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NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA. PROFECÍA")
Para leer este fic, primero tienes que leer "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, y "Nueva Era I. Profecía". Si no, no te enteraras de nada 😉
CAPITULOS:
PARTE UNO: COMIENZO:
RENESMEE:
48. EXTRAÑO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/este-es-el-segundo-capitulo-de-hoy-para_26.html
JACOB:
52. HAY QUE VER LAS VUELTAS QUE DA LA VIDA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-52-hay-que-ver-las.html
53. DIOS, ESTO ES PARA TIRARSE UN TIRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-53-dios-esto-es-para.html
54. ¡¿Y AHORA ME PIDE ESTO?! INCREIBLE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/07/nueva-era-capitulo-54-y-ahora-me-pide.html
55. CUANDO UNO LE VE LAS OREJAS AL LOBO...: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-55-cuando-uno-le-ve.html
56. NEGOCIANDO CON LOS HERMANOS MARX: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-56-negociando-con.html
57. ESTO ES EL HOTEL DE LOS HORRORES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-57-esto-es-el-hotel.html
NO TE IMAGINAS LO DESESPERANTE QUE ES LA ESPERA
Dejé a Nessie en el suelo,
sin dejar de besarnos en ningún momento, y ella enseguida acomodó sus brazos
alrededor de mi cuello para arrimarme su cuerpazo. Mis manos no pudieron evitar
aferrarse a su cintura para pegarla más a mí mientras nuestros labios se comían
mutuamente.
Dios, este no era ni el
sitio ni el momento más adecuado para esto, lo sé, pero ninguno de los dos
podía parar ya.
Cuando quisimos darnos
cuenta, la energía que fluía a nuestro alrededor comenzó a volverse loca y
nuestras bocas jadeaban incesantemente entre todos esos besos consecutivos,
incesantes, besos que pasaron a ser más y más apasionados, hasta que ya rozaron
la locura. Entonces, nuestras lenguas pasaron a formar parte de ese juego,
saboreándose la una a la otra con fervor.
¡Uf! La cosa estaba que
ardía.
Le quité la chaqueta hacia atrás, ayudado por sus impacientes brazos,
los cuales regresaron a mis hombros y a mi nuca para acariciarme con ansia, y
empecé a desabrocharle esa blusa de color azul marino que se le ceñía tan bien
a ese escultural pecho que ya me moría por probar.
No llevaba ni cuatro botones, cuando alguien picó a la puerta con unos
toques fuertes y contundentes.
Ambos despegamos nuestras bocas, sobresaltados, aunque nuestros
bronquios seguían agitados y nuestras frentes juntas.
―Mierda, ¿quién será?
―mascullé, girando levemente mi careto hacia la puerta y haciendo que la frente
de Nessie pasase a apoyarse en mi sien.
Los golpetazos volvieron a
sonar.
―¿Quién es? ―pregunté,
malhumorado.
La puerta se abrió y la
rubia canija apareció tras ella. Automáticamente, Nessie se agarrotó y clavó
sus dedos en mi piel para que no me separase de ella. Los ojos de la Pitufina
casi se salen de su sitio cuando nos vio.
―¿Se puede saber qué
quieres? ―inquirió Nessie, enfadada.
―Como tú pediste, vengo a
quitarle los grilletes y el collar ―anunció, alzando la barbilla con
arrogancia.
Resoplé al escuchar la
palabra collar, porque la pronunció con un matiz que no me hizo ni pizca
de gracia.
―Pues dame la llave, ya se
lo quito yo ―dijo mi chica, despegándose de mí para acercarse a ella.
―Mis órdenes son que se lo
tengo que quitar yo ―respondió la canija con petulancia, aprovechando esa
separación para esquivarla rápidamente con el fin de colocarse frente a mí.
Oh, oh. Eso no le iba a
gustar nada a Nessie. Y, efectivamente, mi chica corrió como un bólido para
interponerse antes de que a mí me diese tiempo a abrir la bocaza.
―No te atrevas a tocarle
―masculló, apretando los dientes con ira contenida.
―Para quitárselo, tengo que
tocarle ―contestó la Pitufina, entrecerrando esos ojos rojos de rata.
Las muelas de Nessie no se
resquebrajaron de milagro, pero sus manos ya empezaron a ser presas de ese
conocido temblequeo.
