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jueves, 27 de octubre de 2011

NUEVA ERA. CAPITULO 102: 6 DE FEBRERO



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NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").

Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏


CAPITULOS:

PARTE DOS: NUEVA ERA

RENESMEE:

77. ACAMPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-77-acampada.html
78. EL LAGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-78-el-lago.html
79. EN MEDIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-79-en-medio.html
80. LICÁNTROPO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-80-licantropo.html
81: DECISIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-81-decision.html
82. CUMPLEAÑOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-82-cumpleanos.html
83. IRRUPCIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-83-irrupcion.html
84. REENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-84-reencuentro.html
85. GRIPE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-85-gripe.html
86. FALLO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-86-fallo.html
87. GIRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-87-giro.html
88. BUENA Y MALA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-88-buena-y-mala.html
89. FELICITACIONES Y PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-89-felicitaciones-y.html
90. APOYO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-90-apoyo.html
91. CARTA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-91-carta.html
92. INTERESES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-92-intereses.html
93. BENEFICIO COLATERAL: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-93-beneficio.html
94. ECOGRAFÍA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-94-ecografia.html
95. FANTASMAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-95-fantasmas.html
96. MANIOBRA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-96-maniobra.html
97. "NO PUEDO": http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-97-no-puedo.html
98. SANGRE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-98-sangre.html
99. HERIDOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-99-heridos.html
100. PRUEBA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-100-prueba.html
101. ENTRENAMIENTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-101-entrenamiento.html


