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NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").
Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏
CAPITULOS:
PARTE DOS: NUEVA ERA
RENESMEE:
77. ACAMPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-77-acampada.html
78. EL LAGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-78-el-lago.html
79. EN MEDIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-79-en-medio.html
80. LICÁNTROPO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-80-licantropo.html
81: DECISIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-81-decision.html
82. CUMPLEAÑOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-82-cumpleanos.html
83. IRRUPCIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-83-irrupcion.html
84. REENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-84-reencuentro.html
85. GRIPE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-85-gripe.html
86. FALLO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-86-fallo.html
87. GIRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-87-giro.html
88. BUENA Y MALA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-88-buena-y-mala.html
FELICITACIONES
Y PLANES
Se montó una algarabía enorme cuando les dimos la noticia a Quil,
Embry y el resto de los chicos de la manada que habían venido a casa.
―¡Enhorabuena, tío! ―reía
Embry mientras abrazaba a Jacob.
―¡Ven aquí! ¡Dame un
abrazo! ―le pedía Quil entre carcajadas alegres.
No solo ellos nos
felicitaron. Jake y yo nos vimos repentinamente envueltos en entusiastas abrazos y animosas
felicitaciones por parte del resto de los metamorfos que allí se encontraban. Cheran
incluso salió al porche, se transformó y les dio la noticia a los lobos que en
esos momentos estaban patrullando. Al cabo de dos segundos, un coro de aullidos
se propagó por el aire con ímpetu y alegría, aunque seguramente alertaron a media
tribu y a toda la Península de Olympic.
No fue así con la segunda
parte de la noticia. Su entusiasmo se vio enfocado en otra dirección: en
proteger a la mujer e hijo del Gran Lobo. Los chicos no tardaron en organizarse
para salir a vigilar los alrededores, aunque se turnaban para también estar en
nuestra vivienda, ya que no querían perderse la fiesta que se montó después. Sí,
la casa se llenó de gente en un santiamén. Las chicas y mujeres de los miembros
de la manada ya habían sido avisadas, Dios sabe por quién, y aparecieron con
multitud de cosas para felicitarnos. Flores, bombones, tentempiés, dulces e
incluso una tarta de nata y chocolate invadieron la cocina con rapidez, aunque esa
comida no duró mucho tiempo. Los siempre hambrientos lobos no pusieron ninguna
pega cuando lo posé en la mesa del saloncito para que comieran.
Rachel y Paul se encargaron
de darle la noticia a Billy, y este se lo dijo a Charlie, aunque creo que mi
abuelo ya lo sabía, por boca de Seth o Sue. Mis cuñados llegaron primero y
vinieron con Andrew y Zoe, los cuales se unieron en sus juegos a los hijos de
Sam y Emily: Joshua, Ethan y la tan buscada niña, Ruth, que era un par de meses
más pequeña que los mellizos de Paul y Rachel. Charlie fue el encargado de
traer a Billy, aunque también les acompañaba Sue. Billy rebosaba orgullo y
felicidad por todas partes, como mi abuelo.
―¡Felicidades! ―exclamó
Charlie con la boca a punto de romperse, de sonreír tanto.
Me dio un efusivo abrazo y
un cariñoso beso en la frente y después se arrojó a Jacob para abrazarle
mientras palmeaba su espalda con ímpetu y se reía.
―Y a ti también, Charlie.
Vas a ser bisabuelo ―le recordó Jake.
Las manos de mi abuelo se
quedaron tiesas sobre la espalda de mi chico y su rostro se quedó enfrascado
durante un instante. Se me escapó una risilla. Pobre Charlie.
Mientras ya se despegaba de
Jacob, siguiendo con esa expresión, Billy aprovechó para felicitarme.
―Enhorabuena ―me sonrió,
extendiendo los brazos.
Le correspondí la sonrisa,
me agaché y le abracé.
―Gracias, Billy ―le di un
beso en la mejilla y le dejé libre para que abrazara a Jake.