Esto no me gustaba ni un
pelo. Esta arpía podía hacerle mucho daño si se cabreaba, y, encima, yo no me
podía transformar para protegerla. No hasta que no me deshiciese de este
incómodo cordón. Lo mejor era dejar que me quitase todo esto, cuanto antes lo
hiciera, antes se piraría de aquí. Eso evitaría un más que posible
enfrentamiento.
―Está bien ―accedí yo,
rabiado. Agarré a Nessie por los brazos con delicadeza y le di la vuelta para
que me mirase. Así lo hizo. Clavé mis ojos en los suyos, que correspondieron
del mismo modo―. Escucha, cielo, no va a pasar nada, ¿vale? ―le calmé, hablándole
entre murmullos―. Me quitará esto y se largará de una vez.
Nessie se quedó en silencio
dos segundos, observándome no muy conforme. Pero finalmente suspiró y accedió.
―Eso espero ―sentenció,
llevando sus preciosos ojazos hacia la Pitufina para clavárselos con
advertencia.
Esta situación no me
gustaba, por supuesto, pero tenía que reconocer que Nessie estaba realmente
sexy cuando se ponía celosa.
Suspiré y me puse a su lado,
alzando las muñecas boca arriba para que la rubia canija me quitara los
grilletes.
Nessie se inclinó un poco, a
la defensiva, y la Pitufina sonrió con arrogancia.
―Venga, ¿a qué demonios
esperas? Quítame esto de una maldita vez ―protesté, hundiendo el ceño sobre los
ojos.
Mis palabras parecieron
surtir algo de efecto en ella, que me miró con tirantez, y metió la pequeña
llave en el cerrojo de cada grillete para abrirlos. Antes de que sus asquerosas
manos llegaran a mis muñecas, las aparté y yo mismo me los quité, tirándolos
sobre un estrecho escritorio de madera maciza que hacía juego con el camastro.
El sonido metálico del golpe disimuló algo su rabia, aunque pronto ese frío
semblante pálido se transformó en otro de seguridad que no me gustó nada. Y a
Nessie tampoco, ya que se agachó otro poco más.
―A ver qué vas a intentar
―masculló, otra vez apretando los dientes.
―Tengo que quitarle el
collar ―afirmó la rubia canija, elevando su labio hacia arriba.
Podía sentir cómo la ira se
iba apoderando de mi mujer como un rayo.
―Pues date prisa ―le exigí
yo.
Sin borrar esa estúpida
sonrisa de la cara, alzó los brazos y llevó sus congeladas manos hacia mi
cuello. Tuve que agacharme un poco para que esa serpiente llegase. Noté el
tacto de sus gélidas y grimosas yemas cuando le dio la vuelta al cordón para
buscar el cierre. Vale, genial, Nessie estaba a punto de explotar. Metió la
minúscula llave en lo que parecía ser una abertura y, por fin, abrió ese
dichoso cordón metálico.
Pero, entonces, cuando ya
estaba levantando mis manos para quitarme dicho cordón, ella lo retiró,
acariciando mi piel a su paso con esos dedos de hielo.
No le dio tiempo a más, y a
mí tampoco, la verdad.
―¡Te he dicho que no le
toques! ―gritó Nessie de repente, empujándola con las dos manos, furiosa.
Lo estaba tanto y la fuerza
de su embuste fue tal, que los pies de la Pitufina se vieron obligados a dar
unos pasos hacia atrás para no caerse de espaldas. Y eso que Nessie fue capaz
de controlarse y no se había transformado. Pero ahí no acabó la cosa. Cuando la
rubia canija se irguió súbitamente, frunciendo el ceño hasta abajo mientras
machacaba las muelas con rabia, y se fue hacia delante de nuevo para encararse
con ella, Nessie le arreó un bofetón en todo el careto que se notaba que le
había salido de lo más profundo del alma y que hizo que la cabeza de la enana
se ladeara, para gran estupefacción de la golpeada y mía. Sí, me quedé con la
boca colgando, sinceramente. El sonido del impacto de su mano contra la pétrea
mejilla de la vampiro resonó en toda la habitación, creo que incluso en parte del
pasillo.
Pero la Pitufina se dio la
vuelta velozmente y entornó sus ojos con más que odio, preparándose para
atacarla sin cuartel.
―¡NO! ―voceé, lanzándome
sobre ella con cólera.
