ESTE CAPITULO ESTÁ DEDICADO A CATHY. PARA TI, QUE AHORA ERES UN ÁNGEL Y VELAS POR TU FAMILIA
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NUEVA ERA II. COMIENZO 2ª Parte (Continuacion de "NUEVA ERA II. COMIENZO 1ª Parte").
Para leer este fic, primero tienes que leer el anterior "Despertar", que se encuentra en los 7 bloques situados a la derecha de este blog, "Nueva Era I. Profecía" y "Nueva Era II. Comienzo 1ª Parte". Si no, no te enterarás de nada 😏
CAPITULOS:
PARTE DOS: NUEVA ERA
RENESMEE:
77. ACAMPADA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/08/nueva-era-capitulo-77-acampada.html
78. EL LAGO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-78-el-lago.html
79. EN MEDIO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-79-en-medio.html
80. LICÁNTROPO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-80-licantropo.html
81: DECISIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-81-decision.html
82. CUMPLEAÑOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-82-cumpleanos.html
83. IRRUPCIÓN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-83-irrupcion.html
84. REENCUENTRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-84-reencuentro.html
85. GRIPE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-85-gripe.html
86. FALLO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-86-fallo.html
87. GIRO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-87-giro.html
88. BUENA Y MALA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-88-buena-y-mala.html
89. FELICITACIONES Y PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-89-felicitaciones-y.html
90. APOYO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/09/nueva-era-capitulo-90-apoyo.html
91. CARTA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-91-carta.html
92. INTERESES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-92-intereses.html
93. BENEFICIO COLATERAL: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-93-beneficio.html
94. ECOGRAFÍA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-94-ecografia.html
95. FANTASMAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-95-fantasmas.html
96. MANIOBRA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-96-maniobra.html
97. "NO PUEDO": http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-97-no-puedo.html
98. SANGRE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-98-sangre.html
99. HERIDOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-99-heridos.html
100. PRUEBA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-100-prueba.html
101. ENTRENAMIENTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-101-entrenamiento.html
102. 6 DE FEBRERO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-102-6-de-febrero.html
103. PACIENCIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/10/nueva-era-capitulo-103-paciencia.html
104. UN SER SUPERIOR: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-104-un-ser-superior.html
105. ENVIDIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-105-envidia.html
106. CAMBIO DE PLANES: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-106-cambio-de-planes.html
107. PASAR PÁGINA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-107-pasar-pagina.html
108. LA ESTRATEGIA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-108-la-estrategia.html
109. A CASA: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-109-casa.html
110. DE NADIE (PARÉNTESIS JANE): http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-110-de-nadie.html
JACOB:
111. ¿QUÉ PUEDES HACER CUANDO TUS TRIPAS SON UN MANOJO DE NERVIOS?: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-111-que-puedes-hacer.html
112. MENUDO PANORAMA QUE TENGO DELANTE: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-112-menudo-panorama.html
113. ¡¿Y A MÍ QUÉ DEMONIOS ME IMPORTA EL PODER?!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-113-y-mi-que.html
114. NO, AHORA MISMO NO PODÍA PERDER EL TIEMPO CON ESO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-114-no-ahora-mismo.html
115. VENGA, VENGA, YA QUEDA MENOS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-115-venga-venga-ya.html
116. POR FIN, ¡POR FIN! UN MOMENTO, ¿PERO QUÉ ES ESTO?: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/11/nueva-era-capitulo-116-por-fin-por-fin.html
117. ATROZ (PARÉNTESIS. PARTE 1. RENESMEE): http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-117-atroz-parentesis.html
118. VALOR (PARÉNTESIS. PARTE 1. RENESMEE): http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-118-valor-parentesis.html
119. SIGUE EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS, SIGUE EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-119-sigue-el-camino.html
120. ESTO DEMUESTRA QUE NO SOY UN DIOS, COMO OTROS SE PIENSAN: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-120-esto-demuestra.html
121. NESSIE, NO ME DEJES... NO ME DEJES...: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-121-nessie-no-me.html
122. ¡MALDITO CHIFLADO! ¡ELLA ES MÍA!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/todos-los-capitulos-registrados-en.html
123. ¡TING! ¡PRIMER ASALTO! ¡QUE EMPIECE EL COMBATE!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-123-ting-primer.html
124. ¡¿TENDRÁN CARA?! ¡¿PERO DE QUÉ VAN?!: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-124-tendrian-morro.html
125. LLAMANDO A QUIL, LLAMANDO A QUIL. AQUÍ EL PLANETA TIERRA. CORTO: http://jacobnessie.blogspot.com/2011/12/nueva-era-capitulo-125-llamando-quil.html
NENA, CIELO, PRECIOSA, CARIÑO
Subí los peldaños
tranquilamente, de dos en dos, al tiempo que silbaba el estribillo de una
canción de la que no sabía ni el título, ya que solamente la había oído en el
estéreo del coche un par de veces. Eso sí, era pegadiza, la condenada. Atravesé
la corta distancia que había de la escalera al cuarto del bebé y pasé adentro.
Como me había supuesto,
Nessie se encontraba en este dormitorio, observando lo bonita que nos había
quedado la decoración con mi, no es por nada, excelente trabajo y, vale, los
acertados cuadros y blancas estanterías con motivos infantiles que había
aportado Esme. Estaba doblando la diminuta ropa de A. J. por enésima vez, señal
de que había vuelto a sacarla para mirarla, y la estaba colocando de nuevo en
el armario. Sí, se notaba que solamente faltaba una semana para que saliera de
cuentas.
Me acerqué a ella por
detrás y rodeé su descomunal barriga con mis manos. No se asustó, claro, ya me
había oído silbar de camino hacia aquí. Giró su rostro hacia el mío, sonriente.
―Hola ―le saludé, sonriendo
como un alelado.
No sé por qué la saludaba,
porque acababa de verla hace un rato, en realidad, no me había pirado de casa
en todo el día, pero no pude evitarlo.
―Hola ―respondió ella,
también con una sonrisa.
Los dos nos dimos un beso.
Despegué mi bocaza antes de que el chisporroteo de mi estómago subiera de
intensidad, como la energía, y ya se convirtiera en una misión imposible.
―¿Viendo la ropa del bebé?
―le pregunté, acariciando su vientre.
―Sí ―asintió, poniendo sus
manos sobre las mías.
Me fijé en que incluso
había vestido la cuna con uno de los juegos de ropa de cama que Bella y Edward
habían comprado hacía poco menos de un mes, movidos por el entusiasmo de
nuestra salida victoriosa contra los magos y los rumanos, bueno, sobre todo
porque Nessie y el bebé finalmente habían salido ilesos de aquello. La cuna tenía
la mantita de color azul puesta, de la que sobresalía el embozo de la sábana
blanca, con las letras “A. J.” bordadas y una franja de rayas de unos ocho
centímetros justo en el borde de la tela, todo ello también en azul, y esa
diminuta y plana almohada, que hacía juego con el resto, ya que seguía la estética
de rayas azules y blancas.
―Veo que ya le has
preparado la cuna y todo ―sonreí, apretándola contra mí con ilusión.
Vale, vale, lo reconozco, se
me caía la baba, casi nos podíamos poner a nadar allí.
―Ya sé que todavía queda
una semana para que nazca, pero me gusta tanto la cuna que me moría por verla
vestida ―se giró hacia mí y rodeó mi cuello con sus brazos, mirándome con una
amplia sonrisa de orgullo y satisfacción―. Te ha quedado genial.
Ver su rostro satisfecho y desbordante
de adoración me llenaba de felicidad, qué puedo decir. Bueno, es que la cuna me
había quedado muy bien, para qué íbamos a negarlo. Al final había encontrado la
plantilla para el dibujo infantil de un cachorro de lobo. A Nessie le hacía
especial ilusión que el cabecero de los pies tuviera el dibujo de un lobo, así
que rebusqué por todos los sitios habidos y por haber, me costó un triunfo,
todo hay que decirlo, hasta que por fin di con esa plantilla en una pequeña
tienda de aquí, en La Push.
―Entonces, ¿te gusta de
verdad? ―inquirí, observando esos ojazos con atención.
―Me encanta, es la cuna de
mis sueños ―afirmó, sonriéndome―. No hay otra cuna mejor en todo el mundo.
Sonreí, más que satisfecho,
y volví a besarla, esta vez con un beso más largo.
Claro, por supuesto una vez
más tuve que obligarme a despegar mi boca de la suya, porque si seguía…
―¿A qué hora llegan tus
padres y tus tíos? ―pregunté para poder tomar aire y recuperarme.
Y también porque había
subido hasta aquí para otra cosa.
―El avión aterrizará sobre
las seis de la tarde.
―¿Y Carlisle y Esme?
―Pues, no lo sé. El
congreso empezaba a las nueve de la mañana, pero ni siquiera Carlisle sabe a qué
hora terminará. Es el último día, y es cuando los médicos hacen sus preguntas y
resuelven las dudas que tienen, así que puede que se alargue un poco ―me
explicó.
―Ah.
Carlisle y Esme llevaban
todo el fin de semana en Port Angeles, asistiendo a un tedioso congreso sobre
genética, ese tema que le encantaba a Doc. Había empezado el viernes y duraba
cuatro días, así que hoy, lunes, era el último atracón de genes que se daba
Carlisle. Y la pobre Esme, que menuda paciencia.