―Felicidades, hijo ―le dijo
al principio, sonriente. Sin embargo, su rostro cambió repentinamente―. Aunque
he tenido que enterarme por tu hermana ―le reprochó a su hijo acto seguido.
―Te iba a llamar, en serio,
pero esto se llenó de gente y no me dio tiempo ―se defendió Jacob.
Billy suspiró con
resignación, pero pronto su semblante se transformó otra vez, mostrando su
inmensa alegría.
―Anda, ven aquí y abraza a
tu viejo ―le instó con los brazos abiertos, utilizando esa palabra que
Jacob tantas veces usaba para nombrarle.
―Vale ―sonrió mi chico, el
cual se agachó y le abrazó.
―Ya verás cuando tu hijo te
lo llame a ti.
―No te hagas ilusiones. Te
recuerdo que yo siempre seré joven ―se rio Jake.
Billy se rio entre dientes,
pero Charlie sacó su pañuelo y se secó la frente.
Leah se enteró la última,
claro, pero también se presentó en nuestra casa, junto a Simon. Nos abrazó
cariñosamente y nos felicitó, pero, eso sí, acto seguido Jake no se libró de la
reprimenda por no habérselo contado en esa llamada. Y por supuesto, para su
desgracia, no faltaron las típicas bromas de sus hermanos de manada. Todas las
noticias y anécdotas, ya fueran grandes o pequeñas, corrían como la pólvora
entre los lobos. Menos mal que Leah parecía estar muy acostumbrada a este tipo
de cosas. Supongo que ella también podía ver pensamientos y recuerdos que
utilizar en contra de los chicos para burlarse de ellos.
Aunque no todos los
metamorfos que habían venido vigilaban por fuera, nuestra casita era el sitio
más seguro en esos momentos, puesto que estaba llena de chicos lobo. Y lo más
importante: el Gran Lobo también se encontraba con nosotros, conmigo, siempre a
mi lado. No había lugar más seguro que ese, no había nadie más protegido que
yo.
Cuando todo el mundo se
marchó de casa, por fin pudimos disfrutar de algo de intimidad. No era una
intimidad plena, claro, ya que a partir de ese mismo día la casa y los
alrededores estaban bien vigilados de cerca. Lo que no me imaginaba es que
todo, en ese aspecto, iba a ir a peor.
Los lobos seguían vigilando
los alrededores cuando al día siguiente mi familia al completo, más Ezequiel y
Teresa, llegaron a nuestro hogar. El timbre sonó y Jacob, siempre pegado a mí,
y yo no tardamos en ir a abrir. Mi chico fue el que abrió la puerta, y la
primera que se abalanzó hacia mí para abrazarme fue Alice, que prácticamente
pasó olímpicamente de él y les quitó, incluso, su parte de protagonismo a mis padres.
―¡Enhorabuena, cielo!
―exclamó, abrazándome con ímpetu.
Me percaté de que iba
cargada de bolsas cuando sus brazos me rodearon y las mismas chocaron contra mi
cuerpo.
―¿Qué es todo esto? ―le
pregunté, separándome de ella para mirarla.
―Ah, unos cuantos trapos
que he comprado antes de venir ―declaró, haciéndose la inocente―. Nada, unos
detallitos para el bebé.
Jasper apareció tras la
puerta, cargando con dos bolsas más de Alice. Jacob puso los ojos en blanco.
―¿Ya? Pero si todavía estoy
de trece días ―le dije, pestañeando.
―Empezamos pronto…
―masculló Jake por lo bajinis.
―Bueno, me apetecía ―se
excusó ella, dejándole paso al resto de mi familia mientras se dirigía a Jake―.
Enhorabuena, lobo ―le sonrió, asintiendo con la cabeza.
―Gracias, pequeñaja ―aceptó
él, correspondiéndole la sonrisa.
Mis padres fueron los
siguientes. Mamá se arrojó a mí para darme un apretado abrazo que, a poco, y me
deja sin respiración.
―Felicidades, cariño
―murmuró toda emocionada al tiempo que sus brazos me achuchaban un poco más.
¡Uf! Ahora sí que me
ahogaban.
