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miércoles, 3 de agosto de 2011

NUEVA ERA. CAPITULO 58: NO TE IMAGINAS LO DESESPERANTE QUE ES LA ESPERA



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NO DUDEIS EN DEJAR VUESTROS COMENTARIOS, PREGUNTAS, ETC, YO CONTESTARE A TODO GUSTOSAMENTE ^^




NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA. PROFECÍA")
Para leer este fic, primero tienes que leer "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, y "Nueva Era I. Profecía". Si no, no te enteraras de nada 😉


CAPITULOS:

PARTE UNO: COMIENZO:

RENESMEE:


JACOB:



NO TE IMAGINAS LO DESESPERANTE QUE ES LA ESPERA

Dejé a Nessie en el suelo, sin dejar de besarnos en ningún momento, y ella enseguida acomodó sus brazos alrededor de mi cuello para arrimarme su cuerpazo. Mis manos no pudieron evitar aferrarse a su cintura para pegarla más a mí mientras nuestros labios se comían mutuamente.
Dios, este no era ni el sitio ni el momento más adecuado para esto, lo sé, pero ninguno de los dos podía parar ya.
Cuando quisimos darnos cuenta, la energía que fluía a nuestro alrededor comenzó a volverse loca y nuestras bocas jadeaban incesantemente entre todos esos besos consecutivos, incesantes, besos que pasaron a ser más y más apasionados, hasta que ya rozaron la locura. Entonces, nuestras lenguas pasaron a formar parte de ese juego, saboreándose la una a la otra con fervor.
¡Uf! La cosa estaba que ardía.
Le quité la chaqueta hacia atrás, ayudado por sus impacientes brazos, los cuales regresaron a mis hombros y a mi nuca para acariciarme con ansia, y empecé a desabrocharle esa blusa de color azul marino que se le ceñía tan bien a ese escultural pecho que ya me moría por probar.
No llevaba ni cuatro botones, cuando alguien picó a la puerta con unos toques fuertes y contundentes.
Ambos despegamos nuestras bocas, sobresaltados, aunque nuestros bronquios seguían agitados y nuestras frentes juntas.
―Mierda, ¿quién será? ―mascullé, girando levemente mi careto hacia la puerta y haciendo que la frente de Nessie pasase a apoyarse en mi sien.
Los golpetazos volvieron a sonar.
―¿Quién es? ―pregunté, malhumorado.
La puerta se abrió y la rubia canija apareció tras ella. Automáticamente, Nessie se agarrotó y clavó sus dedos en mi piel para que no me separase de ella. Los ojos de la Pitufina casi se salen de su sitio cuando nos vio.
―¿Se puede saber qué quieres? ―inquirió Nessie, enfadada.
―Como tú pediste, vengo a quitarle los grilletes y el collar ―anunció, alzando la barbilla con arrogancia.
Resoplé al escuchar la palabra collar, porque la pronunció con un matiz que no me hizo ni pizca de gracia.
―Pues dame la llave, ya se lo quito yo ―dijo mi chica, despegándose de mí para acercarse a ella.
―Mis órdenes son que se lo tengo que quitar yo ―respondió la canija con petulancia, aprovechando esa separación para esquivarla rápidamente con el fin de colocarse frente a mí.
Oh, oh. Eso no le iba a gustar nada a Nessie. Y, efectivamente, mi chica corrió como un bólido para interponerse antes de que a mí me diese tiempo a abrir la bocaza.
―No te atrevas a tocarle ―masculló, apretando los dientes con ira contenida.
―Para quitárselo, tengo que tocarle ―contestó la Pitufina, entrecerrando esos ojos rojos de rata.
Las muelas de Nessie no se resquebrajaron de milagro, pero sus manos ya empezaron a ser presas de ese conocido temblequeo.
Esto no me gustaba ni un pelo. Esta arpía podía hacerle mucho daño si se cabreaba, y, encima, yo no me podía transformar para protegerla. No hasta que no me deshiciese de este incómodo cordón. Lo mejor era dejar que me quitase todo esto, cuanto antes lo hiciera, antes se piraría de aquí. Eso evitaría un más que posible enfrentamiento.
