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sábado, 30 de abril de 2016

♥ UN FRAGMENTO DE DESPERTAR ♥


Recordamos un fragmento de DESPERTAR ♥


<<Intentó que sus palabras sonaran dulces, pero se clavaron en mi pecho una por una, como si cada una de ellas me hubiera dado una profunda puñalada en el corazón, produciéndome una enorme herida.

El dolor era tan intenso, que me dejó sin respiración y no podía ni hablar. No quería ni mirarle, me hacía daño. Me di la vuelta y salí disparada del garaje hacia el bosque, sin rumbo ni dirección. Lo hice tan deprisa, que las playeras se quedaron por el camino.

La lluvia caía con una fuerza brutal, me golpeaba, casi pinchaba, y el viento de la carrera azotaba mi pelo, pegándolo a mi rostro, pero yo sólo quería correr. Quería correr para borrar esa imagen que ya había empezado a formarse en mi mente y que no se iba.

La herida era tan grande, que hubiera salido la sangre a borbotones, pero, en vez de eso, entraba frío por ella. Un frío que congelaba mi corazón y empezaba a extenderse por los demás órganos.

Oí sus pasos corriendo detrás de mí y aceleré. Él también lo hizo.

―¡Nessie! ¡Nessie, espera! ¡No lo has entendido! ¡Ya no siento nada por ella! ¡Escúchame, por favor! ¡Deja que te lo explique! ―gritó.

Ya era demasiado tarde. Mi mente había corrido una tupida cortina frente a mis ojos y ya no veía otra cosa. Lo único que veía era a mi madre y a Jacob juntos, abrazándose, besándose. El frío se apoderó de un ramalazo de todo mi cuerpo, desde mi tronco hasta mi cabeza y mis miembros, como un latigazo, tan helado, que parecía que quemaba y, aunque corría aún más rápido, la imagen no se iba. Podía sentir cómo mi parte de vampiro reclamaba su parte. Se hacía cada vez más fuerte. Mi sangre se volvía gélida a cada instante, con cada latido de mi roto corazón.

―¡Nessie!

La ira sustituyó al dolor. Así podía soportarlo mejor. Sentía odio. Odio por mi madre. No quería ni llamarla así. Porque tenía lo que yo más quería en el mundo. Sí, ahora lo sabía con certeza. Ya no había dudas. Yo amaba a Jacob, estaba locamente enamorada de él, lo había estado desde que era una niña y lo estaría mi vida entera. Todas las neuronas de mi cerebro lo sabían.

Pero el darme cuenta de eso sólo consiguió que el dolor resurgiera de nuevo, porque Jacob no podía ser mío. Nunca lo sería, porque él seguía enamorado de ella. Ella lo tenía. Volvió la intensa ira y un rugido retumbó en mi garganta al pensar esta última palabra, salió desde mi estómago hasta mi boca, raspándome la faringe y la lengua a su paso.

Jacob me había mentido todo el tiempo. No me quería a mí. Se había imprimado porque yo le recordaba a ella. Cuando me miraba a mí, la miraba a ella.

Noté que la pulsera me llamaba. Otra vez. Vibraba como nunca lo había hecho y ahora quemaba, ardía. Ardía como si fuera de fuego y apretaba mi muñeca como si quisiera sujetarme.

Intenté quitármela. El nudo parecía normal, sin embargo, fui incapaz de deshacerlo. Cuando tiraba de un extremo para aflojarlo, el otro se apretaba solo, además, me quemaba los dedos. Lo dejé por imposible. Ya la cortaría o la arrancaría después.

―¡Nessie, espera!

Empecé a divisar la playa y me dirigí hacia allí. No sabía a dónde iba, pero tenía que huir. Huiría lejos, muy lejos. Nadie sabría de mí jamás, no volverían a verme.

Ahora la lluvia la sentía caliente al contacto con mi helado cuerpo. Estaba tan gélido, que el frío ya formaba parte de mí. Incluso la arena mojada, que ya empezaba a pisar, me parecía un suelo lleno de brasas. Oí a Jacob a unos pasos detrás de mí, me estaba alcanzando.

―¡Nessie, te quiero! ¡Te quiero a ti, sólo a ti, siempre has sido tú! ¡Estoy enamorado de ti!

Las palabras fueron de un impacto tal, que fui reduciendo la velocidad hasta pararme por completo en mitad de la húmeda y blanda playa. Él también se quedó quieto a mis espaldas. Parecían sinceras, ya que habían sonado cálidas cuando se metieron en mi oído, pero no me deje engañar. Sabía que no me las estaba diciendo a mí. Sólo estaba fingiendo.

Me volví hacia él con rapidez y le siseé con rabia.

―¡Mentiroso! ―gruñí entre dientes. 
―¡Es verdad y lo sabes! ¡Si no, ¿por qué te has detenido?! ―gritó, enfadado.

¿Es que no iba a parar de mentirme? ¿Por qué no me dejaba en paz, sola con mi dolor? La ira tomó mi mente y quería hablar por mí. Mi cuerpo se negaba a soltar aquellas palabras, ni pensarlas podía, pero me obligué a decirlas aunque me arrancaran las cuerdas vocales a su paso y no pudiera volver a hablar en la vida. Sin saber cómo, las escupí con los dientes apretados.

―Te odio, Jacob Black. ¡Te odio!

Su rostro se llenó de furia y empezó a caminar hacia mí.

Cuando dio la segunda zancada, empecé a girarme. Me iría corriendo para siempre y no le volvería a ver jamás.

Antes de que me diera tiempo a levantar el pie, me agarró de la muñeca y tiró hacia él, obligando a mi cuerpo a estamparse contra el suyo. Me sujetó la cintura con una mano y la espalda con la otra, encarcelándome con sus enormes brazos para que no pudiera retroceder, y pegó sus labios a los míos sin que me diera tiempo a reaccionar.

