Imagen

Imagen
PINCHA SOBRE LA IMAGEN SUPERIOR para acceder a los CAPÍTULOS de la saga DESPERTAR

Seguidores

Translate

jueves, 22 de diciembre de 2011

NUEVA ERA. CAPITULO 126: NENA, CIELO, PRECIOSA, CARIÑO



ESTE CAPITULO ESTÁ DEDICADO A CATHY. PARA TI, QUE AHORA ERES UN ÁNGEL Y VELAS POR TU FAMILIA

TODOS LOS CAPITULOS ESTAN REGISTRADOS EN SAVECREATIVE PARA EVITAR PLAGIOS


NO DUDEIS EN DEJAR VUESTROS COMENTARIOS, PREGUNTAS, ETC, YO CONTESTARE A TODO GUSTOSAMENTE ^^




NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").

Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏


CAPITULOS:

PARTE DOS: NUEVA ERA

RENESMEE:

77. ACAMPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-77-acampada.html
78. EL LAGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-78-el-lago.html
79. EN MEDIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-79-en-medio.html
80. LICÁNTROPO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-80-licantropo.html
81: DECISIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-81-decision.html
82. CUMPLEAÑOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-82-cumpleanos.html
83. IRRUPCIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-83-irrupcion.html
84. REENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-84-reencuentro.html
85. GRIPE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-85-gripe.html
86. FALLO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-86-fallo.html
87. GIRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-87-giro.html
88. BUENA Y MALA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-88-buena-y-mala.html
89. FELICITACIONES Y PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-89-felicitaciones-y.html
90. APOYO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-90-apoyo.html
91. CARTA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-91-carta.html
92. INTERESES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-92-intereses.html
93. BENEFICIO COLATERAL: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-93-beneficio.html
94. ECOGRAFÍA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-94-ecografia.html
95. FANTASMAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-95-fantasmas.html
96. MANIOBRA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-96-maniobra.html
97. "NO PUEDO": http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-97-no-puedo.html
98. SANGRE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-98-sangre.html
99. HERIDOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-99-heridos.html
100. PRUEBA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-100-prueba.html
101. ENTRENAMIENTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-101-entrenamiento.html
102. 6 DE FEBRERO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-102-6-de-febrero.html
103. PACIENCIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-103-paciencia.html
104. UN SER SUPERIOR: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-104-un-ser-superior.html
105. ENVIDIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-105-envidia.html
106. CAMBIO DE PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-106-cambio-de-planes.html
107. PASAR PÁGINA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-107-pasar-pagina.html
108. LA ESTRATEGIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-108-la-estrategia.html
109. A CASA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-109-casa.html
110. DE NADIE (PARÉNTESIS JANE):  http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-110-de-nadie.html

JACOB:

111. ¿QUÉ PUEDES HACER CUANDO TUS TRIPAS SON UN MANOJO DE NERVIOS?: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-111-que-puedes-hacer.html
112. MENUDO PANORAMA QUE TENGO DELANTE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-112-menudo-panorama.html
113. ¡¿Y A MÍ QUÉ DEMONIOS ME IMPORTA EL PODER?!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-113-y-mi-que.html
114. NO, AHORA MISMO NO PODÍA PERDER EL TIEMPO CON ESO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-114-no-ahora-mismo.html
115. VENGA, VENGA, YA QUEDA MENOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-115-venga-venga-ya.html
116. POR FIN, ¡POR FIN! UN MOMENTO, ¿PERO QUÉ ES ESTO?: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-116-por-fin-por-fin.html
117. ATROZ (PARÉNTESIS. PARTE 1. RENESMEE): http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-117-atroz-parentesis.html
118. VALOR (PARÉNTESIS. PARTE 1. RENESMEE): http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-118-valor-parentesis.html
119. SIGUE EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS, SIGUE EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-119-sigue-el-camino.html
120. ESTO DEMUESTRA QUE NO SOY UN DIOS, COMO OTROS SE PIENSAN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-120-esto-demuestra.html
121. NESSIE, NO ME DEJES... NO ME DEJES...: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-121-nessie-no-me.html
122. ¡MALDITO CHIFLADO! ¡ELLA ES MÍA!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/todos-los-capitulos-registrados-en.html
123. ¡TING! ¡PRIMER ASALTO! ¡QUE EMPIECE EL COMBATE!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-123-ting-primer.html
124. ¡¿TENDRÁN CARA?! ¡¿PERO DE QUÉ VAN?!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-124-tendrian-morro.html
125. LLAMANDO A QUIL, LLAMANDO A QUIL. AQUÍ EL PLANETA TIERRA. CORTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-125-llamando-quil.html