No sé cómo lo hice, pero mi
mano se aferró a su delgado cuello de niña pequeña y la estampé contra la
pared, apresándola de ese modo contra el paramento.
Sus ojos rabiosos oscilaron
para clavarse en los míos, sin embargo, no me torturó. Se quedó pegada a la
pared, sin resistirse ni oponerse a mi apresamiento, sonriéndome con una
repugnante sonrisa de placer que a punto estuvo de hacerme vomitar. Nessie se
dio cuenta de esto también y se acercó como una bala.
―¡Deja de mirar así a mi
marido, te lo advierto! ―le chilló, lanzándose a ella.
Interpuse mi brazo y Nessie
se quedó clavada en el sitio.
La rubia canija la observó,
entrecerrando los ojos otra vez, aunque sin borrar esa sonrisa de la cara.
―Si siente un solo
hormigueo, juro que te mataré aquí mismo ―le advertí, lleno de odio.
Sus ojos se movieron hacia
los míos de nuevo.
―Antes te atacaría yo a ti
―afirmó con encopetamiento.
―Ahora puedo transformarme,
y si eso ocurre, te arrancaré la cabeza de una sola dentellada sin que tú
puedas hacer nada para impedirlo ―aseguré con voz ronca, clavándole una mirada
extremadamente agresiva y amenazadora.
Su repulsiva sonrisa se
esfumó de sopetón.
―La guardia…
―Me importa una mierda la
guardia y toda la chusma que se mueve por aquí ―gruñí, cortando su alegación―.
Puedo deshacerme de todos, incluidos tus queridos Vulturis, sin moverme del
sitio. Jamás olvides eso.
Su tenso semblante infantil
se quedó observándome con rabia y resignación durante un rato, pero ya no dijo
nada más.
Mi mano se aflojó y la
solté.
―Ahora pírate de aquí y no
vuelvas a interrumpirnos ―concluí sin apartar mi amenazadora vista de ella.
La rubia enana volvió a
curvar su labio con arrogancia, despegó su espalda de la pared y se marchó de
la habitación, dedicándole una última mirada a Nessie, la cual gruñó entre
dientes.
En cuanto la puerta se
cerró, mi chica comenzó un paseíllo nervioso por el dormitorio mientras su mano
se metía por el pelo que nacía de su frente.
―Vamos, cielo, no te enfades
―le pedí, acercándome a ella.
Sus pies se plantaron
delante de mí, me clavó esos ojazos, que ahora estaban enojados, y me puso la
mano en la cara, seguramente para que la Pitufina no escuchase nada.
Las imágenes comenzaron a
discernirse y se mostraron rápidas y confusas, cambiando de unas a otras sin
control y con rabia, empezando por cuando había detectado el olor de esa arpía
furcia, como ella la llamaba en su mente, en mi piel hasta las escenas que
acababan de acontecer ahora mismo. Todo iba y venía súbitamente y con un
sentimiento de fondo que me delataba a las claras lo enfadada que estaba. El
asqueroso olor de la rubia canija volvió a tener su acto de presencia en las
imágenes y se mezclaron con otros pensamientos en los que mi chica suponía lo
que la Pitufina me había hecho. Y suponía bien, claro, sus suposiciones no
distaban nada de lo que había pasado. Abrí mi pico para contestarle, en un
intento de calmarla, pero Nessie pasó rápidamente a otra escena. Esa en la que
yo tenía acorralada a la Pitufina en la pared e interponía mi brazo para que
ella no se abalanzase sobre esta. La rabia tiñó todas las imágenes.
―Venga, preciosa, lo hice
para protegerte ―me defendí, hablándole con un cuchicheo para que los
chupasangres que seguro había alrededor vigilándonos oyesen lo menos posible.
Otras imágenes comenzaron a
emerger. En estas salía ella en su estado de casi vampiro completo dándole una
verdadera paliza a la canija.
―Sabes que eso no hubiera
ocurrido así.
Ahora salía la Pitufina
electrizándole con sus rayos x.
―Exacto.
Retiró la mano de mi mejilla
y miró a un lado, aún enfadada. Suspiró, volvió su hermoso rostro hacia mí otra
vez, frunciendo ese adorable ceño, y pegó su mano a mi cara una vez más.