―Mamá…, me estás…
―Oh, perdona ―se percató
ella antes de que yo tuviera que terminar la frase. Se separó un poco de mí y
me sonrió―. Mi niña va a ser mamá… ―murmuró, se notaba que con un nudo aferrado
a su garganta―. Y está embarazada de una de las personas que más quiero del
mundo ―y sus emocionados ojos oscilaron hacia Jake.
Se despegó de mí y se
apresuró a abrazar a mi sonriente chico, que también la rodeó con sus brazos,
riéndose, y le dio un beso en la cabeza.
―Enhorabuena, princesa ―mi
padre hizo lo mismo conmigo, aunque no apretó tanto como mamá.
―Gracias, papá ―me separé
un poco y le di un beso en la mejilla.
―Bueno, ¿dónde está mi
sobrina? ―exclamó Emmett con alegría, y apartó a mi padre para abrazarme. Me
dio otro abrazo impetuoso y me besó en la frente―. Felicidades, mami.
―Gracias ―reí.
Me dejó con rapidez y se
dirigió a Jake.
―Así que al final voy a ser
tío de un lobo, ¿eh? ―rio, haciendo chocar su mano contra la de Jacob.
―Ya veo que te mola ―sonrió
este.
―Yo diría que demasiado
―resopló Rosalie. Luego, se giró, me tomó por los brazos y me sonrió―.
Felicidades, cielo ―me dijo. Me dio un beso, un abrazo y se separó de mí para
volver a sonreírme.
―Gracias, tía.
Su semblante cambió cuando
lo dirigió a Jacob, que le dedicó una sonrisita orgullosa.
―Enhorabuena, chucho ―le
dijo, fingiendo una cara de indiferencia.
―Muchas gracias, oh, diosa
de la belleza inmortal ―se burló él, haciéndole una reverencia.
―Idiota ―farfulló mi tía.
―Enhorabuena a los dos ―nos
felicitó Jasper con su discreción y elegancia de siempre.
Jasper no era un entusiasta
de los abrazos y los besos, así que ese asentimiento de cabeza y esa media
sonrisa ya era mucho para él.
―Gracias, Jazz ―le respondí
yo por ambos, sonriéndole.
―Bueno, Jacob. No me queda
más que darte mi enhorabuena ―le dijo mi padre, que le sonrió, aunque podía
verse esa nota de añoranza en su impoluto y níveo rostro cuando dirigió su
mirada a mí.
―Gracias, Edward ―sonrió mi
marido, con sinceridad.
―Jamás pensé que acabaría
emparentado con un lobo, y mucho menos que ese lobo fueras a ser tú ―confesó mi
progenitor con resignación―. Y tampoco imaginé nunca que terminaría siendo el
abuelo de un metamorfo ―de pronto, frunció el ceño, pensativo, como si acabara
de darse cuenta de esto último.
Mi madre se colocó a su
lado y tomó su mano.
―Ya ves ―Jacob sonrió de
oreja a oreja―. ¿Y quién me iba a decir a mí que me iba a enamorar de una
semivampiro hasta las trancas y que esta iba a ser tu hija? La vida da muchas
vueltas, ¿eh?
―Cierto ―asintió mi padre,
otra vez con resignación.
Me aferré a la mano de mi
chico y le di un beso en los labios que me hubiera gustado que fuera más largo
y efusivo, pero había tanta gente delante…
Carlisle y Esme habían
esperado pacientemente a que todos los miembros de mi familia nos felicitasen,
así que ellos no iban a ser menos, claro. Se acercaron a nosotros y se pusieron
frente a los dos con rapidez, sonrientes.
―Enhorabuena, de corazón
―Esme nos abrazó a los dos y nos dio sendos besos en las mejillas.
―Felicidades ―le acompasó
Carlisle―. Esto es una gran alegría para todos, no os imagináis cuánto.
―Gracias, Doc ―sonrió Jake.
De repente, me di cuenta de
que Ezequiel y Teresa llevaban un buen rato esperando en la puerta. Ambos
sonreían al ver toda esta estampa.