Nessie entrecerró los ojos,
perspicaz.
―¿Por qué? ―inquirió.
―Bueno, verás, es que
quería limpiar un poco mi Harley, ¿sabes?, últimamente la tengo muy abandonada
―reconocí, alzando una de las comisuras de mis labios―. Pero primero quería
cerciorarme de que después teníamos tiempo de sobra para disfrutar de lo poco
que nos queda de nuestra soledad. Viendo cómo está el patio es un privilegio, y
no quiero desaprovecharlo.
―Anda, ve a limpiar tu
Harley ―accedió, riéndose, ladeando mi cara con la mano―. Todavía tenemos tiempo
de disfrutar de esta paz.
Me carcajeé.
―No tardaré nada, te lo
prometo ―le di un último beso en los labios, este corto, y me separé de ella,
girando medio cuerpo sin dejar de mirarla, para echar a andar hacia la puerta.
―Yo iré abajo, quiero
terminarme ese libro que empecé ayer ―dijo, guardando lo que le quedaba de ropa
en el armario y cerrando las puertas del mismo.
Le echó un último vistazo
al mueble, ahora que lo había cerrado, y sonrió. Sí, no me había quedado nada
mal. Lo había lacado en blanco y había aprovechado la misma plantilla de la
cuna para estampar ese dibujo de cachorro de lobo en la parte inferior de una
de las puertas.
―Te acompañaré al salón ―me
ofrecí. Me di la vuelta y la cogí de la mano.
―No hace falta, puedo yo
sola ―aseguró, aunque no se soltó de mi amarre―. Estoy embarazada, no…
―No enferma, ya, ya
―terminé yo, echando a caminar con ella hacia el pasillo―. Pero estás en la
etapa final, finalísima, del embarazo, y tu barriga pesa más.
―Eso sí ―gimió de repente,
sumándose una mueca de dolor mientras se sujetaba el enorme vientre con la mano
suelta.
―¿Qué pasa? ―quise saber,
algo alarmado.
―Nada, cielo, una de esas
contracciones de siempre ―me calmó, ahora más aliviada al dejar de sentirla.
Ah, sí. Uf, qué susto. De
un tiempo para acá Nessie había empezado a sentir unas contracciones que tenían
un nombre rarísimo. Doc me había dicho cómo se llamaban, era algo así como
contracciones de Braxton no sé qué, pero mi sesera no había sido capaz de
retener ese extraño nombre. Según él, esas contracciones eran normales en esta
etapa final del embarazo, aunque yo no acababa de acostumbrarme.
La tomé en brazos al llegar
a las escaleras y la bajé hasta el vestíbulo de abajo. Como ya estaba en ello,
la llevé al salón y la dejé junto al sillón de la chimenea, donde se solía
sentar para leer.
―Gracias ―sonrió, y me dio
un beso en los labios.
Mientras se sentaba, le
acomodé los cojines en la espalda para que estuviera más cómoda.
―¿Mejor así?
―Sí ―me sonrió de nuevo.
Cogí el libro que reposaba
sobre la chimenea y se lo pasé.
―No tardaré, ¿vale? En
cuanto termine me tendrás aquí ―prometí con una sonrisa, acariciando su
mejilla.
―Venga, ve, no te preocupes
por mí ―me instó con la mano, sonriéndome―. Estaré bien leyendo este libro tan
interesante.
―Vale ―sonreí, dándole un
beso en los labios―. Te veo ahora ―me di la vuelta y comencé a caminar hacia el
vestíbulo, pero luego me paré y me giré para mirarla―. Si necesitas algo,
llámame, ¿de acuerdo?
―Sí, no te preocupes ―rio,
meneando las manos hacia fuera para que me largara de una vez.
Me reí y me di la vuelta
una vez más para seguir caminando.
Salí de casa y me dirigí al
garaje, silbando esa dichosa canción otra vez. Hay que ver, cómo se pegaba la
condenada. Entré en el recinto de esta guisa, me acerqué a una de las
estanterías, cogí el cubo, una esponja, dos paños, encendí mi viejo y anticuado
radiocasete para amenizar el asunto con un poco de música y me puse a trabajar.
Maldije para mis adentros
cuando recordé que todavía no había arreglado el problema con la manguera.
Seguía sin funcionar bien, y tan pronto no tenía presión, como de repente te
soltaba un chorretón que te dejaba la camiseta y los pantalones perdidos. Y eso
me pasó cuando estaba llenando el cubo. Genial.
En cuanto terminé de
pelearme con la manguera y conseguí verter toda el agua que quise en el cubo,
le eché ese jabón especial para metales, mojé la esponja y me puse a restregar
mi preciosa Harley Davidson, silbando alegremente esa canción que estaban
radiando.
No es que estuviera sucia,
vale, pero últimamente tenía a mi Harley muy olvidada, y, Jesús, ese polvillo
que la cubría era la prueba.
La limpié bien,
introduciendo la esponja hasta por los recovecos más difíciles, y después pasé
a la segunda fase del lavado: el secado.
Tiré la esponja en el agua
y cogí el paño para comenzar a secar la moto. No sé cuánto tiempo estuve, pero
me pareció que había terminado pronto y todo.
Vale, tercera fase del
lavado: brillo.
Agarré el otro paño, ese
que era más suave, y me puse con ello enseguida. Le pasé el paño una y otra vez
a los tubos metálicos de mi preciosa Harley Davidson. Sí, estaba quedando
brillante, brillante.
―¡Jake! ¡JAKE!
Casi tiro la moto abajo al
escuchar los gritos de Nessie, del sobresalto.
―Nessie… ―solo conseguí que
me saliera un murmullo.
Mis torpes piernas
tropezaron con el cubo en su salida hacia la puerta del garaje y el agua me
salpicó hasta los pantalones, mojando también lo que acababa de secar del
vehículo. Guay.
Salí despedido del garaje y
entré en casa a todo lo que daban mis empapadas piernas.
―¡Nessie! ―voceé ya.
―¡Jake!
Me dirigí hacia el salón y
cuando entré la vi arrodillada en la alfombra de la chimenea, envolviendo su barriga
con los brazos. Me asusté al verla así, además, su rostro estaba desfigurado
con una mueca de dolor.
―¡Nessie, ¿qué te pasa?!
―pregunté ansiosamente, acercándome a ella y arrodillándome a su lado de igual
modo.
―Ya viene. He roto aguas
―me anunció con tranquilidad, seguramente para tranquilizarme a mí.
Ay, madre. Esa era la voz
de alarma. El anuncio que tanto estaba esperando, aunque no contaba con que
fuera tan pronto. Dios, demasiado pronto. ¡Pero si se suponía que todavía
quedaba una semana!
Bueno, venga, tranquilo,
tranquilo. Respiré hondo, ya más calmado, aunque solo por un diminuto segundo, porque
no sabía si Carlisle todavía estaba en Port Angeles, ni si le iba a dar tiempo
a llegar. Intenté no seguir pensando en eso y relajarme.
―Vale, nena, no pasa nada
―le calmé, acariciándole la cara. No sabía si esas palabras eran para ella o
eran más bien para mí―. ¿Puedes ponerte de pie?
―No, esto empieza a dolerme
mucho… ―se quejó, encogiéndose sobre su vientre.
―Bueno, cielo, pues túmbate
aquí, venga ―y coloqué su brazo sobre mi hombro para ayudarle a que lo hiciera.
―La alfombra… ―lamentó
mientras tanto―. La he puesto perdida.
No pude evitar que se me
escapara una pequeña risa nerviosa.
―Ya compraremos otra ―y la
tumbé del todo―. Espera.
Me puse de pie con rapidez
y cogí un montón de cojines del sofá, incluido el que formaba el asiento de
abajo, más la manta que siempre usábamos para acurrucarnos juntos en el mismo.
Aparté un sillón y coloqué
los cojines en el suelo y la pared, a modo de camilla improvisada.
―Aquí estarás más cómoda
―le dije, poniendo su brazo sobre mis hombros, como antes.
La levanté un poco,
tomándola en brazos, y la recosté con mucho cuidado en esa “camilla” cutre, recolocando los
cojines en su espalda para que estuviera un poco incorporada y se sintiera lo
más cómoda posible.
―¿Mejor así?
―Sí, gracias ―me sonrió.
Cogí la manta y la abrí.
―No, la manta no ―me paró
cuando se la iba a extender―. Tengo calor.
―Vale, nada de mantas
―acepté, inquieto.
Y la tiré en uno de los
butacones.
―Ay ―gimió.
―¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa?! ―dejé
caer las rodillas con tanta fuerza para estar junto a ella, que vibró toda la
solera de la casa.
―Tranquilo, solo es una
contracción ―su boca se curvó hacia arriba.
―Ah, ya, claro. Una
contracción ―contesté con nerviosismo.
Mierda. No sabía qué hacer.
Vale, vale, tranquilo,
Jake, tranquilo, me dije a mí mismo. Piensa,
piensa. Ah, Carlisle.
Me volví a levantar y corrí
hacia el teléfono.
―Jake… ―me reclamó.
―Ya voy, preciosa. Voy a
llamar a Carlisle para que venga, ¿vale? Me tendrás contigo en dos segundos.
―Vale ―aceptó con voz
quejumbrosa.
Salí del saloncito y me fui
hacia el vestíbulo. No quería que ella me viera en este estado neurótico.
