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miércoles, 10 de agosto de 2011

NUEVA ERA. CAPITULO 66: SI TENGO QUE ELEGIR UN ÚLTIMO DESEO, LO TENGO MUY CLARO



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NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA. PROFECÍA")
Para leer este fic, primero tienes que leer "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, y "Nueva Era I. Profecía". Si no, no te enterarás de nada 😉


CAPITULOS:

PARTE UNO: COMIENZO:

RENESMEE:


JACOB:

57. ESTO ES EL HOTEL DE LOS HORRORES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-57-esto-es-el-hotel.html
58. NO TE IMAGINAS LO DESESPERANTE QUE ES LA ESPERA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-58-no-te-imaginas-lo.html
59. SÍ, VALE, NO SÉ DE QUÉ ME ASUSTO YA, PERO ES QUE ESTO ES DEMASIADO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-59-si-vale-no-se-de.html
60. ESTÁ MÁS QUE CANTADO LO QUE VA A PASAR AQUÍ: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-60-esta-mas-que.html
61. ¡NO, MALDITA SEA! ¡NESSIE, NO VAYAS!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-61-no-maldita-sea.html
62. HONOR (PARÉNTESIS RENESMEE): http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-62-honor-parentesis.html
63. CUANDO CREÍAS QUE YA NO IBA A PASAR NADA PERO, VA Y SUCEDE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-63-cuando-creias-que.html
64. ¡JA! ¡CHUPAOS ESA!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-64-ja-chupaos-esa.html
65. ¡ASÍ QUE ESTO ES LO QUE QUERÍAS, ARO!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-65-asi-que-esto-es.html