NENA, CIELO, PRECIOSA, CARIÑO


Subí los peldaños tranquilamente, de dos en dos, al tiempo que silbaba el estribillo de una canción de la que no sabía ni el título, ya que solamente la había oído en el estéreo del coche un par de veces. Eso sí, era pegadiza, la condenada. Atravesé la corta distancia que había de la escalera al cuarto del bebé y pasé adentro.
Como me había supuesto, Nessie se encontraba en este dormitorio, observando lo bonita que nos había quedado la decoración con mi, no es por nada, excelente trabajo y, vale, los acertados cuadros y blancas estanterías con motivos infantiles que había aportado Esme. Estaba doblando la diminuta ropa de A. J. por enésima vez, señal de que había vuelto a sacarla para mirarla, y la estaba colocando de nuevo en el armario. Sí, se notaba que solamente faltaba una semana para que saliera de cuentas.
Me acerqué a ella por detrás y rodeé su descomunal barriga con mis manos. No se asustó, claro, ya me había oído silbar de camino hacia aquí. Giró su rostro hacia el mío, sonriente.
―Hola ―le saludé, sonriendo como un alelado.
No sé por qué la saludaba, porque acababa de verla hace un rato, en realidad, no me había pirado de casa en todo el día, pero no pude evitarlo.
―Hola ―respondió ella, también con una sonrisa.
Los dos nos dimos un beso. Despegué mi bocaza antes de que el chisporroteo de mi estómago subiera de intensidad, como la energía, y ya se convirtiera en una misión imposible.
―¿Viendo la ropa del bebé? ―le pregunté, acariciando su vientre.
―Sí ―asintió, poniendo sus manos sobre las mías.
Me fijé en que incluso había vestido la cuna con uno de los juegos de ropa de cama que Bella y Edward habían comprado hacía poco menos de un mes, movidos por el entusiasmo de nuestra salida victoriosa contra los magos y los rumanos, bueno, sobre todo porque Nessie y el bebé finalmente habían salido ilesos de aquello. La cuna tenía la mantita de color azul puesta, de la que sobresalía el embozo de la sábana blanca, con las letras “A. J.” bordadas y una franja de rayas de unos ocho centímetros justo en el borde de la tela, todo ello también en azul, y esa diminuta y plana almohada, que hacía juego con el resto, ya que seguía la estética de rayas azules y blancas.
―Veo que ya le has preparado la cuna y todo ―sonreí, apretándola contra mí con ilusión.
Vale, vale, lo reconozco, se me caía la baba, casi nos podíamos poner a nadar allí.
―Ya sé que todavía queda una semana para que nazca, pero me gusta tanto la cuna que me moría por verla vestida ―se giró hacia mí y rodeó mi cuello con sus brazos, mirándome con una amplia sonrisa de orgullo y satisfacción―. Te ha quedado genial.
Ver su rostro satisfecho y desbordante de adoración me llenaba de felicidad, qué puedo decir. Bueno, es que la cuna me había quedado muy bien, para qué íbamos a negarlo. Al final había encontrado la plantilla para el dibujo infantil de un cachorro de lobo. A Nessie le hacía especial ilusión que el cabecero de los pies tuviera el dibujo de un lobo, así que rebusqué por todos los sitios habidos y por haber, me costó un triunfo, todo hay que decirlo, hasta que por fin di con esa plantilla en una pequeña tienda de aquí, en La Push.
―Entonces, ¿te gusta de verdad? ―inquirí, observando esos ojazos con atención.
―Me encanta, es la cuna de mis sueños ―afirmó, sonriéndome―. No hay otra cuna mejor en todo el mundo.
Sonreí, más que satisfecho, y volví a besarla, esta vez con un beso más largo.
Claro, por supuesto una vez más tuve que obligarme a despegar mi boca de la suya, porque si seguía…
―¿A qué hora llegan tus padres y tus tíos? ―pregunté para poder tomar aire y recuperarme.
Y también porque había subido hasta aquí para otra cosa.
―El avión aterrizará sobre las seis de la tarde.
―¿Y Carlisle y Esme?
―Pues, no lo sé. El congreso empezaba a las nueve de la mañana, pero ni siquiera Carlisle sabe a qué hora terminará. Es el último día, y es cuando los médicos hacen sus preguntas y resuelven las dudas que tienen, así que puede que se alargue un poco ―me explicó.
―Ah.
Carlisle y Esme llevaban todo el fin de semana en Port Angeles, asistiendo a un tedioso congreso sobre genética, ese tema que le encantaba a Doc. Había empezado el viernes y duraba cuatro días, así que hoy, lunes, era el último atracón de genes que se daba Carlisle. Y la pobre Esme, que menuda paciencia.
Nessie entrecerró los ojos, perspicaz.
―¿Por qué? ―inquirió.
―Bueno, verás, es que quería limpiar un poco mi Harley, ¿sabes?, últimamente la tengo muy abandonada ―reconocí, alzando una de las comisuras de mis labios―. Pero primero quería cerciorarme de que después teníamos tiempo de sobra para disfrutar de lo poco que nos queda de nuestra soledad. Viendo cómo está el patio es un privilegio, y no quiero desaprovecharlo.
―Anda, ve a limpiar tu Harley ―accedió, riéndose, ladeando mi cara con la mano―. Todavía tenemos tiempo de disfrutar de esta paz.
Me carcajeé.
―No tardaré nada, te lo prometo ―le di un último beso en los labios, este corto, y me separé de ella, girando medio cuerpo sin dejar de mirarla, para echar a andar hacia la puerta.
―Yo iré abajo, quiero terminarme ese libro que empecé ayer ―dijo, guardando lo que le quedaba de ropa en el armario y cerrando las puertas del mismo.
Le echó un último vistazo al mueble, ahora que lo había cerrado, y sonrió. Sí, no me había quedado nada mal. Lo había lacado en blanco y había aprovechado la misma plantilla de la cuna para estampar ese dibujo de cachorro de lobo en la parte inferior de una de las puertas.
―Te acompañaré al salón ―me ofrecí. Me di la vuelta y la cogí de la mano.
―No hace falta, puedo yo sola ―aseguró, aunque no se soltó de mi amarre―. Estoy embarazada, no…
―No enferma, ya, ya ―terminé yo, echando a caminar con ella hacia el pasillo―. Pero estás en la etapa final, finalísima, del embarazo, y tu barriga pesa más.
―Eso sí ―gimió de repente, sumándose una mueca de dolor mientras se sujetaba el enorme vientre con la mano suelta.
―¿Qué pasa? ―quise saber, algo alarmado.
―Nada, cielo, una de esas contracciones de siempre ―me calmó, ahora más aliviada al dejar de sentirla.
Ah, sí. Uf, qué susto. De un tiempo para acá Nessie había empezado a sentir unas contracciones que tenían un nombre rarísimo. Doc me había dicho cómo se llamaban, era algo así como contracciones de Braxton no sé qué, pero mi sesera no había sido capaz de retener ese extraño nombre. Según él, esas contracciones eran normales en esta etapa final del embarazo, aunque yo no acababa de acostumbrarme.
La tomé en brazos al llegar a las escaleras y la bajé hasta el vestíbulo de abajo. Como ya estaba en ello, la llevé al salón y la dejé junto al sillón de la chimenea, donde se solía sentar para leer.
―Gracias ―sonrió, y me dio un beso en los labios.
Mientras se sentaba, le acomodé los cojines en la espalda para que estuviera más cómoda.
―¿Mejor así?
―Sí ―me sonrió de nuevo.
Cogí el libro que reposaba sobre la chimenea y se lo pasé.
―No tardaré, ¿vale? En cuanto termine me tendrás aquí ―prometí con una sonrisa, acariciando su mejilla.
―Venga, ve, no te preocupes por mí ―me instó con la mano, sonriéndome―. Estaré bien leyendo este libro tan interesante.
―Vale ―sonreí, dándole un beso en los labios―. Te veo ahora ―me di la vuelta y comencé a caminar hacia el vestíbulo, pero luego me paré y me giré para mirarla―. Si necesitas algo, llámame, ¿de acuerdo?
―Sí, no te preocupes ―rio, meneando las manos hacia fuera para que me largara de una vez.
Me reí y me di la vuelta una vez más para seguir caminando.
Salí de casa y me dirigí al garaje, silbando esa dichosa canción otra vez. Hay que ver, cómo se pegaba la condenada. Entré en el recinto de esta guisa, me acerqué a una de las estanterías, cogí el cubo, una esponja, dos paños, encendí mi viejo y anticuado radiocasete para amenizar el asunto con un poco de música y me puse a trabajar.
Maldije para mis adentros cuando recordé que todavía no había arreglado el problema con la manguera. Seguía sin funcionar bien, y tan pronto no tenía presión, como de repente te soltaba un chorretón que te dejaba la camiseta y los pantalones perdidos. Y eso me pasó cuando estaba llenando el cubo. Genial.
En cuanto terminé de pelearme con la manguera y conseguí verter toda el agua que quise en el cubo, le eché ese jabón especial para metales, mojé la esponja y me puse a restregar mi preciosa Harley Davidson, silbando alegremente esa canción que estaban radiando.
No es que estuviera sucia, vale, pero últimamente tenía a mi Harley muy olvidada, y, Jesús, ese polvillo que la cubría era la prueba.
La limpié bien, introduciendo la esponja hasta por los recovecos más difíciles, y después pasé a la segunda fase del lavado: el secado.
Tiré la esponja en el agua y cogí el paño para comenzar a secar la moto. No sé cuánto tiempo estuve, pero me pareció que había terminado pronto y todo.
Vale, tercera fase del lavado: brillo.
Agarré el otro paño, ese que era más suave, y me puse con ello enseguida. Le pasé el paño una y otra vez a los tubos metálicos de mi preciosa Harley Davidson. Sí, estaba quedando brillante, brillante.
―¡Jake! ¡JAKE!
Casi tiro la moto abajo al escuchar los gritos de Nessie, del sobresalto.
―Nessie… ―solo conseguí que me saliera un murmullo.
Mis torpes piernas tropezaron con el cubo en su salida hacia la puerta del garaje y el agua me salpicó hasta los pantalones, mojando también lo que acababa de secar del vehículo. Guay.
Salí despedido del garaje y entré en casa a todo lo que daban mis empapadas piernas.
―¡Nessie! ―voceé ya.
―¡Jake!
Me dirigí hacia el salón y cuando entré la vi arrodillada en la alfombra de la chimenea, envolviendo su barriga con los brazos. Me asusté al verla así, además, su rostro estaba desfigurado con una mueca de dolor.
―¡Nessie, ¿qué te pasa?! ―pregunté ansiosamente, acercándome a ella y arrodillándome a su lado de igual modo.
―Ya viene. He roto aguas ―me anunció con tranquilidad, seguramente para tranquilizarme a mí.
Ay, madre. Esa era la voz de alarma. El anuncio que tanto estaba esperando, aunque no contaba con que fuera tan pronto. Dios, demasiado pronto. ¡Pero si se suponía que todavía quedaba una semana!
Bueno, venga, tranquilo, tranquilo. Respiré hondo, ya más calmado, aunque solo por un diminuto segundo, porque no sabía si Carlisle todavía estaba en Port Angeles, ni si le iba a dar tiempo a llegar. Intenté no seguir pensando en eso y relajarme.
