaje, primero en esa tartana de furgoneta y ahora a cuatro patas, era hora de parar para cenar algo y que ella durmiese.
El frío ya comenzaba a ser cada vez más evidente, y eso que estábamos a mediados de junio. Aquí parecía que el tiempo se hubiese detenido en alguna fase del invierno-primavera, porque las montañas estaban completamente nevadas, aunque también influía esa ola de frío polar por la que estaba atravesando el suroeste de Canadá. Ella se había echado sobre mí para paliar esas bajas temperaturas, ya que solamente llevaba esa camisa de cuadros, menos mal que de manga larga.
Busqué un sitio que estuviera recogido y que fuera acogedor a la vez, bajando la intensidad de mi carrera para observar mejor los alrededores. No tardé mucho en encontrar uno, me dirigí hacia allí, olisqueando la zona para cerciorarme de que no había chupasangres a la vista, y me detuve.
Me eché en el terreno y ella se bajó de mi lomo. Mientras se quitaba la mochila, yo me levanté y me fui a cambiar de fase detrás de un enorme abeto. Me puse la camiseta verde, los pantalones vaqueros cortos y las deportivas negras.
―Tendremos que ir a cazar algo ―dije, saliendo de mi escondite.
Ya se había puesto un plumas de color blanco, que tenía una capucha ribeteada con pelo falso marrón, y se encontraba agachada frente a la mochila.
―No hace falta, traigo comida ―y sacó una lata bastante grande, alzándola para que la viese.
―¿También traes comida enlatada? ―pregunté, perplejo.
Ahora entendía que pesase tanto esa dichosa bolsa.
―Sí ―asintió, sacando más latas.
―¿Y por qué no lo dijiste antes? ―refunfuñé―. No hubiéramos parado en esa hamburguesería.
Y tampoco hubiéramos dormido en esa habitación…, lo cual ya no sabía si hubiera sido mejor o peor, la verdad.
―Me apetecía comerme una hamburguesa, después de olerlas… ―alegó, mordiéndose el labio con esa carita tan adorable―. Además, he traído lo justo, tenía que reservarlas para aquí.
En fin, viéndolo así, era lógico.
―Bueno, vale ―suspiré―. Tenemos que hacer una hoguera, la noche va a ser bastante fría, puede que incluso nieve un poco ―declaré, mirando al cielo encapotado―. No me voy a alejar, pero prefiero que vengas conmigo. Camina a mi lado y no te separes de mí.
―Sí ―obedeció.
Se levantó, cogiendo esa caja metálica, se acercó a mí y me tomó de la mano. Tuve que inspirar aire para que mi corazón y mi estómago se relajasen, pero fui capaz de iniciar la marcha.
Comencé a coger las ramas que iba encontrando por el terreno, aquellas que me parecía que estaban más secas, pero llegó un momento en el que el montón que había recogido ya no me entraba en la mano.
―Si me… si me dejas un momento ―le sugerí, elevando nuestras manos amarradas.
―Ah, sí, claro ―sonrió.
Y mi mano quedó huérfana cuando ella la soltó.
Carraspeé y continué cogiendo leños.
Tal y como le había pedido, ella no se despegaba de mi lado. Y de esa extraña caja tampoco. Me fijé en cómo la llevaba. La abrazaba con fuerza, apretándola contra su pecho, como si su contenido fuera todo un tesoro para ella. Sí, vale, ya me quedaba claro que no era ningún producto femenino, tanto aferro, no era normal. ¿Qué demonios llevaría ahí, que era tan importante como para cargarla con ella a todas partes?
―¿Puedo hacerte una pregunta? ―inquirí, recogiendo un par de palos más.
¿Para qué iba a andarme con chiquitas?
―Claro ―se encogió de hombros.
―¿Qué hay en esa caja?
Sus pies se detuvieron en seco y yo tuve que pararme para que siguiera cerca de mí. Me giré para mirarla. Sus ojos escudriñaban el suelo, buscando alguna respuesta con nerviosismo, mientras la espachurraba más contra su pecho.
―Es… ―alzó su precioso rostro para mirarme y sus pupilas adquirieron un matiz triste y desesperado―. No puedo decírtelo ―y sus ojos bajaron de nuevo.
Genial. Ya estábamos otra vez con los secretitos. ¿O sería la telaraña?
―¿No puedes decírmelo porque no puedes, o porque no quieres? ―no pude evitar que mi voz saliese con un poquito de acidez.
Levantó la vista y su mirada ya me respondió.
―Vale, está bien, si no me lo quieres decir, no importa ―bufé, enfurruñado, dándome la vuelta para seguir cogiendo ramas.
―Venga, Jake, no te enfades ―dijo, poniéndose a mi lado de nuevo―. No es lo que… ―su voz se cortó y tomó aire para hablar de nuevo―. Ahora no puedo, es mejor que no lo sepas, pero todo a su debido tiempo.
―Es que todo esto es muy frustrante, sinceramente ―protesté, mirándola enfadado―. Todos estos… secretitos.
―¿Te crees que para mí no lo es? ―se defendió, apenada―. No sabes por lo que… Quiero…, pero… ―tomó aire y después lo espiró con rapidez, clavándome esos ojazos en los míos―. Confía en mí, por favor.