SI TENGO QUE ELEGIR UN ÚLTIMO DESEO, LO TENGO MUY CLARO


―¡No lo entiendo, Edward! ¡¿Por qué tenemos que esperar a mañana?! ―protesté, enérgicamente―. ¡Ahora ellos tendrán tiempo de pensar en alguna estrategia!
―Lo sé, pero nosotros también ―alegó, confiriéndole a su voz un tono comedido y estudiadamente sosegado.
―¿Nosotros? No sé qué estrategia vamos a pensar ―dudé, siguiendo con mi paseíllo, cabreado y nervioso, mientras me metía la mano entre el pelo―. Ese medallón tiene mucho poder, mucho ―me paré frente a él y le miré a los ojos―. No te imaginas la magia negra que desprende, es… espeluznante, me pone los pelos de punta ―y volví a mover mis pies para dar otra caminata―. Si hubiéramos seguido la batalla, ellos no tendrían estrategia, y hubiésemos tenido una oportunidad. Pero ahora… Ahora conocen nuestros puntos fuertes y débiles, y tendrán tiempo de pensar en algo para hacerles frente. En cambio nosotros no hemos visto casi nada de lo que puede hacer ese maldito medallón.
―Jake, tranquilízate ―me rogó Nessie, agarrándome del brazo para que parase de una maldita vez.
Sí, lo sé, lo sé, estaba histérico y tenía que relajarme, pero, ¿cómo iba a hacerlo? Ahora los Vulturis contaban con su ejército de chupasangres llenos de dones, otro ejército de gigantes inmortales, los cinco magos más poderosos del mundo, otros tres que iban a hacer lo que Aro quisiese y un medallón que desprendía esa maléfica magia negra por sus 360 grados. Sí, como para relajarme, vamos.
―Todo saldrá bien, Jacob ―afirmó Edward, que, cómo no, estaba al tanto de todo lo que pasaba por mi inquieto tarro―. Tú eres más poderoso que todo eso junto, lo sé.
―Y una mierda ―mascullé, parándome en seco para mirarle de nuevo―. Ya has visto lo que emana ese medallón ―le recordé, señalando con el dedo a aquella lejana zona que ni siquiera se veía, donde habíamos estado luchando.
Él lo había visto a través de mí, así que no me viniera con cuentos ahora.
―Tú eres más poderoso que todo eso ―insistió, observándome con una confianza y una respetabilidad que me sorprendió un poco.
―Claro que sí, eres el Gran Lobo ―secundó Nessie, poniéndose frente a mí―. Y ya sabes lo que dice la profecía.
La profecía, la profecía… Dichosa profecía.
―Eres un rey. Y reinarás en nuestro mundo ―siguió Sam; otro que me miraba con el mismo careto. Guay.
―Todos tenemos fe ciega en ti, tío ―declaró Seth―. Sabemos que eres mucho más poderoso que todos esos chupasangres y magos juntos. ¿Verdad? ―les preguntó a los demás.
―Por supuesto ―sonrió Emmett, cruzando los brazos a modo de matón.
―Pues claro, todos pensamos igual ―asintió Quil.
―Bueno, fe ciega no sé ―intervino Rosalie, mostrando una sonrisita insolente―. Todavía eres un poquito torpe.
―No estoy de humor, rubia ―le contesté, malhumorado.
―Últimamente nunca lo estás. Qué aburrimiento ―suspiró, ladeando la cara con petulancia.
Entrecerré los ojos para dedicarle una pequeña mueca.
―¿Qué pasa? ¿Es que no confías en ti? ―inquirió Nessie, mirándome con esos ojitos dulces que eran capaces de ablandar hasta un diamante.
Genial. ¿Cómo iba a decirle que no? Eso la preocuparía aún más.
―No es que no confíe, es que… No sé, me da muy mala espina ―reconocí, mordiendo mi labio inferior. Después, observé a mi manada durante un par de segundos―. Escuchad, el que quiera irse puede hacerlo ahora. Algunos de vosotros estáis imprimados, os esperan en casa ―vivos, pensé―. Paul, quizá tú…
―¡Ni hablar! ―protestó, dejando caer los brazos a ambos lados con enfado―. ¡Mi deber es ayudar a la manada!
―Pero yo sé que para ti Rachel…
―Rachel es lo primero para mí, pero ella está bien, está segura en La Push, y yo estoy tranquilo por eso, no lo estaría si no fuera así ―me cortó, ahora un poco más relajado―. En cambio la manada me necesita, tú me necesitas, y no pienso fallaros. Además, como dijo Seth, confío en ti al cien por cien, sé que saldremos de esta.
Yo no estaba tan seguro…
―Estoy totalmente de acuerdo ―le acompañó Jared―. Yo quiero quedarme.
―¿Y tú, Sam? Emily y los niños te esperan en casa ―le dije.
―Yo también me quedo ―declaró, alzando la barbilla con esa honorabilidad de siempre.
El resto de imprimados asintió para apoyar la decisión.
