NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").
Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏
CAPITULOS:
PARTE DOS: NUEVA ERA
RENESMEE:
77. ACAMPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-77-acampada.html
78. EL LAGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-78-el-lago.html
79. EN MEDIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-79-en-medio.html
80. LICÁNTROPO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-80-licantropo.html
81: DECISIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-81-decision.html
82. CUMPLEAÑOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-82-cumpleanos.html
83. IRRUPCIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-83-irrupcion.html
84. REENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-84-reencuentro.html
85. GRIPE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-85-gripe.html
86. FALLO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-86-fallo.html
87. GIRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-87-giro.html
88. BUENA Y MALA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-88-buena-y-mala.html
89. FELICITACIONES Y PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-89-felicitaciones-y.html
90. APOYO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-90-apoyo.html
91. CARTA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-91-carta.html
92. INTERESES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-92-intereses.html
93. BENEFICIO COLATERAL: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-93-beneficio.html
94. ECOGRAFÍA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-94-ecografia.html
95. FANTASMAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-95-fantasmas.html
96. MANIOBRA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-96-maniobra.html
97. "NO PUEDO": http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-97-no-puedo.html
98. SANGRE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-98-sangre.html
99. HERIDOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-99-heridos.html
100. PRUEBA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-100-prueba.html
101. ENTRENAMIENTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-101-entrenamiento.html
6 DE FEBRERO
Me encontraba en cuclillas
sobre la alta hierba, junto a Jake. Mi vestido de color cielo cubría mis
pequeñas piernas completamente y llegaba hasta el suelo, poniendo los bajos
perdidos con esa tierra húmeda. Jacob tendría que soportar la regañina de
Rosalie cuando llegásemos a casa, pero no parecía importarle. Había estado
lloviendo toda la mañana en ese bosque que pertenecía al territorio de mis
padres, pero había escampado y hacía un buen rato que ya había salido el sol,
por lo que Jacob quiso aprovechar para sacarme un poco de esa vivienda que para
él olía tan mal.
No nos encontrábamos lejos
de ese tronco que ya habíamos hecho nuestro y en el que siempre estábamos para
jugar, sin embargo, Jake había visto algo que le llamó la atención y prefirió que
echásemos un vistazo antes de que nos dirigiésemos a ese rincón.
―No te muevas ―me cuchicheó
con su voz ronca―. Está a punto de salir.
Todavía no me gustaba
hablar en alto, así que asentí. Me quedé muy quieta, observando esa cosa
extraña con forma de capullo que tenía justo delante con suma atención, como si
se me fuera la vida en ello. A mis ocho meses de edad, y aunque en realidad era
como si tuviese unos seis años, jamás había visto semejante cosa antes.
Sin dejar de mirar eso,
coloqué mi mano en su mejilla. Le hice ver que no sabía lo que era a la vez que
acercaba el rostro un poco más a esa cosa extraña y entrecerraba los ojos para
analizarla mejor.
―Se llama crisálida ―bisbiseó.
Le pregunté para qué
servía.
―Ya lo verás ―cuchicheó de
nuevo―. No le quites ojo, va a pasar una cosa mágica, te lo aseguro.
La crisálida era de un color
marrón claro y colgaba de la afilada hoja de una planta que tendría unos veinte
centímetros de alto, pero no me parecía que pasase nada especial, es decir, me
preguntaba cómo habría podido ir a parar eso ahí, pero nada más. Aparté mi cara
infantil de la planta, le miré, sin despegar la mano de su rostro, y fruncí el
ceño, algo decepcionada.
―Espera, espera un poco, ya
verás ―insistió sin dejar de observar la crisálida, alzando la mano para
dejarla suspendida en el aire, a la espera de que pasase algo―. Antes he visto
cómo se movía. Tiene que salir ya.
¿Pero salir el qué? Puse
los ojos en blanco y suspiré.
―¡Ah, mira! ―exhaló de
repente, en voz baja, aunque con entusiasmo, señalándome la cosa esa con el
dedo.
Giré el rostro hacia allí,
no muy segura de que fuera a pasar nada del otro mundo.
Pero pasó.