Entonces, me mostró cómo le
había molestado que la rubia canija me hubiese tocado, pero pude percibir que
le había molestado más el no poder vengarlo.
Dejó mi rostro de nuevo y se
dio la vuelta, cruzándose de brazos y dándome la espalda para mirar a la pared.
―Vamos, no te enfades
conmigo ―le imploré entre murmullos, acercándome a ella por detrás. Apoyé las
manos en la pared, de modo que ella quedó en el hueco de entre mis brazos―. Te
repito que lo hice para protegerte. Ya sé que eres muy fuerte cuando te transformas
y que sabes mucho de lucha y de defensa personal, pero esa chupasangres puede
acribillar a cualquiera con una sola mirada, ¿entiendes? No es por ti, es que
ella es muy poderosa. Incluso puede freírme a mí cuando estoy en mi forma
humana.
Ya lo había comprobado, por
desgracia.
Nessie suspiró, aunque esta
vez más tranquila.
Aproveché para pegarme a
ella del todo. Retiré su cabello para despejar un lado de su cuello,
llevándoselo hacia su otro hombro. Pude sentir cómo se estremecía solo con ese
roce de mis dedos. Apoyé la mano de nuevo en la pared, llevé mi frente a su
sien y le susurré al oído, haciendo que su respiración y su corazón empezasen a
cambiar de ritmo.
―No tienes que vengarte de
nada, porque esa canija jamás podrá tocarme otra vez, te lo prometo ―posé mis
labios en su oreja y seguí susurrándole al oído. Sus brazos se fueron
desanudando poco a poco hasta que cayeron a ambos lados, sus párpados se
cerraron y su respiración empezó a transformarse en suaves jadeos con cada
palabra que mi boca exhalaba―. Sabes que mi piel solamente te pertenece a ti,
nena. Cada milímetro, cada poro, te pertenece a ti. Sabes que yo soy solo tuyo,
y lo seré eternamente.
Giró su rostro lentamente,
uniendo nuestras frentes, y volvió la mitad de su cuerpo para llegar mejor a
mí.
―No es de ti de quien
desconfío ―afirmó con otro susurro, rozando mis labios con los suyos.
―Lo sé. Pero confía en mí,
te prometo que no volverá a posar ni uno de sus dedos en mi piel ―juré con un
bajo murmullo, que fue lo único que conseguí que mi garganta emitiera.
Ambos unimos nuestros labios
del todo y comenzamos a besarnos con efusividad. Nessie se dio la vuelta
completamente y rodeó mi cuello con sus brazos a la vez que yo lo hacía con su
cintura para pegarla a mí.
La temperatura ya empezaba a
subir hasta arriba, pero estaba claro que aquí no podíamos hacer nada de nada.
Apestaba a chupasangres por todos sitios, tanto, que ese ácido asqueroso se te
metía por la nariz y resultaba insoportable, y era evidente que teníamos
vigilancia en los pasillos, una vigilancia que era constante y que, encima,
podía escuchar hasta el más mínimo movimiento. Maldita sea. No es que a estas
alturas de la vida fuésemos vergonzosos, y estábamos casados, así que podíamos
hacer lo que nos diese la gana, por supuesto, pero eso de tener oyentes
resultaba de lo más incómodo. Además, la situación no era la más adecuada, y
los dos estábamos demasiado preocupados por Bella y el resto como para poder
olvidarnos de ellos, nos sentíamos un poco culpables por disfrutar de esto.
Bueno, vale, no teníamos ninguna culpa y tampoco arreglábamos nada por no hacer
el amor, pero ese absurdo o lógico sentimiento se hizo notar y ambos terminamos
soltando nuestras bocas. Eso sí, nos costó lo nuestro, como siempre, porque
seguíamos deseándonos con toda el alma.
Después de recuperar el
aire, conseguí hablar.
―Mierda ―mascullé, frotando
su frente con la mía.
―Lo sé ―asintió ella,
haciéndose eco de todos mis pensamientos para compartir la misma opinión―. Yo
también me siento igual.
Ambos suspiramos.
―No nos queda más remedio
que esperar en este agujero ―suspiré de nuevo―. ¿Qué te parece si nos tiramos
en esa cama un rato? ―le propuse, subiendo mis manos hasta su rostro para
acariciárselo.
―Vale ―sonrió.