―Está bien ―accedí yo, rabiado. Agarré a Nessie por los brazos con delicadeza y le di la vuelta para que me mirase. Así lo hizo. Clavé mis ojos en los suyos, que correspondieron del mismo modo―. Escucha, cielo, no va a pasar nada, ¿vale? ―le calmé, hablándole entre murmullos―. Me quitará esto y se largará de una vez.
Nessie se quedó en silencio dos segundos, observándome no muy conforme. Pero finalmente suspiró y accedió.
―Eso espero ―sentenció, llevando sus preciosos ojazos hacia la Pitufina para clavárselos con advertencia.
Esta situación no me gustaba, por supuesto, pero tenía que reconocer que Nessie estaba realmente sexy cuando se ponía celosa.
Suspiré y me puse a su lado, alzando las muñecas boca arriba para que la rubia canija me quitara los grilletes.
Nessie se inclinó un poco, a la defensiva, y la Pitufina sonrió con arrogancia.
―Venga, ¿a qué demonios esperas? Quítame esto de una maldita vez ―protesté, hundiendo el ceño sobre los ojos.
Mis palabras parecieron surtir algo de efecto en ella, que me miró con tirantez, y metió la pequeña llave en el cerrojo de cada grillete para abrirlos. Antes de que sus asquerosas manos llegaran a mis muñecas, las aparté y yo mismo me los quité, tirándolos sobre un estrecho escritorio de madera maciza que hacía juego con el camastro. El sonido metálico del golpe disimuló algo su rabia, aunque pronto ese frío semblante pálido se transformó en otro de seguridad que no me gustó nada. Y a Nessie tampoco, ya que se agachó otro poco más.
―A ver qué vas a intentar ―masculló, otra vez apretando los dientes.
―Tengo que quitarle el collar ―afirmó la rubia canija, elevando su labio hacia arriba.
Podía sentir cómo la ira se iba apoderando de mi mujer como un rayo.
―Pues date prisa ―le exigí yo.
Sin borrar esa estúpida sonrisa de la cara, alzó los brazos y llevó sus congeladas manos hacia mi cuello. Tuve que agacharme un poco para que esa serpiente llegase. Noté el tacto de sus gélidas y grimosas yemas cuando le dio la vuelta al cordón para buscar el cierre. Vale, genial, Nessie estaba a punto de explotar. Metió la minúscula llave en lo que parecía ser una abertura y, por fin, abrió ese dichoso cordón metálico.
Pero, entonces, cuando ya estaba levantando mis manos para quitarme dicho cordón, ella lo retiró, acariciando mi piel a su paso con esos dedos de hielo.
No le dio tiempo a más, y a mí tampoco, la verdad.
―¡Te he dicho que no le toques! ―gritó Nessie de repente, empujándola con las dos manos, furiosa.
Lo estaba tanto y la fuerza de su embuste fue tal, que los pies de la Pitufina se vieron obligados a dar unos pasos hacia atrás para no caerse de espaldas. Y eso que Nessie fue capaz de controlarse y no se había transformado. Pero ahí no acabó la cosa. Cuando la rubia canija se irguió súbitamente, frunciendo el ceño hasta abajo mientras machacaba las muelas con rabia, y se fue hacia delante de nuevo para encararse con ella, Nessie le arreó un bofetón en todo el careto que se notaba que le había salido de lo más profundo del alma y que hizo que la cabeza de la enana se ladeara, para gran estupefacción de la golpeada y mía. Sí, me quedé con la boca colgando, sinceramente. El sonido del impacto de su mano contra la pétrea mejilla de la vampiro resonó en toda la habitación, creo que incluso en parte del pasillo.
Pero la Pitufina se dio la vuelta velozmente y entornó sus ojos con más que odio, preparándose para atacarla sin cuartel.
―¡NO! ―voceé, lanzándome sobre ella con cólera.
No sé cómo lo hice, pero mi mano se aferró a su delgado cuello de niña pequeña y la estampé contra la pared, apresándola de ese modo contra el paramento.
Sus ojos rabiosos oscilaron para clavarse en los míos, sin embargo, no me torturó. Se quedó pegada a la pared, sin resistirse ni oponerse a mi apresamiento, sonriéndome con una repugnante sonrisa de placer que a punto estuvo de hacerme vomitar. Nessie se dio cuenta de esto también y se acercó como una bala.
―¡Deja de mirar así a mi marido, te lo advierto! ―le chilló, lanzándose a ella.