―Vale, nena, no pasa nada ―le calmé, acariciándole la cara. No sabía si esas palabras eran para ella o eran más bien para mí―. ¿Puedes ponerte de pie?
―No, esto empieza a dolerme mucho… ―se quejó, encogiéndose sobre su vientre.
―Bueno, cielo, pues túmbate aquí, venga ―y coloqué su brazo sobre mi hombro para ayudarle a que lo hiciera.
―La alfombra… ―lamentó mientras tanto―. La he puesto perdida.
No pude evitar que se me escapara una pequeña risa nerviosa.
―Ya compraremos otra ―y la tumbé del todo―. Espera.
Me puse de pie con rapidez y cogí un montón de cojines del sofá, incluido el que formaba el asiento de abajo, más la manta que siempre usábamos para acurrucarnos juntos en el mismo.
Aparté un sillón y coloqué los cojines en el suelo y la pared, a modo de camilla improvisada.
―Aquí estarás más cómoda ―le dije, poniendo su brazo sobre mis hombros, como antes.
La levanté un poco, tomándola en brazos, y la recosté con mucho cuidado en esa “camilla” cutre, recolocando los cojines en su espalda para que estuviera un poco incorporada y se sintiera lo más cómoda posible.
―¿Mejor así?
―Sí, gracias ―me sonrió.
Cogí la manta y la abrí.
―No, la manta no ―me paró cuando se la iba a extender―. Tengo calor.
―Vale, nada de mantas ―acepté, inquieto.
Y la tiré en uno de los butacones.
―Ay ―gimió.
―¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa?! ―dejé caer las rodillas con tanta fuerza para estar junto a ella, que vibró toda la solera de la casa.
―Tranquilo, solo es una contracción ―su boca se curvó hacia arriba.
―Ah, ya, claro. Una contracción ―contesté con nerviosismo.
Mierda. No sabía qué hacer.
Vale, vale, tranquilo, Jake, tranquilo, me dije a mí mismo. Piensa, piensa. Ah, Carlisle.
Me volví a levantar y corrí hacia el teléfono.
―Jake… ―me reclamó.
―Ya voy, preciosa. Voy a llamar a Carlisle para que venga, ¿vale? Me tendrás contigo en dos segundos.
―Vale ―aceptó con voz quejumbrosa.
Salí del saloncito y me fui hacia el vestíbulo. No quería que ella me viera en este estado neurótico.
Marqué el teléfono de Carlisle a toda velocidad y me puse el teléfono en la oreja mientras paseaba de aquí para allá.
Ni siquiera llegó al tercer tono.
―¿Diga?
―¡Carlisle! ¡Ya… ya está aquí! ―grité en voz baja.
―¿Jacob?
―¡Sí, soy Jacob! ¡Tienes que venir! ¡Nessie está de parto!
―Oh, mi niña está de parto ―escuché que exclamaba Esme, emocionada―. Llamaré a Bella.
―Vaya, parece que se le ha adelantado un poco ―dijo Carlisle con voz sosegada, y hasta alegre.
―Sí, qué agudo, Doc ―afirmé con sarcasmo.
―¿Y va todo bien?
¿Pero qué le pasaba? ¿Me estaba tomando el pelo o qué?
―Sí, claro, Nessie acaba de romper aguas, está tumbada en la alfombra con contracciones… Nada, ya sabes, lo normal ―esta vez el sarcasmo me salió con más acidez―. ¡¿Me estás tomando el pelo?!
―Me refería a si está teniendo alguna complicación ―me corrigió él.
Genial. Encima ahora quedaba de estúpido y todo.
―Ah ―carraspeé―. No, bueno, no sé. Ella tiene dolores, contracciones, no sé, todo eso ―declaré, rascándome la nuca impacientemente.
―Mmm, si acaba de romper aguas las contracciones deberían haber venido más tarde ―murmuró para sí.
―¿Qué? ―mi neurosis aumentó.
―Nada, todo va bien. Escucha, ya estoy de camino, el congreso ha terminado más pronto de lo que creía y ya llevo una hora y media en el coche. Ahora tranquilízate. Acabo de entrar en la carretera que lleva a Forks, así que hasta que yo llegue, tendrás que ocuparte tú.
―¡¿Yo?!
¡Uf! Ahora sí que estaba asustado.
―No te preocupes, todo irá bien. Normalmente un parto suele durar entre ocho y doce horas desde la primera contracción, sobre todo en madres primerizas, así que llegaré a tiempo. Yo te iré dando instrucciones mientras tanto. Dime, ¿cada cuánto tiene las contracciones?
―No sé, tuvo una hace unos cinco minutos, más o menos.
―Bien, tienes que vigilar eso, y también la dilatación.
―¿La dilatación? ¿Y cómo diablos miro yo eso?
―Tienes que introducirle los dedos y…
―¡¿Introducirle los dedos?! ―una nota ascendió con mi tono de histerismo.
¿Y si la hacía daño?
―Es necesario para saber en qué estado se halla el cuello uterino, si todavía no se ha borrado o si ya lo ha hecho parcialmente. Cuando se haya borrado del todo sabremos qué grado de dilatación presenta, pero para entonces ya estaré yo ahí, tranquilo ―me calmó.
Sí, recordaba algo de eso de las clases de preparación al parto. Se introducían los dedos para palpar y… Ay, madre.
―Está bien. Voy… voy a mirarlo y te llamo.
―De acuerdo. Comprueba eso y ve bajando unas toallas. Estaré con el manos libres todo el tiempo, así que llámame siempre que quieras.
―Vale. Hasta ahora.
Y colgué el teléfono.
Estaba nerviosísimo, bueno, más bien histérico, neurótico perdido. El único parto que había visto en mi vida era el nacimiento de mi mujer, y encima aquello había sido peor que una escena de una película gore en directo.
Intenté relajarme y me apresuré a subir al baño, dando zancadas por las escaleras para recorrerlas de tres en tres. Atravesé el pasillo como un galgo, entré en el baño y posé el teléfono en la meseta del lavabo. Me lavé las manos y los brazos con agua y jabón, estilo médico, un poco más y me lavo hasta los hombros. En fin, me sentía como un auténtico idiota, pero tenía que hacerlo, aunque, vale, Doc iba a llegar dentro de nada y él tomaría las riendas. En cuanto terminé de secarme, abrí el mueble que teníamos debajo del lavabo y saqué unas toallas limpias; no tenía ni idea de cuántas tenía que llevar, así que agarré tres. Cerré el mueble, cogí el teléfono y bajé las escaleras corriendo, otra vez de tres en tres, para irme al lado de Nessie.
―Has tardado mucho ―se quejó cuando llegué al salón, sin dejar de acariciar su barriga con ansiedad mientras yo tiraba las toallas en la butaca de al lado, me arrodillaba a su lado y posaba el teléfono junto a mí.
―Lo siento, cielo, es que estaba hablando con Carlisle ―le di un beso en los labios y le acaricié la frente―. Va a tardar un poco, así que por el momento me tengo que encargar yo de controlar el parto. Él me irá dando instrucciones, pero llegará enseguida, así que todo saldrá bien, ¿vale?
―Vale ―asintió.
Miré el reloj del saloncito y me desplacé hacia sus piernas.
―Bueno, preciosa, vamos a ver cómo va esto.
Levanté la falda de su vestido de lino azul y le quité la ropa interior. Ella dobló las piernas y las abrió. De momento, no se veía nada raro. Aquello estaba igual que como lo había dejado la última vez que lo vi. Tragué saliva y me dispuse a hacer lo que me había encomendado Carlisle. Llevé la mano hacia la zona y… la retiré vertiginosamente.
No, eso que lo hiciera Carlisle. ¿No decía que era pronto? Pues seguramente eso todavía estaba sin borrar o como se dijera. Nada de nada. Así que hice lo que mejor podía hacer en estos momentos. Me posicioné más arriba para sentarme a su lado, entrelazando las piernas, y la tomé de la mano.
―Puedes sentarte en uno de los butacones, no tienes por qué estar aquí, en el suelo conmigo ―afirmó, llevando una sonrisa a esa carita suya de ángel.
―¿Qué dices? Esto no me lo pierdo por nada del mundo ―le sonreí yo también.
―Por el momento estoy bien, en serio.
―¿Tú lo harías? Si yo estuviera en tu lugar, ¿lo harías?
―La verdad es que no te imagino en mi situación ―se rio―. Pero no, tienes razón, no lo haría.
―Pues eso.
Llevé mi otra mano a su cabello y comencé a pasarle los dedos como a ella le gustaba, para que estuviera lo más tranquila posible. No nos dijimos nada, tan solo nos miramos y nos sonreímos. Me di cuenta de que los dos teníamos una chispa distinta en la mirada, una mezcla de alegría y nerviosismo, ambos estábamos ansiosos de que naciera nuestro bebé. Estuvimos así un buen rato, hasta que su sonrisa se volvió a desfigurar con otra mueca de dolor y se le escapó un gemido.
―¿Otra contracción?
―Sí… ―asintió con la misma cara.
Miré el reloj de nuevo.
Cogí el teléfono y llamé a Carlisle. No tardó nada en cogerlo.
―Dime, Jacob.
―Las contracciones son cada veinte minutos, bueno, eso creo.
―Bien. Esas son las primeras contracciones, todavía no son las contracciones del parto, propiamente dicho. Estará así, con esas contracciones suaves unas horas, hasta que el cuello del útero empiece a borrarse. Bueno, voy a explicártelo lo más sencillamente posible.
―Sí, por favor ―le pedí con un tono un tanto sarcástico.
Con los nervios que tenía, como para tener que centrarme en palabras raras, además, ya había dado esa lección en las clases de preparación al parto, y también había leído algo en las revistas premamá de Nessie.
―El cuello uterino comenzará a borrarse poco a poco, y, entonces, cuando se haya borrado del todo, empezará a dilatarse. Cuando haya dilatado tres centímetros ya serán contracciones de parto. Una vez que eso ocurra, empezará a tenerlas con más frecuencia y se irán intensificando. El cuello del útero deberá dilatarse hasta los diez centímetros para el buen paso del bebé, así que eso llevará horas, no te preocupes.
―Bueno, ¿y qué tengo que hacer?
―Ve a coger mi maletín, lo dejé en la habitación del niño. Bájalo y ábrelo para que esté todo listo para cuando yo llegue. Ahora solo te toca esperar y alentar a Nessie, que ya es mucho ―se notó que esto lo dijo con una sonrisa―. Por cierto, hemos intentado llamar a Bells y a los demás, pero ya deben de estar en el avión y tienen los móviles apagados, no obstante, continuaremos intentándolo. Tú sigue controlando las contracciones, y si pasaran a ser cada diez minutos, cosa que es muy improbable, llámame.
―Vale, de acuerdo. Hasta luego, Doc.
Colgué y dejé el teléfono en el suelo.
―¿Qué te ha dicho? ―quiso saber, acariciando su barriga.
La pobre estaba tan centrada en lo suyo, que ni siquiera prestó atención a la voz de Carlisle al otro lado de la línea.
―Que coja su maletín y que le llame si las contracciones son cada diez minutos, aunque me ha dicho que eso es muy improbable ―le revelé, levantándome―. Vengo ahora, ¿vale? Está en la habitación del niño.
Asintió y yo salí presto hacia las escaleras. Una vez más, subí los peldaños de tres en tres, a toda velocidad, pasé al vestíbulo superior, en el cual derrapé a un lado, y cuando recuperé el control de mis piernas entré en el dormitorio del bebé. Enseguida avisté el maletín, estaba encima del escritorio. Lo cogí y salí de la habitación para bajar las escaleras con la misma rapidez con la que las había subido.