Nos dimos un beso corto y
nos separamos, cogiéndonos de la mano. Nos dirigimos a ese camastro y,
entonces, se me ocurrió una idea, así que me detuve a los pies del mismo.
―Espera ―dije, soltando su
mano momentáneamente.
Y la llevé junto con la otra
hacia el lazo que sujetaba la redecilla en lo alto de la cama.
―¿Qué haces? ―rio.
―Así tendremos más intimidad
―afirmé mientras ya lo desataba y dejaba caer esa cortina blanca.
―¿Aquí? ―volvió a reír.
―Sí, ahí dentro tendremos
más intimidad, ¿vale? ―insistí con una sonrisa, agarrando su mano de nuevo para
que se viniera conmigo al interior de ese espacio imaginariamente cerrado a cal
y canto.
―Vale, si tú lo dices…
―aceptó mi ocurrencia, soltando una risilla.
Abrí esa cortina y me
arrastré por el colchón, tirando de ella. Me tumbé en la cama, boca arriba, y
ella hizo lo mismo, acomodándose en mi costado mientras yo ya levantaba el
brazo para rodear su hombro. Le di un beso en la frente y ella apoyó su mejilla
en mi pecho a la vez que sus dedos comenzaban a desfilar por todo mi torso,
jugando con las formas del mismo. Eso me ponía todo el vello de punta.
Ahora estábamos a solas
en ese pequeño e íntimo habitáculo delimitado por la gasa de la cortina, que lo
rodeaba todo, y el colchón de ese enorme camastro. Este era bastante cómodo, la
verdad, aunque apestaba a chupasangres por todas partes.
Nos quedamos un rato en
silencio, en el que mis dedos comenzaron a meterse entre su preciosa melena
para peinarla, hasta que, de pronto, a Nessie se le escapó otra risita.
―¿Qué pasa? ―le pregunté,
bajando mi rostro para mirarla con una curva dibujada en mi boca; esta se había
contagiado con su risa.
―Me estoy acordando de la
cara que puso esa canija cuando le arreé ese bofetón ―y se rio con más malicia.
No pude evitar reírme yo
también al recordarla.
―Sí, la verdad es que le
arreaste una buena bofetada ―sonreí, mirando al techo de nuevo.
―Se la tenía bien merecida
―afirmó, apretándose más contra mi cuerpo.
―Se quedó a cuadros ―reí
otra vez.
―Sí ―coincidió, acompañando
mi risa.
Se hizo otro mutismo que
sirvió para que termináramos de reírnos. Luego, me fijé en esa mano que
acariciaba mi pecho con esa delicadeza y dulzura que me volvía loco.
―¿Te has hecho daño en la
mano? ―quise saber, cogiéndosela para examinarla.
―Un poco ―reconoció, aunque
curvando sus labios hacia arriba con satisfacción―. Pero ha merecido la pena.
Entrelacé sus dedos con los
míos y la llevé a mis labios para que la besasen. Después, bajé el rostro para
dejar que mis pupilas se enganchasen a las suyas, que ya me estaban observando
cuando ella había alzado su hermoso rostro.
―¿Mejor? ―susurré, pues es
lo único que me salía al perderme en sus preciosos ojos angelicales.
Sí, lo eran. Ella era un
ángel.
Nessie parecía sentir lo
mismo.
―Sí, mucho mejor ―susurró
también, anonadada.
Se incorporó un poco más,
medio apoyándose en mi torso, y, sin dejar de mirarme a los ojos, soltó mi
mano. Comenzó a pasar sus sedosos y cálidos dedos por mi rostro, que la miraba
completamente embobado, reflejando sin tapujo alguno lo que me hacían sentir
sus yemas. Deslizó esos dedos por mi frente, pasando por mi sien, y los llevó
hasta mi mejilla. Todas sus caricias me volvían loco, el hormigueo de mi
estómago era tan intenso, que a punto estaba de hacerlo estallar, de la
emoción.
―Estaba muy preocupada por
ti ―susurró sin que sus ojazos se despegasen de los míos.
Necesité de unos segundos
para volver al planeta Tierra.
―Y yo por ti ―confesé con un
frágil murmullo.
―¿Por mí?
―Sabía que estarías muy
preocupada. Y tampoco sabía si os habían cogido a vosotros también.
―Pues ya has visto que no
―me sonrió con esa dulzura suya, aunque acto seguido esa sonrisa se
desvaneció―. Pero sí que estaba muy preocupada.