―Ezequiel, Teresa, no os
quedéis ahí, pasad ―les insté, soltando la mano de Jacob para ir a buscarles a
la puerta.
Sin embargo, Jake salió
detrás de mí y se colocó a mi lado en un latido de corazón. No era por ellos,
por supuesto, pero tenía que protegerme de cualquier posible ataque exterior.
Los vampiros son rápidos y pueden aparecer de la nada, más cuando, además, son
magos. Cualquier precaución era poca para él.
Le volví a coger de la mano
y seguí avanzando hacia la puerta.
―Enhorabuena ―nos felicitó
Ezequiel―. Veo que la profecía sigue su curso.
―Sí, eso parece ―asintió
Jacob, sonriendo―. Pero, pasad, no os quedéis ahí plantados.
La pareja pasó al vestíbulo
y Jake, prudentemente y echando un último vistazo afuera, cerró la puerta.
―Felicidades ―sonrió
Teresa, abrazándome con fuerza―. Me alegro tanto por vosotros.
―Lo sé ―reí, frotando su
espalda―. Gracias.
―Vamos al salón ―propuso
Jake, provocando que me despegara de Teresa―. Estaremos más cómodos ―miró a
todos los vampiros que nos rodeaban y suspiró―. Bueno, nosotros, porque
vosotros como no tenéis que sentaros ni nada… ―e inició la marcha hacia el
saloncito, tirando de mi mano.
―Sí, es mejor que te
sientes y descanses ―me dijo mamá, siguiéndonos.
Puse los ojos en blanco.
―Solo estoy de trece días
―suspiré―. No estoy cansada.
Jacob y yo pasamos al
salón, con mi familia y nuestros invitados detrás.
―Los primeros meses del
embarazo son los más importantes y cruciales ―rebatió ella―. Es importante que
descanses. Por cierto, ¿comes bien?
Mis pupilas se fueron hacia
arriba de nuevo.
―El primer desayuno, por
llamarlo así, porque no llega a meterse en el estómago casi nada, lo echa todo
―explicó Jacob―. Pero en cuanto vomita, baja a la cocina otra vez y come como
una fiera hambrienta.
―Qué exagerado ―me reí.
Mis padres, Jacob y yo nos
repartimos por el sofá como pudimos, ya que no era muy grande, y el resto
prefirió quedarse de pie.
―Es verdad, no lo niegues
―sonrió, dándome un toque en la punta de la nariz con su dedo. Volvió el rostro
hacia su público y siguió hablando para ellos―. Después de eso, come genial,
por la tarde vomita otro poco, vuelve a llenarse el buche y cuando llega la
noche, vomita una vez más y cena por dos.
―Qué interesante… ―murmuró
Rose para sí, con asco.
―La alimentación es muy
importante ―declaró Carlisle, ya ejerciendo de mi médico―. Confeccionaré una
tabla de alimentos a tomar, para que la sigas. Y también tendré que hacerte
controles rutinarios, análisis de sangre, etcétera.
Genial. Me parece que esta
iba a ser la parte que menos me iba a gustar de mi embarazo.
―De acuerdo ―exhalé, qué
remedio.
―¿Ingieres sangre? ―me
preguntó.
Puaj. Solo con mencionarlo,
ya me daba un asco terrible.
―No ―contesté, frunciendo
el ceño con hastío.
Quiso darme una arcada,
pero la controlé sin mayor problema.
―Mmm, ya veo ―murmuró
Carlisle, pensativo.
―¿Crees que el hecho de que
sea un bebé humano tiene algo que ver con ese asco que le ha cogido a la sangre
de repente? ―inquirió Jacob.
―No estoy seguro ―admitió
mi abuelo―. Las embarazadas repelen algunos alimentos, sobre todo durante el
primer trimestre del embarazo, sin embargo, eso no quiere decir que estos sean
perjudiciales para el feto. Simplemente son reacciones de su organismo debidas
a desajustes hormonales y a los cambios que sufre su cuerpo. Sin embargo, en
este caso no podría asegurarlo, ya que se trata de sangre ―subió su mano hasta
la barbilla y adoptó un semblante reflexivo―. Puede que su organismo rechace la
sangre, al albergar un feto humano. Aunque Nessie toma sangre y su cuerpo lo
metaboliza a la perfección, no tendría por qué ser malo para el bebé, puesto
que a él le llegarían las vitaminas, minerales y demás sustancias de la misma.