Cuando llegué al salón, Nessie seguía igual que como la dejé, con su adorable ceño fruncido y acariciando su vientre. Posé el maletín en el suelo y lo abrí, dejando la tapa del mismo levantada. Ugh. El contenido parecía un muestrario de accesorios de tortura. Lo giré para que Nessie no lo viera y me senté a su lado, con la postura de antes.
―¿Cómo lo llevas? ―me uní a sus caricias y entrelacé mis dedos sobre los suyos.
―Bueno, esto me duele bastante... ―murmuró con ese rostro aquejado.
―Todo saldrá bien, ya lo verás.
Me sonrió y me incliné sobre ella para besarla.
―Tengo muchas ganas de verle la carita ―declaró, observando su vientre y frotándolo con mi mano encima de la suya―. Espero que se parezca a ti.
―¿Y si se parece a ti?
―No, será a ti ―afirmó con confianza.
―Siempre dices lo mismo. ¿Y cómo lo sabes? ―me reí.
―Lo sé ―y me miró con esa mirada de convicción que tienen las madres embarazadas cuando les da una corazonada y después se cumple.
Iba a inclinarme sobre ella otra vez para darle otro beso cuando soltó un gemido de dolor más agudo que el anterior. Su carita se retorció con más sufrimiento y mi corazón pegó un brinco.
―¿Otra contracción? ―intenté preguntarlo con tranquilidad, pero creo que mi estúpida voz me traicionó.
―Sí, y esta dura más y duele mucho… ―gimió.
Miré el reloj. Solamente habían pasado diez minutos desde la anterior. ¿No me había dicho Carlisle que estaría unas cuantas horas con contracciones cada veinte minutos? ¿Le habría oído mal?
Respiré hondo para relajarme un poco. Lo mejor era esperar a la próxima contracción para llamar a Doc, no fuera que esta se hubiera adelantado o algo. Tampoco quería ser un padre de esos histéricos que se llevan las manos a la cabeza por nada. Además, estaba acostumbrado a llevar situaciones peores, ¿no? Esto no era nada para mí.
Los siguientes minutos pasaron bastante bien, aunque un poco lentos, la verdad. Puede que fuera porque yo no hacía más que oscilar la mirada del reloj a Nessie y de Nessie al reloj, controlando el cadencioso y aburrido movimiento de las agujas a la vez que observaba el estado de mi mujer y la peinaba con mis dedos para tratar de aliviarle un poco. Sí, como si así fuera a hacer algo, lo sé, lo sé.
Pegué otro bote cuando Nessie apretó mi mano y se retorció al gemir, ahora sus cejas finas y perfectas se fruncieron con más dolor.
¿Ya? ¿Otra? Miré el reloj por enésima vez. Ocho minutos. Dios. Bueno, vale, era un padre histérico, mejor dicho, estaba al borde de un ataque de nervios. ¿Seguro que un parto duraba de ocho a doce horas?
―Jake…, esto me duele mucho… ―se quejó.
―Tranquila, nena, todo irá bien ―le calmé, acariciando su frente.
Ahora sí. Agarré el teléfono y marqué el botón de rellamada. Casi no esperé ni al click del descuelgue.
―Ya. Ya son cada diez minutos. Bueno, ahora ocho, mejor dicho.
―¿Ya? ¿Estás seguro?
Parecía sorprendido. Eso me inquietó aún más.
―Sí, sí, lo he comprobado dos veces ―respondí con nervios.
―Entonces es probable que ya sean contracciones de parto ―afirmó con voz seria, aunque seguía conservando esa serenidad tan propia de Carlisle. Aun así, a mí no me serenó nada. Mi mujer ya estaba de parto. De parto, parto. Y él no iba a llegar. Dios. Genial―. Dime, ¿se ha borrado el cuello uterino? ¿Has visto cuánto ha dilatado?
―¿Qué? ¿Cuánto? ―pregunté sin comprender.
―Sí, ¿cuántos centímetros ha dilatado?
Centímetros, centímetros, ¿y yo qué sabía cómo se medía eso ahí?
Me desplacé para mirarlo. Nessie volvió a abrir las piernas y yo tuve que armarme de valor. Le eché un ojo al maletín y vi que había una caja de guantes de látex. Arranqué un par y me los puse como pude, con los inquietos ojos de mi chica fijos en todo lo que yo hacía. Genial.
Bien, vamos allá…
―Bueno, cielo, voy a comprobar si…
―Ya he oído a Carlisle ―me ahorró ella.
―Vale ―tomé aire―. Intentaré ser muy suave, ¿de acuerdo? Si te hago daño o algo, dímelo.
―No creo que lo que tú me hagas me vaya a doler más que esto ―gimió.
Dios, mi ángel… De acuerdo, de acuerdo, tranquilo, tranquilo… Ya había hecho esto muchas veces, ¿no? Aunque, claro, no era lo mismo, no era esta situación... Ay.
Cogí aire para infundirme más arrojo y me puse manos a la obra. O dedos, mejor dicho. Mis pupilas no podían dejar de prestarle la más mínima atención a Nessie, a todas y cada una de sus microexpresiones. A medida que mis dedos trabajaban, ella se retorcía un poco, pero, al igual que mi inquietud por vela así, aguantó estoicamente. Nessie era muy fuerte. Mis dedos reptaron poco a poco, con sumo cuidado, pero, maldita sea, yo no notaba nada raro. Es decir, ¿cómo iba a saber yo si eso estaba como tenía que estar o no? ¿Cómo diablos se medía eso? Yo no era ginecólogo. Por suerte, mis dedos eran largos, aunque tuvieron que esforzarse un poco más para llegar a donde tenían que llegar. Bueno, a donde fuera que tenían que llegar, porque yo seguía sin tener idea. Nessie gimió y se retorció otro poco, con dolor. Y, entonces, cuando estaba a punto de retirarlos, de pronto mis dedazos hicieron tope con algo. Tuve que pestañear un par de veces. ¡Uf! Desde luego eso de ahí no era lo que me encontraba normalmente. Quiero decir, seguro que no lo era.
No soporté el rostro retorcido en dolor de Nessie ni un segundo más y, esta vez sí, saqué los dedos de inmediato.
―Lo siento, cielo, tenía que hacer eso ―me disculpé con mucha inquietud.
Lo último que quería era que ella sufriera más.
―Tranquilo, estoy bien ―me calmó ella, esforzándose por esbozar una sonrisa.
Asentí con un suspiro más cercano a la ansiedad que a otra cosa. Me quité los guantes y volví a coger el teléfono para ponérmelo en el oído.
―¿Carlisle?
―Dime, ¿cuánto ha dilatado? ―se aseguró, pues ya debía de tener sus sospechas. Ni siquiera me preguntó por el cuello uterino, el cual supe que ya estaba borrado.
―No… no sé, creo que unos dos o tres centímetros, puede que cuatro.
―Bien, sigue vigilando eso y llámame cuando haya algún cambio. Yo ya estoy llegando ―dijo con apremio.
¿Qué siguiera vigilando eso? La idea de volver a hacerle daño a Nessie me daba pavor. Sin embargo, si él no llegaba antes, no me quedaba más remedio…
―De acuerdo ―acepté con resignación, aunque esperaba que llegara pronto―. Hasta luego.
Volví a colgar el teléfono, lo dejé en el suelo y me coloqué de nuevo junto a Nessie.
―Jake… ―se quejó otra vez.
Maldición. Ojalá pudiera meterme en su cuerpo y sufrir yo el dolor por ella. Verla sufrir, aunque fuera en una situación tan especial y bonita como iba a ser esta, me dolía como si me quemasen vivo. En cambio, tenía que quedarme aquí como un idiota a esperar, sin poder hacer nada. Qué asco de impotencia.
Entonces, me acordé de todas esas sesiones de preparación al parto a las que habíamos asistido.
―Vale, nena ―empecé, lo más relajado que fui capaz, cogiendo su mano―. Vamos a hacer lo siguiente. Vamos a respirar como en las sesiones esas, ¿recuerdas?
―Sí…
―Pues, hala ―y me puse a hacer las respiraciones como un idiota para que ella me siguiera.
Hice tantas, y con tanto entusiasmo, que me mareé un poco y todo.
Eso pareció hacerle algo de gracia ―sí, debía de estar patético―, ya que sus labios se curvaron hacia arriba levemente, muy levemente, pues los dolores debían de ser bastante fuertes y se lo impedían, pero comenzó a seguirme.
De repente…
―Jake… Otra… ―gimió una vez más, espachurrando mi mano con más fuerza.
Miré el dichoso reloj.
―Vale, contracciones cada cinco minutos ―dije para mí mismo.
Hice el amago de soltar su mano, ya que quería volver a moverme para mirar la dilatación, pero no me la soltaba, así que me quedé aferrado a su mano. Total, Carlisle estaba a punto de llegar… ¿no?
―Me duele mucho… ―lloriqueó.
No me extrañaba.
Volví a mi posición junto a ella para acariciarla y calmarla, aunque yo estaba hecho un flan.
―Tranquila, nena, cielo, preciosa, cariño.
No se me ocurrían más formas cariñosas de llamarla, bueno, sí, pero me parecían demasiado ridículas, incluso para esta situación.
―Jake… ―lloró.
Las lágrimas comenzaron a deslizarse a ambos lados de su precioso y perfecto rostro, que estaba desfigurado por esos gestos de dolor mientras gemía y respiraba con agitación a la vez. Dios, cómo me dolía verla así…
―Tranquila, respira, respira. Todo irá bien, ya lo verás.
Su frente empezó a humedecerse y su mano apretaba la mía con angustia.
Otro intenso gemido me hizo mirar el reloj una vez más.
Mierda, mierda. La última contracción había sido hacía tres minutos. Estaba claro que esto iba mucho más rápido de lo normal.
―Jake, me duele mucho ―volvió a gimotear, aunque esta vez su voz sonó más alta―. Y tengo muchas ganas de empujar…
―Tranquila, nena, cielo, preciosa, cariño.
Diablos. ¿Es que solo sabía decir eso?
Mi mano suelta se lanzó al teléfono con nerviosismo, tanto, que se me cayó al suelo y tuve que cogerlo otra vez.
Click.
―Doc, las contracciones ya son cada tres minutos ―revelé ya con frenetismo mientras Nessie seguía gimiendo y espirando el aire con fuertes jadeos llenos de dolor―. Bueno, en realidad, ni cinco, ni tres, ni nada, porque cada vez que le da una pasa menos tiempo. Y tiene ganas de empujar ―sí, vale, mi voz ya era de padre histérico, histérico.
―¿Cuántos centímetros ha dilatado? ―quiso saber.
Otra vez los dichosos centímetros.
―No… no lo sé, no he vuelto a mirar ―admití―. Le hago daño y… ¡No quiero hacerle daño, es superior a mí!
―Está bien. Escúchame, ya que no te ves capacitado para comprobar la dilatación, tendrás que poner especial atención en las contracciones ―como si no lo estuviera haciendo ya…―. Cuando sean cada minuto, probablemente ya esté dilatada de unos diez centímetros. Que todavía no empuje hasta entonces. Y tienes que tranquilizarte ―eso era muy difícil, teniendo a Nessie gimiendo con agonía y llorando desconsoladamente―. Es muy importante. Ella tiene que estar lo más relajada posible, y vas a tener que encargarte tú del parto.
Oh, Dios…
―De... de acuerdo ―acepté, pasando la mano por mi pelo nerviosamente. Luego, me dirigí a Nessie―. Cielo, Carlisle dice que todavía no empujes.
Nessie asintió entre lágrimas. Maldita sea…
―Todo irá bien. Yo ya estoy llegando.
―Eso dijiste hace un rato… ―mascullé.