―Venga ya, no seas tan muermo, Jacob ―resopló Leah―. Nos quedamos y punto.
Mi nariz dejó escapar un resollado inconforme. Si a alguno de ellos le pasara algo… Si a los Cullen, si a Nessie le pasara algo…
―Tal vez lo mejor sería que todos aprovechásemos para pirarnos de aquí… ―pensé en voz alta.
―No sabía que eras un cobarde ―espetó Ryam de pronto.
Mi rostro se giró súbitamente y le fulminé con la mirada. Aunque no fui el único. Toda mi manada le miró con cara de malas pulgas.
Como había hecho en la celda, había soltado eso por la bocaza sin ni siquiera mirarme. Seguía apoyado en ese árbol, observando algo a un lado como quien no quiere la cosa. Idiota.
―¿Cómo has dicho? ―mascullé, apretando los dientes.
―Jake… ―murmuró Nessie, ya poniéndome su mano todavía fría por la transformación en el torso por si tenía que pararme.
―¿Quieres que nos larguemos de aquí? ¿Que huyamos como cobardes? ―siguió, por fin girando el careto hacia mí.
Imbécil. No era por mí por quien lo había dicho. Yo no quería huir como un gallina, pero si yo me iba, el resto lo haría conmigo, ya no tendrían esa estúpida excusa del honor para conmigo, el respeto y todo eso. Y sobre todo, Nessie también se vendría conmigo, con lo cual estaría a salvo. En cambio, si me quedaba, todos lo harían.
―Idiota. Si fuera por mí, ahora mismo estaríamos luchando con ellos ―afirmé, enfadado―. Era yo el que quería quedarme, ¿recuerdas?
―De todas formas, marcharnos ahora tampoco sería la solución ―terció Carlisle, usando su tono comedido de siempre―. Quizá conseguiríamos escaparnos de aquí, pero los Vulturis nos encontrarían tarde o temprano y no solo nos darían caza a nosotros, todas las personas inocentes de nuestro alrededor, de vuestra tribu, correrían un grave peligro.
―Esos serían capaces de devastar toda La Push como venganza ―intervino Emmett.
Se me puso el pelo de punta solamente con oír eso.
―Yo no he dicho que quiera huir, solo era una ocurrencia ―dejé claro.
―Alice, ¿ves algo? ―le preguntó Doc.
Esta se frotaba las sienes sin parar al tiempo que arrugaba ese menudo rostro blanco como la cal.
―Es imposible ―suspiró, agotada por el esfuerzo―. Ese medallón debe de estar interfiriendo, así que no puedo ver nada. Además, creo que Aro está utilizando la influencia de Varick.
―¿Y tú no viste nada en la mente de ese decrépito? ―quise saber, dirigiéndome a Edward.
―Su mente no mostraba ninguna posible estrategia, estaba demasiado impresionado y fascinado por el poder que ese medallón le va a dotar a partir de ahora ―explicó con un gesto grave.
Nessie tembló y yo cogí su fría mano para tranquilizarla.
―¿Y si llamamos a Ezequiel? ―se me ocurrió―. Tal vez él sepa algo sobre ese medallón y pueda ayudarnos.
―Se nos han agotado las baterías del móvil ―dijo Bella, que mantenía su mano amarrada a la de Edward―. Ninguno de nosotros dispone de teléfono.
―A nosotros también se nos han agotado ―reveló Esme.
―Yo tampoco tengo batería ―se unió Nessie, mordiéndose ese precioso labio con preocupación.
―Como para venir a Volterra con el cargador, ¿verdad? ―rio Em.
Miré a mis hermanos de manada, los cuales hicieron unas negaciones con la cabeza.
―Genial, pues ninguno de nosotros ha traído su móvil ―resoplé.
―Pues no hay que salir de casa sin el móvil ―opinó Ryam, otra vez mirando a no sé dónde.
―Verás, cuando vamos a una guerra no solemos llevarlos encima, ¿sabes? ―le aclaré, confiriéndole a mi voz un tono ácido.
―Jake, tengo sed ―nos interrumpió Nessie, dándome suaves tirones de la mano para que le atendiese a ella.
Seguramente también era para desviar mi atención de ese pesado de Ryam. Por supuesto, lo consiguió, mis ojos no tardaron nada en dirigirse a ella para quedarse en ese hermoso rostro.
―¿Quieres ir a cazar o prefieres tomar la sangre que te ha traído Doc? ―le pregunté.
―Creo que será mejor que cace algo. Es mejor que deje todas las reservas de sangre posibles para la batalla.
No me gustaba. No me gustaba nada que ella estuviese allí mañana. Si ya no me había gustado que hubiese estado hoy, mañana mucho menos.
Nessie tiró de mi mano y obligó a mis pies a que comenzasen a andar, sin darle tregua a mis pensamientos.