El idiota de mí se quedó observándola embobado durante un instante. No entendía nada de nada, entre la telaraña, la caja metálica misteriosa, la pulsera de compromiso y lo que había pasado en la habitación, estaba hecho un auténtico lío. Mis sesos eran un revuelto de cosas que iban y venían, de sentimientos encontrados. Pero su mirada era clara y limpia, sincera.
Mierda. Ya me tenía en el bote otra vez.
―Está bien ―acepté, resollando por las napias, y me agaché para coger más palos.
―Gracias ―sonrió―. Entonces, ¿ya no vas a estar enfadado?
―No estoy enfadado ―contesté, levantándome.
―Sí, sí que lo estás ―soltó una risilla―. No dejas de coger leños para disimular, eso es que estás enfadado.
La miré y no pude evitar que se me escapara una mueca a modo de sonrisa. Me conocía demasiado bien.
―Cojo leños para hacer la hoguera ―alegué.
―Pues tenemos hoguera para toda una semana ―bromeó, señalando el montón que mis brazos envolvían, con esa preciosa sonrisa―. No sé por qué sigues cogiendo más.
Observé todo ese mogollón que llevaba y sin darme cuenta me estaba riendo con ella. Me sentí un poco raro por reírme, llevaba tanto tiempo sin hacerlo…, pero tenía que admitir que me gustó, sobre todo por sentir esa complicidad entre los dos.
―Ahora ya no estás enfadado ―afirmó, sonriéndome de nuevo.
Era inevitable, su maravillosa sonrisa era contagiosa, y mi boca volvió a curvarse sin que yo pudiera hacer nada por impedirlo, aunque volví a recuperar la compostura, carraspeando.
―Venga…, vamos ―le exhorté, ya más serio, echando a andar hacia la zona de la mochila, de la cual no nos habíamos alejado nada―. Cenaremos una de esas latas que has traído.
―Están bastante buenas, ya verás ―aseguró sin despegarse de mi lado.
―Ya veremos.
Hinqué una rodilla en el suelo y tiré los leños frente a la mochila. Los apilé para hacer una pira y me pasó un mechero que llevaba en la bolsa. Mientras ella desenroscaba el saco y una de esas colchonetas finas que se ponen bajo los mismos, yo encendí las ramas, soplando para que las llamas se extendieran bien.
Se sentó en el saco, frente a la hoguera, dejando la caja metálica a su vera derecha y cogió unas latas.
―¿Qué prefieres, albóndigas de carne o pollo? ―me ofreció, alzando las dos.
―Pollo ―decidí, sentándome en el saco, a su lado izquierdo, aunque lejos.
―Vale ―asintió, abriendo la lata con la hebilla―. Toma, sujeta un momento ―y me la pasó.
―Vaya, la verdad es que huele muy bien ―afirmé, oliendo la comida.
―Ya te lo dije.
Sacó un par de platos y unos cubiertos de plástico, y los repartió, poniendo lo mío en mi regazo.
―¿Pero cuántas cosas traes en esa mochila? ―inquirí, frunciendo el ceño con extrañeza―. Pareces Mary Poppins, cada vez sacas más trastos.
Mi estúpida frase pareció hacerle gracia y se echó a reír. Su maravillosa risa era como un cántico celestial, te engatusaba.
―Solo traigo lo imprescindible ―rio, cogiendo la lata.
―Sí, ya lo veo ―volví a sonreír con una mueca que se me escapó.
Genial, Jake, céntrate, me dije.
Carraspeé una vez más.
―Espera, ponlo aquí para que caliente un poco ―manifesté, cogiendo la lata de su mano para colocarla pegada al fuego.
Se produjo un momento de silencio en el que las llamas hicieron chasquear los leños, provocando que las chispas salieran despedidas hacia arriba, hasta que se apagaban en cenizas.
Llevó sus manos a sus brazos para frotarse, el frío cada vez iba ganando más terreno gracias a la noche. Cuando las subió para calentarlas con su aliento, ya no me pude resistir.
Azucé el fuego con uno de los palos que habían sobrado, para que aumentaran sus llamas. Me aproximé y me pegué a ella. Juro que mi intención solo era esa, pero no sé qué pasó, consiguió meterse fácilmente bajo mi brazo y terminé rodeando sus hombros y con ella bien arrimada a mi cuerpo.
―Gracias ―murmuró.
―De-de nada ―tartamudeé como un idiota, con esos acelerados latidos retumbándome en la garganta y ese chisporroteo continuo en mi estómago.
¿Qué estaba haciendo? ¿Es que era masoquista o qué? Debería despegarme de ella, al menos, no estar rodeándola con mi brazo, sin embargo, ahí me tenías, frotándola para que no tuviera frío mientras aguantaba el tipo como un tonto.
Sí, desde luego era un idiota suicida, porque estaba claro que todo esto al único sitio que me iba a llevar era a mi autodestrucción.
El pollo no tardó en calentarse, así que se apartó del amparo de mi brazo, aunque continuamos arrimados. Nos repartimos la comida y comenzamos a cenar.
―Dime, ¿cómo está la manada? ―me preguntó mientras le daba un mordisco a su muslo de pollo.