―Ahora, pon atención. Lo más seguro es que ya esté yo allí y no haga falta, pero te lo digo por si acaso.
Por si acaso, sí. Empezaba a pensar que esto era uno de esos trucos suyos para mantenerme tranquilo.
―Vale, Doc, ya he pillado el mensaje. Deja de fingir y dispara ya.
Carlisle carraspeó.
―Cuando la cabeza corone, es decir, que asome unos tres o cuatro centímetros, tienes que vigilar que no tarde demasiado en salir, pues el bebé podría sufrir. Bien, esta práctica de la que te voy a hablar es muy controvertida, yo estoy totalmente en contra, a no ser que sea estrictamente necesaria, pero te la comento por si se diera el caso.
Nessie no hacía más que respirar agitadamente, llena de dolores. Y yo estaba más cerca del histerismo que de escuchar ninguna explicación médica.
―¿Pero de qué me estás hablando? ―le azucé, nervioso.
―De que estés preparado por si tuvieras que practicarle una episiotomía.
―¿Una qué? Por favor, Doc, no me hables en chino, ¿quieres?
―Una episiotomía es un corte en la zona del periné.
―Sigues hablándome en chino ―protesté.
―Es la parte que se encuentra entre la vagina y el recto. No tenemos mucho tiempo, pero intentaré explicártelo lo mejor que pueda, por si tuvieras que hacerle un pequeño corte para evitar un posible desgarro.
¿Un… desgarro? ¡¿Tenía que cortarle ahí?!
―¡No, no! ¡Ni hablar, Doc! ―empecé a protestar nerviosamente, más bien cagado de miedo―. ¡No pienso cortarle nada ahí!
―¡¿Cortarme el qué?! ―preguntó Nessie, muy alarmada, incorporándose un poco hacia delante.
―Nada, cielo. Tú sigue respirando ―y me puse a hacer las respiraciones esas como un tonto otra vez.
Ella me miró, no muy conforme, pero siguió haciendo los ejercicios de respiración y volvió a apoyar la espalda en los cojines con esa cara de agonía.
―Solo si es estrictamente necesario ―repitió Carlisle.
―¡¿Y yo qué sé cuándo es estrictamente necesario?! ―protesté de nuevo.
Nessie volvió a mirarme con ese recelo mientras hacía sus ejercicios de respiración y su carita sufría, y yo me puse a respirar con ella como un idiota otra vez para tranquilizarla.
―Lo sabrás ―aseguró.
―Sí, ya… ―resoplé, aferrando un mechón de mi frente en un puño, histérico.
No entendía nada. ¿Qué era esto? Pensaba que parir era…, bueno, eso, parir y ya está, pero no. Ahora me enteraba de cosas como “desgarros”, “cortes”, “bebés sufriendo”…
―Jacob, tranquilízate, solo lo harás si es estrictamente necesario ―insistió, tratando de calmarme―. Ya te he dicho que yo estoy totalmente en contra a no ser que no quede más remedio.
―Jake, me duele… ―se quejó Nessie una vez más, lloriqueando―. Tengo ganas de empujar…
Mi ángel…
―Respira, cielo, respira ―le calmé, acariciando su frente, aunque yo estaba muy nervioso―. Carlisle me está explicando lo que tengo que hacer para que todo salga bien, ¿de acuerdo?
Doc siguió a lo suyo.
―Normalmente el periné se estira lo suficiente y el bebé sale sin complicaciones, aunque eso hace que el parto sea más largo. Esto en sí no es un inconveniente, no obstante, si el parto se prolonga demasiado y el periné no estira, podrían aparecer síntomas de sufrimiento en el bebé, y ahí es donde sí debería practicarse la episiotomía, facilitando la salida del niño.
―¡Jake…! ―sollozó Nessie, muy dolorida y agarrotada por el dolor.
Le eché un ojo al reloj. Esto ya sucedía cada minuto, estaba claro que eso ya se había dilatado del todo.
―Tranquila, pequeña ―volví a acariciar su rostro con más ansiedad. Su preciosa piel estaba humedecida por el sudor. Seguí hablando con Doc―. Entonces, si eso estira de una forma natural no veo que tenga que hacérsela.
Omití palabras como “corte” y cosas así para no poner más nerviosa a Nessie, ya estaba sufriendo bastante.
―Por supuesto, lo sé, lo sé, es justo mi punto de vista ―coincidió―, pero si te explico cómo hacer una es por mera prevención. Yo ya estoy llegando a La Push, probablemente estaré allí antes de que tuvieras que practicársela, y eso si se diera el caso, sin embargo, toda precaución es poca. Escúchame, en el maletín hay un pequeño bisturí. Cógelo, te indicaré cómo tendrías que usarlo en caso de que…
―¡Jake! ―volvió a llorar Nessie, con un gemido más parecido a un grito, interrumpiendo a Carlisle―. ¡Tengo muchas ganas de empujar! ¡No aguanto más!
El teléfono se me cayó al suelo, del sobresalto, con tan mala suerte que salió rodando unos metros en dirección al sofá.
―¡Mierda! ―mascullé.
―¡Jake! ―lloró con desesperación―. ¡Me duele mucho!
Y volvió a gemir a la vez que se aferraba a los cojines con agarrotamiento y apretaba los dientes.
Dios, Dios. Mierda. Bueno, vale, tenía que estar tranquilo, tenía que estar tranquilo. Eso es lo que me había dicho Carlisle. Tranquilo, tranquilo, me dije. Estaba claro que no me quedaba otra, así que tenía que calmarme y ayudar a Nessie en todo lo que pudiera. Estábamos solos, y el bebé ya no quería esperar más, así que esto es lo que había. Jacob Black, tendrás que ocuparte tú, me ordené a mí mismo.  Respiré hondo y me preparé para tomar las riendas del parto.
Sí, de esto tenía que encargarme yo, el hombre de la casa, el macho Alfa, el Gran Lobo, ¿no? Y ella siempre confiaba en mí. Eso me dio valor y fuerzas.
―Vale, preciosa, vamos a tener a nuestro bebé ―afirmé con determinación.
―Jake…, no… no puedo ―sollozó a la vez que me imploraba con sus dulces ojos y negaba con la cabeza―. Tengo miedo… Me duele mucho…
―Sí, sí puedes ―le animé, acariciando su cara con seguridad―. Sé lo fuerte que eres, confío en ti. Vas a hacerlo muy bien, yo te ayudaré, ¿de acuerdo? Vamos a tener a nuestro bebé y será un niño precioso.
Se quedó mirándome a los ojos, con los suyos llenos de ansiedad, sin dejar de jadear con esa fuerza, pero, al fin, asintió.
Sin embargo, cuando me disponía a moverme hacia sus piernas, ella sujetó mi mano y me detuvo.
―Jake, no te vayas… ―me suplicó, asustada.
―Cielo, tengo que coger al bebé ―le calmé, hablándole con tranquilidad y acariciando su rostro otra vez―. No me iré de tu lado nunca, estaré aquí mismo, ¿vale? Lo haremos juntos, estoy aquí contigo.
Nessie respiró hondo, cerrando los ojos, y asintió.
―Te quiero ―susurré, sonriéndole.
―Te quiero ―me contestó, intentando corresponder mi sonrisa.
Acerqué mi rostro al suyo y nos dimos un beso corto.
―Jake… ―susurró cuando aún tenía mi frente pegada a la suya.
―Todo saldrá bien, estoy aquí contigo ―murmuré yo.
Asintió una vez más. Le di un último beso y me despegué de ella.
Soltó mi mano y me desplacé al meollo de la cuestión, arrodillándome frente a sus piernas abiertas. Las contracciones ya eran cada minuto, aquello ya estaba más que dilatado, ya tendría esos diez centímetros, así que ya podíamos empezar.
―¡Vale, pequeña, empuja! ―exclamé con entusiasmo para contagiárselo a ella.
No sabía si funcionaría, pero esa estupidez fue lo único que se me ocurrió hacer.
Nessie se inclinó un poco hacia delante, aferrando las manos a los cojines, y comenzó a empujar, emitiendo unos gemidos y gritos espantosos. Estuvo así unos segundos, hasta que su espalda cayó en el respaldo de esa camilla improvisada para descansar.
―¡Venga, lo estás haciendo muy bien, preciosa! ¡Empuja, empuja otra vez!
Volvió a inclinarse hacia delante y empujó durante otros segundos, gritando de dolor.
―¡No puedo! ―voceó, llorando, echándose de nuevo hacia atrás―. ¡No puedo hacerlo! ¡Me duele mucho! ¡Mucho!
Me moví un poco hacia delante y cogí su mano.
―Claro que puedes hacerlo, pequeña ―le animé, frotando su mano―. Sé lo fuerte que eres, esto no es nada para ti. Vamos, empuja.
Asintió, sacando el aire con esa respiración fuerte, y yo me coloqué frente a sus piernas.
―¡Venga, cielo, empuja con todas tus fuerzas! ―la exhorté con ánimo.
Mi chica se inclinó hacia delante, encerró los cojines en sus puños y gritó cuando apretó con toda su alma. Después, su espalda volvió a caerse en el respaldo.
―¡No puedo! ―se quejó, respirando con cansados y fuertes jadeos.
―¡Claro que puedes! ¡Lo estás haciendo genial, nena! ¡Eres la mejor mamá del mundo! ¡Vamos, preciosa, empuja!
Su espalda se separó del respaldo y chilló de nuevo al empujar. No sé si era mi estúpida imaginación, mis ganas o qué, pero cuando lo hizo me pareció ver un cambio. Algo quería asomarse. Mi corazón pegó un salto de alegría, pero Nessie se cayó sobre el cojín otra vez, fatigada.
―¡No puedo más! ―lloró.
―Vamos, nena. Si lo haces te prometo servidumbre eternamente, podrás hacer conmigo lo que quieras.
―¡Lo único que quiero hacer contigo ahora es matarte por dejarme embarazada! ―chilló, rabiosa, envarándose.
Los cojines se desgarraron en sus manos, de lo fuerte que empujó esta vez.
―¡Así, así! ¡Lo estás haciendo genial!
Entonces, mi cara se iluminó como si lo que saliese de allí fuera la luz de un foco. De entre sus piernas, dentro de su vagina, se veía una pequeña maraña de pelos negros ensangrentados. Mi corazón pegó un tumbo y latió con más fuerza, impresionado y conmovido. La cabeza de nuestro bebé ya asomaba como unos tres centímetros. No sé cómo pude, la verdad, porque estaba…, estaba…, no sé, no puedo explicarlo, tenía un montón de sentimientos encima que se mezclaban los unos con los otros en un extraño pero gozoso revuelto: emoción, preocupación por Nessie, nervios, ansias, más nervios…, pero recordé lo que Doc me había dicho. Mientras Nessie gemía del dolor al empujar y yo me estremecía por verla así, me fijé bien en lo que él me había descrito del dichoso periné. Ahí no se veía nada desgarrado, es más, la cabecita de A. J. no parecía tener ningún problema para salir, así que decidí que las cosas siguieran su curso natural y no practicarle esa epito…, episio…, bueno, como diablos se llamase.
Nessie se cayó hacia atrás, rendida.
―¡No puedo más! ―repitió, llorando con desconsuelo y agonía, bañada en sudor.
―¡Ánimo, pequeña, ya le veo la cabeza! ―clamé, emocionado―. ¡Empuja, empuja más fuerte!
Eso pareció darle un chute de adrenalina o algo. Sus gemidos y gritos fueron acompasados por su cuerpo, que sacó fuerzas como por arte de magia. Su tremendo empuje fue correspondido como se debía y la ensangrentada cabeza del bebé resbaló sobre mis deslumbradas manos.
―¡Ya… ya salió la cabeza! ―anuncié con un nudo en la garganta, de la emoción―. ¡Un último esfuerzo, nena!