―Después hablaremos de lo de mi brazo ―dijo Jasper, que ya lo tenía en su sitio, pero que no le había sentado nada bien que no lo hubiese estado.
Glups.
―Sí, vamos a cazar ―y me coloqué delante de mi chica para tirar yo de ella.
Nessie soltó una risilla y empezamos a galopar, cogidos de la mano.
No tardamos mucho en alejarnos de allí. Esas momias de los Vulturis y toda su chusma se habían pirado hacia el este para esperar a mañana, y todos nosotros lo habíamos hecho hacia el oeste, con lo que esos fósiles se encontraban bastante lejos de nosotros. No me hubiera fiado ni un pelo si no fuera porque Doc afirmaba rotundamente que los Vulturis no faltarían a su palabra y que mantendrían esta pequeña tregua hasta la mañana siguiente. Así que más o menos estaba tranquilo, lo bastante como para fiarme e irme de caza con Nessie a solas.
Mi chica enseguida detectó unos efluvios y unos rápidos latidos de corazón. Nos dirigimos hacia allí deprisa y, entre los árboles, vimos a esa manada de ciervos. No se lo pensó dos veces. Soltó mi mano y se abalanzó hacia ellos a una velocidad vertiginosa. Cuando quise darme cuenta, sus manos y su dentadura ya sostenían a uno de ellos para asfixiarlo con rapidez. El pobre animal se retorció y luchó por su vida durante un instante, pero Nessie era muy efectiva, rápida, y el ciervo sufrió lo menos posible.
Me acerqué allí, dando un paseíllo, y me senté a su lado.
―¿Quieres? ―me ofreció de broma.
―No, gracias ―le respondí con retintín, sonriéndole.
Soltó otra risilla y empezó a succionar la sangre del animal.
Vaya, sí que tenía sed, porque tragaba como una loca. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero en un santiamén dejó seco al ciervo y su cuerpo volvió a ser cálido y medio humano. Su efluvio pasó de oler igual que el mío a adquirir sus aromas de siempre, esa fragancia suya tan dulce que me embriagaba por completo.
―¿Ya?
―Sí ―sonrió, palmeando su barriga.
―Hay que ver cómo tragas ―me burlé, poniéndome de pie.
Extendí los brazos para ayudarla a levantarse.
―Tenía sed ―se defendió, cogiendo mis manos.
―Ya lo veo, ya ―reí, tirando de ella.
Dejé libre una de sus manos y comenzamos a pasear por ese bosque nocturno.
Ninguno de los dos habló. El silencio reinaba en ese boscaje mediterráneo en el que solo se oían esos sonidos de la noche. Los búhos, los grillos y las ranas de ese lago cuyas orillas estábamos empezando a recorrer cantaban su particular melodía.
Mi cabeza no dejaba de dar vueltas, se me iban a freír los sesos, de tanto pensar. Toda la responsabilidad pesaba sobre mí, toda. Maldita sea, todos esperaban que yo llegase y mi poder espiritual hiciese ¡bum!, y problema resuelto. Pero yo no sabía utilizarlo bien y, sí, diablos, tenía que reconocerlo, no sabía si mi poder sería suficiente para vencer a ese espeluznante medallón. El tema estaba realmente chungo, lo teníamos muy crudo. Mierda, ¡mierda!
―Te veo muy intranquilo, ¿pasa algo?
Las palabras de Nessie hicieron que regresase del infierno con rapidez. Genial, Jake, ahora ella estaba más preocupada.
No me había dado cuenta, pero nos habíamos detenido.
―No, cielo, no te preocupes. Todo va bien ―disimulé, curvando mi labio hacia arriba todo lo que pude.
―No me mientas, te conozco demasiado ―protestó, frunciendo el ceño para adoptar esa expresión tan adorable―. Sé que las cosas no van bien y que tú estás muy preocupado.
Suspiré, llevándome la mano al pelo de mi frente.
No quería preocuparla, pero estaba claro que mentirle a Nessie era misión imposible. Para empezar, me conocía demasiado bien, como ella había dicho.
―Ese medallón me da muy mala espina ―confesé, bajando la mano de nuevo.
―Tienes que confiar en ti ―murmuró, alzando su mano para acariciar mi mejilla―. Yo confío plenamente en ti ―y sus ojos se clavaron con resolución en los míos.
Su don me mostró justo lo que decían sus palabras. Ante ella se presentaba un colosal lobo bermejo, fuerte, protector, poderoso…
No tiré tan fuerte de su mano, pero Nessie aprovechó ese pequeño empujón para aferrar su brazo a mi cuello y arrimarse a mí. Notar su frente tan pegada a la mía y la calidez de su cuerpo hizo que todo mi organismo se llenase de ese chisporroteo de siempre, y mis manos se aferraron a su cintura automáticamente. La energía empezó a fluir a nuestro alrededor, girando y girando.