6 DE FEBRERO


Me encontraba en cuclillas sobre la alta hierba, junto a Jake. Mi vestido de color cielo cubría mis pequeñas piernas completamente y llegaba hasta el suelo, poniendo los bajos perdidos con esa tierra húmeda. Jacob tendría que soportar la regañina de Rosalie cuando llegásemos a casa, pero no parecía importarle. Había estado lloviendo toda la mañana en ese bosque que pertenecía al territorio de mis padres, pero había escampado y hacía un buen rato que ya había salido el sol, por lo que Jacob quiso aprovechar para sacarme un poco de esa vivienda que para él olía tan mal.
No nos encontrábamos lejos de ese tronco que ya habíamos hecho nuestro y en el que siempre estábamos para jugar, sin embargo, Jake había visto algo que le llamó la atención y prefirió que echásemos un vistazo antes de que nos dirigiésemos a ese rincón.
―No te muevas ―me cuchicheó con su voz ronca―. Está a punto de salir.
Todavía no me gustaba hablar en alto, así que asentí. Me quedé muy quieta, observando esa cosa extraña con forma de capullo que tenía justo delante con suma atención, como si se me fuera la vida en ello. A mis ocho meses de edad, y aunque en realidad era como si tuviese unos seis años, jamás había visto semejante cosa antes.
Sin dejar de mirar eso, coloqué mi mano en su mejilla. Le hice ver que no sabía lo que era a la vez que acercaba el rostro un poco más a esa cosa extraña y entrecerraba los ojos para analizarla mejor.
―Se llama crisálida ―bisbiseó.
Le pregunté para qué servía.
―Ya lo verás ―cuchicheó de nuevo―. No le quites ojo, va a pasar una cosa mágica, te lo aseguro.
La crisálida era de un color marrón claro y colgaba de la afilada hoja de una planta que tendría unos veinte centímetros de alto, pero no me parecía que pasase nada especial, es decir, me preguntaba cómo habría podido ir a parar eso ahí, pero nada más. Aparté mi cara infantil de la planta, le miré, sin despegar la mano de su rostro, y fruncí el ceño, algo decepcionada.
―Espera, espera un poco, ya verás ―insistió sin dejar de observar la crisálida, alzando la mano para dejarla suspendida en el aire, a la espera de que pasase algo―. Antes he visto cómo se movía. Tiene que salir ya.
¿Pero salir el qué? Puse los ojos en blanco y suspiré.
―¡Ah, mira! ―exhaló de repente, en voz baja, aunque con entusiasmo, señalándome la cosa esa con el dedo.
Giré el rostro hacia allí, no muy segura de que fuera a pasar nada del otro mundo.
Pero pasó.
Esa cosa extraña llamada crisálida empezó a moverse, primero fue un ligero temblequeo y luego los movimientos pasaron a ser un poco más fuertes. Entonces, me di cuenta de que parecía tener algo en su interior que se movía y empujaba hacia fuera para romper ese envoltorio marrón. No sé cuánto tiempo estuvimos acuclillados en la hierba esperando, pero, finalmente, lo que fuera que estaba dentro consiguió quebrar la crisálida y liberarse. Ese envoltorio cayó al suelo, sin embargo, lo que contenía se quedó en el tallo de la hoja.
Jadeé, con mis ojos abiertos de par en par observando ese bicho desconocido mientras apretaba la mano contra la mejilla de mi mejor amigo. Le mostré la multitud de insectos que conocía, pero que ese no encajaba con ninguno.
―Es una mariposa ―me reveló, sonriéndome.
Esta vez aparté la vista para mirarle y retiré la mano de su mejilla.
―¿Una mariposa? ―repetí en voz alta.
Noté cómo Jacob se maravillaba al escucharme, todavía no estaba muy acostumbrado a oír mi voz, ya que hablaba muy pocas veces.
―Sí, una mariposa ―me ratificó con una amplia sonrisa―. Pero sigue mirando, aún no ha terminado ―y volvió a señalarla.
Volví a mirarla ipso facto. La mariposa tenía dos alas, pero estaban arrugadas y parecían mojadas. Dudé de que pudiera volar con eso. Estas eran negras y se encontraban enganchadas a su alargado cuerpo, que también era de color negro y estaba lleno de un fino pelo humedecido. Las patitas eran finas y largas, se pegaban al tallo de la planta con total naturalidad. La cabeza del insecto era grande y disponía de dos antenas y unos grandes ojos que, en realidad, estaban formados por centenares de minúsculos cristalitos oscuros, pero lo que más llamó mi atención de la cabeza fue ese tubo finísimo que se desplegaba de ella y que se enroscaba en su final, formando una espiral retráctil.
Iba a llevar mi mano a la mejilla de Jake de nuevo para preguntarle por qué no se movía, cuando la mariposa lo hizo. Sus alas se agitaron con un movimiento mínimo y se estiraron un poco. Fue cuando pude apreciar que no eran negras del todo, sino que también estaban teñidas con un color azul celeste en su interior.