―Es interesante ―opinó mi
padre.
―Sin duda ―coincidió
Carlisle―. Tendré que estudiarlo con más detenimiento.
―O sea, que de momento no
tomes sangre, por si acaso ―me dijo Jake.
―No tenía pensado hacerlo
―murmuré sin dejar de poner cara de asco.
―Tendríamos que comenzar a planear
algo para proteger a Nessie, ¿no os parece? ―sugirió Jasper.
―Buena idea ―apoyó Jake,
cambiando su sonriente rostro por uno serio.
―Hablando de eso, he traído
una piedra mágica para cada uno, para mayor seguridad ―intervino Ezequiel,
metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta para sacarlas.
Ezequiel nos fue entregando
esas piedras elípticas y planas de color azul celeste. Jacob y yo nos metimos
la nuestra en el bolsillo, nos miramos y él me dio un beso corto.
―Nosotros ya habíamos
traído aquellas que nos entregaste hace tres años, cuando tuvimos que
deshacernos de los hechizos de Razvan ―declaró Emmett, sacando una de ellas.
―Bien, perfecto ―aceptó
Ezequiel―. Entonces sobran unas cuantas.
―Trae, las repartiré entre
la manada ―le propuso Jacob.
―Ya he traído también para
ellos ―sonrió Ezequiel, sacándose una bolsita de trapo del bolsillo de su
pantalón―. Sabía a ciencia cierta que con una piedra era suficiente para toda
la manada mientras estéis en fase lupina, por vuestra conexión telepática. No
obstante, no es así cuando estáis en vuestra forma humana, así que preferí ser
cauteloso y traer una para cada uno de vosotros, también ―y le pasó el saquito
a Jacob.
―Ah, guay ―aprobó Jake,
sonriente, cogiéndolo.
―Ezequiel está en todo
―alabó Teresa, mostrándole una sonrisa a su pareja al tiempo que acariciaba su
mano.
―Se las entregaré ahora
mismo, en cuanto terminemos esta charla ―afirmó mi chico, dejando la bolsa
encima de la mesa roja que reposaba frente al sofá.
―¿Qué vamos a hacer?
―preguntó mamá, visiblemente nerviosa.
―He estado pensando en eso
que dijiste ayer, Carlisle ―empezó Jake―. Ya sabes, en eso de ser vosotros los
que vigilaseis los alrededores.
―¿Y bien? ―inquirió mi
abuelo.
―Creo que tienes razón,
aunque solo en parte ―matizó―. Verás, vosotros os podéis subir a los árboles y
todo eso, pero nadie conoce estos bosques como nosotros. Lo que tendríamos que hacer
es mezclarnos.
―¿Mezclarnos? ―repitió
Jasper sin comprender.
―Sí, mezclarnos. Trabajar
juntos. Lobos y chupasangres en el bosque, vigilando, y lobos y chupasangres
escoltando y protegiendo a Nessie ―Rosalie suspiró con cansancio al escuchar
esa denominación para ellos―. Nuestro olor no será problema. Podemos ocultarlo
con uno de esos trucos de Ezequiel, así que podemos ser de gran ayuda en el
bosque. Y vosotros podríais proteger mejor a Nessie cuando ella salga, no tenéis
que transformaros, como nosotros. Seríais más… ―dudó, pero al final soltó esa
palabra que había pensado― discretos.
―Estoy de acuerdo, excepto
en esa última parte ―afirmó mi padre―. Renesmee no saldrá de aquí.
―¿Qué estás diciendo? ¿Que
Nessie tiene que estar encerrada en casa durante nueve meses? ―criticó Jacob,
algo indignado.
―Es por su seguridad
―declaró papá, firme―. Será más seguro para ella si no sale de casa.