Esa cosa extraña llamada
crisálida empezó a moverse, primero fue un ligero temblequeo y luego los
movimientos pasaron a ser un poco más fuertes. Entonces, me di cuenta de que
parecía tener algo en su interior que se movía y empujaba hacia fuera para
romper ese envoltorio marrón. No sé cuánto tiempo estuvimos acuclillados en la
hierba esperando, pero, finalmente, lo que fuera que estaba dentro consiguió
quebrar la crisálida y liberarse. Ese envoltorio cayó al suelo, sin embargo, lo
que contenía se quedó en el tallo de la hoja.
Jadeé, con mis ojos abiertos
de par en par observando ese bicho desconocido mientras apretaba la mano contra
la mejilla de mi mejor amigo. Le mostré la multitud de insectos que conocía,
pero que ese no encajaba con ninguno.
―Es una mariposa ―me
reveló, sonriéndome.
Esta vez aparté la vista
para mirarle y retiré la mano de su mejilla.
―¿Una mariposa? ―repetí en
voz alta.
Noté cómo Jacob se
maravillaba al escucharme, todavía no estaba muy acostumbrado a oír mi voz, ya
que hablaba muy pocas veces.
―Sí, una mariposa ―me
ratificó con una amplia sonrisa―. Pero sigue mirando, aún no ha terminado ―y
volvió a señalarla.
Volví a mirarla ipso facto.
La mariposa tenía dos alas, pero estaban arrugadas y parecían mojadas. Dudé de
que pudiera volar con eso. Estas eran negras y se encontraban enganchadas a su
alargado cuerpo, que también era de color negro y estaba lleno de un fino pelo
humedecido. Las patitas eran finas y largas, se pegaban al tallo de la planta con
total naturalidad. La cabeza del insecto era grande y disponía de dos antenas y
unos grandes ojos que, en realidad, estaban formados por centenares de
minúsculos cristalitos oscuros, pero lo que más llamó mi atención de la cabeza fue
ese tubo finísimo que se desplegaba de ella y que se enroscaba en su final,
formando una espiral retráctil.
Iba a llevar mi mano a la
mejilla de Jake de nuevo para preguntarle por qué no se movía, cuando la
mariposa lo hizo. Sus alas se agitaron con un movimiento mínimo y se estiraron
un poco. Fue cuando pude apreciar que no eran negras del todo, sino que también
estaban teñidas con un color azul celeste en su interior.
Giré el rostro hacia Jacob
y le sonreí con ganas. Él me correspondió, observándome con algo de
engatusamiento, y después llevé la mirada hacia la mariposa otra vez.
Poco a poco, progresivamente,
el pelo de su cuerpo se fue secando y las alas de la mariposa se fueron
estirando. Me quedé mirando maravillada cómo lo hacían y descubrí con asombro
que no eran dos alas, sino cuatro. Las de arriba tenían una forma más
triangular y eran más grandes, en cambio las de abajo eran más redondeadas y
eran de menor tamaño. Las tenía entrecerradas a la espalda y cuando por fin las
abrió y las desplegó completamente, vi cómo eran en todo su esplendor.
Jadeé de nuevo, asombrada,
y la sonrisa de Jacob se ensanchó.
Claro que podía volar con
eso, y maravillar al mundo entero. Las alas eran negras en todo su borde
exterior, por eso me habían parecido de ese color al principio, sin embargo,
todo el extenso interior era de una intensa tonalidad azul celeste que resplandecía.
Cada ala formaba un todo, un cuadro con forma irregular de color azul con su
marco negro. Las alas superiores también tenían un ribeteo consistente en unos
puntitos blancos que se disponían en hilera, dentro de la parte negra que
coloreaba los bordes.
Ahora sí. Coloqué la mano
en su mejilla y le mostré lo preciosa que me parecía la mariposa a la vez que
seguía observándola, maravillada.
―Antes era una oruga ―afirmó Jake.
La mariposa batió sus alas,
como pavoneándose con orgullo ante tal declaración.
Le miré, extrañada.
Proyecté la imagen de lo que yo recordaba que era una oruga. La fotografía
mental que yo tenía en mi cerebro de ese bicho no cuadraba nada con el de una
preciosa mariposa.
Jacob se rio.
―Verás, las orugas son las
hijas de las mariposas, ¿entiendes? ―me aclaró, sonriéndome con esos dientes
tan blancos que destellaban con los rayos del sol. Entonces, siguió
explicándomelo, haciendo gestos sin parar al tiempo que hablaba con entusiasmo―.