Marqué el teléfono de
Carlisle a toda velocidad y me puse el teléfono en la oreja mientras paseaba de
aquí para allá.
Ni siquiera llegó al tercer
tono.
―¿Diga?
―¡Carlisle! ¡Ya… ya está
aquí! ―grité en voz baja.
―¿Jacob?
―¡Sí, soy Jacob! ¡Tienes
que venir! ¡Nessie está de parto!
―Oh, mi niña está de parto
―escuché que exclamaba Esme, emocionada―. Llamaré a Bella.
―Vaya, parece que se le ha
adelantado un poco ―dijo Carlisle con voz sosegada, y hasta alegre.
―Sí, qué agudo, Doc ―afirmé
con sarcasmo.
―¿Y va todo bien?
¿Pero qué le pasaba? ¿Me
estaba tomando el pelo o qué?
―Sí, claro, Nessie acaba de
romper aguas, está tumbada en la alfombra con contracciones… Nada, ya sabes, lo
normal ―esta vez el sarcasmo me salió con más acidez―. ¡¿Me estás tomando el
pelo?!
―Me refería a si está
teniendo alguna complicación ―me corrigió él.
Genial. Encima ahora
quedaba de estúpido y todo.
―Ah ―carraspeé―. No, bueno,
no sé. Ella tiene dolores, contracciones, no sé, todo eso ―declaré, rascándome
la nuca impacientemente.
―Mmm, si acaba de romper
aguas las contracciones deberían haber venido más tarde ―murmuró para sí.
―¿Qué? ―mi neurosis
aumentó.
―Nada, todo va bien.
Escucha, ya estoy de camino, el congreso ha terminado más pronto de lo que
creía y ya llevo una hora y media en el coche. Ahora tranquilízate. Acabo de
entrar en la carretera que lleva a Forks, así que hasta que yo llegue, tendrás
que ocuparte tú.
―¡¿Yo?!
¡Uf! Ahora sí que estaba
asustado.
―No te preocupes, todo irá
bien. Normalmente un parto suele durar entre ocho y doce horas desde la primera
contracción, sobre todo en madres primerizas, así que llegaré a tiempo. Yo te
iré dando instrucciones mientras tanto. Dime, ¿cada cuánto tiene las
contracciones?
―No sé, tuvo una hace unos
cinco minutos, más o menos.
―Bien, tienes que vigilar
eso, y también la dilatación.
―¿La dilatación? ¿Y cómo
diablos miro yo eso?
―Tienes que introducirle
los dedos y…
―¡¿Introducirle los dedos?!
―una nota ascendió con mi tono de histerismo.
¿Y si la hacía daño?
―Es necesario para saber en
qué estado se halla el cuello uterino, si todavía no se ha borrado o si ya lo
ha hecho parcialmente. Cuando se haya borrado del todo sabremos qué grado de
dilatación presenta, pero para entonces ya estaré yo ahí, tranquilo ―me calmó.
Sí, recordaba algo de eso
de las clases de preparación al parto. Se introducían los dedos para palpar y…
Ay, madre.
―Está bien. Voy… voy a
mirarlo y te llamo.
―De acuerdo. Comprueba eso y
ve bajando unas toallas. Estaré con el manos libres todo el tiempo, así que
llámame siempre que quieras.
―Vale. Hasta ahora.
Y colgué el teléfono.
Estaba nerviosísimo, bueno,
más bien histérico, neurótico perdido. El único parto que había visto en mi
vida era el nacimiento de mi mujer, y encima aquello había sido peor que una
escena de una película gore en directo.
Intenté relajarme y me
apresuré a subir al baño, dando zancadas por las escaleras para recorrerlas de
tres en tres. Atravesé el pasillo como un galgo, entré en el baño y posé el
teléfono en la meseta del lavabo. Me lavé las manos y los brazos con agua y
jabón, estilo médico, un poco más y me lavo hasta los hombros. En fin, me
sentía como un auténtico idiota, pero tenía que hacerlo, aunque, vale, Doc iba
a llegar dentro de nada y él tomaría las riendas. En cuanto terminé de secarme,
abrí el mueble que teníamos debajo del lavabo y saqué unas toallas limpias; no
tenía ni idea de cuántas tenía que llevar, así que agarré tres. Cerré el
mueble, cogí el teléfono y bajé las escaleras corriendo, otra vez de tres en
tres, para irme al lado de Nessie.
―Has tardado mucho ―se
quejó cuando llegué al salón, sin dejar de acariciar su barriga con ansiedad
mientras yo tiraba las toallas en la butaca de al lado, me arrodillaba a su
lado y posaba el teléfono junto a mí.
―Lo siento, cielo, es que
estaba hablando con Carlisle ―le di un beso en los labios y le acaricié la
frente―. Va a tardar un poco, así que por el momento me tengo que encargar yo
de controlar el parto. Él me irá dando instrucciones, pero llegará enseguida,
así que todo saldrá bien, ¿vale?
―Vale ―asintió.
Miré el reloj del saloncito
y me desplacé hacia sus piernas.
―Bueno, preciosa, vamos a
ver cómo va esto.
Levanté la falda de su
vestido de lino azul y le quité la ropa interior. Ella dobló las piernas y las
abrió. De momento, no se veía nada raro. Aquello estaba igual que como lo había
dejado la última vez que lo vi. Tragué saliva y me dispuse a hacer lo que me
había encomendado Carlisle. Llevé la mano hacia la zona y… la retiré
vertiginosamente.
No, eso que lo hiciera
Carlisle. ¿No decía que era pronto? Pues seguramente eso todavía estaba sin
borrar o como se dijera. Nada de nada. Así que hice lo que mejor podía hacer en
estos momentos. Me posicioné más arriba para sentarme a su lado, entrelazando
las piernas, y la tomé de la mano.
―Puedes sentarte en uno de
los butacones, no tienes por qué estar aquí, en el suelo conmigo ―afirmó,
llevando una sonrisa a esa carita suya de ángel.
―¿Qué dices? Esto no me lo
pierdo por nada del mundo ―le sonreí yo también.
―Por el momento estoy bien,
en serio.
―¿Tú lo harías? Si yo
estuviera en tu lugar, ¿lo harías?
―La verdad es que no te
imagino en mi situación ―se rio―. Pero no, tienes razón, no lo haría.
―Pues eso.
Llevé mi otra mano a su
cabello y comencé a pasarle los dedos como a ella le gustaba, para que
estuviera lo más tranquila posible. No nos dijimos nada, tan solo nos miramos y
nos sonreímos. Me di cuenta de que los dos teníamos una chispa distinta en la
mirada, una mezcla de alegría y nerviosismo, ambos estábamos ansiosos de que
naciera nuestro bebé. Estuvimos así un buen rato, hasta que su sonrisa se
volvió a desfigurar con otra mueca de dolor y se le escapó un gemido.
―¿Otra contracción?
―Sí… ―asintió con la misma
cara.
Miré el reloj de nuevo.
Cogí el teléfono y llamé a
Carlisle. No tardó nada en cogerlo.
―Dime, Jacob.
―Las contracciones son cada
veinte minutos, bueno, eso creo.
―Bien. Esas son las
primeras contracciones, todavía no son las contracciones del parto, propiamente
dicho. Estará así, con esas contracciones suaves unas horas, hasta que el
cuello del útero empiece a borrarse. Bueno, voy a explicártelo lo más
sencillamente posible.
―Sí, por favor ―le pedí con
un tono un tanto sarcástico.
Con los nervios que tenía,
como para tener que centrarme en palabras raras, además, ya había dado esa
lección en las clases de preparación al parto, y también había leído algo en
las revistas premamá de Nessie.
―El cuello uterino
comenzará a borrarse poco a poco, y, entonces, cuando se haya borrado del todo,
empezará a dilatarse. Cuando haya dilatado tres centímetros ya serán
contracciones de parto. Una vez que eso ocurra, empezará a tenerlas con más
frecuencia y se irán intensificando. El cuello del útero deberá dilatarse hasta
los diez centímetros para el buen paso del bebé, así que eso llevará horas, no
te preocupes.
―Bueno, ¿y qué tengo que
hacer?
―Ve a coger mi maletín, lo
dejé en la habitación del niño. Bájalo y ábrelo para que esté todo listo para
cuando yo llegue. Ahora solo te toca esperar y alentar a Nessie, que ya es
mucho ―se notó que esto lo dijo con una sonrisa―. Por cierto, hemos intentado
llamar a Bells y a los demás, pero ya deben de estar en el avión y tienen los
móviles apagados, no obstante, continuaremos intentándolo. Tú sigue controlando
las contracciones, y si pasaran a ser cada diez minutos, cosa que es muy
improbable, llámame.
―Vale, de acuerdo. Hasta
luego, Doc.
Colgué y dejé el teléfono
en el suelo.
―¿Qué te ha dicho? ―quiso
saber, acariciando su barriga.
La pobre estaba tan
centrada en lo suyo, que ni siquiera prestó atención a la voz de Carlisle al
otro lado de la línea.
―Que coja su maletín y que
le llame si las contracciones son cada diez minutos, aunque me ha dicho que eso
es muy improbable ―le revelé, levantándome―. Vengo ahora, ¿vale? Está en la
habitación del niño.
