«El viento templado de finales de septiembre me golpeaba la cara con velocidad, arrastrando hacia atrás mi pelo, y, aunque yo podía correr tan rápido como la moto negra, la sensación de libertad era enorme. Tal vez porque sólo tenía que centrar mi atención en el viento y no tenía que fijarme en otras cosas, como ir por dónde iba. O tal vez era el hecho de ir junto a Jake. Siempre me sentía más libre a su lado».
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