Mira, las mariposas ponen los huevos, de ellos salen las orugas. Las orugas se
dedican a ponerse las botas comiendo todas las hojas y plantas que pueden, y
cuando crecen y engordan lo suficiente, se… bueno, digamos que se meten en esas
crisálidas. Una vez dentro, empieza la magia. Nadie sabe cómo, pero esas orugas
tan feas y repelentes comienzan a transformarse. Cuando pasa un tiempo, salen y
¡tachán!, son mariposas.
Solté una risilla con mi
voz infantil y su sonrisa se amplió una vez más.
―¿Quieres cogerla? ―me
propuso.
Asentí con ilusión.
―Vale. Dame tu mano ―me
pidió, aunque él ya la estaba retirando de su mejilla para cogerla. Luego, me
hizo estirar el brazo hacia la mariposa―. Ahora tenemos que hacerlo muy, muy
despacito, ¿de acuerdo? ―bisbiseó.
Asentí de nuevo, si bien
esta vez con un ligero movimiento de cabeza a la vez que observaba al insecto
con atención, bien seria y concentrada.
Mi mano ya estaba a un
palmo de la mariposa, que volvía a tener las alas entrecerradas, así que la
abrí para cogerla por ellas. Sin embargo, Jake detuvo el movimiento con
suavidad.
―Las alas de las mariposas
están llenas de polvos mágicos para que puedan volar, como las de las hadas
―cuchicheó con una entonación llena de misticismo y misterio―. Si las tocas con
la mano, ya no podrá hacerlo ―le miré y puse los ojos en blanco. Hacía tiempo
que ya no me creía esas cosas―. En serio ―aseguró, alzando las cejas hacia
arriba de forma exagerada y asintiendo con la cabeza―. Están llenas de polvos. Toca
las alas de esa mariposa, y jamás probará lo que es volar.
Pero eso sí que me lo
creía. Mis dedos se retrajeron automáticamente y mi vista se fue hacia la
mariposa con temor. Menos mal que me había avisado.
―Acércate muy, muy despacio
y deja que se pose en tu dedo ―sugirió, soltando mi muñeca para que lo hiciera
yo sola.
Y así lo hice. Arrimé mi dedo
muy lentamente y lo pegué al tallo, dejando a la mariposa por debajo. Lo
arrastré, iniciando un descenso con mucha cautela y delicadeza, y las patitas
delanteras del insecto se subieron a mi falange. El resto no tardó en hacer lo
mismo cuando deslicé mi dedo un poco más abajo. Separé la mano de la planta y
porté la mariposa en mi dedo hasta que la tuve delante de los ojos.
Sonreí, entusiasmada, al
ver a la mariposa tan de cerca. Ella parecía estar tan a gusto como yo, abría y
cerraba sus preciosas alas celestes frente a mí, como si quisiera mostrarme
toda su belleza.
―¿Te gusta? ―me preguntó
Jake, observándome con las pupilas centelleantes.
Las mías prefirieron
mirarle a él un billón de veces más, un trillón, y se fijaron a las suyas con
alegría.
Entonces, de una manera
totalmente sincronizada, me lancé a sus receptores brazos de un salto para
abrazarle y darle un beso en la mejilla, haciendo que la mariposa alzase el
vuelo por encima de nuestras cabezas, a la vez que ambos nos reíamos.
Continué observando ese
marcador de libros con una sonrisa bobalicona mientras este maravilloso
recuerdo terminaba de desvanecerse de mi memoria. El susodicho marcador me lo
había hecho Jake a la semana siguiente de lo acontecido en ese recuerdo, puesto
que, por aquel entonces, y pese a ser tan joven, ya me había leído unos cuantos
libros. Estaba hecho de una madera muy clara. Era fino, rectangular y alargado
en la parte que tenía que quedar entre las hojas, y la zona superior estaba
coronada por una mariposa también plana, aunque mas gruesa. Jake la había tallado
a un tamaño casi idéntico y la había pintado exactamente igual a la mariposa que
habíamos visto ese día. Cuando me regaló el marcador me había encantado, y
seguía encantándome ahora. Mi madre había hecho bien en traérmelo de mi antigua
casa. Creía que lo había perdido y me había llevado un disgusto enorme, sin
embargo, debió de haberse quedado metido en alguno de mis tantos libros y ahora
que mi familia había redecorado la vivienda seguramente mamá lo había encontrado.
Contentísima de tenerlo de
nuevo, lo inserté en el último libro que estaba leyendo y retiré ese simple
marcador de papel.
