NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").
Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏
CAPITULOS:
PARTE DOS: NUEVA ERA
RENESMEE:
77. ACAMPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-77-acampada.html
78. EL LAGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-78-el-lago.html
79. EN MEDIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-79-en-medio.html
80. LICÁNTROPO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-80-licantropo.html
81: DECISIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-81-decision.html
82. CUMPLEAÑOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-82-cumpleanos.html
83. IRRUPCIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-83-irrupcion.html
84. REENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-84-reencuentro.html
85. GRIPE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-85-gripe.html
86. FALLO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-86-fallo.html
87. GIRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-87-giro.html
88. BUENA Y MALA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-88-buena-y-mala.html
89. FELICITACIONES Y PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-89-felicitaciones-y.html
90. APOYO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-90-apoyo.html
91. CARTA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-91-carta.html
92. INTERESES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-92-intereses.html
93. BENEFICIO COLATERAL: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-93-beneficio.html
ECOGRAFÍA
Cerré el grifo del agua caliente, me escurrí el pelo con las manos y
después abrí la mampara, cogiendo mi toalla para secarme. Salí de la ducha y
cuando terminé de hacerlo, me eché otro vistazo.
Sonreí.
Me acerqué a la lavadora, donde reposaba mi ropa, y me vestí. En
cuanto terminé de desenredarme el pelo, salí del baño y me dirigí hacia el
dormitorio.
Iba a encaminarme hacia la cama para hacerla, pero me fue imposible
frenar el impulso de pararme frente al espejo que colgaba de la pared, pegado
al armario. Este era tan alto como Jacob y llegaba hasta el suelo, así que me
podía ver entera. Me coloqué de perfil y alcé la camiseta para mirarme.
Mis labios también se alzaron con ilusión. Ya me veía todos los días,
pero no podía evitar volver a mirarme. Mi vientre ya había dejado de ser liso
hacía un tiempo. Poco a poco, semana tras semana, se había ido transformando en
una pequeña barriguita que revelaba que este era mi cuarto mes de embarazo. Ya
había pasado esa franja peligrosa de los tres meses, y estaba feliz. Sí, la
palabra era feliz. Esa corriente eléctrica que había sentido el primer día que
me había enterado de mi embarazo ahora recorría toda mi anatomía, cada célula
de mi organismo, con libertad, continuamente.
Unos conocidos y cálidos brazos fuertes me rodearon por detrás con
delicadeza y mi sonrisa se amplió. Jacob me arrimó a su cuerpo y llevó su
rostro hacia delante para darme un beso en la mejilla. Mi vello se puso de
punta y mis mariposas iniciaron su alocado vuelo de siempre. Después, bajó sus
manos hasta mi hinchado vientre y lo acarició mientras ambos nos mirábamos a
través del espejo y sonreíamos de felicidad.
De pronto, sentí un ligero movimiento dentro de mi barriga.
―Creo que se ha movido, ¿lo
has notado? ―exhalé con grata sorpresa.
De un tiempo a esta parte
solía notar ciertos movimientos, pero no sabía si era producto de mi
imaginación, motivada por esta enorme ilusión.
―Sí ―rio.
―No es mi imaginación… ―murmuré,
mirándome en el espejo, sonriendo.
Jake se quedó anonadado,
observándome a través del reflejo. Después, acercó su rostro a mi sien.
―Estás preciosa ―me susurró
al oído, provocando a mi piel y a mis mariposas de nuevo.
Sus tórridos labios comenzaron a deslizarse por mi oreja y mi cuerpo
se estremeció con intensidad. Luego, descendieron con esa suavidad para rozar
mi mandíbula y mi cuello, dejando que su aliento de fuego abrasara mi piel, y
ya empecé a hiperventilar sin remedio al tiempo que mis párpados caían. Iba a
girar el rostro para que mi boca llegase a la suya, sin embargo, antes de
iniciar esta acción, Jacob se despegó de mi piel y se enderezó. Abrí los ojos,
decidida a voltearme hacia él, pero entonces sus manos dejaron mi vientre y se
alzaron para ayudar a las mías a bajar mi camiseta.
―Será mejor que hagamos la
cama ―sugirió, tomando aire para soltarlo lentamente.
