Buen lunes a todos.
Ayer os dije en Facebook que hoy iba a colgar un adelanto de ☀️ SOL Y LUNA 🌙 ¡Bien, pues aquí está! Es cortito, pero intenso, jejeje. Y como regalo, una imagen del que podría ser Jedram. El dibujo es de una artista llamada aenaluck; yo he modificado un poco la imagen para asemejarlo un poco al personaje (lo siento, no he podido dejarlo mejor). Podéis ver más de sus maravillosas obras de arte en su web: https://aenaluck.deviantart.com/ Espero que os guste el adelanto 😉
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NALA.
«Me quedé petrificada, completamente absorta… Jedram estaba desnudo, secándose después de un baño en ese lago cuyas aguas calientes humeaban con calmada relajación. Solo le vi de espaldas, pero no pude apartar la vista de él, de ese cuerpo sublime. Sin duda tenía que ser el hijo de un dios. Su larga cabellera mojada se desparramaba por su ancha y fuerte espalda, y las goteantes puntas se esforzaban por tocar ese trasero terso y perfecto que tan al alcance tenían. Jedram ya había visto al lobo, quien se acercó a él con la alegría de un cánido que ve a su Alfa, y le acarició el lomo. Mientras el animal gozaba de su cariño, Jedram sesgó medio cuerpo hacia mí y me clavó una de sus intensas y misteriosas miradas violáceas. Me miraba con tanta intensidad, que todo en mí palpitó. La electricidad recorrió todo mi organismo, desde la cabeza a los pies, provocando la aceleración de mi corazón.
Pero algo me distrajo de mi apurón. Unas risitas morbosas y tontas se escaparon de la linde de los árboles. Giré la cabeza en esa dirección de inmediato. Estaba tan embelesada con la imagen que mis retinas aún retenían, que me sorprendió descubrir a un pequeño grupo de mujeres espiándole a unos pocos metros de mí, tras unos setos. Enseguida me di cuenta de cómo le observaban. Jedram era muy atractivo, tenía que reconocerlo, y eso no escapaba a los ojos de las demás féminas.
Descaradas…
Mi mandíbula se cerró abruptamente al sentir un fuego extraño quemándome el estómago. Ni qué decir tiene que no era por Jedram; aparte de que no había prácticamente ninguna clase de relación entre nosotros excepto miradas mudas, mi corazón le pertenecía única y exclusivamente a mi Sephis, pero esto era algo que pisoteaba mi honor. Jedram, a ojos de todos, era mi marido, y esas mujeres, esas rameras descaradas, estaban observándole sin ningún tipo de tapujo hacia mí, como si yo no importara lo más mínimo. Para ellas yo no significaba nada, no me tenían ningún respeto. Todavía no me tenían por la esposa de su rey.
Rechiné los dientes. Esto era cuestión de honor. Si quería que esta gente tozuda me tuviera en cuenta debía hacerme respetar. Y ahora ya empezaba a comprender su juego.
Me quité el cinturón de la vaina y dejé que cayera al suelo junto con la espada que guardaba. Para cuando me quité las botas y los pantalones las risitas estúpidas ya habían cesado. No solo esas mujeres me observaban. Jedram permaneció en silencio, sin quitarme ojo de encima, pero mi acción pareció agradarle. Sus pupilas me repasaron entera al ver cómo me despojaba de la parte superior de mi indumentaria, y pude percibir el deseo que eso despertó en él. Me desnudé ante mi marido y les eché una mirada altiva a esas zorras morbosas. Por primera vez, vi el labio de Jedram despuntarse hacia arriba, divertido. El mío se izó más cuando me solté el pelo, presumiendo delante de las mironas.
Corrí hacia el agua con gracia, imitando a la mismísima Soka. Estaba bastante caliente, aunque disimulé esa sensación zambulléndome del todo. Emergí cual ninfa y les dediqué otra miradita a las mujeres espías de maridos ajenos. Se quedaron tan perplejas y pálidas que abandonaron su puesto como una exhalación.
¡Ja! Me entraron unas ganas tremendas de reírme a carcajadas, sin embargo, una vez más todo eso se cortó de cuajo».
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