¿Ahora se interesaba por mi manada? En fin…
―Bien ―respondí escuetamente, comiéndome un trozo de carne.
―Billy me ha dicho que habéis tenido alguna sorpresa, ¿no? Me refiero al tema de Embry y Sam.
No me lo podía creer. ¿Billy le había contado eso? Desde luego, un rato que le había dejado a solas con ella, y ya le cascaba todo.
―Bocazas… ―murmuré en voz alta, girando la cara hacia el otro lado con las cejas clavadas sobre los ojos. Me volví hacia ella otra vez―. ¿Qué te ha contado exactamente? ―quise saber.
―Que Embry y Sam son hermanos ―declaró, metiéndose otro poco de pollo en la boca.
―Bocazas… ―repetí, esta vez mirando al frente.
―¿Es verdad? ¿Son hermanos?
Suspiré con enfado. Los temas de la manada eran privados, él no tenía de haberle contado nada, aunque yo estuviera imprimado de ella y ella hubiera sido mi… novia. Mierda, tan solo pensar en la palabra, ya me hacía estremecer. ¿Sería estúpido?
En fin, ahora ya no había remedio, ya lo sabía todo.
―Sí, son hermanos de padre ―le ratifiqué de mala gana, dándole un bocado a mi zanca.
―Vaya ―exclamó, pestañeando.
―La madre de Embry es de la reserva de los makah ―empecé a explicarle a regañadientes―, se vino a La Push cuando estaba embarazada de Embry, y, bueno, nunca se sospechó nada de nada, todo el mundo dio por hecho que su padre se había quedado con los makah, incluido el propio Embry. Hasta que él se transformó y se unió a la manada. Entonces, era evidente que su padre tenía que ser de nuestra tribu, y se armó una movida muy gorda, porque sospechábamos del padre de Quil, del padre de Sam y de Billy, y los tres estaban casados en aquella época.
―¿Qué me dices? ―exhaló, sorprendida―. ¿Billy también?
―Sí, pero enseguida se vio que no era él, menos mal… ―suspiré―. En cuanto me marché de la manada de Sam y se comprobó que yo era el legítimo Alfa, ya no hubo dudas. Embry es mayor que yo, si hubiera sido hijo de Billy, el Alfa legítimo hubiera sido él, así que mi viejo enseguida fue descartado ―le expliqué.
―Ah, claro ―se percató.
―Embry exigió a su madre saber la verdad, después de tantos años ya no aguantaba más, le dijo que tenía derecho a saber quién era su padre y todas esas cosas, y finalmente ella cantó.
―Y le confesó que su padre era el señor Uley ―concluyó.
―Exacto. No veas la que se montó después con eso, también ―le pegué otro bocado a mi muslo de pollo, lo tragué y seguí hablando―. Bueno, siempre tuvimos nuestras dudas, pero más o menos todos nos lo esperábamos, Joshua Uley nunca fue un hombre ejemplar, precisamente, tenía todas las papeletas para ser el padre de Embry, pero, en fin, para Sam no dejó de ser todo un marrón, claro.
―¿Y qué ha hecho la madre de Sam?
―Nada. No lo sabe ―le revelé.
―¿No lo sabe? ―inquirió, alucinada.
―Las cosas de la manada se quedan en la manada, es mejor así ―le aclaré―. Además, ella ni siquiera sabe lo que somos, ¿cómo le íbamos a explicar que la chispa de la duda saltó cuando Embry se transformó? Y Sam ha preferido no contarle nada, así que nosotros lo respetamos. No es de extrañar que no quiera hacerlo, sería todo un escándalo en la tribu, y al padre de Sam le costaría el divorcio, seguro.
―Pero ella tiene derecho a saberlo, ¿no te parece? ―rebatió.
―Sí, claro ―coincidí―, pero esto no es asunto nuestro, al fin y al cabo, no debemos meternos en nada. En todo caso, es Sam el que tiene la última palabra.
―¿Y si Embry quiere conocer a su padre? ―siguió―. Bueno, ya sé que conoce a Joshua Uley, pero me refiero a conocerlo más a fondo, como su padre.
―Embry no quiere tener nada con Joshua Uley ―desvelé―. Solo quería saber quién era su padre para quitarse la duda, nada más. Y si te digo la verdad, saberlo ha sido todo un alivio para la manada.
―¿Y para Sam?
―Bueno, este tema ya llevaba rondando bastante tiempo, incluso antes de que tú nacieras, y siempre habíamos intentado dejarlo a un segundo plano para que no interfiriera entre nosotros, pero el runrún siempre ha estado ahí, ¿entiendes? Sam y Quil siempre han estado con la mosca detrás de la oreja, así que cuando Embry se enteró de que su padre era Joshua Uley, a Sam tampoco le pilló por sorpresa. No se lo ha tomado mal, o sea, quiero decir, el que Embry sea su hermanastro lo lleva bastante bien, el problema es el cabreo que tiene con su viejo, pero, bueno, esto ya son cosas suyas.
―Nunca me lo habías contado ―me reprochó un poco.
De pronto, me sentí culpable y todo.