Me dio un beso en el lateral de mi cabeza y se separó de mí. Me volví
y vi, algo desesperada, cómo se dirigía a la cama para hacerla.
Mi libido había estado bajo mínimos durante los tres primeros meses,
pero ahora que mis hormonas se habían estabilizado no solo se había recuperado,
sino que había aumentado bastante. El problema es que Jacob últimamente no
estaba por la labor. No sé qué le pasaba, él no me decía nada, y yo tampoco
sabía cómo sentirme, ni qué hacer. Estaba bastante confusa, la verdad, porque
me moría por hacer el amor con él, sin embargo, aunque seguía siendo tan
cariñoso y atento conmigo como siempre, Jake evitaba cualquier contacto físico
prolongado, incluso cortaba los besos que se alargaban un poco, y estaba
desconcertada con esa actitud.
Mi cuerpo se estaba desfigurando, así que tal vez ya no se sentía tan
atraído por mí, tal vez ese deseo que siempre había sentido por mí había
desaparecido por un tiempo. ¿Sería eso? ¿O quizá veía mi pequeña barriga como
algo demasiado maternal y ya no encontraba en mí nada sexual? También podía ser
que tuviera miedo a hacerle daño al bebé, aunque ya habíamos leído en varias
revistas especializadas ―y el propio
Carlisle nos lo había confirmado― que el niño no corría ningún peligro con las
relaciones sexuales, con lo que eso ya quedaba descartado. O puede que lo que
pasase en realidad es que esta falta de privacidad le afectase, aunque eso me
parecía tan raro en Jacob…
Me mordí el labio y le miré mientras estiraba las sábanas. No le había
dicho nada antes, porque quería esperar para ver si solo era algo pasajero, algo
de unos días, y tampoco quería agobiarle. Además, ahora era habitual en mí el
sentirme más sensible de lo normal, y podía ser una exageración mía. Sin
embargo, ya habían pasado dos semanas y Jake seguía igual, así que esto ya
empezaba a preocuparme de verdad. Tenía que hablar con él.
Jacob se percató de que
llevaba un rato mirándole y levantó la vista de la cama, irguiéndose. Sus ojos
se engancharon en los míos, examinándolos, y terminó frunciendo el ceño
ligeramente, con extrañeza.
―¿Qué pasa? ¿Ocurre algo?
―me preguntó.
Cogí aire para llenarme de determinación y me decidí a acercarme a él
para hablarlo, pero cuando levanté un
pie, alguien picó a la puerta.
Gruñí por lo bajo.
Mamá asomó la cabeza con
una enorme sonrisa que se extendía a lo largo de su rostro marmóreo. Casi
parecía mentira que una tez así, con esa textura que daba la impresión de ser
algo pétreo y duro, pudiera moldearse tan bien para adoptar esa expresión sumamente
sonriente.
―Chicos, tengo una buena
noticia ―anunció, pasando al dormitorio―. Carlisle ya tiene el aparato de
ecografías en casa, así que te puede hacer una ahora mismo.
―¡Genial! ―exclamó Jake,
entusiasmado. Se acercó a mí como un bólido y se puso delante, tomándome por la
cintura―. Nena, por fin podremos ver al bebé ―sus ojos centellearon cuando lo
dijo.
―Sí ―sonreí, ilusionada,
porque llevábamos deseando esto hace mucho tiempo.
Aproveché la ocasión para
rodear su cuello con mis brazos y abalanzarme a sus labios. Le besé con efusividad,
sin importarme si mi madre estaba delante o no, eso ya me daba exactamente
igual. Al principio pareció un poco sorprendido, pero luego no tardó nada en
corresponder mis besos. Mis mariposas volaron con ímpetu por mi estómago y mi
corazón metió la quinta marcha. El suyo también se aceleró, y eso hizo que mis
labios se movieran más animosamente y que mis manos se aferraran a su pelo.
Pero, para mi desgracia, ese beso duró un breve momento. Cuando la energía ya
empezaba a fluir, despegó su boca, eso sí, con delicadeza, y apoyó su frente en
la mía. Nuestras gargantas no dejaban de hiperventilar. Aún seguíamos con los
ojos cerrados, pero escuché cómo tomaba aire para recuperarse. Al menos,
parecía que le había costado separar sus labios de los míos.