Asintió y yo salí presto
hacia las escaleras. Una vez más, subí los peldaños de tres en tres, a toda velocidad,
pasé al vestíbulo superior, en el cual derrapé a un lado, y cuando recuperé el
control de mis piernas entré en el dormitorio del bebé. Enseguida avisté el
maletín, estaba encima del escritorio. Lo cogí y salí de la habitación para
bajar las escaleras con la misma rapidez con la que las había subido.
Cuando llegué al salón,
Nessie seguía igual que como la dejé, con su adorable ceño fruncido y
acariciando su vientre. Posé el maletín en el suelo y lo abrí, dejando la tapa
del mismo levantada. Ugh. El contenido parecía un muestrario de accesorios de
tortura. Lo giré para que Nessie no lo viera y me senté a su lado, con la
postura de antes.
―¿Cómo lo llevas? ―me uní a
sus caricias y entrelacé mis dedos sobre los suyos.
―Bueno, esto me duele
bastante... ―murmuró con ese rostro aquejado.
―Todo saldrá bien, ya lo
verás.
Me sonrió y me incliné
sobre ella para besarla.
―Tengo muchas ganas de
verle la carita ―declaró, observando su vientre y frotándolo con mi mano encima
de la suya―. Espero que se parezca a ti.
―¿Y si se parece a ti?
―No, será a ti ―afirmó con
confianza.
―Siempre dices lo mismo. ¿Y
cómo lo sabes? ―me reí.
―Lo sé ―y me miró con esa
mirada de convicción que tienen las madres embarazadas cuando les da una
corazonada y después se cumple.
Iba a inclinarme sobre ella
otra vez para darle otro beso cuando soltó un gemido de dolor más agudo que el
anterior. Su carita se retorció con más sufrimiento y mi corazón pegó un
brinco.
―¿Otra contracción?
―intenté preguntarlo con tranquilidad, pero creo que mi estúpida voz me
traicionó.
―Sí, y esta dura más y
duele mucho… ―gimió.
Miré el reloj. Solamente
habían pasado diez minutos desde la anterior. ¿No me había dicho Carlisle que
estaría unas cuantas horas con contracciones cada veinte minutos? ¿Le habría
oído mal?
Respiré hondo para
relajarme un poco. Lo mejor era esperar a la próxima contracción para llamar a
Doc, no fuera que esta se hubiera adelantado o algo. Tampoco quería ser un
padre de esos histéricos que se llevan las manos a la cabeza por nada. Además,
estaba acostumbrado a llevar situaciones peores, ¿no? Esto no era nada para mí.
Los siguientes minutos
pasaron bastante bien, aunque un poco lentos, la verdad. Puede que fuera porque
yo no hacía más que oscilar la mirada del reloj a Nessie y de Nessie al reloj,
controlando el cadencioso y aburrido movimiento de las agujas a la vez que
observaba el estado de mi mujer y la peinaba con mis dedos para tratar de
aliviarle un poco. Sí, como si así fuera a hacer algo, lo sé, lo sé.
Pegué otro bote cuando
Nessie apretó mi mano y se retorció al gemir, ahora sus cejas finas y perfectas
se fruncieron con más dolor.
¿Ya? ¿Otra? Miré el reloj
por enésima vez. Ocho minutos. Dios. Bueno, vale, era un padre histérico, mejor
dicho, estaba al borde de un ataque de nervios. ¿Seguro que un parto duraba de
ocho a doce horas?
―Jake…, esto me duele
mucho… ―se quejó.
―Tranquila, nena, todo irá
bien ―le calmé, acariciando su frente.
Ahora sí. Agarré el
teléfono y marqué el botón de rellamada. Casi no esperé ni al click del descuelgue.
―Ya. Ya son cada diez
minutos. Bueno, ahora ocho, mejor dicho.
―¿Ya? ¿Estás seguro?
Parecía sorprendido. Eso me
inquietó aún más.
―Sí, sí, lo he comprobado
dos veces ―respondí con nervios.
―Entonces es probable que
ya sean contracciones de parto ―afirmó con voz seria, aunque seguía conservando
esa serenidad tan propia de Carlisle. Aun así, a mí no me serenó nada. Mi mujer
ya estaba de parto. De parto, parto. Y él no iba a llegar. Dios. Genial―. Dime,
¿se ha borrado el cuello uterino? ¿Has visto cuánto ha dilatado?
―¿Qué? ¿Cuánto? ―pregunté
sin comprender.
―Sí, ¿cuántos centímetros
ha dilatado?
Centímetros, centímetros, ¿y
yo qué sabía cómo se medía eso ahí?
Me desplacé para mirarlo.
Nessie volvió a abrir las piernas y yo tuve que armarme de valor. Le eché un
ojo al maletín y vi que había una caja de guantes de látex. Arranqué un par y
me los puse como pude, con los inquietos ojos de mi chica fijos en todo lo que
yo hacía. Genial.
Bien, vamos allá…
―Bueno, cielo, voy a
comprobar si…
―Ya he oído a Carlisle ―me
ahorró ella.
―Vale ―tomé aire―.
Intentaré ser muy suave, ¿de acuerdo? Si te hago daño o algo, dímelo.
―No creo que lo que tú me
hagas me vaya a doler más que esto ―gimió.
Dios, mi ángel… De acuerdo,
de acuerdo, tranquilo, tranquilo… Ya había hecho esto muchas veces, ¿no?
Aunque, claro, no era lo mismo, no era esta situación... Ay.
Cogí aire para infundirme
más arrojo y me puse manos a la obra. O dedos, mejor dicho. Mis pupilas no
podían dejar de prestarle la más mínima atención a Nessie, a todas y cada una
de sus microexpresiones. A medida que mis dedos trabajaban, ella se retorcía un
poco, pero, al igual que mi inquietud por vela así, aguantó estoicamente. Nessie
era muy fuerte. Mis dedos reptaron poco a poco, con sumo cuidado, pero, maldita
sea, yo no notaba nada raro. Es decir, ¿cómo iba a saber yo si eso estaba como
tenía que estar o no? ¿Cómo diablos se medía eso? Yo no era ginecólogo. Por
suerte, mis dedos eran largos, aunque tuvieron que esforzarse un poco más para
llegar a donde tenían que llegar. Bueno, a donde fuera que tenían que
llegar, porque yo seguía sin tener idea. Nessie gimió y se retorció otro poco,
con dolor. Y, entonces, cuando estaba a punto de retirarlos, de pronto mis
dedazos hicieron tope con algo. Tuve que pestañear un par de veces. ¡Uf! Desde
luego eso de ahí no era lo que me encontraba normalmente. Quiero decir, seguro
que no lo era.
No soporté el rostro
retorcido en dolor de Nessie ni un segundo más y, esta vez sí, saqué los dedos
de inmediato.
―Lo siento, cielo, tenía
que hacer eso ―me disculpé con mucha inquietud.
Lo último que quería era
que ella sufriera más.
―Tranquilo, estoy bien ―me
calmó ella, esforzándose por esbozar una sonrisa.
Asentí con un suspiro más
cercano a la ansiedad que a otra cosa. Me quité los guantes y volví a coger el
teléfono para ponérmelo en el oído.
―¿Carlisle?
―Dime, ¿cuánto ha dilatado?
―se aseguró, pues ya debía de tener sus sospechas. Ni siquiera me preguntó por
el cuello uterino, el cual supe que ya estaba borrado.
―No… no sé, creo que unos
dos o tres centímetros, puede que cuatro.
―Bien, sigue vigilando eso
y llámame cuando haya algún cambio. Yo ya estoy llegando ―dijo con apremio.
¿Qué siguiera vigilando
eso? La idea de volver a hacerle daño a Nessie me daba pavor. Sin embargo, si
él no llegaba antes, no me quedaba más remedio…
―De acuerdo ―acepté con
resignación, aunque esperaba que llegara pronto―. Hasta luego.
Volví a colgar el teléfono,
lo dejé en el suelo y me coloqué de nuevo junto a Nessie.
―Jake… ―se quejó otra vez.
Maldición. Ojalá pudiera
meterme en su cuerpo y sufrir yo el dolor por ella. Verla sufrir, aunque fuera
en una situación tan especial y bonita como iba a ser esta, me dolía como si me
quemasen vivo. En cambio, tenía que quedarme aquí como un idiota a esperar, sin
poder hacer nada. Qué asco de impotencia.
Entonces, me acordé de
todas esas sesiones de preparación al parto a las que habíamos asistido.
―Vale, nena ―empecé, lo más
relajado que fui capaz, cogiendo su mano―. Vamos a hacer lo siguiente. Vamos a
respirar como en las sesiones esas, ¿recuerdas?
―Sí…
―Pues, hala ―y me puse a
hacer las respiraciones como un idiota para que ella me siguiera.
Hice tantas, y con tanto
entusiasmo, que me mareé un poco y todo.
Eso pareció hacerle algo de
gracia ―sí, debía de estar patético―, ya que sus labios se curvaron hacia
arriba levemente, muy levemente, pues los dolores debían de ser bastante
fuertes y se lo impedían, pero comenzó a seguirme.
De repente…
―Jake… Otra… ―gimió una vez
más, espachurrando mi mano con más fuerza.
Miré el dichoso reloj.
―Vale, contracciones cada
cinco minutos ―dije para mí mismo.
Hice el amago de soltar su
mano, ya que quería volver a moverme para mirar la dilatación, pero no me la
soltaba, así que me quedé aferrado a su mano. Total, Carlisle estaba a punto de
llegar… ¿no?