―Ya, perdona, es que… ―¿pero por qué demonios me estaba disculpando? Y el idiota de mí siguió hablando, aunque, eso sí, haciéndome el desganado―. Bueno, verás, Embry nos hizo prometerle a Quil y a mí que no se lo contaríamos a nadie que no fuese de la manada hasta que no se supiese nada, incluidas Claire y tú. Por eso tuve que mantener la boca cerrada. Y resulta que se lo cuento a Billy hace un mes, y el muy cretino te lo casca a ti enseguida ―bufé.
―No te enfades con él, pobrecito ―le defendió, encima―. Solo me lo ha contado a mí, y yo le sonsaqué un poco, la verdad ―confesó, mordiéndose ese precioso labio inferior mientras me miraba con cara de corderito degollado.
Ay, se me caía la baba. Era tan preciosa, tan dulce… Y tan peligrosa para mí…
―Bueno, ya… ya veré qué hago ―refunfuñé, volviendo el careto al frente para no tener que verla.
Se hizo otro momento de silencio en el que las llamas volvieron a cobrar protagonismo. Nos quedaba muy poco para acabar el pollo, así que terminamos de cenar en un tris.
―Bueno, esto estaba rico, ¿a que sí? ―afirmó, limpiándose las manos con una servilleta de papel.
―Sí, no estaba mal, la verdad ―asentí, cogiendo otra servilleta que ella ya me estaba pasando.
―Trae, los platos y los cubiertos sirven para otra vez ―dijo, llevándose mis cosas para limpiarlas con otra servilleta.
Tiró los restos del pollo en una bolsa de papel, después, limpió los platos, los metió en otra bolsa y los guardó en la mochila, en un departamento separado de la ropa. Hizo lo mismo con la lata para no dejar basura en el bosque, y la metió en la bolsa donde había echado los huesos, pero, cuando la iba a insertar en otro compartimento de la mochila, esta se le volcó accidentalmente, desparramándose parte de su contenido.
La ropa y los objetos grandes se quedaron en la boca de la mochila, sin embargo, las cosas más pequeñas se escaparon hacia fuera. Fue entonces cuando la vi.
Era otra de esas piedras de color celeste llena de manchitas negras.
―¿Tú también? ―resoplé, cogiéndola para mirarla―. No me puedo creer que lleves este amuleto, ¿es que están de moda o qué?
―Es bonito ―alegó, quitándomelo de la mano para guardarlo en su mochila de nuevo.
―Bah ―alcé los brazos y me estiré―. No sé cómo creéis en esas chorradas ―y me eché hacia atrás, quedándome boca arriba, con los brazos doblados para que mi cabeza se apoyase en las manos.
Se echó junto a mí, de lado, acomodándose en mi costado. Eso ya hizo que mi corazón se pusiese a saltar como un idiota y que mi estómago se llenase de ese cosquilleo.
―A veces pasan cosas inexp… ―su murmullo se quedó cortado.
Su mano se posó en mi pecho, aferrando un poco mi camiseta para llamar mi atención y que le mirase. El cosquilleo de mi estómago pasó a ser alocado e, irremediablemente, giré el rostro hacia ella para acceder a su petición. Me quedé engatusado por esa belleza, las llamas de la pira se reflejaban en sus ojazos y bañaban su hermoso y angelical rostro en esos colores anaranjados que fluctuaban continuamente. Tuve que respirar bien hondo para centrarme en lo que decía.
―Ayúdame ―murmuró, suplicándome con la mirada.
―A veces… pasan cosas inexplicables ―seguí yo, intentando relajar a mi organismo a la vez.
―Cosas como la mag… ―cerró los ojos y respiró con resignación.
―¿Como la… mag… magia?
Los abrió con rapidez, esperanzados.
―Mira esto ―dijo.
Alzó la mano que reposaba en mi pecho con la intención de ponérmela en la mejilla, pero yo aparté un poco la cara. No quería ver lo feliz que era con ese… desgraciado que me la había arrebatado.
―Confía en mí ―me pidió con un murmullo―. Por favor.
No pude resistirme a esos preciosos ojos implorantes, así que, esta vez, mi mejilla se quedó quieta cuando ella apoyó su mano. Cerré los ojos, preparándome para sufrir una fuerte embestida, una patada donde más duele, pero, para mi enorme asombro, no ocurrió nada.
Abrí los ojos de sopetón para mirarla con ese careto de confusión y perplejidad.
―No… no se ve nada ―declaré en voz alta.
―Estoy hech…
Hech… ¿qué era hech…? ¿Hech… qué?
―No entiendo lo que quieres decirme ―admití, confundido.
―Lo que pasa en los cu… ―sus ojos se cerraron de nuevo, algo desesperados―. Enc… Hech… ―suspiró con desazón.
―Escríbemelo en la tierra ―se me ocurrió, incorporándome un poco para coger uno de los palos.
Ella me agarró para que no lo hiciera. Ni siquiera pudo hacerme una negación con la cabeza, pero sus ojos lo decían todo.
―¿Tampoco puedes escribirlo? ―inquirí, sorprendido.
Sus ojos tuvieron que hablar una vez más para ratificarme que no.
―¿Todo eso te lo hace la telaraña? ¿No puedes contar nada de lo que te pasa, ni usar tu don, ni escribirlo?
Tomó aire para intentar hablar, sin embargo, lo soltó con frustración al no poder hacerlo.
Me mordí el labio, mirando al suelo, pensativo. ¿Cómo podía decírmelo? Tenía que haber una manera. Entonces, se me ocurrió una.