Mi boca no se había movido,
pero estaba a punto de ir a buscar la suya de nuevo, cuando despegó su rostro
del mío. Abrí los ojos con precipitación y se encontraron con sus pupilas
enseguida, mirándolas con esa confusión que me había vuelto a embargar. Jacob también
parecía algo desconcertado por mi reacción, descolocado. Sus cejas bajaron un
poco para adoptar la misma expresión de extrañeza de antes. Era como si algo no
encajase en algún patrón que él se hubiera fijado. Deslicé la mano derecha por su
cuello y la llevé hasta su mejilla, dispuesta a preguntarle qué le pasaba.
―Bueno, ¿bajáis ya?
―irrumpió Alice de repente, haciendo que Jake y yo nos sobresaltáramos―.
Estamos ansiosos por ver la ecografía.
Me fijé en que mi madre ya
no estaba en nuestro dormitorio, seguramente se había marchado para darnos un
poco más de intimidad.
―¿No sabes picar? ―protestó
Jake, separándose de mí para cogerme de la mano.
Suspiré, frustrada por no
haber podido hablar con él.
―Lo siento ―se disculpó
ella con voz cantarina, danzando hacia el pasillo.
Saqué la cazadora del
armario, me la puse y cogí a Jake de la mano otra vez para acompañar a mi tía.
Bajamos las escaleras,
detrás de ella. Mientras lo hacíamos, noté que Jake me observaba, así que giré
el rostro hacia él y le pillé desprevenido. Todavía quedaba algo de esa
extrañeza en su mirada, que me estudiaba al tiempo que se mordía su grueso
labio inferior, aunque pronto se disipó para observarme con entusiasmo y acabó
sonriéndome.
―¿Estás nerviosa? ―me
preguntó.
―Un poco ―admití,
correspondiendo su sonrisa alegre.
―Yo también ―confesó.
Apretamos nuestro amarre,
sin dejar de sonreírnos, y seguimos descendiendo por la escalera hasta que llegamos
al vestíbulo, donde nos esperaba parte de mi familia.
―¿Ya habéis terminado?
―bromeó mi madre, soltando una risilla.
Quién me mandaría a mí…
―Sí ―respondí a
regañadientes, ya algo colorada.
Mamá se rio.
Alice, mis padres, Rosalie,
Esme y Carmen ya estaban saliendo por la puerta cuando Jake y yo apoyamos
nuestros pies en la planta baja. Emmett esperaba en ese Jeep nuevo que se había
comprado hacía un par de meses. Salimos de casa, con mi familia y Jake vigilando
los alrededores y escoltándome en todo momento, y nos distribuimos entre su
coche y el Golf de Jacob, hasta que nos marchamos de allí para dirigirnos a la
vivienda de mi familia.
―¿No tienes ganas de
cambiar de coche, Jacob? ―le preguntó mi padre, apartando unas viejas revistas
a un lado para ponerse más cómodo en ese asiento trasero destartalado.
―¿Por qué? Me gusta mi
coche ―le respondió mi chico, mirándole desde el espejo retrovisor, a
intervalos.
―Este tiene muchos años
―opinó mi progenitor, observando su interior―. Además, cuando nazca el bebé
necesitaréis más espacio.
―Mi coche está
perfectamente, siempre lo tengo a punto ―afirmó Jake, un poco molesto al ver
las intenciones de mi padre―. Y hay espacio de sobra para él.
―No te ofendas. No estoy
diciendo que tengas que deshacerte de este. Tu Golf podrías usarlo para otros
menesteres más personales. Pero podrías tener otro vehículo más familiar, ahora
que vais a tener un hijo.
―Ya, y déjame adivinar.
Seguro que ya sabes de uno ideal para nosotros, ¿no? ―aventuró Jacob con un
aire claramente ácido.
Mi padre se sacó algo del
bolsillo de su pantalón con presteza.
―Un Volvo familiar con
elevalunas eléctricas, amplio, de cinco puertas, con todos los asientos
reclinables, un gran maletero, aigbars en todas las plazas… ―redactó papá,
pasándome esa hoja que había arrancado de alguna publicación de coches―. Los
caballos y el color serían a tu elección.
La cogí y observé la
fotografía del coche.
―¿Ahora qué eres, un
vendedor de coches? ―resopló mi chico.