En medio de aquellos agotados y tremendos gemidos, Nessie sacó su último resto de fuerza y nuestro bebé consiguió abrirse paso hacia el exterior. Primero salió uno de sus diminutos hombros, y después el otro, hasta que su pequeño y frágil cuerpo, lleno de sangre y una telilla semitransparente de un color grisáceo, se deslizó sobre mi otra mano.
Nessie reposó su espalda, rendida y extenuada.
Mi hijo rompió a llorar instantáneamente, casi no me dio tiempo ni de alzarlo para verlo. Era tan pequeñito, que todo su cuerpo cabía en mis dos manos. Su corazón latía a mil por hora, pero fuerte y vigorosamente, y su piel era templada a mi tacto. Aquel pequeño cuerpo y rostro estaban arrugados, bañados en sangre y restos de placenta, temblaba y su llanto era agudo y ronco, pero a mí me pareció lo más bonito que había visto en mi vida.
No pude evitarlo. Las lágrimas empezaron a desbordarse por mis ojos sin cuartel, de la enorme emoción que me embargó, y se derramaron por toda mi cara.
De repente, un borrón se plantó a mi lado, aunque no bajé mucho de mi nube. Esto era demasiado increíble, demasiado mágico, no podía describir todo lo que sentía, era imposible.
―Mantenlo así un momento ―me pidió Carlisle con prisas, refiriéndose a que dejase a mi hijo en la misma posición.
No le había escuchado ni entrar.
Tampoco me fijé mucho en cómo le cortó el cordón umbilical a Anthony, solamente sé que mientras Nessie terminaba de recuperarse Carlisle se lo cortó muy rápido. Después, en cuanto le puso una pinza médica y me pasó una de las toallas, envolví al bebé con sumo cuidado, sujetando su delicada cabecita en todo momento, limpié su cabello, su cuerpo y su carita un poco, y me apresuré a llevárselo a Nessie, que ya había terminado de tomar aire y me lo estaba suplicando con ese rostro conmovido y feliz.
Me senté a su lado. Lo dejé entre sus brazos, que se amoldaron al bebé con absoluta perfección, y ella lo acercó a su pecho para observarle, emocionada. A. J. dejó de llorar automáticamente, parecía que hubiese estado esperando los cómodos y acogedores brazos de su madre. Entonces, cuando por fin los vi juntos, cuando por fin vi esa imagen que tanto había soñado en estos nueve meses, mis lágrimas pasaron a ser las Cataratas del Niágara.
Me acerqué a ellos, preso de esta inmensa felicidad, y le di un beso a A. J. en su pequeña frente. Sí, era el hombre más feliz del universo, no había nada más especial que esto.
―Jake… ―sollozó Nessie, esta vez de felicidad, mientras llevaba su frente a la mía―. Es nuestro bebé…
―Sí… ―lloriqueé como un niño pequeño, frotándosela.
Ahora que ya se había callado el crío, lloraba yo. Pero era imposible describir lo que sentía, esto era lo más maravilloso que me había pasado nunca. No había felicidad más grande que esta. Esto era un milagro, el milagro de la vida. Habíamos creado y traído a un bebé al mundo. Nosotros. Nosotros dos. Nuestro bebé, nuestro hijo. Una parte de ella y otra mía, las dos mezcladas, formando un solo ser. Sí, era un milagro, un milagro maravilloso y mágico. Y todo lo que habíamos luchado, todo lo que habíamos pasado, todos estos meses, había merecido la pena, el premio había superado todo eso con creces.
―Te quiero ―murmuró en mis labios.
―Te quiero ―susurré yo también.
Unimos nuestros labios del todo y comenzamos a besamos con pasión y emoción, haciendo que la energía ya comenzase a descargar su electricidad mágica a nuestro alrededor. Mi estómago estaba invadido por una mezcla de chisporroteo, felicidad y ansias por disfrutar de mi hijo, no podía describirlo.
―Trae una palangana con agua caliente, por favor ―escuché que pedía Doc.
Mi chica y yo nos obligamos a despegar nuestras bocas, ya que queríamos ver mejor al bebé. En esta ocasión no nos costó tanto hacerlo, tantos meses esperando para verle…
Fue entonces cuando nos percatamos de la presencia de Esme, que corría hacia la cocina para atender a la petición de su marido, el cual ya estaba trabajando para atender a Nessie.
Nosotros nos dedicamos a acariciar a nuestro hijo y aprovechamos para verle mejor.
―Hola, cielo ―le susurró Nessie, todavía emocionada, sonriéndole al tiempo que acicalaba su pelo con los dedos delicadamente.
Anthony le contestó con una especie de balbuceo.
Ay, se me caía la baba… Si hace una hora ya casi nadaba en el dormitorio del bebé, ahora ya teníamos que usar barcas.
Como había visto antes, A. J. tenía el cabello negro, pero ahora que lo tenía más limpio, seco y peinado por los dedos de su madre se lo veía mejor. Este cubría todo su cuero cabelludo, sin embargo, no tenía demasiado pelo. O sea, no lo tenía ralo; quiero decir, que no era uno de esos niños peludos que ya nacen con toda una mata en la cabeza, vamos. Pero su cabello era de color azabache, como el mío. Su piel era una mezcla de la de Nessie y la mía, ni muy clara ni oscura, mestiza, aunque todavía estaba un poco enrojecida, supuse que debido al parto. Su naricilla era chata y pequeña, sus manitas, las cuales sobresalían de la toalla, eran diminutas, así como sus deditos, eso sí, tenía unas uñas larguísimas. Tenía los ojos cerrados, pero sus párpados ya estaban provistos de sus pestañitas y todo, y su boca, bueno, su boca era la de un bebé recién nacido, supongo. Conclusión, que mirándole así en general, y teniendo en cuenta que los recién nacidos normalmente no se parecen a nadie porque son más o menos todos iguales, A. J. tenía un asombroso parecido a mí, la verdad, bueno, a mí cuando yo era un bebé, claro.
―¿Lo ves? Es igual que tú ―afirmó Nessie, como si acabase de leerme el pensamiento, sonriéndome. Luego, observó a A. J. ―. Eres igualito a papá ―le susurró con dulzura, acariciando su mejilla con el dedo.
―Sí ―coincidí con una sonrisa orgullosa.
No lo podía negar, lo estaba.
Carlisle asomó la cabeza de entre las piernas de Nessie para hablarnos.
―Enhorabuena ―nos felicitó con una enorme y satisfecha sonrisa llena de felicidad―. Lo habéis hecho muy bien y tenéis un niño precioso.
―Sí, enhorabuena ―se sumó Esme, que se notaba que ya se moría por hacerle carantoñas a Anthony, pero que tenía que ayudar a su marido.
―Bueno, lo ha hecho todo Nessie. Es una campeona ―le alabé, acariciando su mejilla con una sonrisa.
―Tú me has ayudado mucho ―me sonrió, orgullosa y emocionada―. No sé qué habría hecho sin ti.
Me quedé sin palabras. ¿Y ella estaba orgullosa de mí? ¿De mí?
Observé a Nessie y de pronto me sentí tan pequeño. Yo solo había puesto una semilla, y ella había creado una vida. Ella, ella sola. Y después, había hecho el milagro de traerlo al mundo, con mi ayuda, sí, pero ella sola otra vez. En ese momento me pareció una diosa, pero una diosa de verdad. Noté que mi cara reflejaba el estado maravillado y deslumbrado en el que me quedé y la profunda admiración que sentía por ella. La amaba con toda mi alma, esto tampoco podía describirlo.
―Oh ―exclamó de pronto, alegre, haciéndome salir de mis pensamientos―. Anthony ha abierto los ojos.
―¿A ver? ―me fijé de inmediato.
Solo fue un pequeño momento, pero sí, A. J. había abierto los ojos. Y me quedé sorprendido.
Vaya, ¿qué te parece? Sus ojos…
―Son verdes ―sonrió Nessie, maravillada―. Verde esmeralda, como los de mi padre.
―¿Cómo los de tu padre? ―inquirí, frunciendo el ceño con extrañeza―. Pero si son de ese amarillo dorado raro.
―Como los de mi padre cuando era humano ―matizó ella, sonriente, dándome un toque en la nariz con la yema de su dedo. Luego, llevó la vista hacia A. J. otra vez―. Los tenía verde esmeralda.
―Sí, es cierto ―secundó Esme, esbozando otra sonrisa, la suya con hoyuelos.
―Vaya, parece ser que Anthony no solo ha heredado el segundo nombre de Edward ―se pispó Carlisle, asomando la cabeza otra vez para mirarnos con una sonrisa orgullosa.
Genial. Ahora no habría quién aguantase a Edward.
―Vaya por Dios ―murmuré, haciendo una mueca―. Bueno, pero todavía le pueden cambiar de color. Lo he leído en una de esas revistas.
―No, no le cambiarán ―aseguró Nessie, mirándole con esa adoración maternal―. Es un niño precioso. Cuando sea mayor las chicas se van a pelear por él ―y soltó una risilla.
Bueno, en eso estaba de acuerdo. No es porque fuera su padre, pero era un crío precioso, el más guapo del mundo, de eso no había ninguna duda.
―En fin, esto ya está ―terminó Carlisle, poniéndose de pie, junto a Esme―. No has sufrido desgarro alguno, así que ha sido un parto muy limpio y rápido ―sonrió, orgulloso, quitándose esos guantes de látex blancos―. Para ser una madre primeriza, lo has hecho estupendamente.
―Es una campeona ―repetí yo con una enorme sonrisa, pasando los dedos por la frente de Nessie para apartarle esos cabellos que tenía pegados.
Nessie me miró y me sonrió.
Esme también se quitó sus guantes, los tiró en la bolsa negra de plástico que Doc tenía preparada para deshacerse de todo y se acercó a nosotros, arrodillándose al otro lado de Nessie.
―Es un bebé precioso ―murmuró con una de esas voces tontas que se ponen cuando se ve a un bebé precioso.
―¿Quieres cogerlo? ―le ofreció Nessie.
―Me encantaría, cielo, pero prefiero que lo disfrutéis vosotros un poco más. Es vuestro momento, yo ya tendré los míos ―sonrió, metiéndole el pelo detrás de la oreja.
Mi chica le correspondió la sonrisa y asintió.
―¿Sabéis algo de mis padres y los demás? ―preguntó, mirando a A. J. de nuevo mientras le acariciaba la mejilla con el dedo.
Doc comenzó a limpiarlo todo, echando los restos de placenta, guantes, toallas, gasas y demás cosas ensangrentadas en la bolsa de plástico negra.
―Aún tienen los móviles apagados, pero deben de estar a punto de aterrizar ―le contestó Esme―. No te preocupes, estaré insistiendo hasta que alguno me coja el teléfono.
A. J. giró su pequeño rostro instintivamente hacia el pecho de Nessie.
―Oh ―murmuró ella.
―Parece que tiene hambre ―sonrió Doc, que recogía todo aquello con rapidez, pero que no dejaba de prestarle atención al bebé.
―Ah, no, colega, lo siento mucho, pero eso no es tuyo ―le dije a A. J., bromeando.
―Jake ―me regañó Nessie, riéndose, al tiempo que me empujaba el brazo.
Me carcajeé.
―Anda, ve a la cocina y prepárale su primer biberón ―me mandó, siguiendo con esa risa.
―¡A la orden! ―exclamé yo con entusiasmo, irguiéndome para hacer el saludo militar.
Ella se rio y yo me levanté como un muelle para correr a la cocina.
Estaba feliz, ¡feliz!
Sí, ¿qué puedo decir? Era el hombre más feliz del universo.