Interpuse mi brazo y Nessie se quedó clavada en el sitio.
La rubia canija la observó, entrecerrando los ojos otra vez, aunque sin borrar esa sonrisa de la cara.
―Si siente un solo hormigueo, juro que te mataré aquí mismo ―le advertí, lleno de odio.
Sus ojos se movieron hacia los míos de nuevo.
―Antes te atacaría yo a ti ―afirmó con encopetamiento.
―Ahora puedo transformarme, y si eso ocurre, te arrancaré la cabeza de una sola dentellada sin que tú puedas hacer nada para impedirlo ―aseguré con voz ronca, clavándole una mirada extremadamente agresiva y amenazadora.
Su repulsiva sonrisa se esfumó de sopetón.
―La guardia…
―Me importa una mierda la guardia y toda la chusma que se mueve por aquí ―gruñí, cortando su alegación―. Puedo deshacerme de todos, incluidos tus queridos Vulturis, sin moverme del sitio. Jamás olvides eso.
Su tenso semblante infantil se quedó observándome con rabia y resignación durante un rato, pero ya no dijo nada más.
Mi mano se aflojó y la solté.
―Ahora pírate de aquí y no vuelvas a interrumpirnos ―concluí sin apartar mi amenazadora vista de ella.
La rubia enana volvió a curvar su labio con arrogancia, despegó su espalda de la pared y se marchó de la habitación, dedicándole una última mirada a Nessie, la cual gruñó entre dientes.
En cuanto la puerta se cerró, mi chica comenzó un paseíllo nervioso por el dormitorio mientras su mano se metía por el pelo que nacía de su frente.
―Vamos, cielo, no te enfades ―le pedí, acercándome a ella.
Sus pies se plantaron delante de mí, me clavó esos ojazos, que ahora estaban enojados, y me puso la mano en la cara, seguramente para que la Pitufina no escuchase nada.
Las imágenes comenzaron a discernirse y se mostraron rápidas y confusas, cambiando de unas a otras sin control y con rabia, empezando por cuando había detectado el olor de esa arpía furcia, como ella la llamaba en su mente, en mi piel hasta las escenas que acababan de acontecer ahora mismo. Todo iba y venía súbitamente y con un sentimiento de fondo que me delataba a las claras lo enfadada que estaba. El asqueroso olor de la rubia canija volvió a tener su acto de presencia en las imágenes y se mezclaron con otros pensamientos en los que mi chica suponía lo que la Pitufina me había hecho. Y suponía bien, claro, sus suposiciones no distaban nada de lo que había pasado. Abrí mi pico para contestarle, en un intento de calmarla, pero Nessie pasó rápidamente a otra escena. Esa en la que yo tenía acorralada a la Pitufina en la pared e interponía mi brazo para que ella no se abalanzase sobre esta. La rabia tiñó todas las imágenes.
―Venga, preciosa, lo hice para protegerte ―me defendí, hablándole con un cuchicheo para que los chupasangres que seguro había alrededor vigilándonos oyesen lo menos posible.
Otras imágenes comenzaron a emerger. En estas salía ella en su estado de casi vampiro completo dándole una verdadera paliza a la canija.
―Sabes que eso no hubiera ocurrido así.
Ahora salía la Pitufina electrizándole con sus rayos x.
―Exacto.
Retiró la mano de mi mejilla y miró a un lado, aún enfadada. Suspiró, volvió su hermoso rostro hacia mí otra vez, frunciendo ese adorable ceño, y pegó su mano a mi cara una vez más.
Entonces, me mostró cómo le había molestado que la rubia canija me hubiese tocado, pero pude percibir que le había molestado más el no poder vengarlo.
Dejó mi rostro de nuevo y se dio la vuelta, cruzándose de brazos y dándome la espalda para mirar a la pared.
―Vamos, no te enfades conmigo ―le imploré entre murmullos, acercándome a ella por detrás. Apoyé las manos en la pared, de modo que ella quedó en el hueco de entre mis brazos―. Te repito que lo hice para protegerte. Ya sé que eres muy fuerte cuando te transformas y que sabes mucho de lucha y de defensa personal, pero esa chupasangres puede acribillar a cualquiera con una sola mirada, ¿entiendes? No es por ti, es que ella es muy poderosa. Incluso puede freírme a mí cuando estoy en mi forma humana.