―Me duele mucho…
―lloriqueó.
No me extrañaba.
Volví a mi posición junto a
ella para acariciarla y calmarla, aunque yo estaba hecho un flan.
―Tranquila, nena, cielo,
preciosa, cariño.
No se me ocurrían más
formas cariñosas de llamarla, bueno, sí, pero me parecían demasiado ridículas,
incluso para esta situación.
―Jake… ―lloró.
Las lágrimas comenzaron a
deslizarse a ambos lados de su precioso y perfecto rostro, que estaba
desfigurado por esos gestos de dolor mientras gemía y respiraba con agitación a
la vez. Dios, cómo me dolía verla así…
―Tranquila, respira,
respira. Todo irá bien, ya lo verás.
Su frente empezó a
humedecerse y su mano apretaba la mía con angustia.
Otro intenso gemido me hizo
mirar el reloj una vez más.
Mierda, mierda. La última
contracción había sido hacía tres minutos. Estaba claro que esto iba mucho más
rápido de lo normal.
―Jake, me duele mucho
―volvió a gimotear, aunque esta vez su voz sonó más alta―. Y tengo muchas ganas
de empujar…
―Tranquila, nena, cielo,
preciosa, cariño.
Diablos. ¿Es que solo sabía
decir eso?
Mi mano suelta se lanzó al
teléfono con nerviosismo, tanto, que se me cayó al suelo y tuve que cogerlo
otra vez.
Click.
―Doc, las contracciones ya
son cada tres minutos ―revelé ya con frenetismo mientras Nessie seguía gimiendo
y espirando el aire con fuertes jadeos llenos de dolor―. Bueno, en realidad, ni
cinco, ni tres, ni nada, porque cada vez que le da una pasa menos tiempo. Y
tiene ganas de empujar ―sí, vale, mi voz ya era de padre histérico, histérico.
―¿Cuántos centímetros ha
dilatado? ―quiso saber.
Otra vez los dichosos
centímetros.
―No… no lo sé, no he vuelto
a mirar ―admití―. Le hago daño y… ¡No quiero hacerle daño, es superior a mí!
―Está bien. Escúchame, ya
que no te ves capacitado para comprobar la dilatación, tendrás que poner especial
atención en las contracciones ―como si no lo estuviera haciendo ya…―. Cuando
sean cada minuto, probablemente ya esté dilatada de unos diez centímetros. Que
todavía no empuje hasta entonces. Y tienes que tranquilizarte ―eso era muy difícil,
teniendo a Nessie gimiendo con agonía y llorando desconsoladamente―. Es muy
importante. Ella tiene que estar lo más relajada posible, y vas a tener que
encargarte tú del parto.
Oh, Dios…
―De... de acuerdo ―acepté,
pasando la mano por mi pelo nerviosamente. Luego, me dirigí a Nessie―. Cielo,
Carlisle dice que todavía no empujes.
Nessie asintió entre
lágrimas. Maldita sea…
―Todo irá bien. Yo ya estoy
llegando.
―Eso dijiste hace un rato…
―mascullé.
―Ahora, pon atención. Lo
más seguro es que ya esté yo allí y no haga falta, pero te lo digo por si
acaso.
Por si acaso, sí. Empezaba
a pensar que esto era uno de esos trucos suyos para mantenerme tranquilo.
―Vale, Doc, ya he pillado
el mensaje. Deja de fingir y dispara ya.
Carlisle carraspeó.
―Cuando la cabeza corone,
es decir, que asome unos tres o cuatro centímetros, tienes que vigilar que no
tarde demasiado en salir, pues el bebé podría sufrir. Bien, esta práctica de la
que te voy a hablar es muy controvertida, yo estoy totalmente en contra, a no
ser que sea estrictamente necesaria, pero te la comento por si se diera el
caso.
Nessie no hacía más que
respirar agitadamente, llena de dolores. Y yo estaba más cerca del histerismo
que de escuchar ninguna explicación médica.
―¿Pero de qué me estás
hablando? ―le azucé, nervioso.
―De que estés preparado por
si tuvieras que practicarle una episiotomía.
―¿Una qué? Por favor, Doc,
no me hables en chino, ¿quieres?
―Una episiotomía es un
corte en la zona del periné.
―Sigues hablándome en chino
―protesté.
―Es la parte que se
encuentra entre la vagina y el recto. No tenemos mucho tiempo, pero intentaré
explicártelo lo mejor que pueda, por si tuvieras que hacerle un pequeño corte
para evitar un posible desgarro.
¿Un… desgarro? ¡¿Tenía que
cortarle ahí?!
―¡No, no! ¡Ni hablar, Doc!
―empecé a protestar nerviosamente, más bien cagado de miedo―. ¡No pienso
cortarle nada ahí!
―¡¿Cortarme el qué?!
―preguntó Nessie, muy alarmada, incorporándose un poco hacia delante.
―Nada, cielo. Tú sigue
respirando ―y me puse a hacer las respiraciones esas como un tonto otra vez.
Ella me miró, no muy
conforme, pero siguió haciendo los ejercicios de respiración y volvió a apoyar
la espalda en los cojines con esa cara de agonía.
―Solo si es estrictamente
necesario ―repitió Carlisle.
―¡¿Y yo qué sé cuándo es
estrictamente necesario?! ―protesté de nuevo.
Nessie volvió a mirarme con
ese recelo mientras hacía sus ejercicios de respiración y su carita sufría, y
yo me puse a respirar con ella como un idiota otra vez para tranquilizarla.
―Lo sabrás ―aseguró.
―Sí, ya… ―resoplé,
aferrando un mechón de mi frente en un puño, histérico.
No entendía nada. ¿Qué era
esto? Pensaba que parir era…, bueno, eso, parir y ya está, pero no. Ahora me
enteraba de cosas como “desgarros”, “cortes”, “bebés sufriendo”…
―Jacob, tranquilízate, solo
lo harás si es estrictamente necesario ―insistió, tratando de calmarme―. Ya te
he dicho que yo estoy totalmente en contra a no ser que no quede más remedio.
―Jake, me duele… ―se quejó
Nessie una vez más, lloriqueando―. Tengo ganas de empujar…
Mi ángel…
―Respira, cielo, respira ―le
calmé, acariciando su frente, aunque yo estaba muy nervioso―. Carlisle me está
explicando lo que tengo que hacer para que todo salga bien, ¿de acuerdo?
Doc siguió a lo suyo.
―Normalmente el periné se
estira lo suficiente y el bebé sale sin complicaciones, aunque eso hace que el
parto sea más largo. Esto en sí no es un inconveniente, no obstante, si el
parto se prolonga demasiado y el periné no estira, podrían aparecer síntomas de
sufrimiento en el bebé, y ahí es donde sí debería practicarse la episiotomía,
facilitando la salida del niño.
―¡Jake…! ―sollozó Nessie,
muy dolorida y agarrotada por el dolor.
Le eché un ojo al reloj.
Esto ya sucedía cada minuto, estaba claro que eso ya se había dilatado del
todo.
―Tranquila, pequeña ―volví
a acariciar su rostro con más ansiedad. Su preciosa piel estaba humedecida por
el sudor. Seguí hablando con Doc―. Entonces, si eso estira de una forma natural
no veo que tenga que hacérsela.
Omití palabras como “corte”
y cosas así para no poner más nerviosa a Nessie, ya estaba sufriendo bastante.
―Por supuesto, lo sé, lo sé,
es justo mi punto de vista ―coincidió―, pero si te explico cómo hacer una es
por mera prevención. Yo ya estoy llegando a La Push, probablemente estaré allí
antes de que tuvieras que practicársela, y eso si se diera el caso, sin
embargo, toda precaución es poca. Escúchame, en el maletín hay un pequeño
bisturí. Cógelo, te indicaré cómo tendrías que usarlo en caso de que…
―¡Jake! ―volvió a llorar
Nessie, con un gemido más parecido a un grito, interrumpiendo a Carlisle―.
¡Tengo muchas ganas de empujar! ¡No aguanto más!
El teléfono se me cayó al
suelo, del sobresalto, con tan mala suerte que salió rodando unos metros en
dirección al sofá.
―¡Mierda! ―mascullé.
―¡Jake! ―lloró con
desesperación―. ¡Me duele mucho!
Y volvió a gemir a la vez
que se aferraba a los cojines con agarrotamiento y apretaba los dientes.
Dios, Dios. Mierda. Bueno,
vale, tenía que estar tranquilo, tenía que estar tranquilo. Eso es lo que me
había dicho Carlisle. Tranquilo, tranquilo, me dije. Estaba claro que no
me quedaba otra, así que tenía que calmarme y ayudar a Nessie en todo lo que
pudiera. Estábamos solos, y el bebé ya no quería esperar más, así que esto es
lo que había. Jacob Black, tendrás que ocuparte tú, me ordené a mí
mismo. Respiré hondo y me preparé para
tomar las riendas del parto.
Sí, de esto tenía que
encargarme yo, el hombre de la casa, el macho Alfa, el Gran Lobo, ¿no? Y ella
siempre confiaba en mí. Eso me dio valor y fuerzas.
―Vale, preciosa, vamos a
tener a nuestro bebé ―afirmé con determinación.
―Jake…, no… no puedo
―sollozó a la vez que me imploraba con sus dulces ojos y negaba con la cabeza―.