Giré el rostro hacia Jacob y le sonreí con ganas. Él me correspondió, observándome con algo de engatusamiento, y después llevé la mirada hacia la mariposa otra vez.
Poco a poco, progresivamente, el pelo de su cuerpo se fue secando y las alas de la mariposa se fueron estirando. Me quedé mirando maravillada cómo lo hacían y descubrí con asombro que no eran dos alas, sino cuatro. Las de arriba tenían una forma más triangular y eran más grandes, en cambio las de abajo eran más redondeadas y eran de menor tamaño. Las tenía entrecerradas a la espalda y cuando por fin las abrió y las desplegó completamente, vi cómo eran en todo su esplendor.
Jadeé de nuevo, asombrada, y la sonrisa de Jacob se ensanchó.
Claro que podía volar con eso, y maravillar al mundo entero. Las alas eran negras en todo su borde exterior, por eso me habían parecido de ese color al principio, sin embargo, todo el extenso interior era de una intensa tonalidad azul celeste que resplandecía. Cada ala formaba un todo, un cuadro con forma irregular de color azul con su marco negro. Las alas superiores también tenían un ribeteo consistente en unos puntitos blancos que se disponían en hilera, dentro de la parte negra que coloreaba los bordes.
Ahora sí. Coloqué la mano en su mejilla y le mostré lo preciosa que me parecía la mariposa a la vez que seguía observándola, maravillada.
Antes era una oruga ―afirmó Jake.
La mariposa batió sus alas, como pavoneándose con orgullo ante tal declaración.
Le miré, extrañada. Proyecté la imagen de lo que yo recordaba que era una oruga. La fotografía mental que yo tenía en mi cerebro de ese bicho no cuadraba nada con el de una preciosa mariposa.
Jacob se rio.
―Verás, las orugas son las hijas de las mariposas, ¿entiendes? ―me aclaró, sonriéndome con esos dientes tan blancos que destellaban con los rayos del sol. Entonces, siguió explicándomelo, haciendo gestos sin parar al tiempo que hablaba con entusiasmo―. Mira, las mariposas ponen los huevos, de ellos salen las orugas. Las orugas se dedican a ponerse las botas comiendo todas las hojas y plantas que pueden, y cuando crecen y engordan lo suficiente, se… bueno, digamos que se meten en esas crisálidas. Una vez dentro, empieza la magia. Nadie sabe cómo, pero esas orugas tan feas y repelentes comienzan a transformarse. Cuando pasa un tiempo, salen y ¡tachán!, son mariposas.
Solté una risilla con mi voz infantil y su sonrisa se amplió una vez más.
―¿Quieres cogerla? ―me propuso.
Asentí con ilusión.
―Vale. Dame tu mano ―me pidió, aunque él ya la estaba retirando de su mejilla para cogerla. Luego, me hizo estirar el brazo hacia la mariposa―. Ahora tenemos que hacerlo muy, muy despacito, ¿de acuerdo? ―bisbiseó.
Asentí de nuevo, si bien esta vez con un ligero movimiento de cabeza a la vez que observaba al insecto con atención, bien seria y concentrada.
Mi mano ya estaba a un palmo de la mariposa, que volvía a tener las alas entrecerradas, así que la abrí para cogerla por ellas. Sin embargo, Jake detuvo el movimiento con suavidad.
―Las alas de las mariposas están llenas de polvos mágicos para que puedan volar, como las de las hadas ―cuchicheó con una entonación llena de misticismo y misterio―. Si las tocas con la mano, ya no podrá hacerlo ―le miré y puse los ojos en blanco. Hacía tiempo que ya no me creía esas cosas―. En serio ―aseguró, alzando las cejas hacia arriba de forma exagerada y asintiendo con la cabeza―. Están llenas de polvos. Toca las alas de esa mariposa, y jamás probará lo que es volar.
Pero eso sí que me lo creía. Mis dedos se retrajeron automáticamente y mi vista se fue hacia la mariposa con temor. Menos mal que me había avisado.
―Acércate muy, muy despacio y deja que se pose en tu dedo ―sugirió, soltando mi muñeca para que lo hiciera yo sola.
Y así lo hice. Arrimé mi dedo muy lentamente y lo pegué al tallo, dejando a la mariposa por debajo. Lo arrastré, iniciando un descenso con mucha cautela y delicadeza, y las patitas delanteras del insecto se subieron a mi falange. El resto no tardó en hacer lo mismo cuando deslicé mi dedo un poco más abajo. Separé la mano de la planta y porté la mariposa en mi dedo hasta que la tuve delante de los ojos.
Sonreí, entusiasmada, al ver a la mariposa tan de cerca. Ella parecía estar tan a gusto como yo, abría y cerraba sus preciosas alas celestes frente a mí, como si quisiera mostrarme toda su belleza.
―¿Te gusta? ―me preguntó Jake, observándome con las pupilas centelleantes.
Las mías prefirieron mirarle a él un billón de veces más, un trillón, y se fijaron a las suyas con alegría.
Entonces, de una manera totalmente sincronizada, me lancé a sus receptores brazos de un salto para abrazarle y darle un beso en la mejilla, haciendo que la mariposa alzase el vuelo por encima de nuestras cabezas, a la vez que ambos nos reíamos.