Ya lo había comprobado, por desgracia.
Nessie suspiró, aunque esta vez más tranquila.
Aproveché para pegarme a ella del todo. Retiré su cabello para despejar un lado de su cuello, llevándoselo hacia su otro hombro. Pude sentir cómo se estremecía solo con ese roce de mis dedos. Apoyé la mano de nuevo en la pared, llevé mi frente a su sien y le susurré al oído, haciendo que su respiración y su corazón empezasen a cambiar de ritmo.
―No tienes que vengarte de nada, porque esa canija jamás podrá tocarme otra vez, te lo prometo ―posé mis labios en su oreja y seguí susurrándole al oído. Sus brazos se fueron desanudando poco a poco hasta que cayeron a ambos lados, sus párpados se cerraron y su respiración empezó a transformarse en suaves jadeos con cada palabra que mi boca exhalaba―. Sabes que mi piel solamente te pertenece a ti, nena. Cada milímetro, cada poro, te pertenece a ti. Sabes que yo soy solo tuyo, y lo seré eternamente.
Giró su rostro lentamente, uniendo nuestras frentes, y volvió la mitad de su cuerpo para llegar mejor a mí.
―No es de ti de quien desconfío ―afirmó con otro susurro, rozando mis labios con los suyos.
―Lo sé. Pero confía en mí, te prometo que no volverá a posar ni uno de sus dedos en mi piel ―juré con un bajo murmullo, que fue lo único que conseguí que mi garganta emitiera.
Ambos unimos nuestros labios del todo y comenzamos a besarnos con efusividad. Nessie se dio la vuelta completamente y rodeó mi cuello con sus brazos a la vez que yo lo hacía con su cintura para pegarla a mí.
La temperatura ya empezaba a subir hasta arriba, pero estaba claro que aquí no podíamos hacer nada de nada. Apestaba a chupasangres por todos sitios, tanto, que ese ácido asqueroso se te metía por la nariz y resultaba insoportable, y era evidente que teníamos vigilancia en los pasillos, una vigilancia que era constante y que, encima, podía escuchar hasta el más mínimo movimiento. Maldita sea. No es que a estas alturas de la vida fuésemos vergonzosos, y estábamos casados, así que podíamos hacer lo que nos diese la gana, por supuesto, pero eso de tener oyentes resultaba de lo más incómodo. Además, la situación no era la más adecuada, y los dos estábamos demasiado preocupados por Bella y el resto como para poder olvidarnos de ellos, nos sentíamos un poco culpables por disfrutar de esto. Bueno, vale, no teníamos ninguna culpa y tampoco arreglábamos nada por no hacer el amor, pero ese absurdo o lógico sentimiento se hizo notar y ambos terminamos soltando nuestras bocas. Eso sí, nos costó lo nuestro, como siempre, porque seguíamos deseándonos con toda el alma.
Después de recuperar el aire, conseguí hablar.
―Mierda ―mascullé, frotando su frente con la mía.
―Lo sé ―asintió ella, haciéndose eco de todos mis pensamientos para compartir la misma opinión―. Yo también me siento igual.
Ambos suspiramos.
―No nos queda más remedio que esperar en este agujero ―suspiré de nuevo―. ¿Qué te parece si nos tiramos en esa cama un rato? ―le propuse, subiendo mis manos hasta su rostro para acariciárselo.
―Vale ―sonrió.
Nos dimos un beso corto y nos separamos, cogiéndonos de la mano. Nos dirigimos a ese camastro y, entonces, se me ocurrió una idea, así que me detuve a los pies del mismo.
―Espera ―dije, soltando su mano momentáneamente.
Y la llevé junto con la otra hacia el lazo que sujetaba la redecilla en lo alto de la cama.
―¿Qué haces? ―rio.
―Así tendremos más intimidad ―afirmé mientras ya lo desataba y dejaba caer esa cortina blanca.
―¿Aquí? ―volvió a reír.
―Sí, ahí dentro tendremos más intimidad, ¿vale? ―insistí con una sonrisa, agarrando su mano de nuevo para que se viniera conmigo al interior de ese espacio imaginariamente cerrado a cal y canto.