―Te quiero ―susurré, frotando nuestras frentes―. Te quiero con toda mi alma.
―Yo también te amo con toda mi alma ―musitó.
Su mano pasó a mostrarme algo bien distinto. Probablemente lo estaba haciendo sin darse cuenta, olvidando por completo que su suave palma seguía en mi rostro. Ahora me estaba mostrando lo mucho que me deseaba, lo mucho que me amaba. No pude evitar jadear ante tales sentimientos, eran demasiado fuertes, eran demasiado parecidos a los míos. Idénticos.
Su deseo era un sentimiento tan profundo e intenso, que electrizaba todo mi cuerpo, lo atravesaba de pies a cabeza, recorriendo todas las partes de mi organismo. El ambiente se llenó de tensión sexual enseguida, casi se podía sentir su electricidad revoloteando en el aire. La respiración de Nessie ya se agitaba en mi boca, acompasando a la mía, y su mano dejó mi mejilla para descender por mi pecho con calma. Dios, me encendí como una mecha, era inevitable. Estar así con ella era un regalo.
De pronto, me dio por pensar en algo, algo incipiente que azotó mi mente con precipitación, algo que estaba ahí todo el tiempo. Y era una incertidumbre demasiado intensa, demasiado. ¿Y si era la última vez que estábamos así? ¿Y si no había más momentos como este? ¿Y si ya no había un mañana para nosotros?
Caer en esto tan de repente fue como un disparo a bocajarro. Entonces, sentí la urgente necesidad de tenerla entre mis brazos, de sentir su piel, de sentir su calidez. Lo necesitaba. Necesitaba amarla, acariciarla, besarla, entregarme a ella por última vez, pero también necesitaba su calidez, su dulzura, su amor, en este momento tan frío, sucio y devastador como era esta asquerosa guerra. Si mañana tenía que morir, ella era mi último deseo.
No hicieron falta palabras. Nessie alzó la vista y sus sensuales y hambrientos ojos ya me lo dijeron todo.
Los dos unimos nuestros labios y comenzamos a besarnos con pasión. Fue cuando supe que ella sentía lo mismo que yo: esta puede que fuese la última vez que hiciéramos el amor. Eso hizo que mi determinación subiera hasta las nubes. Ahora ya no dudaba ni un ápice, me entregaría a ella completamente, entregándole mi alma, por última vez.
Bajé mis manos hasta su espalda más baja y la apreté contra mí con un movimiento seguro y decidido. Ambos jadeamos con más fuerza.
Sus manos acariciaron mi torso como solo ellas sabían hacerlo, eso me ponía a cien. Sí, yo era suyo, todo suyo, Nessie lo sabía. La energía subió de nivel y se revolvió a nuestro alrededor, como un tornado. Sus sedosas y cálidas palmas se deslizaban por toda mi piel, recorriendo cada uno de mis estremecidos músculos, mientras nuestras bocas exhalaban el aliento y se besaban sin descanso y nuestras lenguas se enredaban frenéticamente, buscándose con auténtico fervor. ¡Uf! Mis pantalones estaban a punto de reventar.
Caminé hacia ella, obligándole a ir hacia atrás, hasta que su espalda se topó con el tronco de un roble. Sus manos se despegaron de mi pecho cuando le quité la chaqueta, para ayudarme a sacar sus brazos, y pasaron a acariciar mis hombros y mi nuca después, entremezclándose con mi pelo; las mías se fueron hacia los botones de su ceñida blusa para desabrocharla.
Esos botones eran bastante pequeños para mis dedazos, y eso me hacía ir más despacio. Se la hubiera abierto de un tirón, si no fuera porque esta blusa y esa chaqueta eran la única ropa que tenía aquí para cubrir la parte superior de su cuerpo. Y la chaqueta solamente tenía un lazo que se anudaba arriba, así que no me quedó más remedio que ir botón a botón hasta que por fin conseguí desabrochársela.
Pero ya no perdí el tiempo. Una vez que le quité la blusa, ayudado por sus brazos de nuevo, la despojé de su sujetador, desenganchando el cierre de su espalda.
Metí la mano por el cabello de su nuca y empecé a besar todo su cuello. Sus manos se perdían por mi pelo y mi espalda con frenesí y sus jadeos subieron de intensidad, pero pasaron a ser gemidos en toda regla cuando mi boca y mi lengua comenzaron a disfrutar de sus generosos pechos, que ya estaban totalmente excitados. Sus piernas se abrieron y su cuerpo se frotó con el mío para saciar un poco su deseo. Eso ya me volvió loco del todo.