Tengo miedo… Me duele mucho…
―Sí, sí puedes ―le animé,
acariciando su cara con seguridad―. Sé lo fuerte que eres, confío en ti. Vas a
hacerlo muy bien, yo te ayudaré, ¿de acuerdo? Vamos a tener a nuestro bebé y
será un niño precioso.
Se quedó mirándome a los
ojos, con los suyos llenos de ansiedad, sin dejar de jadear con esa fuerza,
pero, al fin, asintió.
Sin embargo, cuando me
disponía a moverme hacia sus piernas, ella sujetó mi mano y me detuvo.
―Jake, no te vayas… ―me
suplicó, asustada.
―Cielo, tengo que coger al
bebé ―le calmé, hablándole con tranquilidad y acariciando su rostro otra vez―.
No me iré de tu lado nunca, estaré aquí mismo, ¿vale? Lo haremos juntos, estoy
aquí contigo.
Nessie respiró hondo,
cerrando los ojos, y asintió.
―Te quiero ―susurré,
sonriéndole.
―Te quiero ―me contestó,
intentando corresponder mi sonrisa.
Acerqué mi rostro al suyo y
nos dimos un beso corto.
―Jake… ―susurró cuando aún
tenía mi frente pegada a la suya.
―Todo saldrá bien, estoy
aquí contigo ―murmuré yo.
Asintió una vez más. Le di
un último beso y me despegué de ella.
Soltó mi mano y me desplacé
al meollo de la cuestión, arrodillándome frente a sus piernas abiertas. Las
contracciones ya eran cada minuto, aquello ya estaba más que dilatado, ya
tendría esos diez centímetros, así que ya podíamos empezar.
―¡Vale, pequeña, empuja!
―exclamé con entusiasmo para contagiárselo a ella.
No sabía si funcionaría,
pero esa estupidez fue lo único que se me ocurrió hacer.
Nessie se inclinó un poco
hacia delante, aferrando las manos a los cojines, y comenzó a empujar,
emitiendo unos gemidos y gritos espantosos. Estuvo así unos segundos, hasta que
su espalda cayó en el respaldo de esa camilla improvisada para descansar.
―¡Venga, lo estás haciendo
muy bien, preciosa! ¡Empuja, empuja otra vez!
Volvió a inclinarse hacia
delante y empujó durante otros segundos, gritando de dolor.
―¡No puedo! ―voceó,
llorando, echándose de nuevo hacia atrás―. ¡No puedo hacerlo! ¡Me duele mucho!
¡Mucho!
Me moví un poco hacia
delante y cogí su mano.
―Claro que puedes hacerlo,
pequeña ―le animé, frotando su mano―. Sé lo fuerte que eres, esto no es nada
para ti. Vamos, empuja.
Asintió, sacando el aire
con esa respiración fuerte, y yo me coloqué frente a sus piernas.
―¡Venga, cielo, empuja con
todas tus fuerzas! ―la exhorté con ánimo.
Mi chica se inclinó hacia
delante, encerró los cojines en sus puños y gritó cuando apretó con toda su
alma. Después, su espalda volvió a caerse en el respaldo.
―¡No puedo! ―se quejó,
respirando con cansados y fuertes jadeos.
―¡Claro que puedes! ¡Lo
estás haciendo genial, nena! ¡Eres la mejor mamá del mundo! ¡Vamos, preciosa,
empuja!
Su espalda se separó del
respaldo y chilló de nuevo al empujar. No sé si era mi estúpida imaginación,
mis ganas o qué, pero cuando lo hizo me pareció ver un cambio. Algo quería
asomarse. Mi corazón pegó un salto de alegría, pero Nessie se cayó sobre el cojín
otra vez, fatigada.
―¡No puedo más! ―lloró.
―Vamos, nena. Si lo haces
te prometo servidumbre eternamente, podrás hacer conmigo lo que quieras.
―¡Lo único que quiero hacer
contigo ahora es matarte por dejarme embarazada! ―chilló, rabiosa, envarándose.
Los cojines se desgarraron
en sus manos, de lo fuerte que empujó esta vez.
―¡Así, así! ¡Lo estás
haciendo genial!
Entonces, mi cara se
iluminó como si lo que saliese de allí fuera la luz de un foco. De entre sus
piernas, dentro de su vagina, se veía una pequeña maraña de pelos negros
ensangrentados. Mi corazón pegó un tumbo y latió con más fuerza, impresionado y
conmovido. La cabeza de nuestro bebé ya asomaba como unos tres centímetros. No
sé cómo pude, la verdad, porque estaba…, estaba…, no sé, no puedo explicarlo,
tenía un montón de sentimientos encima que se mezclaban los unos con los otros
en un extraño pero gozoso revuelto: emoción, preocupación por Nessie, nervios,
ansias, más nervios…, pero recordé lo que Doc me había dicho. Mientras Nessie
gemía del dolor al empujar y yo me estremecía por verla así, me fijé bien en lo
que él me había descrito del dichoso periné. Ahí no se veía nada desgarrado, es
más, la cabecita de A. J. no parecía tener ningún problema para salir, así que
decidí que las cosas siguieran su curso natural y no practicarle esa epito…,
episio…, bueno, como diablos se llamase.
Nessie se cayó hacia atrás,
rendida.
―¡No puedo más! ―repitió,
llorando con desconsuelo y agonía, bañada en sudor.
―¡Ánimo, pequeña, ya le veo
la cabeza! ―clamé, emocionado―. ¡Empuja, empuja más fuerte!
Eso pareció darle un chute
de adrenalina o algo. Sus gemidos y gritos fueron acompasados por su cuerpo,
que sacó fuerzas como por arte de magia. Su tremendo empuje fue correspondido
como se debía y la ensangrentada cabeza del bebé resbaló sobre mis deslumbradas
manos.
―¡Ya… ya salió la cabeza!
―anuncié con un nudo en la garganta, de la emoción―. ¡Un último esfuerzo, nena!
En medio de aquellos
agotados y tremendos gemidos, Nessie sacó su último resto de fuerza y nuestro bebé
consiguió abrirse paso hacia el exterior. Primero salió uno de sus diminutos
hombros, y después el otro, hasta que su pequeño y frágil cuerpo, lleno de
sangre y una telilla semitransparente de un color grisáceo, se deslizó sobre mi
otra mano.
Nessie reposó su espalda,
rendida y extenuada.
Mi hijo rompió a llorar
instantáneamente, casi no me dio tiempo ni de alzarlo para verlo. Era tan
pequeñito, que todo su cuerpo cabía en mis dos manos. Su corazón latía a mil
por hora, pero fuerte y vigorosamente, y su piel era templada a mi tacto. Aquel
pequeño cuerpo y rostro estaban arrugados, bañados en sangre y restos de
placenta, temblaba y su llanto era agudo y ronco, pero a mí me pareció lo más
bonito que había visto en mi vida.
No pude evitarlo. Las
lágrimas empezaron a desbordarse por mis ojos sin cuartel, de la enorme emoción
que me embargó, y se derramaron por toda mi cara.
De repente, un borrón se
plantó a mi lado, aunque no bajé mucho de mi nube. Esto era demasiado
increíble, demasiado mágico, no podía describir todo lo que sentía, era
imposible.
―Mantenlo así un momento
―me pidió Carlisle con prisas, refiriéndose a que dejase a mi hijo en la misma
posición.
No le había escuchado ni
entrar.
Tampoco me fijé mucho en
cómo le cortó el cordón umbilical a Anthony, solamente sé que mientras Nessie
terminaba de recuperarse Carlisle se lo cortó muy rápido. Después, en cuanto le
puso una pinza médica y me pasó una de las toallas, envolví al bebé con sumo
cuidado, sujetando su delicada cabecita en todo momento, limpié su cabello, su
cuerpo y su carita un poco, y me apresuré a llevárselo a Nessie, que ya había
terminado de tomar aire y me lo estaba suplicando con ese rostro conmovido y
feliz.
Me senté a su lado. Lo dejé
entre sus brazos, que se amoldaron al bebé con absoluta perfección, y ella lo
acercó a su pecho para observarle, emocionada. A. J. dejó de llorar
automáticamente, parecía que hubiese estado esperando los cómodos y acogedores
brazos de su madre. Entonces, cuando por fin los vi juntos, cuando por fin vi
esa imagen que tanto había soñado en estos nueve meses, mis lágrimas pasaron a
ser las Cataratas del Niágara.
Me acerqué a ellos, preso
de esta inmensa felicidad, y le di un beso a A. J. en su pequeña frente. Sí,
era el hombre más feliz del universo, no había nada más especial que esto.
―Jake… ―sollozó Nessie,
esta vez de felicidad, mientras llevaba su frente a la mía―. Es nuestro bebé…
―Sí… ―lloriqueé como un
niño pequeño, frotándosela.
Ahora que ya se había
callado el crío, lloraba yo. Pero era imposible describir lo que sentía, esto
era lo más maravilloso que me había pasado nunca. No había felicidad más grande
que esta. Esto era un milagro, el milagro de la vida. Habíamos creado y traído
a un bebé al mundo. Nosotros. Nosotros dos. Nuestro bebé, nuestro hijo. Una
parte de ella y otra mía, las dos mezcladas, formando un solo ser. Sí, era un
milagro, un milagro maravilloso y mágico. Y todo lo que habíamos luchado, todo
lo que habíamos pasado, todos estos meses, había merecido la pena, el premio
había superado todo eso con creces.