Continué observando ese marcador de libros con una sonrisa bobalicona mientras este maravilloso recuerdo terminaba de desvanecerse de mi memoria. El susodicho marcador me lo había hecho Jake a la semana siguiente de lo acontecido en ese recuerdo, puesto que, por aquel entonces, y pese a ser tan joven, ya me había leído unos cuantos libros. Estaba hecho de una madera muy clara. Era fino, rectangular y alargado en la parte que tenía que quedar entre las hojas, y la zona superior estaba coronada por una mariposa también plana, aunque mas gruesa. Jake la había tallado a un tamaño casi idéntico y la había pintado exactamente igual a la mariposa que habíamos visto ese día. Cuando me regaló el marcador me había encantado, y seguía encantándome ahora. Mi madre había hecho bien en traérmelo de mi antigua casa. Creía que lo había perdido y me había llevado un disgusto enorme, sin embargo, debió de haberse quedado metido en alguno de mis tantos libros y ahora que mi familia había redecorado la vivienda seguramente mamá lo había encontrado.
Contentísima de tenerlo de nuevo, lo inserté en el último libro que estaba leyendo y retiré ese simple marcador de papel.
Dejé el libro sobre el escritorio y me di la vuelta hacia la cama de ese dormitorio que dentro de poco ya sería el del bebé. La colcha estaba repleta de cosas que no nos había dado tiempo a guardar todavía, puesto que aún no había vaciado el armario para hacerle sitio. Me acerqué y me senté en la cama.
Cogí la ropita del niño y la posé en mi regazo para mirarla. Era un montón bastante grande, gracias a la tía Alice, y ya tenía una amplia variedad para los tres primeros meses. Fui pasando prenda por prenda, desdoblándola para observarla con una sonrisa, y la fui dejando de nuevo doblada a mi lado. Había ropa interior de bebé, camisetas minúsculas, pantaloncitos enanos, gorritos, patucos…
―¿Qué haces? ―me preguntó Jake de repente con una sonrisa, entrando por la puerta.
No me asustó, porque ya había percibido sus pasos.
―Estaba mirando la ropita del bebé ―le revelé, sonriéndole.
Jacob sonrió también. Arrastró una de las sillas del escritorio y se sentó frente a mí. Cogió una camiseta del montón de mi regazo y la desplegó. La prenda era tan pequeña, que cabía en una de sus manos, sin embargo, estas la sujetaban con mucha delicadeza y ternura. Me quedé mirando embobada cómo él observaba la camiseta del bebé, entusiasmado, y cómo la doblaba sobre su pantorrilla.
Alice no era la única que le había comprado ropa al niño. Desde que le habíamos dado la noticia a Renée, estaba contentísima e ilusionadísima, así que ella también había comprado alguna cosa. Renée había venido a Forks por Navidad para vernos y, por primera vez en muchos años, ella había pasado la nochebuena con nosotros, en casa de Charlie. Phil había sido bastante indulgente con Renée y había accedido a no pasar las Navidades juntos, al menos este año. Se pensaba que mi madre estaba metida en una secta o algo así que impedía su relación con más personas que no fueran sus familiares más íntimos. En fin, era un poco estrambótico, pero Renée podía ser muy imaginativa y persuasiva, así que Phil se lo había tragado. Al pobre no le quedó más remedio que irse a casa de sus padres solo, aunque comprendía que su mujer quisiera aprovechar para venir y pasar ese día tan especial con su hija después de tantos años sin hacerlo.
Mamá ya le había dado la noticia a Renée por teléfono la misma semana en que nos enteramos de mi estado y ella ya nos había dado la enhorabuena, pero en nochebuena nos felicitó personalmente y nos dio sus regalos, entre los que se encontraba ropa de bebé. Parecía que ya iba asimilando todo nuestro mundo, es más, me sorprendió la naturalidad con la que lo hacía, se notaba que mi madre y ella hablaban por el Messenger todos los días y nos veíamos todos por la Webcam, ahora sin secretos ni limitaciones, eso hacía que mi abuela materna lo viera con más normalidad, podía comprobar por sí misma lo feliz que era su hija y que esta vida era la que había escogido, así que supongo que eso la hacía feliz a ella también. Lo único que le importaba era saber que su hija se encontraba bien y que podía verla siempre que quisiera, eso era suficiente para ella. Además, tengo que reconocer que Renée era una mujer muy abierta y moderna, receptiva a toda clase de ideas, por raras que estas pareciesen. No era así con Charlie. Aunque ya sabía de sobra todo lo que se cocía y no le había quedado más remedio que escuchar la verdad sin tapujos el día en que se lo contamos todo a Renée, él prefería hacer como que esa tarde no había oído nada y continuar con su no pensar, no pensar, era por eso que mamá seguía poniéndose esas lentillas marrones en su presencia.