No sé ni cómo pudimos, pero nos deshicimos del resto de su ropa. Todo cayó al suelo y ella lo apartó a un lado, empujándolo con el pie. Mientras seguíamos besándonos con locura, llevé mi mano más allá de su vientre y la bajé del todo. Sus gemidos y movimientos me lo anunciaron, pero mis dedos ratificaron que ya estaba más que preparada para recibirme.
Nessie desabrochó mi pantalón y consiguió bajármelo un poco. Me sentí muy liberado con esto, ya no aguantaba más. Mis pantalones rozaron mis piernas cuando se cayeron en la hierba del terreno.
Ya se iba a agachar, pero la detuve, poniéndole mis manos en sus hombros. No tenía tiempo para eso, tenía que tomarla ya. La cogí en brazos y la tumbé sobre la hierba, en un montículo que me pareció bastante mullido y cómodo. Ella me entendió a la perfección, cómo no, y sus sensuales ojos eran el reflejo puro de la excitación que mis ansias de poseerla le producía. Sabía que esto la volvía loca. Sus piernas abiertas ya eran toda una invitación y una provocación.
Me acomodé entre las mismas, pero no me uní a ella todavía, aunque me moría por hacerlo. Primero quería observarla bien, puede que fuera la última vez que la viera de este modo, que viera su preciosa desnudez de diosa, que la viera así, entre mis brazos. Deslicé la mano por su vientre, sin dejar de observar su cuerpo, su luminosa piel de seda. Su boca volvió a jadear con intensidad, como la mía, y subió de volumen cuando mi mano llegó a sus senos.
No podía dejar de sentirme el hombre más afortunado del mundo por poder tenerla, por poder tocarla, acariciarla, como me había sentido cuando mis dejos rozaron sus labios y su cuello por primera vez.
Acerqué mi rostro al suyo y la besé con toda mi alma, sabiendo que esta quizá fuera la última vez que pudiera besarla de este modo. Sus labios acompasaron a los míos, sintiendo lo mismo, y llevé mi mano a su sien para acariciar su angelical rostro. Unas lágrimas brotaron por sus ojos cerrados y se deslizaron por ambos lados de su cara, mojando las yemas de mis dedos.
Separé mi boca de la suya para hablar, algo preso de esta estúpida emoción, pero solo dejé un centímetro entre nuestros labios.
―Que quowle ―susurré a duras penas―. Para siempre.
―Te amo ―musitó ella con un hilo de voz.
Sequé sus lágrimas con mis dedos.
―Siempre estaremos juntos. Pase lo que pase, yo siempre estaré a tu lado.
Mi espalda fue presa de sus manos, que me arrimaron más a ella.
―Tómame ya ―me suplicó con un estimulado susurro que rozó mis labios con avidez.
No esperé más.
Me uní a ella muy despacio, dejando que su cuerpo se fuese adaptando a mí poco a poco. No quería hacerla daño, aunque ella parecía un molde hecho a medida para mí y sabía que estaba más que preparada. Pero también quería sentirla bien, sentir su húmedo y caliente bajo vientre abrazándome, acogiéndome, dejándome entrar en lo más profundo de su ser. Sus manos se aferraron a mi pelo mientras me internaba en ella, con un ansia desmedida, suplicándome que ya lo hiciera completamente. Su gemido de placer acompañó al mío cuando por fin la penetré del todo, y sus dedos ya se mezclaron con mi cabello con auténtico fervor.
Mantuve nuestros labios juntos, no quería separarme de los suyos jamás. Ella era lo que más amaba del mundo, todo lo que ansiaba, la deseaba hasta la locura, ella era mi último deseo en este mundo. Sus mejillas empezaron a encenderse mientras mi cuerpo se movía dentro del suyo a conciencia, y sus estimulados jadeos y gemidos, ver cómo ella se estremecía de ese modo y sentía ese placer por mí, me excitaban aún más, haciendo que la intensidad de la energía que nos rodeaba fluyera con más pasión.
Me desprendí de ella un poco, pero no del todo, lo justo para sentir que parte de mí todavía era suya. Eso la volvía loca, y a mí también. Sus ansiosas manos bajaron hasta mi espalda más baja y sus dedos se clavaron en mi piel para empujarme hacia dentro de nuevo. Cuando lo hice, ambos gemimos más alto.
A partir de ahí, los dos perdimos la poca cordura que nos quedaba del todo y el fuego se desató, envolviéndonos junto a esa energía mágica y frenética.