―Es muy bonito ―reconocí,
enseñándoselo a Jake.
Lo miró de refilón, no de
muy buena gana.
―Está disimulando, pero le
ha gustado ―se chivó papá.
Jacob le fulminó con la
mirada a través del espejo retrovisor.
―Sí, es un coche muy bonito
―admitió a regañadientes y con retintín―. Pero no puedo pagar tantos…
―El seguro de este coche
también correría de mi cuenta ―se le adelantó mi padre, alzando el labio.
La cara de mi chico se
volvió a torcer.
―La verdad es que nos
vendría bien un coche más grande ―opiné, observando a Jake con un poco de
precaución. Él no dijo nada, pero me dedicó una fugaz mirada de reojo cargada
de sorpresa y un poso de reproche. Carraspeé y seguí hablando―. El Golf me
encanta, ya lo sabes, pero no tiene cinco puertas, y el maletero no es muy
amplio. Sería más cómodo ese Volvo.
―Un Volvo ―chistó, girando
el rostro hacia su ventanilla―. ¿No había otra marca?
―Es muy bonito ―intervino
mamá.
―Los caballos y el color
serían a tu elección ―repitió mi padre.
Jake murmuró algo entre
dientes que no logré descifrar muy bien.
―Bueno, ya me lo pensaré
―dijo finalmente, resoplando.
Me giré hacia mi padre, el
cual me sonrió por su casi victoria.
Seguimos el trayecto
charlando y discutiendo sobre la música que Jacob y yo teníamos puesta en el
estéreo del coche, así que cuando nos dimos cuenta ya habíamos llegado a la
casa de mi familia.
Emmett ya tenía su Jeep
aparcado frente al porche y el vehículo estaba desocupado, por lo que el resto
ya debía de estar en la vivienda. Jake aparcó al lado y nos bajamos del Golf
para adentrarnos en casa. Una vez pasado el umbral de la puerta, Alice ya me
agarró del brazo y me encaminó hacia las escaleras mientras mi mano seguía
sujetando a la de Jacob e iba tirando de él. Toda una hilera de vampiros
comenzaron a seguirnos.
Subimos una planta y
caminamos hasta la puerta del despacho de Carlisle, que ahora se había
transformado en una sala médica.
―Pasad, por favor ―nos
instó, sujetando la puerta abierta.
Mi chico y yo nos miramos,
sonrientes, y pasamos al interior, seguidos de los demás, que montaron un
barullo enorme en la puerta.
―Un momento ―les detuvo
Jake, haciendo que todos se callasen―. ¿Es que vais a entrar todos aquí?
―Yo quiero ver la ecografía
―declaró Alice con efusividad, dando saltitos al tiempo que aplaudía.
―Ya, pero sois muchos
―objetó Jacob, haciendo un recuento rápido con la vista―. Y, no sé, me apetecía
que esto fuera un poco más… íntimo, ¿sabéis? Que solo estuviéramos Nessie y yo,
por lo menos un rato. Es nuestro momento personal con el bebé, es la primera
vez que vamos a verle, y, bueno…
―Jacob tiene razón
―coincidió Carlisle―. Este es un momento muy especial para los padres que deben
disfrutar con un poco más de intimidad.
Mi abuelo y Jake parecía
que me hubiesen leído el pensamiento. Mi familia no me molestaba para nada, por
supuesto, pero prefería vivir este momento con Jacob a solas.
―Lo entendemos
perfectamente ―afirmó papá, asintiendo con la cabeza―. Esperaremos fuera.
―Gracias, papá ―le sonreí.
Mi padre fue el único que
sonrió, porque mi madre, mis tíos, Esme y Carmen pusieron una cara de
desilusión enorme. Me dio penita de ellos y, al parecer, a Jake también.
―Cuando Nessie y yo ya le
hayamos visto lo suficiente, podéis pasar, ¿vale? ―les comunicó, arrastrando
las palabras con cansancio.
―Vale, pues, hala, ¿a qué
esperáis? ―nos azuzó Alice, seguramente para que terminásemos nuestro momento íntimo
primero. Después, se puso a empujar al resto hacia el pasillo, que la increpó
un poco, como protesta―. Estamos aquí fuera, no lo olvidéis ―nos recordó, ya
saliendo del despacho.