―Ahora ya estamos juntos ―le
tranquilicé, peinando su cabello―. Y nadie va a volver a separarnos.
―No lo han hecho para
separarnos ―declaró sin dejar de acariciar mi rostro―. Eso solo fue una
consecuencia de su plan que ya tenían en cuenta.
―¿Cómo? ―inquirí sin
comprender.
―Cuando te cogieron en el
bosque, mi pulsera no vibró ―reveló con un murmullo.
―¿Es que ha dejado de
funcionar? ―pregunté, extrañado.
―No, tranquilo, funciona
perfectamente ―aseguró, y su rostro se torció en una mueca de enfado―. Funcionó
muy bien cuando esa canija te acosó. No dejó de vibrar en ningún momento. Y cuando
está ella, no para ―resopló.
―Entonces funciona bien, sí
―afirmé.
Suspiró para pasar al tema
de antes.
―Le he dado muchas vueltas
durante el viaje hasta aquí y he llegado a la conclusión de que te atraparon
sabiendo que mi familia y yo vendríamos corriendo a buscarte. Te querían a ti,
por supuesto, pero también a nosotros.
―¿Estás diciendo que yo
solamente fui un cebo?
―No. El que más les interesa
eres tú, claro, eres demasiado poderoso, pero nosotros también podemos serles
útiles, supongo ―explicó.
―Sí, así pueden manejarme
mejor, claro ―caí, confiriéndole a mi tono un poquito de acidez―. Saben que yo
haría cualquier cosa por ti, pero también que no dejaría que le hiciesen daño a
ningún miembro de tu familia.
Me rechinaron los dientes.
Ahora veía las cosas más claras. Y tendría que tener mil ojos para con Nessie,
los Cullen que estaban aquí y mis lobos. Esos viejos decrépitos y pasados de
rosca no tendrían ningún reparo en utilizar a cualquiera de ellos para
chantajearme o sobornarme, y eso no lo permitiría jamás, sobre todo con Nessie.
―No sé si sería por eso,
pero podría ser ―coincidió, llevando sus dedos a mi frente de nuevo.
―No dejaré que te utilicen
ni te hagan daño ―afirmé, mirándole a los ojos con determinación―. Escucha, en
esa batalla no quiero que te separes de mí en ningún momento, ¿de acuerdo?
Quiero que estés a mi vista todo el tiempo, y no quiero que luches.
Sus dedos dejaron de
acariciar mi rostro.
―Jake ―protestó, frunciendo
ese adorable ceño.
―Quiero que te defiendas si
alguien te ataca, aunque yo estaré pendiente de ti todo el tiempo y eso no
sucederá ―seguí―. Pero no quiero que tú te lances a por ningún chupasangres, es
demasiado peligroso.
―No puedes estar pendiente
de mí todo el tiempo ―rebatió―, eso te haría bajar la guardia. Y yo sé
manejarme bien, confía en mí.
―Ya, ya sé que sabes luchar
bien, no estoy dudando de tus habilidades.
―¿Ah, no? Pues eso parece ―y
sus finas y perfectas cejas bajaron más.
―No, claro que no. Sé que
eres muy buena ―reconocí―. Es solo que…, bueno, tengo que protegerte,
¿entiendes? Eso de que una de esas sanguijuelas pueda herirte, me pone enfermo.
―Yo siento la misma pulsión
que tú, no lo olvides ―alegó, ahora levantando sus cejas. Entonces, sus dedos
volvieron a pasar por mi frente y su voz volvió a sonar dulce―. Yo tampoco
soporto que pueda pasarte nada, pero confío en ti, confío en tu fuerza y en tu
poder. Y me gustaría que tú hicieras lo mismo conmigo y me dieras un margen de
confianza. Además, no soy tonta. No pienso despegarme de ti en ningún momento,
estaré bajo tu protección continuamente.
―¿Me lo prometes? ¿Me
prometes que no te separarás de mí?
―Te lo prometo ―asintió ya
con una sonrisilla triunfal.
Genial. ¿Por qué siempre
conseguía convencerme?
Suspiré, rindiéndome a lo
inevitable.
―Gracias ―sonrió otra vez,
acercando su rostro para darme un beso corto.
―Solo defenderte ―maticé.