―Ya sé. Nos transformaremos y me lo dirás telepáticamente ―le dije, mirándola.
Su carita también me respondió.
―¿Tampoco? ―parpadeé, perplejo―. ¿Tampoco puedes transformarte?
Claro, ahora entendía que no lo hubiese hecho en La Push cuando nos atacaron esos tres chupasangres.
¿Pero qué era esa mierda que le habían hecho? ¿Qué demonios era esa telaraña que le impedía hacer todas esas cosas? ¿Y quién le haría algo así?
Ya empezaba a sentir el fuego en mi espalda, cuando unas lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas. No, eso sí que no podía soportarlo.
―Hey, venga, no llores ―le calmé―. Yo te ayudaré, ¿vale? Siempre te protegeré.
Llevé mi mano trémula a su hombro para acariciarla, sin embargo, cuando me quise dar cuenta, ella se lanzó a mis brazos, haciendo que me cayese echado. Se puso a llorar en mi pecho, aferrándose con fuerza a mi camiseta.
―Jake… ―sollozó.
Me quedé paralizado por un instante, con el corazón retumbándome en el pecho, ella podía notarlo, desde luego. Menos mal que el intenso hormigueo de mi estómago era algo privado.
Tragué saliva, me obligué a reaccionar y llevé mi dubitativa mano a su cabello. Al principio no me atrevía mucho, pero en cuanto mis dedos rozaron su pelo, todo fue como la seda, nunca mejor dicho. Se deslizaban por esa larga cabellera con total desenvoltura, peinando esos mechones como si el tiempo no hubiese pasado jamás.
Me di cuenta de que estar así, como estábamos en este momento, era totalmente natural, era lo natural, así me sentía ahora, y siempre lo había sido entre nosotros, incluso antes de que ella fuera mi… chica. Volver a pensar en esta palabra hizo que me estremeciera otra vez. Era como si todo siguiese como antes, como tenía que ser. Me sentía tremendamente a gusto. Ella se relajó al instante, parecía sentir lo mismo que sentía yo.
Bajé la mirada y la observé. La observé ahí, entre mis brazos, así es como quería verla para siempre. Recordé lo que Billy me había dicho, todo eso de que este viaje podía ser mi oportunidad para volver a conquistarla. Y, sinceramente, después de lo ocurrido en la habitación de ese motel, de ver que seguía llevando mi pulsera de compromiso y de verla sobre mi pecho como si jamás hubiésemos dejado lo nuestro, parecía haberla.
Un sentimiento que no había tenido antes empezó a abrirse paso por los agujeros que el gusano había abierto en mi cerebro. Ese sentimiento me decía que luchase por ella, lo gritaba, lo chillaba. Me decía que no se la dejase a ese desgraciado, que la recuperase, porque ella siempre había sido mía y solo mía.
Sin embargo, algo enturbió todo esto de repente, algo que se clavó en mi cabeza como un meteorito, y era demasiado importante. No podía olvidar lo que me había hecho, era imperdonable. Aunque, mierda, yo quería volver con ella… Intenté que vinieran a mí aquellos maravillosos recuerdos, olvidar ese pasado oscuro, pero lo único que podía recordar era que me había dejado por otro, y la forma tan cruel con que lo había hecho. Sí, maldita sea, me había tirado como a una colilla. Mi sentimiento de lucha empezó a ser sustituido por otro de rencor y rabia, esa que me había acompañado durante todo este año. Año en el que ella no había aparecido, ni siquiera me había llamado para preguntarme cómo estaba, y resurgía ahora como una seta para pedirme ayuda. Eso era lo único que la interesaba, seguro.
Y eso era lo único que yo iba a hacer: ayudarla y punto. Después, cada uno a su casa.
―Es hora de dormir ―manifesté, incorporándome un poco para que ella se bajase de mi pecho―. Mañana tendremos que madrugar mucho, creo que empezará a nevar al amanecer.
―Sí, claro ―aceptó, apartándose.
Me levanté para dejarle el saco libre y ella se metió dentro, cerrando su cremallera y abrazando a esa dichosa caja metálica como si fuera un peluche.
Me senté en el suelo, frente a la hoguera, y eché más leños. No pude evitar que mis ojos se fijaran en sus escalofríos. Esperé un poco, ya se le pasarían. Pero no, no se le pasaban.
Mierda, genial.
No pude evitarlo. No podía verla así.
Me puse de pie, corrí hacia el primer árbol que rodeaba nuestro pequeño claro y me transformé.
Salí deprisa y me acerqué a ella. Gañí para avisarla y me eché a su lado, arrimándome bien para protegerla con mi pelaje. Ella se pegó a mí y se acurrucó en mi costado, metiéndose entre mi pelambrera. Aferró su mano a mi pelo, inspiró profundamente y sonrió.
―Gracias ―susurró, ya sin escalofríos.
De nada, le contesté yo, bajando la cabeza y enroscándome un poco para arroparla mejor.
Sonrió otra vez y, al poco, se durmió.