Sacó el cuerpo y solamente
dejó la cabeza asomando para mirarme con expectación.
―Sí ―reí.
Me sonrió y, por fin, cerró
la puerta.
―Bueno, ¿qué tenemos que
hacer? ―preguntó Jake, más que sonriente.
La computadora del aparato
de ecografías ya estaba encendida, lista para mostrarnos lo que queríamos ver.
―Tú siéntate ahí ―le indicó
Carlisle, señalando la silla que estaba junto a una camilla de cuero de color
negro―. Y tú, Nessie, túmbate.
Así lo hicimos. Me quité la
cazadora, dejándola en la silla del escritorio y me acerqué al aparato de
ecografías. Podía yo sola, pero Jacob me ayudó a sentarme en la camilla para
que me tumbase y él se sentó en la silla de al lado. Se arrimó bien y tomó mi
mano, besándola con dulzura a la vez que los dos nos mirábamos con entusiasmo.
―Levántate la camiseta, por
favor ―me pidió mi abuelo.
La alcé y la dejé por
encima de mi pequeña pancita. Jake no pudo evitar acariciármela entre nuestras
sonrisas y miraditas cómplices antes de que Carlisle se pusiese al otro lado
con un bote de gel en la mano. En cuanto Jacob retiró la mano y le dejó vía
libre, mi abuelo, ahora mi doctor, me echó un chorretón de gel en la barriga.
Me dio un pequeño respingo,
ya que el gel estaba frío, y me dio otro cuando apoyó ese aparato similar a un
micrófono que, según tenía entendido, se llamaba transductor, pero Carlisle
comenzó a masajear mi vientre con este último y esa sensación fría se fue al
instante.
El transductor se puso
manos a la obra y empezó a emitir los ultrasonidos que iban a hacer que la
imagen del interior de mi vientre saliera en la pantalla de la computadora.
Jacob y yo jadeamos, de la emoción, al ver lo que aparecía en ella. Y lo que se
oía.
Como un murmullo rápido y
constante, un bombeo alocado pero regular nacía del interior de mi barriga,
vigoroso, enérgico.
―¿Eso que se escucha es el
corazón? ―inquirió mi chico.
―Así es ―asintió Carlisle
con una sonrisa al tiempo que movía ligeramente el transductor―. Y suena muy
bien.
―Está en plena forma ―la
sonrisa de Jake se amplió.
Jacob y yo nos miramos con
alegría y él se inclinó sobre mí para darme un beso corto, aunque acto seguido
nuestros ojos volaron hacia la pantalla.
Carlisle desplazó el
transductor hacia un lateral de mi barriga y ya pudimos ver mejor al bebé.
La imagen salía en blanco y
negro, pero se distinguía todo perfectamente. Nuestro bebé se encontraba en
posición fetal, obviamente, y estaba totalmente formado. Se veía su cabecita,
sus piernecitas, sus bracitos, incluso se visionaban sus diminutos pies y
manitas, todo estaba perfecto, en su sitio, ya era una personita en miniatura.
Aunque la imagen no era muy nítida, mi bebé me pareció lo más bonito que había
visto en la vida y no pude frenar una lágrima emocionada que salió de mis ojos.
Miré a Jake, que correspondió mi mirada. Él también estaba muy emocionado, pero
lo controló mejor que yo. Eso sí, el beso que me dio a continuación lo
demostró.
―¿Cuánto mide? ―preguntó
Jake, intentando que el nudo de su garganta no saltase.
―Unos nueve o diez
centímetros, aproximadamente ―le reveló Carlisle, sonriéndonos a los dos,
también lleno de gozo.
―¿Y eso que se ve ahí es…?
―Sí ―me ratificó mi abuelo
antes de que yo terminase de señalar con el dedo―. Se nota que es un niño.
―Qué puedo decir, ha salido
a su padre ―presumió Jacob, orgulloso, con una enorme sonrisa de satisfacción
iluminando aún más su rostro.
Solté una risilla.
Entonces, de repente, todas
mis sospechas se ratificaron cuando el bebé se movió. Lo noté, como venía
haciendo últimamente, pero ahora lo veía perfectamente.
―Hemos tenido suerte. El
bebé se ha movido justo a tiempo para que pudiéramos verlo ―sonrió Carlisle.