―Te quiero ―murmuró en mis
labios.
―Te quiero ―susurré yo
también.
Unimos nuestros labios del
todo y comenzamos a besamos con pasión y emoción, haciendo que la energía ya
comenzase a descargar su electricidad mágica a nuestro alrededor. Mi estómago
estaba invadido por una mezcla de chisporroteo, felicidad y ansias por
disfrutar de mi hijo, no podía describirlo.
―Trae una palangana con
agua caliente, por favor ―escuché que pedía Doc.
Mi chica y yo nos obligamos
a despegar nuestras bocas, ya que queríamos ver mejor al bebé. En esta ocasión
no nos costó tanto hacerlo, tantos meses esperando para verle…
Fue entonces cuando nos
percatamos de la presencia de Esme, que corría hacia la cocina para atender a
la petición de su marido, el cual ya estaba trabajando para atender a Nessie.
Nosotros nos dedicamos a acariciar
a nuestro hijo y aprovechamos para verle mejor.
―Hola, cielo ―le susurró
Nessie, todavía emocionada, sonriéndole al tiempo que acicalaba su pelo con los
dedos delicadamente.
Anthony le contestó con una
especie de balbuceo.
Ay, se me caía la baba… Si hace
una hora ya casi nadaba en el dormitorio del bebé, ahora ya teníamos que usar
barcas.
Como había visto antes, A.
J. tenía el cabello negro, pero ahora que lo tenía más limpio, seco y peinado
por los dedos de su madre se lo veía mejor. Este cubría todo su cuero cabelludo,
sin embargo, no tenía demasiado pelo. O sea, no lo tenía ralo; quiero decir,
que no era uno de esos niños peludos que ya nacen con toda una mata en la
cabeza, vamos. Pero su cabello era de color azabache, como el mío. Su piel era
una mezcla de la de Nessie y la mía, ni muy clara ni oscura, mestiza, aunque
todavía estaba un poco enrojecida, supuse que debido al parto. Su naricilla era
chata y pequeña, sus manitas, las cuales sobresalían de la toalla, eran diminutas,
así como sus deditos, eso sí, tenía unas uñas larguísimas. Tenía los ojos
cerrados, pero sus párpados ya estaban provistos de sus pestañitas y todo, y su
boca, bueno, su boca era la de un bebé recién nacido, supongo. Conclusión, que
mirándole así en general, y teniendo en cuenta que los recién nacidos
normalmente no se parecen a nadie porque son más o menos todos iguales, A. J. tenía
un asombroso parecido a mí, la verdad, bueno, a mí cuando yo era un bebé, claro.
―¿Lo ves? Es igual que tú
―afirmó Nessie, como si acabase de leerme el pensamiento, sonriéndome. Luego,
observó a A. J. ―. Eres igualito a papá ―le susurró con dulzura, acariciando su
mejilla con el dedo.
―Sí ―coincidí con una
sonrisa orgullosa.
No lo podía negar, lo
estaba.
Carlisle asomó la cabeza de
entre las piernas de Nessie para hablarnos.
―Enhorabuena ―nos felicitó
con una enorme y satisfecha sonrisa llena de felicidad―. Lo habéis hecho muy
bien y tenéis un niño precioso.
―Sí, enhorabuena ―se sumó
Esme, que se notaba que ya se moría por hacerle carantoñas a Anthony, pero que
tenía que ayudar a su marido.
―Bueno, lo ha hecho todo
Nessie. Es una campeona ―le alabé, acariciando su mejilla con una sonrisa.
―Tú me has ayudado mucho
―me sonrió, orgullosa y emocionada―. No sé qué habría hecho sin ti.
Me quedé sin palabras. ¿Y
ella estaba orgullosa de mí? ¿De mí?
Observé a Nessie y de
pronto me sentí tan pequeño. Yo solo había puesto una semilla, y ella había
creado una vida. Ella, ella sola. Y después, había hecho el milagro de traerlo
al mundo, con mi ayuda, sí, pero ella sola otra vez. En ese momento me pareció
una diosa, pero una diosa de verdad. Noté que mi cara reflejaba el estado
maravillado y deslumbrado en el que me quedé y la profunda admiración que sentía
por ella. La amaba con toda mi alma, esto tampoco podía describirlo.
―Oh ―exclamó de pronto,
alegre, haciéndome salir de mis pensamientos―. Anthony ha abierto los ojos.
―¿A ver? ―me fijé de
inmediato.
Solo fue un pequeño
momento, pero sí, A. J. había abierto los ojos. Y me quedé sorprendido.
Vaya, ¿qué te parece? Sus
ojos…
―Son verdes ―sonrió Nessie,
maravillada―. Verde esmeralda, como los de mi padre.
―¿Cómo los de tu padre? ―inquirí,
frunciendo el ceño con extrañeza―. Pero si son de ese amarillo dorado raro.
―Como los de mi padre
cuando era humano ―matizó ella, sonriente, dándome un toque en la nariz con la
yema de su dedo. Luego, llevó la vista hacia A. J. otra vez―. Los tenía verde
esmeralda.
―Sí, es cierto ―secundó Esme,
esbozando otra sonrisa, la suya con hoyuelos.
―Vaya, parece ser que
Anthony no solo ha heredado el segundo nombre de Edward ―se pispó Carlisle,
asomando la cabeza otra vez para mirarnos con una sonrisa orgullosa.
Genial. Ahora no habría
quién aguantase a Edward.
―Vaya por Dios ―murmuré,
haciendo una mueca―. Bueno, pero todavía le pueden cambiar de color. Lo he
leído en una de esas revistas.
―No, no le cambiarán
―aseguró Nessie, mirándole con esa adoración maternal―. Es un niño precioso. Cuando
sea mayor las chicas se van a pelear por él ―y soltó una risilla.
Bueno, en eso estaba de
acuerdo. No es porque fuera su padre, pero era un crío precioso, el más guapo
del mundo, de eso no había ninguna duda.
―En fin, esto ya está
―terminó Carlisle, poniéndose de pie, junto a Esme―. No has sufrido desgarro
alguno, así que ha sido un parto muy limpio y rápido ―sonrió, orgulloso,
quitándose esos guantes de látex blancos―. Para ser una madre primeriza, lo has
hecho estupendamente.
―Es una campeona ―repetí yo
con una enorme sonrisa, pasando los dedos por la frente de Nessie para
apartarle esos cabellos que tenía pegados.
Nessie me miró y me sonrió.
Esme también se quitó sus
guantes, los tiró en la bolsa negra de plástico que Doc tenía preparada para
deshacerse de todo y se acercó a nosotros, arrodillándose al otro lado de
Nessie.
―Es un bebé precioso
―murmuró con una de esas voces tontas que se ponen cuando se ve a un bebé
precioso.
―¿Quieres cogerlo? ―le
ofreció Nessie.
―Me encantaría, cielo, pero
prefiero que lo disfrutéis vosotros un poco más. Es vuestro momento, yo ya
tendré los míos ―sonrió, metiéndole el pelo detrás de la oreja.
Mi chica le correspondió la
sonrisa y asintió.
―¿Sabéis algo de mis padres
y los demás? ―preguntó, mirando a A. J. de nuevo mientras le acariciaba la
mejilla con el dedo.
Doc comenzó a limpiarlo
todo, echando los restos de placenta, guantes, toallas, gasas y demás cosas
ensangrentadas en la bolsa de plástico negra.
―Aún tienen los móviles
apagados, pero deben de estar a punto de aterrizar ―le contestó Esme―. No te preocupes,
estaré insistiendo hasta que alguno me coja el teléfono.
A. J. giró su pequeño
rostro instintivamente hacia el pecho de Nessie.
―Oh ―murmuró ella.
―Parece que tiene hambre
―sonrió Doc, que recogía todo aquello con rapidez, pero que no dejaba de prestarle
atención al bebé.
―Ah, no, colega, lo siento
mucho, pero eso no es tuyo ―le dije a A. J., bromeando.
―Jake ―me regañó Nessie,
riéndose, al tiempo que me empujaba el brazo.
Me carcajeé.
―Anda, ve a la cocina y
prepárale su primer biberón ―me mandó, siguiendo con esa risa.
―¡A la orden! ―exclamé yo
con entusiasmo, irguiéndome para hacer el saludo militar.
Ella se rio y yo me levanté
como un muelle para correr a la cocina.
Estaba feliz, ¡feliz!
Sí, ¿qué puedo decir? Era
el hombre más feliz del universo.
¡Hola a todos! Soy Tamara ^^
ResponderEliminar¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR SEGUIR AQUÍ Y LEERME, Carmen, andres, Kiara, ody, Carol, Camy, Estefanía, YANINA, Andreina, elsa, Isabeu Galan e ini narvel!! ¡¡MUCHAS GRACIAS POR ESAS COSAS TAN BONITAS QUE ME PONÉIS!!