Esa pequeña camiseta que Jacob sostenía en su pierna era una de las prendas que Renée le había comprado al niño. Mientras miraba a Jacob engatusada, mi mano rodeó mi pequeña pancita. Todavía quedaban cinco meses para que tuviéramos a nuestro bebé en brazos. No me hacía falta, porque tenía toda mi infancia como testigo, pero tan solo tenía que evocar el recuerdo de la mariposa de nuevo para ver con absoluta certeza lo buen padre que iba a ser. Mi estómago se llenó de su cosquilleo habitual instantáneamente.
También observé lo guapo que estaba, por supuesto. Hoy era 6 de febrero, y celebrábamos nuestro aniversario, por eso se había puesto esos pantalones de vestir de color marrón y esa camisa de color blanco que le quedaba tan, tan bien. Entonces, me di cuenta de que se nos hacía tarde y dejé la ropita del bebé a un lado para levantarme. Si seguía mirándola, no saldría de casa en toda la noche.
Yo llevaba un elegante vestido negro que se sujetaba a mi cuerpo con un corpiño que se ceñía a mi pecho, dejando que la tela cayese libre hacia abajo. Tenía que disimular un poco mi barriga, porque estaba en esa fase intermedia en la que la gente te mira y se pregunta si es que estás embarazada o es que te has zampado demasiados bollos últimamente. Siempre era mejor evitar eso. La caída del vestido no llegaba a mis rodillas y hacía un efecto vaporoso que sentaba bastante bien. Los zapatos y el bolso, claro está, me los había regalado Alice. Como mi vientre todavía no estaba muy hinchado y no afectaba a mi espalda, los zapatos tenían un tacón de aguja considerable, si bien tenían un poco de suplemento que te hacían ver, cuando te los ponías, que en realidad no era tanto como aparentaba. Aun así, esperaba saber caminar con eso y no matarme por el camino. Estaban revestidos de tela negra y tenían un lacito en el empeine a modo de adorno que quedaba muy bonito. El bolso también llevaba un lazo, haciendo juego con los zapatos.
Jacob alzó la vista en cuanto me puse de pie, y se quedó maravillado al observarme mejor. Sus ojos me repasaron de arriba abajo con deslumbramiento.
Estás… estás…
―Gracias ―le contesté, ruborizada, ahorrándole más balbuceos. Jacob se levantó y se quedó frente a mí, sin dejar de mirarme del mismo modo―. Tú también estás muy guapo ―y mis labios se curvaron hacia arriba con satisfacción cuando le hice todo un chequeo visual.
Sí, estaba muy, muy guapo. El reflejo níveo de su camisa sentaba realmente bien sobre su cobriza piel, y encima se le ceñía a ese impresionante torso…
Me quedé muda hasta en mis pensamientos. Sus pupilas se engancharon a las mías y ya comenzaron a hipnotizarme, junto con la energía que ya empezó a envolvernos, aunque no me dio tiempo a más. Me tomó por la cintura y, con un movimiento enérgico, me arrimó a su cuerpo para besarme con entusiasmo. Mis mariposas internas se revolucionaron a la vez que mis brazos se iban solos hacia su cuello y mis labios respondían a sus besos, entregándose a ellos sin remedio.
―Venga, dejadlo ya ―nos interrumpió Emmett, riéndose, haciendo que nos sobresaltáramos y nos despegásemos―. Ya tendréis tiempo para eso. Toca después de la cena, ¿no es así?
Soltó tal carcajada, que hasta las paredes vibraron. Mi rostro sufrió un baño de sangre.
―Muy gracioso ―mascullé entre dientes.
―Vale, vale, ya vamos ―aceptó Jake, un poco molesto porque nos interrumpiera.
Me cogió de la mano para empezar a seguir a Em, que ya estaba saliendo por la puerta, sin dejar de reírse.
―Espera, tengo que ponerme el abrigo ―me coloqué delante de él y lo llevé hasta nuestro dormitorio.
Una vez allí, solté su mano, saqué el abrigo de tres cuartos del armario y me lo puse. Escogí un chaquetón de color azulote, ya que no quería ir de luto total.
―¿No pasarás frío con ese vestido? ―opinó Jacob, repasándome otra vez.
Sus ojos seguían maravillados, pero ahora tenían una motita de preocupación flotando en ellos.
―No te preocupes, solo es por abrigarme un poco ―le calmé, agarrando su mano de nuevo―. Emmett nos va a llevar en su Jeep y nos va a dejar en la misma puerta del restaurante.
―¡Servicio de limusina privado! ―exclamó Em desde abajo.
―Ah, bueno, genial ―sonrió mi chico, tirando de mí para salir de la habitación.
Bajamos al vestíbulo, donde ya nos esperaban mis padres, Alice, Jasper, Rosalie y el propio Emmett, y todos nos marchamos de casa despidiéndonos de Carlisle y Esme según salíamos por la puerta.
El Jeep de Em volaba por la autopista que llevaba a Port Angeles y Jake y yo íbamos sentados en el centro de los asientos, rodeados por mis padres, Alice y Jazz. Menos mal que el coche de mi tío era muy amplio, porque si no, no hubiéramos entrado todos, aunque Alice ocupaba lo mismo que una niña pequeña.