Ya había avisado a Sam de que no íbamos a aparecer por allí en toda la noche, pero la cosa se nos estaba alargando un poco más de la cuenta. Nuestra intención era dormir algo, a solas, pero ahora quedaba muy poco para que la luz morada del alba comenzara a aparecer por ese horizonte arbolado. Los grillos y las ranas que habitaban ese lago seguían acompasándonos con su particular concierto musical, aunque creo que los búhos y demás aves nocturnas ya hacía rato que se habían callado. Creo, porque todo yo estaba en otras cosas más importantes.
Una vez más, noté cómo esa energía frenética explotaba del todo y cómo mi alma se unía a la suya, fundiéndose en una sola, volando juntas. Sentí cómo todo su bajo vientre palpitaba, esos intensos y alocados espasmos y convulsiones que también me apretaban a mí… Y entonces, ya me dejé llevar del todo, entregándome a ella completamente. Gemimos en nuestros labios y sus uñas se hundieron en la piel de mi espalda para que no me separase de ella nunca, aunque mis dedos también se clavaron en sus caderas con furor.
Nos quedamos quietos, con los rostros y nuestros cuerpos aún unidos, con su pecho pegado al mío. Nessie se encontraba sentada sobre mí. Su dulce y cálido aliento todavía se mezclaba con el mío agitadamente, pero volví a besarla. No me cansaba nunca, podía estar horas y horas así, besándola, dejando que mis privilegiados labios rozasen a los suyos, tan sedosos y dulces, dejando que la energía no se disipase jamás. Llevé mi espalda hacia atrás, apoyándola en el tronco de ese árbol bajo el que estábamos, y ella me acompañó para no dejar de besarme.
Ninguno de los dos quería que esto se terminase, ninguno quería parar, pero, maldita sea, para nuestra desgracia la madrugada era más que incipiente, así que ambos nos obligamos a despegar nuestros labios por primera vez en toda la noche. Nos miramos a los ojos para comernos un poco más y terminamos dándonos un beso corto. Pero acto seguido nos dimos otro. Y otro. Y otro. Y otro…
―Nessie… ―susurré, curvando mi labio hacia arriba.
―No quiero que se acabe… ―ronroneó en mi boca con otra sonrisa.
Y yo tampoco quería.
―Pero dentro de poco va a amanecer ―murmuré entre beso y beso, siguiendo el hilo de mis pensamientos―. Dentro de poco tendremos que volver con los demás.
Su boca volvió a despegarse de la mía. Me miró, frunció los labios en una línea y suspiró.
―Sí, tienes razón ―asintió, suspirando otra vez.
Se desprendió de mí y mi cuerpo se quedó huérfano. Hoy parecía que se quedaba más huérfano que nunca. Se medio aovilló sobre mis piernas y se acurrucó en mi pecho, mimosa. La rodeé con mis brazos y la apreté contra mí, dándole un beso en la coronilla.
Esta vez sí que escuché mejor la suave melodía que todavía nos ofrecía ese bosque oscuro. También pude prestar atención al chapoteo de los peces que se atrevían a salir a la superficie para zamparse algún mosquito, y a ese arrullo de las ranas, que saltaban de hoja en hoja para terminar metiéndose en el agua. Pero en lo que más se fijaron mis oídos fue en el latir de su corazón. Este latía tan cerca del mío, podía sentir sus palpitaciones en mi pecho, mi propia piel vibraba con su repiqueteo. Esta tranquilidad se sentía extraña en estas circunstancias. Parecía increíble que dentro de unas pocas horas nos fuéramos a enfrentar a esa guerra tan peligrosa.
Apoyé la cabeza en el tronco, cerré los ojos y tragué saliva. Dios, no quería que este corazón dejase de latir nunca. Sin embargo, sabía que Nessie jamás se iría de aquí sin mí, que quería luchar conmigo, a mi lado. Por un momento se me pasó por la cabeza pedirle que se marchase si veía que la cosa se ponía fea, pero iba a ser inútil decírselo. Ella jamás me abandonaría aquí. Pero había una cosa que ella no podría evitar. Ella jamás me dejaría aquí, a no ser que yo se lo ordenase. Y eso es lo que iba a hacer. Nessie no podría desobedecer mi voz de Alfa, así que se lo ordenaría. Le ordenaría que se alejase y que salvara su vida.
Despegué mi cabeza del árbol y la observé. Parecía muy a gusto entre mis brazos, protegida. Llevé una de mis manos a su frente y le quité los pelos de la misma para despejarla.