―Vale, si tú lo dices… ―aceptó mi ocurrencia, soltando una risilla.
Abrí esa cortina y me arrastré por el colchón, tirando de ella. Me tumbé en la cama, boca arriba, y ella hizo lo mismo, acomodándose en mi costado mientras yo ya levantaba el brazo para rodear su hombro. Le di un beso en la frente y ella apoyó su mejilla en mi pecho a la vez que sus dedos comenzaban a desfilar por todo mi torso, jugando con las formas del mismo. Eso me ponía todo el vello de punta.
Ahora estábamos a solas en ese pequeño e íntimo habitáculo delimitado por la gasa de la cortina, que lo rodeaba todo, y el colchón de ese enorme camastro. Este era bastante cómodo, la verdad, aunque apestaba a chupasangres por todas partes.
Nos quedamos un rato en silencio, en el que mis dedos comenzaron a meterse entre su preciosa melena para peinarla, hasta que, de pronto, a Nessie se le escapó otra risita.
―¿Qué pasa? ―le pregunté, bajando mi rostro para mirarla con una curva dibujada en mi boca; esta se había contagiado con su risa.
―Me estoy acordando de la cara que puso esa canija cuando le arreé ese bofetón ―y se rio con más malicia.
No pude evitar reírme yo también al recordarla.
―Sí, la verdad es que le arreaste una buena bofetada ―sonreí, mirando al techo de nuevo.
―Se la tenía bien merecida ―afirmó, apretándose más contra mi cuerpo.
―Se quedó a cuadros ―reí otra vez.
―Sí ―coincidió, acompañando mi risa.
Se hizo otro mutismo que sirvió para que termináramos de reírnos. Luego, me fijé en esa mano que acariciaba mi pecho con esa delicadeza y dulzura que me volvía loco.
―¿Te has hecho daño en la mano? ―quise saber, cogiéndosela para examinarla.
―Un poco ―reconoció, aunque curvando sus labios hacia arriba con satisfacción―. Pero ha merecido la pena.
Entrelacé sus dedos con los míos y la llevé a mis labios para que la besasen. Después, bajé el rostro para dejar que mis pupilas se enganchasen a las suyas, que ya me estaban observando cuando ella había alzado su hermoso rostro.
―¿Mejor? ―susurré, pues es lo único que me salía al perderme en sus preciosos ojos angelicales.
Sí, lo eran. Ella era un ángel.
Nessie parecía sentir lo mismo.
―Sí, mucho mejor ―susurró también, anonadada.
Se incorporó un poco más, medio apoyándose en mi torso, y, sin dejar de mirarme a los ojos, soltó mi mano. Comenzó a pasar sus sedosos y cálidos dedos por mi rostro, que la miraba completamente embobado, reflejando sin tapujo alguno lo que me hacían sentir sus yemas. Deslizó esos dedos por mi frente, pasando por mi sien, y los llevó hasta mi mejilla. Todas sus caricias me volvían loco, el hormigueo de mi estómago era tan intenso, que a punto estaba de hacerlo estallar, de la emoción.
―Estaba muy preocupada por ti ―susurró sin que sus ojazos se despegasen de los míos.
Necesité de unos segundos para volver al planeta Tierra.
―Y yo por ti ―confesé con un frágil murmullo.
―¿Por mí?
―Sabía que estarías muy preocupada. Y tampoco sabía si os habían cogido a vosotros también.
―Pues ya has visto que no ―me sonrió con esa dulzura suya, aunque acto seguido esa sonrisa se desvaneció―. Pero sí que estaba muy preocupada.
―Ahora ya estamos juntos ―le tranquilicé, peinando su cabello―. Y nadie va a volver a separarnos.
―No lo han hecho para separarnos ―declaró sin dejar de acariciar mi rostro―. Eso solo fue una consecuencia de su plan que ya tenían en cuenta.
―¿Cómo? ―inquirí sin comprender.
―Cuando te cogieron en el bosque, mi pulsera no vibró ―reveló con un murmullo.
―¿Es que ha dejado de funcionar? ―pregunté, extrañado.
―No, tranquilo, funciona perfectamente ―aseguró, y su rostro se torció en una mueca de enfado―. Funcionó muy bien cuando esa canija te acosó. No dejó de vibrar en ningún momento. Y cuando está ella, no para ―resopló.
―Entonces funciona bien, sí ―afirmé.
Suspiró para pasar al tema de antes.