Dejé el libro sobre el
escritorio y me di la vuelta hacia la cama de ese dormitorio que dentro de poco
ya sería el del bebé. La colcha estaba repleta de cosas que no nos había dado
tiempo a guardar todavía, puesto que aún no había vaciado el armario para
hacerle sitio. Me acerqué y me senté en la cama.
Cogí la ropita del niño y
la posé en mi regazo para mirarla. Era un montón bastante grande, gracias a la
tía Alice, y ya tenía una amplia variedad para los tres primeros meses. Fui
pasando prenda por prenda, desdoblándola para observarla con una sonrisa, y la
fui dejando de nuevo doblada a mi lado. Había ropa interior de bebé, camisetas
minúsculas, pantaloncitos enanos, gorritos, patucos…
―¿Qué haces? ―me preguntó
Jake de repente con una sonrisa, entrando por la puerta.
No me asustó, porque ya
había percibido sus pasos.
―Estaba mirando la ropita
del bebé ―le revelé, sonriéndole.
Jacob sonrió también.
Arrastró una de las sillas del escritorio y se sentó frente a mí. Cogió una
camiseta del montón de mi regazo y la desplegó. La prenda era tan pequeña, que
cabía en una de sus manos, sin embargo, estas la sujetaban con mucha delicadeza
y ternura. Me quedé mirando embobada cómo él observaba la camiseta del bebé,
entusiasmado, y cómo la doblaba sobre su pantorrilla.
Alice no era la única que
le había comprado ropa al niño. Desde que le habíamos dado la noticia a Renée,
estaba contentísima e ilusionadísima, así que ella también había comprado
alguna cosa. Renée había venido a Forks por Navidad para vernos y, por primera
vez en muchos años, ella había pasado la nochebuena con nosotros, en casa de
Charlie. Phil había sido bastante indulgente con Renée y había accedido a no
pasar las Navidades juntos, al menos este año. Se pensaba que mi madre estaba
metida en una secta o algo así que impedía su relación con más personas que no
fueran sus familiares más íntimos. En fin, era un poco estrambótico, pero Renée
podía ser muy imaginativa y persuasiva, así que Phil se lo había tragado. Al
pobre no le quedó más remedio que irse a casa de sus padres solo, aunque comprendía
que su mujer quisiera aprovechar para venir y pasar ese día tan especial con su
hija después de tantos años sin hacerlo.
Mamá ya le había dado la
noticia a Renée por teléfono la misma semana en que nos enteramos de mi estado
y ella ya nos había dado la enhorabuena, pero en nochebuena nos felicitó
personalmente y nos dio sus regalos, entre los que se encontraba ropa de bebé.
Parecía que ya iba asimilando todo nuestro mundo, es más, me sorprendió la
naturalidad con la que lo hacía, se notaba que mi madre y ella hablaban por el
Messenger todos los días y nos veíamos todos por la Webcam, ahora sin secretos
ni limitaciones, eso hacía que mi abuela materna lo viera con más normalidad,
podía comprobar por sí misma lo feliz que era su hija y que esta vida era la
que había escogido, así que supongo que eso la hacía feliz a ella también. Lo
único que le importaba era saber que su hija se encontraba bien y que podía
verla siempre que quisiera, eso era suficiente para ella. Además, tengo que
reconocer que Renée era una mujer muy abierta y moderna, receptiva a toda clase
de ideas, por raras que estas pareciesen. No era así con Charlie. Aunque ya
sabía de sobra todo lo que se cocía y no le había quedado más remedio que
escuchar la verdad sin tapujos el día en que se lo contamos todo a Renée, él
prefería hacer como que esa tarde no había oído nada y continuar con su no
pensar, no pensar, era por eso que mamá seguía poniéndose esas lentillas
marrones en su presencia.
Esa pequeña camiseta que
Jacob sostenía en su pierna era una de las prendas que Renée le había comprado
al niño. Mientras miraba a Jacob engatusada, mi mano rodeó mi pequeña pancita.
Todavía quedaban cinco meses para que tuviéramos a nuestro bebé en brazos. No
me hacía falta, porque tenía toda mi infancia como testigo, pero tan solo tenía
que evocar el recuerdo de la mariposa de nuevo para ver con absoluta certeza lo
buen padre que iba a ser. Mi estómago se llenó de su cosquilleo habitual
instantáneamente.