Mi corazón se encogió por
un instante. ¿Nueve meses? ¿Nueve meses… encerrada? No tenía comparación, desde
luego, no tenía nada, nada que ver, porque esta era mi casa, mi cómoda y acogedora
casita, mi hogar, e iba a estar con Jacob, pero ya había estado encerrada un
año con anterioridad, y la perspectiva de no poder salir de aquí en nueve meses…
Mi mano apretó la de Jake,
algo contrariada.
―Ni hablar ―se opuso Jacob,
hablando con determinación―. No voy a permitir que mi mujer tenga que quedarse
encerrada en casa durante nueve malditos meses por culpa de esas sanguijuelas.
Nessie y el bebé estarán protegidos las veinticuatro horas, yo no me separaré
de ellos ni un minuto.
Eso sí que me gustaba. Y
mucho, muchísimo. Hace dos semanas deseaba que Jacob pudiera estar conmigo a
todas horas, y mira tú por dónde, eso se iba a cumplir. No pude reprimir una
sonrisilla de satisfacción.
―¿Y tu trabajo? ―preguntó
mamá, mordiéndose el labio.
Se notaba que ella estaba
al cincuenta por ciento con ellos dos. Mi padre puso una mueca pensativa antes
de que a Jake le diera tiempo a decir lo que pasaba por su cabeza.
―Lo dejaré definitivamente
―afirmó él con seguridad―. Ya tengo mi propio taller casi a punto. De todas
formas, no iba a tardar mucho más en hablar con el señor Farrow para
despedirme.
―¿Te quedarás conmigo todo
el tiempo? ―inquirí, mirándole con una alegría que no pude ocultar.
―Por supuesto, nena ―me sonrió
él―. Nadie me despegará de ti. Seré una auténtica lapa.
―Eso me encanta ―admití,
abrazándole para darle un efusivo aunque corto beso en los labios.
―Si es así, no me opondré
―accedió mi padre, por fin―. No obstante, pienso que Nessie debe salir lo menos
posible.
―No saldré mucho, tranquilo
―le calmé, dándole unas palmaditas en el dorso de su mano, que reposaba sobre
la rodilla de mamá.
―En realidad, tampoco le
conviene quedarse en casa todos los días, Edward ―intervino Carlisle―. A las
embarazadas también les conviene hacer algo de ejercicio, caminar. Y si es al
aire libre, mejor.
―Y más adelante tendremos
que asistir a esas clases de preparación al parto, digo yo ―siguió Jacob,
hablando con entusiasmo―. Eso requiere salir de casa.
Me reí, porque yo todavía
veía eso tan lejano.
―¿Podemos volver a
centrarnos en nuestra conversación, por favor? ―pidió Jasper.
―Ah, sí, claro ―carraspeó
Jake, volviendo a ponerse serio.
―Estoy de acuerdo con Jacob
―continuó mi tío―. Todo resultará más efectivo si unimos nuestras fuerzas.
Ambas partes tenemos virtudes que los otros no tienen. Si las juntamos, las
compartimos y las compaginamos, la protección será un éxito seguro.
―Esta tarde hablaré con el
Consejo para convencerles de que se haga esa excepción al tratado ―manifestó mi
chico.
―Bien, trata de que sea así
―imploró Carlisle.
Jake asintió.
―Yo prepararé unos hechizos
para ocultar vuestro olor ―intervino Ezequiel, dirigiéndose a Jacob.
―Qué estupendo ―alabó
Rosalie―. Se acabó ese repugnante olor a perro mojado.
―Estúpida. Eso también va
por vosotros ―le increpó Jake, mirándola con ofensa―. Además, nosotros podremos
olernos. Los que no podrán hacerlo serán esas sabandijas.
Rosalie frunció el ceño con
disgusto.
―Bueno, bueno, ¿no vas a
ver lo que le he comprado al bebé? ―irrumpió Alice de pronto, con los ojos
abiertos de par en par, del entusiasmo, cambiando de tema totalmente.
Miré hacia abajo y vi las
bolsas tiradas bajo mis pies. Ni siquiera me había dado cuenta de que las había
dejado ahí.