Como me temía, los primeros copos comenzaron a caer bien temprano. Mi pelaje ya estaba cubierto por una superficial capa de nieve, pero ella estaba bien protegida por mi cuerpo.
Dormía plácidamente y me daba lástima tener que despertarla, pero no teníamos otra opción. Esto solo era el comienzo de lo que se avecinaba y teníamos que partir ya, antes de que la tormenta de nieve nos alcanzase.
Le metí el hocico por la cara y le di un suave meneo para que se despertase, olisqueándola. Olía tan bien. Se me escapó algún lametón que otro, mierda. Ella se desperezó y abrió los ojos.
―Buenos días ―me sonrió, y me dio un achuchón, abrazándome por el cuello.
Se me erizó un poco la pelambrera de la nuca solo con eso, pero la cosa empeoró cuando metió los dedos por el pelaje de mi cuello para rascarme, porque entonces ya no lo pude evitar y me puse a ronronear como un idiota.
Sí, realmente lo era. Pero solo ella sabía acariciarme así, a ver quién es el listo que puede resistirse a eso.
Se incorporó, quedándose sentada, y se estiró.
―Oh, vaya, está nevando ―se percató, poniendo las palmas hacia arriba para dejar que esos privilegiados copos se derritiesen en ellas.
Venga, vamos, la empujé con el hocico para azuzarla. Cazaremos algo por ahí para desayunar.
―Ya voy, ya voy.
Se levantó y recogió todo ese tenderete. Después, se puso la mochila a la espalda, me eché y se subió a mi lomo, quitándole la poca nieve que había sobrevivido a mi alta temperatura.
Me interné más en ese bosque, buscando presas. No tardé en detectar un grupo de alces.
―Ah, ¿vamos a cazar algo? ―entendió.
Asentí y me eché en el suelo para que se bajase. Una vez que tocó tierra, los dos nos echamos a correr hacia ese grupo de animales, ella también los había detectado. Galopé pegado a ella y, simultáneamente, saltamos hacia dos de los alces, ella a por una hembra y yo a por un macho que estaba malherido. Ambos atrapamos a nuestras presas sin problemas entre aquella estampida que huyó despavorida.
Después de llenar nuestros estómagos, gañí para avisarla y me eché en el suelo para que reanudáramos la marcha.
Pero algo me alertó, haciendo que me pusiera en pie inmediatamente.
¡Jake, demonios, ¿puedes oírme?!, gritó Quil cuando me percaté de sus voces y me conecté.
―¿Qué pasa? ―quiso saber ella, extrañada por mi reacción.
Dime, te escucho, le dije a Quil.
¡Menos mal, tío! ¡Escucha, esos chupasangres que se nos escaparon nos encontraron!
¡¿Cómo?!, bufé con indignación. ¡¿No decíais que los habíais pillado a todos?!
¿Más secretos? Esto era el colmo.
―Jake, ¿qué pasa? ―repitió ella, nerviosa.
¡Bueno, sí, pero era mentira! ¡Oye, ahora no tengo tiempo de explicártelo, estamos luchando con cuatro de los que se nos escaparon de La Push y con otros más que se les han unido aquí!, entonces, me fijé en las imágenes que los ocho pares de ojos me mostraban y me quedé atónito. ¡Como ves, los Cullen nos están ayudando, pero son muchos y un grupo bastante numeroso se ha vuelto a escapar! ¡No sé cómo diablos se han enterado, han debido de estar siguiéndonos, espiándonos o algo, el caso es que Edward los ha descubierto, pero saben dónde os encontráis y los que se escaparon han ido hacia allí! ¡Escucha, podéis sacarles un día de ventaja si os largáis ahora mismo de ahí, eso es lo que calculamos! ¡Pero tenéis que iros de donde estéis ya!
No entendía nada de nada, ellos luchando, los Cullen también luchando… ¿Qué narices era todo esto?
―¡Jake! ―gritó ella, dándome tirones en el pelo para que mirase a un lado.
Giré la cabeza y vi a dos chupasangres saliendo de entre los árboles. Uno tenía una media melena rubia y el otro lo llevaba corto y era moreno. Ni qué decir tiene que ambos iban enteritos de negro.
¡Pues ya tenemos a dos aquí!, le revelé, poniéndome delante de ella automáticamente para protegerla, mientras ya advertía con gruñidos a ese par.
¡No puede ser!, exclamó él, esquivando el ataque de uno de los vampiros. ¡Podíais sacarles un día de ventaja, te lo aseguro!
¡Esos son otros!, aclaró Embry, a la vez que fintaba con otro. ¡De La Push se nos escaparon seis, ¿recuerdas?! ¡Y aquí solamente estaban cuatro de aquellos! ¡Faltan dos que ya se adelantaron!
¡Mierda, han ido a verificar dónde estáis para decírselo a…!, la frase que estaba pensando se quedó en el aire, llena de interferencias.
¡No dejes que se escapen, liquídalos pronto y largaos de allí ya!, siguió Embry. ¡Tienes que llevar a Nessie a esa montaña cuanto antes, Jake!
Fue escuchar eso, y los chupasangres se arrojaron hacia mí sin mediar palabra, aunque sabía de sobra qué era lo que querían realmente. Querían llevársela a ella.