También observé lo guapo
que estaba, por supuesto. Hoy era 6 de febrero, y celebrábamos nuestro
aniversario, por eso se había puesto esos pantalones de vestir de color marrón
y esa camisa de color blanco que le quedaba tan, tan bien. Entonces, me di
cuenta de que se nos hacía tarde y dejé la ropita del bebé a un lado para
levantarme. Si seguía mirándola, no saldría de casa en toda la noche.
Yo llevaba un elegante
vestido negro que se sujetaba a mi cuerpo con un corpiño que se ceñía a mi
pecho, dejando que la tela cayese libre hacia abajo. Tenía que disimular un
poco mi barriga, porque estaba en esa fase intermedia en la que la gente te
mira y se pregunta si es que estás embarazada o es que te has zampado
demasiados bollos últimamente. Siempre era mejor evitar eso. La caída del
vestido no llegaba a mis rodillas y hacía un efecto vaporoso que sentaba
bastante bien. Los zapatos y el bolso, claro está, me los había regalado Alice.
Como mi vientre todavía no estaba muy hinchado y no afectaba a mi espalda, los
zapatos tenían un tacón de aguja considerable, si bien tenían un poco de
suplemento que te hacían ver, cuando te los ponías, que en realidad no era tanto
como aparentaba. Aun así, esperaba saber caminar con eso y no matarme por el
camino. Estaban revestidos de tela negra y tenían un lacito en el empeine a
modo de adorno que quedaba muy bonito. El bolso también llevaba un lazo,
haciendo juego con los zapatos.
Jacob alzó la vista en
cuanto me puse de pie, y se quedó maravillado al observarme mejor. Sus ojos me
repasaron de arriba abajo con deslumbramiento.
―Estás… estás…
―Gracias ―le contesté,
ruborizada, ahorrándole más balbuceos. Jacob se levantó y se quedó frente a mí,
sin dejar de mirarme del mismo modo―. Tú también estás muy guapo ―y mis labios
se curvaron hacia arriba con satisfacción cuando le hice todo un chequeo
visual.
Sí, estaba muy, muy guapo.
El reflejo níveo de su camisa sentaba realmente bien sobre su cobriza piel, y
encima se le ceñía a ese impresionante torso…
Me quedé muda hasta en mis
pensamientos. Sus pupilas se engancharon a las mías y ya comenzaron a
hipnotizarme, junto con la energía que ya empezó a envolvernos, aunque no me
dio tiempo a más. Me tomó por la cintura y, con un movimiento enérgico, me
arrimó a su cuerpo para besarme con entusiasmo. Mis mariposas internas se
revolucionaron a la vez que mis brazos se iban solos hacia su cuello y mis
labios respondían a sus besos, entregándose a ellos sin remedio.
―Venga, dejadlo ya ―nos
interrumpió Emmett, riéndose, haciendo que nos sobresaltáramos y nos
despegásemos―. Ya tendréis tiempo para eso. Toca después de la cena, ¿no es
así?
Soltó tal carcajada, que
hasta las paredes vibraron. Mi rostro sufrió un baño de sangre.
―Muy gracioso ―mascullé
entre dientes.
―Vale, vale, ya vamos
―aceptó Jake, un poco molesto porque nos interrumpiera.
Me cogió de la mano para
empezar a seguir a Em, que ya estaba saliendo por la puerta, sin dejar de
reírse.
―Espera, tengo que ponerme
el abrigo ―me coloqué delante de él y lo llevé hasta nuestro dormitorio.
Una vez allí, solté su
mano, saqué el abrigo de tres cuartos del armario y me lo puse. Escogí un
chaquetón de color azulote, ya que no quería ir de luto total.
―¿No pasarás frío con ese
vestido? ―opinó Jacob, repasándome otra vez.
Sus ojos seguían
maravillados, pero ahora tenían una motita de preocupación flotando en ellos.
―No te preocupes, solo es
por abrigarme un poco ―le calmé, agarrando su mano de nuevo―. Emmett nos va a
llevar en su Jeep y nos va a dejar en la misma puerta del restaurante.
―¡Servicio de limusina
privado! ―exclamó Em desde abajo.
―Ah, bueno, genial ―sonrió
mi chico, tirando de mí para salir de la habitación.
Bajamos al vestíbulo, donde
ya nos esperaban mis padres, Alice, Jasper, Rosalie y el propio Emmett, y todos
nos marchamos de casa despidiéndonos de Carlisle y Esme según salíamos por la
puerta.