―Sí, veamos qué nos traes ―dijo
Jake, cogiendo una de ellas.
―Tú no ―se opuso ella―.
Tiene que abrirlas Nessie.
―Oye, es mi hijo, ¿sabes?
―espetó él, enfadado―. Yo he puesto la semillita, así que algo tendré
que ver, ¿no?
―Alice ―la regañé.
―Bueno, de acuerdo ―suspiró
mi tía―. Ábrelos tú también.
Jake gruñó por lo bajo,
pero respiró hondo para tranquilizarse y abrió la primera bolsa. Yo le ayudé a
abrir el resto y lo fuimos colocando todo encima de la mesa. Era ropita de
niño, ropa de verano. Camisetas minúsculas, pantalones cortos también en
miniatura, incluso deportivas que parecían de juguete. Jake puso una mueca a
modo de aprobación, no era tan pijo como él creía. Se notaba que Alice se había
esforzado en que la ropa le gustase a Jacob.
―Alice, es precioso
―exclamé con alegría, levantándome para abrazarla.
―¿Te gusta? Bueno, quiero
decir, ¿os gusta? ―corrigió, separándome para estudiar mi rostro.
El no poder ver nuestro
futuro le desesperaba, por eso tenía que asegurarse de que lo que salía por mi
boca era verdad al cien por cien.
―Sí, nos encanta. ¿Verdad,
Jake? ―y me giré hacia él.
―Sí, reconozco que está
guay ―asintió con una media sonrisa mientras cogía una pequeña sudadera para
mirarla.
Era tan pequeña, que casi
no se creía que fuera de verdad. Me volví hacia mi tía de nuevo.
―Nos gusta mucho. Gracias
―le di un beso en la mejilla.
―De nada. Ya os compraré
más cosas ―afirmó, contenta y satisfecha.
Le di otro beso y otro
abrazo, y finalmente me senté junto a Jacob para observar esa ropita con más
detalle. A Jake se le caía la baba, no podía ocultarlo, pero yo tampoco pude
evitar ese cosquilleo electrizante por todo mi cuerpo. De repente, tenía unas
ganas enormes de que nuestro bebé ya naciera. Y todavía me quedaban nueve
meses.
Nueve meses. Nueve meses de
embarazo, de nuevas vivencias y emociones. Pero también nueve meses de
vigilancia y protección. Lo bueno es que Jake iba a estar conmigo a todas
horas. Sí, el Gran Lobo iba a protegernos, no iba a haber nadie más protegido
que el bebé y yo.
Nueve meses.
¡Hola a todos! Soy JACOB&NESSIE ^^
ResponderEliminarMUCHISIMAS GRACIAS A TODOS POR SEGUIR AQUI Y POR ESAS COSAS TAN PRECIOSAS QUE ME PONÉIS QUE ME ANIMAN TANTO =) Y BIENVENIDOS A TODOS AQUELLOS NUEVOS!!!!! AUUUUUUUUUUUUUU!!!!!
Andres: respecto a eso que has puesto, bueno, ahora no tengo tiempo de responderte, pero lo haré, ¿vale? ;) Sólo decirte que eso que ha dicho SM sobre Bree es muy bonito y que estoy totalmente de acuerdo con ella. Pobre Bree =º(
Bueno, lametones para todos!!!!!
muy buen capitulo..todo los planes para protejer..a nessie y su hijo...y los regalos de alice.. lo mejor...segui...asi y no hay problema contesta cuando puedas...ok..bueno salu2 a todas mis amigas...
ResponderEliminarel jueves espero el proximo salu2
ResponderEliminarhola!!!! JACOB&NESSIE el capitulo estubo buenisimo .... ya m imagino como sera el hijo de nessie y jake, un pequeño lobito jajaja...
ResponderEliminarbesos y saludos a todos!!!!
yani de argentina
para cuando el nuevo capitulo?
ResponderEliminarHola jacob&nessie, buen capitulo ...me emociona la espera..
ResponderEliminarelsa
saludos a todos mis amigos