―Le he dado muchas vueltas durante el viaje hasta aquí y he llegado a la conclusión de que te atraparon sabiendo que mi familia y yo vendríamos corriendo a buscarte. Te querían a ti, por supuesto, pero también a nosotros.
―¿Estás diciendo que yo solamente fui un cebo?
―No. El que más les interesa eres tú, claro, eres demasiado poderoso, pero nosotros también podemos serles útiles, supongo ―explicó.
―Sí, así pueden manejarme mejor, claro ―caí, confiriéndole a mi tono un poquito de acidez―. Saben que yo haría cualquier cosa por ti, pero también que no dejaría que le hiciesen daño a ningún miembro de tu familia.
Me rechinaron los dientes. Ahora veía las cosas más claras. Y tendría que tener mil ojos para con Nessie, los Cullen que estaban aquí y mis lobos. Esos viejos decrépitos y pasados de rosca no tendrían ningún reparo en utilizar a cualquiera de ellos para chantajearme o sobornarme, y eso no lo permitiría jamás, sobre todo con Nessie.
―No sé si sería por eso, pero podría ser ―coincidió, llevando sus dedos a mi frente de nuevo.
―No dejaré que te utilicen ni te hagan daño ―afirmé, mirándole a los ojos con determinación―. Escucha, en esa batalla no quiero que te separes de mí en ningún momento, ¿de acuerdo? Quiero que estés a mi vista todo el tiempo, y no quiero que luches.
Sus dedos dejaron de acariciar mi rostro.
―Jake ―protestó, frunciendo ese adorable ceño.
―Quiero que te defiendas si alguien te ataca, aunque yo estaré pendiente de ti todo el tiempo y eso no sucederá ―seguí―. Pero no quiero que tú te lances a por ningún chupasangres, es demasiado peligroso.
―No puedes estar pendiente de mí todo el tiempo ―rebatió―, eso te haría bajar la guardia. Y yo sé manejarme bien, confía en mí.
―Ya, ya sé que sabes luchar bien, no estoy dudando de tus habilidades.
―¿Ah, no? Pues eso parece ―y sus finas y perfectas cejas bajaron más.
―No, claro que no. Sé que eres muy buena ―reconocí―. Es solo que…, bueno, tengo que protegerte, ¿entiendes? Eso de que una de esas sanguijuelas pueda herirte, me pone enfermo.
―Yo siento la misma pulsión que tú, no lo olvides ―alegó, ahora levantando sus cejas. Entonces, sus dedos volvieron a pasar por mi frente y su voz volvió a sonar dulce―. Yo tampoco soporto que pueda pasarte nada, pero confío en ti, confío en tu fuerza y en tu poder. Y me gustaría que tú hicieras lo mismo conmigo y me dieras un margen de confianza. Además, no soy tonta. No pienso despegarme de ti en ningún momento, estaré bajo tu protección continuamente.
―¿Me lo prometes? ¿Me prometes que no te separarás de mí?
―Te lo prometo ―asintió ya con una sonrisilla triunfal.
Genial. ¿Por qué siempre conseguía convencerme?
Suspiré, rindiéndome a lo inevitable.
―Gracias ―sonrió otra vez, acercando su rostro para darme un beso corto.
―Solo defenderte ―maticé.
―Sí, solamente lucharé para defenderme ―y su sonrisa se amplió.
―Eres demasiado rápida para mí ―reí―. Siempre consigues manejarme.
―Armas de mujer.
―Sí, debe ser eso ―admití, riéndome de nuevo.
Ambos nos reímos, aunque su sonrisa se esfumó pronto. Me clavó esos ojazos de nuevo y me habló entre susurros.
―Yo tampoco quiero que te pase nada ―dijo, rozando sus yemas por mi mejilla―. Eres lo que más me importa del mundo.
Sus dedos descendieron y llegaron a mis labios. Deslizó sus yemas por mi boca con suavidad, poniéndome todo el vello de punta. Me erguí levemente y sujeté su espalda para ayudarla a invertir nuestra postura, de modo que ella se quedó boca abajo y yo me recosté a su lado, un poco sobre su cuerpo. Su respiración empezó a agitarse cuando llevé mis labios a su oído.
―Que quowle… ―susurré.
Su boca soltó un suave jadeo al sentir mis cálidas palabras en su oído y sus manos se instalaron en mi espalda.
Repasé su oreja con mi lengua, lentamente, y después lo hice con su lóbulo, mordiéndolo con suavidad. Sus jadeos subieron de tono y sus manos comenzaron a recorrer mi piel. Yo también me estremecía con sus caricias, con esa respiración. Dejé su lóbulo y pasé a reptar por su cuello, rozándolo con mis labios, besándolo con delicadeza.