Antes tendrían que matarme a mí.
Me desconecté de la manada para que nada me distrajese.
Rugí con cólera y no dejé que llegasen hasta mi posición, eso era peligroso, si me tumbaban, podrían cogerla, así que yo también me lancé hacia ellos, para alejarles de allí.
Choqué con ambos en el aire y el estruendo retumbó en los árboles circundantes. Noté cómo una de mis costillas se quebraba, pero apreté los dientes para no gemir y aguanté el dolor, sabía que en menos de un minuto estaría completamente curado.
―¡Jake! ―chilló ella, horrorizada, llevándose las manos a la boca.
Los tres caímos en el suelo y fuimos arrastrados por la inercia de la caída unos cuantos metros. El rubiales se levantó súbitamente y saltó para llegar a ella, pero atrapé su pierna con mis fauces en pleno vuelo e impedí que terminara de ejecutar su acción.
De un meneo de cabeza, lo lancé contra el tronco de un árbol, que se partió en dos con un fuerte crujido, mientras me ponía en pie, ya recuperado del todo, y acto seguido me interponía en el camino del otro, que ya estaba arrojándose a ella.
Esta vez lo que crujió fue una de mis patas delanteras.
¡Maldita sea!
―¡No, Jake! ―lloró, apretando los dientes y los puños con fuerza.
Me puse en pie y finté con ese asqueroso chupasangres, medio cojeando con la pata que ya estaba a punto de curarse.
De pronto, el rubiales vino corriendo y me arrojó unos extraños polvos de color dorado brillante.
―¡NO! ―gritó ella con pavor.
¿Qué mierda era eso?
No hizo falta ni que me lo propusiera. Mi poder espiritual se extendió con rapidez y deshizo esos estúpidos polvos como si fuese un insignificante humo.
El moreno y el rubiales se quedaron patidifusos, no parecían creerse lo que acababan de ver. Ilusos…
―El hechizo no le ha hecho efecto ―murmuró el moreno, mirándome atónito.
¿Hechizo? ¿Qué narices era eso del…?
El rubiales no me dejó ni terminar mi pensamiento, el muy cerdo se abalanzó hacia mí sin tregua ninguna y me tiró al suelo, hiriéndome en el costado con un pedrusco que había en el terreno.
¡Mierda!
―¡Jake! ―volvió a vocear ella.
Me pude poner en pie antes de que el rubiales se volviera a lanzar hacia mí para luchar, sin quitarle ojo a la sanguijuela morena tampoco.
De repente, en una milésima de segundo que aparté la vista de él para fijarme en el próximo movimiento del rubiales, escuché un zumbido que pasaba sobre mí como un torpedo rabioso para dirigirse a ella.
¡NOOOO!, rugí con cólera.
Con un movimiento rabioso y enérgico, esquivé el ataque del rubio y le arranqué la cabeza con saña, de una sola dentellada. Me giré instantáneamente hacia ella para hacer lo mismo con el moreno, pero entonces, mis ojos se abrieron como platos.
Mi pulsera de compromiso emitió una luz brillante, podía verla incluso estando tapada por la manga del plumas blanco, y la cubrió con una burbuja de la misma luminiscencia que tendría unos dos metros de diámetro. Vi cómo descargaba una energía de color morado, chispeante como la electricidad, y arrojaba al chupasangres de espaldas sin que ni siquiera llegase a tocarla a ella.
Me quedé de piedra. La pulsera seguía protegiéndola, ¿por qué? Bueno, qué pregunta más tonta, ella siempre la protegería, como yo.
El vampiro quedó tendido en el suelo, medio inconsciente, y con las ropas y el cuerpo quemados, aunque su asquerosa alma malva seguía envolviendo su cuerpo.
No me lo pensé dos veces. Me dirigí hacia él y le machaqué la cabeza.
Ella sacó unas cerillas de uno de los departamentos de su mochila y encendió dos de ellas para arrojarlas sobre los cuerpos, que explotaron en llamaradas. El humo púrpura no tardó nada en ascender hacia el cielo.
No podíamos apagar el fuego, debía consumirse para que terminase con esos chupasangres completamente, pero, mierda, eso era toda una señal de humo, nunca mejor dicho, era una bengala al aire para aquellos chupasangres que ya nos estaban siguiendo y que venían de camino.
―¿Estás bien? ―me preguntó ella, acercándose hacia mí con presteza para acariciarme y mirarme entre el pelaje.
, asentí, frotando su cara con mi rostro lobuno, y no pude evitar que mi garganta emitiera un gemidito sordo. Idiota. Venga, tenemos que irnos de aquí ya, apremié después, pasando de la caricia a empujarla levemente.
―Sí, vamos ―entendió a la perfección.
No había tiempo que perder. Solamente podíamos sacarles un día de ventaja a ese grupo que ya venía hacia aquí si nos largábamos hacia esa dichosa montaña ya.
Me eché en el suelo, se montó en mi lomo, y me alcé para salir por patas de allí.