―Me siento como esos famosos de la tele que van acompañados por los guardaespaldas a todas horas y por todas partes ―refunfuñó Jake en el trayecto.
―Aguanta un poco, chucho ―le respondió Rosalie desde el asiento del copiloto, fingiendo esa cara de hastío de siempre que se reflejaba en el espejo de su parasol, el cual había bajado con rapidez para mirarle―. Pronto estaréis a solas. Además, nosotros también tenemos que soportar la peste que dejas en el coche.
―Y yo la vuestra por nuestra casa ―contestó él con una sonrisita de autosuficiencia―. Tardaremos meses en ventilarla, no sé si no tendremos que acabar mudándonos.
―Si te mudas, hazlo bien lejos, por favor ―replicó ella.
―¿Sabes lo que voy a hacer? ―la sonrisa de Jacob ya era toda una provocación―. Voy a frotarme contra los asientos, para dejar mejor mi efluvio y marcar mi nuevo territorio.
Emmett soltó otra carcajada.
―Ni se te ocurra, perro ―le advirtió Rosalie, mirándole con cara de pocos amigos.
 ―¿Prefieres que lo marque de otra manera? ―su sonrisa se amplió con malicia.
Se me escapó una risilla.
―Guarro… ―murmuró Rose, dedicándole una mirada de desagrado total.
―Si lo haces, te la cortaré ―le amenazó Em en broma.
Jake se carcajeó.
―Ya basta ―se quejó mi madre.
―Esto empieza a parecerse a un parvulario ―opinó papá.
―Tu hijo ya es más maduro que tú ―le dijo Rosalie a Jacob, haciendo negaciones con la cabeza.
―¿Te cuento el último chiste de rubias que me sé?
Mi tía subió el parasol de inmediato.
―Pasa de mí, Lassie ―replicó ella, haciéndose la indiferente.
―¡Lassie! ―se rio Emmett―. Eso ha estado bien.
Jake también se rio.
―Reconozco que te ha venido un halo de inspiración, pero, mira, te iba a contar ese chiste, sin embargo, ahora te voy a contestar a eso con otro. ¿Qué hay que hacer cuando una rubia te lanza una granada? ―Jacob esperó dos segundos para ver si alguien se lo sabía. Como nadie contestó, lo soltó―. Sacarle el seguro y devolvérsela.
A mamá y a mí nos dio la risa y Jasper intentaba ponerse serio, pero se le escapó la comisura de su labio hacia arriba. Rosalie puso los ojos en blanco.
―Ja, ja, qué gracioso ―ironizó ella.
―Otro.
―Oh, por favor ―protestó papá, haciéndose el intelectual.
―¿Qué hay que hacer para que una rubia se calle? ―siguió Jake, haciendo caso omiso a mi padre. Esperó otro par de segundos―. Preguntarle en qué está pensando.
Las carcajadas de Jacob ahora fueron acompasadas por las de Emmett, mamá, Alice, Jasper y yo.
―¿Quieres otro? ―preguntó Jacob.
―¿Te cuento yo alguno de perros sarnosos? ―resopló Rosalie.
―Este te va a encantar.
Jacob continuó sin hacerle caso, y siguió haciéndolo todo el trayecto, que estuvo muy amenizado por sus chistes y las réplicas cada vez más furiosas de Rosalie. Sin darnos apenas cuenta, llegamos a nuestro destino, para alivio de mi tía. Emmett nos dejó justo en la puerta del Wolf y, mientras él se iba en el Jeep con el fin de buscar aparcamiento, el resto de mi familia se quedó con nosotros para vigilar todos los alrededores.
―Pasadlo bien, y no tengáis prisa, nosotros esperaremos el tiempo que haga falta ―nos sonrió mamá, acariciando mi mejilla.
―Gracias ―asentí, dirigiéndome a todos.
―Vamos dentro, no quiero que cojas frío ―me instó Jake, ya tirando de mi mano.
Sí, será mejor que entréis ―coincidió mi padre.
―Bueno, nos vemos luego ―les dije al tiempo que ya caminaba con Jacob hacia la puerta.
Mi padre asintió.
―No te olvides de sacudirte las pulgas antes de entrar ―le espetó Rosalie a mi chico, aún enfurruñada.
Él se giró y le lanzó una serie de besitos.
―Sabes que te quiero, Rose, eres mi Barbie favorita, en serio ―admitió Jake, dándose la vuelta hacia la puerta―. Aunque seas rubia y huelas fatal ―apostilló después con esa sonrisa torcida que mi tía no vio.
Me di la vuelta y vi que Rosalie se había quedado un poco sorprendida, aunque también algo descolocada. No sabía si tomarse eso como un cumplido o como otra broma. Sonreí y me giré hacia delante para entrar en el Wolf con Jake.
Otro año más, Joseph nos dio la misma mesa de siempre y nos atendió de maravilla. La cena fue estupenda, y la compañía de la que gozaba infinitamente mejor. Estuvimos un par de horas en el restaurante, ya que Joe quería invitarnos a algo por mi embarazo, y cuando salimos, mi familia dejó su escondite para escoltarnos hasta el coche.
Este año no hubo paseo por la playa, sin embargo, eso no hizo que se estropeara nuestro aniversario. Nuestra velada romántica siguió en casa, donde la radio sonó durante buena parte de la noche.
Otro 6 de febrero más, juntos.