16 comentarios:

  1. ¡Hola a todos! Soy Tamara ^^

    ¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR SEGUIR AQUÍ Y LEERME, Carmen, andres, Kiara, ody, Carol, Camy, Estefanía, YANINA, Andreina, elsa, Isabeu Galan e ini narvel!! ¡¡MUCHAS GRACIAS POR ESAS COSAS TAN BONITAS QUE ME PONÉIS!!

    Hay que ver este Quil, ¿eh? jeje, pobre, menudo lío mental que tiene xDD

    Carmen, jaja, bueno, ahora por fin sabemos tu nombre ;)

    Kiara, jaja, qué boba soy, pensaba que decías que naciera un 31 de diciembre en la historia xDD Perdona =P Y de nada por lo de "morro", en realidad me tenéis que perdonar a mí, porque a veces se me olvida que en América tenéis otras expresiones y hay algunas nuestras que no entendéis, claro, igual que si fuera al revés ^^

    Carol, pues no sé cuántos capis me quedan para terminar, no lo sé ni yo, jajaja xDD. Pero quedan poquitos, sí =S

    Camy, pero ¿cómo me voy a enfadar por vuestras sugerencias? xDD No, claro que no me enfado. Lo que pasa es que no puedo cumplir todo lo que me pedís, porque o cumplo todas las peticiones, o no cumplo ninguna, no puedo cumplir unas sí y otras no, ¿entiendes? ;) Es muy difícil contentaros a todos, por eso siempre opto por escribir lo que yo quiero, y luego espero que os guste =) Además, si no me quedaría un libro larguíiiiiisimo, que ya lo es, y no puede ser, jajaja xDD . Y muchas gracias por eso tan bonito que me pones =º)

    Estefanía, pues te digo lo mismo que a Carol, ni yo sé cuántos quedan, jaja, pero quedan poquitos, eso sí ^^ Y mucha suerte en los exámenes!!!!