―Jake ―me llamó de pronto con un suave murmullo.
―Dime.
―Ese medallón es muy poderoso, ¿verdad? ―quiso saber.
Seguí pasando los dedos por su cabello.
―Sí ―reconocí.
Se hizo un momento de silencio que se llenó de incertidumbre y un incómodo temor.
―¿Crees que Razvan, Nikoláy y Ruslán podrían ser clones otra vez? ―cuestionó ahora.
―No, esta vez no lo son ―afirmé con seguridad.
―¿Cómo lo sabes? ―su rostro subió para mirarme y yo bajé el mío para hacer lo mismo.
―El ojo del medallón no se movía cuando te saqué de esa iglesia de Bulgaria, y ellos no emanaban esos vahos gris oscuro que vi hoy ―le revelé.
―Entonces, ¿ese medallón es el de verdad?
―Claro, si no, ¿por qué Aro se iba a tomar tantas molestias en conseguirlo? ―le contesté, murmurando las palabras para que no sonasen tan peligrosas―. Además, se puso muy contento cuando lo consiguió.
Nessie miró al infinito y mordió su precioso labio inferior, como si hubiese caído en algo. Luego, alzó el rostro y me miró de nuevo, aunque esta vez sus pupilas estaban teñidas de una preocupación especial.
―Aro quiere llevarte a Volterra, y usará ese medallón. Tienes que tener mucho cuidado ―me advirtió, incorporándose un poco para llevar sus manos a mi rostro―. Jane me dijo que la intención de los Vulturis era atraparte.
―Sí, algo escuché en tus pensamientos ―recordé.
―Creo que pretenden conseguirlo con ese medallón ―su voz tembló al final de la frase.
―Tranquila, cielo, no lo conseguirán ―afirmé con toda la seguridad que pude, aunque no lo estaba tanto, la verdad―. Soy el Gran Lobo, ¿recuerdas?
Sonreí para calmarle, pero entonces, fue ella la que clavó esa mirada segura en mí.
―Yo confío en ti al cien por cien ―reiteró, llevando sus manos a mi cuello―. Tú eres mucho más poderoso que ese medallón, lo sé. No sé qué es lo que pretende Aro, pero está muy equivocado. La profecía dice que tú reinarás en nuestro mundo, que la larga dictadura erigida por los Vulturis se verá rota, y que ningún otro bebedor de sangre, ningún otro ser, tendrá el suficiente poder para revocarte, y también dice que tú serás invencible. Aro no podrá cambiar eso jamás.
Su confianza y ese orgullo con el que hablaba me subieron algo la moral, tengo que reconocerlo. Pero el peligro que se avecinaba dentro de unas horas estaba ahí, no podía negarlo. Y era un peligro que nos amenazaba a todos, cosa que no me gustaba ni un pelo.
Aun así sonreí para agradecer sus intentos de ánimo y la besé en los labios durante un breve instante. Sí, instante que se me hizo demasiado breve, todo hay que decirlo.
―Gracias ―murmuré en sus labios.
―Todo saldrá bien, ya lo verás ―sonrió.
Genial. Resultaba extraño que fuera ella la que me tuviera que animar a mí, pero así era.
Nessie inspiró el efluvio de mi cuello, volvió a acurrucarse en mi pecho, sonriendo de felicidad, y rodeó mi torso con sus brazos para apretarse contra mí.
Sí, este momento era muy feliz. Una burbuja de felicidad en este fango de barro en el que estábamos metidos hasta las cejas. No quise desperdiciar este momento con malos pensamientos, así que decidí disfrutarlo al máximo.
―Luego tendremos que darnos un baño en ese lago ―dijo, riéndose.
―En cuanto amanezca ―sonreí yo.
Y el bosque volvió a abrazarnos con su música nocturna.

4 comentarios:

  1. encantador que al fin tuvieran un momento juntos aunq nop muy tranquilos ojala y todo se resuelva.....:)

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  2. muy bueno este capi...lo mejor...que bueno que tuvieron su momento de intimidad....espero que se resuelva y los vulturis pierdan y ese medallon destruido....sos la mejor segui...sos talentosa...salu2 proximo capitulo...mañana

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  3. Me dejaste sin palabras INCREIBLE como siempre. Espero que en la batalla no haya bajas, quisiera saber si por medio de la telepatía de los lobos no pueden llamar al mago bueno ya sabes con los lobos que se quedaron en la Push. Y que buena foto la de hoy en realidad las de siempre.
    Saludos de Kiara

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  4. buen capitulo , como siempre, ....
    gracias
    elsa

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