8 comentarios:

  1. ¡Hola a todos! Soy Tamara ^^

    MUCHAS GRACIAS POR SEGUIR LEYÉNDOME!!! SOIS TODOS UN AMOR!!!!

    Andres: pues sí, el capi 100 ya!! O-O No me lo creo ni yo, jaja. Por cierto, ¿ya estás más animado?

    Elsa: muchas gracias por tus palabras, siempre me animas mucho!!!

    Bueno, pues aquí tenéis el capi de hoy, espero que os guste. Dentro de poco tendremos más acción!!! ;)

    Lametones para todos!!!!

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  2. muy lido capi...los chistes a rosalie lo mejor...y si ya de animos estoy mejor gracias....ya kiero ver accion....el sabado otro capi...salu2 y salu2 a todas mis amigas de las distancia...

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  3. hola tamara y chicos!!! ando desaparesida xq m qde sin internet en casa y tengo q ir a un ciber (aca en argentina se yama a si donde t alquilan las compus con internet)y estam muy caras pero ya estoy al corriente...

    el cap buenisimo... segui asi... nos vemos la proxima!!
    besos desde argentina... YANINA

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  4. Hola Tamara:
    Esos bonitos recuerdos, y el bello amor que se profesan jake&nessie hacen esta historia realmente HERMOSA....el capitulo muy lindo...
    Tamara, tu nos regalas tu TALENTO ,tu tiempo y creo que lo que podemos hacer es agradecertelo con la mano en el corazon y las palabras que nos salgan de este, ..asi que gracias muchas gracias a ti
    elsa

    la imaguen de hoy es una de mis favoritas...asi que gracias por alegrar mis pupilas

    un saludo y un abrazo a todos mis amigos

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  5. Reportandome tarde :P Lamento comentar tarde, es que ayer llegue a casa tarde y tengo que comenzar a acostarme temprano para llegar temprano a clase

    LO ADORE UN MONTON!!! Principalmete los chistes de Jacob y que su dia de aniversario sea el 6-febrero(mi cumpleanos):D, y aqui esperando pacientemente la accion


    Hasta el sabado,

    Un Beso,

    Lizbeth, Republica Dominicana

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  6. ¡HOLA! SOY NOVIEMBRE:
    TAMARA, HAS DADO EN EL CLAVO CON LOS CHISTES DE JACOB, METIENDOSE CON ROSE,
    ME HE REIDO MUCHO, COMO SIEMPRE ESTÁ GENIAL.
    UN LAMETÓN

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  7. Que puntazo lo de los chistes ajajaj, me encanta los pIques de Jake Con Rose y tu lo explicas todo tan bien...Sara De Ceuta

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  8. Hola, Sara!!!

    Jajaja, me alegro de que te gusten xDD Sí, Jake es así xDD A mí también me encantan los piques entre Jake y Rose. Muchas gracias por tu cumplido, me halagas un montón =)

    Lametones!!!

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