    YANINA, no te preocupes, tú lee y comenta cuando puedas ;) Vale, apunto tu cumple y ya te dedico un capi, a ver si nos cuadra más o menos, que sea un día antes o después (es que justo el 25 es domingo).

    Andreina, pues como le dije a elsa una vez, no me gusta mucho llenar la historia de paréntesis =P , pero no te preocupes, que sabremos lo que ha pasado entre Quil y Claire al final, ¿vale? ;) Sobre lo de morro, jaja, aquí tb es el hocico del cerdo xDD , pero ya expliqué lo demás =P

    Isabeu Galan, pero ¿cómo no va a menstruar Nessie? Si se ha podido quedar embarazada xDD Pues claro que menstrua, es más, si estaba tomando la píldora será por algo, ¿no? ;) Y si recuerdas, cuando se entera de que se había quedado, sale que ella se da cuenta de que tenía una falta ;) Nessie es mitad humana, y su sistema reproductivo funciona como la de una humana (en mi historia, si SM hiciera una continuación, no sé lo que haría, pero me imagino que lo mismo, porque si Jake se imprimó de ella tb será porque puede tener hijos). Esto que voy a decir es un poco asquerosillo, jaja, pero me imagino que a los Cullen no les debe de atraer mucho esa sangre muerta =S ¡Puaj! jaja


    Bueno, pues aquí os dejo el capi!!!!! Espero que os guste!!!

    Lametones!!

    ResponderEliminar
  2. Tamara

    que capi mas genial....Nacio A.J. ahhhhh ...pobre jake super nervioso y nessie con mucho dolor pero al final ya tienen al bebé ha sido hermoso....me encanto los ojos verdes que bello...ya quiero que lo vea edward jajajaja sera comico verlo tan orgulloso de su nieto wuauuu que palabra jajajaja...bueno de aqui nos escribimos el sabado par los deseos correspondientes......un abrazo inmenso a la distancia a todos ....:)

    ResponderEliminar
  3. hola tamara...super genial...ya llego el dia del parto...pobre jake re nervioso por ser padre primerizo y partero..pero nacio sano A.J ya quiero ver la cara de edward..cuando vea en su nieto sus ojos cuando era humano...como siempre tamara.. eres ecepcional...la descripcion en este capi lo mejor...bueno salu2 a todas mis amigas a la distancia...el sabado el proximo


    ahhhy que bueno este capi dedicado a cathy...muchas fuerzas y animo a kelly y su familia...salu2

    ResponderEliminar
  4. Sin palabras, así me dejaste con este capitulo.
    Hola Tammy sabes que eres increible y ese bebe esta hermoso ya quiero ver la reacción de los cullen con la llegada del pequeño A. J.
    Estare esperando el sábado saludos a toda la manada y a ti porsupuesto por ser la chica alfa.
    (por favor elimina a Jane y si no has que se enamore de Brady o Collin solo sugerencia para que deje en paz a Jake) n_n Kiara. u_u
    Saludos para Kelly
    d.e.p. Cathy

    ResponderEliminar
  5. Guuuuau!! q capitulo! y que descripción la del nacimiento!!!
    Tamara no me canso de repetir lo genial q sos escribiendo!! Una GRAN escritora!!
    Nos leemos el sábado, ya quiero saber la reacción de Edward!! Besos a todos
    Vicky
    (La Imagen esta buenisima tambien)

    ResponderEliminar
  6. Tamaraaa!!!! pedazo de capituloo me a encantadoo deseando de ver cuando se entere el resto de la familiaa ^^ Genial de verdad super capitulo, como todos en realidad
    Besoossss a todos.

    ResponderEliminar
  7. Hola Tamara:
    WOOOAAAUUUU...Me as hecho llorar chica....a sido un capitulo realmente EMOCIONANTE , HERMOSO no se que mas decir ....simplemente BELLO....A.J es HERMOSO....
    Creo que no me cansare de decirlo GRACIAS ,GRACIAS por regalarnos tu talento
    elsa
    un saludo a todos

    ResponderEliminar
  8. hola tamara!!!
    hola chicos!!!!

    wuuuaaauuu....!!!! sii.!!!! nacio anthony jacob (A.J)y tiene los ojos verdes como edward cuando era humano...
    el capitulo estubo buenisimo.. pobre jake sufrio con esos nervios tanto como nessie. pero bueno. (FELIZ) la espera dEL nacimiento de anthony valio la pena...

    bueno nos vemos el sabado.. :)

    saludos desde argentina YANINA

    ResponderEliminar
  9. NACIOOOO... YA NACIO A.J ..!!! y tiene los ojos verdes como su abuelo y todo lo demas como su papi..!! jejejejej que niño mas hermoso..!!! me lo imgino de grende..!!! con su piel ni muy blanca ni muy morena pelo negro..!! ojos verdes el cuerpo de su papi..!! dios..!! que niño..!!!! jajajajajajajajjajajajaja..!! AYYY QUE EMOSION..!! amo a nessie en serio..!!1 por darle a jake un bebe. y acerlo con tanta fuerza...!!! y amo a Jacob jjajja a el siempre lo he amado..!! y atii..!!! por darnos la oportunidad de leer tu historiaa..!!!.......

    *Andreina*

    ResponderEliminar
  10. ¡Por fin ha nacido! ya era hora haha aunque se haya adelantado un poco he estado esperando este capítulo mucho tiempo, de verdad. Ha sido super emocionante y me encanta que sea como un mini Jacob de ojos verdes :3
    Estaré esperando el próximo capítulo con ansias ;)
    Carol

    ResponderEliminar
  11. COMO siempre sorprendiendonos!!! el nacimiento estuvo fabuloso! inesperado q jake lo tuviera q hacer solito!!! y fantastica la frase de Nessie repochandole "el hecho de haberla dejado embarazada"... las pasamos x lo mismo y, creo q, la gran mayoria lo hace!!!
    besos
    ody

    ResponderEliminar
  12. ¡HOLA! SOY NOVIEMBRE:
    QUIERO DECIRTE QUE YA HE TERMINADO DE LEER EL LIBRO, Y HE VUELTO A LEER OTRA VEZ ESTE; PORQUE QUERIA COMENTARTE, LO MUCHO QUE ME HA GUSTADO Y LO INTENSO QUE HA SIDO, PARECIA QUE ESTABA PARIENDO YO. Y ESA FRASE "LO QUE VOY HACER ES MATARTE POR DEJARME EMBARAZADA" ES MUY REAL, YA QUE HE OIDO DE CHICHAS QUE LO HAN DICHO, EN SU MISMA SITUACIÓN.
    SE ME HAN PUESTO LOS PELOS DE PUNTA AL ESTAR PARIENDO CON NESSIE, PARECIA QUE ESTABA EMPUJANDO YO TAMBIEN,Y LAS LAGRIMAS SON TAN REALES COMO LA VIDA MISMA; SON MUCHOS SENTIMIENTOS LOS QUE AFLORAN QUE NO PUEDES EVITAR LAS LAGRIMAS; QUE HE VUELTO A LLORAR COMO ELLA.
    ME TIENES APENADA, POR QUE ME GUSTARIA QUE SIGUIERAS CON A.J; PERO TE COMPRENDO QUE QUIERAS CAMBIAR DE HISTORIA. UN LAMETÓN

    ResponderEliminar
  13. Hola Tamara, que hermoso capituloo, me has hecho llorar *-* Es maravilloso Gracias por esa estupenda historia Te felicito :3
    Saludos desde Colombia
    Alee n.n

    ResponderEliminar
  14. me encanta........ hermoso libro..... estoy loca leyéndolo eres una fantástica escritora
    danielacullen, chile

    ResponderEliminar
  15. Muchas gracias a todos por vuestros comentarios!!! Aunque no siempre pueda contestaros, que sepáis que los leo todos y que me hacéis muy feliz. Gracias, gracias y GRACIAS!!!

    Lametones para todos!!

    ResponderEliminar
  16. DIOS..!! que emoción, soy super team taylor, y de que venga a nessi eso me tiene super feliz, espero que STF MYR siga su historias que sea todo lo contrario a el d bella y edwar, gracias ya lo leí todo eres fantástica me as hecho llorar, reír, sentirme apasionada, eres excelente, te manera de escribir me hace vivir cada capítulo, palabra y letra de está historia, te felicito espero que este fic llegué a muchos para animar a sacar tú libro y un peli.!!!!

    tus personajes son fantásticos el de jacob beso maravilloso, hilarante, celoso, sarcastico, creido, rabioso, amoroso ,sobreprotector, triste , es fascinante y único.!!! es perfecto y así lo AMOOOOO

    ¡¡¡¡¡SALUDOS DE VENEZUELA!!!!

    ResponderEliminar