―Es genial ―rio Jake, totalmente
entusiasmado.
―No me equivocaba. Lo que
sentía era al bebé moviéndose ―pensé en voz alta, acompasando la risa de mi
chico.
La puerta se abrió
inopinadamente, haciendo que todos dirigiésemos nuestra atención hacia allí,
Jake sobresaltado y en estado de alerta total.
―No aguanto más ―irrumpió
Alice, pasando dentro rauda y veloz―. Yo también quiero ver cómo se mueve.
―Nosotros somos los padres
de la embarazada ―protestó mamá, pasando detrás de ella junto con los demás―.
Tenemos más derecho que tú.
Alice se dio la vuelta y le
dedicó un mohín de burla, aunque por poco tiempo, porque enseguida se giró
hacia la pantalla de la computadora.
―Pasad, no os cortéis
―murmuró Jacob con sarcasmo, relajando su cuerpo de nuevo.
Las féminas fueron las
primeras que consiguieron rodearnos para tener más acceso a la pantalla. El
despacho de Carlisle se llenó de sus exclamaciones entusiastas.
―¡Qué mono! ―clamó Alice,
poniendo una voz de esas tontas cuando se ve a un bebé.
Solo le faltaba hacerle
carantoñas a la pantalla.
―Aunque no se vea muy bien,
seguro que es un niño precioso ―afirmó mamá con el rostro iluminado, mirándonos
con emoción.
Jacob y yo le sonreímos con
ganas.
―Enhorabuena ―nos felicitó
Carmen―. Parece que será un niño bien fuerte. Ese corazón late con vigor.
―Los niños quileute ―afirmó
Jake, otra vez orgulloso.
Mi chico y yo nos miramos y
apretamos el amarre de nuestras manos.
―Es maravilloso ―dijo Esme,
también emocionada.
―El milagro de la vida ―siguió
mi padre, sonriéndonos a los dos.
Entonces, el semblante de
mamá cambió un poco. No llegaba a ser tristeza, y tampoco dejó de sonreír del
todo, pero esa luz que había desprendido antes, se apagó. Papá se dio cuenta de
su metedura de pata, claro, y la miró con un arrepentimiento que casi se le
salía de los ojos.
No había tenido tiempo de
hablar con mi madre, ya que la casa siempre estaba llena de gente que me tenía
entretenida con unas cosas y otras, pero tenía que hacerlo en cuanto pudiera,
cuanto antes, mejor. Aunque seguro que mi padre ya se estaba ocupando de ella
como se debía y habían hablado del asunto.
―Solo espero que no se
parezca mucho a ti ―le soltó Rose a Jake, riéndose con malicia.
―Pues siento decepcionarte,
pero se parecerá a Jake ―aseguré sin ningún atisbo de duda, sonriendo con
satisfacción.
―Ja, ¿qué dices a eso,
rubita? ―se burló él.
―Bueno, habrá que verlo ―dudó
Rosalie, dándole un manotazo a su melena.
―En fin, todo está muy bien
―dijo Carlisle, poniendo un poco de orden en aquel jaleo―. ¿Queréis una
fotografía?
―Sí, claro ―contesté con
entusiasmo.
―Bien, os imprimiré una
ahora mismo ―tocó un par de botones en la computadora y la impresora comenzó a
trabajar. Luego, retiró el transductor de mi barriga y me pasó un par de
pañuelos desechables―. Toma, límpiate.
Los cogí y me puse a ello.
―¿Ya? ―se quejó Alice―. Yo
quería ver más.
―No hay más que ver ―le
dijo Em, que no había dejado de sonreír en ningún momento―. Ahora tienes la
fotografía para mirarla todo lo que quieras.
No era lo mismo, por eso
Alice torció un poco el gesto.
―Haremos más ecografías, no
te preocupes ―le calmó Carlisle.
Y mi tía sonrió.
Cuando terminé de
limpiarme, me bajé la camiseta y me incorporé. Me senté en la camilla y me puse
de pie, otra vez asistida por Jake.
―Voy abajo ―anunció Emmett,
saliendo por la puerta―. Va a empezar un partido y no me lo quiero perder.
―Te acompaño ―suspiró
Rosalie, saliendo detrás de él.
―Yo prepararé algo para que
comáis ―nos dijo Esme, acariciando mi mejilla.