El Jeep de Em volaba por la
autopista que llevaba a Port Angeles y Jake y yo íbamos sentados en el centro
de los asientos, rodeados por mis padres, Alice y Jazz. Menos mal que el coche
de mi tío era muy amplio, porque si no, no hubiéramos entrado todos, aunque
Alice ocupaba lo mismo que una niña pequeña.
―Me siento como esos
famosos de la tele que van acompañados por los guardaespaldas a todas horas y
por todas partes ―refunfuñó Jake en el trayecto.
―Aguanta un poco, chucho
―le respondió Rosalie desde el asiento del copiloto, fingiendo esa cara de
hastío de siempre que se reflejaba en el espejo de su parasol, el cual había
bajado con rapidez para mirarle―. Pronto estaréis a solas. Además, nosotros
también tenemos que soportar la peste que dejas en el coche.
―Y yo la vuestra por
nuestra casa ―contestó él con una sonrisita de autosuficiencia―. Tardaremos
meses en ventilarla, no sé si no tendremos que acabar mudándonos.
―Si te mudas, hazlo bien
lejos, por favor ―replicó ella.
―¿Sabes lo que voy a hacer?
―la sonrisa de Jacob ya era toda una provocación―. Voy a frotarme contra los
asientos, para dejar mejor mi efluvio y marcar mi nuevo territorio.
Emmett soltó otra
carcajada.
―Ni se te ocurra, perro ―le
advirtió Rosalie, mirándole con cara de pocos amigos.
―¿Prefieres que lo marque de otra manera? ―su
sonrisa se amplió con malicia.
Se me escapó una risilla.
―Guarro… ―murmuró Rose,
dedicándole una mirada de desagrado total.
―Si lo haces, te la cortaré
―le amenazó Em en broma.
Jake se carcajeó.
―Ya basta ―se quejó mi
madre.
―Esto empieza a parecerse a
un parvulario ―opinó papá.
―Tu hijo ya es más maduro
que tú ―le dijo Rosalie a Jacob, haciendo negaciones con la cabeza.
―¿Te cuento el último
chiste de rubias que me sé?
Mi tía subió el parasol de
inmediato.
―Pasa de mí, Lassie
―replicó ella, haciéndose la indiferente.
―¡Lassie! ―se rio Emmett―.
Eso ha estado bien.
Jake también se rio.
―Reconozco que te ha venido
un halo de inspiración, pero, mira, te iba a contar ese chiste, sin embargo,
ahora te voy a contestar a eso con otro. ¿Qué hay que hacer cuando una rubia te
lanza una granada? ―Jacob esperó dos segundos para ver si alguien se lo sabía.
Como nadie contestó, lo soltó―. Sacarle el seguro y devolvérsela.
A mamá y a mí nos dio la
risa y Jasper intentaba ponerse serio, pero se le escapó la comisura de su
labio hacia arriba. Rosalie puso los ojos en blanco.
―Ja, ja, qué gracioso
―ironizó ella.
―Otro.
―Oh, por favor ―protestó
papá, haciéndose el intelectual.
―¿Qué hay que hacer para
que una rubia se calle? ―siguió Jake, haciendo caso omiso a mi padre. Esperó
otro par de segundos―. Preguntarle en qué está pensando.
Las carcajadas de Jacob
ahora fueron acompasadas por las de Emmett, mamá, Alice, Jasper y yo.
―¿Quieres otro? ―preguntó
Jacob.
―¿Te cuento yo alguno de
perros sarnosos? ―resopló Rosalie.
―Este te va a encantar.
Jacob continuó sin hacerle
caso, y siguió haciéndolo todo el trayecto, que estuvo muy amenizado por sus
chistes y las réplicas cada vez más furiosas de Rosalie. Sin darnos apenas
cuenta, llegamos a nuestro destino, para alivio de mi tía. Emmett nos dejó justo
en la puerta del Wolf y, mientras él se iba en el Jeep con el fin de buscar
aparcamiento, el resto de mi familia se quedó con nosotros para vigilar todos
los alrededores.
―Pasadlo bien, y no tengáis
prisa, nosotros esperaremos el tiempo que haga falta ―nos sonrió mamá,
acariciando mi mejilla.
―Gracias ―asentí,
dirigiéndome a todos.
―Vamos dentro, no quiero
que cojas frío ―me instó Jake, ya tirando de mi mano.