Sus labios eran tan ardientes, que me abrasaban, pero los míos no hicieron amago de apartarse de ellos. En vez de eso, mis brazos se lanzaron para rodear su cuello con una violencia inusitada y mis dedos se agarraron con avidez a su pelo mojado para acercarle más a mí. Nuestros labios se movían juntos con ferocidad e intensidad mientras jadeábamos con la misma fuerza. Los suyos actuaban con furia, los míos con ira. Ira, porque no me besaba a mí, quería besarla a ella, de ahí su enfado.

Volví a ver la imagen de la cortina. Algo instintivo estalló celoso dentro de mí de repente. Un pensamiento, una certeza. La certeza de que él tenía que ser mío. No. Él era mío. ¡Mío, mío, mío!, se repetía de manera enfermiza una y otra vez en mi cabeza. Estaba imprimado de mí, así que no lo dejaría para nadie. Podía tenerle, si quisiera. Podía pertenecerme. Pero no así. Él tenía que amarme a mí. Tenía que corresponderme el beso a mí. Le obligaría, si hacía falta. Seguí besándole con ira para llevar a cabo mi propósito.

Se produjo un cambio en mi cuerpo cuando algo caliente empezó a correr por mis venas. Me estremecí cuando lo sentí y, de pronto, helada como era mi piel en ese instante, tuve la sensación de que en realidad tenía muchísimo frío. Sin embargo, ese calor no quemaba, me aliviaba. Sus labios ya no se movían con furia, pero yo seguía viendo la imagen de la cortina delante de mis ojos y solamente ese calor la hacía vacilar. Anhelaba ese calor, lo quería, lo necesitaba, lo deseaba.

Metí mi fría lengua en su boca, buscando con ansia algo más ardiente, y él no se opuso, sino que hizo lo mismo con la suya. Su lengua calentó la cavidad de mi boca y su aliento abrasador se introdujo por mi laringe, llegando hasta mi estómago. Un gemido sordo salió de mi garganta al notar el placentero calor. La cortina comenzaba a desvanecerse un poco.

Empecé a notar la calidez de su cuerpo adosado al mío. Bajé las manos hasta su cintura y las metí por debajo de su camiseta empapada, las arrastré para tocar la piel de su espalda. Todo él estaba mojado, pero estaba muy caliente. Me pegué más a Jacob, apresándole con mis manos, con tanto ímpetu, que le clavé las uñas sin darme cuenta. Aún así, no se movió ni un centímetro. Metió sus manos bajo mi blusa y me estremecí cuando las deslizó con suavidad, acariciando mi cintura y subiendo por mi espalda hasta que me apretó con fuerza contra él. Ya no había ni un milímetro entre nosotros, no podíamos estar más juntos.

El calor fue extendiéndose poco a poco, ganando la batalla al frío. Lo noté mezclándose con mi sangre, descongelándola, corriendo por mis venas, hasta que llegó al corazón, que era lo único que seguía helado. Mi corazón empezó a calentarse lentamente mientras nos seguíamos besando. Los labios de Jacob eran tan suaves como la noche anterior y se movían sin furia ninguna. No había rastro de ella. Ahora era otra cosa, algo muy cálido y extremadamente placentero.

La cortina empezó a ondularse, como queriendo abrirse. El calor llevaba algo consigo, un mensaje. Llevaba un sentimiento. Un sentimiento que era lo único que podía curar a mi herido corazón. Eran los sentimientos de Jacob, lo que sentía por mí. El calor se clavó en mi corazón, obligándole a sentir ese mensaje. La fina capa de hielo que quedaba se quebró y estalló en miles de cristales gracias al entendimiento. El sentimiento era amor. Amor verdadero. Jacob me amaba. Estaba imprimado, pero, además, estaba enamorado de mí. De ti, repitió y recalcó el calor. En ese mismo instante, me di cuenta de que Jacob no era el que me correspondía el beso. Era yo la que le correspondía el suyo, porque había sido él el que lo había empezado.

Retiré mis manos de su espalda y las subí a su cuello para abrazarle y acariciarle con deseo. Ahora nos besábamos con amor y pasión. Esa energía mágica y hechizante que nos envolvía era intensísima. Nuestros labios se movían muy juntos, acompasados, entrelazados, sin errores ni dudas. Parecía que mi boca estuviera hecha para la suya, y viceversa. Mi cuerpo estaba invadido por las mariposas, que volaban histéricas, y ahora mi corazón latía con tanto furor, que mi pecho palpitaba con cada acelerado latido>>.



2 comentarios:

  1. Hola Tamara, espero te encuentres muy bien.. Quiero felicitarte de verdad por la forma en que escribes y decirte que me ha encantado tu libro DESPERTAR, ahora mismo estoy leyendo Nueva era parte II,pero esta vez un poco mas despacio aunque todos los días para no terminarmelo tan rápido como los otros, me encanta simplemente eso...
    Supe que te lo plagearon antes y lo lamento de verdad (una persona frustrada incapaz de escribir sus propias historias y se valen del talento de los demas , Uuuhhhsss) pero que bueno que eso ya paso, espero que no vuelva a suceder.
    En fin muchos lametones así como decís aquí y muchas felicidades por tu don (escribir de esa forma tan maravillosa).
    Espero que por lo menos lo leas, te escribí antes al final de la página del capítulo del bloque 7 de despertar que aparece en la parte superior derecha, pero al parecer tienes un buen que no te pasas por ahí...😳 que estés bien.
    Seguiré tu blog leyendo hasta que también pueda leer "los cuatro puntos cardenales".
    Hasta Siempre
    Saludos desde Venezuela, Enma..!!✌

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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