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jueves, 18 de febrero de 2021

RILAM (SEGUNDA PARTE DE "EL ÁRBOL DE LOS ELFOS")

 Buenos días, mis lob@s.

Estos días tengo a Rilam de visita y me está contando muchas cosas de la segunda parte de El Árbol de los Elfos. Me ha dicho que puedo compartir este trocito con vosotros y espera que os guste <3 Por mi parte, he encontrado unas imágenes que podrían corresponder con Rilam y Ela. Yo también espero que todo os guste <3

«A la octava cerveza la madeja de mi cabeza ya empezaba a ser más blanda, gracias al efecto del alcohol. Estaba mareado y borracho. Aunque no lo suficiente. Todavía no.

De repente, algo me tocó el brazo. Al girarme no vi nada y me extrañé, pero de pronto apareció Ela, como un estallido en la oscuridad.

―Joder, me has asustado ―refunfuñé, todavía parpadeando para aclararme la vista.

―¿Qué haces aquí? ―exhaló. 

No se podía creer que yo, el gran Rilam, el líder, el siempre centrado y responsable Rilam, estuviera emborrachándome en un bar en plena misión.

―¿A ti qué te parece? ―respondí, dando otro trago. Luego, la miré a ella―. ¿Qué haces tú aquí?

Me pareció muy raro. Aunque Ela era la mejor amiga de Jän, tampoco es que tuviéramos una relación demasiado estrecha. Jamás habíamos quedado a solas ni nada de eso, tan solo nos veíamos en la academia, o cuando, hace ya tiempo, quedábamos los cuatro para tomar algo.

Los cuatro. Por enésima vez, mis dientes se apretujaron entre sí, porque entre esos «cuatro» se encontraban Jän y Noram, por supuesto…

―Te he estado buscando ―dijo entre tanto.

¿Buscándome? ¿A mí? Eso sí que era extraño.

―¿Me has estado buscando? ―Solté una risa amarga, sin despegar los labios de la boca de la botella―. Debes de ser la única. Mejor ve a buscar a Jän, es tu mejor amiga, ¿no? Ella tiene suerte, todavía tiene amigos. Ve con ella y déjame en paz.

Terminé la cerveza con sonoros tragos y la posé sobre la barra, junto a las demás.

―Ponme otra ―le pedí al camarero.

―Ya basta ―me regañó Ela.

El camarero se quedó clavado en el sitio, y eso me molestó.

―Ponme otra ―le exigí esta vez.

El joven tragó saliva y obedeció. Cuando terminé de dar otro trago, posé la cerveza y repasé a Ela de arriba abajo. La blusa blanca, adornada con un cinturón, y los vaqueros negros que llevaba se le ceñían al cuerpo, remarcando todas sus curvas. Por la abertura de la prenda superior se asomaba un tímido escote que delataba unos pechos no muy grandes, pero sí sensuales, firmes y bien puestos. Estaba muy buena, la verdad, nunca me había fijado.

―¿Vas a hacerme compañía? ―sonreí, divertido. La cogí por la cintura y la pegué a mí―. ¿Qué pensaría Jän si tú y yo nos enrolláramos? Su ex con su mejor amiga… 

Ela me apartó, empujándome con sus brazos.

―Ni lo sueñes. Además, apestas a cerveza ―chistó.

Solté una carcajada. Era gracioso ver a Ela, tan risueña y sonriente como era siempre, enfadada por algo.

―No te preocupes, lo entiendo ―le calmé, sosteniendo la sonrisa en la cara. 

Pero mentí. A decir verdad, su negativa me dolió un poco. Estaba claro que yo no valía para nada. Era un desecho, una mierda, ¿quién se iba a fijar en mí? Estaba acabado. Ni siquiera había sabido hacer feliz a Jän, a pesar de haberlo tenido al alcance de mi mano. Nos conocíamos desde críos, lo único que habría tenido que hacer era adivinar qué quería y dárselo. Dárselo todo. Pero no había sabido, había sido incapaz de verlo, de hacerla feliz. Porque yo era poco para ella. Era poco para cualquiera. «Siempre le había amado a él, pero yo era muy joven, no comprendía mis sentimientos». Bonita mentira. Jän lo había dicho para no herirme más, pero la realidad, la cruel y dura realidad, era que se había aburrido de mí y había terminado fijándose en Noram. Él era mucho más divertido que yo, sin duda, un chico malo».






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