―Sí, solamente lucharé para
defenderme ―y su sonrisa se amplió.
―Eres demasiado rápida para
mí ―reí―. Siempre consigues manejarme.
―Armas de mujer.
―Sí, debe ser eso ―admití,
riéndome de nuevo.
Ambos nos reímos, aunque su
sonrisa se esfumó pronto. Me clavó esos ojazos de nuevo y me habló entre
susurros.
―Yo tampoco quiero que te
pase nada ―dijo, rozando sus yemas por mi mejilla―. Eres lo que más me importa
del mundo.
Sus dedos descendieron y
llegaron a mis labios. Deslizó sus yemas por mi boca con suavidad, poniéndome
todo el vello de punta. Me erguí levemente y sujeté su espalda para ayudarla a
invertir nuestra postura, de modo que ella se quedó boca abajo y yo me recosté
a su lado, un poco sobre su cuerpo. Su respiración empezó a agitarse cuando
llevé mis labios a su oído.
―Que quowle… ―susurré.
Su boca soltó un suave jadeo
al sentir mis cálidas palabras en su oído y sus manos se instalaron en mi
espalda.
Repasé su oreja con mi
lengua, lentamente, y después lo hice con su lóbulo, mordiéndolo con suavidad.
Sus jadeos subieron de tono y sus manos comenzaron a recorrer mi piel. Yo
también me estremecía con sus caricias, con esa respiración. Dejé su lóbulo y
pasé a reptar por su cuello, rozándolo con mis labios, besándolo con
delicadeza.
―Jake… ―jadeó, aferrando sus
dedos a mi pelo.
Mi boca también respiraba
frenéticamente, pero la contuve lo suficiente para que no se dejara llevar
demasiado y conseguí que siguiera acariciando la sedosa piel de su cuello con
calma. Alzó la barbilla cuando la llevé por su garganta. La deslicé suavemente,
recorriendo ese tramo, y Nessie volvió a bajar su rostro al pasar a besar su
mandíbula. Ascendí otro poco y llegué a sus labios, que me recibieron con
efusividad.
Madre mía, esto ya se estaba
calentando otra vez.
Los jadeos subieron de tono
y nuestras bocas empezaron a entrelazarse con más pasión, dejándose llevar por
esa energía electrizante que ya nos rodeaba sin remedio. Pero, maldita sea, esa
minúscula parte de mí que todavía no se había vuelto irracional del todo no
podía dejar de acordarse de que nos encontrábamos en este hotel de los
horrores, de la situación que hacía que siguiéramos en este antro maloliente,
de Bella, Edward, Alice y Jasper, incluso me acordé de Ryam, él seguía
encerrado en esa celda. Mierda, mierda, ¡mierda! Y, encima, los Cullen que
estaban aquí y mis hermanos estarían preocupados, dándole vueltas a la cabeza
sin parar, mientras nosotros estábamos a punto de montárnoslo. Genial, Jake. Me
di cuenta de que Nessie estaba pasando por lo mismo que yo en cuanto los dos
nos obligamos a parar y despegamos nuestros labios antes de que la cosa ya
fuera imparable.
Nuestros ojos se encontraron
y su mirada me ratificó lo que había supuesto, aunque ella también sabía lo que
yo estaba pensando.
―No puedo quitármelo de la
cabeza ―se lamentó, aún respirando agitadamente.
―Lo sé, yo tampoco ―exhalé,
apoyando mi frente en la suya.
Ambos tomamos aire para
recuperarnos, aunque tuve que separarme de su cuerpazo para poder centrarme del
todo. Me eché boca arriba de nuevo y ella volvió a acomodarse en mi costado. Le
di un beso en la frente y nos quedamos callados una vez más. El silencio que
quedó era tan mudo, que los oídos parecían haberse taponado para ser sordos
completamente. Si no fuera por el ritmo que marcaban nuestros corazones,
juraría que me había quedado sordo como una tapia.
―Estoy muy preocupada por
mis padres y mis tíos ―murmuró Nessie, rompiendo ese mutismo extraño, mientras
sus yemas se deslizaban por mi pecho como antes.
―Yo también, pero no te
preocupes. Todo saldrá bien ―le calmé, pasando los dedos por su pelo de nuevo―.
Seguramente estarán mejor de lo que pensamos, saben cuidarse muy bien.