Hay que ver este Quil, ¿eh? jeje, pobre, menudo lío mental que tiene xDD
Carmen, jaja, bueno, ahora por fin sabemos tu nombre ;)
Kiara, jaja, qué boba soy, pensaba que decías que naciera un 31 de diciembre en la historia xDD Perdona =P Y de nada por lo de "morro", en realidad me tenéis que perdonar a mí, porque a veces se me olvida que en América tenéis otras expresiones y hay algunas nuestras que no entendéis, claro, igual que si fuera al revés ^^
Carol, pues no sé cuántos capis me quedan para terminar, no lo sé ni yo, jajaja xDD. Pero quedan poquitos, sí =S
Camy, pero ¿cómo me voy a enfadar por vuestras sugerencias? xDD No, claro que no me enfado. Lo que pasa es que no puedo cumplir todo lo que me pedís, porque o cumplo todas las peticiones, o no cumplo ninguna, no puedo cumplir unas sí y otras no, ¿entiendes? ;) Es muy difícil contentaros a todos, por eso siempre opto por escribir lo que yo quiero, y luego espero que os guste =) Además, si no me quedaría un libro larguíiiiiisimo, que ya lo es, y no puede ser, jajaja xDD . Y muchas gracias por eso tan bonito que me pones =º)
Estefanía, pues te digo lo mismo que a Carol, ni yo sé cuántos quedan, jaja, pero quedan poquitos, eso sí ^^ Y mucha suerte en los exámenes!!!!
YANINA, no te preocupes, tú lee y comenta cuando puedas ;) Vale, apunto tu cumple y ya te dedico un capi, a ver si nos cuadra más o menos, que sea un día antes o después (es que justo el 25 es domingo).
Andreina, pues como le dije a elsa una vez, no me gusta mucho llenar la historia de paréntesis =P , pero no te preocupes, que sabremos lo que ha pasado entre Quil y Claire al final, ¿vale? ;) Sobre lo de morro, jaja, aquí tb es el hocico del cerdo xDD , pero ya expliqué lo demás =P
Isabeu Galan, pero ¿cómo no va a menstruar Nessie? Si se ha podido quedar embarazada xDD Pues claro que menstrua, es más, si estaba tomando la píldora será por algo, ¿no? ;) Y si recuerdas, cuando se entera de que se había quedado, sale que ella se da cuenta de que tenía una falta ;) Nessie es mitad humana, y su sistema reproductivo funciona como la de una humana (en mi historia, si SM hiciera una continuación, no sé lo que haría, pero me imagino que lo mismo, porque si Jake se imprimó de ella tb será porque puede tener hijos). Esto que voy a decir es un poco asquerosillo, jaja, pero me imagino que a los Cullen no les debe de atraer mucho esa sangre muerta =S ¡Puaj! jaja
Bueno, pues aquí os dejo el capi!!!!! Espero que os guste!!!
Lametones!!
Tamara
ResponderEliminarque capi mas genial....Nacio A.J. ahhhhh ...pobre jake super nervioso y nessie con mucho dolor pero al final ya tienen al bebé ha sido hermoso....me encanto los ojos verdes que bello...ya quiero que lo vea edward jajajaja sera comico verlo tan orgulloso de su nieto wuauuu que palabra jajajaja...bueno de aqui nos escribimos el sabado par los deseos correspondientes......un abrazo inmenso a la distancia a todos ....:)
hola tamara...super genial...ya llego el dia del parto...pobre jake re nervioso por ser padre primerizo y partero..pero nacio sano A.J ya quiero ver la cara de edward..cuando vea en su nieto sus ojos cuando era humano...como siempre tamara.. eres ecepcional...la descripcion en este capi lo mejor...bueno salu2 a todas mis amigas a la distancia...el sabado el proximo
ResponderEliminarahhhy que bueno este capi dedicado a cathy...muchas fuerzas y animo a kelly y su familia...salu2
Sin palabras, así me dejaste con este capitulo.
ResponderEliminarHola Tammy sabes que eres increible y ese bebe esta hermoso ya quiero ver la reacción de los cullen con la llegada del pequeño A. J.
Estare esperando el sábado saludos a toda la manada y a ti porsupuesto por ser la chica alfa.
(por favor elimina a Jane y si no has que se enamore de Brady o Collin solo sugerencia para que deje en paz a Jake) n_n Kiara. u_u
Saludos para Kelly
d.e.p. Cathy
Guuuuau!! q capitulo! y que descripción la del nacimiento!!!
ResponderEliminarTamara no me canso de repetir lo genial q sos escribiendo!! Una GRAN escritora!!
Nos leemos el sábado, ya quiero saber la reacción de Edward!! Besos a todos
Vicky
(La Imagen esta buenisima tambien)
Tamaraaa!!!! pedazo de capituloo me a encantadoo deseando de ver cuando se entere el resto de la familiaa ^^ Genial de verdad super capitulo, como todos en realidad
ResponderEliminarBesoossss a todos.
Hola Tamara:
ResponderEliminarWOOOAAAUUUU...Me as hecho llorar chica....a sido un capitulo realmente EMOCIONANTE , HERMOSO no se que mas decir ....simplemente BELLO....A.J es HERMOSO....
Creo que no me cansare de decirlo GRACIAS ,GRACIAS por regalarnos tu talento
elsa
un saludo a todos
hola tamara!!!
ResponderEliminarhola chicos!!!!
wuuuaaauuu....!!!! sii.!!!! nacio anthony jacob (A.J)y tiene los ojos verdes como edward cuando era humano...
el capitulo estubo buenisimo.. pobre jake sufrio con esos nervios tanto como nessie. pero bueno. (FELIZ) la espera dEL nacimiento de anthony valio la pena...
bueno nos vemos el sabado.. :)
saludos desde argentina YANINA
NACIOOOO... YA NACIO A.J ..!!! y tiene los ojos verdes como su abuelo y todo lo demas como su papi..!! jejejejej que niño mas hermoso..!!! me lo imgino de grende..!!! con su piel ni muy blanca ni muy morena pelo negro..!! ojos verdes el cuerpo de su papi..!! dios..!! que niño..!!!! jajajajajajajajjajajajaja..!! AYYY QUE EMOSION..!! amo a nessie en serio..!!1 por darle a jake un bebe. y acerlo con tanta fuerza...!!! y amo a Jacob jjajja a el siempre lo he amado..!! y atii..!!! por darnos la oportunidad de leer tu historiaa..!!!.......
ResponderEliminar*Andreina*
¡Por fin ha nacido! ya era hora haha aunque se haya adelantado un poco he estado esperando este capítulo mucho tiempo, de verdad. Ha sido super emocionante y me encanta que sea como un mini Jacob de ojos verdes :3
ResponderEliminarEstaré esperando el próximo capítulo con ansias ;)
Carol
COMO siempre sorprendiendonos!!! el nacimiento estuvo fabuloso! inesperado q jake lo tuviera q hacer solito!!! y fantastica la frase de Nessie repochandole "el hecho de haberla dejado embarazada"... las pasamos x lo mismo y, creo q, la gran mayoria lo hace!!!
ResponderEliminarbesos
ody
¡HOLA! SOY NOVIEMBRE:
ResponderEliminarQUIERO DECIRTE QUE YA HE TERMINADO DE LEER EL LIBRO, Y HE VUELTO A LEER OTRA VEZ ESTE; PORQUE QUERIA COMENTARTE, LO MUCHO QUE ME HA GUSTADO Y LO INTENSO QUE HA SIDO, PARECIA QUE ESTABA PARIENDO YO. Y ESA FRASE "LO QUE VOY HACER ES MATARTE POR DEJARME EMBARAZADA" ES MUY REAL, YA QUE HE OIDO DE CHICHAS QUE LO HAN DICHO, EN SU MISMA SITUACIÓN.
SE ME HAN PUESTO LOS PELOS DE PUNTA AL ESTAR PARIENDO CON NESSIE, PARECIA QUE ESTABA EMPUJANDO YO TAMBIEN,Y LAS LAGRIMAS SON TAN REALES COMO LA VIDA MISMA; SON MUCHOS SENTIMIENTOS LOS QUE AFLORAN QUE NO PUEDES EVITAR LAS LAGRIMAS; QUE HE VUELTO A LLORAR COMO ELLA.
ME TIENES APENADA, POR QUE ME GUSTARIA QUE SIGUIERAS CON A.J; PERO TE COMPRENDO QUE QUIERAS CAMBIAR DE HISTORIA. UN LAMETÓN
Hola Tamara, que hermoso capituloo, me has hecho llorar *-* Es maravilloso Gracias por esa estupenda historia Te felicito :3
ResponderEliminarSaludos desde Colombia
Alee n.n
me encanta........ hermoso libro..... estoy loca leyéndolo eres una fantástica escritora
ResponderEliminardanielacullen, chile
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios!!! Aunque no siempre pueda contestaros, que sepáis que los leo todos y que me hacéis muy feliz. Gracias, gracias y GRACIAS!!!
ResponderEliminarLametones para todos!!
DIOS..!! que emoción, soy super team taylor, y de que venga a nessi eso me tiene super feliz, espero que STF MYR siga su historias que sea todo lo contrario a el d bella y edwar, gracias ya lo leí todo eres fantástica me as hecho llorar, reír, sentirme apasionada, eres excelente, te manera de escribir me hace vivir cada capítulo, palabra y letra de está historia, te felicito espero que este fic llegué a muchos para animar a sacar tú libro y un peli.!!!!
ResponderEliminartus personajes son fantásticos el de jacob beso maravilloso, hilarante, celoso, sarcastico, creido, rabioso, amoroso ,sobreprotector, triste , es fascinante y único.!!! es perfecto y así lo AMOOOOO
¡¡¡¡¡SALUDOS DE VENEZUELA!!!!