―Jake… ―jadeó, aferrando sus dedos a mi pelo.
Mi boca también respiraba frenéticamente, pero la contuve lo suficiente para que no se dejara llevar demasiado y conseguí que siguiera acariciando la sedosa piel de su cuello con calma. Alzó la barbilla cuando la llevé por su garganta. La deslicé suavemente, recorriendo ese tramo, y Nessie volvió a bajar su rostro al pasar a besar su mandíbula. Ascendí otro poco y llegué a sus labios, que me recibieron con efusividad.
Madre mía, esto ya se estaba calentando otra vez.
Los jadeos subieron de tono y nuestras bocas empezaron a entrelazarse con más pasión, dejándose llevar por esa energía electrizante que ya nos rodeaba sin remedio. Pero, maldita sea, esa minúscula parte de mí que todavía no se había vuelto irracional del todo no podía dejar de acordarse de que nos encontrábamos en este hotel de los horrores, de la situación que hacía que siguiéramos en este antro maloliente, de Bella, Edward, Alice y Jasper, incluso me acordé de Ryam, él seguía encerrado en esa celda. Mierda, mierda, ¡mierda! Y, encima, los Cullen que estaban aquí y mis hermanos estarían preocupados, dándole vueltas a la cabeza sin parar, mientras nosotros estábamos a punto de montárnoslo. Genial, Jake. Me di cuenta de que Nessie estaba pasando por lo mismo que yo en cuanto los dos nos obligamos a parar y despegamos nuestros labios antes de que la cosa ya fuera imparable.
Nuestros ojos se encontraron y su mirada me ratificó lo que había supuesto, aunque ella también sabía lo que yo estaba pensando.
―No puedo quitármelo de la cabeza ―se lamentó, aún respirando agitadamente.
―Lo sé, yo tampoco ―exhalé, apoyando mi frente en la suya.
Ambos tomamos aire para recuperarnos, aunque tuve que separarme de su cuerpazo para poder centrarme del todo. Me eché boca arriba de nuevo y ella volvió a acomodarse en mi costado. Le di un beso en la frente y nos quedamos callados una vez más. El silencio que quedó era tan mudo, que los oídos parecían haberse taponado para ser sordos completamente. Si no fuera por el ritmo que marcaban nuestros corazones, juraría que me había quedado sordo como una tapia.
―Estoy muy preocupada por mis padres y mis tíos ―murmuró Nessie, rompiendo ese mutismo extraño, mientras sus yemas se deslizaban por mi pecho como antes.
―Yo también, pero no te preocupes. Todo saldrá bien ―le calmé, pasando los dedos por su pelo de nuevo―. Seguramente estarán mejor de lo que pensamos, saben cuidarse muy bien.
Nessie alzó el rostro y me miró con unos ojos llenos de preocupación que se me clavaron en el corazón.
―¿Y vosotros? No me gusta que vayáis a esa guerra ―siguió con la voz rota―. Ahora Paul debería de estar con Rachel, y Sam ya tiene hijos… Si les pasase algo yo no podría volver a mirar a sus mujeres a la cara…
―Para ―le corté, bajando el rostro para mirarla y poniendo mis dedos sobre esos carnosos labios que me moría por comer―. Ya les has oído, si vienen es porque quieren. Para ellos es un honor, ¿entiendes? Sería peor que no viniesen, te lo aseguro.
―Pero hay tanta gente en peligro…
―Todo saldrá bien, ya lo verás ―murmuré, pasando a acariciar su hermoso rostro―. No quiero que te preocupes tanto, ¿vale? Vamos a rescatar a tus padres y a tus tíos y volveremos pronto a casa.
Sus ojitos se quedaron fijos en los míos durante un instante y luego los cerró para asentir mientras dejaba exhalar un suspiro. Apoyó su cabeza en mi torso otra vez y siguió con esas suaves caricias que hacían que todo el vello de mi cuerpo se volviese loco.
―Echo de menos un poco de normalidad en nuestras vidas ―suspiró.
―Sí, yo también ―le acompañé.
Y ese silencio sordo se hizo presente otra vez, envolviéndonos en una incómoda burbuja que hacía vacío en nuestros oídos.