Nessie alzó el rostro y me
miró con unos ojos llenos de preocupación que se me clavaron en el corazón.
―¿Y vosotros? No me gusta
que vayáis a esa guerra ―siguió con la voz rota―. Ahora Paul debería de estar
con Rachel, y Sam ya tiene hijos… Si les pasase algo yo no podría volver a
mirar a sus mujeres a la cara…
―Para ―le corté, bajando el
rostro para mirarla y poniendo mis dedos sobre esos carnosos labios que me
moría por comer―. Ya les has oído, si vienen es porque quieren. Para ellos es
un honor, ¿entiendes? Sería peor que no viniesen, te lo aseguro.
―Pero hay tanta gente en
peligro…
―Todo saldrá bien, ya lo
verás ―murmuré, pasando a acariciar su hermoso rostro―. No quiero que te preocupes
tanto, ¿vale? Vamos a rescatar a tus padres y a tus tíos y volveremos pronto a
casa.
Sus ojitos se quedaron fijos
en los míos durante un instante y luego los cerró para asentir mientras dejaba
exhalar un suspiro. Apoyó su cabeza en mi torso otra vez y siguió con esas
suaves caricias que hacían que todo el vello de mi cuerpo se volviese loco.
―Echo de menos un poco de
normalidad en nuestras vidas ―suspiró.
―Sí, yo también ―le
acompañé.
Y ese silencio sordo se hizo
presente otra vez, envolviéndonos en una incómoda burbuja que hacía vacío en
nuestros oídos.
Sí, solo podíamos esperar.
Desesperante.
hermoso capitulo.....pobre jake y nessie....no pueden hacer nada....y esa arpia de jane...ja.....dispuesta a enfadar a nessie...bueno sos la mejor eso no lo dudes...mañana espero los capis x2 ja nos vemos....salu2
ResponderEliminarPobresillos! enserio ya les hace falta un poco de paz y tranquilidad y que puedan disfrutar plenamente de su amor! ojalá que eso pase pronto! jeje muchas gracias por seguir compartiendo tu hermoso talento con nosotros! Mucha fuerza para seguir escribiendo! B E S O S =)
ResponderEliminarWow... Me encanto como siempre eres una gran escritora y cada capitulo es indescriptible. Quisiera saber si continuaras con otro libro me encantara leerlo.
ResponderEliminarSaludos de kiara
Buena cachetada...jaja...se lo merecia por tentona ( que quien ? no lo querria tocar verdad!!!) buen capitulo
ResponderEliminargracias
elsa
Todavia no lei el cometario pero ya solo con la imagen de Jake arriba.. Se merece un 10. _:P
ResponderEliminarAAawwwwwwww... Me voy a soñar ya vengo! xD
Sol*
Ja! escribi cualqiera. no era comentario. sino el capitulo. xD Estoy Zombi de nuevo.
ResponderEliminarUn capitulo mas y me voy a acostar! :)
oye esa historia perrtenece a otra escritora, asi que eseo que la estes publicando con su permiso ya que es de su popiedad
ResponderEliminarhttp://nessiejacobfans.blogspot.com/
ResponderEliminarella es la que ha publicado la misma historia no se si eres tu o ella a del plagio pero si es ella es ueno que avises o hagas aglo para detenerlo
Hola!!
EliminarUf, qué susto me llevé al principio!! xDD Pero te lo aclaro ahora mismo ;) Yo soy la autora de esta historia, como verás, tengo los registros puestos arriba del todo. Mi nombre es Tamara Gutiérrez Pardo, eso se puede comprobar con el número de registro ;) Además, tengo todos los documentos que pueden certificarlo, aunque si te metes en SaveCreative e introduces los códigos que menciono, verás que no miento. El blog que me pones efectivamente tiene mi historia publicada porque yo les envié los libros y les di mi permiso para que los publicaran, si te fijas, ponen mi nombre y dicen que la cuelgan con mi autorización, además, las fotos de las portadas también incluyen mi nombre, incluso he dejado varios comentarios allí (aunque como anónimo, porque entonces no tenía cuenta de blogspot) ;)
De todas formas, muchísimas gracias por avisarme y por dejar tus comentarios!!!! Ojalá todo el mundo hiciera lo mismo, así se evitarían muchos plagios. De todo corazón, GRACIAS!!! Espero haberte aclarado la duda ;)
Lametones!!!!