9 comentarios:

  1. ¡Hola a todos! Soy JACOB&NESSIE ^^

    MUCHISIMAS GRACIAS POR SEGUIR AQUI Y LEERME!!! SOIS LOS MEJORES!!!

    Bueno, me preguntais sobre los Cullen ^^ Este capitulo habra aclarado esa duda, ¿no? jaja.

    **Cathy, majareta es lo mismo que chiflado, loco, tarado, etc ;)

    **andres, los lobos traman algo, claro, ya estuvieron con los Cullen en La Push y es evidente que lo saben todo ;) Estan haciendo todo lo posible para que Jake este a solas con Nessie, pero tb estan con los Cullen para guardarles las espaldas ;) Bueno, espero que ya hayas leido el capi de hoy antes de leer esto, jaja.

    Tranquilos, la dosis de calentura llegara pronto, jajaja.

    Espero que os guste el capi!!! Muchas gracias a todos por leerme y decirme esas cosas tan bonitas!!

    Lametones para todos!!!!

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  2. Amiga JACOBNESSIE .... cada capítulo es más emotivo y emocionante!!!! Que inspiración!!! definitivamente SENSACIONAL!!!! Y no te imaginas lo que me cuesta esperar al día siguiente para saber como continúa todo.... JAJAJAJAJAJA!!!

    Gracias!!! espero con ansias el siguiente capítulo!!!

    Anita de Venezuela

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  3. Gracias por la aclaracion y por el capitulo increíble como siempre ya no puedo esperar al próximo pero lo haré. Eres grandiosa y tus libros sensacionales gracias y espero leer sobre algún tierno beso entre Jake y Nessie pronto.
    Saludos y sigue así
    Cathy

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  4. este capitulo muy hermoso....en cada capitulo jake como se esta dando cuenta mas cuando la pulsera de nessie la protegio..ya se ve que es una de las tantas luchas que habra,,,,sensacional este capi...la mejor autora...salu2 mañana espero el siguiente...con expectacion...

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  5. ayyy, definitivamente no puedo esperar hasta mañana para saber que pasara! estoy realmente ansiosaa! jaja El capi increible como siempre! Mucha fuerza para seguir escribiendo! B E S O S =)

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  6. Buen capitulo..me he reido bastante ,pues yo tambien pense esa bolsa parece la de mary poppins y despues leerlo me a dado mucha gracia..jaja...me encanta como poco a poco se va dando cuenta jake de las cosas.....
    eres muy buena...escribes maravillosamente

    gracias


    elsa

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  7. Definitivamente increíble como siempre, ya creo que Jake cederá ante la belleza y el amor de Nessie solo espero que sea pronto jaja :). No nos hagas esperar mucho ya quiero que sea martes para leer dos capis en fin tratare de mantenerme cuerda para entonces ya k me dejaste con la imaginación al 100 :}.
    Sigue así un beso:• :) Kiara

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  8. Ahh... :( otra vz nos djaron a mdias, pro eso fue xq el hechizo c fortalecio (m rfiero a cuando Jake staba sintiendo eso d krer plear x Nessie ii d rpnt el renconr volvio a atacarlo) quiere dcir q cada vz q Jake mpieze a cntir las ganas d volvr con Ness el hechizo va a ntrar n acción????????
    Bueno un capi gnial como siempre ii no puedo sprar para q l romanc entre Jake ii Nessie tome forma***
    Kisses dsd México

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  9. A este capitulo si que me dejo sin palabras malditos chupasangres que bueno que los mataron!
    -.-'
    A como es que Jake no se da cuentaa!! D:
    Me encanto el cap esoty esperando mas ya estoy bien enganchada! Y otra vez felicitaciones por como escribes! simplemente genial!! :D
    Besos

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