―Gracias, abuela ―le
agradecí, cogiendo su mano para besarla.
Me sonrió y se dio la vuelta
para marcharse. El resto de mi familia ya comenzaba a desalojar el despacho de
Carlisle, pero entonces me acordé del tema de mi madre y la detuve, cogiéndola
del brazo. Ella se giró y me miró algo extrañada, pero mi padre ya estaba
enterado de todo, por supuesto.
―¿Podemos hablar, mamá? ―le
propuse.
―¿Hablar? ―preguntó,
extrañada.
―Sí, me gustaría hablar
contigo, si no te importa.
―Esperaré abajo, viendo ese
partido ―dijo mi padre, dándonos un beso a las dos en la cabeza antes de darse
la vuelta e irse.
―Bueno, vale ―accedió,
aunque todavía seguía un poco extrañada.
―Es mejor si damos un
paseo, tendremos más intimidad ―sugerí.
En ese instante, mi madre
pareció adivinar por dónde iban los tiros.
―Estoy bien, de verdad, no
tienes de qué preocuparte ―aseguró, sacándose una sonrisa.
―Aun así quiero que lo
hablemos ―insistí―. Podemos ir fuera, así no nos escuchará nadie.
―Si salís, yo tendré que ir
con vosotras ―intervino Jacob, que no se había separado de mí ni un instante―.
Esta zona no está vigilada.
Mamá miró a Jake, valorando
si quería que él estuviera presente, y finalmente asintió.
―De acuerdo ―aceptó,
encogiéndose de hombros―. Vamos.
¡Hola a todos! Soy Tamara ^^
ResponderEliminarMUCHAS GRACIAS A TODOS POR SEGUIR LEYÉNDOME!!! AINS, MIS NIÑOS!!!!! SOIS LOS MEJOREEEEEEES!!!
Andres: pues no había pensado en hacer ningún capi más desde el punto de vista de algún Cullen, pero, bueno, igual me lo planteo, no sé, ya veré ^^ Es que los Cullen ya tuvieron su momento de protagonismo en los libros de la saga, ¿no te parece? jaja. Ahora les toca a Jake y Nessie ;) Pero me lo pensaré ;) De Jake, sí, algún capi más habrá con su punto de vista, no te preocupes. Entiendo que para un chico, tanto embarazo, hormonas femeninas, etc, resultará un poco rollo, ¿no? jaja. Pobrecito mi Andres, eres un sol, como Jacob *-* Nos aguantas demasiado ^^
En fin, espero que os guste el capi de hoy, y pronto tendremos más acción, ya lo veréis!!!! Es que tengo que ir poco a poco, sorry ^=^
Lametones para todos!!!!!
PRIMERA!!! :D
ResponderEliminarMe encatO! Estuvo muy bueno, genial, eres una gran escritora!!! Eres una gran escritora! A mi no me sorprenderia si escribieras tu propio libro, lo publicaras y se volveria un exito :D Sigue asi
Haste el martes, desde Republica Dominicana
-Lizbeth
hola tamara...
ResponderEliminarbueno este capi bueno... interesante tenemos que saber esas actitudes de jacob son raras..no???y si tenes razon los cullen ya tuvieron su parte..ja..tambien quize por que en este capi jacob estuvo raro y como contado de su parte sabriamos lo que piensa...y si para un chico todo un rollo...jaja...ya espero la accion..bueno como siempre sos una escritora genial no lo dudes...salu2 y salu2 a todas a mis amigas de la distancia
Hola, hace tanto no comento pero es que me pongo a leer, entonces sigo y sigo pero estágenial. C:
ResponderEliminarEscribes excelente te lo juro C:
Me encanta. Una prregunta que le paso a Cathy'?
Es que he visto comentarios dando suerte a ella, y yo quiero saber que paso, y sabeer como está?
Aunque no les he hablado, quiero saber, muy raro de mi parte?
Bueno chao♥
Hola, preciosa!
EliminarMe alegro de que te esté gustando el libro, y muchas gracias por el cumplido ^^
Pues Cathy tenía leucemia y, desgraciadamente, no consiguió superarla y falleció hace unos pocos meses por esta causa =( Nos quedamos todos en estado de shock y muy tristes. Esto es lo que le pasó a nuestra Cathy.
Besitos.