―Sí, será mejor que entréis ―coincidió mi padre.
―Bueno, nos vemos luego
―les dije al tiempo que ya caminaba con Jacob hacia la puerta.
Mi padre asintió.
―No te olvides de sacudirte
las pulgas antes de entrar ―le espetó Rosalie a mi chico, aún enfurruñada.
Él se giró y le lanzó una
serie de besitos.
―Sabes que te quiero, Rose,
eres mi Barbie favorita, en serio ―admitió Jake, dándose la vuelta hacia la
puerta―. Aunque seas rubia y huelas fatal ―apostilló después con esa sonrisa
torcida que mi tía no vio.
Me di la vuelta y vi que
Rosalie se había quedado un poco sorprendida, aunque también algo descolocada.
No sabía si tomarse eso como un cumplido o como otra broma. Sonreí y me giré
hacia delante para entrar en el Wolf con Jake.
Otro año más, Joseph nos
dio la misma mesa de siempre y nos atendió de maravilla. La cena fue estupenda,
y la compañía de la que gozaba infinitamente mejor. Estuvimos un par de horas
en el restaurante, ya que Joe quería invitarnos a algo por mi embarazo, y
cuando salimos, mi familia dejó su escondite para escoltarnos hasta el coche.
Este año no hubo paseo por
la playa, sin embargo, eso no hizo que se estropeara nuestro aniversario. Nuestra
velada romántica siguió en casa, donde la radio sonó durante buena parte de la
noche.
Otro 6 de febrero más, juntos.
¡Hola a todos! Soy Tamara ^^
ResponderEliminarMUCHAS GRACIAS POR SEGUIR LEYÉNDOME!!! SOIS TODOS UN AMOR!!!!
Andres: pues sí, el capi 100 ya!! O-O No me lo creo ni yo, jaja. Por cierto, ¿ya estás más animado?
Elsa: muchas gracias por tus palabras, siempre me animas mucho!!!
Bueno, pues aquí tenéis el capi de hoy, espero que os guste. Dentro de poco tendremos más acción!!! ;)
Lametones para todos!!!!
muy lido capi...los chistes a rosalie lo mejor...y si ya de animos estoy mejor gracias....ya kiero ver accion....el sabado otro capi...salu2 y salu2 a todas mis amigas de las distancia...
ResponderEliminarhola tamara y chicos!!! ando desaparesida xq m qde sin internet en casa y tengo q ir a un ciber (aca en argentina se yama a si donde t alquilan las compus con internet)y estam muy caras pero ya estoy al corriente...
ResponderEliminarel cap buenisimo... segui asi... nos vemos la proxima!!
besos desde argentina... YANINA
Hola Tamara:
ResponderEliminarEsos bonitos recuerdos, y el bello amor que se profesan jake&nessie hacen esta historia realmente HERMOSA....el capitulo muy lindo...
Tamara, tu nos regalas tu TALENTO ,tu tiempo y creo que lo que podemos hacer es agradecertelo con la mano en el corazon y las palabras que nos salgan de este, ..asi que gracias muchas gracias a ti
elsa
la imaguen de hoy es una de mis favoritas...asi que gracias por alegrar mis pupilas
un saludo y un abrazo a todos mis amigos
Reportandome tarde :P Lamento comentar tarde, es que ayer llegue a casa tarde y tengo que comenzar a acostarme temprano para llegar temprano a clase
ResponderEliminarLO ADORE UN MONTON!!! Principalmete los chistes de Jacob y que su dia de aniversario sea el 6-febrero(mi cumpleanos):D, y aqui esperando pacientemente la accion
Hasta el sabado,
Un Beso,
Lizbeth, Republica Dominicana
¡HOLA! SOY NOVIEMBRE:
ResponderEliminarTAMARA, HAS DADO EN EL CLAVO CON LOS CHISTES DE JACOB, METIENDOSE CON ROSE,
ME HE REIDO MUCHO, COMO SIEMPRE ESTÁ GENIAL.
UN LAMETÓN
Que puntazo lo de los chistes ajajaj, me encanta los pIques de Jake Con Rose y tu lo explicas todo tan bien...Sara De Ceuta
ResponderEliminarHola, Sara!!!
ResponderEliminarJajaja, me alegro de que te gusten xDD Sí, Jake es así xDD A mí también me encantan los piques entre Jake y Rose. Muchas gracias por tu cumplido, me halagas un montón =)
Lametones!!!