Sí, solo podíamos esperar. Desesperante.

9 comentarios:

  1. hermoso capitulo.....pobre jake y nessie....no pueden hacer nada....y esa arpia de jane...ja.....dispuesta a enfadar a nessie...bueno sos la mejor eso no lo dudes...mañana espero los capis x2 ja nos vemos....salu2

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  2. Pobresillos! enserio ya les hace falta un poco de paz y tranquilidad y que puedan disfrutar plenamente de su amor! ojalá que eso pase pronto! jeje muchas gracias por seguir compartiendo tu hermoso talento con nosotros! Mucha fuerza para seguir escribiendo! B E S O S =)

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  3. Wow... Me encanto como siempre eres una gran escritora y cada capitulo es indescriptible. Quisiera saber si continuaras con otro libro me encantara leerlo.
    Saludos de kiara

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  4. Buena cachetada...jaja...se lo merecia por tentona ( que quien ? no lo querria tocar verdad!!!) buen capitulo
    gracias
    elsa

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  5. Todavia no lei el cometario pero ya solo con la imagen de Jake arriba.. Se merece un 10. _:P

    AAawwwwwwww... Me voy a soñar ya vengo! xD

    Sol*

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  6. Ja! escribi cualqiera. no era comentario. sino el capitulo. xD Estoy Zombi de nuevo.
    Un capitulo mas y me voy a acostar! :)

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  7. oye esa historia perrtenece a otra escritora, asi que eseo que la estes publicando con su permiso ya que es de su popiedad

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  8. http://nessiejacobfans.blogspot.com/
    ella es la que ha publicado la misma historia no se si eres tu o ella a del plagio pero si es ella es ueno que avises o hagas aglo para detenerlo

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    Respuestas
    1. Hola!!

      Uf, qué susto me llevé al principio!! xDD Pero te lo aclaro ahora mismo ;) Yo soy la autora de esta historia, como verás, tengo los registros puestos arriba del todo. Mi nombre es Tamara Gutiérrez Pardo, eso se puede comprobar con el número de registro ;) Además, tengo todos los documentos que pueden certificarlo, aunque si te metes en SaveCreative e introduces los códigos que menciono, verás que no miento. El blog que me pones efectivamente tiene mi historia publicada porque yo les envié los libros y les di mi permiso para que los publicaran, si te fijas, ponen mi nombre y dicen que la cuelgan con mi autorización, además, las fotos de las portadas también incluyen mi nombre, incluso he dejado varios comentarios allí (aunque como anónimo, porque entonces no tenía cuenta de blogspot) ;)

      De todas formas, muchísimas gracias por avisarme y por dejar tus comentarios!!!! Ojalá todo el mundo hiciera lo mismo, así se evitarían muchos plagios. De todo corazón, GRACIAS!!! Espero haberte aclarado la duda ;)

      Lametones!!!!

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